Antes de acabar con nuestra ceremonia de graduación, queríamos decir algunas palabras, pero resulta difícil expresar en un trozo de papel todos los años, momentos, risas, llantos…que hemos pasado juntos. Hoy, a estos recuerdos les decimos adiós pero sabemos que siempre van a estar aquí, con nosotros, en nuestra cabeza y en nuestro corazón. Cuando éramos pequeños, nada más empezar las clases, deseábamos que se acabasen pronto y poder disfrutar del verano. En este momento, cuando se nos abren las puertas de lo que va a ser el principio de nuestro futuro y se cierran las de un periodo maravilloso, desearíamos volver a septiembre, cuando nos quedaba todo un año por delante, un tiempo para disfrutar y olvidar y perdonar. Hoy, poco a poco, este tiempo se acaba. Por ello, queremos dar las gracias. En primer lugar, a nuestras familias. Por aguantarnos en estos años que denominan “difíciles”. Por explicarnos en casa lo que no conseguíamos aprender en clase ¡aunque nos lo explicaran 100 veces! Por animarnos en los momentos de estrés. Por celebrar con nosotros nuestros éxitos. Pero sobre todo por acompañarnos en nuestros fracasos y darnos esos empujoncitos que nos faltaban. Gracias también a nuestros profesores, porque a lo largo de todos estos años no sólo habéis formado parte de nuestra educación, también de nuestra personalidad y valores. Todos sois diferentes, pero de cada uno de vosotros nos llevamos un trocito: la perseverancia y el trabajo, el respeto y la aceptación a lo diferente, el sobreponer los valores básicos y personales a lo material, la cualidad de poder amar la ciencia, el arte o la religión. Cuando comenzamos la ESO, lo hicimos asustados pues muchos eran los rumores del mal genio de ese, la fama del otro o el mal humos de aquel, pero todo…¡pura fachada! Estos cuatro años han sido los mejores. A pesar de los deberes, del estrés causado, del agotamiento…Nos hemos reído, hemos cotilleado, llorado, aplazado e incluso nos habéis quitado exámenes y todo por hacérnoslo mucho más fácil. Siempre, entre las sombras, ahí estabais, cuando os necesitábamos, lo dijésemos o no, con un abrazo y un “todo va a salir bien” “podemos mejorarlo, seguro” o un “tranquilo, siempre está septiembre” aunque hay que admitir que alguna que otra colleja nos ha venido bien. Nos llevamos amigos, compañeros…pero sobre todo personas que comenzaron siendo unos completos desconocidos y que han acabado siendo parte de lo que somos: una piña. Hoy nos despedimos pero no sólo dejamos atrás un tiempo y compañeros geniales, también un claustro de profesores como no hay otro. Un buen colegio no lo hace el dinero ni las marcas, lo convierten los profesores y los buenos alumnos, el apoyo y el compañerismo. Por ello, hoy podemos decir agradecidos, orgullosos y con la cabeza alta: ¡Yo estudié en Ángeles Custodios! Muchas gracias por hacernos felices y formar parte de nuestra vida todos estos años. Alumnado 4º ESO