Hermosillo en obra negra Álvaro Bracamonte Sierra*

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Hermosillo en obra negra
Álvaro Bracamonte Sierra*
Supongo que, persuadido por el termómetro polÃtico, “x― regidor priista se
atrevió a decir que en las obras de modernización urbana de la capital sonorense el
crédito era del Gobernador y que, palabras más palabras menos, la contribución
del alcalde era menor. Con esa consideración habrÃa que mirar de qué se trata la
citada modernización en la que poco tiene que ver el munÃcipe.
El regidor se referÃa a las obras de infraestructura que traen movidos a sectores
importantes de la capital. Por ejemplo, por allá en el Sur se atisban unas paredes de lo
que será el controvertido proyecto Musas; más hacia el Centro está la
remodelación del Auditorio y en el Norte se amplÃan algunos bulevares que serán en
el futuro anchas avenidas.
Pero las inversiones emblemáticas se ubican justamente al Poniente de la ciudad.
Están, por ejemplo, el famoso distribuidor ubicado en la confluencia del GarcÃa
Morales y Solidaridad; también, el embovedamiento de la Colosio en el tramo que va
del antiguo Periférico hasta el Seminario. Es a partir de ahà que se inició hace unos
dÃas la ampliación del Colosio y casi al final de esa vÃa varios trabajadores laboran
en lo que a simple vista parece una remodelación del recién inaugurado Quiroga o
bien sólo una intervención para ajustarlo al trazo que próximamente tendrá el
Colosio.
En fin, lo que es claro es que toda esta zona está en obra. De cómo viven esto los
transeúntes que circulan por los alrededores del área o de los propios habitantes de
colonias y barrios cercanos podrÃan escribirse kilómetros de páginas. Baste decir
que es como un campo minado en la que todos los dÃas pueden observarse choferes
impacientes y neuróticos por las largas filas de espera en las esquinas, por los
continuos accidentes o pequeños choques que se propinan autos conducidos por
automovilistas desesperados. Vivir en ese caos se ha convertido en una especie de
tortura inmerecida.
Aparte de estas tremendas inconveniencias valdrÃa la pena cuestionarse si
efectivamente dichas obras modernizarán el trazo urbano de la capital. No creo que a
estas alturas del partido exista alguien que tenga ya una respuesta clara aunque, por lo
pronto, se multiplican las dudas respecto a si resolverán los problemas de vialidad.
Hay que recordar que la justificación para construir el distribuidor descansaba en que
por esa ruta transitaban diariamente alrededor de 70 mil autos. Era o es la de mayor
tráfico después del crucero localizado en el Museo de la Universidad. Las dudas que
inicialmente despertó esa macroinversión se basaban en que el puente en efecto
desatorarÃa el nudo que se producÃa en las “horas pico―, pero sólo para
trasladarse al siguiente semáforo. Cuestionamientos de esa clase se plantearon en vÃsperas de que los trabajos arrancaran. Sin embargo, el proyecto ya estaba listo y habÃa
que empezarlo sea como fuere.
De eso hace un año pues fue en diciembre de 2007 cuando se dio el banderazo de
salida. Es probable que el distribuidor se convierta en la obra emblemática de las
actuales autoridades pero persisten las mismas reservas en torno a si realmente
resolverá el cuello de botella producido por el intenso tráfico; sólo el tiempo dirá
quién tenÃa la razón.
Donde surgen los peores pensamientos es alrededor en la calidad de la obra. El dÃa de
ayer me di una vuelta por el distribuidor. Lo primero que salta a la vista es que, para
llevar un año, es notorio el escaso avance que tiene la construcción. El puente aún
está en obra negra y no se nota una actividad febril que dé la sensación de que los
responsables están operando a toda su capacidad.
Sin ser especialista en la materia, se puede observar al mirar de cerca que en algunos
casos las trabes o las bases sobre las que se montarán las piezas por donde circularán
los carros no embonaban correctamente; que la precisión de los amarres entre las
distintas estructuras prefabricadas a duras penas se cumple. En fin, se percibe un fuerte
olor a improvisación lo que no da buena espina. Me recordó un distribuidor similar
de una ciudad de Coahuila que tuvo que destruirse debido a la mala calidad y porque
ponÃa en riesgo la seguridad de los vehÃculos que por allà circulaban.
Si a eso se agrega el exceso de tiempo que, a juicio de varios expertos, está
consumiendo la obra y también de que pese a la clausura temporal de accesos no se
estrangularon las actividades normales de esa importante zona de la ciudad, entonces
valdrÃa la pena preguntarse a estas alturas si ese distribuidor es la obra que realmente
requerÃa la ciudad para modernizarse o para dar la sensación de que es una metrópoli
que cuenta con la infraestructura mÃnima de las ciudades del siglo XXI. Este tipo de
cuestionamientos serán parte del debate y discusión que se registrará en los
primeros meses de 2009 en virtud de que el proceso electoral será aprovechado por
tirios y troyanos para hacer de esas obras la campaña o la contracampaña.
*Profesor-investigador del Centro de Estudios de América del Norte de El Colegio de
Sonora, abraca@colson.edu.mx
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