10288653 03/11/2004 11:26 p.m. Page 2 2C |EL SIGLO DE DURANGO | VIERNES 12 DE MARZO DE 2004 | ESPECIAL Hijos, hijos políticos, nietos y bisnietos fueron el centro de la Sra. Cecilia Fournier de Torres. FALLECIMIENTO | CECILIA FOURNIER DE TORRES FUE INHUMADA EN ESTA CIUDAD Una vida... un sueño Hija del famoso violinista duranguense Francisco Fournier Salas, hoy se recuerda con mucho cariño Redacción Sociales Fotos: Agencias | EL SIGLO DE DURANGO Compaginar la sensibilidad de una nota musical con la firmeza y tenacidad de un carácter que ha sido forjado en duras experiencias de una vida, no es fácil, pero la partitura estaba ahí...y con eso comenzó una sinfonía de cariño, respeto, disciplina y amor...esta es su historia. En sus últimos años, Cecilia Fournier de Torres acompañada de su mejor amiga Chata Solano. LAS RAÍCES Cecilia Fournier Torres nace en las ciudad de Tampico, Tamps. Pero a la corta edad de tres años sus padres se trasladaron a radicar a la ciudad de Monterrey, N.L., se crió en un ambiente de músico, ya que su padre fue Francisco Fournier Salas, excelente violinista duranguense e integrante del famoso quinteto Fournier, reconocido en todo el norte e la república, su madre María Carrasco de Fournier, quien inculco también en sus hijos Ramón y Francisco la sensibilidad por este bello arte. Cecilia le gustaba tocar el piano mientras su padre realizaba conciertos en el Hotel Ancina en la capital Regiomontana, dicho contacto con su padre fue muy corto, ya que a los cuatro años de edad, lo pierda, quedando la Sra. María y sus hijos desamparados. Un segundo matrimonio hizo que la familia se trasladara para radicar en la ciudad de México, pasando la jovencita una adolescencia rodeada del glamour de la gran ciudad, sus edificios y los atractivos que ofrece una gran urbe. Al llegar las vacaciones, Cecilia visita Durango, invitada por sus primos los Muguiro Peña, y en una de esas temporada conoce a Jesús Torres Galván. ENTREGA SU CORAZÓN Jesús Torres Galván era un industrial, dedicado a ramo de la madera, desempeñándose en la empresa “El Tule” con Eduardo G. de Hoyos, causando una gran impresión en la distinguida visitante, estrechando esa simpatía mutua que nació entre ellos, consolidando su amor el 24 se septiembre de 1935 en el María Carrasco de Fournier y Francisco Fournier, padres de Cecilia. Templo de Santa Teresita en la Ciudad de México. Llegó nuevamente a Durango, convertida en la esposa de Jesús Torres a la edad de 22 años, estableciendo su residencia en la calle de 5 de Febrero, cerca del entonces Hospital Civil para después cambiar su residencia a la calle de Pasteur, donde educó a sus hijos: Beatriz María, la cual es Religiosa de la Cruz; Alicia Torres, casada con Armando Herrera y Jesús Gerardo Torres Fournier. A PRUEBA En el año de 1951, Cecilia Fournier de Torres queda viuda después de que su esposo pierde la lucha contra el cáncer, viviendo nuevamente la dureza de enterrar a un ser querido y enfrentarse a la vida con nuevos bríos y cabeza de familia para sus hijos. “Vendía muchas cosas, las traía de Estados Unidos y entre sus amistades las acomodaba y un tiempo también traía plantas de ornato de la ciudad de Monterrey, donde tenía algunas amistades de su infancia”, manifiesta su hija Alicia, recordando la tenacidad y la disciplina de su mamá, la cual recibió también el apoyo de su familia Jesús Elizondo y Ramón Fournier “Fue dura para ella, ya que era una mujer muy organizada, metódica y administradora. Ella nunca quizo ser carga para nadie y hasta sus últimos días tenía lo necesario para vivir, incluso dejó listo lo de sus funerales; eso habla mucho de su independencia y firmeza de carácter”. CECILIA, LA AMIGA Los ratos con sus amigas eran muy apreciados por ella, le gustaba mucho convivir y charlar con cada uno de ellas, sembrando en muchas una semilla que duró para siempre, entre ella la Chata Solano, quien la acompañó hasta sus últimos días. Entre su grupo de amistades se anotan: Elenita Hernández Piedra, Pepita Amador, con quien se reunían una vez por semana a cenar; Amalia Delahanty, Chocola Padilla, José Estrada, Lupe Mijares de Estrada, Chata Washington de Arzac, Pepita Bermúdez, Cristina Manzanera de Ardila, Esther Valdés de Madrazo, Liz. José Favila, Pituka Matuk, China Mijares de Zaldívar entre muhas más que se escapan en estas líneas y que formaron parte importante de la vida de la Sra. Torres. MAMÁ POR SIEMPRE Una mamá siempre y en todo momento es como la recuerdan sus hijos, de mano firme y la fuerza interior con que ella salió de las adversidades, fue trasmitida para sus hijos, inculcando siempre el “Hay que salir adelante, todo se puede resolver”. Dentro de sus anhelos le hubierta gustado mucho ha- berse dedicado a la música, el piano y las notas de su padre siempre le recordaron tiempos de amor y cariño, entre sus pasatiempos estaba jugar canasta y la costura, incluso un tiempo trabajo en esta manualidad y con las ganancias pudo juntar para una casita, era devota de San Judas Tadeo, de la Virgen de Guadalupe y siempre le pedía las bendiciones al Santo Padre Jaun Pablo II. En el año de 1982 antes de cumplir sus 80 años, sufre una caída y tiene que usar prótesis, pero ella insistió en vivir sola, no sentirse inválida y salir adelante conservando el amor de su familia, la unión y estar pendiente de hijos, nietos y bisnietos y así fue... por algún tiempo. EL LLAMADO DEL SEÑOR Sus fuerzas fueron mermando y la Sra. Cecilia Fournier de Torres es recibida en el hogar de su hija Licha Torres de Herrera, donde recibió los cuidados necesarios y el espacio vital para no sentirse una carga, el 31 de enero de 2004 su corazón dejó de latir y se entregó a los brazos del Creador recibiendo una misa de cuerpo presente en el Templo del Sagrado Corazón de Jesús, para luego descansar en la cripta familiar al lado de su esposo, su mamá y su nietecita Beatriz. “Una buena mujer, siempre tenía una enseñanza... fue un ser humano de un solo camino hasta el final”, musita su hija. Cecilia Fournier Carrasco y Jesús Torres Galván.