El Clarí-n de Chile Cocaína y Pasta base, el negocio de la dictadura autor Arnaldo Pérez Guerra 2009-03-05 21:52:03 El tráfico de pasta base y cocaÃ-na siguen en alza a pesar de los números del CONACE, y es que el narcotráfico es un muy buen negocio. Según el organismo, el consumo de cocaÃ-na se estancó, y la pasta base o “angustia― -como le llaman los drogodependientes- crece “levemente―. Nuestro norte es el pasadizo predilecto de los narcotraficantes para la pasta base, la “borra― de la cocaÃ-na, que contiene entre otros tóxicos, bencina, parafina y ácido sulfúrico. Es una bomba directa al cerebro que embrutece a los jóvenes y niños de apenas 11 ó 12 años. Una muerte lenta, que deja secuelas neurológicas de por vida. Enormemente adictiva por la breve excitación y sensación de bienestar que provoca, se empina como la tercera droga ilÃ-cita más consumida. En corto tiempo ha alcanzado el récord de grados y porcentajes más altos de consumo, y se extiende por poblaciones marginales y sectores juveniles. “Quitadas de droga― y “ajustes de cuentas entre bandas rivales― aumentan, al igual venta, el consumo y el submundo asociado al embrutecimiento de poblaciones que otrora fueron bastiones de la lucha contra la dictadura. Pero ¿cómo llegó la pasta base a nuestro paÃ-s?  “A mediados de los 70, en la frontera de la Región de Tarapacá, se sabÃ-a de la existencia de cocaÃ-na, pero no habÃ-a un consumo importante ni control, por el contrario. Chile era un pasadizo para la cocaÃ-na que iba camino a Europa y EEUU. A mediados de los 80, el consumo y el tráfico se masificaron. La pasta base llegó a Arica e Iquique antes de 1985. A fines de los 80 se instaló, y a principios de los 90 se extendió por el paÃ-s―, dice el suboficial (r) de carabineros José Castillo, ex jefe de retén en Huara, durante la dictadura. Pareciera no ser coincidencia que durante los años en que la cocaÃ-na y la pasta base ingresaban a Chile desde Bolivia y Perú, en esos paÃ-ses también imperaban sangrientas dictadura, que propiciaron y protegieron el narcotráfico. Poblaciones como la Jorge Inostroza, Isluga, Las Dunas, y Laguna Verde, en Iquique; y El Boro, La Pampa y La Negra en Alto Hospicio, han vivido durante décadas bajo el submundo de las bandas de narcos. Edith Arancibia, dirigenta de la toma Laguna Verde, en la periferia de Iquique donde malviven en los faldeos del cerro más de 600 familias hace 14 años-, dice que “los narcos no respetan a nadie. Manejan mucho dinero; ‘compran’ y ‘mojan’ a policÃ-as y autoridades a todo nivel… Sólo detienen a microtrafica algunos salen a la semana o meses y ahÃ- están otra vez vendiendo y consumiendo, pero los que lucran a manos llenas con esto no les pasa nada―. Los carteles forman verdaderos ejércitos y redes con policÃ-as, jueces y “respetables― empresarios, polÃ-ticos y autoridades. “Los grandes traficantes no están en las cárceles―, dice la alcaldesa de PAC, nacida en La Victoria, población azotada por la droga. “Es un problema social que ha estigmatizado a La Victoria desde fines de la dictadura cuando llegó la pasta y la coca―. En La Legua, la Yungay, la Villa O´Higgins, el Castillo, la Pincoya, y otras poblaciones de Santiago, pasa exactamente lo mismo. Los recursos para combatir el narcotráfico son insuficientes, y el tráfico aumenta amparado en el modelo económico que permite que se erijan prósperos empresarios ligados a la droga.  La pasta se ha convertido en la excusa ideal para institucionalizar la represión policial en poblaciones y sectores juveniles otrora combativos bastiones de la lucha contra la dictadura. Según el gobierno más de un 70% de quienes cometen delitos lo hacen bajo la influencia de alguna droga; el 87%, después “de haberse pegado un pipazo de pasta―. Droga y aumento de la violencia son analizados con lujo de detalles por la Fundación Paz Ciudadana, la joyita del dueño de El Mercurio, AgustÃ-n Edwards. Un estudio de la UC consigna que sólo un 23,5% de los dependientes de la pasta ha recibido tratamiento. No hay centros especializados para la rehabilitación de niños adictos. La “angustia― hoy se vende a $ 500 o menos. Los microtraficantes la mezclan con yeso de murallas, comida para perros, bicarbonato o cualquier cosa. La ceniza de cigarro o de la misma pasta sirve de “cama― para otra dosis. Para el siquiatra Alberto Minoletti, la pasta destruye el cerebro de forma progresiva: “Las neuronas no se recuperan. Se pierden habilidades como las de relacionarse, trabajar o estudiar―, dice.  En 1996, un estudio de la ONU reveló que Chile “lavaba― 1.000 millones de dólares anuales. Dos años después, la Comisión Andina de Juristas, afirmó que nos ubicábamos después de Colombia “en el lavado― con más de 2.000 millones de dólares anuales. Más del 805 de los narcodólares terminaban en bancos de EEUU. Hoy ya nadie se atreve a dar cifras. Tampoco se sabe mucho sobre la exportación de ácido sulfúrico, que se usa como precursor en la elaboración de cocaÃ-na. Seguimos siendo un atractivo mercado, puerto y punto de embarque. Más del 70 por ciento de la cocaÃ-na y la pasta ingresan por los pasos fronterizos y puertos de las regiones de Arica y Parinacota y de Tarapacá. Según el OS-7 de Iquique las principales redes de narcos “son familiares y están vinculadas, de una u otra forma, con organizaciones extranjeras―. “No hay carteles, al modo de Colombia o México y el microtráfico es el último eslabón en la red de distribución de las bandas―. Casi un 80% de los reos en Arica e Iquique pagan culpas por tráfico aunque empresarios, proveedores y financistas rara vez llegan a la cárcel. Los grandes capos no caen, salvo escasas excepciones, como el dueño de Aerocontinente, Fernando Zevallos, que operó en Chile por años, condenado en Perú junto a la banda Los Norteños por recibir un millón y medio de dólares para enviar droga en vuelos de la aerolÃ-nea a México, EEUU y Europa. O el caso del empresario naviero Manuel Losada, cuyo naviero -Harbour- fue descubierto por guardacostas de EEUU cargando cinco toneladas de cocaÃ-na del Cartel de Cali. No fueron aciertos de la policÃ-a chilena. Un aspecto poco conocido es que magnos narcos chilensis poseen conexiones con ex agentes, funcionarios y parentelas de la dictadura. http://www.elclarin.cl _PDF_POWERED _PDF_GENERATED 19 November, 2016, 22:25 El Clarí-n de Chile  En la investigación de los asesinatos de los agentes de la DINA Gerardo Hüber y Eugenio BerrÃ-os quedaron en evidencia algunas redes. Hüber trabajó con Michael Townley en la fabricación de armas quÃ-micas. Le destinaron al Complejo QuÃ-mico del Ejército, en Talagante, donde incluso las ofició de gobernador. En 1991, en la Dirección LogÃ-stica del Ejército, estaba a cargo de la compra y venta de armas al exterior. Pinochet estaba al mando de este tráfico por el que recibÃ-a comisiones a través de compañÃ-as offshore y de fachada. Cuando se descubrió el tráfico ilegal de armas chilenas en Budapest, Hüber fue asesinado poco tiempo antes de que atestiguara. El bioquÃ-mico BerrÃ-os, asesinado en Uruguay, en 1995, por miembros de los ejércitos chileno y uruguayo, trabajó con Hüber y Townley. BerrÃ-os, implicado en el caso Letelier, producÃ-a la mÃ-tica cocaÃ-na negra, demás del gas sarÃ-n. Hoy se investiga su participación en la muerte del ex presidente Frei Montalva. BerrÃ-os fue ayudante de Townley en el cuartel de la Agrupación Quetropillán, dependiente de la Brigada Mulchén de la DINA. Vivió en la casa de Townley, en Lo Curro, donde mantenÃ-an un laboratorio. A fines de los 70, BerrÃ-os se integró al Complejo QuÃ-mico Industrial del Ejército. Cuando comenzó el negocio de la cocaÃ-na y la pasta base en Chile, la élite del narcotráfico se codeaba con la alta sociedad de Viña del Mar, donde la figura era el empresario Losada. Se sabe que el narco Carlos Zuluaga representante del cartel de Cali y después del de MedellÃ-n en Chile- tenÃ-a de “contacto― a un coronel de inteligencia militar. TraÃ-an cocaÃ-na del exterior para reelaborarla en Viña donde la transformaban en cocaÃ-na lÃ-quida para enviarla a EEUU en botellas de vino. También en Viña vivió el narco peruano Máximo Bocanegra, ex agente de inteligencia militar y amigo de Vladimiro Montecinos. Todos eran Ã-ntimos de BerrÃ-os y de ex agentes de la DINA y la CNI. Con total impunidad cargamentos de droga eran despachados desde la Fábrica de Material de Guerra del Ejército (FAMAE) y llevados en vehÃ-culos militares al Aeropuerto Pudahuel. Su destino era principalmente Europa y puntos intermedios, a menudo el Aeropuerto de Port au Prince (HaitÃ-) o Islas Canarias. Hoy se sabe que Pinochet mantenÃ-a cuentas secretas en el Banco Riggs y otros proveÃ-das con recursos de la Casa Militar, pero aún no está claro el origen de los más de 20 millones de dólares. Varias investigaciones periodÃ-sticas dejan entrever que el tráfico de drogas y el de armas podrÃ-an ser la explicación de la suculenta fortuna. Pinochet. The Politics of Torture (1999) de Hugh O'Shaughnessy, Traficantes & Lavadores (1996) de Manuel Salazar, y La Delgada LÃ-nea Blanca. Narcoterrorismo en Chile y Argentina (2000) de Rodrigo De Castro y Juan Gasparini, revelan conexiones entre la dictadura, la familia Pinochet y el tráfico de drogas. En Asesinato en Washington (1980) los periodistas Dinges y Landau informan que Manuel Contreras, director de la DINA, “dio protección a narcotraficantes recibiendo por ellos pagos que fueron a la DINA y al lobby cubano anticastrista―, lo que demuestra que las “conexiones y negocios― involucraron al alto mando de dictadura, las FFAA y los servicios de seguridad. Una forma de “financiar― las operaciones exteriores de la DINA y posteriormente de la CNI habrÃ-a sido el comercio clandestino de drogas y el tráfico de armas. Negocios entre Marco Antonio Pinochet y el narco Yamal Edgardo Bathich fueron investigados, y son parte del libro de De Castro y Gasparini. Pinochet Jr. y Bathich eran accionistas de Chile Motores. Posteriormente el narco colombiano Jesús Ochoa se hizo socio de la compañÃ-a, que cambió a Focus Chile Motores. Bathich mantenÃ-a negocios con su primo, Monzer Al Kassar, traficante de armas sirio, condenado en Londres por tráfico de drogas. Existe un convincente panorama de vinculaciones no santas entre la dictadura y la droga. Frankell Baramdyka, infante de marina de EEUU, que traficó droga y dinero en el Caribe bajo órdenes de oficiales norteamericanos en beneficio de los “contras― estaba casado con una chilena, accionista de la pesquera Redes del PacÃ-fico. Baramdyka llegó a ser gerente general de esta empresa pantalla que “exportaba― droga. Baramdyka aseguró que sus “contactos― colombianos se abastecÃ-an de materias para la elaboración de cocaÃ-na en el Complejo QuÃ-mico Industrial del Ejército. Dijo también que la CNI organizó en Europa una red de venta de cocaÃ-na y que en 1987 organizaron vuelos con embarques de cocaÃ-na disimuladas en envÃ-os de bombas de racimo. Se dice que BerrÃ-os mezcló cocaÃ-na con sulfato ferroso y otras sales minerales para quitarle el olor y hacer más fácil su exportación. BerrÃ-os y otros ex agentes e incluso altos oficiales del régimen militar habrÃ-an formado una red de tráfico que abastecÃ-a a Australia y Europa, principalmente. “BerrÃ-os se reunió en Argentina y Montevideo con sus socios narcos mientras estaba bajo custodia de la inteligencia militar chilena y uruguaya. Era una organización secreta criminal conformada por miembros activos y en retiro de los aparatos del Ejército que, además de cómplices de encubrimiento, se dedicaron al lucro ilÃ-cito a través del tráfico de armas, estafas, fraudes, evasión tributaria e incluso, al comercio de estupefacientes y de sustancias quÃ-micas prohibidas―, dice el periodista Manuel Salazar. Detectives que investigaron la desaparición de BerrÃ-os en Uruguay recibieron antecedentes que les permitieron detener en septiembre de 1993, en una lujosa mansión de Lo Curro, al narco peruano Jorge Saer, que se encontraba ilegalmente en Chile. Era buscado por Interpol en Inglaterra, Australia, Italia, España y Alemania -donde lo sindicaban como uno de los principales involucrados en la internación de 2.854 kilos de cocaÃ-na a BerlÃ-n-. “Un dÃ-a antes que la Suprema aprobara su detención preventiva para ser deportado, Saer obtuvo la libertad bajo fianza y salió de la ex PenitenciarÃ-a, donde estaba recluido, para huir al extranjero―, dice Salazar. Saer era socio de otro narco, Juan Cornejo Hualpa, ambos tenÃ-an empresa de importaciones y exportaciones como fachada. La captura inicial de Saer provocó la huida de Cornejo, que abandonó bienes avaluados en dos millones de dólares, incluyendo también una mansión en Lo Curro.  “Se presume que BerrÃ-os consiguió procesar un tipo de cocaÃ-na sin olor, o bien encontró un nuevo método para refinarla con alta pureza. Se cree que el bioquÃ-mico consiguió cambiar el proceso de maceración de la pasta base. Resultan de especial interés los últimos contactos que hizo BerrÃ-os en Chile antes de desaparecer: se comunicó con agentes de la DEA y con un detective antinarcóticos del norte de nuestro paÃ-s. El bioquÃ-mico ofreció información a cambio de protección. Pero, ¿cuáles fueron los motivos de BerrÃ-os para comunicarse con la DEA? ¿Se sentÃ-a abandonado por los ex agentes de seguridad del régimen militar y quiso buscar un nuevo alero protector? ¿Estaban coludidos los narcotraficantes con oficiales de la inteligencia militar?―, se pregunta Salazar. http://www.elclarin.cl _PDF_POWERED _PDF_GENERATED 19 November, 2016, 22:25 El Clarí-n de Chile  No es coincidencia que durante los años en que la cocaÃ-na y la pasta base se instalaron en Chile, Perú y Bolivia vivÃ-an sangrientas y mafiosas dictaduras que colaboraron con el Plan Cóndor, y admiraban los métodos de Pinochet y la DINA, y que, además, respaldaron y apadrinaron el narcotráfico como método para financiar sus operaciones genocidas. El mÃ-tico Klaus Barbie -el carnicero de Lyón-, fue agente de las SS y la Gestapo durante el régimen Nazi. A pesar de ser un criminal de guerra fue protegido y trabajó para las agencias de inteligencia de Inglaterra y EEUU, que no lo entregaron para ser juzgado en Nuremberg. Barbie huyó a Argentina y después a Bolivia gracias a la ayuda de la Iglesia Católica. En La Paz -¡Oh coincidencia!- se dedicó al narcotráfico. Fue el protegido de los dictadores Hugo Banzer y Meza GarcÃ-a, quienes respaldaron el narcotráfico. Barbie usaba el nombre de Klaus Altmann e incluso trabajó como torturador en Perú y Bolivia. Eran los años setenta y ochenta, del Plan Cóndor, la transnacional del terror… y del tráfico.  ARNALDO PEREZ GUERRA http://www.elclarin.cl _PDF_POWERED _PDF_GENERATED 19 November, 2016, 22:25