LA ALEGRIA DEL AMOR - AMORIS LAETITIA En el dia 8 de abril de 2016, el Papa Francisco se ha hecho pública la exhortación apostólica postsinodal ‘Amoris laetitia’ (La alegría del amor), fruto de dos Sínodos de 2014 y 2015 sobre la familia. En el documento, se dirige a obispos, presbíteros y diáconos, consagrados, familias y, en general, a todos los laicos, para trazar las líneas sobre la pastoral de la familia. Esta subdividido en nueve capítulos, los primeros párrafos ponen en plena luz la conciencia de la complejidad del tema y la profundización que requiere. El documento afirma con claridad que es necesario salir de la estéril contraposición entre la ansiedad de cambio y la aplicación pura y simple de normas abstractas; continua los debates van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión, hasta la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o extrayendo conclusiones extremas de algunas reflexiones teológicas. Capítulo primero: “A la luz de la Palabra” (8-30) ¿Qué nos explica la Biblia sobre la familia? Entonces la Palabra de Dios “no se muestra como un secuencia de tesis abstractas, sino como una compañera de viaje también para las familias que están en crisis o en medio de algún dolor, y les muestra la meta del camino”. (AL 22) “Está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares”. (AL 8), a partir de este dato se puede meditar como la familia no es un ideal abstracto sino un “trabajo ‘artesanal’ que se expresa con ternura, pero que se ha confrontado también con el pecado desde el inicio, cuando la relación de amor se transforma en dominio. Capítulo segundo: “La realidad y los desafíos de la familia” (31-37) ¿Cuál es la situación actual de las familias? Citando Familiaris Consortio el Papa afirma que es fundamental prestar atención a la realidad concreta, porque “las exigencias y llamadas del Espíritu resuenan también en los acontecimientos de la historia”. Se nota que el individualismo exagerado hace difícil hoy la entrega a otra persona de manera generosa: “Se teme la soledad, se desea un espacio de protección y de fidelidad, pero al mismo tiempo crece el temor de ser atrapado por una relación que pueda postergar el logro de las aspiraciones personales”. Por eso la humildad del realismo ayuda a 1 no presentar “un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificialmente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales”. Las familias no se sostienen “solamente insistiendo sobre cuestiones doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia”. En todas las situaciones “la Iglesia siente la necesidad de decir una palabra de verdad y esperanza” (AL 57). “Nos cabe un esfuerzo responsable y generoso, que consiste en mostrar razones y motivaciones del matrimonio y de la familia, de manera que las personas estén mejor dispuestas a responder a la gracia que Dios les ofrece” (AL 35). Insiste en que es necesario dar espacio a la formación de la conciencia de los fieles: “Estamos llamados a formar las conciencias; Jesús proponía un ideal exigente pero “no perdía jamás la cercana compasión con las personas más frágiles como la samaritana o la mujer adúltera”. Capítulo tercero: “La mirada puesta en Jesús: la vocación de la familia” (5888) ¿Cuál es la vocacion de la familia? El documento haba que la mirada de Jesus es amplia e incluye también las “situaciones imperfectas”. La reflexión incluye a las “familias heridas” frente a las cuales el Papa afirma: “siempre es necesario recordar un principio general: sepan los pastores que, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones”. Por lo tanto, al mismo tiempo que la doctrina debe expresarse con claridad, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición”. Capítulo cuatro: “El amor en el matrimonio” (89 – 184) ¿Qué desafíos presentan hoy vivir el amor en el matrimonio? Usando el “himno al amor” de san Pablo, describe el amor humano en términos concretos. Entra en el mundo de las emociones de los conyugues –positivas y negativas- y en la dimensión erótica del amor. Se trata de una contribución extremamente rica y preciosa para la vida cristiana de los conyugues, que no tiene hasta ahora precedentes de documentos papales. El Papa insiste de manera fuerte y decidida sobre el hecho de que “en la naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo”. Puntualiza el matrimonio es un proceso dinámico que avanza gradualmente con la progresiva integración de los dones de Dios (AL 122) de ambos conjugues. Esto implica una “necesidad de volver a elegirse una y otra vez (AL 163) “Una combinación de alegrías y de fatigas, de tensiones y de reposo, de sufrimientos y de liberación, de satisfacciones y de búsquedas, de fastidios y de placeres” así es, precisamente, el matrimonio. El capítulo concluye con una reflexión muy importante sobre la “transformación del amor”. “No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, 2 comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad”. (AL163) Capitulo quinto: “El amor que se vuelve fecundo” (165 – 198) El amor siempre da vida. Por eso el amor conyugal “no se agota dentro de la pareja” (AL 165). Este pequeño núcleo familiar no debiera aislarse de la familia ampliada, incluyendo tíos, primos, parientes e incluso los vecinos. (AL 187). Cuanto quisiera una iglesia que desafía la cultura del descarte con un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos (AL 191). Centrado en la fecundidad y la generosidad, eso es la capacidad de los cónyuges de generar, acoger y cuidar de la vida en todas sus dimensiones. El sacramento del matrimonio tiene un profundo caráter social (AL 186), somos mucho más que dos (AL 181). Presenta como practica de crecimiento a otros a relación entre los jóvenes, ancianos y entre hermanos (AL 194-5). La adopción es un camino para realizar la maternidad y la paternidad de una manera muy generosa, es regalar una familia a quien no la tiene (AL 179) Capítulo sexto: “Algunas perspectivas pastorales” (199-258) ¿Qué desafíos pastorales se presentan a las comunidades? El Papa afronta algunas vías pastorales que estan orientadas a construir familias sólidas y fecundas según el plan de Dios (AL 206). Confirma que elas son sujetos y no objeto de evangelización (AL 200). Propone un itinerario de acampamiento desde las comunidades, a los novios (AL 209). Que la comunidad aporte los elementos necesarios para tener más solidez la vida familiar (AL 207). Con una pastoral orientada a las familias, la necesidad es que los ministros ordenados y todos los agentes pastorales reciban “formación más adecuada”… para tratar los problemas actuales de las familias (AL 202). Pero añade que no se les puede abandonar en las crisis, sabiendo que “cada crisis esconde una buena noticia que hay que saber escuchar afinando el oído del corazón”. (AL 232) de aquí la necesidad de una pastoral de la reconciliación y de la mediación. (AL 242) Habla del acompañamiento de las personas abandonadas, separadas y divorciadas, y subraya la importancia de la reciente reforma de los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad matrimonial. A veces las familias son desafiadas con la muerte de un ser querido, no podemos dejar de ofrecer la luz de la fe para acompañar los sufren estos momentos (AL 253). Capítulo séptimo: “Fortalecer la educación de los hijos” (259-290) ¿Cómo la familia es formadora de personas? Todo dedicado a la educación de los hijos: su formación ética, el valor de la sanción como estímulo, el paciente realismo, la educación sexual, la transmisión de la fe, y más en general, la vida familiar como contexto educativo. “La familia es la primera escuela de valores humanos, donde se aprende el uso de la libertad” 3 (AL 274). Afirma que lo que interesa es “generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de auténtica autonomia” (AL 261). Afirma claramente que “la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo (…) Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Y afirma que debe realizarse “en el cuadro de una educación al amor, a la recíproca donación”. Capítulo octavo: “Acompañar, discernir e integrar la fragilidad” (291 -312) Es el capítulo más delicado. La Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcado por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza” (AL 291), abrirse a la misericordia y al discernimiento pastoral. Son propuestos tres verbos “Acompañar, discernir e integrar la fragilidad”, acciones fundamentales para afrontar situaciones de fragilidad, complejas o irregulares y que orienten en el discernimiento a “los fieles a la toma de consciencia de su situación ate Dios” y les “ayude a encontrar los posibles caminos de respuesta y de crecimiento en medio de los límites” (AL 305). Observa que “hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y es necesario estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición. Capítulo noveno: “Espiritualidad conyugal y familiar” (313 – 325) ¿Cómo vivir la espiritualidad matrimonial y familiar? La espiritualidad conyugal y familiar, es “hecha de miles gestos reales y concretos” (AL 315). La familia es un lugar donde se encuentra y desarrolla una profunda espiritualidad. Todos, “los momentos de gozo, el descanso o la fiesta, y aun la sexualidad, se experimentan como una participación en la vida” (AL 317). “Toda la vida de la familia es un “pastoreo” misericordioso. Cada uno, con cuidado, pinta y escribe en la vida del otro” (AL 322). Es una honda “experiencia espiritual, contemplar a cada ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo en él”. (AL 323) 4