TEMA III.- TIENE SENTIDO ESFORZARNOS EN NUESTROS TRABAJOS. Se prepara el caballo para el día de la batalla, pero la victoria depende del Señor. (Prov. 21:31) INTRODUCCIÓN.El texto de Proverbios que acabamos de leer nos dice dos cosas. 1. Al caballo se le prepara para la batalla. 2. La victoria no depende del caballo, depende del Señor. Este texto plantea `aparentemente´ una contradicción. Por un lado, el caballero que iba a la batalla preparaba su caballo, lo entrenaba, le ponía los arreos y protecciones convenientes, etc. Y probablemente también se prepararía el caballero así mismo, sus armas, etc. Pero, por otro lado, el que daba la victoria era el Señor. Y uno se puede preguntar: si es el Señor que da la victoria ¿para qué preparar al caballo? Esto es como si hoy en día un equipo de futbol en que todos fuesen muy creyentes dijera: No entrenaremos, porque quien da la victoria es Dios. Me parece que si un equipo hiciera eso no estaría en la 1ª división, pero con seguridad que en la 2ª ó la 3ª, tampoco. Después de esta introducción un tanto esquemática vamos a ver tres puntos, también bastante breves; después tendremos un tiempo de coloquio. Veamos el primer caso. I.- LOS QUE CREEN QUE LA VICTORIA DEPENDE DE LOS MEDIOS, DE LAS CAPACIDADES Y DEL ESFUERZO. En el mundo secular esto ni se plantea. Porque se cree que quienes ganan los partidos son quienes tienen mejores cualidades y entrenan más y mejor, y punto. Se cree igualmente, que quien tiene más éxito en su profesión es el más listo, se prepara mejor y trabajo más. Para estos el éxito está en relación directa a la capacidad y a la dedicación que se ponga al trabajo. 1 Pero lo que se suele comprobar es que esta manera de actuar nos lleva a un afán tremendo que nos termina ocasionando problemas de salud y de convivencia con los más próximos. Eclesiastés nos provee, en 9:11, de un texto muy interesante para los que tiende a afanarse o incluso a hacerse adictos al trabajo. Dice así: 11 “Me fijé que en esta vida la carrera no la ganan los más veloces, ni ganan la batalla los más valientes; que tampoco los sabios tienen qué comer, ni los inteligentes abundan en dinero, ni los instruidos gozan de simpatía, sino que a todos les llegan buenos y malos tiempos”. Yo creo que esto concuerda con lo que vemos también nosotros en la vida frecuentemente. Alguien muy currante, muy trabajador, pero no tiene la vista necesaria para escoger lo mejor. O alguien muy inteligente, pero le falta algo en su carácter que no le permite el éxito que sería de esperar. O, en fin, alguien que parece que reúne todas las condiciones, pero sus clientes quiebran y no le pagan; o cae dentro de una crisis general como la que vivimos hoy… Veamos nuestro segundo caso. II.- LOS QUE CREEN QUE NO MERECE LA PENA ESFORZARSE, YA QUE DIOS ES QUIEN DA LA VICTORIA. Estos suelen estar a veces en las filas de los que creen, de los creyentes. Pero su misma actitud se ve en los perezosos, aunque digan no creer en nada. Como digo, entre los religiosos puede darse este caso. Un ejemplo de esto aparece en 2ª Tes. 3:6-8 “…que os apartéis de todo hermano que está viviendo como un vago… Nosotros –dice Pablo– no vivimos así entre vosotros… Al contrario día y noche trabajamos arduamente y sin descanso, para no ser una carga a ninguno”. El vago religioso viene a decir: `Si Dios da la victoria, para que vamos a preparar el caballo´. Así que esa postura se dio en algunos cristianos de la iglesia primitiva, pero fue rápidamente corregida por la palabra y el ejemplo de Pablo, como acabamos de ver. Pero no hace falta tener como escusa a Dios para ser perezoso. En Prov. 26:13 leemos: “Dice el perezoso: Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un león anda suelto!” Aquí la escusa es la posibilidad de que haya un león suelto. Aunque como dice el versículo siguiente de lo que realmente se trata es de `seguir dando vueltas sobre la cama, como la puerta sobre sus goznes´. Veamos el tercer y último caso. 2 III.- LOS QUE CREEN LO QUE DICE LA BIBLIA. La Biblia une la preparación del caballo, con saber que la victoria viene del Señor. Une la acción perseverante, con la confianza de que Dios está sobre todo, es soberano de todo y suya es la victoria, no nuestra. En Eclesiastés 11:4-6 dice: 4 Quien vigila al viento, no siembra; quien contempla las nubes, no cosecha. 5 Así como no sabes por dónde va el viento ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco entiendes la obra de Dios, creador de todas las cosas. 6 Siembra tu semilla en la mañana, y no te des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si ésta o aquélla, o si ambas serán igual de buenas. Aquí se nos dice la primera razón por la que debemos sembrar, trabajar perseverantemente, en nuestro negocio. Esta 1ª razón es que somos seres humanos finitos y no podemos entender ni conocer totalmente cómo Dios actúa. La 2ª razón no se ve aquí en los versículos leídos, pero se ve en toda la Biblia; y es que Dios nos ama, cuida de nosotros y al mismo tiempo nos concede colaborar con Él. Finalmente, Pablo les dice aquellos mismos a quienes amonestaba por ser vagos, en 2ª Tes. 3:12 “…que tranquilamente se pongan a trabajar para ganarse la vida”. Creo que en las palabras “tranquilamente se pongan a trabajar” está el espíritu y la letra de lo que estamos diciendo. Con sosiego, pero poniéndonos a trabajar. Hay descanso en Dios, que es soberano de todo, nos ama y quiere sacarnos adelante; pero hay también trabajo perseverante y continuado. No hay pereza o bajada de brazos, pero tampoco hay un activismo frenético que daña la vida. De esta manera sabemos que la victoria viene del Señor, pero también preparamos el caballo para la batalla. 3