DESCENSO A LOS INFIERNOS - Ingenio de Comunicación

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DOSSIER DE PRENSA
Ian Kershaw
DESCENSO A LOS
INFIERNOS
EUROPA 1914-1949
A LA VENTA EL 5 DE ABRIL
Ian Kershaw, autor de la monumental
HITLER, afronta ahora su reto más
apasionante: estudiar, explicar y como
consecuencia entender mejor las fuerzas
que en el pasado reciente contribuyeron
a configurar el mundo actual.
DESCENSO A LOS INFIERNOS es la
primera parte de una historia en dos
tomos desde la primera guerra mundial
hasta nuestros días, un enfoque
personalizado de un siglo trascendental.
En este volumen, Kershaw revive la era
de autodestrucción de Europa, esas
décadas (1914-1949) terribles en las que
el Viejo Continente estuvo (y puso al
mundo) al borde del abismo: vivió un
conflicto total y después, tras bailar años
sobre el volcán, sucumbió a una
segunda
conflagración
aún
más
mortífera. En total, una «Guerra de los
Treinta Años» en la que la humanidad
supo lo que es el apocalipsis en la tierra.
Autor disponible para
entrevistas en Madrid:
días 25 y 26 de abril
Y lo hace analizando las conmociones
sociales, políticas y económicas, pero
sobre todo tomando el pulso a la
sociedad que protagonizó este ciclo
infernal, ahondando en las condiciones
de vida de los europeos, compartiendo
sus deseos y sus temores, explorando su
cultura, analizando sus razones.
Bienvenidos a la sima de la barbarie.
DESCENSO A LOS INFIERNOS
«Es con diferencia la obra más difícil que me he propuesto escribir. Cada uno de los
libros que he escrito hasta la fecha ha sido en cierto modo un intento por mi parte de
entender mejor un problema del pasado. En este caso, el pasado reciente comporta
una multiplicidad de problemas extremadamente complejos. Pero al margen de cuales
fueran las dificultades, la tentación de intentar entender mejor las fuerzas que en el
pasado reciente han contribuido a configurar el mundo actual ha sido irresistible (…).
El presente volumen y el que lo sigue representan necesariamente un enfoque
personalizado de un siglo tan trascendental. Y como cualquier intento de abarcar un
panorama tan vasto a lo largo de un periodo de tiempo tan dilatado, tiene que basarse
en gran medida en las investigaciones pioneras llevadas a cabo por otros.
Una historia de Europa no puede, por supuesto, ser una suma de historias nacionales.
Lo que está en juego son las fuerzas motrices que configuraron al conjunto del
continente en todos o al menos en la mayoría de sus elementos constituyentes. Una
síntesis general tiene que ofrecer naturalmente una perspectiva a vista de pájaro, no
una visión excesivamente detallada y reducida. Tiene por fuerza que generalizar, no ya
concentrarse en las peculiaridades, aunque algunos desarrollos singulares de hecho
solo son visibles a través de una lente más amplia. He intentado no pasar por alto
ninguna zona de Europa, y a menudo me he esforzado por subrayar la historia
especialmente trágica de la mitad oriental del continente. Pero inevitablemente
algunos países desempeñaron un papel más importante (o más siniestro) que otros y
por consiguiente merecen mayor atención (…).
Durante el siglo XX, Europa hizo un viaje de ida y vuelta al infierno. El continente, que
durante casi cien años después de que acabaran las guerras napoleónicas en 1815 se
había jactado de constituir el culmen de la civilización, cayó entre 1914 y 1945 en la
sima de la barbarie. Pero tras una era calamitosa de autodestrucción vinieron una
estabilidad y una prosperidad inimaginables hasta entonces, aunque eso sí, al elevado
precio de una división política insalvable.»
IAN KERSHAW es catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Sheffield y una
de las máximas autoridades del mundo en Hitler. Por sus servicios a la historia se le
otorgó la condecoración alemana de la Cruz Federal del Mérito 1994 y fue nombrado
caballero en 2002; en 2004 la Historical Association le otorgó la Medalla Norton
Medlicott. Fue asesor histórico de dos series de la BBC, la premiada The Nazis: A
Warning from History y War of the Century. Es autor de Popular Opinion and Political
Dissent in the Third Reich: Bavaria 1933-45, The Nazi Dictatorship: Problems and
Perspectives of Interpretation y del bestseller Hitler, la biografía monumental del
dictador. Hitler 1889-1936 fue seleccionado para el Premio de Biografía Whitbread
1998 y el primer Premio Samuel Johnson de Ensayo. Hitler 1936-1945 recibió el Premio
Literario Wolfson de Historia, el Premio Bruno Kreisky de Austria para el Libro Político
del Año, se le concedió conjuntamente el premio inaugural de la Academia Británica y
fue seleccionado para el Premio de Biografía Whitbread 2000.
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ALGUNOS EXTRACTOS DE LA OBRA
LA GRAN CATÁSTROFE SEMINAL
«Incluso por aquel entonces había premoniciones de que la entrada en la guerra
habría supuesto poner fin a una era. Más conocida es la idea de presentimiento
expresada por el secretario del Foreign Office británico, sir Edward Grey, el 3 de agosto
de 1914: 'Las lámparas están apagándose en toda Europa. No volveremos a verlas
encendidas en lo que nos queda de vida'. El canciller del Reich alemán, Theobald von
Bethmann Hollweg, hizo una referencia similar al desastre: 'Veo un destino funesto
cernerse sobre Europa y sobre nuestro pueblo', exclamó cuando la perspectiva de la
guerra parecía cada vez más cercana hacia finales de julio de 1914. Tres años antes, en
un discurso en el Reichstag o parlamento alemán, el socialista August Bebel había
afirmado, frente a las acaloradas objeciones y refutaciones de los diputados, que el
peligro de una próxima guerra europea era cada vez mayor, y que un conflicto
semejante habría traído la catástrofe a todo el continente: 'La Götterdämmerung del
mundo burgués se acerca', afirmó. La guerra no condujo, como insinuó Bebel, al
colapso del capitalismo y al triunfo del socialismo. Pero Bebel hizo gala de su
clarividencia al pronosticar que la contienda daría paso a una nueva era. El diplomático
americano George Kennan describiría luego la guerra como 'la gran catástrofe
seminal'. Tenía razón. Fue efectivamente una catástrofe. E inauguró una nueva época
—la 'Guerra de los Treinta Años' del siglo XX—, en la que el continente europeo estuvo
a punto de autodestruirse.»
LAS NUEVAS INSEGURIDADES
[En las zonas menos desarrolladas del continente] «la confrontación con el poder del
estado era más dura. Había poca o nula difusión del poder a través de organizaciones
intermedias o estructuras sociales que dieran a los ciudadanos la sensación de tener
algo que ganar en su estado. El poder era en gran medida despótico y estaba
jerarquizado de arriba abajo, basado sobre todo en la coacción, con una casta
dirigente fuertemente arraigada, un funcionariado corrupto, y unas instituciones
representativas débiles o inexistentes. Los conceptos de un progreso aparentemente
ilimitado de la civilización basado en la autoridad benigna del estado y el respeto de la
ley, que posteriormente formarían parte de la idea de 'edad de oro' perdida de la clase
media de la Europa central, septentrional y occidental, parecían extraños desde la
perspectiva de la periferia del sur y el este del continente. Huelgas, motines e
insurrecciones localizados en contra del poder del estado y del 'régimen burgués' se
sucedieron en Cataluña y en el País Vasco durante los primeros años del siglo XX. El
anarquismo, que a menudo comportaba actos esporádicos de violencia contra el
estado, consiguió mucho apoyo entre los trabajadores sin tierra de Andalucía (…).
No solo como reacción a lo que se percibía como una amenaza de los movimientos de
izquierdas, sino también para ayudar a los gobiernos con poco o nulo respaldo de las
masas a ampliar la base de su apoyo, surgieron contra-movimientos de carácter
populista. A menudo fueron patrocinados directa o indirectamente por industriales y
terratenientes deseosos de desviar a una oposición potencial basada en criterios de
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clase hacia canales más fáciles de controlar. Intentaron 'nacionalizar' a las masas,
inspirar en ellas sentimientos de reafirmación nacionalista, imperialista y racista con la
intención de favorecer el statu quo político. Y en cierta medida lo consiguieron. El
nacionalismo beligerante, el antisemitismo virulento y otras modalidades de racismo
se hicieron habituales fuera de la minoría que se veía atraída por las doctrinas del
socialismo internacional. La difusión de la educación básica, el aumento de la
alfabetización y el bajo coste de los periódicos populares ofrecieron la posibilidad de
extender esa influencia. La política de masas se abrió a nuevas formas de
movilización tanto por la derecha como por la izquierda. Algunas viejas seguridades
empezaron a desmoronarse. La clase dirigente política de las antiguas elites
conservadoras y liberales empezó a sentir una nueva inseguridad.»
UNA MATANZA MASIVA INDUSTRIALIZADA
«Más que cualquier otra guerra anterior, esa fue una guerra de matanza masiva
industrializada. De carne humana contra maquinas asesinas. (…)
El gas venenoso empezó a ser utilizado cada vez más a menudo a partir de 1915 (…).
Los tanques debutaron en el Somme como parte de la ofensiva británica de 1916, y en
1918 (…). Los submarinos se convirtieron a partir de 1915 en un arma importantísima
de la campaña alemana contra los barcos de los Aliados, cambiando la naturaleza de la
guerra en el mar. Y al menos en la misma medida, el veloz desarrollo de la tecnología
aeronáutica expuso a la población civil de ciudades y pueblos, así como a las fuerzas de
combate presentes en los distintos frentes, a la aterradora perspectiva de los
bombardeos aéreos (…). La propaganda de guerra utilizó los medios de comunicación
para engendrar el odio de pueblos enteros. Los estados beligerantes movilizaron a sus
poblaciones de distintas maneras, algunas sin precedente (…) La prensa francesa
acuñó el término la guerre totale en 1917 para hacer hincapié en el hecho de que
frente y patria iban de la mano en el esfuerzo de guerra.
Además, aunque Europa fuera su epicentro, la guerra era por primera vez un conflicto
a escala verdaderamente global que afectaba a todos los continentes.»
MORIR POR TUS IDEALES, PORQUE NO VALE LA PENA VIVIR POR ELLOS
«El nacionalismo étnico fue uno de los principales legados que dejó la guerra. Y sería
muy letal precisamente en aquellas regiones del centro y el este de Europa en las que
las comunidades de distintas etnias habían convivido juntas durante siglos, pero en las
que las nuevas tensiones, los nuevos conflictos y los nuevos odios, engendrados en
buena medida por la guerra, encontraron entonces su expresión en amargas disputas
por cuestiones fronterizas y de división territorial, y en las que el veneno del odio se
había extendido increíblemente debido a un nuevo factor: el triunfo del bolchevismo
en Rusia. (…)
Las pérdidas humanas habían sido enormes, inimaginables: casi nueve millones de
soldados y aproximadamente seis millones de civiles (debido, principalmente, a las
deportaciones en masa, el hambre y la enfermedad). El número de combatientes
capturados por el enemigo fue, entre todos los países beligerantes, de siete millones.
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Algunos de estos hombres pasaron años encerrados en campos de prisioneros de
guerra, viviendo en unas condiciones miserables (aunque en su mayoría fueron
repatriados poco después de la firma del armisticio). La victoria se alcanzó en último
término cuando pudo combinarse un mayor poderío militar con unos recursos
económicos superiores. Pero ¿de qué había servido todo aquello? (…) Muchos, tanto
de uno como de otro bando, habían luchado por unos ideales, a menudo equivocados,
pero ideales al fin y al cabo. Se trataba, entre otros, de la defensa de la patria, la honra
y el prestigio nacional, la libertad y la civilización, el deber patriótico y, cada vez más, la
liberación nacional, así como la esperanza de un futuro mejor. En 1918, cuando los
cuatro años de continuas matanzas llegaban a su fin, el célebre autor austriaco Robert
Musil escribió con cinismo en su diario: 'La guerra puede resumirse en la siguiente
fórmula: morir por tus ideales, porque no vale la pena vivir por ellos'.»
LA GUERRA NO ACABÓ EN EL 18
«El horror de la guerra convirtió en pacifistas a muchos. 'La propia guerra ha hecho de
mi un adversario de la guerra', fue la reacción del dramaturgo socialista alemán Ernst
Toller ante lo que el describió como 'una catástrofe para Europa, una plaga para la
humanidad, el crimen de nuestro siglo'. Desde la revulsión provocada por la muerte y
el sufrimiento, y el abatimiento en que la sumió la pérdida de su prometido, su
hermano y dos amigos íntimos, la escritora inglesa Vera Brittain se hizo pacifista,
socialista y ardiente luchadora por los derechos de la mujer. En Francia, Madeleine
Vernet, que antes del estallido de la guerra había dirigido un orfelinato, fundó la 'Liga
de Mujeres contra la Guerra', atrayéndose el apoyo de feministas, socialistas y
comunistas. Allí, como muchos otros países de Europa, los ideales de la paz y del fin
de las desigualdades sociales inherentes a las rivalidades capitalistas encontraron
oídos muy bien dispuestos. El pacifismo idealista, sin embargo, siguió confinado a
una minoría. (…) Hubo un legado totalmente distinto y aun contrario de la gran
conflagración europea, un legado que suponía la glorificación de la guerra y que acogía
con los brazos abiertos a la violencia y al odio. Para muchos, la guerra simplemente no
acabó en noviembre de 1918.»
KEYNES, SHAW, HUXLEY Y LA EUGENESIA
«Las cuestiones relacionadas con la herencia, la genética, la decadencia de la estirpe
racial y la necesidad acuciante de producir especies superiores, se habían convertido
en una obsesión entre los intelectuales europeos desde que acabó la guerra. La
eugenesia y su equivalente de resonancias más ominosas, la 'higiene racial' — la
esterilización de los 'defectuosos' y la mejora de la 'eficacia nacional' mediante la
mejora racial— ganaron adeptos cuando la crisis acarreada por la Depresión intensificó
las dudas en torno a la 'salud de la nación'. El coste de la búsqueda de miembros
'improductivos' de la sociedad se había agudizado cuando los gobiernos tuvieron que
apretarse el cinturón durante la crisis. En Gran Bretaña, entre los partidarios del
movimiento eugenésico no solo hubo científicos eminentes, psicólogos y médicos, sino
también intelectuales destacados, como el economista John Maynard Keynes o el
dramaturgo George Bernard Shaw. Poco antes de la publicación en 1932 de su novela
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Un mundo feliz (…), Aldous Huxley hablaba de la eugenesia como medio de control
político, indicando su propia aprobación de las medidas encaminadas a impedir 'el
rápido deterioro... de toda la raza europea occidental'. (…) Aunque tales ideas
quedaran confinadas a una minoría de cultivadores de la eugenesia y no pasaran de
ahí en Gran Bretaña, ponen de manifiesto en qué dirección soplaban los vientos
durante la Depresión incluso en una democracia.
En Alemania se presentaron en 1932 borradores de propuestas de esterilización
voluntaria de aquellos que padecieran defectos hereditarios con el apoyo de algunos
médicos eminentes, antes incluso de que los nazis se hicieran con el poder. El gobierno
de Hitler no tardó en ir mucho más allá. (…) La esterilización forzosa, sin embargo, no
se confinó a la acción de una dictadura inhumana. Todos los países democráticos de
Escandinavia aprobaron en 1934 leyes que contaron con un respaldo público
generalizado y que provocaron decenas de millares de víctimas. La esterilización legal
tampoco quedo confinada al 'continente negro' de Europa. Poco antes de que
comenzara la segunda guerra mundial, unos 42.000 ciudadanos de treinta estados
norteamericanos habían sido esterilizados, en su mayoría de manera forzosa, por
motivos de 'debilidad mental' o 'locura'. En toda Europa (y en el mundo occidental en
general) la intervención del estado en las vidas de los ciudadanos empezó a resultar
aceptable en formas que habrían resultado inconcebibles antes de 1914.»
EL ATRACTIVO DEL FASCISMO
«El lado emocional, romántico e idealista del fascismo, su activismo violento y
aventurero, tuvo un atractivo desproporcionado para los varones jóvenes que se
habían visto expuestos a ese tipo de valores en los movimientos juveniles de clase
media, si es que no estaban ya vinculados a organizaciones juveniles de izquierdas o
católicas. La 'sublevación generacional' en contra de la minoría dirigente podía ser
canalizada fácilmente hacia el hiper-nacionalismo fascista y la violencia paramilitar
racista y antizquierdista. La militancia de los partidos fascistas era
predominantemente masculina, aunque en Alemania, donde puede ser comprobado,
las mujeres pasaron cada vez más a votar a favor del partido nazi a medida que este
fue acercándose al umbral del poder, y probablemente por los mismos motivos por los
que lo apoyaron los hombres.
Las clases medias descontentas se vieron en general atraídas hacia el fascismo de
manera desproporcionada respecto a su número dentro de la sociedad. (…) Pero
aunque los militantes de clase media solieran dominar entre los burócratas del partido
y en los puestos de liderazgo, el fascismo no puede definirse (como ha venido
haciéndose) simplemente como un movimiento de clase media, y tampoco, de hecho,
ni mucho menos en términos inequívocos de clase.»
EN EL 85 ANIVERSARIO DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA
«España tomó la dirección contraria, al menos de momento. La arrolladora victoria de
la izquierda en las elecciones de 1931, sin embargo, fue engañosa. Aunque muchos
españoles, desencantados de Primo de Rivera y de la monarquía, estaban dispuestos a
dar una oportunidad a la república, el apoyo que le prestaron fue a menudo tibio,
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transitorio y condicional. La republica carecía de una base verdaderamente masiva de
apoyo fiable fuera de la clase obrera industrial, sector relativamente pequeño de la
población, concentrado en varias grandes ciudades y en algunas regiones concretas,
particularmente en Cataluña, el Pais Vasco y Asturias. Y además había divisiones muy
serias dentro de los partidos republicanos. La izquierda a su vez estaba
irremisiblemente escindida entre los socialistas, el principal bastión de la republica, y
los anarcosindicalistas (con especial fuerza en las zonas rurales, particularmente en el
sur de España), que veían en la republica simplemente una primera fase de la lucha
violenta continua, capitaneada por los sindicatos, contra la autoridad del estado. Las
fuertes identidades regionales y el antagonismo hacia Madrid especialmente de
Cataluña y el País Vasco impedían también la creación de una izquierda unida. La
derecha, mientras tanto, había sido derrotada, estaba desorganizada y sumida en el
más absoluto desorden tras las elecciones de 1931. Pero la derrota parlamentaria
ocultaba la fuerza subyacente y la capacidad de aguante de las fuerzas
antirrepublicanas, profundamente conservadoras. El establecimiento de la republica
atizó de nuevo en realidad los fuegos ideológicos que solo se habían apagado de
manera transitoria y parcial durante la dictadura de Primo de Rivera.
La nueva democracia fue un sistema abocado desde el principio a una contestación
violenta.»
ESPAÑA, EN LOS MÁRGENES DE EUROPA
«¿Habría podido evitarse la guerra civil? No parece muy probable. Las posibilidades de
evitarla eran escasas en 1936. El país estaba completamente dividido y el gobierno,
durante los primeros meses tras las elecciones de febrero, fue perdiendo el control de
la situación a pasos agigantados. (…)
¿Habría podido ganar la guerra la República? Una vez que se produjo el alzamiento,
que Mola se negó a aceptar los términos de una tregua, que Franco trasladó al ejército
de África de Marruecos a la Península y que los nacionales consolidaron sus primeras
ganancias territoriales importantes, la victoria de la República resultaría cada vez más
improbable y a mediados de 1937 era prácticamente imposible. (…)
¿Tuvo la tragedia humana vivida en España consecuencias políticas más amplias para
el resto de Europa? ¿Cómo afectó la derrota de la izquierda al curso general de la
historia europea, si es que llegó a afectarle? ¿Una victoria de la izquierda en la guerra
civil española, por improbable que fuera, habría hecho algo para impedir el estallido
de otra guerra generalizada en Europa? Parece harto improbable. (…)
La guerra civil duró tres años terribles, que arruinarían a España durante las décadas
por venir. Fue, sin embargo, un acontecimiento en buena medida separable de los
principales desarrollos que estaban configurando todo el conjunto del continente.
España se había situado en los márgenes de Europa antes de la guerra civil.»
LOS AJUSTES ÉTNICOS
«Los cambios internos más repentinos y violentos que sufrió la población de Europa
durante la primera mitad del siglo XX fueron naturalmente no solo consecuencia de las
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tendencias a largo plazo que se impusieron en el mercado de trabajo, aun cuando
vinieran impulsados por las demandas de las economías de guerra. Mucho más
drásticas fueron las alteraciones demográficas causadas por las acciones políticas y
militares. Estas fueron especialmente graves en la Europa del este, aunque la guerra
civil española produjo unos 2 millones de refugiados entre 1936 y 1938. Casi 8
millones de personas quedaron desplazadas en la mitad oriental del continente, en
su mayoría debido a las pérdidas territoriales, los cambios de fronteras y los 'ajustes'
étnicos de los nuevos estados emergentes, durante la primera guerra mundial o
inmediatamente después de ella. (…)
Los niveles de vida subieron de hecho en toda Europa durante la catastrófica primera
mitad del siglo: al menos para la mayoría de aquellos cuyas vidas no se perdieron o no
fueron arruinadas en el curso de los combates, los bombardeos, la desolación o las
políticas de exterminio deliberado. Además del aumento de la esperanza de vida, la
renta per cápita se incremento en más del 25 %, la mayoría de la gente vio aumentado
su poder adquisitivo, la estatura creció por término medio unos 4 centímetros (lo que
indica que la gente tenía una dieta mejor y gozaba de una renta superior), y la
alfabetización se extendió notablemente. Aunque por supuesto esas tendencias
ocultan importantísimas variaciones causadas por la guerra y otras miserias, fueron a
grandes rasgos fenómenos generalizados en todo el continente. Las regiones del este y
del sur de Europa que menos desarrolladas habían estado antes de la primera guerra
mundial mostraban ya claros signos de convergencia con las zonas más avanzadas del
oeste del continente antes de que diera comienzo la segunda.»
LOS MÚLTIPLES SIGNIFICADOS DEL INFIERNO EN LA TIERRA
«Un poema escrito en checo que sobrevivió a la muerte de su autor en Auschwitz
resume la profunda cólera contra los autores de aquel horror, la rebelión íntima contra
la degradación y la muerte, la idea, seguramente compartida por muchas de las
víctimas, de que en algún momento llegaría el día en que se ajustaran las cuentas:
Y hay cada vez más y más como nosotros aquí abajo;
Crecemos y nos multiplicamos día tras día;
Vuestros campos están ya henchidos de nosotros
Y un día vuestra tierra reventará.
Y entonces saldremos, a montones, en cantidades espantosas,
Una calavera sobre nuestras calaveras y sobre nuestros huesos;
Y rugiremos a la cara de todo el mundo:
'¡Nosotros, los muertos, acusamos!'
Para el poeta checo anónimo y para muchísimos más, resultaba difícil encontrar un
significado en la absurda matanza de tantas víctimas inocentes. Muchos judíos se
preguntaban dónde estaba Dios mientras tenía lugar ese sufrimiento y esas muertes
sin límites. Si había Dios, ¿por qué permitía tanto horror? En muchos lugares de Europa
sometidos a una miseria inconcebible, los cristianos a menudo se hicieron la misma
pregunta. Otros, en cambio, siguieron aferrados a su fe. A menudo daba la impresión
de que eso era todo lo que les quedaba. Más difícil resulta saber si los cientos de miles
de victimas sinti y romaníes pudieron encontrar consuelo en la fe religiosa, o si no
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vieron más que desesperanza e insensatez en la persecución y en la matanza de que
eran objeto. No había poetas entre ellos.»
RESURGIR DE LAS CENIZAS
«Las divisiones históricas eran demasiado profundas para permitir que los intereses
nacionales pudieran ser superados de manera rápida y general (y especialmente
Inglaterra era alérgica a cualquier posible disminución de su estatus o de su soberanía).
Cuando en 1950 los franceses presentaron un proyecto —el Plan Schuman— de
control conjunto de la producción del carbón y el acero del Ruhr, las cuestiones de
seguridad nacional a través del control del potencial de rearme de Alemania a raíz de
la fundación de la Republica Federal, fueron más importantes que las nociones
idealistas de unidad europea. Pero acabo siendo el paso decisivo, el inicio del camino
que conduciría a un 'mercado común' y a la creación de una Comunidad Económica
Europea, dotada de sus propias instituciones de gobierno.
De las cenizas, de nuevo contra todas las probabilidades, había surgido y había tomado
forma una nueva Europa, dividida interiormente, pero en la que cada parte se apoyaría
muy pronto en unos cimientos más sólidos de lo que hubiera podido parecer probable
que lo hicieran al termino de la guerra; y lo había hecho de un modo muy peculiar y
con suma rapidez. El futuro estaba abierto. Pero en medio de las cicatrices físicas y
morales, todavía marcadas, de la guerra más terrible de todos los tiempos, empezaban
a surgir posibilidades de una Europa más estable y más prospera de lo que habría
cabido imaginar poco tiempo atrás, durante las décadas en las que el continente había
estado al borde de la autodestrucción.»
ÍNDICE
Lista de ilustraciones................................................................................
7
Lista de mapas …………………………………………………………………………………..
11
Agradecimientos ……………………………………………………………………………….
17
Prólogo ………………………………………………………………………………………………
21
Introducción: La era de autodestrucción de Europa …………………………..
27
1. Al borde del abismo ……………………………………………………………………….
37
2. El gran desastre ……………………………………………………………………………..
81
3. Una paz turbulenta ………………………………………………………………………..
145
4. Bailando sobre el volcán ………………………………………………………………..
215
5. Las sombras se adensan …………………………………………………………………
275
9
6. Zona de peligro ………………………………………………………………………………
337
7. Hacia el abismo ………………………………………………………………………………
397
8. El infierno en la tierra ……………………………………………………………………..
461
9. Transiciones silenciosas durante las décadas oscuras ……………….. …..
539
10. Resurgir de las cenizas ………………………………………………………………….
617
Bibliografía selecta …………………………………………………………………………….
685
Índice analítico ……………………………………………………………………………….…..
713
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Prensa Editorial Crítica: Natàlia Sánchez nsanchez@colaborador.planeta.es
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