La frialdad de los conceptos, refleja la frialdad emocional y cívica que nos acompaña a nivel de vida cotidiana, proyecta nuestras carencias y las fragilidades a la hora de entender lo social significativo. La vida de las clasificaciones nos hace quedarnos a gustito con las definiciones, en lugar de hacerlas descender a la praxis desde un nivel vivencial y de compromiso profundo, en lugar de dotarlas de sentido y enriquecerlas desprejuiciadamente. La diferencia se ha visto históricamente limitada desde la política, desde lo jurídico-normativo, desde lo económico, desde las tradiciones, desde lo cultural. No es fácil sentirnos cómodos y reconocidos en una sociedad que refuerza y mega-valora como modelo dominante la homogeneización, que establece criterios de inclusiónexclusión a conveniencia y en la que los patrones estadísticos y presupuestarios se encuentran sobredimensionados. Hemos nacido en una sociedad donde las normas y códigos habituales son negar la diversidad; sociedad que busca el control, la tipificación, que funciona prioritariamente sobre sistemas autoritarios de castigo, de control social y de no aceptación a la diferencia. Página 10