“NO HAY MEJOR DEFENZA QUE UN BUEN ATAQUE” “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” Efesios 6:16. Introducción Pablo escribió esta carta (Efesios 1:1, 3:1) desde la cárcel en roma donde se encontraba en custodia oficial, aproximadamente en año 61 d.C. con el fin de recordarle a los hermanos de aquella joven iglesia algunas cosas relacionadas con su fe y su conducta en la vida cristiana, aborda temas como; el valor de la salvación en Cristo, su rol como miembros del cuerpo de Cristo, la naturaleza y propósito de la iglesia de Cristo, las relaciones personas del cristiano y su deber de vencer en Cristo en la lucha contra el diablo y sus huestes satánicas. El apóstol Pablo había fundado y luego visitado en forma breve esta iglesia al final de su segundo viaje misionero, dejando posteriormente a cargo de esta nueva obra a Priscila y Aquila. Esta emergente iglesia se convirtió con los años en un poderoso e influyente centro de divulgación evangelizadora para el resto del mundo. Presentación El capítulo cuatro de esta carta aborda abierta y claramente el tema de la guerra espiritual, el apóstol habla de una lucha descarnada, real y a muerte con las poderosas fuerzas del mal. El diablo y sus demonios no están jugando con la iglesia del Señor, el propósito de satanás es destruir a los creyentes y dañar totalmente a la iglesia del Eterno (Juan 10:10, 1°. Pedro 5:8, Apocalipsis 9:11). Para poder vencer en esta gran guerra debemos confiar solo en el Señor “…fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” y vestirnos la armadura de Dios que es la protección del creyente contra el mal y el maligno, las seis piezas de armadura; el yelmo de la salvación (cubre la cabeza), la coraza de justicia (cubre el pecho y espalda), ceñidos los lomos con la verdad (cubre los hombros), calzados los pies con el apresto (cubre las piernas y los pies), todos estos elementos iban pegados al cuerpo, es decir, eran parte de la armadura, pero existen dos de ellos, en los cuales nos centraremos; el escudo de la fe y la espada del Espíritu, uno para defenderse y el otro para atacar. El escudo típico del soldado romano media 75x120 cm. Y protegía gran parte del cuerpo, existían dos generalmente; uno pequeño que era redondo y ovalado, y el grande que era el de las medidas del soldado romano, sobre el rebotaban las flecha del enemigo. La espada era generalmente hecha de hierro y protegida por una vaina y frecuentemente de dos filos (1°. Samuel 13:19, 17:51, salmo 149:6), es el símbolo de la guerra y generalmente representa la justicia, el castigo y la disciplina (Romanos 13:4, Hebreos 4:12) Aplicación Uno de los más grandes problemas de los cristianos de hoy es que solo se dedican a usar el escudo de la fe ¡los pocos que lo usan! Es decir, siempre tienen una actitud defensiva, de eludir los golpes del rival, de mantenerse en pie, de apagar los dardos de fuego del maligno, pero les falta capacidad de ataque, de reacción, de ser “punta de lanza”, de artillería, de ir a la vanguardia. Muchos cristianos no saben usar la espada del Espíritu (Mateo 4:4-11, 2°. Timoteo 2:15, Hebreos 4:12), es decir atacar y avanzar usando la poderosa palabra de Dios. Como David quien no se defendió sino que atacó al gigante Goliat (1°. Samuel 17:32-50) o bien, Jonathan que entró con valentía en la guarnición misma de los Filisteos (Samuel 14:12-13) o como Jesús que enseñó que debemos entrar en la casa del hombre fuerte y quitarle sus bienes (Marcos 3:27) y así lo hizo en sus tres años y medio de ministerio. La frase “no hay mejor defensa que un buen ataque” fue patentada por Józef Antoni Poniatowski (7 mayo 1763-19 octubre 1813) quien fuera un aristócrata y gran militar polaco, uno de los mariscales imperiales de Bonaparte, de hecho esta frase es comúnmente aplicada a Napoleón ya que el también luego la acuñó en su política bélica, esta concepción señalaba que era mejor, y más eficiente, asegurar un buen y contundente ataque, que organizarse para tener una buena defensa ante el enemigo. Tenemos miles de cristianos en las congregaciones modernas caídos derrotados por el pecado, el mundo y la carne (Romanos 8:6, Gálatas 5:1617, Santiago 4:4, 1°. Juan 2:15-17), otros están aún en pie pero solo en una actitud defensiva, poco daño hacen al diablo y a sus huestes, casi nunca entran en sus territorios para atacarlo y hacer verdadero daño, debemos entrar en las “barbas misma del diablo” y hacerle sentir todo el poder y el peso del glorioso evangelio de Dios (Romanos 1:16, Hechos 4:33) ¡Que satanás sepa quién es el que manda en el ámbito espiritual! Esta frase no significa que no sea importante la defensa, pues claro que lo que es, los cristianos tenemos que usar el escudo de la fe, saber cómo enfrentar al diablo, saber cómo defendernos, como apagar los dardos del maligno y vencer en el nombre del Señor las poderosas tentaciones del mundo, del diablo y la carne, pero la mayor eficacia en guerra espiritual, es usar el ataque como arma de guerra, usar la espada del Espíritu y atacar con fuerza potente a las huestes enemigas. Culminación ¡Basta ya! De creyentes acobardados, timoratos, arrancando del diablo y de los poderes demoniacos, no seamos como los malos boxeadores que les pagan solo para subir al ring, a aguantar la pelea y en lo posible evitar caer derrotado por nocaut, ¡basta de mediocridad, basta de tibieza y basta de cobardía! Pongámonos toda la armadura de Dios y usémosla con firmeza, y hagmos uso del escudo de la fe contra los dardos del maligno, pero en especial ataquemos con la poderosa arma de victoria que es la espada del Espíritu; “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” 2°. Timoteo 1:7. Amén.