1 Del telégrafo al teléfono móvil inteligente Alfonso Gómez Echeverri* Una vez dado el tránsito de la era analógica a la digital, el mundo de las telecomunicaciones amplió su horizonte a límites insospechados que todavía nos sorprenden. El advenimiento del inefable teléfono móvil “inteligente”; nos proporcionó el don de la ubicuidad relegando las distancias al pasado. El universo de la información empieza a girar a nuestro alrededor, y solo basta digitar el pequeño artefacto asido a la palma de nuestras manos, para realizar llamadas, navegar por “Internet”, enviar mensajes de texto, integrarnos a las redes sociales, ubicar personas, sitios etc., y en general disfrutar del amplio mundo de la multimedia. Para las juventudes de hoy, este suceso es un hecho simple servido en bandeja de plata por las viejas generaciones y que no amerita mayor sorpresa, pero para quienes hemos trasegado por el mundo de las telecomunicaciones desde tiempo atrás, el cambio se percibe como trascendental en cuanto que a través de un proceso tecnológico gradual, se fue abandonando el modelo analógico para entrar al concepto digital y abrir un horizonte que no terminamos de explorar. 2 El primer “esbozo digital” y como un hecho premonitorio, se dio con la invención del telégrafo, cuando Samuel Finley Breese Morse, el primero de enero de 1845 y a través de un código de puntos y rayas, envía las primeras palabras, “ ¡ What hath God wrought ! ” (Haciendo alusión a la cita bíblica: Números 23.23) utilizando una línea telegráfica servida entre Washington y Baltimore. Las primeras negociaciones para la implantación del servicio telegráfico en nuestro país se hicieron durante el gobierno del general Tomás Cipriano de Mosquera en el año de 1847. (Gaceta de la Nueva Granada No. 853 de 1847). Ello demuestra que los aconteceres mundiales estaban al día en la gestión administrativa de Mosquera; su anhelo por implantar el servicio telegráfico, con apenas dos años de haberse inaugurado mundialmente este servicio, da cuenta fehaciente de su espíritu progresista. El general se percató de cómo la red de ferrocarriles en Inglaterra, cubierta por enlaces de líneas telegráficas, permitía una comunicación oportuna que garantizaba un servicio de transporte puntual, expedito y seguro El primero de noviembre de 1865, durante la presidencia de Manuel Murillo Toro, y mediante contratación con la firma “Davidson, Stiles y Woosley”, se dio curso al primer mensaje telegráfico entre la población de Tres Esquinas (Mosquera) y Bogotá. He aquí los contenidos de la transmisión: “Telégrafo eléctrico colombiano. Tres esquinas primero de noviembre de 1865, a las cinco de la tarde. Al ciudadano presidente de los Estados Unidos de Colombia. El telégrafo eléctrico ha subido a los Andes colombianos y envía su primer saludo al digno presidente de esta república, señor Manuel Murillo Toro, que tanto empeño ha mostrado con dotar a su país con este progreso. Pueda la paz cubrir con sus alas 3 bienhechoras toda la extensión de este hermoso país y darnos el aliento necesario para prolongar este alambre telegráfico antes de dos años, desde la altiplanicie de Funza hasta las riberas del Atlántico. Guillermo Lee Stiles, Administrador”. “El presidente de Colombia al señor Stiles, constructor del telégrafo colombiano. Gracias muy sinceras, señor Stiles, compañero del inmortal Morse. El nombre de Ud. será grabado con buril eterno en los anales de nuestra patria, como importador de uno de los principales inventos del presente siglo. Reciba Ud. mis congratulaciones por el feliz éxito con que van coronándose sus esfuerzos y los del gobierno. Paz a los hombres de buena voluntad y gloria para los obreros de la civilización cristiana. Manuel Murillo Toro” El primero de enero de 1871 el “Ferrocarril Bolívar” construido desde Barranquilla, hasta la aldea de Sabanilla, irrumpe como un hecho de la mayor trascendencia nacional, hasta el punto de ser catalogado por los medios de entonces como “una de las épocas más notables en la historia del progreso y del engrandecimiento”. El trayecto férreo iba acompañado a lo largo de su recorrido por una línea telegráfica, desde la Estación Montoya hasta la estación de Puerto Salgar, como era costumbre en ese entonces en los ferrocarriles del mundo y cuyo propósito era controlar los despachos de trenes con seguridad y puntualidad. Nueve años después de la inauguración y puesta en servicio del telégrafo nacional, éste se había extendido a 48 poblaciones. Los 98.378 despachos telegráfico transmitidos en 1874, nos muestra la magnitud de la demanda de este servicio en nuestro país y su acelerado desarrollo. Para junio de 1882, ya la red telegráfica cubría 10.000 kilómetros de línea y servía a 263 localidades. Finalizando el siglo XIX el telégrafo enlazaba casi todas las poblaciones de la República, y por medio de cable 4 submarino, Colombia hacía su apertura al exterior comunicándose con el resto de América y Europa. El historiador Gonzalo España le adjudica al telégrafo un protagonismo decisivo en el triunfo del presidente Núñez contra los revolucionarios, al afirmar: “Mientras las huestes de la revolución obraban en todas partes por separado, sin coordinar movimientos entre sí, Núñez contaba con una base de operaciones centralizada en Bogotá, y con la ayuda del telégrafo. Una y otra vez los rebeldes derribaban los postes de las líneas telegráficas, pero los empleados del gobierno volvían a repararlas. A través de este medio y por un sistema eficiente de postas, Bogotá coordinó momento a momento las campañas de Boyacá y el Tolima y gozó de una visión militar de conjunto, mientras que los revolucionarios actuaban a ciegas y recibían las noticias trasnochadas, cuando los sucesos determinantes ya habían ocurrido y restaba muy poco por hacer al respecto”. (“La Guerra civil de 1855; Núñez y la derrota del radicalismo.” España Gonzalo. EL Ancora Editores. Bogotá 1985, p. 136). En un cruento episodio relacionado con la revolución de 1879 y ocurrido en el municipio de Salamina, C. el 22 de marzo del mismo año, se confrontaron en la plaza principal de dicha localidad, las fuerzas del general Cosme Marulanda y Valentín Deaza. Cuando el general Deaza intimaba rendición, el “tip…tiip…” del alfabeto Morse apenas se hacía perceptible con el tronar de la fusilería, mientras el telegrafista Pedro María Ospina, desde la “Oficina de Correos y Telégrafos”, transmitía en “vivo y en directo” a las autoridades de Medellin y prefectura de Manizales, los acontecimientos que se venían suscitando. El telegrafista receptor en Manizales era Alejandro Restrepo, y de paso, fue quien llevó a Manizales la primera imprenta en diciembre de 1873 y al año siguiente funda el primer periódico con el nombre de “El Ruiz”, lo cual evidencia la 5 importancia y el perfil humano de quienes desempeñaban para la época el cargo de telegrafista. Ya en 1874, el telégrafo había servido como medio para conocer en tiempo record los acontecimientos del terremoto de Cúcuta, ocurrido en mayo de ese mismo año. El servicio telegráfico no fue ajeno a la acción vandálica y así lo refiere el historiador Carlos Arturo Díaz: “Pero como todo progreso, éste tuvo que luchar contra la ignorancia y el prejuicio de las gentes. Creyendo hacer oposición al Gobierno unos titulados jefes políticos de la Sabana y algunos párrocos comenzaron a hacer circular entre los campesinos que el telégrafo era obra del diablo, que en él tenía parte la masonería y que por lo consiguiente debían destruirlo. Así sucedió: la línea fue destruida en jurisdicción de Fontibón, por lo cual el Dr. Aníbal Galindo se dirigió en enérgica nota al alcalde, don Rafael Eliseo Santander, pidiéndole que solicitara al cura párroco de aquel municipio que “explicara a sus feligreses y en sus pláticas a las gentes ignorantes que el telégrafo es un agente natural, que en él no se usa la hechicería o arte diabólico ninguno, como la gente sencilla y fanática se imagina y se está haciendo creer”. El 21 de febrero de 1866, Rafael Olaya Ricaurte, gobernador de Bogotá, le ordena al alcalde de Fontibón procure coger a los destructores de la línea, que por segunda vez había sido sustraída y despedazada en un trayecto de más de diez cuadras y le ordena establecer un servicio de vigilancia”. (“Páginas de Historia Colombiana”. Díaz Carlos Arturo. Bucaramanga, Imprenta Departamental. Bucaramanga 1967, p. 402). Se tienen referencias sobre la manera insólita como algunos campesinos, sin tener idea cabal sobre la importancia de este servicio, hacían uso de los alambres para fabricar cercas y los postes para partir estacas; los aisladores servían como vasos para ingerir licor en las fondas camineras. 6 En las guerras civiles del siglo XIX el telégrafo fue sistemáticamente destruido por los “rebeldes”, cuando el gobierno trataba de utilizarlo para coordinar sus acciones estratégicas de defensa nacional. En el ocaso del siglo, mas de 1.100 kilómetros de cable, oficinas telegráficas aparatos y registros telegráficos resultaron destruidos y al finalizar la guerra de los Mil Días, la red telegráfica presentaba tal estado de deterioro, que fue necesario reconstruirla casi en su totalidad. Hechos curiosos sobre la utilización del servicio telegráfico nos refieren tanto el comportamiento del ciudadano común como de los operarios telegráficos y autoridades. Con el fin de ahorrar texto, algunos usuarios, agrupaban en una sola palabra su emotivo mensaje sentimental con el celebérrimo “abracaribes” (abrazos, caricias y besos), similar a la simplificación que actualmente se hace con el “chateo” por internet. Se presentaba el caso de algunos telegrafistas poco diestros que alteraban el contenido del texto y tratándose de mensajes de estado, causaban más de un dolor de cabeza a las autoridades, como por ejemplo cuando el alcalde de Moniquirá, Boyacá recibe el siguiente telegrama: "Alcalde Moniquirá. Si es hombre valor confianza pegue tiro gobernador. Fdo. Ministro Guerra.". El mensaje correcto una vez hecho el reclamo por el burgomaestre en cuestión era: "Alcalde Moniquirá. Si es conforme valor fianza pague giro. Servidor. Fdo. Mamerto Guerra." Un mensaje muy singular es enviado por un miembro del Concejo Municipal de la provincia de Gómez Méndez, en Antioquia al general Rafael Reyes: "El general Reyes debe mandar mientras viva. Y en caso de muerte, sus huesos deben ser embalsamados y conservados en Palacio para terror y espanto de sus enemigos y contrarios". 7 Con el advenimiento del servicio inalámbrico llamado radiotelegrafía, se entra en una nueva etapa de las telecomunicaciones, el inventor y premio nobel de física Guillermo Marconi, patenta la radiotelegrafía en el año de 1897 y en 1913 la Compañía Marconi inicia el servicio de la “telegrafía sin hilos” en el interior de nuestro país en las ciudades de Bogotá, Medellín y Buenaventura, extendiéndose después a doce ciudades más. De allí en adelante los adelantos en las telecomunicaciones toman el ritmo acelerado que todos percibimos como un acontecer común de la era informática. Esa maraña de alambres sobre postes, viajando por las orillas de las vías férreas, carreteras, caminos, atravesando rios y remontando páramos, cubría los ámbitos más importantes de nuestro territorio, afincando nuestra nacionalidad. En 1943 durante la presidencia de Alfonso López Pumarejo, la administración del telégrafo se desliga de la empresa particular y más tarde el presidente Mariano Ospina Pérez, mediante decreto 1.233 de abril de 1950, crea la Empresa Nacional de Telecomunicaciones, TELECOM, que asumiría la prestación todos los servicios de telecomunicaciones. *alfonsogomez@etb.net.com Publicado en Papel Salmón, diario La Patria de Manizales: 23-I-2011. 8