Fermín Galán Rodríguez (San Fernando, Cádiz, 1899 - Huesca, 1930) . Perdió, a edad muy temprana, a su padre, suboficial de la Marina, realizando estudios castrenses en la Academia Militar de Infantería de Toledo. En 1924, siendo teniente de la Legión, fue herido luchando en el Rif con las fuerzas españolas (por lo que le condecoraron), a las que se incorporó en 1919. Durante la convalecencia, en el hospital de Carabanchel, escribió una novela sobre la guerra del Rif “La Barbarie Organizada” en la que cuenta con verdadero desgarro, y con ocasión de un argumento novelado con personajes de ficción, lo que fue su experiencia en la guerra de África, que dejó huella indeleble en su impresionable carácter para el resto de su vida. En 1926 participó en la Sanjuanada contra la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, circunstancia que le supuso, tras Consejo de Guerra, seis años de condena en el Castillo de Montjuich, donde tendrá ocasión de intimar con destacados líderes barceloneses del movimiento anarquista. También durante su estancia en la prisión de Montjuich escribe un ensayo político con el título “La Nueva Creación”, en el que entra, esta vez de lleno, en el terreno de las ideas políticas. El libro, aunque correcto en su estilo, está escrito con el rigorismo inflexible propio del ámbito castrense, ofreciendo modelos de gobierno más apropiados para la organización de la vida cuartelera en todos sus detalles que para la vertebración del Estado. Esta obra, en fin, adolece de una notable ingenuidad en sus planteamientos, prueba, sin duda, del profundo desconocimiento de su autor en cuanto hace a la ciencia política, si bien no deja de ofrecer un notable interés por cuanto sirve de muestra acerca del sentimiento de desprecio hacia la clase política compartido por la mayoría de la joven oficialidad del Ejército español de entonces. Tras la dimisión de Primo de Rivera, y cumplidos tres años y medio de reclusión, con ocasión dela amnistía decretada por el nuevo dictador, el general Dámaso Berenguer, solicita su reincorporación al servicio activo, regresando con el empleo de capitán y siendo destinado al Regimiento Galicia n.º 19 con guarnición en la ciudad de Jaca. En su nuevo destino de la ciudad pirenaica no tarda en entrar en contacto con los principales elementos del movimiento republicano activos en esa localidad. Julián Borderas, José Luis Rodríguez Subirana (El Relojero), Pío Díaz y Antonio Beltrán Casañas (El Esquinazau), son algunos de ellos. Ese mismo año, 1930, se pone al servicio del Comité Nacional Revolucionario, recientemente constituido por los republicanos tras el Pacto de San Sebastián, siendo designado por aquél "delegado del Comité Revolucionario en Aragón. Desde ese momento iniciará una febril carrera en la que no cejará hasta urdir, junto con otros compañeros de armas también destinados en Jaca, un plan para sublevar la guarnición y unirse al alzamiento republicano de alcance nacional que prepara el Comité Revolucionario Nacional (CRN). Las precauciones que en ello pone el CRN, son interpretadas por Galán como falta de decisión, de manera que los continuos aplazamientos para la fecha del alzamiento decididos por el CRN terminan por agotar la paciencia de Galán, quien, decidido a sacar las tropas a la calle, lanza un ultimátum. Un nuevo y último aplazamiento lleva a Galán a cumplir sus amenazas y en compañía de varios oficiales entre otros, los capitanes Ángel García Hernández, perteneciente al Batallón de Cazadores de Montaña La Palma n.º 8, Salvador Sediles, Luís Salinas, del Cuerpo de Artillería y en situación de disponible forzoso, y Miguel Gallo- y algunos paisanos líderes locales del movimiento republicano, subleva la guarnición de Jaca en la madrugada del día 12 de diciembre, dando comienzo a la tristemente célebre epopeya conocida como la Sublevación de Jaca. Los sublevados forman dos columnas -una por ferrocarril y otra por carretera- y se dirigen hacia Huesca, en donde esperan -porque así se lo han prometido algunos de los oficiales allí destinados- se les unirán las fuerzas de esa guarnición. El Gobierno, alertado de lo que sucede por una funcionaria de la oficina de Telégrafos de Jaca, reacciona con rapidez y, a través del Capitán General de la región militar, trata de cortar el avance de los sublevados hasta Huesca, disponiendo el despliegue de tropas sobre las lomas de Cillas, a pocos kilómetros de Huesca. Cuando la columna rebelde llega junto a Cillas, se produce el choque con las fuerzas gubernamentales allí desplegadas, iniciándose una breve pero intenso combate que no tarda en provocar la desbandada en completo desorden de los sublevados. Galán, desconcertado ante la imprevista presencia de tropas gubernamentales, permanece en pié, impertérrito, en medio del fuego cruzado, hasta que unos oficiales que se apresuran a abandonar el escenario del combate lo suben en uno de los coches que emprenden la huida. Tras unos kilómetros recorridos, Galán recobra el ánimo y ordena parar el vehículo en las proximidades de Biscarrués, hasta donde se dirige a pié en compañía de otros dos oficiales y se entrega al alcalde del pueblo, como única autoridad presente. Avisada la Guardia Civil, una nutrida dotación del cuerpo llega hasta Biscarrués y se hace cargo de los tres prisioneros, conduciéndolos hasta el Gobierno Militar de Huesca en donde, durante la noche del día 13 y buena parte de la madrugada del día 14 de diciembre, junto con otros oficiales detenidos en la misma dependencia militar, son juzgados en un Consejo de Guerra sumarísimo que condena a muerte a los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández. Ese mismo día, el 14 de diciembre,a pesar de ser domingo, los condenados son fusilados junto a las tapias del polvorín de Fornillos, a dos kilómetros de Huesca. Galán da la orden de fuego al pelotón de ejecución, cayendo con un grito de ¡Viva la República!. Instaurada la II República el 14 de Abril de 1931, consciente del papel que habían jugado ambos militares en su fallido Golpe de Estado para instaurar la Republica instado por el Comité Revolucionario Nacional, tomo una serie de medidas para ensalzar su figura, entre ellas reabrir el expediente de Juicio Contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando al capitán Fermín Galán por su heróico comportamiento en La Legión. Ambos capitanes de Infantería se convierten en verdaderos iconos del espíritu republicano, pasando a ser considerados como los mártires de la república. Su hermano Francisco, también militar, fue un destacado dirigente comunista. Miguel Ángel García Hernández (1900 - Huesca, 14 de diciembre de 1930) fue un militar español que encabezó el intento insurreccional republicano conocido como sublevación de Jaca, junto con Fermín Galán. Ángel García era capitán en servicio al mando de la compañía de ametralladoras del regimiento Galicia nº 19, con guarnición en Jaca. Junto con los también capitanes Fermín Galán, Salvador Sediles, Luís Salinas y Miguel Gallo y algunos paisanos, líderes locales del movimiento republicano, sublevó la guarnición, proclamó la República y marchó hacia Ayerbe y Huesca. Vencidas las columnas por las tropas gubernamentales junto a las lomas de Cillas, a pocos kilómetros de Huesca, los oficiales insurrectos fueron sometidos a un Consejo de Guerra sumarísimo, siendo condenados los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández a la pena de muerte. El día 14 de diciembre, no obstante ser domingo, los condenados fueron fusilados junto a las tapias del polvorín de Fornillos, en Huesca. A diferencia de Galán, García aceptó los auxilios espirituales. Las ejecuciones de los capitanes Galán y García Hernández causaron gran conmoción en todo el país, despertando un sentimiento antimonárquico que se extendió como la pólvora, lo que precipitaría el curso de los acontecimientos con la llegada, cuatro meses después, de la Segunda República. Durante toda la II República,Galán y de García Hernández se convertirían en los mártires de la república.