LA ARMADA DURANTE EL PERIODO ALFARISTA... (1895-1916) El último combate de importancia de esta guerra fratricida, se realizó el 14 de septiembre de 1916 en un lugar entre el poblado de Río Verde y una pequeña colina llamada Panecillo, ocasión en la que intervinieron el buque “Cotopaxi” y el aviso “Tarqui”. Fin de los combates Al asumir el poder el Dr. Alfredo Baquerizo Moreno el 1 de septiembre de 1916, inició una política encaminada a instituir la paz en la Republica. Consecuente con este propósito decretó, el día 8 del mismo mes, la amnistía para todos los presos políticos, inclusive al coronel Carlos Concha Torres, quien fue puesto en libertad el día 13, en las primeras horas de la noche. Una vez libre, envió una carta a los jefes de la revolución, dándoles a conocer, que estaban en completa libertad y recomendándoles que, en aras del bien general, depusieran las armas y se acogieran al indulto y amparo decretado por el Ejecutivo. Al final de estos acontecimientos; las actividades de los buques de la Armada fueron las de transportar a las unidades del Ejército, evacuar enfermos y llevar a Guayaquil el material innecesario con los únicos buques que aún estaban en condiciones de navegar que eran el crucero “Cotopaxi” y el guardacostas “Patria”. Como epílogo se puede concluir que durante la Campaña de Esmeraldas, la participación de los buques de la Armada fue básicamente las de transportar a las unidades del Ejército hacia las zonas del conflicto, así como el material necesario para las operaciones; sin embargo, se podría considerar que realizó todos los tipos de operaciones relacionadas con el ejercicio del dominio del mar, situación que fue posible por la ausencia absoluta de una fuerza naval contraria y la participación de oficiales y tripulantes profesionales entrenados por la Misión Naval chilena; estas acciones, pusieron a prueba el temple y abnegación de los tripulantes y oficiales de los buques, durante la evacuación de los numerosos enfermos afectados de dolencias infecciosas, expuestos a inminentes contagios, sin causarles pánico ni afectar el cumplimiento de su deber. El estado de deterioro de los buques llegó a extremos incalculables; era verdaderamente peligroso navegar en ellos; el Gobierno desoyó los repetidos informes de sus comandantes, haciéndole conocer el peligro que corrían los buques; y, si no se lamentaron consecuencias desastrosas, fue justamente por la dedicación y mística marinera de sus hombres que los mantenían a flote. Desconociendo el apoyo brindado por las unidades de la Armada en la Campaña de Esmeraldas a las fuerzas gubernamentales en conflicto, en vez de apoyar la recuperación de las naves a través de un mantenimiento de sus cascos y máquinas; el Gobierno de turno, dispuso que muchos marinos, héroes anónimos, sean dados de baja por falta de presupuesto para pagar sus sueldos; igual suerte corrieron las naves que en un momento fueron tan importantes para apoyar las acciones de combate, sean desarmadas y vendidas por las mismas razones. Esmeraldas, 1916: Algunos militares recibiendo los restos del comandante Alejandro Andrade fallecido en el combate de Cúquive durante la Campaña contra Concha el 16 de diciembre de 1913, sus restos permanecieron en la Hacienda El Guayabo hasta 1916.()Archivo Histórico MCE). 183