ANÁLISIS PSICOLINGUÍSTICO: LA CUESTIÓN AUTOETNÓNIMO DE LAS COMUNIDADES ANCESTRÍA AFRICANA EN COLOMBIA.1 DEL DE Por Rubén Darío Castillo2 ABSTRACT This work is focused to furnish its readers with enough ethnic elements of analysis referred to African legacy. Also, the clues for finding the most appropriate term for auto designing of Colombian African communities are shown. The felony of abuse committed by ancient European slavers using the word “black” as a way of oppression is presented in full details. Anthropology and psychology are the backbone of this effort who highlights the link between ethnonimous, identity and community development. Key Word: Afrocolombian, ethnonimous, African communities, identity, community development, black. RESUMEN Con esta ponencia se pretende que los lectores accedan a los elementos del análisis que permite retomar los elementos étnicos que constituyen el legado africano. De igual modo, se ofrecen las pistas necesarias para que endógenamente las comunidades de ancestría africana pero cuya nación es Colombia puedan auto designarse con el nombre que mejor les parezca. Paralelamente se proponen los conceptos de Autoetnónimo e identidad como claves esenciales para un desarrollo que sea autónomo y al mismo tiempo sostenible. Además, se muestra en detalle la infamia de las prácticas utilizadas por los esclavistas europeos dentro del proceso de sometimiento a los africanos con el uso de la palabra “negro”. 1 Ponencia en el marco del diplomado en Etnoeducación Afrocolombiana para Docencia Universitaria, Universidad del Pacífico (septiembre de 2010). Revisión Mg, Félix Suárez – Mg, Armando Arboleda. 2 RUBEN DARIO CASTILLO HURTADO Psicólogo (1996) Escuela de Psicología Universidad del Valle. Y , Especialista En Administración de Empresas (2001) Universidad Antonio Nariño. Bogota. Investigador Centro de Estudios Pedagógicos Avanzados –CEPA Palabras claves: Afro colombiano, etnónimo, comunidades africanas, identidad, desarrollo comunitario, negro INTRODUCCION. Esta ponencia está basada en un trabajo que originalmente aborda La cuestión del autoetnónimo que deben adoptar las comunidades actualmente clasificadas en Colombia como Comunidades negras. (Perea Chalà : 2000:145) En el trabajo inicial, se argumenta que el término Afrodescendiente resulta inadecuado para la auto designación de las comunidades antes mencionadas. En cambio, se propone que el término a utilizar mediante un pleno acuerdo intersubjetivo debe ser afro colombiano(a Además, se expone que alrededor del término “negro” existe una connotación peyorativa desde el punto de vista semántico, construida intencionalmente a partir de un momento desafortunado de la historia en el marco de un esquema de poder colonizador-colonizado cuyo propósito fundamental era reducir al africano a la condición de postración más infame imaginable hasta dominarlo, despersonalizarlo, animalizarlo, ridiculizarlo e incluso aniquilarlo. También, se hace una profusa ilustración del exuberante sincretismo cultural que existió en la nación africana de los tiempos de la colonización europea y en ese sentido, el aporte de cada uno de los grupos intraétnicos representados en las diversas tribus, todas ellas con un elevado nivel de especialización en conocimientos , saberes, habilidades y destrezas en muchos campos tales como la espiritualidad, la religión, las artes, la agricultura, la minería, la guerra, la Paz, la medicina, las sofisticadas y efectivas formas de organización comunitaria , así como el inigualable conocimiento de la política y la moral por citar solo algunas. Se aclara el esfuerzo que los hijos de la diáspora africana impuesta en las Américas han realizado en forma épica tratando de resemantizar el término “Negro” sin obtener resultados favorables. A propósito, se ilustra el movimiento de pega de afiches alusivos a la reivindicación de lo “negro” por parte del movimiento que enarboló la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos en los años sesentas cuando orientaron una campaña con mensajes que decían “Black is Beautifull”. (Lo negro es bello). Finalmente, el autor propone de manera categórica una ruptura con el término “negro” para efectos de un proceso de autorreconocimiento argumentando once razones como resultado de arduas reflexiones la mayoría de ellas desde el terreno de la antropología y de la historia. En términos generales, es una obra conceptualmente aterrizada y vigorosa. Con un planteamiento audazmente novedoso y escrita con rigor académico. Adicionalmente, deja algunas pistas para ahondar la cuestión planteada en relación con la construcción y fortalecimiento de la identidad de las generaciones presentes, así como de las generaciones futuras en un escenario social y culturalmente agreste que no tiene la alteridad como un elemento para la convivencia y el etnodesarrollo sino que promueve en forma sistemática formas de exclusión e invisibilización de las minorías étnicas unas veces en forma manifiesta y otras veces de manera encubierta, logrando enmascarar de todos modos que a pesar de las conquistas en el orden legal y jurídico mediante dispositivos como la ley 70 , las hegemonías imperantes siguen aferradas a la lógica denunciada en su momento por Roger Bastide , cuando advierte que dentro de la lógica opresor-oprimido El prójimo es mi hermano y el otro- ese que no es igual a mí o que no se asemeja a mí a juzgar por sus características étnicoculturales pero sobre todo feno-biotípicas es el extraño. (Bastide, Roger : 1986). Concretamente, la ponencia que aquí se presenta también aborda la cuestión del autoetnónimo correspondiente a las comunidades de ancestría africana nacidas en Colombia pero introduciendo de manera más frontal dos elementos de análisis cuales son la identidad y la autonomía como referentes de etnodesarrollo desde la mirada del desarrollo endógeno. Se plantean algunas ideas alrededor de las cuales se mantienen los planteamientos que consolidan la ponencia. Estas son : 1. la definición del autoetnónimo es una variable que está directamente asociada tanto a la construcción como al fortalecimiento de la identidad individual y grupal no solo de las presentes generaciones, sino de las futuras. Las comunidades de ancestrìa africana que han nacido en Colombia y que sin lugar a dudas han contribuido a construir nación deben autoproclamarse como afro colombianas y por tanto cada uno de sus miembros debe ser reconocido mediante el autoetnònimo afro colombiano y afro colombiana, en lugar de otros términos como por ejemplo: negro (a), afro descendiente, niche, moreno (a), morocho (a). La cuestión del autoetnónimo es también la cuestión de la construcción de autonomía desde la base de la identidad en tres dimensiones esenciales: a) IDENTIDAD ETNICA, B) IDENTIDAD DE GÉNERO, C) IDENTIDAD DE CLASE. La categoría “Negro” debe ser revisada a partir del recorrido histórico de su carga semántica, por su carácter primitivamente agresivo, violatorio de los principios elementales de los derechos humanos y por ser anticientífico. Comprendamos el ejercicio de auto designación de las comunidades. La primera consideración de rigor es señalar que existe un principio antropológico que impulsa como una constante universal a los pueblos con claras diferencias culturales a defender el derecho que tienen de autodenominarse como mejor les parezca. Existe una tendencia universal a que las comunidades distintas del mundo, reclamen para sí la condición de “humanos” antes que cualquier otra característica. Por ejemplo, los embera que son el grupo étnico indígena mayoritario del Chocó biogeográfico se definen así mismo como “la gente”. Otro grupo indígena de la misma región, se autodefine como “el humano” en su vehículo oral comunicacional Waunan. Así, el pueblo más grande del sur africano, se auto denomina como el humano, es decir, el muntú, y corresponde a la tribu Bantú. Sin embargo, con la dinámica que comporta la conquista o la colonización, los pueblos dominantes a lo largo de la historia no solo han saqueado a los dominados en sus bienes materiales sino que en virtud de su supremacía militar y política los han despojado de su autoetnónimo y por lo tanto, de su identidad. Esto ha constituido una estrategia no solo de control sobre el dominado, sino la puesta en escena de primitivos impulsos de muerte compatibles con una concepción estética etnocéntrica, desde la cual pueden rotular al otro, o lo que es peor, imponerle una impronta imborrable en su psicología individual y social mediante mensajes y adjetivos como los: indeseables, feos, raros, paganos, culpables, enfermos, acomplejados, incapaces y un interminable etc. Como puede verse, el proceso de adopción del autoetnónimo no está exento de influencias externas. No obstante, la clave está en comprender si en el marco de las tensiones que se producen en la relación con el otro, las comunidades diferenciadas culturalmente introyectan una determinada designación que es presentada desde una relación de poder. Por ejemplo, Los españoles, a los pueblos que habitaban el altiplano cundiboyacense, los bautizaron los muiscas, ya que abundaban como moscas. Los emberas rebautizaron a los tules, que se auto designaban como “Los hijos del sol” como los jurabá, o sea “los de la tierra del diablo”, dado que eran los ocupantes de las tierras que los emberas buscaban ocupar. Por tanto eran sus enemigos. También la literatura muestra como los pueblos que se separan de un gran tronco original Suelen autónomamente buscarse otro nombre. Tal es el caso de Nimi Lukeni, hijo de Nimi Nzinga y de la reina Lukeni Lwanza, heredero sin posibilidades en el escalafón sucesoral de su reino Bantú, por ser uno de los numerosos príncipes y de los de menor edad, emigró al sur, conquistó otros pueblos y sus territorios, añadiéndose el nombre de Kongos, o sea, “Los del país de la pantera” ,felino que no solo representaba su animal totémico, sino que simbolizaba el carácter feroz y valiente de sus guerreros.(Friedman y Arocha:1986:64). Por otro lado, cabe anotar que hubo pueblos que se designaron a sí mismos deslumbrados ante las maravillas de la naturaleza. De hecho, los Incas y los tules, deslumbrados por lo que representaba el sol en términos de vida y poder se proclamaron como “los hijos del sol”. Lo que debe resaltarse en este punto del discurso es que la condición fundamental para acuñar un autoetnónimo es que este sea producido desde el seno de las comunidades que lo utilizarán como un espejo para reconocerse a sí mismas, o que en su defecto, siendo presentado por el opresor, la comunidad receptora lo haya introyectado de manera positiva, es decir que lo haya asumido sin que produzca daños en su imaginario colectivo y por ende en sus representaciones sociales desde una perspectiva de salud comunitaria. En este sentido vale la pena retomar el enfoque reivindicatorio que propone la psicología comunitaria. “El desafío para la psicología comunitaria es desarrollar paradigmas que ayuden a la sociedad a crear alternativas viables a las comunidades más marginadas. El desafío está en apoyar a la sociedad a que la diversidad y la relatividad cultural no sean solo abstracciones sino valores en la vida de los sujetos…El verdadero desafío está en crear una sociedad en la que los marginados no sean solo “tolerados” sino que se les procure el acceso a los recursos físicos y psicológicos que les permitan vivir con dignidad incluso siendo diferentes”… (Rappaport: 1977:79) LA DIFICULTAD IDENTITARIA EN LAS COMUNIDADES DE ANCESTRÍA AFRICANA NACIDAS EN TERRITORIO COLOMBIANO COMO RESULTADO DEL USO DE DIVERSOS ETNÓNIMOS. La identidad es un rasgo de crucial importancia en la formación de la personalidad a nivel individual y colectivo. Por lo tanto, es fundamental para hilar conjuntos de comportamientos humanos orientados desde el principio de autonomía a la consolidación de una propuesta de etnodesarrollo. Pero la identidad es una construcción de afuera hacia adentro que se construye en un entorno socio-cultural (Vigotsky) por medio de la comunicación entre un sujeto o un conglomerado de sujetos y un otro, que no necesariamente es un individuo. Dicha comunicación implica el intercambio de actitudes, pensamientos y sentimientos que posibilita la construcción de universos simbólicos alrededor de la realidad, de manera que los individuos o las comunidades introyecten significantes y significados en su yo. Por eso cuando hablamos de la identidad social o de la identidad comunitaria necesariamente se hace alusión a la cohesión que comunitariamente se elabora a través de introyectos comunes decantados en forma de símbolos culturales que se dan en primera instancia desde el lenguaje. (Tobar:44: 2010). En el caso de los colombianos y las colombianas de ancestría africana, la primera situación es que históricamente, jamás han tenido la posibilidad de proponer endógenamente un término para auto identificarse. Sencillamente heredaron el exónimo que había sido asignado desde la colonización , pasando por los tiempos de la república y llevando a cuestas un término que era de naturaleza racista y por lo tanto arbitraria , que no reconoció para nada el rico sincretismo cultural expresado en los grupos étnicos de la africanía ancestral, de modo que desde entonces los negros son negros a secas. La segunda situación, se refiere al abanico de términos que existen para designar a las comunidades de ancestría africana. Es común encontrar en el lenguaje términos como los siguientes: negro(a), afro descendiente, niche, moreno(a) y morocho(a) entre otros. De todos estos, quizá el que ha alcanzado un mayor uso tanto para efectos de designación como de auto designación sea el término negro(a).Parecería que las comunidades ya mencionadas han logrado introyectar más esta categoría a pesar de su connotación psicolingüística, desde la cual se pone en evidencia el racismo, cuando en el lenguaje cotidiano los hablantes se refieren no a un día aciago o difícil, sino a un “día negro” , ó cuando tampoco se refieren a las malas intenciones, sino a las “negras intenciones”, o cuando no hablan de un destino fatal, sino de un “destino negro”. De todas maneras, esta proliferación de términos no parece favorecer ni la construcción ni el fortalecimiento de la identidad. En ese sentido, Cabe recordar la confusión que se presentó en el pasado censo poblacional realizado por el Departamento Nacional De Estadísticas (DANE: 2005) cuando numerosas personas de indiscutible ancestría africana no lograron reconocerse ni como afro colombianos, ni como civiles pertenecientes a las comunidades negras lo cual produjo un efecto nefasto de autoinvisibilización étnica en un estado por excelencia invisibilizador y excluyente. Las personas de ancestría africana que han nacido en Colombia, de alguna manera deben haber vivenciado lo que implica ser negro(a) en un país en el que desde la constitución Política se promulga el reconocimiento y la defensa de la multicuturalidad y la plurietnia pero que de manera sistemática se excluye de los escenarios de participación precisamente a los grupos étnicos minoritarios en términos demográficos. Pero al mismo tiempo, estas tienen seguramente distintas huellas de memoria sobre la dificultad de ser ellas mismas a pesar de ser diferentes, ó precisamente por ser diferentes. En realidad, la experiencia urbana e incluso rural de las negritudes ha estado marcada por la estigmatización, por dispositivos de segregación desde los más finos hasta los más groseros y por el acceso marcadamente desigual a los beneficios y las oportunidades que el estado se obliga a garantizar a todos sus nacionales. A pesar que el contenido de esa experiencia ha estado referido al rechazo, al etiquetamiento que refleja creencias negativas hacia los negros ( “Los negros son peligrosos”, “ Los negros son incapaces”, “Los negros son corruptos”…..) en una actitud de rebote psicológico, es decir, de resiliencia, éstos vástagos de reyes y reinas, príncipes y princesas del áfrica legendaria han hecho cualquier cantidad de esfuerzos con miras a reivindicar “Lo negro”. Esto se evidencia en expresiones de resistencia que reflejan en realidad o que aparentan una elevada autoestima.(no pueden desconocerse los mecanismos de defensa que pueden surgir para proteger el psiquismo tanto individual como colectivamente). Se escucha decir: “Me siento orgulloso de ser negro(a)”, como también a través de expresiones artísticas costumbristas tales como en la salsa y en la tradición oral afrocolombiana: “decirme negro a mí es ponerme una corona, porque de negro se viste el santo Papa de Roma”. Tradición oral…o simplemente “moreno soy porque nací de la Rumba y el sabor yo lo heredé del guaguancó ” Luigi Texidor. Por otra parte, conviene plantear que como resultado de la cotidianidad del asumir lo “negro” como un autoetnónimo, en Colombia ser negro implica una tensión entre el “ser y el no ser”. El primer elemento, hace referencia a los ejercicios de afianzamiento identitario alrededor de lo “negro”. Estos implican el cultivo de sentimientos de orgullo alrededor de lo “negro”, a partir del conocimiento de la historia y con él el reconocimiento del aporte colosal de la africanía a la humanidad, por una parte, y por otra, el reconocimiento del aporte también gigantesco de los colombianos de ancestría africana a la construcción de la actual nación. El segundo elemento, hace a su vez referencia a las conductas de “huída” que experimenta el segregado, el discriminado y que en palabras de Fannon (Fannon:1961) conllevarían a este quien por definición es un oprimido a un “blanqueamiento”, como mecanismo de defensa frente al sufrimiento de quien etnocéntricamente define lo que es bello, lo que es feo, lo que es enfermizo, lo que es pagano y lo que es divino. Como la identidad, es un rasgo que se forma en el proceso de socialización, y como esta se ve accidentada en gran parte en el caso que nos ocupa, por introyectos de imágenes distorsionadas sobre las negritudes a través de un sinnúmero de elementos tales como la fealdad del negro y la de sus hermanos, la desinteligencia y la inmoralidad que junto a muchos otros constituyen lo que nadie desearía para sí mismo, entonces el “blanqueamiento” consiste en un mecanismo de huída y en una conducta enajenatoria relacionada con experiencias psíquicas de orden consciente e inconsciente que instrumentalmente le permite “a más de un hermano” blanquearse en su comportamiento, es decir parecerse en la mayor medida posible al blanco.(Pereachalá:2000:151) .Sin lugar a dudas, asimilarse al opresor de tal manera, buscando una mimetización camaleónica revela un daño en la autoestima individual y también colectiva , con la subsecuente crisis de identidad . En efecto, este hecho es uno de los más revisados por Franz Omar Fannon en su obra “Piel negra, máscaras blancas”, en la cual se ilustra que la compulsión del blanqueamiento no se queda solo en querer comportarse como el opresor, sino que implica además, una repulsa hacia la propia esencia. De esta manera, el “blanqueado” procurará que su descendencia sea biológicamente mejorada por medio de uniones matrimoniales interétnicas. Nuestras hermanas quedarán seducidas por la idea de “suavizar” sus rasgos biotípicos con la idea de acercarse al modelo de belleza que ha impuesto occidente por medio de cirugías estéticas cosméticas, al igual que utilizando aditamentos y artilugios que encubran sus rasgos africanos estigmatizados. No obstante la visibilidad que han logrado las comunidades de ancestría africana en los últimos cuarenta años por medio del arte, la ciencia y el deporte entre otras disciplinas, asumirse como negro(a) en Colombia sigue siendo harto difícil especialmente porque la carga semántica de lo “negro” no se ha logrado resemantizar, es decir, no ha resultado efectiva la tarea de reasignarle un significado más positivo en el imaginario de la nación. Esto se evidencia en el acontecer los simbolismos que están imbricados con la realidad. Por ejemplo, a parte de la presencia de negritudes en el congreso de la república, no aparecen estas presentadas equitativamente en los cargos de primer nivel del estado como son los ministerios, las embajadas y los institutos de importancia alta. Además, cuando algunos de sus miembros de manera nítida se destacan, inmediatamente el establecimiento pone a funcionar su maquinaria compuesta por el triunvirato enfermedadpecado-delito por medio del cual estos deben ser satanizados argumentando que sus actuaciones son patológicas, que su conducta es una herejía y que deben “pagar” en prisión. Todo esto en nombre del “orden”, que es necesario perpetuar aunque se sacrifique la libertad. Resulta igualmente ilustradora en este aspecto la obra del maestro Jairo Varela a través de un tema comunitariamente incomprendido en su espléndido valor pedagógico. Se trata de “Han cogido la cosa”. Este tema musical, constituye un aporte valioso a la salsa urbana, aunque en palabras de Nietzsche (1883-1885), es igualmente un tema para todos y para nadie, es decir, e necesitan oídos aguzados para semejante mensaje que desnuda una realidad que aunque es evidente aún en los círculos académicos de mayor tradición se rehúye el debate prefiriendo la comodidad de la negación . A través de esta obra se recrea la experiencia del racismo en Colombia, con sus elementos más sobresalientes, como son: la discriminación, la estigmatización y los prejuicios. Pone de relieve, el imaginario producido por “el otro” a partir de los contenidos en su mayoría negativos que hasta los tiempos actuales se han ido acumulando alrededor del término “negro”: “Blanco corriendo atleta, negro corriendo ratero… Blanco sin grado: Doctor el negrito: yerbatero”) Jairo Varela. El problema de la trilogía autoetnónimo-identidad-etnodesarrollo. Todo parece indicar que para que un autoetnónimo tenga legitimidad, éste debe haber sido sancionado por la comunidad que lo va a asimilar. Esto implica que intersubjetivamente tiene que existir un consenso sobre su conveniencia. La adopción comunitaria de un autoetnónimo está en línea directa con el principio de identidad, que es fundante para todos los pueblos o comunidades con nítidas diferencias culturales. La identidad es lo que posibilita la autoafirmación de los pueblos y por lo tanto, es la base de su autonomía como posibilidad de establecer su propio avance por medio de dinámicas propias, sin intervencionismos ni presiones externas. De hecho, la auto designación (autoetnónimo) y la identidad están anudados ya que esta es el resultado de introyectos que en buena medida provienen de los elementos simbólicos contenidos en el autoetnónimo adoptado. Ya nos plantea Tobar (2010:41-44) que “ La introyección de lo real llega al yo a través de los regulamientos sociales y las dinámicas culturales que otorgan un sostén que se expresa en el decir “qué somos”, lo cual ayuda a superar la ansiedad que produce el no ser de ninguna parte ” Una vez superada la cuestión del autoetnónimo como un precursor de la identidad es posible entonces realizar comunitariamente una propuesta de desarrollo, o más exactamente, de etnodesarrollo. El etnodesarrollo sería concebido como una propuesta para recuperar y fortalecer los mecanismos económicos, sociales, educativos y políticos que permitan promover la movilidad y la integración social, así como la superación de la pobreza. dicha propuesta estaría necesariamente en la metodología IAP (investigaciónacción- participación) y estaría a la medida de las necesidades de una determinada comunidad “En un enfoque de etnodesarrollo se plantea un proceso de cambio progresivo en la calidad de vida del ser humano que lo coloca como centro y sujeto primordial del desarrollo, por medio el crecimiento económico con equidad social y la transformación de los métodos de producción y de los patrones de consumo asegurando el equilibrio ecológico y el soporte vital de la región. Esto implica, el respeto a la diversidad étnica nacional, regional y local así como el fortalecimiento y la plena participación ciudadana, en convivencia pacífica y armónica con la naturaleza, garantizando la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras. (Ruiz:2002:59) Pero en definitiva cuál es la propuesta a cerca del autoetnónimo? A manera de conclusión, el primer planteamiento categórico de esta propuesta es que se debe tomar distancia del término “negro” y se debe adoptar el autoetnónimo “afro colombiano.” Pues son evidentes los rasgos de culturas específicas africanas en las Américas y Colombia no es la excepción. Lo anterior, se hace evidente en elementos de etnicidad como la religión yorubana y congolesa, además de otros rituales que parecería que se mantienen congelados en el tiempo. Un ejemplo de esto, es la funebría Bantú que se transmite aún de generación en generación especialmente en todo el pacífico colombiano (Chigualo, Gualí, Baquiné) y que también está atravesada por elementos Ashanti, la cultura de Ananse, el levantamiento de la tumba entre otros. Debemos llamarnos afro colombiano(as) porque somos parte indiscutible de la diáspora africana forzada en las Américas y como resultado somos los tokumbos de América, Aunque no nacimos en África también somos africanos. No es que seamos yorubanos, ni Ashanti pero sí somos un poco de todos ellos. Somos nosotros la sumatoria de muchas partes del África, diseminados en las Américas por la fuerza. De todas maneras, mamá áfrica vive en nosotros en pugna y alianza con el bastardismo europeo y claros elementos indígenas. El término “negro” debe ser proscrito de nuestra psicología social por once razones: 1.dicha palabra fue creada contra nosotros por nuestros opresores, 2. nos cosifica 3.nos quitó la condición de humanos históricamente 4.nos desconecta psicológicamente de nuestro territorio ancestral. 5. oculta nuestra historia remota y tapa la felonía reciente del etnocidio. 6. este vocablo nos desprecia. 7 .Es un producto del etnocentrismo europeo .8. No consulta nuestras voluntades. 9. nos homogeniza. 10. nos estereotipa. 11. promueve un racismo en forma de terrorismo psicolingüístico. Bibliografía. Arocha, Jaime y Friedman Nina S De. De Sol Editorial S.A Bogotá, Colombia. 1999 a Sol. Planeta Colombiana Fannon, Frantz. Piel Negra, máscaras blancas. Editorial Abraxas, Buenos Aires, 1973. Perachalá, Alumá, Rafael. La Cuestión Colombiana de Antropología. 2000 del Autoetnónimo ,en: Revista Tobar, Carlos A. EN: La identidad viene de afuera interno y el mundo externo. 2008 Módulo formativo “Libertad y Convivencia Corporación Vallenpaz 2010. hacia dentro: El mundo desde la Institución Educativa”. Nietzche, Frederich , Así habló Zaratustra. Ediciones Lea, 2007 , Buenos Aires – Argentina.