El sueño humano Alicia García Bergua Cuando la electroencefalografía era apenas una novedad a mediados de los años treinta, Alfred Loomis, un fisiólogo de la Universidad de Princeton, le hizo un electroencefalograma a una persona dormida y descubrió, entre otras cosas, que mientras dormimos nuestro cerebro permanece activo; que la actividad cerebral cuando se duerme no es igual a la de la vigilia y que no es uniforme sino que varía según qué tan profundo es el sueño. Alrededor de 1953, el estudiante de doctorado Eugene Aserensky , en un laboratorio de la Universidad de Chicago a cargo del neurofisiólogo Nathaniel Kleitman, propuso estudiar los movimientos oculares rápidos que aparecen en las etapas profundas del sueño, conocidas ahora como REM, por las siglas en inglés de Rapid Eye Movements, gracias al ayudante de Kleitman, William Dement.Con los electroencefalogramas se capta la forma de las corrientes eléctricas cerebrales; gracias a ello se pudieron diferenciar las distintas formas de actividad cerebral que comprende el sueño. El sueño tiene un ciclo recurrente de entre 90 y 110 minutos y se divide en dos tipos: el sueño REM y el que no lo es. Durante este ciclo se pasa por cuatro etapas: La primera es de sueño ligero; los músculos se relajan, pero uno puede ser fácilmente despertado. La segunda es la que se considera ya de verdadero sueño y dura alrededor de 20 minutos. En ella el latido del corazón y la respiración se hacen más lentos. La mayor parte del tiempo se duerme de esta manera. En la tercera y la cuarta etapas, el cerebro produce una actividad que es reproducida por el electroencefalograma como ondas delta de gran amplitud y baja frecuencia. El latido del corazón y el ritmo de la respiración están en sus niveles más bajos. La cuarta etapa se caracteriza también por la respiración rítmica y por la actividad muscular totalmente limitada. Si alguien es despertado en ese momento no lo logra totalmente y se siente grogui y desorientado por varios minutos. Esta es la etapa donde aparecen los terrores nocturnos y el sonambulismo en algunos niños. El sueño REM o de movimiento ocular rápido suele empezar al final del ciclo, 70 o 90 minutos después de que nos hemos dormido. Aunque no estamos conscientes como en la vigilia, el cerebro está muy activo. En esta etapa los sueños son vívidos; los ojos se mueven rápido como el nombre lo indica; y se elevan el ritmo de la respiración y la presión sanguínea. Una vez que han pasado todas estas etapas, el ciclo vuelve a empezar nuevamente. Las últimas investigaciones sobre el sueño apuntan al hecho de que éste no es un proceso unitario y que en él, los sueños tienen un papel esencial para el proceso cognitivo, particularmente durante la etapa REM en la que los sueños son más vívidos. Se sospecha que el hecho de que pasemos gran parte de nuestra vida durmiendo tiene una poderosa razón evolutiva y que lo que consideramos un descanso, en el cual gastamos también paradójicamente una cantidad de energía, es un tiempo en el que en el cerebro y en el organismo se llevan a cabo actividades sumamente necesarias para nuestra vida consciente. Todas las investigaciones que se han llevado a cabo sobre privación de sueño hacen evidente que dormir es indispensable para mantener la memoria, la capacidad de planear y el sentido del tiempo. Las investigaciones también muestran que la capacidad de reaccionar a situaciones que cambian rápidamente se altera con la falta de sueño. Los centros cerebrales decisivos para la regulación del sueño se hallan en el tronco del encéfalo; los ritmos orgánicos se controlan desde el cerebro intermedio y desde el hipotálamo. Bibliografía Dieter E. Zimmer, Dormir y soñar, Biblioteca Científica Salvat, 1985. BBC News, Science& Nature, Human Body & Mind, junio de 2005.