militando Génesis y actualidad del sindicalismo magisterial Marcha del Color de la Tierra, marzo de 2001 JESÚS VILLASECA/LA JORNADA II Congreso Nacional Indígena, Nurío, Michoacán, marzo de 2001 65 Enrique Ávila Carrillo CARLOS RAMOS MAMAHUA odnatilim El sistema educativo en cualquier país se vincula en forma estrecha con el esquema de control político, ideológico, social y económico que los estratos hegemónicos impulsan sobre las capas poblacionales subordinadas. De tal manera se ha repetido este esbozo, que la historia de las luchas emprendidas por los profesores de educación básica durante el siglo XX y los escasos años de la centuria actual, están regidas por la obtención de un mayor salario y sobre todo por la incesante búsqueda de la democracia en la toma de decisiones en sus respectivas organizaciones gremiales; de igual forma han destacado los continuos enfrentamientos entre autoridades y docentes por la diversa concepción que se ha mantenido sobre la aplicación de los planes y programas de estudio que han sido empleados en muchas ocasiones sin el menor asomo científico en su implantación. Los trabajadores de la educación han nutrido sus experiencias de lucha en diversas matrices ideológicas, que van desde el positivismo impulsado de manera abierta por las autoridades educativas del porfiriato, etapa en la que intelectuales de la talla de Luis Cabrera, Justo Sierra, Gabino Barreda entre otros, se encargaron de elaborar toda una doctrina que giraba en torno de la aplicación de una supuesta ciencia que introduciría a nuestro país en el concierto de naciones civilizadas. Desde luego, los encargados de llevar a cabo esta profunda transformación en el sistema educativo eran los profesores mexicanos, que de inmediato iniciaron su organización para obtener mejores condiciones profesionales y económicas. Por su parte, el anarcosindicalismo, que tenía como referencia obligada a los militantes del Partido Liberal Mexicano, inició desde la primera década del siglo XX una denodada lucha por organizar desde abajo a los maestros. En esta empresa destacó el legendario profesor anarquista Librado Rivera, quien desde su natal San Luis Potosí impulsó ideas libertarias contra las concepciones educativas y salariales del régimen de Porfirio Díaz1. Esta fuente ideológica será constantemente utilizada por los profesores en sus impulsos revolucionarios: Otilio Montaño, quien redactó en unión de Emiliano Zapata el Plan de Ayala en las serranías poblanas, provenía de esta ideología; igual génesis formativa tuvo Gildardo Magaña quien, desde su natal estado de Michoacán, participó en las luchas de su gremio por aumentos salariales. Sus inquietudes políticas lo llevaron a unirse a diversas agrupaciones opuestas a la dictadura; destacó su apoyo al Plan Político Social de marzo de 1911 en torno a la legendaria figura de la profesora Dolores Jiménez y Muro; posteriormente sus simpatías fueron atraídas por Andrés Molina Enríquez quien al dar a conocer su Plan de Texcoco arrastró al profesor Magaña incluso hasta la cárcel. En la cárcel entabló una estrecha relación con Francisco Villa al que, según sus propias palabras, le enseñó las primeras letras; esta amistad sería de gran valía en las relaciones políticas entre los destacamentos del Ejército Libertador del Sur y la División del Norte. Entre las contradicciones del movimiento armado destacaron los brotes de organización magisterial que eran promovidas por el ala izquierda del carrancismo: Cándido Aguilar en Veracruz y Salvador Alvarado en Yucatán impulsaron en esas entidades gobernadas por ellos una convención y un congreso de maestras, respectivamente. En la misma vertiente de organización, los maestros de Puebla, Tlaxcala y Veracruz participaron en 1918 de manera activa en la fundación de la CROM (Confederación Regional Obrera Mexicana). En la ciudad de México, los profesores aglutinados en torno a la ideología ácrata estallaron, en 1919, un movimiento huelguístico que logró la solidaridad de tranviarios, electricistas, taxistas, panaderos, voceadores y otros sectores de trabajadores, lo cual se convirtió en uno de los primeros enfrentamientos entre los docentes mexicanos y el Estado presidido por Venustiano Carranza. Este intento por obtener democracia y aumento de salario fue reprimido2 y sus principales dirigentes cesados y encarcelados; esta actitud represiva se va a convertir en una constante de los diversos gobiernos frente a los maestros. En la segunda década del siglo XX, realizó su aparición como organizador de algunos sectores de maestros pertenecientes a la CROM un personaje culto y de una gran capacidad oratoria, que en muchas ocasiones colindaba los límites de la más barata demagogia: me refiero a Vicente Lombardo Toledano, quién fundó La Liga de Profesores del Distrito Federal y cuya política desde el inicio 66 militando estuvo encausada hacia la preservación de excelentes relaciones con los hombres del poder. Esta nefasta conducción de las primeras organizaciones magisteriales llevó, en no pocas ocasiones, a la supeditación parcial o absoluta de los intereses de los profesores a las necesidades del gobierno en turno. En esta etapa, la educación se vio enriquecida por las misiones culturales y las escuelas rurales, también conocidas como casas del pueblo, las cuales en lo general tuvieron un proceso de acercamiento con las necesidades de los municipios, sin embargo, en no pocas ocasiones la directrices escolares chocaban de manera abierta con los usos y costumbres de las comunidades originarias de esta nación. El impulso que dio José Vasconcelos a la educación rural fue amplio, de tal forma que en 1923 existían 13 mil 487 escuelas diseminadas en remotos lugares de nuestra geografía3. Aunado a este esfuerzo educativo se llevó a cabo la gran revolución pictórica que encabezaron José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Con el control que Lombardo Toledano tuvo sobre la Federación Nacional de Maestros que se constituyó a finales de 1926, se inició la aplicación del nacionalismo revolucionario como ideología afín a los gobiernos supuestamente emanados del proceso armado de 1910. Con este concepto un tanto cuanto confuso, surgieron una serie de organizaciones magisteriales que pugnaban por representar los intereses de los profesores de educación básica; se puede afirmar que prácticamente en todos los estados de la república existían agrupaciones creadas en torno a estas concepciones ideológicas. A estas incipientes congregaciones se sumaron los positivistas, que de manera natural encontraron puntos de vista convergentes con las posiciones del nacionalismo revolucionario. También continuaban con su esfuerzo militante y organizacional los anarquistas ya mencionados y, de manera destacada, dio inicio la propagandización entre los maestros de las ideas marxistas, debido sobre todo al triunfo en la Rusia zarista de la revolución proletaria encabezada por Lenin. 67 Frentes, Ligas, Uniones, Confederaciones, Federaciones, afiliaciones a organizaciones magisteriales internacionales, fueron nombres y actitudes que los maestros de los años 30 e inicios de los 40 tuvieron que aprenderse y decidirse a militar en ellas no siempre utilizando su libre albedrío sino que, en la mayoría de los casos, fueron afiliados al iniciar su vida profesional de manera automática y por lo tanto arbitraria a la organización sindical afín a las necesidades políticas y sociales de la autoridad estatal en turno. No obstante esta gran dispersión sindical que existía, los profesores mexicanos participaron en la llamada educación socialista del período cardenista, asumiendo como gremio los aciertos y los fracasos de este proyecto sexenal, que dejó profundas concepciones gremiales y también corporativas en la mayoría de los docentes, práctica ésta que se reflejaría en el quehacer político y organizativo de los maestros mexicanos en los años posteriores. La supeditación a los intereses del poder ejecutivo de la mayoría de las dirigencias magisteriales, los llevaba a competir en la obtención del beneplácito de los gobiernos estatales y federales que siguieron al régimen cardenista. Dejando de lado los intereses gremiales y priorizando los particulares, institucionalizándose de esta forma la corrupción en el manejo de las demandas sindicales de los profesores de educación básica. El ingreso de México a la Segunda Guerra Mundial en mayo de 1942, radicalizó la urgencia del gobierno por afinar sus políticas corporativas hacia los trabajadores en general, imponiéndoles acuerdos, tales como: la eficiencia en el trabajo, la cooperación de obreros y patrones en torno al gobierno de Ávila Camacho, el máximo esfuerzo y disciplina de los trabajadores en el proceso productivo, la absoluta suspensión de todo tipo de paros y desde luego de la huelga, aclarándose que en caso de conflicto, se podía acudir al presidente de la República como árbitro supremo4. Con este Pacto de Unidad Nacional se perdían en la práctica los derechos sociales que se habían plasmado en el artículo 123 de la Constitución de 1917. Esta política fue consentida por las dirigencias gremiales sin protestas significativas y admitieron sin mayores objeciones el cambio de orientación en los planes de estudio, que dejaban odnatilim de impulsar la educación socialista, y aceptaron la aplicación de su antítesis educativa que fue la escuela del amor, que inspiró el tristemente célebre Octavio Béjar Vázquez quién destruyó sistemáticamente los elementos socializadores del proyecto cardenista. En este contexto de supuesta lucha contra el fascismo, diversas organizaciones magisteriales, entre las que destacaban el Sindicato Único de Trabajadores de la Enseñanza, el Sindicato Mexicano de Maestros y Trabajadores de Educación, el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza Mexicana, el Sindicato Nacional Autónomo de Trabajadores de la Educación, decidieron el 30 de diciembre de 1943 fundar el Sindicato Nacional mostraron decididos a imponer el nacionalismo revolucionario como base de la estructura ideológica y, por lo tanto, dedicaron su mejor esfuerzo en impulsar una política que apoyara al régimen de Manuel Ávila Camacho. De igual forma, pero con finalidades diferentes, los profesores integrantes del Partido Comunista impulsaban un Frente Popular que convergía en el apoyo al gobierno en turno. Había un tercer grupo de maestros, en cuyo interior se encontraban resabios de racionalismo de corte anarquista y algunos planteamientos nacionalistas. Todas estas corrientes de opinión impulsaron la candidatura a secretario general del maestro Luis Chávez Orozco quien resultó electo y, en los meses que siguieron, sería Marcha del Color de la Tierra, ciudad de México, 11 de marzo de 2001 de los Trabajadores de la Educación (SNTE)5, después de seis tortuosos días en que las negociaciones fluctuaban entre el cómo redistribuirse los cotos de poder y el grado de supeditación al gobierno federal que debía tener desde su nacimiento este nuevo intento de organización de los profesores mexicanos. Las corrientes sindicales e ideológicas que dieron forma a la agrupación gremial más importante del siglo XX fueron: los lombardistas quienes, en abierta conjunción con los integrantes del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), desde el inicio de los trabajos se FÉLIX CÚNEO presionado y obstaculizado en su gestoría política y administrativa a tal grado que fue obligado a renunciar al cargo. El supuesto éxito del gobierno de Ávila Camacho puede circunscribirse a la consolidación de las organizaciones corporativas de la clase obrera. De forma especial, un logro del militar poblano consistió en la fundación del SNTE como agrupación única de los maestros y, sobre todo, en que la dirección de este flamante sindicato estaba en manos de profesores adictos al nacionalismo revolucionario. 68 militando 69 La dirigencia del SNTE sostuvo de manera abierta e incondicional la candidatura a la presidencia de la República de Miguel Alemán (el cachorro de la revolución, como lo había bautizado Lombardo Toledano) y, por consiguiente, el apoyo acrítico de la cúpula magisterial a la Campaña Nacional Alfabetizadora, a la creación del Instituto de Capacitación del Magisterio, al cambio de redacción y de espíritu del artículo tercero constitucional que abandonaba toda mención a la educación socialista. Estas medidas se pudieron aplicar fácilmente con la participación entusiasta de las dirigencias que profesaban el nacionalismo revolucionario como credo ideológico. En lugar del mejoramiento de las condiciones materiales de salud y educativas de la población, lo que surgió fue un régimen autoritario, dependiente del imperialismo y profundamente antipopular6. Durante el sexenio alemanista, las huelgas fueron reprimidas con mayor énfasis, las concepciones anticomunistas pronto sentaron sus reales al interior de la organización sindical, a tal grado que se perseguía a los maestros en las escuelas por su manera de pensar. La alta burocracia sindical encontró el camino expedito para enriquecerse: los fraccionamientos, las tiendas de consumo, la venta de plazas, los hoteles, los préstamos hipotecarios, el control de bancos, fueron algunos de los muchos negocios en los que las dirigencias del SNTE pronto alcanzaron niveles de corrupción inimaginables. Los sectores progresistas del SNTE intentaron organizarse para contrarrestar la ofensiva del “charrismo” (término con el que se identificaba al sindicalismo blanco afín al gobierno y que debe su nombre a Jesús Díaz de León, dirigente espurio ferrocarrilero que en 1948 solicitó la utilización de la fuerza pública en contra de sus compañeros en paro): así, en 1951, aglutinados en torno a las demandas de democracia sindical, aumento salarial, asistencia social y una ley de pensiones, fundaron el Frente Nacional de Unificación Magisterial. Sin embargo, sus integrantes pronto enfrentaron la división de intereses entre los profesores que seguían las directrices de Lombardo Toledano y los miembros del Partido Comunista. Además, la gran mayoría de los puestos sindicales en el ámbito nacional estaban ocupados por militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), lo cual de entrada entorpecía de manera sustantiva todo tipo de actividad sindical. La antidemocracia se extendía por todo el SNTE: la militancia degradaba a quien la ejercía y se establecía la sumisión política como mérito para ascender en la escala jerárquica del charrismo sindical. La demagogia de las diversas dirigencias del SNTE los llevaba a pronunciarse en abstracto contra el imperialismo y la reacción interna, por la defensa de la paz, la lucha contra la desigualdad social, pero ubicaban con especial énfasis que la mejor manera de llevar a buen fin estos ideales era otorgando su aval irrestricto al gobierno en turno que emanaba de la Revolución Mexicana. A pesar del control corporativo que se ejercía en esta etapa sobre los maestros a escala nacional, los movimientos de inconformidad dentro del magisterio fueron constantes: en 1955, los profesores de Jalisco y Tamaulipas decretaron paros por exigencias saláriales; en 1956, los trabajadores de la educación decidieron suspender sus labores en Sinaloa, Chihuahua, Oaxaca, Yucatán y estado de México, con demandas fundamentalmente económicas. Los enfrentamientos en la sección 9 del SNTE, alcanzaron un alto grado en 1956, cuando pugnas de carácter interburocrático llevaron al profesor Abel Ramírez Acosta, dirigente progubernamental, a exigir el 30 por ciento de aumento salarial y además planteaba en un alarde demagógico la huelga como medio de lucha para obtener resultados satisfactorios a sus demandas. Sin embargo, fiel a su costumbre de tomar acuerdos a espaldas de los trabajadores, aceptó el 14 por ciento de aumento. La inmensa mayoría de los maestros de la sección 9 rechazaron esta actitud, desconociéndolo y nombrando, meses después en septiembre de 1956, en una asamblea realizada en el Rancho del Charro de la ciudad de México, una dirección encabezada por el maestro Othón Salazar. El magisterio de la sección 9, al elegir un comité sin la aprobación de la dirigencia nacional, estaba avanzando de manera vertiginosa en la consecución de la democracia sindical y sobre todo realizaba esfuerzos importantes para terminar con odnatilim la preponderancia de la ideología del nacionalismo revolucionario entre los maestros. La respuesta de la directiva nacional se tornó agresiva e intolerante: acordó nombrar una Comisión de Honor y Justicia para realizar una investigación sobre la supuesta actitud atentatoria contra la unidad del sindicato, que llevaban a cabo Othón Salazar y sus correligionarios. Los profesores othonistas, como se les empezó a llamar, respondieron con mítines, marchas y múltiples asambleas con padres de familia en las que se les informaba de la problemática que enfrentaban. En 1957, se fundó el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM), organización que encabezó la lucha durante 1957 con la finalidad de que fuera reconocido el comité electo democráticamente. El 11 de diciembre de 1957 los profesores del MRM plasmaron en un pliego petitorio sus demandas: 40 por ciento de aumento al salario a partir del 1 de enero de 1958, jubilación a los 30 años de servicio sin límite de edad, aguinaldo equivalente a 60 días, incorporación del sobresueldo del 10 por ciento de vida cara al sueldo nominal, extensión de los aumentos de salario a los profesores jubilados, entre las más importantes de sus exigencias7. La ideología del nacionalismo revolucionario volvió a tomar cartas en la problemática magisterial: el 2 de diciembre de 1957, los maestros integrantes del MRM decidieron después de arduas discusiones otorgar públicamente su apoyo al candidato del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de la República, Adolfo López Mateos. Caro ha costado al movimiento social de este país las concesiones otorgadas al nacionalismo revolucionario por los movimientos de masas. El 12 abril de 1958, un mitin programado por los profesores othonistas fue reprimido violentamente por la fuerza pública. La respuesta fue inmediata: se acordó el paro indefinido en la sección 9 a partir del 16 de abril, el 30 del mismo mes los maestros decidieron quedarse en guardia permanente en los patios de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y no retirarse hasta que fueran satisfechas sus demandas. La ocupación de la SEP, se convirtió en un ejemplo de lucha sindical. Diariamente durante más de un mes, se realizaron dos mítines con la participación de padres de familia, organizaciones solidarias y militantes sindicales. En sus intervenciones, los oradores reiteraban el apoyo y la decisión de no abandonar las instalaciones hasta obtener solución satisfactoria. En pleno combate político y sindical de los profesores de enseñanza elemental, el secretario general del Partido Comunista Mexicano, Dionisio Encinas, realizó desafortunadas declaraciones a los medios de comunicación en las que aconsejaba a los dirigentes del Movimiento Revolucionario del Magisterio el rápido entendimiento con los líderes del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE8. La solidaridad de diversos actores sociales con el movimiento magisterial empezó a preocupar al gobierno que, el 2 de junio, resolvió de manera parcial las demandas magisteriales. Esta etapa de la lucha culminó con el abandono de las instalaciones de la SEP y la realización de una magna marcha que exigía parar la represión administrativa contra los profesores othonistas. En 1958, la insurgencia de los ferrocarrileros, electricistas, telegrafistas, panaderos, petroleros, maestros y otros sectores sociales pusieron en jaque a las burocracias sindicales oficiales, las cuales se lanzaron a una ofensiva primero periodística y después, con el apoyo de todo el aparato judicial, persiguieron y en no pocos casos lograron el encarcelamiento de los dirigentes de estas organizaciones. La represión se consumó, a pesar de que una preocupación constante de la dirección del MRM en esta etapa consistió en declarar de manera reiterada que su lucha era únicamente por aumento salarial y que no se oponían al gobierno y mucho menos al presidente de la República e insistían en que su movimiento no era de tipo político9. En el caso del magisterio, el 6 de septiembre de 1958 fueron detenidos entre otros Othón Salazar y Encarnación Pérez Rivero. Según cifras oficiales, el número de profesores encarcelados fue de 208. La respuesta del profesorado fue terminante: se declaraba el paro indefinido a partir del 8 de septiembre. La demanda prioritaria del MRM era la inmediata liberación de los presos políticos. Como respuesta, el Estado declaró a los principales dirigentes formalmente presos el 12 70 militando de septiembre y sin derecho a la libertad bajo fianza. La represión laboral, policíaca y sindical a que estaba sometido el movimiento magisterial obligó al Pleno de Representantes de la sección 9 a decidir el levantamiento del paro el 11 de septiembre, sin ninguna condición y sólo con algunas promesas del oficial mayor de la Secretaría de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz. Una de ellas se cumplió, pues se convocó a elecciones y la planilla del MRM, encabezada por Gabriel Pérez Rivero, obtuvo el triunfo. El profesor Salazar no fue elegible por estar detenido en la penitenciaria de Lecumberri, sin embargo, el triunfo fue amplio. La actividad constante como la repartición de volantes, pláticas, colectas de dinero, mítines en zonas escolares, pequeñas marchas, así como inserciones periodísticas y otras, llevadas a cabo Marcha del Color de la Tierra, Zócalo de la ciudad de México, 11 de marzo de 2001 71 por ferrocarrileros, electricistas, padres de familia, asociaciones de profesionistas, estudiantes y desde luego los miembros de la sección 9, obligaron al funcionario recién instalado en la presidencia de la República, Adolfo López Mateos, a liberar en los primeros días de diciembre a los maestros detenidos. Sin embargo, las confrontaciones entre el charrismo y los profesores othonistas prosiguieron y el movimiento fue reprimido brutalmente el 4 de agosto de 1960, con un saldo de más de 500 heridos y varias decenas de maestros encarcelados. Después de la represión, los apoyos de sindicatos obreros disminuyeron sobre todo por el temor de ser tratados de igual manera; la campaña anticomunista del gobierno en contra de las dirigencias magisteriales alcanzó niveles nunca antes conocidos en nuestro país. Los partidos políticos con mayor presencia en la izquierda el PCM y el Partido Obrero Campesino de México, se encontraban inmersos en discusiones internas y poco pudieron aportar al movimiento en esta etapa, que no fuera su propia confusión e indecisión política. La venganza de las autoridades contra los maestros de la sección 9 se manifestó de varias formas: se les obligó a firmar documentos de adhesión a los charros que después eran dados a conocer en los centros escolares, quitándoles a los profesores toda credibilidad política y ética; se les retuvo el salario durante más de tres meses; se les amagó con policías en sus domicilios; en una palabra sus derechos sindicales fueron anulados y las leyes que estaban vigentes en ese momento pasaron a ser simplemente objetos decorativos. ARTURO FUENTES Con las derrotas del movimiento ferrocarrilero en 1959 y de los docentes de enseñanza primaria en 1960, el Estado mexicano pasó a la ofensiva contra todos aquellos sectores sociales que persistían en sostener su independencia con respecto al gobierno y su partido el PRI: el encarcelamiento, la represión laboral y sobre todo la negación reiterada de los derechos democráticos se convirtieron en la constante de los regímenes de Adolfo López Mateos y de Gustavo Díaz Ordaz. El asesinato de Rubén Jaramillo, la persecución de los médicos, la constante aplicación del delito de disolución social, llevó a las cárceles mexicanas a luchadores sociales e intelectuales de la talla de Víctor Rico Galán, Adolfo Gilly, Gilberto Balam y otros no menos destacados que se unieron a Valentín odnatilim Campa y Demetrio Vallejo, quienes se encontraban encarcelados desde 1959. La masacre de copreros en Acapulco en 1967. La constante anulación de los derechos democráticos e individuales consagrados en la Constitución, que se conculcaban en todo el país, fueron convirtiendo a las escuelas de Educación Superior en los últimos reductos en los que se podía discutir política con relativa libertad; sin embargo, también la represión llegó a las universidades de Sonora y Michoacán en 1966 y 1967 respectivamente, con su consabida secuela de violencia y encarcelamientos. El estallido del movimiento estudiantil de 1968 de inmediato encontró eco en la reprimida insurgencia magisterial: el MRM —que tenía en esta etapa notoria influencia del Partido Comunista— y el Comité Coordinador de Comités de Marcha del Color de la Tierra, Zócalo de la ciudad de México, 11 de marzo de 2001 Lucha Magisteriales —quienes se reclamaban maoístas— se volcaron en apoyo de los estudiantes de educación media y superior, incluso después de la matanza del 2 de octubre. Los maestros de educación básica del Distrito Federal convocaron el 12 de noviembre de 1968 a un paro de labores; la represión estatal actuó de inmediato y cesó a 63 profesores; el movimiento se replegó y lo único que se pudo articular fue una débil respuesta en los patios de la SEP el 18 de noviembre exigiendo el cese a la represión. La última escuela en levantar el paro en el movimiento estudiantil fue la Normal Superior de México, cuyos alumnos y maestros decidieron proseguir la lucha hasta el 10 de enero de 196910. En los años posteriores, esta institución formadora de docentes se convertiría en el gran laboratorio social de donde egresarían una gran cantidad de luchadores magisteriales que durante las décadas de los 70 y 80 van a impugnar la existencia del charrismo en el SNTE. En diciembre de 1970, asumió la presidencia de la República Luis Echeverría Alvarez, y con su llegada al poder, la represión contra el sindicalismo independiente adquirió mayor contundencia: la ocupación policíaca en 1971 de Ayotla Textil; las huelgas rotas con inusitada violencia en General Motors, General Electric, Medalla y Kelvinator, en 1972; la represión en 1974 y 75 contra los sindicatos de la construcción y de chóferes en el Distrito Federal; el uso del ejército en contra de los electricistas del SUTERM en 1975-76 que liquidó su huelga11. Bajo esta perspectiva, la acción sindical de los maestros se tornó difícil y complicada, ARTURO FUENTES sin embargo, la actividad por obtener aumentos salariales y por la vigencia de la democracia, proseguía en prácticamente todas las secciones del país, de tal forma que en 1972 surgió en el DF el Bloque de Delegaciones Independientes que, durante su existencia de varios años, combatió frontalmente al charrismo. Las pugnas interpriístas llevaron a un grupo gangsteril, encabezado por Carlos Jonguitud Barrios, a la toma violenta de las instalaciones del sindicato nacional, destituyendo a Carlos Olmos que era integrante de otro grupo de poder del partido oficial (los roblesmartinistas). El arribo de Vanguardia Revolucionaria —como posteriormente se autobautizaron los golpeadores aglutinados en torno al profesor Jonguitud— estableció un 72 militando 73 violento control sobre los órganos sindicales estatales que se resistían a quedar supeditados al control mafioso de la cúpula vanguardista. Durante el periodo en que Vanguardia Revolucionaria controló la dirección del SNTE, se apoyó de manera abierta la planeación, evaluación e instrumentación de la política educativa del Estado, además se dio a la tarea de impulsar la creación de la Universidad Pedagógica Nacional UPN) que, según sus cálculos, le daría al SNTE el control sobre los futuros maestros, sobre todo, debido al rechazo que enfrentaban en las escuelas normales del país. El supuesto auge económico que derivaría del descubrimiento de grandes yacimientos petrolíferos afectó de manera directa las condiciones de vida de los maestros del sureste mexicano. Los integrantes de la sección 7 de Chiapas se declararon en paro los primeros días de septiembre de 1979, fundaron el Consejo Central de Lucha y obligaron a la dirigencia del SNTE a tramitar un aumento de mil 500 pesos mensuales y a no ejercer represalias contra los paristas. De igual forma, en octubre de 1979, en el poblado de Playas del Rosario, en Tabasco, se formó el Consejo Central de Lucha, el cual acordó luchar por el 100 por ciento de aumento salarial. En esa misma etapa, los profesores de la Montaña, en Guerrero, acordaron realizar una marcha el 5 de noviembre en Tlapa; en el transcurso de la manifestación, decidieron ocupar las oficinas de la subdelegación del Programa Educativo de la SEP; dos días después el ejército mexicano los desalojó con lujo de violencia, el saldo fue de 30 desaparecidos y cerca de 500 profesores heridos. Como consecuencia de la solidaridad del magisterio nacional, que indignado denostaba la actitud gangsteril de la cúpula jonguitudista, los charros se vieron obligados a sentarse y discutir la problemática del magisterio de la Montaña, resolviéndose de esta manera, bajo presión, parcialmente algunas de las demandas de los profesores guerrerenses. También en la región de La Laguna se declararon en paro indefinido el 23 de octubre, crearon el Consejo Representativo de los Centros de Trabajo y demandaban el 100 por ciento de aumento al sobresueldo, basificación, aguinaldo de 60 días y en la práctica sus demandas eran semejantes a las que levantaban los maestros del sureste mexicano12. En este ambiente de insurgencia magisterial que vivían los trabajadores de la educación del país, se dio a conocer la convocatoria para realizar el Primer Foro Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE, que se realizaría los días 17 y 18 de diciembre de 1979, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. En este acto los maestros de prácticamente todo el país decidieron protestar contra la represión, el control de precios y la carestía de la vida. Pero el acuerdo más importante de esta reunión fue integrar la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE, que posteriormente va a ser conocida por sus siglas: CNTE. Desde su origen, la CNTE se enfrentó a la tarea de unificar esfuerzos en la lucha por la democratización del SNTE; para ello se planteaba que debería aglutinar al magisterio en su lucha en contra del charrismo sindical y combatir los métodos de corrupción y antidemocracia de los integrantes de Vanguardia Revolucionaria13. Las marchas, mítines, foros, congresos, ocupación de locales sindicales, paros, plantones, huelgas de hambre, así como su destacada participación en los Paros Cívicos Nacionales y las negociaciones con las autoridades sindicales y estatales, se convirtieron en el principal eje aglutinador de la CNTE. Secciones como la 22 de Oaxaca, la 7 de Chiapas, la 14 de Guerrero, la 18 de Michoacán, la 9 y 10 en la ciudad de México, la 36 del Valle de México, la 15 de Hidalgo, la 19 de Morelos y otras fueron, con su altibajos, la columna vertebral de esta organización que ha podido en diversas etapas detener los agresivos planes educativos y salariales del Estado mexicano en contra de los trabajadores de la educación. El violento enfrentamiento con la dirigencia de Vanguardia Revolucionaria ha dejado un saldo de varias centenas de maestros asesinados, principalmente en el estado de Oaxaca. En 1988, el pueblo había demandado en las urnas la vigencia de la democracia, los mecanismos de control tradicionales del PRI fueron incapaces de evitar la derrota en las elecciones odnatilim presidenciales. Carlos Salinas de Gortari subía al poder como un presidente ilegítimo, las tradicionales formas de control sindical del grupo jonguitudista entraron en crisis, los maestros se inconformaron con los bajos salarios que recibían y desconocieron en la práctica al corrupto sistema político sindical que había instaurado Vanguardia Revolucionaria. El 17 de abril de l989, estalla el paro nacional: miles de profesores, que sólo unos meses antes estaban sometidos a la apatía y al control charro, se lanzaron al movimiento con una energía desconocida, discutían sobre política, sobre su labor cotidiana, organizaban el paro, atendían a los padres de familia. En una palabra, rompieron las barreras que el régimen del PRI había instituido para evitar que las masas irrumpieran en la escena pública. Se estableció un plantón en la ciudad de México y en prácticamente todas las capitales de los estados se realizaron actos de protesta contra la política salarial que aceptaba dócilmente la espuria dirección sindical. Finalmente, el 23 de abril de 1989, Carlos Jonguitud renunciaba a su cargo de presidente nacional y vitalicio de Vanguardia Revolucionaria y como asesor permanente del comité ejecutivo del SNTE. En su lugar, el gobierno de Salinas nombró a Elba Esher Gordillo como secretaria general del SNTE, profesora que creció políticamente a la sombra del jonguitudismo y que en ese momento era ungida por el poder ejecutivo federal para proseguir con la política de control, corrupción y cooptación de los diversos actores del movimiento magisterial. Cargo en el que se ha sostenido mediante actitudes de franco gangsterismo al interior de la organización sindical. Más recientemente, los nexos de la mencionada dirigente magisterial con el Partido Acción Nacional han llevado a la cúpula del SNTE a enfrentar una verdadera crisis en la aplicación de su supuesta ideología: el nacionalismo revolucionario. La situación política actual del SNTE es lamentable: la conciencia gremial de los maestros se ha ido perdiendo conforme avanzan los planes gubernamentales en contra de la educación pública. Durante años, la CNTE levantó una política en contra de la ingerencia del partido oficial en los problemas internos de la organización sindical; hoy esta ingerencia se reproduce al interior de la propia CNTE, pero con otros actores políticos, destacando el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Como ejemplo de esta deplorable situación está la sección 18 de Michoacán. Los vicios burocráticos, la corrupción en la asignación de créditos, el clientelismo, el corporativismo grotesco (con el oprobioso pase de lista, de las mejores épocas de Fidel Velásquez) han hecho su aparición desde hace varios años al interior de la CNTE. El mejor ejemplo didáctico de la descomposición al interior de la Coordinadora es la existencia de grupos que se reclaman o reclamaban miembros de la CNTE, como la sección 10, donde los comisionados supuestamente democráticos duran ya en su cargo 15 años ininterrumpidos e incluso ocupan carteras en el Comité Ejecutivo Nacional, representando de manera eminentemente corporativa a los restos de un supuesto partido político de izquierda (el Partido Revolucionario de los Trabajadores); además han presentado planillas de unidad, con lo que queda del jonguitudismo y con los llamados institucionales, que son los incondicionales de Elba Esther Gordillo y, en el colmo de la demagogia, se autonombran dirigentes históricos de la CNTE. Esto debe ser frenado de inmediato en todos los centros de trabajo con explicaciones precisas. La despolitización del conglomerado magisterial se debe, entre otras causas, a una posición vanguardista y sectaria, con un discurso ultraizquierdista, que alejó a los maestros de base de las asambleas. Después de lograr sus objetivos, esos grupos sobreideologizados, se refugiaron en las entrañas del PRD, obteniendo diputaciones y cargos públicos en los diversos gobiernos que este partido administra a nivel nacional, dejando sumidas a las secciones 9, 10 y otras, en una crisis de la que no pueden salir, sobre todo por la incapacidad notoria de esas tendencias para elaborar una política con los de abajo. Las diversas dirigencias de la CNTE han utilizado y utilizan (salvo honrosas excepciones) la antigua presión corporativa, con métodos similares a los que impulsaba el régimen que gobernó este país durante 70 años. 74 militando La forma de hacer política sindical que nos enseñaron parte del principio de que los dirigentes interpretan las necesidades de sus agremiados. Durante décadas, éste ha sido el común denominador de las estructuras sindicales del SNTE, así, los acuerdos trascendentes se toman en las altas esferas de dirección y son llevados a la discusión, en el mejor de los casos, únicamente para que sean aprobados y así legitimar su actuación, que en muchas ocasiones ha ido en contra de las más sentidas demandas de los maestros afiliados. sus luchas cotidianas, las cuales indiscutiblemente arribarán a las grandes confrontaciones que seguro vendrán en los próximos años. Nuestra prioridad debe ser realizar una política incluyente, no imponer, sino convencer o ser convencidos; la lucha magisterial no es nueva y ha conocido actitudes verdaderamente mesiánicas, cuyos dogmas ideológicos han llevado al fracaso las luchas del profesorado nacional. Es por eso que debemos cambiar totalmente nuestra forma de hacer política y crear, desde Marcha del Color de la Tierra, Zócalo de la ciudad de México, 11 de marzo de 2001 75 Por lo anterior, es necesario rediscutir nuestra forma de hacer política al interior de nuestro sindicato, unirnos a las necesidades de los maestros de base, platicar con ellos, realizar reuniones por centros de trabajo, donde los profesores se puedan expresar sin llegar con el cúmulo de conocimientos que aturden y ahuyentan al docente de la participación política. Debemos acompañarlos en FRANCISCO OLVERA/LA JORNADA abajo, en compañía de los maestros un verdadero tejido sindical militante, que esté dispuesto a cambiar su realidad, pero no con paso acelerado, sino con pasos firmes, con los pies sobre la realidad, no pensar que nuestra interpretación del proceso sindical es la única, existen otras y debemos escucharlas, para evitar que una vez más, llevemos a una derrota al movimiento. odnatilim Una de las demandas sindicales que los educativas el impulso en la enseñanza-aprendizaje docentes han levantado con mayor énfasis en los debe ser puesto en las variables del mercado, la últimos años, es la seguridad en el empleo. La competitividad es la fuerza motriz de la educación, política neoliberal impulsada por los últimos según sus muy particulares puntos de vista en regímenes priístas y el actual gobierno panista, materia pedagógica. considera que los sindicatos deben desaparecer y El reto actual es grande, pero podremos salir la defensa de la fuente de trabajo debe ser indiviadelante con unidad y perspectiva histórica. dualizada. Según su concepción de las relaciones laborales, el maestro está capacitado para enfrentar al patrón en forma personal, por eso el perverso papel jugado por Elba Esther Gordillo es cuestionado por amplios sectores del profesorado nacional, puesto que la dinámica salarial y profesional a la que ha sido sometido el SNTE, lo ha llevado a depender cada vez con mayor fuerza de los trabajadores eventuales e interinos; una exigencia de los maestros Marcha del Color de la Tierra, Zócalo de la ciudad de México, 11 de marzo de 2001 FRANCISCO OLVERA/LA JORNADA sindicalizados es la obtenNotas: ción de base en el empleo, lo cual se transforma en 1. Cockroft, James D. El maestro de primaria en la Revolución Mexicana. Ediciones Movimiento. Educación Democrática seguridad e inamovilidad en el centro de trabajo. No 2, Segunda edición. México, 1983. p 13. Finalmente, considero que la lucha por salario, 2. Salazar, Rosendo. Las pugnas de la gleba. Tomo I. PRI. democracia y seguridad en el empleo que han Comisión Nacional Editorial. México 1972. pp 259- 260. 3. Robles, Martha. Educación y sociedad en la historia de sido el eje de las exigencias enarboladas por los México. Siglo XXI, Editores, S. A . segunda edición. México, maestros durante la mayor parte del siglo XX y 1978. p 109. lo que va del XXI, no han perdido actualidad y 4. Salinas Alvarez, Samuel, et al. Maestros y Estado. Tomo I. Editorial Línea. México, 1984. p 194. nuestro esfuerzo debe estar encaminado a refor5. Caminemos No. 24. Año VI. Enero de 1989. p 5. zar, organizar y acompañar las luchas de los 6. Durand, Victor Manuel. La Ruptura de la Nación. UNAM. maestros a nivel nacional. Una enseñanza de esta México, 1986. pp 145 – 146. 7. Loyo Brambila, Aurora. El Movimiento Magisterial de 1958 etapa nos puede ser de gran utilidad: no es neceen México. Edit. ERA, S. A. México 1979. pp 40 – 42. sario, ni correcto, imponer nuestros puntos de 8. Martínez Verdugo, Arnoldo. Et al. Historia del Comunismo vista políticos, al contrario, debemos tener la en México. Editorial ERA, S. A., segunda edición, México, 1975. p 107. capacidad de escuchar y actuar en consecuencia 9. Alonso, Antonio. El Movimiento Ferrocarrilero en México, con las inquietudes y necesidades de la mayoría 1958- l959. Editorial ERA, S. A. segunda edición, México, del magisterio. 1975 p. 107- 108. 10. El Día. 11 de enero de 1969. La perversidad de los planes educativos que 11. Semo, Enrique, coord. México un pueblo en la historia. impulsa la SEP, presuponen que es posible presTomo 4 UAP- Nueva Imagen. México, 1982. p 204. cindir del conocimiento de la historia, olvidar 12. Conciencia Crítica. Núm. 25, noviembre-diciembre de 1979. p 4. las luchas que el pueblo de México ha desarrolla13. Boletín Magisterial. do en los últimos decenios. Para las autoridades 76