seguridadalimentaria Botulismo, un riesgo tóxico La transmisión de la toxina botulínica se asocia al consumo de conservas caseras mal esterilizadas y a una cocción inadecuada U n brote de botulismo ocurrido en Girona hace varios meses por el consumo de judías blancas cocidas en conserva ha provocado que resurja la preocupación por esta toxiinfección alimentaria. El botulismo es un proceso tóxico provocado por una toxina formada por microorganismos del género Clostridium, en concreto de la especie Clostridium botulinum. Su transmisión mediante alimentos se asocia, sobre todo, con el consumo de conservas caseras mal esterilizadas y una cocción inadecuada. En las conservas industriales, se relaciona con alimentos de poca acidez y con una falta de control de los procesos (temperatura de cocción, esterilización o control insuficiente de pH y agua). La temperatura óptima de crecimiento del Clostridium botulinum es de 35 oC a 40 oC. Los microorganismos crecen y forman toxinas en condiciones de anaerobiosis, es decir, sin oxígeno. Hasta hace pocos años, esto dificultaba los controles en los laboratorios, sobre todo al tener que aislarlos e identificarlos y conocer la capacidad para producir la toxina. Presencia Los factores que más determinan su presencia son las prácticas de conservación o preparación de alimentos en los que no se destruyen las esporas y, por tanto, se permite la formación de toxinas. Debe tenerse en cuenta que la toxina no se desarrolla al abrir el alimento o cocinarlo, sino que la bacteria que la genera ya está presente en el momento en que se introduce el producto en la conserva. Además, no se puede apreciar su presencia a través de los sentidos, ya que no tiene olor, color, ni gusto cuando se ingiere. Los alimentos que más se asocian a este problema son las carnes y la carne curada insuficientemente o sin conservadores, las conservas caseras no tratadas de forma adecuada, el pescado (salado y ahumado), los quesos, los caldos, los espárragos, las alubias verdes y los alimentos envasados al vacío. Los efectos La acción de la toxina botulínica afecta al sistema neuromuscular y provoca parálisis progresiva de la musculatura estriada. Los primeros síntomas suelen ser una sensación generalizada de malestar, acompañada de pérdida de calidad visual, dificultad para tragar saliva o parálisis. En algunos casos se pueden producir secuelas de la parálisis que duran mucho tiempo. Debe tenerse en cuenta que el botulismo provoca casos esporádicos en forma de pequeños brotes. En España es una enfermedad poco frecuente, como lo demuestran los casos notificados en el Sistema de Vigilancia Epidemiológica en 2009 (un total de 13) y en 2010 (8 casos). Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), las dos especies implicadas con más frecuencia en enfermedades de transmisión ali- mentaria son Clostridium perfringens y Clostridium botulinum. Formas de prevenir Para eliminar y destruir la toxina, bastaría con realizar una cocción con calor. Por tanto, un adecuado tratamiento térmico o de cocinado ayuda a hacer desaparecer el agente responsable. En la mayoría de los casos, cuando se produce un brote, significa que la relación tiempo/temperatura no ha sido la adecuada, es decir, se ha producido un error en el tratamiento previo. Se calcula que la aplicación de una temperatura de al menos 90 oC durante 70 minutos es eficaz para eliminar las esporas. Cuanto más alta es la temperatura que se aplica, menos tiempo es necesario que dure el tratamiento. La prevención en la producción industrial de alimentos pasa, por tanto, por el control de los tratamientos térmicos y el rechazo de envases mínimamente abombados, hinchados o deteriorados. www.consumer.es Conservas caseras En el caso de los alimentos utilizados en conservas caseras, sobre todo carnes o pescados conservados y verduras y hortalizas (alubias verdes o espárragos, entre otros), la prevención comienza en la materia prima, que debe ser de calidad, sin golpes ni magulladuras. Durante la elaboración, conviene supervisar cada paso y dedicar una especial atención a las pautas de la receta, el tratamiento térmico, la temperatura del proceso y del almacenamiento y también a la vida útil de los alimentos. Así, la higiene es fundamental en todos los pasos, sobre todo la esterilización (se pueden hervir los utensilios durante 15 minutos y después escurrir) y debido a que el patógeno se inactiva a bajas temperaturas, es fundamental mantener la temperatura adecuada entre los distintos pasos de la elaboración. También es recomendable envasar las conservas en botes de vidrio que cierren bien y prepararlas en pequeñas cantidades y en envases poco profundos. Si es muy alto y profundo, pueden quedar capas internas donde no llegue el oxígeno, lo que favorece el crecimiento de Clostridium. Es esencial esterilizar los tarros y tapas para matar posibles microorganismos. Una vez elaboradas las conservas, deben almacenarse en condiciones favorables para que se mantengan bien durante largo tiempo; es decir, en lugares donde la temperatura no sobrepase los 30 ºC y no dé la luz del sol de forma directa. Cuanto más protegido esté de la luz, mejor. 40 41