OBRA LITERARIA DE SAN ISIDORO DE ECCLESIASTICIS OFFICIIS PRIMER MANUAL DE LITURGIA La obra que hoy conocemos como «Los Oficios Eclesiásticos» fue escrita por san Isidoro entre los años 610 y 615, en el contexto vital de un período de gran fecundidad literaria, dentro de la llamada primera etapa de su episcopado hispalense; con ella pretende indagar sobre el origen e inicio de los ministerios e instituciones en la Iglesia y encontrarles sus raíces bíblicas, especialmente en los libros del Antiguo Testamento. Se trata de un escrito que redacta a instancia de su hermano Fulgencio, obispo de Écija, y a él se la ofrece; así se pone de manifiesto en la «Epistola missoria» que el propio autor escribe. Es considerado, no sin razón, como el primer manual de liturgia que conocemos. Quizá san Isidoro percibió la necesidad de esta clase de escritos para educar a los visigodos en la vida de la Iglesia Católica e instruirles en la liturgia. Con erudición de sabio y experiencia de liturgo, Isidoro compuso, al mismo tiempo que un manual de liturgia, un testimonio precioso sobre la liturgia hispana del siglo VII. Durante mucho tiempo recibió el uso de manual; prueba de este interés pedagógico, es la presencia de materias no directamente relacionadas con el tema litúrgico, de carácter polémico o disquisiciones eminentemente doctrinales que contiene, como la explicación del Credo. El éxito de la obra fue extraordinario. En efecto, se recurrió a ella en los centros de estudios eclesiásticos medievales para posibilitar a los alumnos un punto de referencia en el estudio y conocimiento de la liturgia. Ya en vida de san Isidoro, se difundió fuera de España. Fue un libro adecuado y oportuno para dar a conocer y reformar la liturgia, empresa que san Isidoro logró mediante sus escritos y en su intervención decisiva en el IV Concilio de Toledo (633). Primitivamente, el título de la obra debió sufrir modificaciones; el primero debió ser «De origine officiorum», pues es el que el mismo san Isidoro indica en la «Epístola» antes citada. Pero el título que ha quedado fijado por la tradición es el que dio a la obra Braulio, obispo de Zaragoza que, cuando hace la relación de las obras del obispo hispalense, escribe: «De ecclesiasticis officiis». De esta manera, quedan reunidos bajo un único título el contenido que en origen se encontraba dividido en dos libros. Esta es la descripción que hace el obispo de Zaragoza en su célebre «Renonatio» (índice con una breve descripción de los escritos): «Dedicó dos libros de los oficios a su hermano, el obispo Fulgencio, en los cuales, explica el origen de los mismos así como las funciones de cada uno en la Iglesia de Dios, de acuerdo con su estilo personal, teniendo también en cuenta lo que habían dicho los antepasados». Para cada unos de los dos libros, san Isidoro ha dejado un título propio y una explicación de su contenido: Libro I (45 capítulos): «Origen de los oficios. Todo cuanto celebramos en la liturgia puede encontrarse como establecido, en parte por la autoridad de las Sagradas Escrituras, en parte por la tradición apostólica, o bien, debido a la costumbre de la Iglesia universal. Al exponer sus orígenes, haremos mención, como ya dijimos, de los autores que estuvieron en su comienzo». En este primer libro, podemos distinguir cuatro partes: a) b) c) d) Los elementos integrantes de la oración cristiana (caps. 1-13). Las oraciones de la misa hispano mozárabe (caps. 14-18). El Oficio Divino (caps. 19-23). El año litúrgico (caps. 24-45). Libro II (27 capítulos): «El origen de los ministros. En otra parte, ya explicamos cuál era el origen y las causas y los oficios que la Iglesia celebra de manera común. Ahora vamos a seguir explicando por orden cuál es el origen y aquellos ministerios religiosos dedicados al culto divino». Los capítulos de este segundo libro pueden ser clasificados de la siguiente manera: a) Definición de lo que es un clérigo y normas que han de seguir (estas normas fueron confirmadas en el concilio de Maguncia, canon 10) (caps. 1-2) b) Clasificación de los clérigos (los que están bajo la disciplina del obispo y los acéfalos) (cap. 3). c) Descripción de distintos ministerios u oficios vinculados a la jerarquía de la Iglesia: tonsura, obispo, corepíscopo o vicarios episcopales, presbíteros, diáconos, sacristanes, subdiáconos, lectores, salmistas, exorcistas, acólitos y ostiarios (caps. 4-15). d) Otras situaciones de la vida cristiana: vida monástica, penitentes, vírgenes, viudas, casados, catecúmenos y competentes (caps. 16-22). e) Reflexión teológica sobre el símbolo, el dogma cristiano y los sacramentos del Bautismo y la Confirmación (caps. 23-27). A la hora de hacer una valoración de «Los Oficios Eclesiásticos», no podemos caer en la tentación de juzgar la obra como si fuera la última novedad en materia litúrgica. Ha de ser situada en su contexto histórico, litúrgico y eclesial en que fue escrita, pues es el reflejo de la celebración de la liturgia según el venerable rito hispano a comienzos del siglo VII. Para comprenderla bien, así mismo, hemos de hacer un esfuerzo por adentrarnos los términos y conceptos que aparecen según el uso de la época, sin juzgarlos con el rigor y la precisión teológica y litúrgica con que hoy los conocemos. De igual modo, es necesario acercarse a la obra con el criterio de la tipología bíblica. No hemos de olvidar que san Isidoro, a pesar de encontrarse en las postrimerías de la patrística cristiana, es heredero en de ella y de ella toma el método exegético de la Sagrada Escritura y su aplicación en la materia litúrgica, que es la que en este momento nos compete. Así pues, el recurso a la Biblia en la obra no es artificiosa, como podría parecernos en la actualidad, sino que sigue el estilo propio del momento. En efecto, el método seguido por san Isidoro es el acopio de datos, citas y hasta párrafos enteros de los textos de la Sagrada Escritura y de los autores antiguos que el autor va ordenando, distribuyendo e hilvanando según su criterio y estilo. Son muchos los autores que conoce san Isidoro; se inspira o copia en ellos, pero muy raramente los cita. En la mayor parte de los casos se limita a registrar: «algunos de los sabios», «nuestros doctores», «nuestros mayores». De entre los que cita se encuentran: san Agustín, san Ambrosio, Casiano, san Cipriano, san Hilario, san Jerónimo, Lactancio y Orígenes. También recurre a autores judíos y paganos. Puede considerarse como el fruto maduro de las múltiples y variadas lecturas del santo obispo; prueba de ello son las palabras finales de la obra: «éstas son sólo algunas de las muchas enseñanzas de probados varones, de las que hemos tenido conocimiento. Sus sentencias, las hemos intercalado, como puede comprobarse, en ciertos lugares, para autorizar nuestro trabajo con autoridades de los antepasados». Ediciones en castellano VIÑAYO GONZÁLEZ, A., San Isidoro de Sevilla. De los oficios eclesiásticos (Introducción y traducción del latín), ed. Isidoriana, León 2007. Los Oficios Eclesiásticos. San Isidoro, ed. CPL (Cuadernos Phase 200), Barcelona 2011. Luis García Gutiérrez