o c municaciones SEGUNDA PARTE Historia de la telegrafía A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX científicos e i nve n t o r e s n o dejan de trabajar e investigar para mejorar el telégrafo óptico partiendo de la aplicación de una energía que cambiará el devenir de la Humanidad, la electricidad. Por Sara Cabanas El telégrafo óptico que Chappe desarrolló fue aprovechado al máximo sobre todo para usos militares, aunque cuantas más prestaciones se exigían más se era consciente de sus limitaciones, especialmente cuando las condiciones climatológicas no eran las ideales. Eran esos propios límites los que estaban estimulando la creatividad de los inventores, dispuestos a mejorar el revolucionario sistema de comunicación a distancia. Y es aquí donde entra en juego otro aspecto de la técnica que sería vital en el devenir de la Humanidad: la energía eléctrica. Ginebra, 1774. Allí reside Geor- MEMORIAS Página original del libro Notice de la Vie et des Écrits de Georges-Louis Le Sage de Genève, Reseña de la vida y de los escritos de GeorgesLouis Le Sage de Ginebra. ges-Louis Le Sage, suizo de nacimiento (13 de junio de 1724) pero hijo de franceses, circunstancia que a la postre sería para él una limitación ya que le impidió alcanzar uno de sus deseos, ser profesor de matemáticas. Fue él quien desarrolló la teoría de la gravitación junto a Nicolas Fatio de Duillier y se le conoce en ámbitos científicos como Georges-Louis II, para distinguirlo de su padre, matemático 16 | junio 2010 · Radio-Noticias · comunicaciones Comunicaciones.indd 1 27/05/10 16:55 PIONEROS Dos de los precursores de la telegrafía. A la izquierda, Georges Louis Le Sage; a la derecha, Johann Thomas Sömerring. y filósofo, que tenía el mismo nombre de pila. Sus estudios en el campo de la gravedad ocultan otra de sus facetas, la de haber sido el primero en desarrollar un telégrafo eléctrico. El sistema desarrollado por Le Sage consistía en un alfabeto de veinticuatro caracteres. Cada letra estaba unida a un hilo conductor que transmitía una descarga eléctrica que, al final de la línea, ponía en movimiento una bola de saúco. Este método abre enseguida los ojos de los más vivos que ven él un instrumento más eficaz que el del telégrafo óptico. Curiosamente, Chappe mantenía una gran influencia en la Administración francesa, hasta el punto de fomentar el proteccionismo que llevaba a las autoridades galas a alentar la exclusividad del sistema óptico. Españoles El médico catalán Francesc Salvà i Campillo era un apasionado de la medicina, pero también de un campo que prometía grandes descubrimientos, el de la electricidad. En 1795 mostraba su seguridad respecto a la importancia del telégrafo en una intervención en la Academia de Medicina de Barcelona, en donde dejaba entrever la posibilidad de utilizar la electricidad en la telegrafía. Salvà vivía en el carrer Petritxol, la calle del chocolate con churros de la Ciudad Condal, muy próxima a las Ramblas, la primera calle enteramente peatonal de la capital catalana y muy unida a la cultura, no en vano en ella también vivió el dramaturgo Ángel Guimerá y durante muchos años estuvo el estudio de ensayo de Montserrat Caballé. Allí, Salvà, había estado realizando diversos experimentos sobre telegrafía, hasta que en 1796 fue llamado a la Corte de Madrid para hacer una demostración ante Carlos IV, monarca que también se había interesado por los estudios de Josep Fornell, aunque éste se basaba en un telégrafo a base de faroles. El médico-científico barcelonés propuso establecer una línea experimental entre Alicante y Palma de Mallorca con la inten- ción de unir telegráficamente las Baleares con la Península, pero su proyecto no llegó a llevarse cabo. Aunque su idea no se plasmó, Salvà continuó trabajando en su telégrafo y en otros asuntos, como la navegación aerostática, tomando parte en el primer despegue de La década dorada E ntre 1850 y 1860, en solo una década, todos los países europeos organizaron una red de telegrafía eléctrica que cubría los principales puntos de sus respectivos territorios. En España, por ejemplo, se instaló el sistema inventado por Wheatstone, comenzando a implementarse la red telegráfica con el tramo entre la capital e Irún, con desviaciones hacia otras ciudades del País Vasco, que no quedaría terminada hasta 1855, entre otras causas por la inexistencia de redes de ferrocarril. Hay que tener en cuenta que en la mayoría de los países el telégrafo aprovechaba las vías abiertas para los trenes. Más adelante se cambiaría el sistema por el utilizado en estados Unidos, derivado de las investigaciones de Samuel Morse, y éste sería el empleado en el resto de las líneas que sucesivamente se fueron abriendo hasta unir a nuestro país con nuestros dos vecinos, Portugal (1857) y Francia (1856). En los años sesenta la práctica totalidad del territorio nacional estaba cubierta por línea telegráfica, únicamente el archipiélago canario y Melilla carecían del servicio. El proceso se completaba en 1863, año en que, como nota curiosa, se recoge el establecimiento del telégrafo entre la ciudad de Vigo y el lazareto de San Simón, una isla de la ría viguesa que tuvo diversas utilizaciones a lo largo de la historia. Muestra del desarrollo de este medio de comunicación en España son las siguientes cifras: en 1855 había solamente 14 oficinas de telégrafo y 713 kilómetros de línea; en 1900, 1.491 oficinas y 32.500 kilómetros de cableado. En Europa se pasó de 3.500 kilómetros de tendido en 1850 a 24.000 en 1854, 65.000 en 1859, 130.000 en 1864 y 7 millones en 1913. Algo similar pasó con el tráfico de mensajes: en 1852 los seis países europeos más desarrollados en esta técnica (Francia, Alemania, Austria, Bélgica, Gran Bretaña y Suiza) transmitían 250.000 mensajes; en 1869 solamente Francia ya superaba la cifra de 6 millones. En un principio no había enlaces directos entre los países, lo que suponía que en ciertas fronteras los operadores de cada estado se intercambiasen los mensajes dirigidos a sus respectivos países para después reencaminar cada uno los suyos, hasta que se crea la Unión Telegráfica Austro-alemana y en 1865 veinte estados suscriben la Unión Internacional Telegráfica (UIT). Se establece una tarifa unificada y se decide que los telegramas oficiales y administrativos tendrán siempre preferencia sobre los privados. comunicaciones · Radio-Noticias · junio 2010 | 17 Comunicaciones.indd 2 27/05/10 16:55 Uso comercial y fax Foto Geni. El primer telégrafo para uso comercial fue inventado por William Fothergill Cooke y Charles Wheatstone y fue utilizado por el Gran Ferrocarril del Oeste de Gran Bretaña. Cubría una distancia de veintiún kilómetros, entre las estaciones de Paddington y West Drayton, entrando en funcionamiento el 9 de julio de 1839. Anteriormente, la pareja de físicos habían realizado pruebas experimentales entre Euston y Camden Town (Londres). Mientras nacía el telégrafo, otros inventores pretendían ir algo más allá, este es el caso de Alexander Bain, quien en 1843 presentó un aparato al que se considera como el precedente del fax. Con él transmitía imágenes por medio de cables eléctricos. El testigo lo tomó Giovanni Caselli, un abad italiano que en 1855 desarrolló el pantelégrafo, un dispositivo para enviar imágenes a distancia y que entró en servicio entre París y Lyon. DE LOS MÁS ANTIGUOS Uno de los primeros telégrafos eléctricos de la historia. Éste fue desarrollado por Wheatstone y Cook. globos de España, acontecimiento que tuvo lugar en Barcelona en 1784. Muestra de su carácter de gran científico son otras dos de sus iniciativas, la de conseguir oxígeno a partir de la descomposición del agua y la de ser uno de los físicos que propuso el establecimiento del metro como unidad patrón de medida de longitud. Si bien su nombre no es muy conocido ni suele aparecer en la documentación de los precursores de las telecomunicaciones, el doctor Salvà fue elogiado por el mismísimo Marconi y nadie pone en duda que fue uno de los pioneros de la telegrafía eléctrica y de la meteorología, no en vano suya es la serie meteorológica más antigua de nuestro país. Nuevo siglo A comienzos del siglo XIX todo iba a cambiar. Curiosamente sería otro médico el que incidiera en las posibilidades del telégrafo eléctrico, en este caso el prusiano Johann Thomas Sömerring, que en 1809 desarrolló su propio aparato basándose en el prototipo de Francesc Salvà. Un par de años después, gracias a su trabajo, se instalaba la primera línea telegráfica en Baviera. Su dispositivo incluía 35 cables, cada uno de ellos ligado a una letra o a un número. Los cables estaban dentro de un tubo de vidrio separados por un ácido. Al aplicar la corriente eléctrica a cada cable se producía una electrólisis, liberándose unas burbujas junto a la letra o número que dicho cable tenía asociados. El operador del receptor observaba las burbujas y escribía en un papel el mensaje recibido. Este primitivo telégrafo tenía como punto negativo que los mensajes se transmitían a una velocidad muy lenta. La iniciativa de Sömerring tuvo su continuidad en Alemania. El astrónomo y físico alemán Carl Friedrich Gauss desarrolló un nuevo sistema, y con la ayuda de Wilhelm Weber instaló una línea, la primera de su país, con una longitud de un kilómetro con el que unieron la universidad y el observatorio astronómico de la ciudad de Göttingen. Era el 6 de mayo de 1833 cuando Gauss telegrafió una nota que llevaba manuscrita. El texto decía: «saber antes que opinar». Por su parte Weber emitió un simpático aviso: «Michelmann está en camino». Era un mensaje para que supieran que Michelmann, un empleado del observatorio astronómico, se dirigía a este edificio, y así quedase constancia de que antes llegaría el mensaje que el empleado. Resto de Europa En las islas británicas, Francis Ronalds, un huérfano de padre apasionado por la física, realiza una primera experiencia de transmisión en 1816. Para ello se vale de una serie de cables encerrados en un tubo de vidrio que tenían su punto de origen en el jardín de su casa. Así logró enviar una señal eléctrica de alto voltaje que llegó a trece kilómetros de distancia. A ambos lados de la línea, sendos relojes con números y letras servían para establecer el mensaje. Oficialmente viene a reconocerse como el primer telégrafo electro- magnético del mundo el puesto en marcha por Pavel Schilling. Nacido en 1780 en Reval (la actual Tallin, capital de Estonia), era diplomático al servicio de Rusia en Alemania. Su método fue calificado en la época de «revolucionario» por el avance técnico que suponía ya que utilizaba un sistema de agujas y un código propio para crear los distintos caracteres (foto inferior). La Marina británica mostró su desinterés por este invento, que años más tarde sería patentado por Wheatstone y Cook. La primera línea telegráfica que instauró estaba tendida en su propio apartamento en San Petersburgo. Era el año 1832 (por lo tanto, un año antes que la primera línea germana de Gauss y Weber). La señal transmitida viajó de una habitación a otra. La distancia no era nada espectacular, pero sí lo era que por primera vez se había utilizado un código binario. Ocho más tarde es Samuel Morse el que perfecciona el método con la evolución de un alfabeto basado en la amplitud de las señales, con lo que el invento adquiría un potencial hasta entonces no imaginado. En 1835 Schilling instaló una línea subterránea en el Almiran- 18 | junio 2010 · Radio-Noticias · comunicaciones Comunicaciones.indd 3 27/05/10 16:55 tazgo de Rusia. Su sistema recibió la aprobación de las autoridades. Rusia tenía ya su propio telégrafo. Durante aquellos primeros años del siglo XIX las invenciones en este campo se suceden a un ritmo constante. Hans Christian Oersted descubrió en 1820 que una corriente eléctrica origina un campo magnético capaz de producir la desviación de una brújula. Johann Schweigger, ese mismo año, inventó el galvanómetro, con una bobina de alambre alrededor de una brújula, que podría utilizarse como un indicador sensible de una corriente eléctrica. Un año después, André-Marie Ampère desveló que la telegrafía se podría hacer mediante un sistema de galvanómetros, con un cable por galvanómetro para indicar cada letra, y aseguró que ya había experimentado con éxito este sistema, aunque en 1824 Peter Barlow le contradijo afirmando que dicho sistema sólo funcionaba a una distancia de sesenta y un metros, por lo que no era viable. En 1825 William Sturgeon inventó el electroimán, con bobinado único de alambre sin aislamiento y en un trozo de hierro barnizado, lo que aumentó la fuerza magnética producida por la corriente eléctrica. Joseph Henry lo mejoró en 1828 mediante la colocación de varias bobinas de cable aislado, creando un electroimán mucho más potente. Y así sucesivamente. La red Actualmente se valoran y se reconocen los beneficios que en todos los aspectos ha traído Internet en la última década, pero no se exagera cuando se afirma que a mediados y finales del siglo XIX el telégrafo fue la Internet de la época: permitió el enlace entre todos los continentes del mundo y entre mar y tierra, podían unirse los centros neurálgicos de la economía mundial, recibirse noticias desde cualquier rincón, mantener el enlace con los navíos comerciales y de pasajeros y, en definitiva, alterar increíblemente la estructura comercial de todo el planeta. Prensa y Revolución Industrial E n sus comienzos, el telégrafo eléctrico estaba limitado a usos de Estado. Por ello hubo personajes como Louis Breguet que reclamaron la utilización de este invento para fines privados. Breguet propuso en 1849 la apertura de oficinas de telégrafo para «la transmisión rápida de cartas», lo cual sería autorizado ese mismo año en Francia, pero con la reserva de que el Estado podría suspender el servicio al público en general «en las circunstancias que le parecieran peligrosas para el orden y la seguridad públicas. El uso de los telégrafos eléctricos —continuaba la exposición de motivos de la autorización— no ofrecerá mayor peligro que el del ferrocarril y el de los instrumentos de progreso en general». La prensa también se beneficiaba del nuevo sistema, y lo hacía hasta tal punto que los periódicos de provincias ya no estaban en desventaja con respecto a los de las capitales puesto que recibían las noticias el mismo día que se producían y por lo tanto podían entrar en imprenta como los capitalinos. Once años después de la ex- periencia realizada en Alemania por Gauss y Weber ya existía una línea telegráfica entre París y Rouen. Sin embargo, en plena revolución industrial, el telégrafo no acababa de encajar como instrumento verdaderamente útil. Una revista de la época, Revue des deux mondes (Revista de los dos mundos, la más antigua de Francia, fundada en 1829 y que todavía hoy sigue editándose), publicaba en 1865 un artículo en el que se decía que «la telegrafía no ha entrado todavía en nuestros hábitos, es una especie de correspondencia de lujo. A pesar de los muy serios servicios que presta todos los días al público, éste no se ha familiarizado todavía con ella, y aun no ha llegado el momento en el que el mensaje será tan frecuente como la carta. Mientras que en Correos manipulan diariamente en París 776.975 objetos (283.595.921 en 1865), la oficina central de telégrafos no maneja más que 10.089 mensajes. Muchas personas dudan a la hora de enviar un telegrama por temor a causar una primera emoción penosa en el destinatario. (...) Son los hombres de negocios, los banqueros, los agentes de cambio, quienes usan con mayor interés este medio rápido. En una estadística muy bien hecha, M. Édouard Pelicier ha probado que en 1858, de 15.409 mensajes intercambiados entre París y las treinta primeras ciudades de Francia se dividían así: intereses de familia, 3.012; periódicos, 523; comercio e industria, 6.132; negocios de bolsa, 5.253; negocios diversos, 399». La vuelta al mundo Otra apuesta fundamental fue la de tender cables submarinos para transmitir telegráficamente. El primer precedente fue entre Dover y Calais en 1850. Tras varios fracasos debido a la corrosión que sufrían los cables, finalmente el Reino Unido quedaba enlazado con el continente. En 1865 el mayor barco del mundo, Great Eastern (en la fotografía), reconvertido en barco para cables submarinos, llevó la línea desde Londres a Nueva York. En 1872 era ya posible enviar un telegrama desde Europa a Japón. Julio Verne enseguida supo cómo utilizar la nueva situación de las comunicaciones mundiales, reflejándola en las aventuras de Phileas Flogg en La Vuelta al mundo en ochenta días, obra publicada precisamente en 1872. Muy poco antes (1870) vino el enlace entre Argelia, Cerdeña, Córcega y Francia, mientras que en nuestro país la llegada del telégrafo a Canarias se demoró hasta la década de los ochenta con los enlaces tendidos desde Cádiz y Ceuta. A Melilla llegaría en 1891 vía las Chafarinas desde Almería. Mucho antes, en 1871 ya había telegrafía en Baleares, siendo Ibiza la primera beneficiada; un año después Bilbao quedaba enlazada con Inglaterra; en 1873, llegó la línea por mar a Vigo y desde allí siguió hasta Lisboa, y diez años después se comenzó a trabajar en la conexión entre Barcelona y Marsella. comunicaciones · Radio-Noticias · junio 2010 | 19 Comunicaciones.indd 4 27/05/10 16:55