Santo, es aquel que se deja amar por Jesús María del Carmen Canales fma Agradezco la oportunidad de poder dirigirme a vosotras Hermanas, educadoras – educadores y jóvenes en este mes de enero tan rico de estímulos salesianos y espirituales. Me gustaría compartir con vosotros un texto bíblico que me ha acompañado en este tiempo y que puede ayudarnos a descubrir la vida de quienes, como Laura Vicuña, han sabido ser discípulas/os y misioneros/as de Jesús. Se trata del capítulo 5 de la Primera Epístola de San Juan. El Apóstol interroga a la comunidad con una significativa pregunta que a su vez tiene implícita la respuesta: “Pues, ¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”(5,5). Esta es la gran responsabilidad que como cristianos hoy se nos brinda, vencer al mundo de la violencia, de las injusticias, del uso y desprecio de la dignidad humana, de las insinuaciones contrarias al amor, de todo aquello que destruye la creación y de manera especial la propia vida. Vencer al mundo no por la fuerza sino porque creemos que Jesús es el Hijo de Dios. En Él encontramos la vida, fuente de alegría. Es Jesús, el Hijo de Dios, que por amor se hizo uno de nosotros, el que nos hace capaces de entender el amor que no es sólo sentimiento, ni tampoco un bienestar afectivo, sino el deseo de buscar en Dios, que es Amor, lo que nos ayuda a vivir. Os invito a viajar, virtualmente, en estos días, a Junín de los Andes, allí podréis encontrar las huellas vivas de una adolescente que creció en un ambiente salesiano rico de valores inspirados en el Evangelio y en el contexto sociocultural de la época, gracias a una comunidad educativa que se caracterizó por educar suscitando grandes ideales en las alumnas, dándoles motivos para vivir con responsabilidad y entrega a los demás. Es en el colegio, en el Oratorio, en la catequesis, en el grupo de amigas, donde Laura, descubre la felicidad de sentirse amada por Dios. Acoge la fe y se va enamorando de Él cada día a través de la oración, los sacramentos, las relaciones serenas, el cumplimiento del deber en los estudios… se puede decir que vive la vida cristiana en su más alto grado: el compromiso de la santidad. Laura, al entregarse por el bien de su familia dice a muchas y muchos jóvenes que es posible vivir y triunfar en la vida, la suya ha sido una revolución espiritual silenciosa, pero muy activa. A vosotras Hermanas, educadoras/es seglares y jóvenes animadores, os invito a educar con el corazón de Don Bosco (Aguinaldo 2008) y a decirles a los chicos y chicas, con los que compartís muchas horas del día, que santo es aquel que se deja amar por Jesús y cree que Él es el Hijo de Dios. Comunicarles que la vida no es fácil pero que no se dejen influenciar ante el atrayente mosaico de apariencias que les presenta la sociedad, sino que luchen pacíficamente y que como Laura Vicuña, se dispongan a la revolución silenciosa de la santidad coloreada por los rasgos de la Espiritualidad Juvenil Salesiana. Recordarles las palabras de Juan Pablo II en el Mensaje con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud en el 2005: “Jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás. La Iglesia necesita santos”. Por favor, no dejéis de decirles, que éste camino de santidad Laura lo hizo con la Auxiliadora, Ella, fue su Madre y su Guía en la esperanza y en el amor a Jesús, el Señor, que le regaló la Vida en abundancia. Buena Fiesta de Laura Vicuña y que ella nos regale su gran secreto: “Me parece que Dios mismo mantiene vivo en mi el recuerdo de su presencia”.