Varones domados. Family strips de los años veinte. Marcela Gené Sisebuta con su empeño de ser dueña del hogar con especial dedicación quiere a su esposo modelar. Sisebutas a millares si usted quiere encontrará pues la mujer en la actualidad es una autoridad! Ella manda y nada más. La letra de este charleston humorístico resume con gracia las características de un estereotipo femenino difundido con gran fortuna en los años veinte: una mandona y muy malhumorada señora de la casa, empeñada en educar a su resignado esposo. La pieza, escrita en 1925 por Modesto Papávero para integrar uno de los cuadros de la revista “El Bataclán”, redoblaba su comicidad por el amplio conocimiento que el público tenía por entonces de estos singulares personajes, fuesen o no lectores habituales del diario La Nación. En efecto, la canción se basaba en la tira Pequeñas delicias de la vida conyugal, la primer family strip aparecida en diarios de alcance masivo que el matutino comenzó a publicar diariamente desde 19201. Tal fue el impacto de Pequeñas delicias…que inspiró la creación de historietas similares aparecidas poco tiempo después en algunas revistas porteñas. Hacia mediados de la década, los avatares de una familia snob era ya un tópico consagrado del humor en Buenos Aires, que superó el marco de la gráfica para proyectarse en otros medios de entretenimiento popular. ¿Por qué resultaba una fórmula tan exitosa? ¿Qué mecanismos ponía en marcha en los lectores la repetición de situaciones cotidianas con el mismo desenlace, al punto de suscitar una sonrisa placentera frente a la página del diario y la carcajada cuando se veía al “matrimonio” en escena? Y no solamente los argentinos reían. Mexicanos, italianos, españoles se solazaban por entonces con estos 1 Se publicó en La Nación hasta promediar los años 80 y en EEUU hasta 1993. 1 personajes, rebautizados a la usanza de cada país2, gracias a la monumental empresa exportadora de funnies a todo el mundo, el King Features Syndicates, fundada por William Randolph Hearst en 1914 y que encontró en Moses Konigsberg el mejor brazo ejecutor3. Entre los centenares de historietas vendidas a numerosos medios periodísticos, “Jiggs” o “Trifón” alcanzó enorme popularidad en “Shangai, Buenos Aires y Estocolmo”, según afirma Konigsberg, y hacia 1928 la tira se publicaba en más de 600 comunidades estadounidenses, “la mayor lista de clientes jamás obtenida por un cómic”4. La Nación pasó a integrar aquella larga lista. El diario de Mitre distaba del atractivo visual que Crítica se empeñaba en cultivar al despuntar los años veinte. El enorme formato limitaba las maniobras del usuario y la puesta en página respondía a un riguroso encolumnado que ceñía de por sí la ya apretada y minúscula tipografía. Cada página se percibe como una superficie agrisada cuya monotonía es apenas interrumpida por un título, como sucedía en la mayoría de los periódicos de la época. Y allí donde nuestros ojos contemporáneos perciben la estática uniformidad de la letra impresa, los de nuestros antecesores, de acuerdo a los hábitos visuales epocales, discurrían seguramente con comodidad por las columnas, ávidos de información. Sin embargo, La Nación habría de resignar semejante sobriedad gráfica, aguijoneado por la creciente modernización de la prensa y la competencia entre los medios. Si W.R. Hearst o su colega Pulitzer eran el espejo donde debían mirarse los empresarios del periodismo si querían ser “modernos” – aunque el ejemplo quepa más a Botana que a los Mitre- la inclusión de materiales visuales en el diario, ya fuesen fotografías, publicidades, ilustraciones o tiras cómicas, 2 En España recibió distintos nombres: “Don Canuto Picabia y doña Petronila”,” Don Cirilo Caliqueño”, “Don Plácido”, “Zabulón y su familia”, “Pancho y Ramona” – uno de los más frecuentes- ,” Peripecias de don Pancho” y “Educando a papá”, traducción del título original. En Italia, apareció inicialmente en Il Corriere dei Piccoli, con el nombre de “Arcibaldo e Petronilla” y más tarde como “Zenobaldo y Domitilla”. Manfredo Guerrera, Storia del fumetto, Autori e personaggi dalle origini a oggi, Tascabile Economici Newton, Roma, 1995, pág. 75. 3 La lista de clientes del King Features Syndicate hacia 1919 era de 1200 medios periodísticos en todo el mundo, en 27 lenguas diferentes. El King Features , fundado en 1915 bajo la dirección de Konigsberg, sucedió al Newspaper Feature Service, que fue en 1913 la primera organización de Hearst para la distribución de cómic strips entre los periódicos de Estados Unidos. Moses Koenigsberg, King News: an autobiography, New world manufacturing Co.& Inc, Florida, USA, 1941, (reimpreso en 1972), pág. 448. El King Features sucedió en 1915 al Newspaper Feature Service, que fue en 1913 la primera organización de Hearst para la distribución de cómic strips entre los periódicos de Estados Unidos. 4 Idem, pág. 449. 2 era de rigor para dinamizar la página, acorde con los nuevos tiempos de intensa apelación sensorial. En realidad, las tiras cómicas se incorporan a los diarios tardíamente cuando ya estaban afianzadas en revistas de gran circulación. En este sentido, Caras y Caretas fue pionera con la publicación en 1912 de “Viruta y Chicharrón”, una versión vernácula de “SpareRibs & Gravy” de George MacManus, atribuida a Manuel Redondo y en 1913, “Don Goyo Sarrasqueta y Obes” del mismo autor5. Para La Nación, la publicación de Pequeñas delicias…, no sólo incorpora un matiz en la monolítica página sino una de las historietas que, en Buenos Aires, dará que hablar. Del teatro al diario y del diario al teatro Creada por George MacManus en 1912 para uno de los diarios de Hearst, Bringin´up father o Jiggs and Maggie, llegó a ser una de las historietas más exitosas y longevas de todos los tiempos, comparable a “Mutt y Jeff” de Budd Fisher o a “Blondie” de Chic Young6. El argumento es bien conocido: se trata de una pareja de inmigrantes irlandeses, trabajadores pobres en su país natal, que se enriquecen repentinamente y tratan de acomodarse a los cambios que impone la nueva vida en tierra norteamericana. Mientras Maggie pugna por pertenecer a la clase alta y trabaja – sin demasiado éxito- en pos de refinarse, Jiggs, en armonía consigo mismo, intenta eludir las imposiciones de su esposa para transformarlo en un hombre “de sociedad”. Las constantes desavenencias de la pareja marcan el ritmo de la tira, en situaciones que se 5 Según algunos autores, “SpareRibs…” dejó de recibirse repentinamente, pero debido al éxito de la tira se decidió darle continuidad con autores locales, durante quince años. Hay quienes sostienen que fué continuada por Manuel Redondo o Juan Sanuy, o ambos. Maytland Goyeneche, Sepa qué es la historieta, http://www.elmangodelhacha.com.ar/revista108/revista108nota6.htm. Juan Sasturain insinúa que se trató de un plagio e indica que la fuente sería “Happy Hooligan” de Opper y no la tira de Mac Mannus. Juan Sasturain, “Sobre algunas historietas argentinas”, Centro Cultural Córdoba España, Córdoba, Mayo de 2008. 6 Blondie se publicó en La Razón, con el nombre de “ Hogar, dulce hogar” 3 reiteran día a día con el mismo resultado: Jiggs termina casi siempre con un ojo en compota. MacManus, de familia de inmigrantes irlandeses, se inspiró en la obra The Rising generation que vio a fines de siglo en su Saint Louis natal. En la comedia, se jugaba una partida de póker real cada noche y en la ocasión el protagonista, un obrero, a la sazón, también irlandés, gana la suculenta suma en juego y se muda a la Quinta Avenida7. El argumento había impactado lo suficiente en el dibujante para que diecisiete años más tarde, basara en ella la historia de Jiggs y su golpe de suerte, aunque en la tira nunca se explicita de dónde provino la fortuna. Los ejemplos de tiras cómicas inspiradas en comedias teatrales son numerosos, particularmente en los primeros años del siglo XX en los que el género se consolida. Las formas de entretenimiento popular, en especial el teatro y el varieté, fueron a menudo fuentes privilegiadas para la creación de comic strips, cuya producción se estimuló vertiginosamente a partir de la expansión de la prensa masiva y la marcada competencia entre los medios. Los dibujantes se veían exigidos en la entrega de varias tiras en simultáneo, la mayoría de aparición diaria, a las que se sumaban las producciones especiales para la sección dominical. La alta demanda de trabajo lejos de suponer algún tipo de explotación, era remunerada con creces y casi todo el elenco inicial de jóvenes humoristas contratados por Hearst , incluido MacManus, vivían como magnates. Pero la velocidad de los tiempos de entrega y la solicitud de historias y personajes atractivos, forzaba a la creación “por impulso” de tiras que no “pegaban” en los lectores y se sacaban de circulación en un par de semanas. En este constante acicate para la “producción”, los artistas debían echar mano a recuerdos, experiencias o a explotar al máximo la condición de agudos observadores de su propio entorno. De allí que las veladas teatrales les hayan provisto de materiales en más de una oportunidad. Pero también el circuito se desarrollaba en sentido inverso: en el caso de 7 El argumento era el mismo: el matrimonio de nuevos ricos, la hija casadera y las desavenencias cotidianas. 4 Bringin´up father, su inusitado éxito en el diario lo catapultó a la escena, al celuloide y años más tarde a las live-action series televisivas8. Esta red de transferencias de una fórmula exitosa entre medios y soportes aseguró su permanencia, explotando al máximo su rentabilidad económica, (teniendo en cuenta que el patrocinador del espectáculo era a veces el mismo de la tira y el dibujante quedaba fuera de los royalties). Pero más allá de los negocios, hay razones para que unos personajes en determinadas situaciones sean capaces de suscitar tal hilaridad que demande la creación de nuevas condiciones para reeditar la experiencia humorística. No obstante, no debe perderse de vista el hecho de existen distintos niveles de intensidad de la comicidad entre la tira, leída a solas, quizá evocadora de una sonrisa, y el espectáculo teatral, donde los personajes se corporizan, juegan todo su histrionismo y la risa se desata colectivamente. Cuando Trifón y Sisebuta desembarcan en La Nación, la historieta estaba en la cúspide de su éxito en Estados Unidos. La historia y los personajes habían madurado desde los años iniciales y si bien MacManus nunca dudó respecto del tema – en 40 años jamás abandonó “la fórmula de la situación única”9 – la fisonomía de la pareja fue cambiando hasta cristalizar en la forma en que aún hoy se recuerdan. “Pero es cierto que las mujeres pertenecen al sexo débil?” 10 8 Tan tempranamente como en 1914, se estrenó la comedia musical en Broadway y el mismo empresario la produjo en casi todos los estados de la Unión. La última versión se estrenó en New York en 1928. El mismo Hearst, a través de su empresa International Film Service financió una serie de animaciones mudas en blanco y negro entre 1916 y 1918. En 1920 y 1921, la empresa patrocinó dos cortos animados y la MGM filmó en 1928 un largometraje mudo, siempre con producción de Hearst, cuyos protagonistas fueran, según el anhelo del magnate, los famosos actores de vaudeville Joe y Myra Keaton, los padres de Buster, pero declinaron la oferta. Entre 1946 y 1950, Monogram Pictures, un estudio de producción y realización de films de bajo presupuesto, rodó cinco comedias, la más famosa “Bringin´up father in society ( 1947) con destacadas figuras del vaudeville de la época. Clark Holloway., The Holloway pages: Bringing up father, 2002, http://home.comcast.net/~cjh5801a/Jiggs.htm 9 George MacManus, “Jiggs and I”, artículo publicado en Collier´s en enero de 1952. Citado en: Robert Harvey, The art of the funnies. An aesthetic history, University Press of Mississippi, 1994, pág. 57. 10 Trifón, en una de las tiras 5 “Una vez que se ha pensado en un hombre grande y en un hombre pequeño, es muy fácil hacer el resto”11 La “single-situation formula”: el mismo conflicto, reiterado al infinito, ponía en foco las tensiones del matrimonio de “nuevos ricos”. Ella, una ex lavandera que reniega de su pasado, librada a la carrera de ascenso social reprocha a su esposo la falta de educación y el correcto desempeño en un medio que le era totalmente ajeno y hacia el que no mostraba ningún interés en pertenecer. Trifón no renuncia a sus costumbres y sus mayores transgresiones consisten en jugar a las cartas con sus amigos y comer guiso de carne con repollo, su comida básica. Y sobre ellas recae todo el peso de la “ley”: la pendenciera consorte es capaz de encerrarlo para aislarlo de la gentuza que lo mantiene vinculado a su rústico origen, aunque Trifón siempre se las ingenia para eludir el control, descolgándose por la ventana, caminando en equilibrio sobre los cables de teléfono y ganando la libertad por algún callejón lateral, que siempre lo deja a pocos pasos del bar de Dinty Moore12. A su regreso, es recibido por una nube de enseres de cocina volando hacia su cabeza o por Sisebuta, agazapada, blandiendo el palo de amasar. Pocas cosas parecen haber identificado con tanta precisión el dominio femenino como este utensilio, que perdió su significado como atributo de un ama de casa hacendosa para transformarse en arma letal para díscolos maridos. Si en la primera década de la historieta, Sisebuta se desmayaba por la humillación social a la que la sometían las torpezas de Trifón, a partir de los años veinte la vergüenza se transforma en intolerancia y agresividad desembozada, al punto de zurrar al hombre en público. Con este perfil Sisebuta se conoce en Buenos Aires. La radicalización del carácter demandaba ciertos cambios corporales. La matrona y algo 11 Samuel Johnson, a propósito de la obra de Jonathan Swift, Los viajes de Gulliver. James Moore, dueño de una taberna frecuentada por MacManus, es, con el nombre de “Dinty” uno de los principales personajes de la tira. Su taberna es el sitio de encuentro de Trifón con los amigos y adonde se “escapa” diariamente. Es obvio señalar la importancia de estos espacios de sociabilidad masculina,( como el bar de Moe para Homero Simpson) y la solidaridad entre amigos ya que Dinty lo apaña en sus ardides para escabullirse de Sisebuta. El éxito de la “Dinty´s tavern” en la historieta motivó el cambio de nombre del establecimiento real y Moore amasó una fortuna imponiendo la marca “Dinty Moore´s” a una línea de productos de carne enlatada. 12 6 regordeta de los años iniciales, deja paso a una torneada silueta, alta y fibrosa, aunque feísima13, mientras Trifón, otrora corpulento, como correspondía a un peón de albañil, se vuelve más bajo y ancho. La acentuación del contraste físico sintoniza más claramente con la “política del porrazo” que la señora decidió emprender: resultaba ridículo que ella desplegara semejante destreza frente a un hombre alto y forzudo. La retórica visual de la historieta requería que Trifón luciera como si Sisebuta pudiera intimidarlo. Si la diferencia de altura y volumen es un veloz indicador de la asimetría de poder, (con excepción de Gulliver entre los liliputienses) y un tema largamente explotado por la comedia, el efecto cómico procede de la inversión de los patrones de género: cuando el hombre es maltratado por la mujer y nunca a la inversa. Esta “formula expresiva” de lo cómico, como se presenta a comienzos del siglo XX, reconoce antecedentes en la historia occidental que pueden ser rastreados desde la primera modernidad. José Emilio Burucúa ensayó la búsqueda del o las Pathosformel 14 , a partir de la noción warburguiana, que entre los siglos XVI y XVII concentró la representación de lo cómico y la risa, basado en el análisis de un corpus de grabados impresos por entonces 15. Nos interrogamos si esta fórmula podría derivarse de la variante invertida de la Pathosformel de la majestas, -el señorío o el dominio16- , cuando mujeres, niños y animales asumen el rol del personaje que ejerce la dominación. En este “mundo del revés” plasmado en imágenes, la imaginación del orden subvertido, del dominador dominado, desencadena la risa de irreverencia, - la risa carnavalesca, según las categorías formuladas por Peter Berger- aquella que mana 13 MacManus la describió como “ compuesta por todas las bellas mujeres del mundo..cuando están enojadas”, “ Jiggs and I”, ob.cit. 14 Burucúa define el concepto de Pathosformel , -que Warburg nunca enunció de modo explícito-, como “un conglomerado de formas representativas y significantes, históricamente determinado en el momento de su primera síntesis, que refuerza la comprensión del sentido de lo representado mediante la inducción de un campo afectivo donde se desenvuelven las emociones precisas y bipolares que una cultura subraya como experiencia básica de la vida social”, José Emilio Burucúa, La imagen y la risa. La Pathosformel de lo cómico en el grabado europeo de la modernidad tardía. Madrid, Periférica, 2007, pp.13-16. 15 José Emilio Burucúa, ob.cit. 16 El príncipe en el trono, administrando justicia; de pie, armado, con emblemas de mando, saludando a las tropas; el jinete que domina su cabalgadura. José E. Burucúa, ob.cit, pag. 54. 7 del trueque de papeles y funciones, liberadora de secretas rebeldías y pasiones reprimidas17. La diferencia de altura, los garrotazos infringidos con el palo de amasar (que ocurren fuera del cuadro) y las consecuentes marcas físicas en el hombre, son la expresión gráfica – la fórmula expresiva- que introduce el remate cómico, desactivando provisoriamente el conflicto. Sin embargo, el remate no siempre se presenta en el último cuadro. El tipo de humor asociado con la definición en la última viñeta, en este caso se anticipa a la segunda, la tercera o aún en el comienzo. Es que el verdadero factor de la comicidad reside en las situaciones ingeniosas y las réplicas agudas de Trifón, que se despliegan a lo largo de la secuencia, en el contrapunto de los diálogos: a la ansiedad de Sisebuta por llegar a ser dama de la alta sociedad, expresándose en lenguaje vulgar y amenazante, Trifón, lejos de todo interés en aparentar, exaspera a la mujer con las respuestas ingenuas de hombre sencillo, aunque no exentas de ironía18. No obstante, las traducciones han hecho perder la riqueza del lenguaje de los personajes, una suerte de slang que el dibujante expresaba con el acortamiento de palabras y el exceso de apostrofado que aportaba una dimensión humorística suplementaria para el público norteamericano19. Si Pequeñas delicias… resultó tan exitosa en Buenos Aires y en otros países se debió tanto a la potencia humorística del estereotipo de la mandona y el sojuzgado como a la escenificación del tópico del snobismo, y los artilugios urdidos por las mujeres para alcanzar cierto status social. En este sentido, la tira venía a florecer en un clima propiciado por los estrenos de comedias teatrales que giraban en torno del tema del ascenso social, pero con algunas diferencias respecto de las piezas de Florencio 17 Peter Berger, Risa redentora, La dimensión cómica de la experiencia humana, Madrid, Kairós, 1999. 18 Sisebuta: (es su cumpleaños) “ Sabes que día es hoy? /Trifón: Seguro. Es la fiesta de Duggan, prepara sopa de pescado. Puedo ir?/S: Insecto!!!!!. Me casé contigo para reformarte!/T: Lo lograste. Nunca me volveré a casar/ S: Ojalá nunca te hubiera conocido…/T: Bueno, ahora que es demasiado tarde me compadeces”. 19 Seguramente el Syndicate distribuía las tiras sin traducir, para que en cada país de habla castellana se adaptara a usos particulares del idioma. En Argentina, se empleó un castellano culto, sin voceo ni ningún modismo porteño, lo que hace sospechar si las tiras no llegaban ya traducidas. 8 Sánchez o Gregorio de Laferrère una década antes20. Ya no se trataba de gente venida a menos que hacían lo indecible para “aparentar” sino de “nuevos ricos” tratando de asimilarse a los gustos y prácticas sociales de la upper-class21. Juan A. García se cuenta entre los autores que explora “El Mundo de los Snobs” en su pieza homónima estrenada en 1920. Las muy variadas inquietudes intelectuales de García incluían el interés por el teatro, ya fuese como autor o el crítico implacable que mostró ser desde su columna en La Prensa, siendo a su vez el blanco de las invectivas de sus colegas por la mencionada obra22. Un año más tarde aparece Cuadros y caracteres snobs. Escenas contemporáneas de la vida argentina, novela que reúne los textos publicados por entregas en el mismo diario23. Las descripciones de los ambientes ostentosamente decorados de la maison de los Benvenuto en la calle Quintana sugieren una écfrasis de las viñetas dibujadas por Macmanus, obsesivamente detallista en los fondos, tratados con una línea segura y refinada, reelaboración del Art Nouveau, a la manera de su gran inspirador Aubrey Beardsley. “El salón y el gran “hall”, con su “parquet” lustroso, de un dibujo griego discreto […] junto con los flamantes muebles, coquetos, amables, bonitos, algo incómodos para conversar con reposo y holgura, pero que constituían ricos adornos de ópera cómica de otros tiempos.[…] Por la puerta del fondo apareció Benvenuto, grueso, bonachón, risueño. […] El cuadro era pintoresco y divertido, porque las personas, en contraste con los muebles y en armonía con la música, daban la impresión de un asalto para conquistar de pronto todos los refinamientos de la cultura” 24 20 Osvaldo Pelletieri (direct.), Historia del teatro argentino en Buenos Aires, Volumen II, La emancipación cultural (1884-1930), Buenos Aires, Galerna, 2002. 21 En “Locos de verano” y “Las de Barranco” de Laferrere y “En familia” de Florencio Sánchez se trata de familias que han perdido su fortuna e intentan por distintos medios, inclusive los reñidos con la moral, recuperar la holgura económica. Similares en la trama y la estructura, las comedias de Federico Mertens, un popular autor teatral de principios del siglo XX, se centraban en la clase media. “Gente bien” (1909), “La carabina de Ambrosio” ( 1918) y “Clase media” (1928) transitan el mismo argumento. Ezequiel Adamovsky, Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión (19192003), Buenos Aires, Planeta, 2009. 22 Sobre Juan A. García, véase Fernando Devoto, “Las dos ciudades de Juan Agustín García. De «La ciudad indiana» a la metrópolis del centenario”. Buenos Aires, Estudios sociales, 22-23, 2002, pp.75-93. Las críticas teatrales fueron publicadas en el libro Sobre el teatro nacional y otros artículos y fragmentos, Buenos Aires, Agencia General de Librería, 1921. 23 Juan Agustín García, Cuadros y caracteres snobs. Escenas contemporáneas de la vida argentina, Buenos Aires, Editorial Gath y Chaves Ltda. , MLXXXIII ( sic) 24 Ibíd, pp. 14-15. Es el momento de la instalación de los Benvenuto, riquísimos estancieros recién llegados del campo, en el petit hotel, y de los preparativos para la gran cena baile donde presentaran a 9 En cierto modo, la novela semanal de García y la historieta de Trifón y Sisebuta encuentran un punto de contacto. Desde las páginas de los diarios de gran tirada, cuyo público no es precisamente “popular”, ambas producciones exploran el proceso de adaptación de los parvenus a los gustos y comportamientos sociales de la clase alta, un camino minado de frustraciones y que los lleva a menudo a rozar el ridículo. El dibujante explota la carga de comicidad; el intelectual, con un humor más en sordina, deplora la decadencia cultural y el desafío al buen gusto encarnados, entre otros, por los rastacueros surgidos en tiempos de las “vacas gordas”. Lo cierto es que, en los años veinte, el snob - o “la snob” teniendo en cuenta que el anhelo de figuración es una cuestión que desvelaba más las señoras que a sus maridos- es una figura que ofreció grandes posibilidades a las industrias culturales. Y los dibujantes y hombres de teatro supieron sacarle provecho. Préstamos e intercambios La década del 20 marca la cúspide del movimiento teatral. La apertura de nuevas salas se sucedía al ritmo de la variada oferta que la ampliación del volumen de espectadores demandaba. La calle Corrientes era un hervidero. Empresarios, libretistas, compañías lideradas por grandes figuras – actores y directores- eran los engranajes de la gran maquinaria del espectáculo masivo, a la que el cine, en trance de maduración, comenzaba a ofrecerle competencia25. El tópico humorístico se filtraba en el cine silente. “La vuelta al bulín”, un cortometraje mudo escrito y dirigido por José A. Ferreyra en 1926 para lucimiento del actor cómico Álvaro Escobar, narra las desventuras de “Mucha espuma”, un guapo del suburbio, del cual sólo conserva la apariencia. Ambientado en espacios “tangueros” –el café, el bulín, el cabaret- el guapo se ufana de “dominar mujeres” contando falsas historias en el café hasta que llega “Pulguita”, su concubina. Cada vez que se juega una escena entre ambos, la mujer de muy poca paciencia, se arremanga, presta a zurrarlo con el palo de amasar26: la sus hijas en sociedad. A la fiesta asistirán algunos jóvenes de familias aristocráticas, con quienes intentaran casarlas. La itálica es mía. 25 Sergio Pujol, Valentino en Buenos Aires, Buenos Aires, Emecé Editores, 1994. Cap. I y II. 26 Mary Vieites, “La vuelta al bulín” en: Paula Félix-Didier y Fernando M. Peña, Colección Mosaico criollo. Primera antología del cine mudo argentino. (Dossier), Buenos Aires, Ministerio de Cultura del 10 inversión del “dominio”, el contraste entre los dichos del petulante guapo, y la expresión aterrorizada de los ojos al enfrentar el palote, desatan la risa. Sin trabajo y entretenido en el café, sólo ofrece privaciones a “Pulguita” quien, obnubilada por las promesas del gabión “Laucha colorada” abandona la piecita para vestirse de seda y bailar tango en un cabaret del centro. En el film, así como en la tira y en la comedia teatral, el cliché cómico se instala en la contraposición entre los universos masculino y femenino; éste, el de las “apariencias”, aquél el de la honestidad consigo mismo. Un año antes, “Trifón y Sisebuta” habían hecho estallar la taquilla del Teatro Nuevo. En la adaptación de Enrique García Velloso del cómic de La Nación, el autor diseñó un personaje a medida de Roberto Casaux, el gran actor cómico desaparecido en 1929, quien compuso una macchietta tan desopilante de Trifón, según la crítica de la época, que le valió un sitio de privilegio entre los grandes del “género chico”, en tiempos en que Florencio Parravicini y Olinda Bozán eran los máximos referentes27. La transposición de la tira al teatro aseguraba el éxito de antemano, como finalmente evidenciaron las doscientas representaciones de la pieza a sala llena, aunque la familiaridad del público con los personajes no solamente derivaba de la lectura de la historieta en el diario sino de su circulación en otros medios. Hacia mediados de la década, los caracteres ya se habían emancipado de La Nación para “visitar” otras páginas, justamente las “de Columba”, la revista fundada por el taquígrafo del Congreso y notable caricaturista político. En 1922, la novel publicación lanza “Nuevos Trifones”, una página creada con la colaboración de los lectores donde los recién casados – o sus familias- se prestan a las bromas de la revista enviando una fotografía de la boda sobre la que los dibujantes realizan una caricatura, cargando las tintas sobre aquellos rasgos de la pareja que preanunciaban la condición de marido sometido a la autoridad de la cónyuge. Divertidos comentarios de los epígrafes, jugando sobre el tema de que el romanticismo se diluye en el noviazgo y que una vez ingresado al bando de los casados, el varón tendrá que vérselas con los caprichos de la esposa y los reproches de la suegra. De todos modos, nada había que explicar cuando a los recién casados se los llamaba Trifones y a las mujeres Sisebutas, ya que el mote había pasado Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), Museo del Cine “Pablo Ducrós Hicken”, 2009. 27 Sobre Roberto Casaux y el sainete de los años 20 véase, Isidro Salzman, “Roberto Casaux” en: Osvaldo Pelletieri (dir.), ob.cit.pp. 281-299. 11 a integrar el lenguaje coloquial de los porteños, sin importar si efectivamente eran malhumoradas. Un ejemplo interesante de la tournée de Trifón en otros espacios humorísticos es cuando en 1927 visita a “Pantaleón Carmona”, protagonista de la tira aparecida ese año en la revista Femenil 28. Trifón, en su eterna fuga de Sisebuta y su palote, busca refugio en su amigo Pantaleón quien parece correr la misma suerte en su matrimonio pero que, para colmo de males, también es aporreado por la suegra. Es posible que el móvil para “tomar prestado” a Trifón haya sido una estrategia del humorista para potenciar la comicidad de su propia historieta y crear una red solidaria entre maridos desdichados resultaba sin duda un acierto. Los Talero: una familia bien El suceso de las family strips en Buenos Aires se hace evidente con la aparición, muy poco tiempo después de Pequeñas delicias…, de Las aventuras de Pancho Talero. Corría 1922 cuando la revista El Hogar comienza a publicar la historia de las “desventuras” cotidianas de Don Pancho, presionado por su mujer Petronila y su hija Mechita, a las que les encanta figurar. La saga, creada por el dibujante de Crítica Arturo Lanteri, es una versión aporteñada de la norteamericana: el mismo esquema, las mismas situaciones, similares fisonomías de los personajes. Don Pancho es, al parecer, un hombre de campo a juzgar por las espuelas en las polainas y el talero al cinto que no se quita ni aún en pijama; bajo y regordete, su esposa Petronila Cascallares, lo duplica en altura y volumen mientras que Mechita es una hermosa jovencita preocupada por la última moda. 28 “Las andanzas de Pantaleón Carmona” de Antonio Messa, Femenil 12