9.4.16 I. Me encanta leer. Cuando quiero profundizar mi oración, leo acerca de la oración. Cuando pienso en hacer más ejercicio, leo acerca del ejercicio. ¿Aprender Español? Voy a leer sobre él. Y leo mucho acerca de ser un cristiano. Y, por eso, tengo un montón de nuevas ideas. Pero no podemos simplemente pensar en como ser cristianos. Más que una manera de pensar o creer, ¡ser cristiano es una manera de vivir! Es la manera en que vivmos nuestras vidas cotidianas. En el evangelio de hoy, Jesús dice claramente que ser discípulo no significa ser un estudiante o seguidor, sino misionero. Demasiado a menudo, quizás, nosotros en la Iglesia han destacado lo que necesitamos creer en lugar de hablar lo que debemos hacer. No solamente somos discípulos sino discípulos misioneros. Como dijo el Papa Francisco ayer, La misericordia de Dios no es una idea bella, sino una acción concreta. No hay misericordia sin concreción…Significa que involucran donde existe el mal, donde existe la enfermedad, donde hay hambre, donde existe la explotación humana. II. “El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”. Ser cristiano tiene un precio. Dietrich Bonhoeffer, el famoso teólogo Luterano y autor de El costo del discipulado, escribe, “Una vez que Jesús pide que vengas y sigas a él, pide que vinieras y murieras”. Bonhoeffer fue ejecutado por los Nazis, no por lo que él pensaba, sino por lo que hizo. El costo del discipulado es poner a Jesucristo antes de todas las relaciones y posesiones. Nada puede entrar en conflicto con el compromiso con Cristo y su cruz. Tal sacrificio, sin embargo, no sólo es renunciar a las cosas que queremos. El sacrificio es el vaciar a sí mismo para abrirnos al encuentro con Cristo y con los demás. El sacrificio es donarse a sí mismo que añadirse a la presencia y la acción de Jesús en el mundo. III. Leo y pienso y hablo mucho acerca del deshacer el racismo, de ayudar a los inmigrantes, y acompañar a los pobres y los que luchan, pero ¿cómo podemos pasar de pensar y hablar para actuar? Aquí en Ascensión, hemos puesto en práctica muchas de las “mejores prácticas” administrativas para mantener nuestra parroquia viva y activa. ¿Cuáles son las mejores prácticas en los asuntos del deshacer el racismo, ayudar a los inmigrantes, y acompañar a los pobres y los que luchan día tras día? ¿Cuáles son las mejores prácticas para una parroquia bilingüe y multicultural en un barrio urbano desafiado? Más importante, ¿cómo podemos transformar nuestras mejores ideas en nuestras mejores prácticas? Eso es lo que tenemos que resolver. s/s: David Lose