Tomado de: “Lecturas precarias. Estudio sociológico sobre los “poco lectores”. Espacios para la lectura.” Bahloul, Joëlle (Fondo de Cultura Económica. México, 2002) El estudio, basado en datos etnográficos, fue realizado en 1985 en zonas urbanas de Francia. La muestra estuvo integrada por diferentes categorías socioprofesionales y regionales, de ambos sexos y por un variado espectro de edades. Se parte de la concepción de que el conocimiento sociológico de los hábitos de lectura es un asunto de orden público y, por tanto, político, donde se involucra la responsabilidad nacional en materia de alfabetismo y de formación de ciudadanos. A su vez, su esencia surge de un cuestionamiento profundo sobre la legitimidad y validez científicas de las preguntas que validan los investigadores a ciudadanos lectores o no lectores. El Ministerio de Cultura de Francia parte de la base que la categoría “poco lectores” comprende a quienes leen entre cero y cinco libros en el año. En este estudio, en cambio, se entiende que la lectura es un proceso en desarrollo, no estático, que no puede aprehenderse desde el punto de vista sociológico a través de categorías metodológicas fijas. Categorías cuya mayor conveniencia reside en la reducción del objeto de análisis, en tanto buena parte de los lectores de pocos libros consumen otro tipo de publicaciones no legitimadas desde el punto de vista cultural. En el estudio se plantean una serie de hipótesis iniciales, tales como: El aumento de los “poco lectores” entre 1973 y 1981, El aumento de los “poco lectores” entre agricultores, obreros calificados y especializados, trabajadores manuales y capataces e incluso de quienes poseen una preparación mediana o rudimentaria. El lugar de residencia de los “poco lectores” se concentra especialmente en las ciudades de menos de 100.000 habitantes. Poblaciones cuya estructura social contribuye a la escasa difusión del libro. Los géneros literarios más leídos por este grupo de los “poco lectores” son las enciclopedias, obras prácticas y novelas. Es así que se tuvo en consideración para la muestra el origen profesional, educativo, “modalidades biográficas de la práctica lectora, origen social, capital cultural familiar, formación intelectual y profesional, inserción social, etc.” 1 El estudio aborda las preguntas iniciales y la forma en que – en muchos casos – la pregunta limita o desvía las respuestas. Ante la consulta de cuántos libros lee una persona al año, ella puede entender qué es lo que ella lee que merezca la pena ser informado, cuáles de los impresos que lee están comprendidos dentro de la categoría del libro, o cuánto de lo que lee es considerado como literatura legítima. Las consultas sobre el hábito lector excluyen entonces a los buenos lectores de otro tipo de textos: los diarios, las revistas de divulgación y especializadas. Esto implica por un lado, la sobrevaloración de la categoría libro y, por otro, la exclusión de otras alternativas de lectura. 1 p. 25 Asimismo, los investigadores han considerado que los entrevistados sitúan al entrevistador en una posición jerárquica que representa los modelos dominantes de la práctica lectora, por lo que dirigen sus respuestas hacia esos modelos y desvalorizan sus prácticas. Vale decir que a priori consideran al entrevistador dentro de la categoría de los intelectuales, conocedores de la literatura legítima. Este estudio, citando a P. Bourdieu2, señala que se debe trascender la formulación estadística para abordar una lectura plural y con la intención de buscar indicadores de las maneras de leer. Se trata de una investigación cualitativa que analiza la lectura como práctica social que da origen a interacciones e intercambios sociales. En este sentido, analizan las formas de apropiación o expropiación del libro, la posesión o no de un acervo de libros, la forma y lugares de colocación, el volumen ocupado por el libro en el 2 p. 30 hogar como indicios de su representación ideológica y social. 3 Se realizan entrevistas con diversos actores para esclarecer no solo quiénes son poco lectores, sino cómo se llega a ser poco lector. En una primera observación se plantean cuatro escenarios: Escenario creciente: el poco lector no leía libros hasta que surge un cambio en el orden profesional, educativo, familiar, etc. que lo conduce progresivamente hacia la lectura. Escenario decreciente: el poco lector que ha sido un mediano o gran lector y ha reducido sus lecturas de acuerdo a sus condiciones sociales. Escenario estable: un poco lector que siempre ha leído poco. Escenario variable: el poco lector que comienza a leer medianamente y luego retoma el hábito de la poca lectura. La salida escolar es considerada un punto importante en la reducción de las lecturas. A este grupo pertenecen los jóvenes provenientes de familias obreras, campesinas o de empleados en situación de fracaso escolar o quienes sustituyen la formación técnica o profesional por la formación general que ofrece el liceo. Esa aparente reducción cuantitativa de la lectura es, en realidad, un cambio en la selección de los géneros. Se pasa de la lectura de textos legítimos para la cultura dominante que se ofrece en las escuelas, “a la lectura de textos no reconocidos como literatura “culta”: textos y obras prácticos, obras de temas familiares en los medios masivos de comunicación, revistas ilustradas de deportes o consagradas al motociclismo”. 4 Otros factores analizados en la disminución o aumento del hábito lector son el cambio de domicilio, la separación del medio familiar, el desarraigo geográfico y social, el desempleo. 3 4 Pablo Picasso, La lectura p.46 El hospital aparece para los entrevistados como un lugar de estimulación de la lectura, el valor terapéutico de los libros puede, aunque no siempre, constituirse en el punto de partida de los lectores. Entre las redes de socialización la escuela difunde datos acerca de los libros. Estas lecturas que constituyen referencias obligadas para el estudiante son sustituidas – a la salida del ciclo escolar – por otras que se construyen mediante las redes de los grupos de edad o de la clase social. Esta información se corresponde con estudiantes procedentes de escuelas de enseñanza técnica y de un origen social poco elevado que encuentran medios de información más adecuados con los valores de su grupo de edad y su clase social. La información adquirida en la escuela no estimula la lectura, no es sino una acumulación de conocimientos que no conduce a la elección. Tampoco es significativo el aporte a la lectura que realizan las bibliotecas, sean públicas o privadas. Estas son percibidas como ámbitos coactivos de lectura. Expresan que esta ausencia de la biblioteca en escenarios de poca lectura, puede relacionarse con: El volumen y naturaleza de la información de que disponen los lectores sobre los libros y las lecturas legítimas. La forma práctica de la lectura entres los poco lectores que no planifican, ni estructuran la elección y la lectura de libros. La relación material con el libro, su apropiación, algo que es imposible con el préstamo sistematizado en la biblioteca, de carácter impersonal. Manifiestan que los medios masivos de comunicación tienen un fuerte impacto, en tanto el libro puesto en imágenes es un soporte privilegiado de información y un estímulo a la lectura del texto. Esta realidad ha señalado que la televisión por sí misma no excluye la lectura, sino que a través de este medio estas categorías sociales – medios habituales de las clases populares – acceden a la cultura y al libro en particular. La poca lectura es estimulada por la imagen y es un vehículo de comunicación entre los poco lectores. Medios de adquisición Entre estos sectores sociales no es habitual la práctica de comprar libros. La adquisición por correspondencia es una práctica de consumo que restringe el libro solo a su materialidad y, generalmente no es leído de manera sistemática. El poco lector que recurre al librero, en cambio, adquiere de forma voluntaria un libro específico. El préstamo o el intercambio invitan a la lectura, y así socializa dentro de las redes específicas en que interactúan los poco lectores. Los intercambios se realizan entre quienes tienen jerarquías profesionales y sociales semejantes. La familia tiene un lugar privilegiado con respecto a la lectura. En familias obreras donde los jóvenes son poco lectores o lectores exclusivos de historietas o cómics, las mujeres – madres o hermanas – los estimulan a leer. Cuando el nivel de instrucción de la familia es débil, la familia puede sustituir a la escuela en cuanto al proceso de socialización con el libro aunque no se trate de los mismos libros que aquella institución propone. Las formas de adquisición más frecuentes de libros, en el caso de los poco lectores, son a través de la compra, los préstamos y los obsequios. Asimismo, los libros prestados generalmente son leídos, y los comprados por correspondencia reducidos a material de ostentación. Selección de obras La elección de un autor corresponde generalmente a lectores que provienen de familias con un buen capital cultural. A veces, el premio literario puede constituir un criterio de selección de textos. La investigación entendió que los principales criterios de selección en ambientes poco lectores remiten a: La semántica del título; La información ofrecida en la contraportada del texto, El tema y el género literario, El volumen, La editorial. Los investigadores han priorizado la forma en que adquirieron los libros y el destino que se les da luego de adquiridos, frente a la cantidad de libros que posee cada lector. En este sentido, las mujeres tienen un papel muy activo en cuanto a la circulación y apropiación del libro. Categorías La novela es el género preferido de los poco lectores, a través de su aproximación a la filosofía de la vida, el abordaje de las experiencias vividas y realistas El surrealismo, en cambio, no está en el gusto de los poco lectores. Asimismo, las novelas de ciencia ficción están demasiado alejadas de la experiencia vivida, por lo cual no son muy leídas por este grupo de lectores. Sí es leída por ellos la novela de aventuras, especialmente aquellas que evocan realizaciones físicas y personales. También tiene un sitio importante la novela sentimental especialmente para las mujeres poco instruídas de clases populares, tanto como lo son los textos de deportes a los hombres de las mismas clases sociales. Los poco lectores son algunos de los mejores lectores de historia, especialmente la contemporánea, la de la segunda mitad del siglo XX, los períodos de guerra. En muchos casos fueron episodios vividos por estos lectores que, a través de la lectura, recuperan su historia personal en estos textos. Ocupan un lugar especial para los poco lectores, los textos sobre deporte, motociclismo, automovilismo y también las enciclopedias. La poesía, la filosofía y las ciencias humanas son géneros excluídos por los medianos lectores con pocos estudios. Son los géneros “cultos” que reproducen el paso de un estrato social y cultural a otro. Ellos mismos definen su preferencia por los géneros menores que no los enriquecen, ni benefician o les otorgan una ganancia social y cultura, de lo cual se desprende que la poca lectura posee el carácter de ilegitimidad. Lectura y escritura Las prácticas de poca lectura son más frecuentes entre quienes tienen menos estudios por dificultades de desciframiento del código escrito. Tal vez, por eso es frecuente la lectura de prensa de semanarios, revistas y diarios donde lo escrito “está estructurado, descompuesto y predigerido o predecodificado por la presencia de encabezados y subtítulos y por la diferenciación de los tipos, lo que sugiere una clasificación de las informaciones”.5 5 p. 107