PREGUNTA INTRODUCTORIA EN ESTE CAPÍTULO SE ANALIZAN

Anuncio
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 78
EN ESTE CAPÍTULO SE ANALIZAN
• cómo explica la gente su propia conducta y la de otros
• las principales teorías de atribución causal
• los sesgos de atribución
• las atribuciones intergrupales
• el conocimiento social, las representaciones sociales y las atribuciones a la sociedad
PREGUNTA INTRODUCTORIA
• Acaba de llegar a un país extranjero y se da cuenta de que se está irritando por la manera
aparentemente distante y brusca en que la gente responde a sus preguntas sobre
indicaciones para llegar al hotel. ¿Es deliberada esta antipatía? ¿Podría ser una práctica
cultural? ¿Es usted una persona intolerante para haberse ofendido tan rápido, o su
conducta sólo confirma sus expectativas acerca de la gente de ese país? ¿En realidad le
importa? De ser así, ¿qué factores tomaría en cuenta para explicar la conducta de ellos y
sus propias reacciones? ¿Cuáles podrían ser las consecuencias de la explicación a la que
llegue?
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 79
Términos clave
3
Atribución
y conocimiento social
Atribución
Atribución externa (o situacional)
Atribución interna (o disposicional)
Atribuciones intergrupales
Autoanticipación de mal desempeño
(self-handicapping)
Creencia en un mundo justo
Descarte
Efecto actor-observador
Efecto del falso consenso
Efectos no comunes
Error extremo de atribución
Error fundamental de atribución
Esencialismo
Esquema de causalidad
Estereotipo
Estilo atributivo
Etnocentrismo
Ilusión de control
Inferencia de correspondencia
Información de coherencia
Información de consenso
Información de distintividad
Mezquindad cognitiva
Modelo de covariación
Nivel de análisis (o explicación)
Personalismo
Psicólogo (o científico) ingenuo
Relevancia hedónica
Representaciones sociales
Sesgo de correspondencia
Sesgo de resultados
Sesgos de autoservicio o por interés
personal
Táctico motivado
Teoría de la autopercepción
Teoría de la identidad social
Teorías conspirativas o del complot
92523-03.qxd
80
2/16/10
11:03 AM
Page 80
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Explicación social
Atribución
Proceso de asignar una
causa a nuestra propia
conducta y a la de
otros.
El pensamiento humano intenta buscar, construir y dar explicaciones a nuestras experiencias. Intentamos comprender nuestro mundo para hacerlo suficientemente ordenado y
significativo para la acción adaptativa, y tendemos a sentirnos incómodos si no contamos
con este conocimiento. En particular, necesitamos comprender a la gente. A lo largo de la
vida, la mayoría de nosotros construimos de manera gradual explicaciones adecuadas (es
decir, teorías) sobre por qué la gente se comporta de ciertas maneras; en este aspecto, todos
somos psicólogos “ingenuos” o legos. Esto es de enorme utilidad, porque nos permite
predecir (con variable exactitud) cuándo alguien se comportará de una determinada
manera; también nos permite influir en que alguien se comporte o no de ese modo. Así,
logramos cierto control sobre nuestro destino.
La gente construye explicaciones acerca de fenómenos físicos (p. ej., terremotos, estaciones) y de la conducta humana (p. ej., ira, determinadas actitudes), y en general estas
explicaciones son causales, pues atribuyen a condiciones específicas un papel causal. Las
explicaciones causales son bases particularmente poderosas de la predicción y el control
(Forsterling y Rudolph, 1988).
En este capítulo, analizamos cómo la gente infiere las causas de su propia conducta y
las de la conducta de los demás, y los antecedentes y las consecuencias de tales inferencias.
Las teorías psicológicas sociales de inferencia causal se llaman teorías de la atribución
(Harvey y Weary, 1981; Hewstone, 1989, Kelley y Michela, 1980; Ross y Fletcher, 1985).
Hay siete marcos teóricos principales que componen el cuerpo general de la teoría de la
atribución:
1 Teoría de la psicología ingenua de Heider (1958).
2 Teoría de la inferencia de correspondencia de Jones y Davis (1965).
3 Modelo de covariación de Kelley (1967).
4 Teoría de la labilidad emocional de Schachter (1964).
5 Teoría de la autopercepción de Bem (1967, 1972).
6 Teoría de la atribución de Weiner (1979, 1985).
7 Perspectiva intergrupal de Deschamps (1983), Hewstone (1989) y Jaspars (Hewstone
y Jaspars, 1982, 1984).
A continuación, analizamos las primeras seis de ellas y luego consideramos la atribución intergrupal por sí misma.
Procesos básicos de atribución
Teoría de Heider de la psicología ingenua
Psicólogo (o
científico) ingenuo
Modelo de cognición
social que caracteriza a
la gente por el uso de
análisis racionales, de
tipo científico, causaefecto, para comprender
su mundo.
Fritz Heider (1958) hizo que los psicólogos sociales prestaran más atención a la importancia de la psicología ingenua o lega que usa la gente, o sea al “sentido común”. Consideraba
que estas formas de teorías son importantes por sí mismas porque influyen en la conducta.
Por ejemplo, es probable que la gente que cree en la astrología actúe de manera diferente a
la que no cree. Heider opinaba que las personas son psicólogos intuitivos que construyen
teorías causales sobre la conducta humana, y como estas teorías tienen la misma forma que
las teorías científicas de psicología social, son realmente psicólogos ingenuos o intuitivos.
Heider basó sus ideas en tres principios:
1 Como sentimos que nuestra propia conducta es motivada más que aleatoria, tendemos a investigar las causas y las razones de la conducta de otra gente a fin de descu-
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 81
PROCESOS BÁSICOS DE ATRIBUCIÓN
81
En busca del significado de la vida
Las religiones son una expresión de
nuestra necesidad más básica de
comprender el mundo en el que vivimos.
brir sus motivos. De hecho, la búsqueda de las causas parece impregnar el pensamiento humano, y por cierto a veces es difícil explicar o analizar algo sin utilizar un
lenguaje causal. Heider y Simmel (1944) demostraron esto en un ingenioso experimento en el que se pidió a los participantes que analizaran los movimientos de ciertas figuras geométricas abstractas que les fueron descritas como si fueran seres
humanos con intenciones de actuar de determinadas maneras. En la actualidad podemos ver el mismo fenómeno en la atribución, a menudo muy emocional, de motivos
humanos a figuras inanimadas de juegos de video u ordenador. La necesidad omnipresente que tiene la gente de hallar explicaciones causales se revela con máxima
intensidad en la manera en la que la mayoría de las sociedades construyen un mito de
origen, una explicación causal elaborada del origen y el significado de la vida que
suele ser el centro de una religión.
2 Como construimos teorías causales a fin de poder predecir y controlar el medio,
tendemos a buscar propiedades estables y duraderas del mundo que nos rodea.
Intentamos descubrir rasgos de personalidad y aptitudes persistentes de la gente o
propiedades estables de situaciones que causan conductas.
Atribución interna
(o disposicional)
3 Al atribuir causalidad a la conducta, distinguimos entre factores personales (p. ej.,
personalidad, aptitud) y factores ambientales (p. ej., situaciones, presión social). Los
primeros son ejemplos de una atribución interna (o disposicional) y los últimos de
una atribución externa (o situacional). Así, por ejemplo podría ser útil saber si
alguien a quien conoce en una fiesta y que parece una persona fría y retraída es de
hecho una persona fría y retraída o está actuando de esa manera porque no está disfrutando de esa fiesta en particular. Heider consideraba que, como las causas internas o
intenciones están ocultas para nosotros, sólo podemos inferir su presencia si no hay
causas externas evidentes. Sin embargo, como explicamos más adelante, la gente tiende
a preferir las atribuciones internas a las externas, aun teniendo pruebas de causalidad
externa. Parece que nos resulta fácil atribuir la conducta a las propiedades estables de
las personas. Scherer (1978), por ejemplo, observó que la gente presume rasgos de
personalidad estables en completos extraños sólo por escuchar su voz en el teléfono.
Atribución externa
(o situacional)
Proceso de asignar la
causa de nuestra
propia conducta o la de
la conducta de otros a
factores internos o de
disposición.
Asignación de la causa
de nuestra propia
conducta o la de la
conducta de otros a
factores externos o
ambientales.
92523-03.qxd
82
2/16/10
11:03 AM
Page 82
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Heider identificó los temas principales y aportó la comprensión básica que forma el camino
para todas las teorías de la atribución ulteriores más formales.
Teoría de Jones y Davis de la inferencia de correspondencia
Inferencia de
correspondencia
Atribución causal de la
conducta a
disposiciones de base.
Efectos no comunes
Efectos de la conducta
que son relativamente
exclusivos de esta
conducta más que de
otras.
Sesgo de resultados
Creencia de que los
resultados de una
conducta fueron
buscados por la persona
que eligió esa conducta.
La teoría de la inferencia de correspondencia de Jones y Davis (1965; Jones y McGillis,
1976) explica cómo la gente infiere que la conducta de una persona corresponde a una
disposición o rasgo de personalidad de base (por ejemplo, inferimos que una acción amistosa se debe a una disposición de base a ser cordial). A la gente le gusta hacer inferencias
de correspondencia (atribuir la conducta a una disposición de base), porque una causa
disposicional es una causa estable que hace predecible la conducta de la persona, y así
aumenta nuestra propia sensación de control sobre nuestro mundo.
Para realizar una inferencia de correspondencia, nos basamos en 5 fuentes de información o señales (véase figura 3.1):
1 La conducta libremente elegida es más indicativa de una disposición que la conducta
que está claramente bajo el control de amenazas, limitaciones o incentivos externos.
2 La conducta con efectos relativamente excluyentes para esa conducta y no comunes
a varias otras conductas (es decir, una conducta con efectos no comunes) nos dice
más acerca de la disposición. La gente asume que los otros están conscientes de los
efectos no comunes, y que la conducta específica se realizó en forma intencional para
generar un efecto no común: esta tendencia se ha denominado sesgo de resultados
(Allison, Mackie y Messick, 1996). Por ejemplo, si una persona debe elegir entre la
conducta A y la conducta B, y ambas generan más o menos los mismos efectos (es
decir, efectos no comunes) o un número muy grande de efectos diferentes (es decir,
numerosos efectos no comunes), la elección nos dice poco sobre la disposición de la
persona. En cambio, si las conductas provocan una pequeña cantidad de efectos dife-
Figura 3.1
¿Cómo hacemos una
inferencia de
correspondencia?
Para inferir que la conducta de
una persona se corresponde con
una disposición subyacente, nos
basamos en cinco fuentes de
información.
Señales
El acto fue libremente elegido
El acto provocó un efecto no
común, inesperado
El acto no fue considerado
socialmente conveniente
El acto ejerció una repercusión
directa sobre nosotros
(relevancia hedónica)
El acto pareció ser deliberado
para afectarnos (personalismo)
Inferencia de
correspondencia
El acto refleja alguna
característica “verdadera”
de la persona (rasgo,
motivo, intención, actitud,
etcétera)
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 83
PROCESOS BÁSICOS DE ATRIBUCIÓN
83
rentes (es decir, pocos efectos no comunes: p. ej, la conducta A causa sólo terror y la
conducta B sólo alegría), la elección nos indica algo acerca de la disposición de esa
persona.
3 La conducta socialmente conveniente nos dice poco sobre la disposición de una
persona, porque es probable que esté controlada por normas de la sociedad. En
cambio, la conducta socialmente inconveniente suele ir en contra de las normas y, por
ende, es una mejor base para efectuar una inferencia de correspondencia.
4 Realizamos inferencias de correspondencia más fiables sobre las conductas de otros
que tienen consecuencias importantes para nosotros, o sea las conductas que tienen
relevancia hedónica.
5 Efectuamos inferencias de correspondencia más fiables sobre las conductas de otros
que parecen estar destinadas a beneficiarnos o perjudicarnos directamente, o sea las
conductas que tienen personalismo.
Los experimentos diseñados para investigar la teoría de la inferencia de correspondencia aportan cierto aval. Jones y Harris (1967) observaron que los estudiantes estadounidenses que hacían atribuciones sobre los discursos de otros estudiantes tendían a efectuar más
inferencias de correspondencia sobre posiciones socialmente impopulares elegidas libremente, como elegir hablar en apoyo de Fidel Castro.
Relevancia hedónica
Hace referencia a la
conducta que tiene
importantes
consecuencias directas
para uno mismo.
Personalismo
Conducta que parece
dirigida directamente a
beneficiar o a dañar a
uno mismo en lugar de
a otros.
¿Conducta
libremente elegida?
La información
conseguida por una
confesión obtenida
bajo graves
violaciones de la
Tercera Convención
de Ginebra de 1949
para el tratamiento
de prisioneros no es
fiable.
En otro experimento, Jones, Davis y Gergen (1961) observaron que los participantes
realizaron más inferencias de correspondencia sobre conductas no correspondientes al rol,
como una conducta afable y extrovertida en alguien que se postula para astronauta, en el
que se requieren atributos de una persona tranquila, reservada, introvertida.
92523-03.qxd
84
2/16/10
11:03 AM
Page 84
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
La teoría de la inferencia de correspondencia tiene algunas limitaciones y ha declinado
en importancia como teoría de la atribución (Hewstone, 1989; Howard, 1985). Por ejemplo, sostiene que las inferencias de correspondencia dependen, en gran medida, de la atribución de intencionalidad; sin embargo, la conducta no deliberada (p. ej., conducta
negligente) puede ser una base firme para una inferencia de correspondencia (p. ej., que la
persona es descuidada).
Asimismo, hay un problema con el concepto de efectos no comunes. Si bien la teoría
de la inferencia de correspondencia postula que la gente evalúa el carácter común de los
efectos comparando acciones elegidas y no elegidas, otras investigaciones indican que la
gente simplemente no presta atención a las conductas que no vienen al caso y no sería
capaz de calcular con exactitud el carácter común de los efectos (Nisbett y Ross, 1980;
Ross, 1977). En términos más generales, aunque podemos corregir las atribuciones disposicionales a la luz de factores situacionales, éste es un proceso bastante deliberado, mientras que las inferencias de correspondencia son, en sí mismas, bastante automáticas
(Gilbert, 1995).
Modelo de
covariación
Teoría de Kelley de la
atribución causal: la
gente asigna la causa
de la conducta al factor
que covaría más
estrechamente con la
conducta.
Información de
coherencia
Información acerca de
la medida en que un
comportamiento Y
siempre se produce
concomitantemente con
un estímulo X.
Información de
distintividad
Información acerca de
si una reacción de una
persona sobreviene
sólo con un estímulo o
es una reacción común
a muchos estímulos.
Información de
consenso
Información acerca de
la medida en que otra
gente reacciona de la
misma manera al
estímulo X.
Descarte
Si no hay una relación
consistente entre una
causa específica y un
comportamiento
específico, la causa se
descarta a favor de otra.
Modelo de covariación de Kelley
La teoría de la atribución mejor conocida es el modelo de covariación de Kelley (1967,
1973). Kelly creía que al tratar de descubrir las causas de la conducta la gente actúa de una
manera muy similar a la de los científicos. Las personas tratan de identificar qué factores
covarían con la conducta y luego asignan a ese factor un papel causal. El procedimiento es
similar al de la técnica estadística de análisis de la varianza (ANOVA), y por esta razón el
modelo de Kelley se suele denominar un modelo de ANOVA. La gente emplea este principio de covariación para atribuir una conducta a disposiciones internas (p. ej., personalidad)
o a factores ambientales externos (p. ej., presión social).
Para tomar esta decisión, la gente evalúa 3 clases de información asociada con la coocurrencia de una determinada acción (p. ej., risa) de una persona específica (p. ej., Tom) con
una posible causa (p. ej., un comediante):
1 Información de coherencia: si Tom siempre se ríe con este comediante (alta coherencia) o sólo lo hace a veces (baja coherencia).
2 Información de distintividad: si Tom se ríe de cualquier cosa (baja distintividad) o
sólo con el comediante (alta distintividad).
3 Información de consenso: si todos se ríen con el comediante (alto consenso) o sólo
Tom lo hace.
Cuando la consistencia es baja la gente descarta la causa potencial y busca una alternativa (véase figura 3.2). Si Tom a veces se ríe con el comediante y a veces no, presumiblemente la causa de la risa no es el comediante ni Tom, sino algún otro factor de
covariación: por ejemplo, si Tom inhaló o no gas hilarante antes de escuchar al comediante
o si el comediante hizo un chiste divertido o no (para una revisión de las condiciones que
determinan la máxima probabilidad de descartar véase McClure, 1998). Cuando la consistencia es alta y la distintividad y el consenso también lo son se puede atribuir la risa al
comediante, o sea el factor externo (la causa de la risa de Tom fue el comediante), pero
cuando la distintividad y el consenso son bajos se puede atribuir la risa a un factor interno
de la personalidad de Tom (Tom se rió con el comediante, porque simplemente es la clase
de persona que tiende a reírse mucho).
McArthur (1972) evaluó la teoría de Kelley haciendo que los participantes efectuaran
atribuciones internas o externas de una serie de conductas, cada una acompañada de 1 de
8 configuraciones posibles de alta o baja información de coherencia, distintividad y
consenso. Si bien había un apoyo general a la teoría (véase revisión de Kassin, 1979), se
observó una tendencia de la gente a subutilizar la información de consenso. También hay
algunos problemas generales que vale la pena considerar:
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 85
PROCESOS BÁSICOS DE ATRIBUCIÓN
85
• Sólo porque la gente puede utilizar información de coherencia, distintividad y consenso
preempaquetada para atribuir causalidad (el caso de las pruebas experimentales del
modelo de Kelley), esto no significa que lo haga en el curso normal de los eventos.
• Hay evidencia de que la gente, en realidad, es mala para evaluar la covariación de
diferentes eventos (Alloy y Tabachnik, 1984).
• No hay ninguna garantía de que la gente utilice el principio de covariación; puede
atribuir causalidad a la característica más prominente o a cualquier agente causal que
parezca similar al efecto (Nisbett y Ross, 1980).
• Si las personas de hecho atribuyen causalidad sobre la base de covariancia o de correlación, sin duda, son científicos ingenuos (Hilton, 1988): la covariación no es causalidad (véase capítulo 1).
Consistencia
Distintividad
Consenso
Atribución
Descartar
Baja
(buscar una causa
diferente)
Externa
Alta
+ Alta
+ Alta
Alta
+ Baja
+ Baja
atribución
al estímulo
Interna
Figura 3.2
atribución
a la persona
Teoría de la atribución de Kelley
El modelo de covariación de Kelley establece que la gente decide qué atribuciones efectuar después de considerar la
consistencia, la distintividad y el consenso de la conducta de una persona.
Otra desventaja del modelo de covariación es que la información de coherencia, distintividad y consenso requiere muchas observaciones. A veces contamos con esta información: podemos saber que, por cierto, Tom se suele reír casi por cualquier cosa (baja
distintividad), y que otros no encuentran particularmente divertido al comediante (bajo
consenso). Otras veces podemos tener, en el mejor de los casos, información incompleta o
hasta ninguna información de observaciones. ¿Cómo atribuimos causalidad en estas
circunstancias? Para considerar esto, Kelley (1972a) introdujo el concepto de esquemas de
causalidad: creencias, opiniones o preconceptos, construidos a partir de la experiencia,
acerca de cómo ciertas clases de causas interactúan para provocar efectos específicos. Uno
de estos esquemas es que un efecto particular requiere, por lo menos, dos causas (denominado esquema de “múltiples causas necesarias”): por ejemplo, si nos dicen que alguien tuvo
problemas por conducir ebrio decidimos que debe haber consumido cierta cantidad de alcohol y haber estado al mando de un vehículo. Aunque el concepto de esquemas de causalidad sí tiene cierto aval empírico (Kun y Weiner, 1973) y sí ayuda a resolver los problemas
atributivos planteados en el caso de una sola observación, no es aceptado en absoluto de
manera acrítica (Fiedler, 1982).
Esquemas de
causalidad
Creencias basadas en la
experiencia acerca de
cómo ciertos tipos de
causas interactúan para
provocar un efecto.
92523-03.qxd
86
2/16/10
11:03 AM
Page 86
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Extensiones de la teoría de la atribución
Labilidad emocional
Schachter (1964, 1971; Schachter y Singer, 1962) ha sugerido la interesante idea de que las
emociones tienen dos componentes distintos: un estado de activación psicológica, que no
diferencia entre las emociones, y cogniciones, que rotulan la activación y determinan qué
emoción se experimenta. A veces las cogniciones pueden preceder a la activación (p. ej.,
identificar a un perro como un rottweiler puede provocar una emoción que se experimenta
como temor), pero otras veces puede haber un estado de activación que hace que se deban
investigar posibles causas en el ambiente inmediato (véase más sobre afecto y emoción en
el capítulo 2).
Para investigar esta idea de que las emociones pueden de hecho ser lábiles, Schachter
y Singer (1962) llevaron a cabo un experimento, ahora clásico. Se administró a unos estudiantes una inyección de adrenalina o un placebo (solución salina) usado como control.
A continuación se separó el grupo de estudiantes que habían recibido la adrenalina en
3 subgrupos: 1) al que se le informó correctamente que esto causaría síntomas de excitación (p. ej., taquipnea, taquicardia), 2) al que no se les dio ninguna explicación, o 3) al
que se les informó mal que podrían presentar una ligera cefalea y cierto mareo. Después,
todos los participantes aguardaron en una habitación con un compañero y se les hizo
completar cierto papeleo. Para la mitad de los participantes el compañero se comportó
eufóricamente (haciendo payasadas y avioncitos de papel) y para la otra mitad mostró ira
(rompiendo papeles y zapateando).
Schachter y Singer predijeron que los participantes “mal informados” presentarían una
excitación inesperada y buscarían una causa en su ambiente inmediato. La conducta del
compañero actuaría como señal prominente, haciendo que los participantes en el grupo en
que el compañero manifestaba “euforia” se sintieran eufóricos y los que estaban en el grupo
que el compañero estaba “enojado” se sintieran enojados. Las emociones de los otros dos
grupos que habían recibido la adrenalina y las del grupo control no serían afectadas por la
conducta del compañero: los participantes del grupo control no habrían presentado ninguna
excitación y los del grupo “informado” ya tendrían una explicación para su excitación. Los
resultados del experimento avalaron, en gran medida, las predicciones.
Quizá, la implicación más significativa del trabajo de Schachter sea su aplicación terapéutica (Valins y Nisbett, 1972). Si las emociones dependen de qué etiqueta cognitiva se
les asigna, desde la atribución causal a la activación indiferenciada, entonces podría ser
posible, por ejemplo, transformar la depresión en goce mediante una reatribución de la activación. Se ha diseñado un paradigma para investigar esta idea, llamado paradigma de atribución (Valins, 1966). Se alienta a las personas que se sienten ansiosas y mal sobre sí
mismas por problemas internos a atribuir dicha a activación psicológica a factores externos.
Por ejemplo, alguien que es tímido puede ser alentado a atribuir la activación psicológica
asociada con conocer gente nueva a causas ambientales comunes en lugar de atribuirse a
deficiencias de personalidad, y así ya no sentirá timidez. Una serie de experimentos han
empleado este tipo de intervención con cierto éxito (p. ej., Olsen, 1988; Storms y Nisbett,
1970; véanse revisiones críticas de las aplicaciones clínicas de la teoría de la atribución en
Buchanan y Seligman, 1995; Forsterling, 1988).
Sin embargo, el entusiasmo inicial por la labilidad emocional y la aplicación clínica de
la atribución errónea desapareció ante las críticas ulteriores (Reisenzein, 1983):
• Las emociones pueden ser significativamente menos lábiles que lo que se pensó al
principio (Maslach, 1979). Las señales ambientales no son aceptadas tan fácilmente
como bases para inferir emociones por una excitación inexplicable, y como la excitación inexplicable es intrínsecamente desagradable la gente tiene cierta propensión
a asignarle una etiqueta negativa.
• El efecto de la mala atribución parece ser limitado (Parkinson, 1985). Se restringe en
gran medida a las investigaciones de laboratorio, es poco fiable y de corta duración. No
está esclarecido que el efecto sea mediado por un proceso de atribución, y, en cualquier
caso, se restringe a una variedad limitada de estímulos que inducen emociones.
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 87
EXTENSIONES DE LA TEORÍA DE LA ATRIBUCIÓN
87
Teoría de la autopercepción
Una implicación de largo alcance de tratar las emociones como una excitación o activación
etiquetada cognitivamente es que la gente puede realizar atribuciones más generales sobre
su propia conducta. Esta idea ha sido elaborada por Bem (1967, 1972) en su teoría de la
autopercepción, que es una explicación sobre cómo construye la gente su autoconcepto.
Por lo tanto, la tratamos en el capítulo 4, que explora la naturaleza del yo y la identidad.
Teoría de Weiner de la atribución
Las dimensiones atributivas del logro de la tarea son el centro de otra extensión de la teoría de
la atribución, formulada por Weiner (1979, 1985, 1986). Weiner estaba interesado en las causas
y las consecuencias de las clases de atribución efectuadas respecto del éxito o del fracaso en
una tarea: por ejemplo, el éxito o el fracaso en un examen de psicología social. Consideraba
que al realizar una atribución respecto del logro consideramos 3 dimensiones del desempeño:
Teoría de la
autopercepción
Idea de Bem de que
obtenemos conocimientos
sobre nosotros mismos
sólo efectuando
autoatribuciones: por
ejemplo, inferimos
nuestras propias actitudes
de nuestra propia
conducta.
1 Locus: ¿el desempeño es causado por el actor (interno) o por la situación (externo)?
2 Estabilidad: ¿la causa interna o externa es estable o inestable?
3 Controlabilidad: ¿en qué medida el desempeño futuro en la tarea está bajo el control
del actor?
Estas dimensiones producen 8 tipos diferentes de explicación para el rendimiento en la
tarea (véase figura 3.3). Por ejemplo, el fracaso en un examen podría atribuirse a “el entorpecimiento inusual de los demás” (el recuadro superior derecho de la figura 3.3) si el estudiante era inteligente (por lo tanto, el fracaso es externo) y fue perturbado por un estudiante
cercano que estornudaba porque tenía rinitis alérgica (inestable e incontrolable, porque en
futuros exámenes este estudiante podría no estar presente, o uno podría optar por sentarse
lejos del estudiante que estornuda).
El modelo de Weiner es dinámico, pues la gente primero evalúa si alguien ha tenido
éxito o ha fracasado y experimenta, en consecuencia, emociones positivas o negativas.
Después, efectúan una atribución causal sobre el rendimiento, lo que genera emociones
más específicas (p. ej., orgullo por desempeñarse bien debido a la capacidad) y expectativas que influyen en el desempeño futuro.
Interna
Controlable
Incontrolable
Figura 3.3
Externa
Estable
Inestable
Estable
Inestable
Esfuerzo
habitual
Esfuerzo
inusual
Ayuda u
obstaculización
consistente de
otros
Ayuda u
obstaculización
inusual de otros
Capacidad
Estado
de ánimo
Dificultad de
la tarea
Suerte
Atribuciones de logros en función del locus, la estabilidad y la controlabilidad
Las atribuciones sobre el logro en la tarea de alguien son influenciadas por percepciones del locus, la estabilidad y la
controlabilidad del desempeño.
92523-03.qxd
88
2/16/10
11:03 AM
Page 88
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Atribución de logros
¿No es encantadora? ¿Atribuirá
Miss Mundo su nueva corona a su
trabajo duro, su belleza física,
juicios sesgados o quizás a la
suerte?
El modelo de Weiner está bastante bien avalado por experimentos que aportan a los
participantes los resultados del desempeño e información sobre locus, estabilidad y controlabilidad, a menudo en condiciones de un juego de roles (p. ej., de Jong, Koomen y
Mellenbergh, 1988; Frieze y Weiner, 1971). Sin embargo, los críticos han sugerido que la
dimensión controlabilidad puede ser menos importante de lo que se pensó al principio.
También se han preguntado en qué medida la gente, fuera de condiciones controladas de
laboratorio, analiza, en realidad, de esta manera los logros. Más recientemente Weiner
(1995) ha ampliado su modelo para poner énfasis en los juicios de responsabilidad. Sobre
la base de las atribuciones causales, la gente realiza juicios de responsabilidad, y son estos
juicios, no las atribuciones causales en sí mismas, los que influyen en la experiencia afectiva y las reacciones conductuales.
Aplicaciones de la teoría de la atribución
La idea de que la gente necesita hallar la causa de su propia conducta y la causa de la conducta
de los demás a fin de planificar sus propias acciones ha tenido una repercusión significativa
sobre la psicología social. Ya hemos observado algunas maneras en las que se ha aplicado esta
idea: por ejemplo, atribuciones de logros y la reatribución de la activación psicológica como
técnica terapéutica. En esta sección, analizaremos otras dos áreas en las que se han empleado
las ideas de atribución: los estilos atributivos y las relaciones interpersonales.
Diferencias individuales y estilos atributivos
Estilo atributivo
Predisposición de un
individuo (personalidad)
a efectuar cierto tipo de
atribución causal a la
conducta.
La investigación de las diferencias individuales duraderas en los tipos de atribución que
hacen las personas, o su estilo atributivo, ha sido defendida por Rotter (1966), quien considera que las personas difieren respecto del grado de control que sienten que tienen sobre
las recompensas y los castigos que reciben. Los internalistas consideran que tienen un
enorme control personal sobre su destino: las cosas suceden porque ellos hacen que sucedan. Los externalistas son más fatalistas: consideran que tienen escaso control sobre lo que
les sucede; las cosas simplemente ocurren por casualidad, por suerte o por las acciones de
agentes externos poderosos.
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 89
APLICACIONES DE LA TEORÍA DE LA ATRIBUCIÓN
Rotter diseñó una escala de locus de control de 29 ítems, que se ha empleado para relacionar el locus de control con una serie de conductas, como las opiniones políticas, la forma
de manejar los logros, las reacciones ante la enfermedad, etcétera. Un problema de la escala
es que quizás no mida realmente un solo constructo (es decir, una sola dimensión de la
personalidad), sino más bien una serie de creencias relativamente independientes relacionadas con el control (Collins, 1974).
Se han desarrollado otros cuestionarios para medir los estilos atributivos: una tendencia
de los individuos a efectuar determinadas clases de inferencias causales en lugar de otras
en diferentes situaciones y a lo largo del tiempo (Metalsky y Abramson, 1981). De éstos,
el cuestionario de estilos atributivos o ASQ (attributional style questionnaire, Peterson y
cols., 1982; Seligman, Abramson, Semmel y von Baeyer, 1979) es quizás el más conocido.
Mide las clases de explicación que la gente da sobre eventos que causan aversión (es decir,
desagradables) en tres dimensiones: interna/externa, estable/inestable, global/específica. La
dimensión global/específica hace referencia al grado en que una causa tiene una variedad
amplia o reducida de efectos: la “economía” es una explicación global que para algunos
puede ser redundante, mientras que el cierre de una determinada compañía es una explicación específica. Las personas que tienden a considerar los eventos que provocan aversión
como causados por factores internos, estables y globales tienen un “estilo atributivo depresivo”, que puede llevar a la impotencia y la depresión y tener consecuencias adversas para
la salud (Abramson, Seligman y Teasdale, 1978; Crocker, Alloy y Kayne, 1988).
Fletcher y cols. (1986) han elaborado otra escala ligeramente diferente, denominada
escala de complejidad atributiva (ACS, attributional complexity scale), para medir las
diferencias individuales en la complejidad de atribuciones que las personas hacen de los
eventos.
El concepto de estilo atributivo como un rasgo de la personalidad no está exento de
problemas: por ejemplo, el ASQ y el ACS proporcionan sólo evidencia limitada de la
consistencia individual en la atribución causal más allá de la situación (p. ej., Cutrona,
Russell y Jones, 1985). También plantea problemas el importante vínculo entre el estilo
atributivo, la indefensión adquirida y la depresión clínica. Aunque más de 100 estudios
que reclutaron alrededor de 15.000 participantes confirman una correlación promedio de
0,30 entre el estilo atributivo y la depresión (Sweeney, Anderson y Bailey, 1986), esto no
prueba causalidad: es una correlación en la que un factor explica el 9% de la variación
del otro.
Resultan más útiles los estudios diacrónicos que muestran que el estilo atributivo
medido en un momento predice síntomas depresivos en una fecha ulterior (NolenHoeksma, Girgus y Seligman, 1992), pero tampoco en este caso se establece la causalidad.
La causalidad es difícil de probar, porque no es ético inducir una depresión clínica en
contextos experimentales. Sólo nos queda la evidencia experimental de los estudios del
estado de ánimo transitorio, que es un análogo bastante pálido de la depresión. ¿Es correcto
generalizar lo que se siente al desempeñarse bien o mal en una tarea trivial de laboratorio
y extenderlo a una auténtica depresión clínica?
Relaciones interpersonales
Las atribuciones adquieren gran importancia en las relaciones interpersonales (véase capítulo 13), especialmente en las relaciones interpersonales íntimas (p. ej., amistad y matrimonio), en las que las atribuciones son comunicadas para cumplir diversas funciones: por
ejemplo, explicar, justificar o excusar conductas, así como atribuir culpa e infundir culpa
(Hilton, 1990).
Harvey (1987) sugiere que las relaciones interpersonales atraviesan tres fases básicas:
formación, mantenimiento y disolución (véase también modelo de socialización grupal de
Moreland y Levine [1982, 1984] en el capítulo 8). Fincham (1985) explica que durante la
etapa de formación las atribuciones reducen la ambigüedad y facilitan la comunicación y
un entendimiento de la relación. En la fase de mantenimiento, disminuye la necesidad de
efectuar atribuciones, porque se han construido personalidades y relaciones estables. La
fase de disolución se caracteriza por un aumento de las atribuciones a fin de recuperar una
comprensión de la relación.
89
92523-03.qxd
90
2/16/10
11:03 AM
Page 90
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Una característica notable de muchas relaciones interpersonales es el conflicto atributivo (Horai, 1977), en el que las parejas ofrecen interpretaciones causales divergentes de la
conducta y disienten respecto de qué atribuciones adoptar. A menudo las parejas ni siquiera
se ponen de acuerdo en una secuencia causa-efecto; uno dice “me retraigo porque me fastidias”, el otro “te fastidio porque te retraes”. A partir de investigaciones sobre todo de parejas heterosexuales se ha observado que el conflicto atributivo tiene una correlación fuerte
con la insatisfacción respecto de la relación (Kelley, 1979; Orvis, Kelley y Butler, 1979;
Sillars, 1981).
Pero el principal impulso de la investigación se ha concentrado en el rol de las atribuciones en la satisfacción conyugal (p. ej., Finchman y Bradbury, 1991; Fletcher y Thomas,
2000; Noller y Ruzzene, 1991). Un objetivo importante ha sido distinguir entre los cónyuges angustiados y los no angustiados a fin de brindar terapia para las relaciones conyugales disfuncionales. Los estudios de correlación (p. ej., Fincham y O’Leary, 1983;
Holtzworth-Munroe y Jacobson, 1985) revelaron que los cónyuges felizmente casados (o
no angustiados) tienden a darle crédito a sus parejas por un comportamiento positivo y citan
factores internos, estables, globales y controlables para explicarlo. El comportamiento
negativo se explica atribuyéndolo a causas consideradas externas, inestables, específicas e
incontrolables. Las parejas angustiadas se comportan exactamente del modo contrario.
Además parece que, mientras que las mujeres tienden a presentar en forma bastante
continua pensamientos atributivos acerca de la relación, los hombres sólo lo hacen cuando
la relación se vuelve disfuncional. En este aspecto, y a diferencia de la opinión popular, los
hombres pueden ser barómetros más diagnósticos de la disfunción conyugal.
¿La dinámica atributiva provoca relaciones conyugales disfuncionales, o las relaciones
disfuncionales distorsionan la dinámica atributiva? Esta importante pregunta causal ha sido
encarada por Finchman y Bradbury (1987; véase revisión de Hewstone, 1989), quienes
obtuvieron parámetros de atribuciones de responsabilidad, atribuciones causales y de satisfacción conyugal de 39 parejas casadas en dos ocasiones con 10-12 meses de intervalo. Las
atribuciones efectuadas en la primera ocasión predijeron de manera fiable la satisfacción
conyugal a los 10-12 meses, pero sólo para las esposas.
Atribución
de la culpa
En ocasiones, las
parejas no pueden
coincidir en cuál es la
causa y cuál el
efecto. Por ejemplo,
¿los reproches
causan retraimiento
o es al revés?
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 91
SESGOS DE ATRIBUCIÓN
91
Otro estudio longitudinal (aunque sólo de dos meses) confirmó que las atribuciones
tienen, de hecho, una repercusión causal sobre la satisfacción ulterior respecto de la relación (Fletcher, Finchman, Cramer y Heron, 1987). Estudios longitudinales ulteriores, más
extensos y mejor controlados, han replicado estos hallazgos tanto en maridos como en
esposas (Finchman y Bradbury, 1993; Senchak y Leonard, 1993).
Sesgos de atribución
Es evidente que el proceso de atribución está sujeto a sesgos: por ejemplo, puede estar
sesgado por la personalidad, por la dinámica interpersonal o para satisfacer las necesidades
de comunicación. No enfocamos la tarea de atribuir causas para la conducta de una manera
totalmente desapasionada, desinteresada y objetiva, y los propios mecanismos cognitivos
responsables de la atribución pueden estar sujetos a imperfecciones que los vuelven subóptimos.
La evidencia acumulada sobre sesgos y “errores” atributivos ha ocasionado un
cambio de perspectiva. En lugar de considerar a la gente como científicos o hasta especialistas en estadística ingenuos (en cuyo caso los sesgos deberían considerarse, en gran
medida, un fastidio teórico), ahora pensamos en la gente como mezquinos cognitivos o
tácticos motivados (Taylor, 1981, 1988; véase también capítulo 2). Los individuos
emplean atajos cognitivos (estrategias heurísticas) para efectuar atribuciones que, aunque
no siempre son objetivamente correctas, son bastante satisfactorias y adaptativas. A veces
la elección del atajo y la elección de la atribución también pueden ser influenciadas por
motivos personales.
Los sesgos son características totalmente adaptativas de la percepción social común y
cotidiana (Fiske y Taylor, 1991; Nisbett y Ross, 1980; Ross, 1977). En esta sección analizamos algunos de los sesgos atributivos más importantes.
Mezquindad cognitiva
Modelo de cognición
social que sostiene que
la gente utiliza las
cogniciones menos
complejas y exigentes
capaces de producir
conductas generalmente
adaptativas.
Táctico motivado
Sesgo de correspondencia y error fundamental de atribución
Uno de los sesgos de atribución mejor conocido es el sesgo de correspondencia: una
tendencia general de la gente a atribuir indebidamente la conducta a disposiciones de la
personalidad estables subyacentes (Gilbert y Malone, 1995). Este sesgo se denominó originalmente error fundamental de atribución, y las expresiones se suelen emplear como
sinónimos: el cambio de denominación refleja la evidencia acumulada de que este sesgo o
error puede no ser tan “fundamental” como se pensó en primera instancia (véase más
adelante).
El error fundamental de atribución, identificado por primera vez por Ross (1977), hace
referencia a una tendencia de la gente a efectuar atribuciones disposicionales respecto de la
conducta de otros, aun cuando haya causas externas/ambientales claras. Por ejemplo, en el
estudio de Jones y Harris (1967) mencionado antes, los participantes leyeron discursos
sobre Fidel Castro escritos por compañeros suyos. Los discursos eran pro-Castro o antiCastro, y los autores o bien habían elegido libremente escribir el discurso o bien se les
había ordenado que lo hicieran. Cuando mediaba una elección, no era sorprendente que los
participantes pensaran que los que habían escrito un discurso pro-Castro estaban a favor de
Castro, y viceversa: así fue que se produjo una atribución interna disposicional (véase
figura 3.4).
Pero también se efectuó una atribución disposicional cuando los escritores del discurso
habían recibido órdenes de redactarlo. Aunque había evidencia abrumadora de una causa
exclusivamente externa, los participantes parecieron ignorar, en gran medida, esta información y preferir una explicación disposicional: un error fundamental de atribución.
Otros estudios aportan evidencia empírica adicional sobre el error fundamental de atribución (Jones, 1979; Nisbett y Ross, 1980). Por cierto, el error fundamental de atribución,
o sesgo de correspondencia, se ha demostrado reiteradamente tanto dentro como fuera del
laboratorio de psicología social (Gilbert, 1998; Jones, 1990). El sesgo de correspondencia
Modelo de cognición
social que postula que
las personas tienen
múltiples estrategias
cognitivas, entre las que
eligen en función de
objetivos, motivos y
necesidades personales.
Sesgo de
correspondencia
Sesgo general de
atribución en el que la
gente tiene una mayor
tendencia a considerar
que la conducta refleja
(corresponde a)
atributos de
personalidad de base,
estables.
Error fundamental de
atribución
Sesgo de atribuir la
conducta de otro a
causas internas más que
a causas situacionales.
92523-03.qxd
92
2/16/10
11:03 AM
Page 92
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Figura 3.4
Error fundamental de atribución:
atribuir actitudes a los escritores del
discurso sobre la base de su libertad
de elección al escribir el discurso
Pro-Castro 75
Se atribuyó una actitud pro- o anti-Castro
a los estudiantes que eligieron libremente
escribir un discurso pro-Castro o antiCastro. Aunque menos intensa, esta
misma tendencia a atribuir el discurso a
una disposición subyacente (error
fundamental de atribución) prevaleció
cuando los escritores no tenían ninguna
elección y sólo se les había ordenado que
escribieran el discurso.
50
Fuente: basado en datos de Jones y Harris (1967)
Esencialismo
Tendencia dominante a
considerar que la
conducta refleja
propiedades básicas e
inmutables, a menudo
innatas, de las
personas o de los
grupos en los que
aparece tal conducta.
Discurso pro-Castro
Actitud de los escritores
Discurso anti-Castro
Anti-Castro
25
0
Elección
Sin elección
Grado de elección
también puede ser responsable de una serie de tendencias explicativas más generales: por
ejemplo, la tendencia a atribuir indebidamente los accidentes en la carretera al conductor
más que al vehículo o a las condiciones del camino (Barjonet, 1980); y la tendencia de
alguna gente a atribuir la pobreza y el desempleo a la persona más que a las condiciones
sociales (véase más adelante).
Pettigrew (1979) ha sugerido que el error fundamental de atribución puede surgir de una
forma algo diferente en contextos intergrupales, en los que los grupos efectúan atribuciones sobre la conducta endogrupo (dentro del grupo) y exogrupo (fuera del grupo); es lo que
denomina error extremo de atribución (véase más adelante). El sesgo de correspondencia
y el error fundamental de atribución están estrechamente relacionados con otros dos sesgos:
el sesgo de resultados (p. ej., Allison, Mackie y Messick, 1996), en el que la gente asume
que una persona que se comporta de una manera determinada buscaba todos las consecuencias de esa conducta, y el esencialismo (Haslam, Rothschild y Ernst, 1998; Medin y
Ortony, 1989), que considera que la conducta refleja propiedades subyacentes e inmutables,
a menudo innatas, de la gente o de los grupos a los que pertenecen.
El esencialismo puede ser particularmente problemático porque hace que la gente atribuya características estereotípicas negativas a atributos de personalidad esenciales e inmutables de los miembros de ese grupo (p. ej., Bain, Kashima y Haslam, 2006; Haslam,
Bastian, Bian y Kashima, 2006). Por ejemplo, el estereotipo exogrupo de ser despreocupado, liberal y escasamente educado se vuelve más pernicioso si estos atributos se consideran propiedades inmutables, quizás inducidas genéticamente, de los miembros del grupo:
se considera que las personas en sí mismas tienen personalidades que son inmutablemente
holgazanas, inmorales y estúpidas.
Se han propuesto una serie de explicaciones para el error fundamental de atribución:
Foco de atención La conducta del actor atrae más atención que el telón de fondo: su prominencia en la cognición es desproporcionada, sobresale como la figura contra el fondo situacional y, por lo tanto, está causalmente sobrerrepresentada (Taylor y Fiske, 1978). Así, el actor
y la conducta del actor forman lo que Heider (1958) denominó una “unidad causal”. Esta
explicación tiene mucho sentido. Los procedimientos destinados a desviar el foco de atención
del actor y dirigirlo a la situación han mostrado que aumentan la tendencia a efectuar atribuciones situacionales en lugar de disposicionales (p. ej., Rholes y Pryor, 1982). Cuando la
gente en realidad desea averiguar sobre una situación a partir de la conducta de una persona,
se concentra en la situación y es menos probable que salte a una atribución disposicional: el
error fundamental de atribución se anula o se invierte (p. ej., Krull, 1993).
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 93
SESGOS DE ATRIBUCIÓN
93
Olvido diferencial La atribución requiere la representación de la información causal en
la memoria. Hay cierta evidencia de que la gente tiende a olvidar más rápidamente las
causas situacionales que las causas disposicionales, lo que, con el tiempo, produce un
desplazamiento disposicional (p. ej., Moore, Sherrod, Liu y Underwood, 1979; Peterson,
1980). Otros estudios muestran el efecto opuesto (p. ej., Miller y Porter, 1980), y Funder
(1982) ha argumentado que la dirección del desplazamiento depende del foco de procesamiento de la información y se produce inmediatamente después de que se ha atribuido la
conducta.
Factores culturales y de desarrollo Se ha intentado caracterizar el error fundamental de atribución como un resultado automático y universal de la experiencia perceptiva
y de la actividad cognitiva (p. ej., McArthur y Baron, 1983). Sin embargo, este tipo de
enfoque no toma en cuenta factores culturales y de desarrollo significativos (Higgins y
Bargh, 1987; Markus, Kitayama y Heiman, 1996; véase también más adelante y capítulo
16). Por ejemplo, en las culturas occidentales, los niños pequeños explican la acción en
términos situacionales concretos y aprenden a hacer atribuciones disposicionales sólo en
etapas tardías de la infancia (Kassin y Pryor, 1985; White, 1988). Este proceso en sí
mismo puede no ser universal. Miller (1984; véase figura 3.7) informó que los niños
hindúes no pasan a dar explicaciones disposicionales sino a dar explicaciones cada vez
más situacionales. Quizás estos procesos reflejen distintas normas culturales para la
explicación social o diferencias más básicas entre las concepciones occidental y no occidental del yo: el yo occidental autónomo e independiente y el yo no occidental interdependiente (Markus, Kitayama y Heiman, 1996; véanse también capítulos 4 y 16). El error
fundamental de atribución es una característica bastante ubicua y socialmente valorada
de las culturas occidentales (Beauvois y Dubois, 1988; Jellison y Green, 1981), pero es
menos dominante en las culturas no occidentales, aunque está presente (Fletcher y Ward,
1988; Morris y Peng, 1994). El error fundamental de atribución puede no ser tan fundamental como se pensó al principio. En alguna medida, puede ser una manera normativa
de pensar (véase análisis de normas en los capítulos 7 y 8). Ésta es una razón por la que
Gilbert y cols. (p. ej., Gilbert, 1995; Gilbert y Malone, 1995) recomiendan reemplazar la
expresión “error fundamental de atribución” por la expresión, más exacta, “sesgo de
correspondencia”.
Factores lingüísticos Una última observación, bastante interesante, de Nisbett y Ross
(1980) es que el idioma inglés está construido de tal manera que suele ser relativamente
fácil describir una acción y al actor en los mismos términos, pero mucho más difícil describir la situación del mismo modo. Por ejemplo, podemos hablar acerca de una persona
amable u honesta y de una acción amable u honesta, pero no de una situación amable u
honesta. El idioma inglés puede favorecer las explicaciones disposicionales (Brown y Fish,
1983; Semin y Fiedler, 1991).
Efecto actor-observador
Imagine la última vez que un empleado de un negocio fue grosero con usted. Es probable
que usted haya pensado: “¡Qué persona grosera!”. En otras palabras, hizo una atribución
interna a la personalidad perdurable del empleado. En cambio, ¿qué explicación dio la
última vez que usted le contestó bruscamente alguien? Probablemente no en términos de su
personalidad sino por factores externos, como la presión por la falta de tiempo o el estrés.
El efecto actor-observador (o efecto yo-otro) es, en realidad, una extensión del error
fundamental de atribución. Hace referencia a la tendencia de la gente a atribuir a factores
diposicionales internos la conducta de los otros y a factores ambientales externos la propia
(Jones y Nisbett, 1972). Veinte años de investigación han aportado evidencia sustancial de
este efecto (Watson, 1982) y algunas extensiones y calificaciones. Por ejemplo, no sólo
tendemos a atribuir de manera más disposicional la conducta de los otros que nuestra propia
conducta, sino que también tendemos a considerar que su conducta es más estable y predecible que la propia (Baxter y Goldberg, 1988).
Efecto
actor-observador
Tendencia a atribuir
nuestras propias
conductas a factores
externos y las
conductas de otros a
factores internos.
92523-03.qxd
94
2/16/10
11:03 AM
Page 94
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Una serie de factores pueden influir en el efecto actor-observador. La gente tiende a
hacer más atribuciones disposicionales para la conducta socialmente conveniente que
para la inconveniente, sin importar quién sea el actor (p. ej., Taylor y Koivumaki, 1976),
y los actores tienden a ser más disposicionales al atribuir conductas positivas y más situacionales al atribuir conductas negativas que los observadores (p. ej., Chen, Yates y
McGinnies, 1988).
El efecto actor-observador se puede invertir si el actor sabe que su conducta es causada
por una disposición. Por ejemplo, usted puede “adoptar” un puercoespín herido completamente conciente de que tiene cierta debilidad por los animales heridos y que ha hecho esta
clase de cosas en el pasado (Monson y Hesley, 1982). Por último, el efecto actor-observador puede ser abolido o revertido si se insta al actor a tomar el rol del observador respecto
de la conducta que va a ser atribuida y al observador el rol de actor. En estas circunstancias, el actor se vuelve más disposicional y el observador más situacional (p. ej., Frank y
Gilovich, 1989).
Hay 2 explicaciones principales del efecto actor-observador:
1 Foco perceptivo. Esta explicación es casi idéntica a la del “foco de atención” para el
error fundamental de atribución (véase antes). Para el observador, el actor y la
conducta del actor son llamativos contra el telón de fondo de la situación. En cambio,
el actor no se puede “ver” a sí mismo comportándose, de manera que la situación de
fondo asume el rol de una figura contra el telón de fondo del yo. El actor y el observador tienen perspectivas diferentes (bastante literalmente) sobre la conducta y por lo
tanto la explican de distintas maneras (Storms, 1973). De hecho, la prominencia
perceptiva sí parece desempeñar un papel importante en la explicación causal. Por
ejemplo, McArthur y Post (1977) informaron que los observadores tendían a hacer
atribuciones más disposicionales para la conducta de un actor cuando éste estaba
intensamente iluminado que cuando la iluminación era tenue.
2 Diferencias de información. Otra razón por la que los actores tienden a efectuar atribuciones externas y los observadores internas es que los actores tienen mucha información sobre la que basar su manera de comportarse en otras circunstancias. En
realidad pueden saber que se comportan de modos muy diferentes en distintos
contextos y, por ende, tienden a considerar, con bastante exactitud, que su conducta
se encuentra bajo control situacional. Los observadores no tienen acceso a esta información autobiográfica. Simplemente tienden a ver que el actor se comporta de cierta
manera en un contexto o en un número limitado de contextos y no tienen información acerca de cómo lo hace en otros contextos. Por lo tanto, no es una presunción
irrazonable efectuar una atribución disposicional. Esta explicación, sugerida por
primera vez por Jones y Nisbett (1972), sí tiene cierto aval empírico (Eisen, 1979;
White y Younger, 1988).
Efecto del falso consenso
Efecto del falso
consenso
Consideración de que
nuestra conducta es
más típica de lo que en
realidad es.
Kelley (1972b) identificó la información de consenso como uno de los 3 tipos de información que la gente empleaba para hacer atribuciones acerca de la conducta de los otros
(véase antes). Una de las primeras grietas del modelo de atribución del científico ingenuo
fue el descubrimiento de McArthur (1972) de que los que efectuaban atribuciones, de
hecho, subutilizaban, o incluso ignoraban, la información de consenso (Kassin, 1979).
Con posterioridad, se hizo evidente que las personas no ignoran la información de
consenso, sino que más bien aportan la suya propia. La gente ve su propia conducta como
típica y asume que, en circunstancias similares, otros se comportarían de la misma
manera. Ross, Greene y House (1977) demostraron por primera vez este efecto del falso
consenso. Les preguntaron a estudiantes si aceptarían caminar por el campo de la universidad durante 30 minutos utilizando un cartelón que llevara la publicidad “Coma en lo de
Joe”. Los que aceptaron estimaron que el 62% de sus compañeros también lo habrían
hecho, mientras que los que se negaron estimaron que el 67% de sus compañeros
tampoco habrían aceptado.
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 95
SESGOS DE ATRIBUCIÓN
95
Hay más de 100 estudios que atestiguan la solidez del efecto del falso consenso (Marks
y Miller, 1987; Mullen y cols., 1985; Wetzel y Walton, 1985). Éste puede tener muchas
causas. Como las personas tienden a buscar la compañía de otras similares, quizás simplemente encuentran más individuos similares a ellas mismas que distintos, por lo que su
consenso es mayor. Otra posibilidad es que nuestras propias opiniones tiendan a ser tan
prominentes que desplazan la consideración de alternativas y, por ende, cualquier comparación que aporte una estimación más exacta del consenso. Una tercera posibilidad es que
justifiquemos subjetivamente la corrección de nuestras opiniones y acciones basándolas en
un consenso exagerado. Esto indica la importante posibilidad de que el falso consenso sea
un mecanismo para mantener una percepción estable de la realidad: realidad basada en el
consenso.
La investigación de los factores que influyen en el efecto del falso consenso señala que
el efecto es mayor para las creencias más importantes y que nos interesan mucho (p. ej.,
Granberg, 1987) y para las creencias sobre las que estamos muy seguros (p. ej., Marks y
Miller, 1985). La amenaza externa, las cualidades positivas, la similitud percibida con otros
y la condición de grupo minoritario también aumentan las percepciones de consenso (p. ej.,
Sanders y Mullen, 1983; Sherman, Presson y Chassin, 1984; van der Pligt, 1984).
Efecto del falso
consenso
Esta bañista del
Ártico a mediados de
invierno descubre un
sesgo de atribución
importante. ¿Quién
más nadaría aquí
antes del desayuno?
Sesgos de autoservicio o por interés personal
Hay una serie de sesgos que son bastante claramente de autoservicio o por interés personal, porque parecen proteger o aumentar la autoevaluación (véase capítulo 4). La gente
tiende a atribuir a razones internas y a asumir el crédito por sus éxitos (o sesgo de automejoramiento), o a atribuir a razones externas y a negar la responsabilidad por sus fracasos
(sesgo de autoprotección). Éste es un efecto fuerte que se ha observado en muchas culturas
diferentes (Fletcher y Ward, 1988). Aunque las explicaciones iniciales sobre el éxito y el
fracaso pueden ser relativamente humildes, las atribuciones disposicionales respecto del
éxito y las situacionales respecto del fracaso se tornan más pronunciadas con el tiempo
(Burger, 1986). En general los sesgos de automejoramiento son más comunes que los de
autoprotección (Miller y Ross, 1975), pero esto se puede deber, en parte, a que la gente con
baja autoesima no tiende a protegerse atribuyendo a razones externas sus fracasos; más
bien, los atribuyen a razones internas (Campbell y Fairey, 1985).
92523-03.qxd
96
2/16/10
11:03 AM
Page 96
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Sesgos de
autoservicio o por
interés personal
Distorsiones de
atribución que protegen
o mejoran la autoestima
o el concepto de uno
mismo.
Autoanticipación de
mal desempeño
(self-handicapping)
Hacer públicamente
atribuciones externas
por adelantado sobre
nuestro previsto
fracaso o mal
desempeño en un
evento venidero.
Ilusión de control
Creencia de que
tenemos más control
sobre nuestro mundo
del que en realidad
tenemos.
Los sesgos de autoservicio o por interés personal sirven sin duda al yo (Snyder,
Stephan y Rosenfield, 1978). Sin embargo, Miller y Ross (1975) sugieren que también
puede haber un componente cognitivo, especialmente para el aspecto del automejoramiento. En general las personas esperan triunfar y, por ende, aceptan la responsabilidad por
el éxito. Si se esfuerzan mucho por triunfar, correlacionan el éxito con su propio esfuerzo
y suelen exagerar el grado de control que tienen sobre desempeños exitosos. En conjunto,
estos factores cognitivos podrían alentar la atribución interna del éxito. De todos modos,
parece probable que, en general, intervengan factores tanto cognitivos como motivadores
(Anderson y Slusher, 1986; Tetlock y Levi, 1982), difíciles de separar entre sí (Tetlock y
Manstead, 1985; Zuckerman, 1979).
Los sesgos de autoservicio tienen una serie de otras ramificaciones. Los esfuerzos de
autopresentación puede influir en el grado en que la gente asume públicamente el crédito
por el éxito (a menudo, la modestia puede impedir el automejoramiento) o niega la responsabilidad del fracaso (los hechos pueden hacer que los intentos de autoprotección sean
embarazosamente transparentes) (p. ej., Schlenker, Weingold y Hallam, 1990). Riess,
Rosenfield, Melburg y Tedeschi (1981) investigaron esta idea y observaron que los esfuerzos de autopresentación debilitaban, pero no abolían, los sesgos de autoservicio o por interés personal.
También hay evidencia de un sesgo de autoservicio anticipatorio, en el que la gente que
prevé el fracaso hace deliberada y públicamente atribuciones externas antes del evento.
Berglas (1987) ha denominado a esto autoanticipación de mal desempeño (self-handicapping) (véase recuadro 3.1 y figura 3.5).
Otro fenómeno de atribución por interés personal o de autoservicio es la atribución de
la responsabilidad (Weiner, 1995), que se ve influenciada por un sesgo de resultados
(Allison, Mackie y Messick, 1996). La gente tiende a atribuir mayor responsabilidad a
alguien que participa en un accidente con consecuencias importantes que con consecuencias menores (Burger, 1981; Walster, 1966). Por ejemplo, atribuiríamos mayor responsabilidad al capitán de un buque cisterna que derrama millones de litros de petróleo que al
capitán de un pequeño barco que derrama sólo unos pocos litros, aunque el grado de
responsabilidad puede, en realidad, ser el mismo.
Este efecto puede formar parte de una tendencia general a aferrarse a una ilusión de
control (Langer, 1975) al creer en un mundo justo (Furnham, 2003; Lerner, 1977). A la
gente le agrada pensar que las cosas malas le suceden a la “gente mala” y las cosas buenas
a la “gente buena” (es decir, las personas obtienen lo que merecen), y que la gente tiene
control sobre los resultados. Este patrón de atribuciones hace que el mundo parezca un
lugar controlable y seguro, en el que podemos determinar nuestro propio destino.
Nuevas investigaciones 3.1
Autoanticipación de mal desempeño
(self-handicapping): explicación de su
fracaso
Imagine que está aguardando para rendir un examen de
un tema que le resulta difícil y que prevé que no aprobará. Usted bien podría asegurarse de que tanta gente
como sea posible sepa que no ha repasado, que en realidad no le interesa el tema y que, por si fuera poco, tiene
una terrible resaca. Así, su fracaso ulterior será atribuido
a razones externas sin que parezca que usted busca excusas para explicarlo. Berglas (1987) llamó a esto autoanticipación de mal desempeño (self-handicapping).
Para investigar el fenómeno, Berglas y Jones (1978)
les pidieron a los participantes que intentaran resol-
ver algunos problemas que eran solubles o insolubles. Se les dijo que lo habían hecho muy bien y,
antes de continuar con una segunda tarea de resolución de problemas, se les permitió que eligieran tomar un fármaco llamado Actavil, que mejoraría
ostensiblemente su funcionamiento y rendimiento
intelectual, o Pandocrin, que ejercería el efecto
opuesto. Como se predijo, los participantes que
habían tenido éxito con los problemas solubles
confiaron en su capacidad y, por ende, eligieron
Actavil para mejorar aún más (véase figura 3.5). Los
que habían tenido éxito con los problemas insolubles
atribuyeron su rendimiento a la suerte y eligieron
Pandocrin para poder explicar con mayor facilidad el
fracaso previsto en la segunda tarea.
Fuente: basado en datos de Berglas y Jones (1978)
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 97
ATRIBUCIÓN INTERGRUPAL
97
Porcentaje de sujetos que eligieron cada fármaco
Figura 3.5
100
Actavil: mejora el rendimiento
Pandocrin: diminuye el rendimiento
75
50
25
0
Soluble
Insoluble
Tipo de problema con el que se trabajó
Autoanticipación de mal desempeño
(self-handicapping): elección del fármaco en
función de la resolución del problema
Los participantes que se habían desempeñado bien en
un problema soluble podrían atribuir su desempeño a
cuestiones internas (p. ej., a su capacidad);
anticipando un desempeño igual de bueno en una
segunda tarea similar, eligen un fármaco que mejora
el rendimiento, Actavil, en lugar de uno que
disminuye el rendimiento, Pandocrin. Los participantes
que se habían desempeñado bien en un problema
insoluble podrían atribuir su desempeño a cuestiones
externas (p. ej., a la suerte); escasaza que tienen
pocas esperanzas de un desempeño equivalente en la
segunda tarea, eligieron el fármaco que disminuye el
desempeño, como opción de autoanticipación de mal
desempeño.
Fuente: basado en datos de Bergas y Jones (1978)
La creencia en un mundo justo puede generar un patrón general de atribución en el
que las víctimas son consideradas responsables de sus desgracias: pobreza, opresión, tragedia e injusticia suceden porque las víctimas las merecen. Los ejemplos de la hipótesis de
un mundo justo en acción son conceptos tales como que los desempleados son responsables de no tener trabajo y que las víctimas de violación son responsables de la violencia
ejercida contra ellas. Otro ejemplo es la creencia, sostenida por cierta gente, de que los seis
millones de víctimas judías del Holocausto fueron responsables de su propio destino: que
se lo merecían (Davidowicz, 1975).
La creencia en un mundo justo también puede ser responsable de la autoculpa. Las
víctimas de eventos traumáticos, como el incesto, las enfermedades debilitantes, las violaciones y otras formas de violencia, pueden experimentar una sensación intensa de que el
mundo ya no es estable, lleno de significado, controlable ni justo. Una manera de reinstalar una ilusión de control es, irónicamente, asumir cierta responsabilidad por el evento
(Miller y Porter, 1983).
Creencia en un
mundo justo
Creencia de que el
mundo es un lugar justo
y predecible donde le
suceden cosas buenas
a la “gente buena” y
cosas malas a la “gente
mala”.
Atribución intergrupal
Las teorías de la atribución se ocupan, sobre todo, de cómo la gente realiza atribuciones
disposicionales o situacionales respecto de su propia conducta y de la de los demás, y de
las clases de sesgos que aparecen en este proceso. La perspectiva está muy atada a las relaciones interpersonales: las personas, como individuos únicos, hacen atribuciones sobre su
propia conducta o sobre la conducta de otros individuos únicos. Sin embargo, hay otro
contexto atributivo –las relaciones intergrupales– donde los individuos como miembros de
un grupo hacen atribuciones respecto de la conducta de ellos mismos como miembros del
grupo y de otros como miembros del grupo o fuera del grupo (Deschamps, 1983;
Hewstone, 1989; Hewstone y Jaspars, 1982, 1984).
Abundan los ejemplos de atribuciones intergrupales. Uno es la atribución de los
problemas económicos a grupos minoritarios (p. ej., inmigrantes de Europa oriental en
Gran Bretaña, Gastarbeiter [trabajadores invitados] en Alemania). Otro es la explicación
de la conducta en términos de propiedades estereotípicas del grupo de pertenencia: por
Atribuciones
intergrupales
Asignaciones de la
causa de nuestra
propia conducta o la de
la conducta de otros a
la pertenencia al grupo.
92523-03.qxd
98
2/16/10
11:03 AM
Page 98
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
ejemplo, atribuciones sobre el desempeño compatibles con estereotipos sexuales (Deaux,
1984) o estereotipos raciales (Steele, Spencer y Aronson, 2002).
La primera afirmación que se puede hacer acerca de las atribuciones intergrupales es
una extensión del sesgo de autoservicio o por interés personal mencionado antes. Las atribuciones intergrupales se caracterizan por el etnocentrismo o un sesgo en interés del
Etnocentrismo
Preferencia evaluativa
grupo, según el cual las conductas socialmente convenientes (positivas) de los miembros
para todos los aspectos del grupo y las socialmente inconvenientes (negativas) de los que no son miembros del
de nuestro propio grupo grupo (exogrupo) se deben a disposiciones de origen interno, y que las conductas negativas
en relación con otros
del grupo y las positivas del exogrupo se deben a factores situacionales externos (Hewstone
grupos.
y Jaspars, 1982; Hewstone, 1989, 1990). Este efecto prevalece más en las culturas occidentales que en las no occidentales (Fletcher y Ward, 1988). Es común en contextos de deportes de equipo, donde el éxito del propio equipo se atribuye a aptitudes internas estables
más que al esfuerzo, la suerte o la dificultad de la tarea; este sesgo de mejoramiento del
grupo es más fuerte y más consistente que el sesgo correspondiente de protección del grupo
(Mullen y Riordan, 1988; Miller y Ross, 1975).
Pettigrew (1979) ha descrito un sesgo relacionado llamado error extremo de atribución:
Error extremo de
una extensión del error fundamental de atribución de Ross (1977) en el dominio de las atriatribución
Tendencia a atribuir el
buciones sobre la conducta del exogrupo. Pettigrew sostuvo que la conducta negativa del
mal comportamiento del exogrupo tiene una atribución disposicional y la conducta positiva del exogrupo tienen razolos que no son miembros nes externas o se justifica de otras maneras que preservan nuestra imagen desfavorable del
del grupo (exogrupo) y
exogrupo. El error extremo de atribución hace referencia a atribuciones efectuadas sólo para
buen comportamiento
las conductas del exogrupo, mientras que las perspectivas intergrupales más amplias considedel grupo (endogrupo) a
ran también las atribuciones sobre el grupo propio.
factores internos, y el
Taylor y Jaggi (1974) llevaron a cabo uno de los primeros estudios de atribuciones
buen comportamiento
intergrupales
en el sur de la India, con un fondo de conflicto intergrupal entre hindúes
del exogrupo y mal
y
musulmanes.
Los participantes hindúes leían viñetas que describían acciones socialcomportamiento del
mente convenientes de hindúes o musulmanes (p. ej., ofrecer refugio en caso de lluvia)
endogrupo a factores
o socialmente inconvenientes (p. ej., negar refugio) hacia ellos, y después elegían una
externos.
de una serie de explicaciones sobre la conducta. Los resultados fueron los previstos. Los
Conducta
contraestereotípica
¡Vamos, Boris! En
ocasiones, la conducta
del ex presidente iba
en contra de lo que el
pueblo ruso esperaba
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 99
ATRIBUCIÓN INTERGRUPAL
participantes hindúes efectuaron más atribuciones internas para los actos socialmente
convenientes que para los socialmente inconvenientes de los hindúes (endogrupo). Esta
diferencia desapareció cuando los hindúes efectuaron atribuciones respecto de los
musulmanes (exogrupo).
Hewstone y Ward (1985) efectuaron un seguimiento más completo y sistemático, con
malayos y chinos en Malasia y Singapur. Los participantes realizaron atribuciones resumidas internas o externas para conductas convenientes o inconvenientes de malayos o de
chinos. En Malasia, los malayos mostraron un claro sesgo de atribución etnocéntrica: atribuyeron más a factores internos un acto positivo de un malayo que un acto similar de un
chino y atribuyeron menos a factores internos un acto negativo de un malayo que un acto
similar de un chino (véase figura 3.6). El efecto de mejoramiento del endogrupo fue mucho
más intenso que el efecto de menoscabo del exogrupo. Los participantes chinos no mostraron sesgo etnocéntrico; en cambio, presentaron una tendencia a hacer atribuciones similares a las efectuadas por los malayos. En Singapur, el único efecto significativo fue que los
malayos hicieron atribuciones internas para actos positivos de malayos.
Hewstone y Ward explican estos resultados en términos del carácter de las relaciones
intergrupales en Malasia y Singapur. En Malasia, los malayos son claramente el grupo
mayoritario y los chinos una minoría étnica. Más aún, las relaciones entre los dos grupos
eran tensas y relativamente conflictivas en esa época, y Malasia impulsaba una política de
asimilación étnica. En general tanto los malayos como los chinos compartían un estereotipo desfavorable de los chinos y un estereotipo favorable de los malayos. En cambio,
Proporción de atribuciones internas
1,00
Acto negativo
99
Estereotipo
Imagen de evaluación
ampliamente compartida
y simplificada de un
grupo social y sus
miembros.
Acto positivo
En Malasia
En Singapur
0,80
0,60
0,40
0,20
°°°°0
Objetivo: chino
Participante:
malayo
CHINO
chino
malayo
MALAYO
chino
malayo
CHINO
chino malayo
MALAYO
Etnia de los objetivos y los participantes
Figura 3.6
Atribución interna de actos positivos y negativos por malayos o chinos en función de la
etnia de quien atribuye
Los malayos mostraron un sesgo atributivo etnocéntrico en el que un acto positivo por razones internas era atribuido
más a un malayo que a un chino, y un acto negativo por razones externas era atribuido menos a un malayo que a un
chino: el efecto fue más pronunciado en Malasia, donde los malayos son el grupo dominante y los chinos la minoría
étnica, que en Singapur. Los chinos no mostraron un sesgo atributivo etnocéntrico.
Fuente: basado en datos de Hewstone y Ward (1985)
92523-03.qxd
100
2/16/10
11:03 AM
Page 100
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Nivel de análisis
(o explicación)
Tipos de concepto,
mecanismos y lenguaje
utilizados para explicar
un fenómeno.
Teoría de la
identidad social
Teoría sobre la
pertenencia a grupos y
las relaciones
intergrupales basada
en la
autocategorización, la
comparación social y la
construcción de una
autodefinición
compartida en términos
de propiedades que
definen al endogrupo.
Singapur es más tolerante desde el punto de vista étnico. Los chinos son mayoría, y los
estereotipos étnicos son notoriamente menos pronunciados.
La implicación importante de este análisis es que la atribución etnocéntrica no es una
tendencia universal que refleja cognición asocial; más bien, depende de la dinámica intergrupal en un contexto sociohistórico. Las clases de atribución que los miembros del grupo
hacen acerca de la conducta del endogrupo y del exogrupo son influenciadas por el carácter de la relación entre los grupos.
Esto es compatible con el argumento de Hewstone (1989) de que un análisis correcto
de la atribución, descrita más exactamente como explicación social, requiere una articulación cuidadosa (es decir, integración o conexión teórica) de diferentes niveles de análisis
(o explicación) (véase Doise, 1986; véase también capítulo 1). En otras palabras, necesitamos saber cómo los procesos cognitivos individuales, las interacciones interpersonales, la
dinámica del grupo de pertenencia y las relaciones intergrupales influyen, son influenciadas y se interrelacionan entre sí.
Hay más evidencia sobre las atribuciones intergrupales etnocéntricas que viene de estudios de actitudes interraciales en contextos educativos de los Estados Unidos (Duncan,
1976; Stepahn, 1977), de estudios de relaciones interétnicas entre israelíes y árabes
(Rosenberg y Wolfsfeld, 1977) y entre hindúes y musulmanes en Bangladesh (Islam y
Hewstone, 1993), y de estudios de atribuciones de éxito y de fracaso basadas en raza,
género y clase social (Deaux y Emswiller, 1974; Feather y Simon, 1975; Greenberg y
Rosenfield, 1979; Hewstone, Jaspars y Lalljee, 1982).
Más recientemente Mackie y Ahn (1998) observaron que el sesgo de resultados, la
presunción de que los resultados de la conducta fueron buscados por la persona que eligió
la conducta, es afectado por la condición de miembro del grupo o no del actor y por la
conveniencia o no del resultado. Mackie y Ahn observaron que había un sesgo de resultados en el caso de un miembro endogrupo y un resultado conveniente, pero no cuando el
resultado era inconveniente.
Hay por lo menos dos procesos que pueden explicar las atribuciones intergrupales etnocéntricas. El primero es de tipo cognitivo. La categorización social genera expectativas
congruentes con la categoría en forma de previsiones (Deaux, 1976), esquemas (p. ej.,
Fiske y Taylor, 1991) o prototipos o estereotipos grupales (p. ej., Hogg y Abrams, 1988;
Turner y cols., 1987; véase capítulo 11).
La investigación indica que la conducta compatible con el estereotipo o con la expectativa es atribuida a factores internos estables, mientras que la conducta incompatible con la
expectativa es atribuida a factores inestables o situacionales (p. ej., Bell, Wicklund, Manko
y Larkin, 1976; Rosenfield y Stephan, 1977). Cuando la gente explica la conducta que
confirma la expectativa, puede simplemente fiarse de disposiciones implícitas de un estereotipo, sin molestarse en hacer un esfuerzo cognitivo por considerar otros factores (Kulik,
1983; Pyszczynski y Greenberg, 1981).
El segundo proceso involucrado en las atribuciones intergrupales es la necesidad de la
gente de obtener autoestima basada en el grupo de pertenencia a partir de comparaciones
intergrupales. La teoría de la identidad social describe este proceso (p. ej., Tajfel y Turner,
1979; también Hogg y Abrams, 1988; véase capítulo 11). Como la gente deriva su identidad social de los grupos a los que pertenece (una descripción y evaluación de sí misma en
función de las características que definen al grupo), tiene un gran interés en mantener u
obtener un perfil intergrupal que sea más positivo que el de otros grupos relevantes. El
sesgo de atribución etnocéntrico satisface con bastante claridad este objetivo: atribuye a
motivos las cosas buenas acerca del grupo y las cosas malas acerca de los que no pertenecen al grupo (exogrupo), y atribuye a motivos externos las cosas malas acerca del grupo y
las cosas buenas acerca del exogrupo.
Atribución y estereotipación
Los procesos de atribución que operan en la sociedad en un contexto intergrupal bien
pueden desempeñar un papel importante en modelar el perfil y la dominancia de determinados estereotipos. La estereotipación no sólo es una actividad cognitiva individual (véase
capítulo 2); también puede cumplir funciones de defensa del yo (hacer que uno se sienta
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 101
CONOCIMIENTO SOCIAL Y ATRIBUCIONES A LA SOCIEDAD
101
bien en contraste con los otros) y funciones sociales (permitir que uno se adapte a los
conceptos del mundo de otra gente) (Snyder y Miene, 1994).
Según Tajfel (1981a), los grupos sociales pueden activar o acentuar estereotipos existentes para atribuir eventos angustiantes de gran escala a las acciones de exogrupos específicos, es decir, chivos expiatorios. Por ejemplo, durante la década de los treinta en
Alemania, los judíos fueron culpados por la crisis económica de la época. Fue conveniente
activar el estereotipo de “judío mezquino” para explicar en términos simplistas la falta de
dinero: no hay dinero porque los judíos lo están acaparando. Asimismo, se pueden elaborar estereotipos para justificar acciones cometidas o planificadas contra un exogrupo. Por
ejemplo, un grupo podría desarrollar un estereotipo de un exogrupo y caracterizarlo como
mentalmente lento, simple, holgazán e incompetente para explicar o justificar la explotación económica y social de ese grupo.
Conocimiento social y atribuciones a la sociedad
La gente no se despierta cada mañana y reconstruye causalmente su mundo de nuevo. En
general nos basamos en guiones causales bien aprendidos (Abelson, 1981) y en esquemas
de causalidad generales unidos a etiquetas situacionales, de personalidad y del grupo al
que pertenecemos. Nos detenemos, pensamos y efectuamos atribuciones causales sólo
cuando los eventos son inesperados o incompatibles con las expectativas (p. ej., Hastie,
1984; Langer, 1978; Pyszczynski y Greenberg, 1981), cuando estamos de mal humor
(Bohner, Bless, Schwartz y Strack, 1988), cuando sentimos falta de control (Liu y Steele,
1986) o cuando las atribuciones son ocasionadas por objetivos coloquiales: por ejemplo,
cuando deseamos ofrecer una explicación o justificación particular de una conducta a
alguien con quien estamos conversando (Hewstone y Antaki, 1988; Lalljee, 1981; Tetlock,
1983). En general nos basamos en un caudal de conocimientos culturales adquiridos y ricamente refinados que explican automáticamente lo que está sucediendo alrededor de nosotros. Este conocimiento reside en creencias u opiniones culturales, estereotipos sociales,
ideologías colectivas y representaciones sociales (véase recuadro 3.2).
La vida real 3.2
Una costumbre muy extraña: el
contexto cultural en la atribución causal
Gün Semin cuenta una historia ficticia acerca de un
aborigen brasileño que visita Río de Janeiro y luego
regresa a su tribu de la selva amazónica (Semin, 1980,
p. 292).
En determinados días más personas de las que
ustedes han visto en toda su vida llegan a este
enorme sitio de adoración, una choza abierta de la
que nunca se imaginarían el tamaño. Llegan gritando, cantando, con símbolos de sus dioses, y,
una vez que todos están reunidos, los gritos alejan
a todos los espíritus extraños. Después, a la hora
establecida, llegan los sacerdotes con vestimentas
coloridas, y los cánticos se elevan a gritos de guerra
hasta que llegan tres sumos sacerdotes, vestidos de
Esquemas de
causalidad
Creencias basadas en
la experiencia acerca
de cómo ciertos tipos
de causa interactúan
para provocar un
efecto.
negro. Todos los sacerdotes que estaban corriendo
alrededor con objetos sagrados redondos los abandonan, y, a la orden de los sumos sacerdotes, comienza la ceremonia religiosa. Después, cuando el
sumo sacerdote jefe emite un sonido agudo, todos
corren detrás del único objeto sagrado que queda,
sólo para patearlo lejos cuando lo alcanzan.
Siempre que el objeto sagrado atraviesa una de las
dos puertas y golpea la red sagrada, los seguidores
religiosos comienzan a gritar, clamando a los cielos,
y la mitad de los sacerdotes se embarcan en un
festejo frenético hasta que el sumo sacerdote principal sopla el silbato.
Por supuesto, ésta es una descripción de un partido
de fútbol de alguien que no conoce el propósito ni las
reglas del juego. Ilustra un punto importante. Para que
las explicaciones causales sean significativas, deben
formar parte de un marco interpretativo general muy
complejo, que representa nuestro conocimiento cultural socialmente adquirido.
92523-03.qxd
102
2/16/10
11:03 AM
Page 102
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Representaciones sociales
Representaciones
sociales
La teoría de Moscovici de las representaciones sociales describe una manera en la que el
conocimiento cultural sobre las causas de las cosas se puede construir y transmitir (p. ej.,
Explicaciones elaboradas Farr y Moscovici, 1984; Lorenzi-Cioldi y Clémence, 2001; Moscovici, 1961, 1981, 1988;
colectivamente de
Purkhardt, 1995). (Véase análisis de la relación entre representaciones sociales y actitudes
fenómenos no familiares en el capítulo 5.) Las representaciones sociales son comprensiones consensuales compartiy complejos, que los
das por los miembros de un grupo. Emergen a través de la comunicación cotidiana infortransforman en una
mal. Transforman lo poco familiar y complejo en familiar y simple, y así brindan un marco
forma familiar y simple.
de trabajo para interpretar nuestras experiencias.
Un individuo o un grupo de interés especializado proporciona una explicación técnica
sofisticada, no obvia, de un fenómeno común (p. ej., explicar la enfermedad mental en
términos de factores biológicos o sociales en lugar de fuerzas espirituales). Esto atrae la
atención pública y se torna ampliamente compartido y generalizado (es decir, simplificado,
distorsionado y ritualizado) a través de la discusión informal entre legos. Ahora, es una
representación social: una explicación de sentido común aceptada, incuestionable, que
tiende a hacer caer alternativas y se convierte en ortodoxia.
La formulación original de Moscovici se enfocó en el desarrollo de la teoría del psicoanálisis, pero es igual de aplicable a otras teorías formales y fenómenos que han sido transformados para convertirse en parte de la conciencia popular: por ejemplo, la teoría de la
evolución, la teoría de la relatividad, teorías dietéticas y de la salud, la economía marxista
y el sida. La teoría de las representaciones sociales ha recibido algunas críticas, a menudo
por la manera bastante imprecisa en la que está formulada (p. ej., Augoustinos e Innes,
1990). No obstante, sí sugiere una manera en la que la interacción social común en la sociedad construye las teorías causales de sentido común o “ingenuas” (legas) que son ampliamente usadas para explicar eventos (Heider, 1958).
Una fuente de crítica es que siempre ha sido difícil analizar cuantitativamente las representaciones sociales. Sin embargo, se han dado algunos pasos hacia el desarrollo de técnicas cuantitativas apropiadas (Doise, Clémence y Lorenzi-Cioldi, 1993). Además,
Breakwell y Canter (1993) han reunido una colección de capítulos que describen en términos concretos las diversas maneras en que diferentes investigadores han enfocado la medición de las representaciones sociales. Estos métodos incluyen análisis cualitativos y
cuantitativos de entrevistas, cuestionarios, datos observacionales y material de archivo. Un
buen ejemplo de este pluralismo metodológico es la descripción clásica de Jodelet (1991)
de las representaciones sociales de la enfermedad mental en la pequeña comunidad francesa de Ainay-le-Chateau, en la que se emplearon cuestionarios, entrevistas y observación
etnográfica.
Las representaciones sociales, como las normas (véanse capítulos 7 y 8), tienden a estar
basadas en grupos y difieren entre los distintos grupos, de manera tal que la conducta intergrupal a menudo puede girar alrededor de un conflicto de representaciones sociales
(Lorenzi-Cioldi y Clémence, 2001). Por ejemplo, en los países occidentales, las actitudes y
las conductas que promueven modos de vida saludables se asocian positivamente con el
estatus social, y los mensajes de promoción de la salud tienden a emanar de grupos de
profesionales de clase media (Salovey, Rothman y Rodin, 1998). Un análisis de representaciones sociales indica que estos mensajes son relativamente ineficaces para promover
modos de vida saludables en personas que no pertenecen a la clase media, porque son
incompatibles con el marco de representación más amplio de una buena vida para esta
gente.
El desarrollo de la Unión Europea (UE) ha aportado un terreno fértil para la investigación de la representación social (p. ej., Chryssochoou, 2000), que se vincula con el estudio
de la dinámica de identidad europea (p. ej., Cinnirella, 1997; Huici y cols., 1997). En
muchos aspectos, la UE puede ser considerada una representación social prototípica: una
idea nueva y bastante técnica que tiene sus raíces en cuestiones económicas complejas relacionadas con el libre comercio, los subsidios, etcétera. Pero la UE es ahora una parte aceptada y un lugar común del discurso europeo que a menudo suele poner énfasis más en
aspectos emotivos de la identidad nacional y europea que en asuntos económicos y comerciales.
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 103
CONOCIMIENTO SOCIAL Y ATRIBUCIONES A LA SOCIEDAD
103
Rumor
El proceso mediante el cual se construyen las representaciones sociales tiene más que un
simple parecido pasajero con la manera en que se desarrollan y comunican los rumores.
Uno de los primeros estudios del rumor fue llevado a cabo por Allport y Postman (1945),
quienes hallaron que si los participantes del experimento describían una fotografía a
alguien que no la había visto y después esta persona se la describía a otra y así sucesivamente, sólo persistía el 30% del detalle original después de 5 re-descripciones. Allport y
Postman identificaron 3 procesos asociados con la transmisión de rumores:
1 Nivelación: el rumor se vuelve rápidamente más corto, menos detallado y menos
complejo.
2 Agudización: se enfatizan y se exageran selectivamente ciertas características del
rumor.
3 Asimilación: el rumor es distorsionado de acuerdo con los prejuicios, las parcialidades, los intereses y las agendas preexistentes de la gente.
Estudios más naturalistas han hallado bastante menos distorsión en la transmisión de
rumores (p. ej., Caplow, 1947; Schachter y Burdeck, 1955).
Que los rumores sean distorsionados o no, e incluso que se transmitan, parece depender del nivel de ansiedad de aquellos que escuchan el rumor (Buckner, 1965; Rosnow,
1980). La incertidumbre y la ambigüedad aumentan la ansiedad y el estrés, lo que lleva a
la gente a buscar información con la que racionalizar la ansiedad, lo que aumenta, a su vez,
la difusión del rumor. Que el consiguiente rumor se distorsione o se vuelva más preciso
depende de si la gente considera el rumor con una orientación crítica o acrítica (Buckner,
1965). En el primer caso, el rumor se refina, mientras que en el último (que suele acompañar a una crisis), se distorsiona.
Los rumores siempre tienen una fuente, y a menudo esta fuente elabora deliberadamente el rumor por un motivo específico. El mercado de valores es un contexto perfecto
para la elaboración de rumores. Al final de la década de los noventa el rumor desempeñó
un papel evidente en el aumento del valor de las compañías dot com, que después colapsaron en la fusión NASDAQ a principios del año 2000: un ejemplo concreto fue la rápida
promoción y después la caída de boo.com. Otro motivo para elaborar intencionalmente
rumores es desacreditar a individuos o a grupos. Una organización puede difundir un rumor
acerca de un competidor para debilitar su participación en el mercado (Shibutani, 1955), o
un grupo social puede propagar un rumor para culpar a otro grupo de una crisis generalizada. Un buen ejemplo de esto es la invención y la divulgación de teorías conspirativas o
del complot (Graumann y Moscovici, 1987).
Teorías conspirativas o del complot
Las teorías conspirativas o del complot son teorías causales elementales y exhaustivas
que atribuyen calamidades naturales y sociales generalizadas a las actividades intencionales y organizadas de ciertos grupos sociales que se considera que forman cuerpos conspirativos para arruinar y luego dominar al resto de la humanidad. La teoría conspirativa mejor
conocida es el mito de la conspiración mundial judía (Cohn, 1966), que emerge periódicamente y a menudo provoca persecución sistemática masiva. Otras teorías conspirativas son
la creencia de que los inmigrantes planifican deliberadamente debilitar la economía, que los
homosexuales diseminan intencionalmente el HIV, y que las brujas (en la Edad Media), la
CIA (más recientemente) y Al-Qaeda (más actual) están detrás de casi todos los desastres
mundiales que usted conoce (p. ej., Cohn, 1975).
La popularidad de las teorías conspirativas aumenta y disminuye. Fueron particularmente populares desde mediados del siglo XVII hasta mediados del XVIII:
Teoría conspirativa
o del complot
Explicación de eventos
generalizados,
complejos y
preocupantes en
términos de acciones
premeditadas de
pequeños grupos de
conspiradores muy
organizados.
92523-03.qxd
104
2/16/10
11:03 AM
Page 104
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
En todas partes, la gente percibía propósitos dentro de propósitos, conspiraciones dentro de
conspiraciones, había conspiraciones en la corte, conspiraciones secretas, conspiraciones
ministeriales, conspiraciones de facciones, conspiraciones aristocráticas y, en la última mitad
del siglo XVIII incluso conspiraciones de sociedades secretas gigantes que atravesaban las
fronteras nacionales y se extendían sobre el Atlántico. (Wood, 1982, p. 407)
El teórico del complot talentoso puede, con consumada habilidad y sorprendente versatilidad, explicar aun los eventos más crípticos y desconcertantes en términos de esquemas
tortuosos y maquinaciones inescrutables de conspiradores ocultos. Billig (1978) considera
que es precisamente esto lo que vuelve tan interesantes a las teorías conspirativas: son
increíblemente efectivas para reducir la incertidumbre (Hogg, 2007b). Suministran una
explicación causal en términos de disposiciones duraderas que pueden explicar una amplia
variedad de eventos, en lugar de factores situacionales complejos que no se pueden aplicar
de manera tan amplia. Además, los eventos preocupantes se vuelven controlables y fáciles de remediar, porque son causados por pequeños grupos de gente muy visible, en lugar
de deberse a circunstancias sociohistóricas complejas (Bains, 1983).
No es sorprendente que las teorías conspirativas sean casi inmunes a la evidencia de
desconfirmación. Por ejemplo, en diciembre de 2006, publicó el resultado de una investigación de tres años y 3,5 millones de libras sobre la muerte de la Princesa Diana en 1997:
aunque no hubo ninguna evidencia de que la familia real británica conspirara con el
gobierno británico para asesinarla e impedir su matrimonio con un egipcio musulmán, esta
teoría conspirativa aún persiste. Otra teoría conspirativa aun mayor prevalece en gran parte
del mundo musulmán: que los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los
Estados Unidos fueron perpetrados por Israel o quizás incluso por el propio gobierno de
los EE. UU. (Lewis, 2004).
Atribuciones a la sociedad
El énfasis en las atribuciones como conocimiento social se expresa en la investigación
sobre las explicaciones que da la gente acerca de fenómenos sociales a gran escala. En
general esta investigación avala el concepto de que las atribuciones causales respecto de
fenómenos específicos están localizadas dentro de (y son moldeadas por) sistemas de
creencias más amplios, socialmente construidos.
Por ejemplo, la investigación de explicaciones sobre la pobreza revela que tanto los
ricos como los pobres tienden a explicarla en términos de gente pobre y no de la situación
en la que se encuentra esa gente (p. ej., Feagin, 1972; Feather, 1974). Esta tendencia individualista no es tan intensa en las personas con ideología más de izquierda o socialista, o
en las que viven en países en vías de desarrollo, donde la pobreza es generalizada (Pandey,
Sinha, Prakash y Tripathi, 1982).
Las explicaciones de la riqueza tienden a depender de la afiliación política. En Gran
Bretaña, los conservadores la atribuyen a cualidades individuales positivas de ahorro y
trabajo duro, mientras que los laboristas la atribuyen a una determinación implacable, una
cualidad negativa individual (Furnham, 1983). No es sorprendente que también haya diferencias transculturales: por ejemplo las explicaciones individualistas tan comunes en Hong
Kong (Forgas, Morris y Furnham, 1982; Furnham y Bond, 1986).
De modo similar, las explicaciones sobre el desempleo son influenciadas por las creencias u opiniones y los sistemas de valores más amplios de las personas (capítulo 5). Feather
(1985) hizo que estudiantes australianos explicaran el desempleo en una serie de dimensiones. Ellos prefirieron explicaciones referidas a la sociedad más que individualistas: por
ejemplo, un gobierno deficiente, el cambio social y la recesión económica fueron consideradas como causas más válidas de desempleo que la falta de motivación y las desventajas
personales (véase también Feather y Barber, 1983; Feather y Davenport, 1981). Sin
embargo, los estudiantes políticamente más conservadores tendieron a poner menos énfasis en las explicaciones referidas a la sociedad. Estudios llevados a cabo en Gran Bretaña
muestran que allí las explicaciones referidas a la sociedad son más prominentes que las
explicaciones individualistas, y que hay un grado bastante importante de coincidencia entre
los empleados y los desempleados que respondieron (Furnham, 1982; Gaskell y Smith,
1985; Lewis, Snell y Furnham, 1987).
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 105
CONOCIMIENTO SOCIAL Y ATRIBUCIONES A LA SOCIEDAD
Otras investigaciones han considerado las clases de explicación que la gente da sobre
los disturbios (el capítulo 11 analiza en detalle la inquietud social, el comportamiento
colectivo y los disturbios). Los disturbios son fenómenos sociales muy complicados, pues
reconocen causas próximas y alejadas: un determinado evento o acción podría desencadenar el disturbio, pero sólo debido a la conjunción compleja de condiciones más amplias.
Por ejemplo, la causa próxima de los disturbios de Los Ángeles de 1992 puede haber sido
la absolución de oficiales de policía blancos acusados de golpear a un motociclista negro,
Rodney King (véase recuadro 11.1), pero es improbable que esto solo hubiese promovido
el disturbio de no mediar la inquietud racial y los problemas económicos que atravesaba
Estados Unidos en esa época.
Al igual que las explicaciones sobre la pobreza, la riqueza y el desempleo, las clases de
explicación que la gente da sobre un determinado disturbio parecen estar influenciadas por
la perspectiva sociopolítica de la persona (p. ej., Litton y Potter, 1985; Reicher, 1984, 2001;
Reicher y Potter, 1985; Schmidt, 1972). Los miembros más conservadores de la clase dirigente tienden a identificar desviaciones o patologías personales o sociales, mientras que los
que tienen actitudes sociales más liberales tienden a identificar circunstancias sociales.
Por ejemplo, Schmidt (1972) analizó las explicaciones de los medios de comunicación
gráficos sobre la avalancha de disturbios en ciudades estadounidenses durante 1967. Las
explicaciones se podían clasificar con respecto a tres dimensiones:
1 legitimidad-ilegitimidad,
2 causa interna-externa,
3 causa institucional-ambiental.
Las dos primeras dimensiones estaban intensamente correlacionadas, y había causas
externas legítimas (p. ej., errores de renovación urbana, condiciones de barrios marginales)
combinadas y causas internas ilegítimas (p. ej., propósitos delictivos, creencia en que la
violencia da resultado) combinadas. Las fuentes de los medios de la derecha política tendieron a identificar causas internas ilegítimas, mientras que las clasificadas como de “centroizquierda” (es decir, liberales) pusieron el énfasis en causas externas justificadas.
Por último, Sniderman, Hagen, Tetlock y Brady (1986) investigaron la manera en la que
la gente da explicaciones sobre la desigualdad racial y tiene preferencias por diferentes
políticas gubernamentales. Utilizaron una muestra nacional de sujetos de raza blanca de los
Estados Unidos (en 1972) y estuvieron interesados en investigar la influencia del nivel de
educación. Observaron que los blancos con menos nivel de educación empleaban un
proceso de razonamiento “impulsado por el afecto”. Comenzaban con sus sentimientos
(principalmente negativos) hacia los negros, y luego procedían directamente a culpar a la
poca asistencia del gobierno. Una vez hecho esto, “volvían sobre sus pasos” para cerrar el
círculo y así justificar su recomendación: a saber, que los negros eran personalmente
responsables de su propia situación desventajosa. En cambio, los blancos mejor educados
adoptaron un proceso de razonamiento “impulsado por la cognición”, y razonaron hacia
adelante y hacia atrás. Sus recomendaciones de política se basaron en atribuciones causales para la desigualdad y a su vez sus atribuciones causales fueron influenciadas por su
preferencia política.
Contribución de la cultura
Cada vez es más evidente que las atribuciones específicas o explicaciones causales pueden
ser comprendidas por completo sólo si se tienen en cuenta las creencias y los sistemas de
valores más amplios de los individuos. Ya hemos visto, por ejemplo, la influencia de valores sociopolíticos, nivel educacional, grupo de membresía y etnicidad; y han aflorado factores culturales por todas partes.
La gente de diferentes culturas suele hacer atribuciones muy distintas, hace atribuciones de diferentes maneras o enfoca toda la tarea de explicación social de distintos modos
(R. Bond y Smith, 1996; Markus, Kitayama y Heiman, 1996; Smith, Bond y Kağitçibas,i,
2006; Triandis, 1976; Triandis y cols., 1972). En consecuencia, la posibilidad de malenten-
105
92523-03.qxd
106
2/16/10
11:03 AM
Page 106
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
Cultura y atribución
¿Es la marioneta
responsable de sus
propias acciones? La
probabilidad de
efectuar atribuciones
disposicionales sobre
la gente es menor en
los orientales que en
los occidentales,
¡dejen en paz a las
marionetas!
didos interpersonales transculturales es enorme. Por ejemplo, el pueblo zande de África
occidental tiene una doble teoría de la causalidad, en la que las causas próximas de sentido
común operan dentro de un contexto de hechicería como causa alejada (Evans-Pritchard,
1937; véase también Jahoda, 1979). Para los zandes, una distinción interna-externa tendría
poco sentido.
Otro ejemplo: Lévy-Bruhl (1925) informó que los nativos de Motumotu de Nueva
Guinea atribuyeron una epidemia de pleuresía a la presencia de un determinado misionero,
de sus ovejas, de dos cabras y, por último, a un retrato de la reina Victoria. Aunque inicialmente parezcan bastante extrañas, estas clases de atribuciones son fáciles de explicar como
representaciones sociales: ¿cuánto más extrañas son que, por ejemplo, las “teorías de las
cuerdas” que se hicieron populares en la física a mediados de los ochenta para construir una
teoría unificada del universo (véase Hawking, 1988)? Considere la pregunta introductoria
bajo la luz de lo que acaba de leer.
Un área de investigación sobre las atribuciones transculturales es el error fundamental
de atribución (véase antes). Hemos dicho que en las culturas occidentales la gente tiende a
efectuar atribuciones disposicionales sobre la conducta de los otros (Ross, 1977). También
hay evidencias de que estas atribuciones disposicionales se vuelven más evidentes en la
ontogenia (p. ej., Pevers y Secord, 1973). En cambio, en las culturas no occidentales la gente se inclina menos a hacer atribuciones disposicionales (Carrithers, Collins y Lukes, 1986;
Morris y Peng, 1994). Es probable que esto refleje la influencia más profunda y abarcadora
de los roles sociales en las culturas no occidentales más colectivistas (Fletcher y Ward,
1988; Jahoda, 1982), y en parte una visión más holística del mundo, que promueve el
pensamiento dependiente del contexto, unido a la ocasión (Shweder y Bourne, 1982).
Para investigar mejor el papel de la cultura en las atribuciones disposicionales, Miller
(1984) comparó la clase media norteamericana con los hindúes de cuatro grupos etarios
(adultos, y 15, 11 y 8 años de edad). Los participantes describieron comportamientos prosociales y antisociales, y dieron sus propias explicaciones espontáneas sobre las causas de
estas conductas. Miller pudo codificar las respuestas para identificar la proporción de atribuciones disposicionales y contextuales efectuadas por los participantes. Entre los niños
más pequeños hubo muy poca diferencias transculturales (véase figura 3.7). Pero a medida
que aumentaba la edad los dos grupos divergieron, sobre todo porque los estadounidenses
adoptaron, cada vez más, atribuciones disposicionales. Para las atribuciones contextuales,
los resultados fueron los contrarios.
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 107
RESUMEN
107
Proporción de atribuciones disposicionales
Figura 3.7
Atribuciones disposicionales en función de la
edad y los antecedentes culturales
0,5
Norteamericanos
0,4
0,3
Hindúes
0,2
0,1
Los norteamericanos y los hindúes no difieren
inicialmente en la proporción de atribuciones
disposicionales efectuadas respecto de la conducta. Sin
embargo, a los 15 años hay una clara diferencia que
se acentúa en la edad adulta; los estadounidenses
hacen una cantidad significativamente mayor de
atribuciones disposicionales que los hindúes.
Fuente: basado en datos Miller (1984)
0
8 años
11 años
15 años
Adulto
Edad
La lección importante que enseña este estudio es que los factores culturales tienen
un impacto significativo sobre las atribuciones y las explicaciones sociales. En el capítulo 16 volvemos a tratar el papel de la cultura y el funcionamiento social de los seres
humanos.
RESUMEN
• Las personas son psicólogos ingenuos que
buscan conocer las causas de sus propias
conductas y las de las conductas de los
demás.
pias, y una tendencia a proteger el autoconcepto atribuyendo sus propios fracasos
a razones externas y sus éxitos a razones
internas.
• De forma muy similar a la de los científicos,
la gente considera la información de consenso, la consistencia y la distintividad al
decidir si atribuye la conducta a rasgos de
personalidad y disposiciones internas, o a
factores situacionales externos.
• Las atribuciones sobre la conducta de la
gente como miembros del grupo (endogrupo) o no (exogrupo) son etnocéntricas y
están basadas en estereotipos. Sin embargo,
este sesgo es afectado por el carácter real o
percibido de las relaciones intergrupales.
• Las atribuciones que realizamos pueden ejercer una profunda repercusión en nuestras
emociones, autoconcepto y relaciones con
los demás. Puede que haya diferencias individuales en la propensión a efectuar atribuciones internas o externas.
• Los estereotipos se pueden originar en una
necesidad de los grupos de atribuir la causa
de los eventos angustiantes a gran escala a
exogrupos que tienen propiedades (estereotípicas) vinculadas de manera causal con los
eventos.
• En realidad, las personas son malos científicos cuando hacen atribuciones. Tienen muchos sesgos diferentes, de los cuales los
más importantes son una tendencia a atribuir las conductas de los demás a razones
disposicionales y a razones externas las pro-
• La gente recurre a atribuciones causales sólo
cuando no hay conocimiento social fácilmente accesible (p. ej., guiones, esquemas
causales, representaciones sociales, creencias culturales) para explicar las cosas de
manera automática.
92523-03.qxd
108
2/16/10
11:03 AM
Page 108
CAPÍTULO 3 ATRIBUCIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL
L I T E R AT U R A , C I N E Y T V
The Third Policeman (El tercer policía)
Libro de Flann O’Brien de 1967. Un libro descabellado y mágico acerca del absurdo. Tiene una sección muy divertida que es pertinente a las representaciones sociales. Hay un relato hilarante de cómo se pueden formar y mantener representaciones sociales extrañas (en este caso, acerca de la teoría atómica).
JFK
La película de Oliver Stone de 1991. Kevin Costner es un fiscal del distrito de Nueva Orleans que reabre el caso
para investigar quién asesinó en realidad al presidente John Fitzgerald Kennedy el 22 de noviembre de 1963 en
Dallas, y cuál fue el complot detrás del hecho. Éste es un maravilloso encuentro con las teorías conspirativas y la
necesidad de la gente de elaborar una explicación causal, por extraña que sea, sobre un evento perturbador. En
la película, también actúan Tommy Lee Jones y Sissy Spacek.
The Devils (Los demonios)
El clásico de culto de Ken Russell de 1971, muy desgarrador, acerca de la inquisición y la intriga política en la
iglesia y el estado. Las escenas son grotescas y recuerdan las pinturas de Hieronymus Bosch. La película está
basada en una novela de Aldous Huxley, y actúan Vanessa Redgrave y Oliver Reed. Muestra hasta qué horribles extremos puede llegar un grupo para proteger su explicación causal final: toda divergencia se considera
herejía o blasfemia y es duramente castigada para garantizar que nadie crea en esta explicación de la naturaleza de las cosas.
Macbeth
La tragedia de Shakespeare de 1606/07 en la que tres brujas profetizan una cadena de hechos maléficos cometidos por Macbeth durante su sangriento ascenso al poder, incluido el asesinato del rey escocés Duncan. La
pregunta causal es si la profecía causó los eventos o si hubo algún otro complejo de causas.
LECTURAS RECOMENDADAS
Fiske, S. T. y Taylor, S. E. (1991). Social cognition (2ª ed.). Nueva York: McGraw-Hill. Este libro, que
todavía es la cobertura más autorizada y completa de cognición social, también trata de manera
excelente la teoría clásica y la investigación de la atribución. Esto no es sorprendente, dado que los
procesos de atribución son procesos cognitivos sociales, y que la teoría de la atribución fue precursora
de la cognición social contemporánea.
Fletcher, G. y Finchman, F. D. (eds.) (1991). Cognition in close relationships. Hillsdale, NJ: Erlbaum.
Una recopilación de los principales académicos aporta capítulos detallados sobre atribución y otros
enfoques sociocognitivos de las relaciones estrechas.
Hewstone, M. (1989). Causal attribution: From cognitive processes to collective beliefs. Oxford:
Blackwell. Una cobertura completa y detallada de la teoría y la investigación de la atribución, que
también trata las perspectivas europeas que ubican los procesos de atribución en el contexto de la
sociedad y las relaciones intergrupales.
McClure, J. (1991). Explanations, accounts, and illusions: A critical analysis. Cambridge, UK:
Cambridge University Press. Una discusión crítica, de amplio alcance y ecléctica de la atribución
como explicación social.
Moskowitz, G. B. (2005). Social cognition: Understanding self and others. Nueva York: Guilford. Un
texto de cognición social, totalmente actualizado y completo, escrito con un estilo relativamente
accesible como introducción al tema. También considera la atribución.
Smith, E. R. (1994). Social cognition contribution to attribution theory and research. En: P. G. Devine, D.
L. Hamilton y T. M. Ostrom (eds.). Social cognition: Impact on social psychology (pp. 77-108). San
92523-03.qxd
2/16/10
11:03 AM
Page 109
LECTURAS RECOMENDADAS
Diego, CA: Academic Press. Una cobertura dirigida a las dimensiones cognitivas sociales de los
procesos de atribución.
Trope, Y. y Gaunt, R. (2003). Attribution and person perception. En M. A. Hogg y J. Cooper (eds.), The
Sage handbook of social psychology (pp. 190-208). Londres: Sage. Una revisión reciente, completa y
muy amena de la investigación sobre atribución.
Weary, G., Stanley, M. A. y Harvey, J. H. (1989). Attribution. Nueva York: Springer-Verlag. Una
discusión sobre las aplicaciones de la teoría de la atribución y la operación de los procesos de
atribución en contextos clínicos y la vida cotidiana fuera del laboratorio.
109
Descargar