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MUDRÁ 10
A mitad de su número de magia
el Mago se da cuenta
que la ilusión es él
y el truco un pensamiento que cambia de lugar
como un sol de luz negra
“¿Dónde está el pensador?”
grita
y el encanto se desvanece
la cuchilla lo parte en dos mitades
junto con la manzana
pero las reglas del juego lo devuelven intacto
con los ojos sin brillo
ante el dichoso público que aplaude
al oficiante que lentamente se despabila
y no sabe si piensa
o si recuerda.
LA MUDA CLA-CLÁ Y SU HIJA
TENÍAN LOS OJOS INCREÍBLEMENTE AZULES
¿QUÉ SE HIZO esa criatura maravillosa
que era la hija de la muda Cla- Clá?
¿qué fue de ella misma la muda
sus ojos profundamente azules y su pobreza alegre
a la cama de qué patán esa criatura le habrá caído del cielo
/equivocados dones de los dioses/
¿durará todavía su tránsito en la tierra?
/esos seres angélicos no suelen vivir mucho/
Probablemente no
La mudita Cla- Clá es posible que en cambio sobreviva
que su ajada belleza haya sobrepasado la imsomnía del mito
le haya ganado el don terrestre de una muerte oscura
en un miserable y/o tranquilo lugar
démosle al acaecimiento de su muerte el beneficio de la duda
que le negamos a su vida
digamos que para morir
extrañamente se le destrabó la lengua
y que los que estaban cerca pudieron por primera vez oír
el nombre maravilloso de su hija dicho por ella
¿En qué lugar esplenderán aún los vivos ojos azules
Y los desmelenados crespos rubios
De la hermosísima hija de la muda Cla- Clá
EL TÍTERE Y YO
El títere y yo éramos terriblemente iguales
pero con territorios diferentes
hermoso el mío
lleno de árboles y salvajes perfumes
pero permanecer en él era una continua guerra
/a los vecinos les cuesta aprender el respeto/
el del títere en cambio nadie lo disputaba
pues siempre estaba abierto
/al títere no le gustan los problemas/
y era un lugar limpio aséptico
con aire-amor acondicionado
y flores de plástico.
Iba a visitar al títere
con todo mi territorio a cuestas
huésped ocasional al comienzo
hasta que un día entendí que el territorio
del títere y el mío
se habían confundido
apenas si un pequeño territorio de nadie
quedaba
solitario y huraño
donde de tarde en tarde
voy todavía a llenar mis pulmones de aire natural
y lloro
y río
y grito
a escondidas de los huéspedes del títere
que se han multiplicado
y exigen cada vez más
de un anfitrión cuya gracia
se aja
y decae
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