El otro en la filosofia de Levinas Ma Carmen L6PEZ SAENZ UNED La preocupacion principal de la filosofia de Uvinas es el de la intersubjetividad. Este filosofo considera que esta tematica es inusual en la filosofla occidental, que ha privilegiado el conocimiento y ha reducido todo 10 demas a un simple producto de la espontaneiclad; asl niega 10 irracional por carecer de sentido e imposibilita la aparicion del otro (a no ser que este se entienda como 10 otro del sujeto). Por eso, la filosoffa tradicional es una filosofia del yo: La filosofla se produce como una forma, en la cual se manifiesta el re­ chazo del compromiso con el Otro, la espera es preferida a la accion. La indiferencia frente a los otros, la alergia universal de la primera infancia de los filosofos. EI itinerario de la filosofla sigue siendo el de Ulises, cuya aventura en el mundo s610 ha sido un retorno a su isla na­ tal -una com placencia en el Mismo, un desconocimiento del Otro. 1 Nosotros creemos que no toda la ontologfa cae en la identifica­ cion de 10 Otro y 10 Mismo; por citar un ejemplo, la filosoffa dia­ Iectica preserva las multiples dimensiones cle cacla problema, inc1uso aquellas que parecen contradictorias. Del mismo modo, la fenomeno­ logfa considera inseparables que noema y noesis son inseparables, que el yo y el munclo se co-constituyen. Levinas, sin embargo, afirma que inc1uso la intencionalidad acaba absorbienclo 10 Otro en el Mismo, 0 deducienclo 10 Otro del Mismo: ...el Mismo esta en relacion con el Otro, pero de tal manera que el Otro no determina en el al Mismo, sino que es siempre el Mismo el 1 Uvinas, E., Humanisme de ['autre homnre. Montpellier: Fata Morgana, 1975, p.40 (49). 266 Ma Carmen Lopez que determina a1 Otro (...) De suerte que la exterioridad del objeto re­ presentado aparece ante la reflexion como eI sentido que el sujeto que representa otorga a un objeto, reductible a una obra del pensamiento.2 Levinas esta obviando el verdadero significado de la intencionali­ dad husserliana, en la cual el objeto no es una mera representacion (Husserl elimina esta categona mediadora) 0 una construccion de la conciencia, sino un noema inseparable de una noesis y a la inversa Cuando cntica el caracter desencarnado de la intencionalidad husser­ liana, pareee olvidar los ultimos escritos de este filosofo y su refe­ rencia constante a la Lebenswelt y a la lebendige Subjektivitat. Levinas diee que la filosofta de Husserl es solipsista, ya que su sujeto dispone libremente de un mundo hecho por el en su monologo interior, ca­ rente de interlocutores. En nuestra opinion, Husser! valora la co­ municacion y el diaIogo, aunque es consciente de que estos no senan reales si no se elucidara su fundamentacion racional: la intersubjetivi­ dad y las caractedsticas del conocimiento del otro. Es verdad que Husserl se preocupa menos del alter ego real que de la experiencia que tiene de el el yo, pero esto no es solipsismo, sino aceptacion de nuestra finitud, de la imposibilidad de haeer epoje de nuestro propio yo. Tampoco Levinas alcanza al Otro tal y como es, sino que nos propone un paradigma formal de alteridad universal desprovisto de contenidos. Levinas decide abandonar el ser y adoptar la etica para pensar 10 humano. T oda su metaflsica se centra en la experiencia etica del ros­ tro 0 en la responsabilidad y entiende la alienacion como clausura en el sl mismo y olvido del otro: el Yo que se absolutiza y se proyecta entorno es precisamente e! fruto de la enajenacion y de la distorsion de la realidad comunitaria. Pero el abandono de la interioridad y la inmanencia, el olvido del yo, cllevar£ a una alteridad y a una trans­ cendencia verdaderas? No hay exterioridad sin interioridad y a la in­ versa; para encontrar al otro no tengo que perderme, porque si 10 ha­ go no sabre 10 que busco 0 10 que se halla ante a mi. l Uvinas, E., Tota/ite et Infini, La Haye: M. Nijhoff, 1961, p. 97 (143-4). EL ono EN LA FlLOSOFiA DE LEVINAS 267 Asi es como enciende el problema la fenomenologfa husserliana, la cual es, ante todo, una filosoffa del sentido y este siempre reclama una direccion hacia el otro; pero Levinas piensa que la idea husserlia~ na de que todo sentido comienza por el saber determina un acceso indirecto al otro y acaba integrandolo en el yo. Afierna incluso que' la alteridad del otro se diluye cuando se pretende conocer por ana­ logia y considera que 10 primero que hay que pensar en filosoffa es la relacion con el otro puesto que ella instaura el sentido, la racionali­ dad y, en definitiva, 10 humano. Llega a decir que no hay fenomenologfa del otro, ya que no po­ demos describirlo como si de un objeto se tratara. Husserl dida que hay fenomenologfa de la intersubjetividad y que el otro se presenta ante m1 como Korper que apresenta su Leib gracias a la Einfuhlung que existe entre los seres humanos. Recordemos que Husserl distin­ guia las rea1idades cuyos aspectos son todos presentificables de las realidades en las que ciertos lados no pueden darse originalmente3 y, por 10 tanto, exigen que se las afronte con una apresentacion que nunca podra llegar a ser una presentacion original; un ejemplo de es­ tas segundas realidades es la vida animica del otro. Esto significa que el otro no es para m1 un objeto sino otro yo, un alter ego. Si Levinas sito.a en primer plano la &ica -por encima incluso de la ontologia-, es porque ella explicita la moralidad intrinseca a la relacion interhumana que produce el sentido. De este modo, se ad­ hiere al resurgir del saber de 10 practico proclamado por las filosoffas contemporaneas. Para estas, el hecho de nuestro Mit·sein (ser con), entendido como comunicacion, es determinante. Levinas intenta mo­ ralizar el diaIogo para que ninguno de los posibles interlocutores se quede fuera, ni carezca de un espacio en el que defender sus tesis. No desconoce que detras de cada conversacion se esconden unos inte­ reses, pero opina que hay que participar en el diaIogo en condiciones de igualdad y tiene la esperanza de que todos los que buscan el con­ 3 Cf. Husserl, E., ZUT Phiinomenologie der Intersubjektivitiit. IlL Hua. XV, La Haya, M. Nijhoff, texto 7 (1930) pp. 101 y s.; ZPI I, texto 3 (1909), pp. 46 y $; ZPI n, texto 1 (1921), pp. 4 y s. 268 Mil. Carmen Lopez senso se apliquen las normas reguladoras de la comunicaci6n que han posibilitado los acuerdos. En esta tematizaci6n de la comunicaci6n se-esconden al menos dos experiencias fundamentales del hombre: la cuesti6n hermeneutica y la cuesti6n etica, entendida como relaci6n con los demas. Esta ultima es la situaci6n primera, aquella en la que la existencia se despierta como conciencia moral; desde estos presupuestos, el sen­ tido ya no sent cosa del yo, sino la tarea pendiente de la interrelaci6n con los otros. El yo permanecenl ligado al movimiento mismo que 10 refiere al otro; un movimiento que no arranca de su libre decisi6n, sino que es propio de un ser creado para la responsabilidad. Sentirse responsable es reconocer que el Yo ha perdido la iniciativa de la ex­ plicitaci6n del senti do del ser en beneficio del Otro que late en la huella dejada por el en el yo. Contra las concepciones habituales, Levinas se niega a entender al otro como otro yo 0 como alguien que es de otro modo. Para que sea otro, no puede ni siquiera compararse con el Mismo. Busca un de otro modo, un mas alia, pero, al mismo tiempo, rechaza la posi­ bilidad de explicar estas categorias a partir de entidades transcen­ dentes: el Otro no es Dios. Es cierto que Levinas formula este pro­ blema de manera ambigua, pero asegura que solo a partir de la rela­ ci6n con el Otro, Dios significa algo para el pensamiento, y no a la inversa4 , El Otro no admite ningu.n tipo de conceptualizacion, es una di­ mensi6n sin objeto. Es 10 otro que ser, la humanidad del hombre que hace que un ser sea mas que un ser, porque el hombre no se define por 10 que esta ya dado, sino por 10 inactual de una situacion en la que no hay reducci6n del otro al objeto, como postulan los empiris­ tas, ni a la Idea 0 al Ser, como quieren los idealistas. (Por que la alteridad tiene que ser absoluta? (Por que la humani­ dad no puede parangonarse con el ser? A nosotros nos parece que el ser no es unidimensional, que no esta constituido tan solo por 10 • Cf. Uvinas, E., De Dieu qui vient al'idee. Paris; Vrin, 1982, p. 230. EL ono EN LA FILOSOFfA DE llVINAS 269 factico, sino tambien por las potencias no realizadas, por 10 que es posible que sea. Ademas, si el sujeto no es ser, (c6mo contacta con el? Levinas responde que justamente en la relaci6n con el Otro, pero, (de que manera si este es ;ustamente otro que ser? Este fi16sofo piensa el ser de una manera no anal6gica. No busca una raz6n pdctica que de sentido a realidades que se escapan a las categorlas de la raz6n te6rica, ni una alteridad relativa 0 parcial, ya que ena serla, en realidad, una identidad aplazada, una diferencia fic­ ticia. Lo de otro modo que ser no es ni siquiera la negaci6n del ser, sino el sentido y la apertura de este. EI ser, entendido en sentido univoco, no dejaba lugar para la trascendencia, para 10 infinito. En su lugar, Levinas coloca al otro y sustituye asfla ontologfa por una heterologta: el Uno es el otro, 10 verdadero es el otro, no una alte­ ridad cualquiera, sino la alteridad de todo hombre. Gracias al otro, surge una relaci6n mas alIa del horizonte del ser, porque Lo otro que ser no es una nueva categorla ontol6gica, sino el hombre mismo. Como Buber, Levinas distingue la relaci6n interpersonal Yo-Ttl de la relaci6n del hombre con las cosas 0 relaci6n Yo-Ello. Sin embargo, para este pensador la relaci6n Yo-Ttl tiene un caracter asimetrico, desigual y no -como piensa Buber- redproco. La rela­ ci6n interpersonal no responde a la iniciativa del sujeto, sino que es previa a cualquier acto libre por parte del Mismo. En realidad, es el otro quien hace surgir al yo, a la conciencia, que siempre es moral. Por tanto, 10 humano se vive como obligaci6n y compromiso con el otro. Parece que 10 que Ie importa a Levinas sea la repercusi6n ili­ mitada de la exterioridad sobre el sl mismo, el cual deriva de la alteridad. (C6mo accederemos a esta realidad eminente si no es a traves de su presencia, ni del yo, ni del conocimiento? La autentica alteridad -nos dice Levinas- se descubre en el otro despojado 0 des­ nudo. Pero, (as1 no llegaremos a la indistinci6n del yo y del no-yo? Levinas subraya la oposici6n entre yo y otro; siguiendo a Hegel, hace del otro un no-yo. Afirma, como Sartre, que es imposible establecer una relaci6n con otro sujeto sin objetivarlo, es decir, que no puede darse interacci6n mutua en libertad a no ser que precedida de responsabilidad. este M4 Carmen LOpez 270 (Que forma y que contenidos adoptara ese otro ante el que me responsabi1izo? Que el otro en tanto que otro no sea una forma inteligible ligada a otras formas en el proceso de un desvelamiento intencional, sino su ros­ tro, la desnudez proletaria, la miseria: que el otro sea otro; que la salida de si sea el acercamiento al projimo; que la trascendencia sea su proxi­ midad, que la proximidad sea responsabilidad por el otro, sustitucion por el otr05 • El otro es Rostro que me concieme e instaura 1a significacion pri­ mera. La Hamada moral que supone esta experiencia direeta rompe la tranquilidad satisfecha del Yo-en-sL El otro de Levinas se presenta de esta manera, cara-a-cara, como experiencia original de la alteridad y de la donacion de sentido. El modo por el cual se presenta el Otro, que supera la idea de 10 Otro en mi, 10 llamamos, en efecto, rostr06 • El Rostro es una medfora para aludir a la expresion que demanda respuesta, a 1a orden de no dejar solo al otro, a la capacidad de pre­ sentacion por sf mismo, sin intermediarios. Esta relacion con el otro adopta la forma de la responsabilidad in­ finita, 1a cual, como sabemos, es anterior a la libertad; pero, (por que esta responsabilidad ante al otro? Porque el abre 1a posibilidad de la trascendeneia. (En que se difereneia esta, entonces, de la traseenden­ cia de las cosas? En su indole etica que es el origen del sentido, que se muestra de un modo privilegiado en el rostro ajeno, el eual no es algo fenomenico ni noumenico, sino un contacto previo al saber, una signific&oci6n etiea anterior a 10 que se muestra. (Por que tal significa­ cion no se exhibe en todo su cuerpo 0 en sus aetos? Porque la desnu­ dez del rostro 10 haee estar siempre expuesto y porque el rostro man­ fami­ da. Pero tambien, quiza, porque para nuestra cultura es 10 liar del otro, 10 que no se nos oculta, 10 que 10 hace aiter, distinto de todo 10 demas. La re1aci6n con el otro no puede pensarse como encadenamiento a otro yo, ni como comuni6n con el en torno a un tercer termino, mas S 6 Uvinas. E., De Dieu qui vient aI' idee, p. 33. Uvinas. E., Tot4lite et /njini, p. 21. EL OTRO EN LA FILOSOFiA DE LEVINAS 271 ni como desaparici6n de la alteridad. c!Nos ofrece Levinas alguna otra via -distinta a esta puramente negativa- para acceder al otro? En ocasiones dice que la epifarua del rostro es visitacion que instaura la proximidad (pero no se refiere a una proximidad espacial, sino a la imposibilidad de guardar distancias), porque la relaci6n con el Otro no se apoya en la experiencia ni en las diferencias relativas a un genero comnn. Sin embargo, Levinas no niega la participaci6n de los hombres en una misma sociedad 0 en la historia: Lo absolutamente Otro -cuya alteridad pasa por alto la filosoffa de la inmanencia en el pretendido plano comw de la historia- conserva su transcendencia en el sene de la historia7 • c!C6mo ha de entenderse esto? c!Se trata de una comunidad en el mismo genero humano? Lo que Levinas quiere decir es que el Otro esta integrado en el mismo sistema que el sujeto, pero conserva un principio irreductible a este. La unicidad del otro es la de mi responsabilidad por el y, a la vez, dicha responsabilidad es mi propia unicidad (nadie puede responder por nu'). Cuando el yo reconoce que el otro es tambien tercero con respec­ to a otro, nace la conciencia de la ;usticia y la filosofla como di5.logo comprometido que surge al calor de la escucha del otro. Aqui estarla el origen de una autentica comunidad. Esta armonia preestablecida, esta creencia ciega en un a priori de responsabilidad universal, c!es froto de un ingenue optimismo confia­ do en el mero espontandsmo? c!C6mo explicar, desde esta postura, el individualismo, el egolsmo, la transformaci6n del otro en un me­ dio, y toda esa serie de fen6menos que ignoran la alteridad? Levinas afirma que el Mal es una realidad derivada, que 10 originario es el Bien. Ya hemos dicho que rechaza la relaci6n cognoscitiva con el otro, es decir, el otro como presencia de un objeto ante un sujeto, porque cree que esta relaci6n es distinta y anterior a la relaci6n de conoci­ miento. EI otro no es alguien a quien, primeramente, se contempla, sino alguien al que se responde. c!Pero todas las respuestas han de ser, 7 Ibid., p. 64. 272 Ma Carmen Lopez como las aducidas por Levinas, negativas? Eso parece inherente al hecho de que el Otro se escapa a 1a tema­ tizaci6n. Sin embargo, a nosotros nos parece evidente que, antes de responder al otro, debemos tener una percepci6n y un conocimiento de e1 previos: tengo que comprobar que me hal10 ante otro hombre para responderle. La comunicaci6n no es una creaci6n ex nihilo. Ademas, s610 cuando pretendo conocer al otro como tal, accedo a su alteridad, a 10 que yo no soy. La relaci6n aparentemente inmediata con el otro est:l mediada por su conocimiento como otro sujeto, de 10 contrario mi acercamiento a e1 careceda de interes. Me dirijo al otro, 10 escucho porque me interesa conocerlo para, a 1a vez, cono­ cerme un poco mas a m.l mismo como distinto. Ademas, que re1aci6n podda yo entab1ar con alguien de quien nada se? Seguramente una pura relaci6n utilitaria 0 abstracta y an6nima. Lo cierto es que Levinas se opone a toda explicaci6n de 1a rela­ ci6n con Otro que parta de un elemento comun porque al final este termino seda el ser y entonces no habda verdadera alteridad ni transcendencia; 10 diverso quedarla reducido a 10 mismo. Nosotros pensamos que esta no es 1a unica alternativa posib1e y que el hecho de compartir unos contenidos, unas intenciones, una humanidad, en suma, no equivale a 1a simple homogeneidad, sino al descubrimiento de nuestra identidad en el sene de las diferencias. Levinas no piensa asl y se niega incluso a estudiar 1a relaci6n con el otro a partir de un sujeto ya constituido. Si el Bien es -como e1 autor asegura-, anterior al ser, 1a subjetividad y 1a identidad dejan de ser sustancias para transformarse en productos del otro, porque subjetividad es responsabilidad, otro-en-e1-Mismo. Desde este momen­ to, el fundamento de la individualidad es una identidad no tauto16gi­ ca, sino basada en 1a sustituci6n (pensar el Otro en el Mismo, pensar el Mismo como sustituido por el Otro). E1 sf mismo es e1 Otro en m.l 0 1a sustituci6n en e1 Otro, 1a cual no es una sub1imaci6n de las diferencias dentro del ser,-ser de otra manera-, sino que remite inmediatamente a otra manera que ser8. 8 Levinas, E., Difficile Liberti, p. 37. EL OTRO EN LA FILOSOflA DE UVINAS 273 Paradogicamente, la significacion plena del sujeto se encuentra en su sustitucion por el otro, en esa responsabilidad que Ie llama desde su rostro de una manera tan intransferible que 10 individualiza. La alteridad es, pues, previa al YO; no se constituye en el, sino que nos sale al encuentro. Pero nosotros pensamos que, para ello, hay que buscar, saber 10 que se busca (al otro) y dar sentido a su rostro desnudo, porque no todos los rostros dicen algo. Se suele criticar a Uvinas por no explicitar como se articula la relacion con los otros, pero es que incluso su descripcion de dicha relacion nos parece insuficiente. Dice que esta es de caracter etico, pero nosotros pensamos que 1a etica es posterior al encuentro intersubjetivo. Afirma que se define por su caracter asimetrico, pero no aclara como podemos descubrir ese caracter si no es por simetria con nosotros mismos; made que el sujeto es responsable del otro sin esperar ni siquiera reciprocidad. ~Es esta una interpretacion del ama al pr6jimo (a cualquiera, aunque sea tu enemigo) como a ti mismo? Para que esta maxima tenga algUn sen­ tido, tendremos que fundamentarla 0, de 10 contrario, siempre podre­ mos preguntarnos por que debemos hacerlo. Ademas, ~como amare a los demas, desde donde, si no me aprecio antes a nU mismo? ~Quizas como una imposicion? ~De quien? ~De otro yo 0 de un Yo cons­ truido? EI importante papel que juega la relacion con el Otro en el pensa­ miento levinasiano deberia impedir la evasion a un mundo irreal 0 fantastico y, por el contrario, el otro, al no proceder del ser, aparece de un modo fantasmal: no es ni siquiera perceptible, porque si 10 fuera se objetivarla, no hay posibilidad de acceder a e1 visualmente, sino solo eticamente. La mejor manera de encontrar al otro es no caer en la cuenta ni del color de sus ojoS9. Por 10 tanto, 10 mejor serla bajar 1a vista cuando hab1amos con eI; ~no estarlamos entonces ejecutando un monologo? ~No mostrarla­ mos asl un desinteres total por sus sentimientos y sus emociones? • Uvinas, E., Ethique et Infini, p. 79. Ma Carmen Lopez 274 (No convertiriamos, en definitiva, al otro en un cualquiera, en un se impersonal? Si es as!, mi responsabilidad etica ante el solo puede en­ tenderse como un precepto heteronomo proveniente de alguna instancia superior. Levinas se defiende de estas y otras acusaciones diciendo que el otro debe ser acogido independientemente de sus cualidades, si se Ie quiere acoger como otro lO que antes de conocerlo, estoy emplazado a responder de e1. Pero (frente a quien debo responder de el? (A que debo responder? Siempre puedo negarme a contestar una pregunta banal 0 sinsentido. Ademas no tengo la misma responsabilidad ante todos los otros. El sujeto es responsable de su responsabilidad -dice Levinas tautologicamente- y su respuesta avala el formalismo y la imprecision de su postura. Estos se derivan del proposito paradogico de pensar al Otro-en el-Mismo sin pensar al Otro como un otro Mis­ mo, es decir, sin fundamentar la intersubjetividad en la Einfuhlung como -segUn Uvinas- hizo HusserL Sin embargo, Husserl no era tan ingenuo como para pensar que todo 10 existente derivaba del yo. Aceptaba el hecho de que el ego nace en y con la comunidad y que sin ella no tendria sentido hablar de individualidad. No pretendla describir la genesis del yo al nosotros cronologicamente, sino averiguar el origen del sentido. La trascendencia a la que apunta Levinas no requiere tan solo el esc1arecimiento del sentido del otro 0 su conocimiento, sino una alteridad absoluta. (Existe realmente? (Es verdaderamente deseable? La teorla de la alteridad levinasiana rechaza la empada y la ana­ logfa porque explican la diversidad partiendo de la unidad, de un sujeto ya constituido. Nosotros pensamos que, aunque ambas son in­ suficientes para resolver el problema de la intersubjetividad, temati­ zan los argumentos esgrimidos inconscientemente por el sentido co­ mun, el cual considera que no es preciso demostrar la existencia del otro porque esd. ya siempre ahl. Estos tip os de argumentacion son excesivamente subjetivistas, tienden a ver en el otro un yo, un ana­ logon y a absolutizar el punto de vista de ego. Pero, por otra parte, 10 Uvinas. E., De Dieu qui vient ai'ulie, p. 129. EL ono EN LA FILOSOFiA DE LEVINAS 275 la a-tematizaci6n del otro en la vida cotidiana tiende a objetivarlo, a entenderlo tan a-problem.lticamente como al resto de los entes que nos rodean. Es f.lcil que, en esta situaci6n, el otro se perciba como un medio. Por el contrario, la reflexi6n fenomenol6gica estudia la intersubjetividad precisamente porque intenta reconocer que el otro es y es sujeto, es decir, conciencia constituyente, finalidad filtima. En contra de este car.lcter activo de la subjetividad, Uvinas alega que la relaci6n con el Otro parte de la suprema pasividad del sujeto, el cual no puede tomar ninguna iniciativa con relaci6n al otro, por­ que ya 10 estaria conociendo a partir de S1. La pasividad (recepci6n de la Hamada, responsabilidad) fundament a la elecci6n, precede a mi libertad y me hace responsable de la de los otros. Es el Otro el que constituye al sujeto asigmmdole la tarea de responder de sf. Pero entonces, (que 0 quien constituye al Otro? Si el es un sujeto, c!tendra que ser constituido por otro y asi hasta el infinito? Es curioso que Uvinas rechace la empatfa cuando sus anaIisis pa­ recen presuponerla, ya que su intersubjetividad culmina en la susti­ tuci6n por el otro mediante la responsabilidad. Pero esta responsabili­ dad carece de contornos; no se basa ni siquiera en el amor, sino en el precepto. (Que responsabilidad puede sugerirme el otro si previa­ mente no he reconocido su libertad como sujeto, como semejante? Una responsabilidad cuya transcendencia est.l inscrita en la irunanen­ cia del yo. Curiosamente, 10 absolutamente otro, 10 mas transcenden­ te al sujeto es 10 que mas Ie incumbe, su orientaci6n absoluta. La paradoja levinasiana se agudiza porque el Otro es previo a alteridad; esta se deriva de aquel y tiene como consecuencia la indiscernibilidad del otro 16gicamente hablando: 10 otro est.l ab-suelto, no participamos con el en un mismo genero. EI hombre se identifica independientemente de una cualidad caractedsti­ ca cualquiera que distinguida un yo de otro y en la cual se reconoceda. En tanto que puros yo, los divers os yo son 16gicamente indiscernibles. La alteridad de 10 indiscernible no se reduce a una simple diferencia de contenidol l • 11 Ib1d., p. 242. 276 Mit Carmen Lopez Esto exduye la posibilidad de una slntesis entre los entes. El su­ jeto es pasividad y anterioridad a la conciencia (actividad) y, como hemos visto, esta determinado, en su pasividad original, hacia el otro 12 • La alteridad no es un termino relativo al propio sujeto. Es ante­ rior a la humanidad; no se define por la diferencia espedfica, sino que es constitutiva del Otro. (Que sera esa alteridad no presente? Estamos habituados a enten­ derla en sentido relativo (otro que), no en sl misma sino como algo posterior, constituido, pero Levinas nos dice que es anterior al sujeto, que este es responsable del otro desde un pas ado inmemorial, antes de que el hombre llegue a ser, antes induso de su intencionalidad. Pero estas afirmaciones nos parecen s6lo hipoteticas. La hip6tesis se verifica en el Ultimo instante, cuando la experien­ cia del oteo se ofrece a una conciencia autentica de la muerte porque en ella se aliena el existir del existente 0, 10 que es 10 mismo, la muerte pone al sujeto ante 10 totalmente oteo. Levinas elige la dualidad que se anuncia en la muerte como rela­ ci6n con el otro y con e1 tiempo. Para ello no se sirve de la dialectica 0, en todo caso, no de una dialectica hegeliana 13, ya que no pretende atravesar una serie de contradicciones 0 conciliarlas deteniendo 1a his­ toria, sino describir un pluralismo que no se funde en la unidad hacia 1a que queremos encaminarnos. Nosotros nos preguntamos si este pluralismo tendra alg{m sentido y, en caso de que as! sea, si habra que reconocer que se puede remitir a una cierta unidad. (A que conduce la hip6tesis de las diferencias absolutas si no hay ninguna identidad que sirva de punto de referenda? Una de las crlticas que, con frecuencia, se dieigen ala intersubje­ tividad husserliana es que esta se entiende como una simple subjetivi­ dad transcendental ampliada. Pero, (acaso puede pensarse de otra ma­ nera la intersubjetividad? (Que otra alternativa filos6fica puede ofre­ 12 1J Cf. Uvinas, E., Autrement qu 'etre. La Haya, M. Nijhoff, 1947. Cf. IbId, p. 20. PONENCIAS EI espacio del otro Por Antonio DOMiNGUEZ REY UNED Mens agitat molem et magno se corpore miscet VIRGUlO: Eneida, VI, 727. EI habla cotidiana (die alltagliche Rede) es el campo de la manifestacion del otro. Al hablar, se nos presenta otro y nos presentamos como otros. Esta experiencia tiene doble rostro en la filosofla husserliana: uno inmediato, tal cual se presenta -el aspecto cosa dellenguaje-, y otro mediato, en realidad oculto, inaccesible. Lo inmediato dellenguaje es su cuerpo investido ya de cierto grado espiritual -Leih-, perc precisamente este asomo espiritual en el cuerpo es 10 que se oculta detr~ de el y solo 10 intuimos mediata­ mente. En la experiencia verbal del otro obtenemos en primera ins­ tancia su palabra material, no la interior, la de su experiencia anImica. Su lnnerlichkeit permanece oculta. Alcanzamos un Mit da, no un Selbst-da. La experiencia Intima del otrO, su corriente vital, nunca se ofrece como presencia originaria, sino como experiencia colateral, "apresentada". Aunque hay semejanza entre esta apercepcion del otro y la de la cosa -se trata en ambos casos de comu.n mediatez de la intencionali­ dad-, en la experiencia cosica podemos alcanzar 10 originario, una completud por sucesivas presentaciones, mientras que, en la alterati­ va, 10 interior del otro es siempre apriori encerrado, imposible -apriori ausgeschlossen-. Es 10 otro que habla incesante en 10 de aqru, en su materialidad sensible. La materia dellenguaje se repite en sucesivas presentificaciones. Lo sensible reproduce 10 sensible y en EL aTRa EN LA FILOSOFfA DE L1iVINAS 277 cerse a esta situaci6n? (Puede concebirse 10 exterior al margen de 10 interior, 10 lejano sin partir de 10 pr6ximo? Uvinas quiere huir de esta concepci6n y, para ello, niega que la soledad y la socialidad relacionadas redprocamente como ocu­ rre en la fenomenologia. Argumenta que la soledad suele entenderse como privaci6n de una relaci6n preestablecida con el otro. Para el, en cambio, la soledad es una categorfa del ser14. Lejos de entenderla, ala manera heideggeriana, como una estructura onto16gica del Da· sein, opina que la soledad no juega ningu.n papel en el drama del ser ni en la ana!itica existencial. Si el otro de Heidegger apareda en la situaci6n existencial del Miteinandersein, de ser redprocamente el uno con el otro, Uvinas pretende mostrar que no es la preposici6n mit la que describe la relaci6n original con el otro. Para ello se remonta a la raiz de la oposici6n entre soledad y socialidad y busca una salida. Lo uruco que afirma a este respecto es 10 que esta superaci6n no sera: ni un conocimiento que absorba al objeto, ni un extasis que funda al sujeto con el objeto. Ambas relaciones conducen a la desaparici6n del otro en lugar de a su esclarecimiento. Es evidente que Levinas no pretende resolver la alternativa entre individuo y sociedad, sino que se coloca antes de su planteamiento. Lo social surge de la limitaci6n de 10 Infinito que se abre en la re­ laci6n etica de hombre a hombre. Si la sociedad siroa a los hombres unos allado de otros, la &ica los siroa cara-a-cara. Uvinas no ignora que vivimos rodeados de seres y cosas con las cuales tejemos relacio­ nes, es decir, somos con los otros. Todas nuestras relaciones son tran­ sitivas: tocamos objetos, los vemos, pero yo no soy otro, ya que mi existir es un elemento absolutamente intransitivo, algo sin intencio­ nalidad, sin relaci6n; Ser es aislarse por el existir15 . Pero, (de que me aislo? (eua! es hipotetica totalidad preexistente de la que me separo? No es, dice Levinas, una multiplicidad de existentes, sino que has­ ta ena aparece en el existir del existente. Esta opini6n nos parece muy cuestionable ya que 10 que existen son seres plurales y por con­ esten 14 CE. Uvmas. E., Le temps et l'autre. Montpellier, Fata Morgana, 1979, p. 18. IS Ibid., p. 21. 278 siguiente, mas que de una existencia personal habrta que hablar de coexistencia, de un existir intencionalmente dirigido a los otros exis­ tires y al mundo. Pero Levinas se remonta al reconocimiento de la unidad indiso­ luble entre el existente y su acto de existencia y denomina hipOstasis al acontecimiento por el cual el existente contrae su existir l6 • E1 yo no es entonces un existente mas, sino el modo mismo de existir, el cual no existe hablando con propiedad. Quizas, como quiere Levinas, 1a existencia para·mi primera sea mi yo, pero esta claro que la existencia en-s1 no se reduce a este. Ademas, (no se contradice asi Levinas con su afirmacion constante de la primacia del otro? Es cier­ to que se da una unidad indisoluble entre e1 existente y su existir, pero tambien es verdad que 1a ek·sistencia implica un abandono de s1 y una direccionalidad hacia los otros. Sin embargo, en opinion de Levinas, estos no poseen este existir como 10 posee el sujeto, 10 cual indica que el otro no es un otro yo que participe conmigo en una existencia comOn. La relacion con el otro no es una relacion idHica y armoniosa, ni una simpatia por la cual nos pongamos en su lugar; reconocemos al otro como semejante, pero, ala vez, como exterior, como misterio. t1Se puede conocer al otro de una forma distinta ala clasica 0 debemos resignarnos, como parece hacer Levinas, a afir­ marIo Onicamente como 10 desconocido, como Nicht·Verstehen? La alteridad constituye todo su ser. Por consiguiente, solo un ser que llega a 1a crispacion de 1a soledad por el sufrimiento y 1a relacion con la muerte se sitUa en el terreno en el que la relacion con el otro resulta posib1e. A nosotros nos parece que estos acontecimientos pun­ tuales no pueden fundamentar 1a intersubjetividad que inunda toda nuestra vida cotidiana. La imprecision y la ambigiiedad de 1a re1acion intersubjetiva no parece preocupar a Levinas excesivamente, porque si se pudiera po­ seer, aprehender y conocer al otro, no serta otro, ya que poseer, co­ nocer, aprehender son sinonimos de poder l7 • Relacion con el otro 16 17 Cf. Ibid., pp. 21 Ibid., p. 83. S. EL OTRO EN LA FlLosoFiA DE LEVINAS 279 es justamente ausencia del otro; no una ausencia pura y simple, sino la ausencia de un horizonte de futuro, la ausencia que es el tiempo. La anticipacion del futuro, que es esencial en el tiempo, es solo el presente del futuro y no el futuro autentico, ya que este no se aprehende. El futuro es el otro l8• Hablar del tiempo en un sujeto solo, hablar de una duracion pu­ ramente personal es imposible. La relacion con el futuro, la presencia del futuro en el presente no se cumple en un solo sujeto, sino en el cara-a-cara con el otro. No es el tiempo 10 que da razon de la alte­ ridad Qa transposicion analogica de Husserl asi pareda entenderlo), sino la relacion con el otro, el cual no s6lo es condicion del tiempo y de la historia, sino tambien del ser. Lo que ocurre es que este otro permanece indefinido, distante, de­ bido a que Levinas, a la hora de caracterizarlo positivamente, cae en un drculo vicioso: el otro es tal debido a su alteridad: EI otro en tanto que tal no es solamente un alter ego, sino que es 10 que no soy yo y 10 es no en razon de su caracter 0 de su fisonomla 0 de su psicologla, sino en razon de su misma alteridad19• Pero, entonces, ~por que Levinas no se pregunta curu es la causa de esa alteridad? Quizas porque se interesa por 10 absolutamente otro mas que por los otros y 10 radicalmente distinto carece de toda deter­ minacion positiva. Esto hace que nos parezca un concepto excesiva­ mente vago como para fundamentar una teorta de la interrelacion y, sobre todo, una filosofia de nuevo cuno. La causa de esta ambigiiedad es que Levinas utiliza un lenguaje metaforico (propio de la poesia y de la literatura); as!, por ejemplo, aduce que la huella es la insinuacion del otro, la presencia que preserva su alteridad: Esta manera de manifestarse sin manifestarse (que) llamamos, retoman­ do la etimologla de ese termino griego y por oposicion al aparecer indiscreto y victorioso del fenomeno -enigma20• Ibfd., p. 64. Ibfd., p. 75. 20 Uvinas, E., En decou-want I'existance avec Husserl et Heidegger. Paris, Vrin, 1967, p.209. 18 19 280 Ma Carmen Lopez Puesto que conocer es re-conocer, hacer presente, el enigma deja atras todo conocimiento. Pero (curu es su contenido? Levinas respon­ de que se trata de la tercera persona, la cual significa la imposibilidad de simultaneidad y de correlaci6n entre el Yo y el Otro: La Ueidad de la tercera persona es la condici6n de la irreversibilidad21 • Esta tercera via escapa al juego bipolar de la inmanencia-trans­ cendencia; no puede ser incorporada por el yo y, por eso, es el ori­ gen de la alteridad. Levinas tematiza 10 que, en su opini6n, no es tematizable, habla de 10 inefable. Toda su filosofla trata de conseguir una nueva lectura de la idea de infinito que remite siempre a 10 Otro, al Deseo, a la relaci6n con 10 inaprensible; se empeiia en decir la transcendencia que lleva a la exterioridad, (pero se puede door 10 indecible?(5e puede buscar el sentido del ser en 10 otro-que-ser? Derrida afirma que, desde el momento en que Levinas habla con­ tra Hegel, ya 10 ha confirmad22 , puesto que logos es pensamiento y palabra, conocimiento y lenguaje. 5610 se puede hablar del conoci­ miento del ser, 0 del ser del conocimiento. La unica manera de im­ pugnar a Hegel serra el silencio. Levinas sabe que la alteridad no se puede intuir ni fijar en conceptos como las cosas, pero quiere pen­ sarla a traves de una Via que no parte de la propia conciencia, sino del otro; una via que requiere la pasividad del sujeto. Este ya no es, por tanto, resultado de sus actividades, no puede dar raz6n de sl mis­ mo, porque su responsabilidad es previa a su libertad. (Quien impri­ me entonces esa responsabilidad en el sujeto? (El Otro absolutizado? Pero, si el Otro tampoco es su;eto, (que sentido tiene una subjetivi­ dad que s610 se afirma perdibndose en el Otro? (Por que ese temor ante el ser que lleva al Levinas a hipostasiar al Otro?(Las categodas empleadas por este fil6sofo escapan efectivamente al ser? Nosotros creemos que no; la responsabilidad, la sustituci6n, la proximidad, la etica etc. nos hablan del ser 0, en todo caso, del deber-ser, el cual no es 10 absolutamente otro del ser, sino la realidad alternativa a 10 que 21 22 Uvinas, E., Humanisrru! de l'autre homme, p. 59. Cf. Derrida, j., L 'ecriture et la difference. Paris, Seuil, 1967, p. 276. EL ono EN LA FILosoFfA DE LEVlNAS 281 hay. Tal vez no sea posible pensar ni hablar de otro modo que ser. El hombre vive con los otros en el ser y todas sus relaciones, pro­ yectos, conversaciones se abren camino en la realidad -efectiva 0 potencial- de 10 que es, de 10 que deseariamos que fuera 0 de 10 que es dicho. Hoy, mas que nunca, la filosofia tiene la mision de rei­ vindicar el ser en medio de un mundo en el que predomina el hacer o el tener. Adoptar este y otros conceptos tradicionales de la filosoHa no excluye, como parece pensar Levinas, la critica de esta. Siempre podemos dar a los terminos un nuevo contenido. As! ha obrado el propio Levinas cuando, para plasmar e1 significado de 10 totalmente otro, se sirve de dos sImiles utilizados con mucha frecuenda en 1a filosofia clasica: la otredad del sexo femenino y la paternidad. Como Ortega y Gasset23 , Uvinas dice que 1a contrariedad que permite finalmente ser abso1utamente otro es 10 femenino: el sexo no es una diferencia especlfica, sino una estructura formal que condicio­ na la posibilidad misma de 1a realidad mUltiple frente a la unidad del ser proclamada por Parmenides. Lolemenino no se reaLiza como ente en una transcendencia bacia La Luz, sino en eL pudO-?4. El paradigma de Ia paternidad, por su parte Ie sirve para dar euen­ ta de Ia intersubjetividad porque es Ia relacion con un extraiio (el hi­ jo no es simplemente mi obra ni mi propiedad) que, ala vez, es yo. Como hemos visto, la indefinicion del tema-clave de la filosofia levinasiana Ie lleva a concebir al otro y la misma relacion intersubje­ tiva como meros formalismos, cuando, tanto en el mundo de la vida cotidiana, como en el del conocimiento, asistimos a relaciones in­ teresadas con nuestros diferentes otros y tomamos conciencia de su alteridad desde nuestra yoidad, desde nuestro horizonte cultural, etc. Pero Uvinas se niega a aceptar la l6gica de la homogeneidad de la tradicion racionalista occidental. Sin embargo, no es un postmoder­ no, ya que busca una tercera via sin renunciar al pensamiento. No niega la validez de este, sino que busca su rm en algo anterior, en 23 Vease at respecto mi articulo, «La intersubjetividad en Ortega y Gasset», en Cuodernos de InvestigariOn filolOgica. 24 Cf. Uvinas, E., Autrement qu 'etre, p. 81. M4 Carmen L6pez 282 lo-otro-que-ser. La filosofla tradicional, incluso la husserliana, era -a sus ojos­ una metafisica de la presencia que reducta 10 ajeno a 10 dado, 10 ausente a 10 presente, 10 otro al sl mismo. Solo desde una nueva perspectiva en la que la presencia no tuviera la primacia, podrfa adecuadamente el problema de la intersubjetividad. resolverse Pero, (existe tal sistema para nosotros? Es decir, (somos capaces de superar nuestra incardinacion y de pensar siquiera 10 totalmente otro? El otro es presencia-ausencia para el ego y este para aquel, pero ego no es para S1 mismo presencia completa y el otro Ie descubre nuevos aspectos de su ser. Frente al privilegio de la presencia, deberiamos decir, pues, que el comportamiento humano es un movi­ miento dialectico que se pone de manifiesto en una co-.experiencia de Verstehen y Nicht· Verstehen. Esto explica la apresentacion, la in­ terre1acion entre 1a presencia del pasado (historia) y el futuro anticipado (proyectos) y tambien la conciencia que tenemos del alter ego como un yo presente semejante y, a 1a vez, como un otro ajeno. Lo que es presente ahora puede enajenarse y 10 otro es capaz de presentarse como una cierta ausencia. El otro hombre, ~es otro-yo u otro-no-yo? Es decir, ~prevalece la identidad 0 la diferencia? Afirmar 10 segundo serfa subrayar el caracter objetivo del otro; afirmar 10 primero, (implicaria siempre egocentrismo? Quizas no haya otro modo de experimentar y com­ prender al to. como persona que la autorreferencia; esta tiene su origen en la re1aci6n dialectica yo-otro a la que ya se refirio Hegel, e1 cual pens6 la diferencia absoluta y lleg6 a la conclusion de que solo era posible siendo impura. Si urucamente existe 10 mismo, no puede aparecer, ni ser dicho; si hay el mismo y 10 otro, este no pue­ de ser 10 otro del mismo mas que siendo SI mismo y, a la vez, alter ego. El ego intencional no es pensable sin el no-ego y el primer no-ego es el otto yo. Estas reflexiones no estan al margen de la fi10sofla levinasiana; 10 que ocurre es que en ella se antepone la ausencia, el misterio, a la presencia del otro y se aboga por una logica de la diferencia absoluta. (Esta nueva logica nos conducira a algo positivo 0 a un mayor indivi­ dualismo y a una mayor cosificacion del otro? mas