A pesar de las amenazas de severos castigos, el P. Engelmar administraba los sacramentos, asistía a los moribundos y llevaba la comunión a los enfermos. Junto con otros sacerdotes, el P. Engelmar tradujo al ruso partes de la Sagrada Escritura, textos del Catecismo y párrafos del libro “La Imitación de Cristo”. Los prisioneros rusos leían con avidez y a escondidas estos textos. Según el P. Joseph Witthaut: «Engelmar estudió con aplicación el ruso. Parecía como si pensara trabajar un día como misionero en el Este». 8.- TIFUS EN DACHAU, SE NECESITAN VOLUNTARIOS: A finales de Diciembre de 1944, con rapidez vertiginosa, una epidemia de tifus se extendió por todo el campo de concentración. Cada día la muerte se cobraba su ración de víctimas. Los contagiados por el tifus eran tantos que los enfermos no podían ser instalados en la enfermería del campo. Con rapidez, las autoridades del campo destinaron unas barracas como enfermería, que aislaron del resto de barracas. Expuestos a la enfermedad, sin protección alguna, los enfermos morían como mueren las moscas. Según una estadística del campo, el término medio de defunciones diarias alcanzaba el centenar. 1 - TESTIMONIO [del P. Sales Hess]: «En medio de tan gran apuro la dirección del campo se acordó de los curas… Reconocieron entonces nuestro espíritu de sacrificio, pues hasta entonces los curas y religiosos éramos parásitos a los ojos de las SS». Al ofrecerse como voluntario, el P. Engelmar realizó la decisión más importante de su vida: se encaminó voluntariamente hacia la muerte por amor a aquellos hermanos suyos. Aquellos bloques del tifus en Dachau se convirtieron en la última parroquia del P. Engelmar. - TESTIMONIO [del P. Johannes Maria Lenz, SJ (20 de Febrero de 1945)]: «Los cuidados y servicios eran para el P. Engelmar expresión necesaria y fruto de su amor sacerdotal hacia el prójimo. Con gusto confesaba a sus pobres y de manera tranquila y bondadosa repartía consuelo…» «Una tarde me llamaron desde una ventana de la segunda habitación. Era Engelmar, que llamaba y preguntaba por mí… Quería óleo de enfermos para sus pacientes moribundos, porque se le había terminado el suyo… La fiebre brillaba en sus ojos y había manchas rojas en sus flacas mejillas… no parecía darse cuenta de que la muerte ya le había echado mano sin remedio. El quería seguir ayudando todavía a muchos, porque muchos eran los que esperaban su ayuda. En sí mismo, él no pensaba» 9.- TESTAMENTO ESPIRITUAL: «El amor multiplica las fuerzas, inventa cosas, da libertad interior y alegría… los rayos cálidos del sol que es el amor del Padre bueno son más fuertes y al final triunfarán. Lo bueno es inmortal y la victoria debe ser de Dios, aunque a veces parezca tarea inútil extender el amor de Dios en el mundo. De cualquier forma, el corazón del hombre desea el amor; al final nada se resiste a la fuerza del amor, con tal de que esté basado en Dios y no en las criaturas. Sigamos haciendo lo posible y ofrezcamos sacrificios para que el amor y la paz reinen pronto, otra vez». 10.- MUERTE DEL P. ENGELMAR: El P. Engelmar fue trasladado a la barraca de los enfermos. El traslado ocurrió el 20 de Febrero de 1945. Los médicos le diagnosticaron tifus en estado avanzado. Durante aquellos días experimentó una leve mejoría, recayendo en seguida y muriendo el 2 de Marzo de 1945. El día antes había cumplido 34 años. 2 El certificado de defunción dice que murió el prisionero Hubert Engelmar Unzeitig, el viernes 2 de Marzo de 1945, a las 7:20 de la mañana. Fueron sus compañeros sacerdotes los que le atendieron en su enfermedad, le dieron el consuelo de recibir los últimos sacramentos, y ya fallecido, celebraron un Réquiem por su eterno descanso. 11.- LAS CENIZAS DEL P. ENGELMAR [Testimonio del P. Richard Sneider]: «Cuando se conoció la noticia de su muerte, mi único pensamiento fue cómo hacerme con sus restos mortales, de otra manera acabarían en la fosa común de las cenizas. Mi relación con el capo –prisionero encargado de un grupo de trabajo- del crematorio, un paisano compatriota de Baden, lo hizo posible». «Le pedí si podía, cuando trabajara solo, por la noche, en el crematorio, quemar el cuerpo del P. Engelmar por separado y darme las cenizas». «Me pidió que le diera el número de prisionero que tenía el P. Engelmar, porque este número estaba escrito con tinta en el brazo o en el estómago de cada persona que moría, con el fin de que las fundas de oro de los dientes, que estaban registradas en el archivo del campo, pudieran ser extraídas antes de que el cuerpo fuera conducido al crematorio». «Cierta mañana, el capo me trajo las cenizas en una bolsa de papel. Cuando se le preguntó en la puerta del Campo qué llevaba en la bolsa, él contestó que era arena seca y le dejaron pasar. A través de la plantación donde yo solía trabajar, las cenizas, con la ayuda de un sacerdote de Muensterschwarzzach, llegaron al monasterio de Mariannhill en Würzburg». 3 - TESTIMONIO [del P. Willehad Krause, CMM, Rector del Seminario de Mariannhill en Würzburg]: «El 29 de Marzo recibí de una manera muy sigilosa una pequeña caja de madera. Dentro estaban las cenizas de nuestro P. Engelmar en una pequeña bolsa de lino. Una nota decía que aquellas eran sus genuinas cenizas -“Veri cineres beati in Domino defuncti P. Unzeitig”-. El 30 de Marzo, Viernes Santo, pusimos la pequeña caja a nuestro panteón, mientras las bombas (de los bombardeos aliados) seguían explotando en el cementerio…» «En Junio de 1947 obtuve el permiso de las autoridades del cementerio para abrir el panteón y poner las cenizas en una urna de metal, que habíamos conseguido entretanto. La pequeña bolsa de lino se había descompuesto. En el fondo de la caja hallamos dos cartas en un sobre. Estaban tan pegadas la una a la otra, debido a la humedad, que no las pudimos recuperar…» 12.- EPÍLOGO: LA ÚLTIMAS SEMANAS DE DACHAU: A finales de Marzo de 1945, ante la evidencia de que Alemania iba a perder la guerra, cierto número de clérigos fueron liberados, de acuerdo con una lista confeccionada unas semanas antes por el Dr. Félix Kersten, amigo y médico personal de Heinrich Himmler, Jefe Supremo de las SS. En dicha lista figuraba el P. Engelmar Unzeitig, que llevaba más de 20 días muerto. El 26 de Abril de 1945, unos 7.000 prisioneros de Dachau fueron obligados a emprender la marcha hacia algún lugar sin determinar. El resto de los prisioneros, entre 20.000 y 24.000, permanecieron en el Campo. Para estos, la liberación llegó el 29 de Abril. En la Misa del día de la liberación del Campo (29-Abril1945), el P. Joseph Plojhar dijo: «Os anuncio una gran alegría. Las SS han abandonado el campo; una bandera blanca ondea en la torre principal del campo. ¡Mantened la disciplina! Se impone la precaución, porque un pequeño destacamento de las SS está todavía en las torres de control con las metralletas». 4 Uno de los primeros aliados que entró en el campo dijo: «Todavía Dios es bueno. Aunque muchos horrores han ocurrido aquí, Dios nos otorga este día y esta hora de liberación. Por ello, oremos». Y como un susurro gigantesco, la boca de todos los prisioneros del Campo confesó al unísono: «Todavía Dios es bueno». 13.- ORACIÓN: «Querido P. Engelmar, “Ángel de Dachau” y “Mártir de la Caridad”, tú que supiste vivir y morir con el corazón en la mano. Ruega por nosotros». FIN P. Juan José Cepedano Flórez CMM. Misionero de Mariannhill. © Imágenes del P. Engelmar: Archivos CMM; dibujos del P. Engelmar: P. Juan José Cepedano Flórez CMM; vida cotidiana en el Campo de Concentración: Archivos KZ Dachau y otros Campos; arte de los Campos de Concentración y resto de imágenes: Internet, en general. 5