Clase 4 - La organización colonial hispana

Universidad Nacional de Tres de Febrero
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Historia Americana
Unidad 2
Clase 4 - La organización colonial hispana, lusitana y británica
Introducción
En la unidad primera establecimos el impacto que implicó la conquista para la población americana, sus
consecuencias generales y señalamos los lineamientos principales de la organización de estos territorios
bajo dominio europeo. En esta clase, la primera de la segunda unidad, nos detendremos en la
organización colonial económica y administrativa hispano-lusitana y en las características de la sociedad
colonial en los siglos XVI y XVII.
La incidencia de los problemas políticos europeos en América es una constante y en este lapso resulta
particularmente notoria. El descubrimiento corresponde al reinado de los Reyes Católicos, las principales
conquistas al gobierno de Carlos I de Habsburgo quien como Carlos V de Alemania ejerció su poder en
gran parte del continente europeo. Con su hijo, Felipe II, se consolidó el proceso de colonización.
En 1580, durante su gobierno, la corona portuguesa se incorporó a la española. Esta
unión de hondas repercusiones en América se extendió hasta 1640.
A fines del siglo XVI España entró en bancarrota. La crisis económica se combinó en el
siglo XVII con una profunda crisis política. Una crisis que amenazó con la
desintegración del Imperio. Los avances extranjeros sobre las colonias americanas
recrudecieron a medida que España se debilitaba pues América era una fuente de
riqueza inigualable.
La metrópolis aumentó excesivamente las demandas fiscales sobre los dominios
americanos que, paralelamente, al incrementar su población requerían cada vez mayor
proporción de esos mismos recursos. Para favorecer esa extracción de las riquezas
muchas de las ciudades americanas se ubicaron en los centros económicos más
importantes.
La fundación de ciudades consolidó la presencia europea en el continente. Marcaron zonas de dominio y
actuaron como agentes de difusión cultural. Su número aumento notablemente hasta 1630. Además de
las ciudades situadas sobre las antiguas urbes indígenas, como México, se instalaron muchas otras que
fueron reglamentadas por sucesivas Ordenanzas en 1523, 1573 y 1598. En algunas primó la función
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militar, en otras la política para la administración del territorio o la económica para la explotación de las
riquezas regionales. También cumplieron una función social al favorecer la dominación y cristianización
de los indígenas. Las ciudades constituyeron espacios jerarquizados con zonas definidas de ocupación.
Consecuentemente, fue fuera del centro urbano que se ubicaron los pueblos de indios. Las Ordenanzas
de 1598 establecían que estos poblados debían disponer de aguas y tierras comunales.
La sociedad en América Latina se caracterizó por ser multirracial y estructurarse dividida
por raza y función. Iglesia, ejército, comercio, ganadería generaron categorías sociales que
se solapaban y conformaban un complejo sistema de estratificación. La formación de
latifundios marcó a fuego la historia de estos territorios más allá, incluso, del dominio
peninsular.
Los caciquismos, el criollismo, la rivalidad ante los peninsulares recién
arribados marcaron la organización colonial.
Diferente es la caracterización de la América anglosajona. Está sociedad fue birracial y
altamente polarizada. La colonización de las 13 colonias provino de una Inglaterra
modernizante donde la alfabetización, la tolerancia, el ahorro, la inversión, la libertad
económica, los derechos individuales, tenían cabida. Patrones de pensamiento diferentes
rigieron en esta colonización. Soluciones nuevas surgieron ante los problemas nuevos que
el dominio de América implicaba. No encontraron culturas indígenas fuertes. La población
nativa fue eliminada o trasladada a tierras improductivas. No fue la ausente riqueza
mineral el motor de esta colonización. Limitadas a la posesión agrícola de la costa, las
colonias del norte incorporaron actividades navales y mercantiles. Las del sur se centraron
en una agricultura de exportación.
Algunos aspectos de esta colonización son analizados
en el segundo apartado.
En los capítulos primero, segundo y sexto del volumen 2 de la Historia de América
Latina editada por Leslie Bethell encontramos la información básica necesaria para el
conocimiento y la comprensión de los vínculos establecidos entre España y América, la
organización de estos territorios, la incidencia de la política europea en el continente y
la complejidad del comercio atlántico. Revisamos también las características de la
implantación de la Iglesia Católica en la América española y su importancia en el
proceso colonizador.
El capítulo cuarto analiza, particularmente, la política lusitana en relación con Brasil en
el
mismo período. En el tercer apartado revisamos documentos relativos a la
explotación de los recursos americanos y la rivalidad entre potencias en torno a esos
recursos.
Profundizamos en la colonización española en el área andina con el texto de Steve
Stern, Las poblaciones indígenas del Perú y el desafío de la conquista Huamanga
hasta 1640, editado enMadrid por Alianza en 1987 e incluido en la Biblioteca de
UNTreF Virtual, deteniéndonos en las relaciones interétnicas.
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II. Núcleo temático
El establecimiento de las colonias británicas en América se caracterizó por la ausencia de un
carácter unitario. Por el contrario,
su origen diverso y pluriforme marcó profundamente su
organización posterior. Esta heterogeneidad deriva de la adecuación de la acción a las
posibilidades del territorio, las circunstancias internas de la metrópolis y las condiciones
objetivas en que se desarrollaron las empresas. La diversidad existente, también en el campo
religioso, requirió para la convivencia de una tolerancia absoluta y una completa libertad
religiosa y de expresión. El nexo vinculante fue la orientación fundamentalmente económica
del sistema colonial.
John Cabot en 1497 fue quien abrió un camino en la exploración de América del
Norte hasta Canadá que tuvo en Sir Walter Raleigh su figura más renombrada. En
una primera etapa predominó la empresa individual, luego la mercantil y
finalmente la empresa estatal.
La primera consistió en una ola expansiva y colonizadora ejecutada por
determinados individuos.
La segunda se debió a compañías mercantiles creadas especialmente, como
la Compañía de Virginia. A la etapa de la empresa estatal se debe la
fundación de Georgia como estado-tapón ante la Florida española.
Inicialmente las colonias se caracterizaron como sistema agrícola como una alta
concentración
de
la
propiedad
de
la
tierra
en
un
grupo restringido de
propietarios. La sociedad se conformó con terratenientes y comerciantes
capitalistas por un lado, pequeños campesinos, mercaderes medios y artesanos
por el otro. Fue en las colonias del sur donde la situación social fue
significativamente desigual.
Los avatares políticos de la metrópolis favorecieron la conformación de estos
territorios con características notoriamente diferentes de las correspondientes
a las colonias españolas. Hasta bien avanzado el siglo XVII estas colonias, si
bien acataban a los gobernantes británicos, se regían por sus propias leyes,
defendían su territorio y comerciaban libremente. Incluso establecieron un
fuerte vínculo con los asentamientos británicos en el Caribe.
Ya en 1643 se conformó la Confederación de Nueva Inglaterra para la defensa
ante el enemigo externo. Esta particular forma de vinculación constituyó uno
de los elementos propios de la organización en los tiempos previos a la
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Con la Restauración de los Estuardo se modificaron algunos elementos del vínculo metrópolicolonias. Winston S. Churchill, en su Historia de Inglaterra y los pueblos de habla inglesa,
opinó al respecto:
…En toda la primera mitad del siglo XVII los ingleses habían afluido al continente
americano. Legalmente las colonias en las que se establecían, eran cuerpos bajo
concesión, subordinados a la corona, pero la metrópoli se entremetía poco con
ellas y pronto comenzaron a gobernarse solas. Distraída por la guerra civil, la
madre patria las dejó tranquilas, y aunque la república de Cromwell afirmó que
el parlamento poseía autoridad suprema sobre todo el mundo inglés, su decreto
nunca se puso en práctica y la restauración barrió con él. Pero a partir de 1660,
el gobierno metropolitano apareció con ideas nuevas y definidas. En los
cincuenta años que siguieron las administraciones inglesas procuraron imponer
la supremacía de la corona en las colonias de América y reforzar el poder y
patrocinio reales en las posesiones de ultramar. Se formaron comisiones para
tratar con América. Nuevas colonias se fundaron en Carolina y Pensilvania, y les
conquistaron a
los holandeses Nueva Holanda. Tomaron precauciones para
asegurar la autoridad de la corona en esas adquisiciones. Hubo esfuerzos para
rescindir o modificar las cartas de concesión de las colonias más viejas. Todo
esto conducía a continuos conflictos con las asambleas coloniales, a las que
ofendía la amenaza de monarquizar y unificar la administración colonial. Casi
todas estas asambleas eran cuerpos representativos de dueños de campos, que
reclamaban y ejercían los mismos derechos, procedimiento y privilegio que el
parlamento de Westminster…(1)
Los derechos aduaneros proporcionaron ingresos considerables a la corona. Paralelamente, se
restringió la salida de
artesanos y obreros especializados y se promovió la entrada de
esclavos africanos al fomentarse el criterio de considerar a las colonias fundamentalmente
como
plantaciones.
A
fines
del
siglo
XVIII
este
proceso
concluyó
con
un abierto
enfrentamiento entre la metrópolis y las 13 colonias.
(1) Winston S. Churchill. Historia de Inglaterra y los pueblos de habla inglesa. La era de la
Revolución. Buenos Aires: Peuser, 1958, 127-128.
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III. Lectura crítica
Lee atentamente los textos transcriptos a continuación y vincula la información que éstos
aportan con la obtenida en la bibliografía correspondiente a esta clase.
1559- El enviado veneciano en Madrid describe la colonización española
en Indias y las rentas del Rey.
“De Nueva España se sacan los productos de las minas de oro y plata y cochinilla,
pero de Perú sólo minas. El quinto de lo que se saca es del rey pero como el oro y
la plata es llevada a España tiene el décimo de lo que va a la Casa de la Moneda y
allí se afina y se acuña de forma que tiene el cuarto de toda la suma que no pasa
de un total de cuatrocientos o quinientos mil ducados aunque se cuente en
millones de pesos. No es fácil que se pase demasiado este límite porque ya no se
encuentra la cantidad de oro y plata en la superficie del suelo como solía los años
pasados y si se quiere penetrar más adentro en las profundidades hace falta
mayor fatiga, mayor industria y mayor gasto y la fatiga no quieren hacerla los
españoles y los del país no pueden ser obligados a ello porque el Emperador los
libró de la obligación de todo servicio(2), cuando aceptaron la religión cristiana con
lo que es necesario valerse de esclavos negros los cuales son llevados desde la
costa de África … y se compran más caros… Los españoles que van a aquellas
partes son casi todos hombres fallidos o desesperados o fugitivos de la justicia y
hay que tener mucho cuidado con hombres parecidos, máxime con el ejemplo de
las rebeliones pasadas a cuyo peligro se ha previsto en dos maneras; una que
quien quiere ir a las Indias deje en España como rehenes a su mujer y sus hijos,
otra que el que va no puede estar más de tres años seguidos y lo mismo los que
tienen el gobierno de las tierras. Y por este concepto no fue nunca aceptado el
partido que proponían los que estaban allí de pagar al rey en tres años ocho
millones de oro si S. M se contentaba en darles en feudo las tierras que tienen en
gobierno. Y si bien muchos de los principales (señores) por la necesidad grande
que tenían de dinero para la guerra elogiasen (la proposición) el Arzobispo de
Toledo no lo consintió jamás y el Consejo de y el
Emperador se mostraron
absolutamente contrarios.
… De todos sus reinos tiene S. M al año cinco millones de ingresos en tiempos de
paz; uno y medio de España, medio de las Indias, uno de Nápoles, otro de Milán y
Sicilia y otro de Flandes y Países Bajos, pero tiene que gastar más de seis millones
y este exceso se saca de los impuestos extraordinarios… la riqueza del rey de
España está toda en los pueblos y para sacarla suele usar de estos tres caminos:
subsidios, aumento de aduanas o préstamos de particulares.”
Michele Suriano: “Relazioni degli ambasciatori…”, Serie I, t. 3, págs. 342-61 en
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Fernando Díaz-Plaja. La historia de España en sus documentos. El Siglo XVI.
Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1958, 464-465.
1579-Drake ataca a buques y puertos de América. Los partes de las
autoridades españolas reflejan la mortífera aventura.
“Carta del Virrey del Perú de 18 de febrero y 21 de marzo de 79.”
“Que el dicho corsario había salido de Inglaterra con cinco navíos y en ellos 400
hombres, había diez y siete meses, e ido, por Cabo Verde y el Brasil y Río de La
Plata, el Estrecho de Magallanes, y a la boca de él invernaron seis meses en el
Puerto de San Julián, y de allí siguió su viaje a desembocar el dicho Estrecho con
los tres navíos, dejando los otros dos en el mar del Norte a robar en ella; y que,
habiendo desembocado los dichos tres navíos, con tormenta se apartaron, dejando
concertado de juntarse en treinta grados, o en dos y medio al Cabo de San
Francisco, y el navío capitán, en que venía dicho Drake, siguió solo su derrota a
Chile, y habiendo hecho muchos robos y daños en el puerto y ciudad de Santiago,
vino al Puerto de Arica, y en él robó de un navío treinta y cuatro barras de plata,
y quemó otro navío y llegó a Chile, donde, por haberse sabido poco antes su
venida, se puso en cobro lo que había. Y llegó al puerto de Callao de los Reyes a
los 13 de Febrero, y cortó los cables de los navíos que allí había para que diesen al
través, y robó un navío que acababa de llegar de Tierra Firme con mercaderías, y,
sabido esto por el dicho Virrey, envió tras él dos navíos armados, y habiéndose
éstos vuelto con el navío que el dicho inglés llevaba robado, por no ir bien
aderezados para poderle seguir, los tornó a aderezar y enviar en su seguimiento
hasta Panamá.”
“Cartas de 12 y 14 de abril de la Audiencia de Tierra Firme y el presidente de
ella.”
“Refieren lo de arriba y haber robado el dicho inglés, viniendo desde la ciudad de
los Reyes hacia Panamá, una navío de San Juan de Antón en 1° de Marzo, sobre el
cabo de San Francisco, en el cual venían 360.000 pesos, los 106.000 de S. M., y
que el día antes había robado otro que venía que Quito con hasta 14.000 pesos y
algunas vituallas; y que habiendo llegado allí los dos navíos que armó el Virrey,
sin topar con el dicho corsario, tornaron a despacharlos, y con ellos otro navío
más en busca del dicho corsario, y con orden que, si no se hallasen, trajesen la
plata de S. M. y particulares que hubiese en las provincias de arriba. Que
publicaba el dicho corsario que había de volver por los Malucos, navegación de
portugueses, o por el dicho Estrecho de Magallanes, o por tierra,
por el
desaguadero de Nicaragua, y así se había dado aviso de todo a Don Cristóbal de
Eraso y a Don Pedro Vique, para que estuviesen a la mira por la costa de aquella
provincia y la ensenada de Acla, particularmente, y con los negro cimarrones, que
ya estaban de paz, se había dado orden que, si a ellos acudiesen los recogiesen y
los entregasen con la presa.”
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Cartas del Virrey de las Nueva España de 23 y 24 de abril de 79.
Que a los 13 del dicho mes de Abril había llegado el dicho corsario al Puerto de
Guatulco viniendo hacia
Conςonate, y allí había robado lo que había
de
mercaderes, y la justicia había luego dado aviso a Acapulco para que estuviesen
apercibidos los de allí; y el dicho Virrey luego había enviado socorro, y si llegase a
tiempo, y no hubiese el dicho corsario tomado o quemado los navíos que allí había,
de que tenía temor, los armaría y nos enviaría luego de su seguimiento…
C. D. I. H. E., t. 94 págs. 462-72 en Fernando Díaz-Plaja. La historia de España en
sus documentos. El Siglo XVI. Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1958, 657659.
(2) Desde Ovando, sucesor de Bobadilla, las órdenes del Emperador fueron tajantes.
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IV. Guía de estudio
Al finalizar la lectura de la clase, la bibliografía básica, las lecturas complementarias y los
textos seleccionados el alumno deberá estar en condiciones de elaborar un discurso propio
integrador sobre las siguientes cuestiones:
La colonización española. Características. Vías de penetración. Organización
de los territorios.
Las relaciones interétnicas.
La organización económica. Comercio y contrabando.
El siglo XVII en las colonias españolas. Continuidades y cambios.
Brasil: organización política, económica, social y cultural. Su vinculación con
la metrópolis.
La formación de las 13 colonias británicas. Organización política, económica,
social y cultural. Su vinculación con la metrópolis.
Las
repercusiones
de
la
política
europea
económicos y territoriales entre potencias.
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en
América.
Los
conflictos
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V. Conclusión
La heterogeneidad original americana quedó inserta en la época colonial en un marco
institucional uniforme en los territorios bajo dominio español. Este marco, la estructura
jurídica, las lenguas europeas y el cristianismo se impusieron sobre el territorio aunque
su desenvolvimiento no fue idéntico en todas partes. Múltiples instituciones indígenas
sobrevivieron con mayor o menor intensidad al impacto de la conquista y convivieron
con las nuevas formas de organización.
Entre 1600 y 1750 la sociedad colonial se transformó. Tras un período inicial de
predominio de los conquistadores, la instalación de las instituciones de gobierno fue
acentuando el poder y el control por parte de la corona. La consolidación de una fuerte
burocracia estuvo ligada a este proceso. Pero la crisis de la monarquía en el siglo XVII
disminuyó su poder centralizador y los contactos comerciales externos legales. Todo
esto
provocó
una
reorganización
en
la
integración
entre
diferentes regiones
americanas. Este repliegue sobre si misma redujo la dependencia de América con
respecto al exterior. El advenimiento y la consolidación de los Borbones españoles dio
un nuevo impulso en el siglo XVIII al poder centralizador de la corona.
La composición étnica de las colonias también se fue modificando en este período. El
mestizaje conformó una de las características distintivas de estas sociedades. La
inmigración fue continua y notable el crecimiento de los blancos criollos. Ocupaban
papeles en sectores económicos claves como la minería y el comercio y se apoderaron
de considerables extensiones de tierra. En el siglo XVII se produjo su emergencia y
conformación como elite. Su papel político era menos obvio si bien a fines del XVII y
principio del XVIII ocupaban puestos importantes locales y regionales
El nuevo mundo era un elemento vital en la ecuación europea en el siglo XVII. El
declive español incidió en el funcionamiento institucional y favoreció los avances
británicos, portugueses, franceses y holandeses. Las colonias establecidas en América
por las diferentes potencias se vieron incluidas en repetidas oportunidades en los
conflictos europeos. Las guerras de la Liga de Ausburgo y de Sucesión Española
sacudieron a Europa y también a América. Las consiguientes paces afectaron ambas
márgenes del Atlántico
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El siglo XVIII en América. Las Reformas Borbónicas.
Las reformas en Brasil. Crisis en los imperios coloniales
Introducción
Al instalarse en el trono español tras la Guerra de Sucesión los Borbones
encontraron
a
España
en
una
situación
crítica
marcada
por decadencia,
desorganización y crisis económica. Estos monarcas ejercieron un gobierno
centralista, inspirado en el absolutismo francés y se mantuvieron ligados a su
patria de origen. Vinculados a Francia por los Pactos de Familia firmados en 1733,
1743 y 1761 participaron en diversas guerras europeas.
Reordenar la economía peninsular constituyó una de sus prioridades. Se propusieron
restablecer las finanzas, crear manufacturas, fomentar la agricultura, incrementar el comercio
en general y con América en particular. Paralelamente, acrecentaron el poderío militar y
organizaron la flota. Establecieron en la península
Secretarias
de
Estado.
Gran
importancia
el sistema de Intendencias y crearon
tuvieron
en
este
proceso
varios ministros
impregnados de la ideología ilustrada.
Durante el gobierno de Fernando VI, período de paz y neutralidad, España se mantuvo en
equilibrio entre Francia y Gran Bretaña. Gobernaron ministros, como el marqués de Ensenada
y José de Carvajal, que mejoraron la industria y la ganadería, generaron superávit comercial
y optimizaron las vías de comunicación. Con Carlos III (1759-1788) las reformas llegaron a
su máxima expresión e implicaron una fuerte modificación de la política colonial. En América
fueron creados nuevos virreinatos, se aplicó el régimen de intendencias, el sistema comercial
fue reformado y se expulsó a la Compañía de Jesús.
La política europea repercutió en las colonias españolas que eran, paralelamente,
objeto de avances constantes por parte de otras potencias. La primera ocupación
británica de las Islas Malvinas y la fundación de Puerto Egmont tuvieron lugar en
1765. Por otra parte, la firma del Tercer Pacto de Familia arrastró a España a la
Guerra de los Siete años y a intervenir activamente en la guerra de
independencia de las 13 colonias de América del Norte con nefastos resultados.
Los conflictos con Portugal, particularmente por Colonia del Sacramento, fueron
constantes.
Durante el siglo XVIII, especialmente en su segunda mitad, ideologías
subversivas prosperaron en las universidades americanas a pesar del accionar
de la Inquisición. Los periódicos, pasquines y escritos proliferaron tanto en
Lima como en Buenos Aires. A fines de siglo el secular aislamiento de las
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diversas regiones americanas tendió a disminuir con la habilitación de nuevos
puertos y modificaciones en el tráfico comercial.
Paralelamente se multiplicaron y ampliaron las convulsiones internas. El
incremento de las exacciones, con los aumentos de los derechos de aduana, la
alcabala y otros gravámenes, acentuaron las tensiones políticas y sociales y
derivaron en episodios tales como la rebelión de los comuneros paraguayos o
las revueltas de Quito, Arequipa, La Paz, Caracas.
La sublevación de Tupac Amarú marcó el clímax en este proceso que se analiza
en La rebelión permanente.
Las revoluciones sociales en América Latina de Fernando Mires editada en
México por
Siglo XXI editores y que consta en la Biblioteca Virtual. La
lectura previa del capítulo tercero de la Historia de América Latina editada
por Leslie Bethell, seleccionado para esta clase, permite reconocer los
cambios que las reformas borbónicas implicaron para Hispanoamérica.
Completamos estos aspectos en el segundo apartado.
En el tercero nos centramos en la expulsión de los jesuitas. Los capítulos
quinto y séptimo del mismo volumen de la historia editada por Bethell nos
remiten a los cambios que la política portuguesa generó en Brasil.
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II. Núcleo temático
Los Borbones españoles reemplazaron los órganos consultivos por ministros que dependían
directamente del rey. Perdieron de esta manera sus prerrogativas las instituciones americanas
como el Consejo de Indias.
En 1714 se creó la Secretaria del Despacho Universal de Marina e Indias.
La
reorganización era necesaria pues la estructura formada por virreyes, gobernadores y
capitanes generales ya no resultaba adecuada.
Fueron creados en 1739 el Virreinato de Nueva Granada con capital en Santa Fe de
Bogotá y en 1776 el Virreinato del Río de la Plata con capital en la ciudad de Buenos
Aires.
Creaciones contemporáneas fueron las Capitanías de Venezuela en 1773 y Chile en
1778. Estas reformas se completaron con la Real Ordenanza de Intendentes. Los
Intendentes, que informaban directamente al rey, cumplían atribuciones de justicia,
hacienda, policía y guerra. Con la introducción de las intendencias los Borbones
concretaron una reforma radical de la administración civil.
La expansión del comercio colonial fue uno de sus objetivos primordiales. La nueva
organización económica incluyó concesiones limitadas para el comercio británico en 1713, el
establecimiento de navíos de Registro, la supresión del sistema de dos flotas, fin del sistema
de puerto único, la creación del sistema de correos marítimos, el establecimiento del
Reglamento de Comercio Libre en 1778, el Resguardo, el permiso de entrada de esclavos y
útiles de labranza libres de derechos aduaneros, la libre entrada de extranjeros para
comerciar, la posibilidad para Buenos Aires de comerciar con posesiones extranjeras, sin
impuestos, siempre que éste tráfico no perjudicara a España y en 1797 el comercio con
buques neutrales de mercaderías permitidas en el contexto de la guerra con Inglaterra.
Las medidas aplicadas, en su conjunto, modificaron la localización regional de
la producción. Hubo cambios significativos en el intercambio regional de
productos.
La economía interna, acompañada por un notable aumento demográfico,
aumento su importancia considerablemente.
La defensa territorial fue también preocupación fundamental para estos gobernantes que
promovieron la adecuada provisión militar. La fundación del puerto de San Blas, el refuerzo
militar en Cuba y San Juan de Puerto Rico y el asentamiento de un poder virreinal en Buenos
Aires formaban parte de una defensa territorial que apuntaba a devolverle a España el poder
y el prestigio perdidos.
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III. Lectura crítica
Lee atentamente el texto transcripto a continuación. Vincula su contenido con las otras
reformas borbónicas. Realiza una búsqueda bibliográfica para determinar las consecuencias
que tuvo para América la expulsión de los Jesuitas.
1766- Expulsión de la Compañía de Jesús
“Don Carlos por la Gracia de Dios Rey de Castilla etc. […] estimulado de gravísimas
causas, relativas a la obligación en la que me hallo constituido, de mantener en
subordinación, tranquilidad y justicia mis Pueblos, y otras urgentes, justas y
necesarias, que reservo en mi Real ánimo: usando de la suprema autoridad
económica, que el Todopoderoso ha depositado en mis manos para la protección
de mis vasallos y respeto de mi corona: He venido en mandar extrañar de todos
mis dominios de España, e Indias, e Islas Filipinas, y además adyacentes a los
Regulares de la Compañía, así Sacerdote, como Coadjutores o Legos que hayan
hecho la primera profesión, y los Novicios que quisieron seguirles; que se ocupen
todas las temporalidades de la Compañía en mis dominios; para su ejecución
uniforme en todos ellos, he dado plena y privativa comisión y autoridad por otro
mi Real Decreto de veinte y siete de Febrero al Conde de Aranda, Presidente de mi
Consejo, con facultad de proceder desde luego a tomar las
providencias
correspondientes.
Y he venido asimismo en mandar, que el Consejo haga notoria en todos estos
Reinos la citada mi Real determinación; manifestando a las demás
Ordenes
Religiosas la confianza, satisfacción y aprecio que me merecen por su fidelidad y
doctrina, observancia de visa monástica, ejemplar servicio de la Iglesia, acreditada
instrucción de sus estudios, y suficiente número de individuos, para ayudar a los
Obispos, y Párrocos en el pasto espiritual de las almas y por su abstracción de
negocios de Gobierno, como ajenos, y distantes de la vida ascética y monacal.
Igualmente dará a entender a los Reverendos Prelados Diocesanos, Cabildos
Eclesiásticos y demás Estamentos o Cuerpos políticos del Reino, que en mi Real
persona quedan reservados los justos y graves motivos, que a pesar mío han
obligado mi Real ánimo a esta necesaria providencia: valiéndome únicamente de la
económica potestad, sin proceder por otros medios, siguiendo en ello el impulso de
mi Real Benignidad, como padre y protector de mis pueblos.
Declaro, que en la ocupación de temporalidades de la Compañía se comprenden
sus bienes y efectos, así muebles, como raíces, o rentas eclesiásticas,
que
legítimamente posean en el Reino; sin perjuicio de sus cargas, mente de los
Fundadores y alimentos vitalicios de los individuos, que serán de cien pesos,
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durante su vida, a los Sacerdotes; y noventa a los Legos, pagaderos de la masa
general, que se forme de los bienes de
la Compañía.
En estos alimentos vitalicios no serán comprendidos los Jesuitas extranjeros, que
indebidamente existen en mis dominios dentro de sus colegios, o fuera de ellos,
en casas particulares; vistiendo la sotana, o en traje de Abates, y en cualquier
destino en que se hallaren empleados: debiendo todos salir de mis Reinos sin
distinción alguna.
Tampoco serán comprendidos en los alimentos los Novicios que
quisieran
voluntariamente seguir a los demás, por no estar aún empeñados con la profesión,
y hallarse en libertad de separar.
Declaro, que si algún Jesuita saliere del Estado Eclesiástico, (adonde se remiten
todos) o diere justo motivo de resentimiento a la Corte con sus operaciones o
escritos lo cesará desde luego la pensión que va asignada. Y aunque no debo
presumir que el cuerpo de la Compañía faltando a las más estrechas y superiores
obligaciones, intente o permita, que alguno de sus individuos escriba contra el
respeto y sumisión debida a mi resolución, con título o pretexto de Apologías o
Defensorios, dirigidos a perturbar la Paz de mis Reinos, o por medios de emisarios
secretos conspire al mismo fin; en tal caso; no esperado, cesará la pensión a
todos ellos.
De seis en seis meses se entregará la mitad de la pensión anual a los Jesuitas por
el Banco del Giro, con intervención de mi Ministro en Roma, que tendrá particular
cuidado de saber los que fallecen, o decaen por su culpa de la pensión, para
rebatir su importe.
Sobre la administración y aplicaciones equivalentes de los bienes de la Compañía
en obras pías; como es dotación de parroquias pobres, seminarios conciliares,
casas de misericordia, y otros fines piadosos, oídos los Ordinarios eclesiásticos en
lo que sea necesario y conveniente: reservo tomar separadamente providencias,
sin que en nada se defraude la verdadera piedad: ni perjudique la causa pública, o
derecho del tercero.
Prohibido por la ley y regla general, que jamás pueda volver a admitirse en todos
mis Reinos en particular a ningún individuo de la Compañía, ni en cuerpo de
Comunidad, con ningún pretexto ni colorido que sea; ni sobre ello admitirá el mi
Consejo, ni otro Tribunal instancia alguna: antes bien tomarán a prevención las
justicias las más severas providencias contra los infractores, auxiliadores y
cooperantes de semejante intento; castigándolos como perturbadores del sosiego
público.
Ninguno de los actuales Jesuitas profesos, aunque salga de la Orden con licencia
formal del Papa, y quede de Secular o Clérigo, o pase a otra Orden, no podrá
volver a estos Reinos sin obtener especial permiso mío.
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En caso de lograrlo, que se concederá tomadas las noticias convenientes, deberá
hacer juramento de fidelidad en manos del Presidente de mi Consejo; prometiendo
de buena fe, que no tratará en público ni en secreto con los individuos de la
Compañía, o con su General; ni hará diligencias, pasos, ni insinuaciones directa ni
indirectamente a favor de la Compañía; pena de ser tratado como reo de Estado, y
valdrán con él las pruebas privilegiadas.
Tampoco podrá enseñar, predicar, ni confesar en estos Reinos, aunque haya salido
como va dicho de la Orden; y sacudido la obediencia del General; pero podrá
gozar rentas eclesiásticas que no requieren estos cargos.
[…] Todo lo que mantuviere correspondencia con los Jesuitas por prohibirse
general y absolutamente, será castigado a proporción por su culpa.
Prohibido expresamente, que nadie pueda escribir, declamar o conmover con
pretexto de estas providencias en pro ni en contra de ellas; antes impongo silencio
en esta materia a todos mis vasallos, y mando que a los contraventores se les
castigue como reos de lesa Majestad.
Para apartar alteraciones, o malas inteligencias entre los particulares, a quienes no
incumbe juzgar, ni interpretar las órdenes del Soberano, mando expresamente,
que nadie escriba, imprima, ni expenda papeles o obras concernientes a la
expulsión de los Jesuitas de mis dominios, no teniendo especial licencia del
Gobierno, e inhibo al Juez de Imprentas, a sus subdelegados, y a todas las
justicias de mis Reinos, de conceder tales permisos o licencias, por deber correr
todo esto bajo de las ordenes del Presidente y Ministros de mi Consejo, con noticia
de mi Fiscal.
[…] Ordeno a mi Consejo, que con arreglo a lo que he expresado haga expedir y
publicar la Real Pragmática más estrecha y conveniente, para que llegue a noticia
de todos mis vasallos y se observe inviolablemente, publique ejecuten por la
justicias y tribunales territoriales las penas, que van declaradas contra los que
quebranten estas disposiciones para su puntual, pronto e invariable cumplimiento
y dará este fin todas las órdenes necesarias con preferencia a otro cualquier
negocio, por lo que interesa mi Real servicio, en inteligencia, de que a los Consejos
de Inquisición, Indias, Ordenes y Hacienda, he mandado remitir copias de mi Real
Decreto para su respectiva inteligencia y cumplimiento. Y para su puntual, e
invariable observancia en todos mis dominios habiéndose publicado en Consejo
pleno este día el Real Decreto de 27 de Marzo, que contiene la anterior resolución,
que se mandó guardar y cumplir según y cómo en él se expresa, fue acordado
expedir la presente en fuerza de Ley y Pragmática sanción, como si fuese hecha y
promulgada en Cortes, pues quiero se esté y pase por ella, sin contravenirla en
manera alguna, para lo cual siendo necesario, derogo, y anulo todas las cosas que
sean, o ser puedan contrarias a ésta: Por lo cual encargo a los muy Reverendos
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Arzobispos, Obispos, Superiores de todas las Ordenes Regulares, Mendicantes y
Monacales, Visitadores,
Provisores,
Vicarios
y
demás
Prelados
y
Jueces
eclesiásticos de estos mis Reinos, observen la expresada ley de Pragmática como
en ella se contiene, sin permitir que con ningún pretexto se contravenga en
manera alguna a cuanto en ella se ordena: Y mando a los de mi Consejo,
Presidentes y Oidores, Alcaldes de mi Casa y Corte y de mis
Audiencias y
Cancillerías, Asistente, Gobernadores, Alcaldes mayores y ordinarios y demás
Jueces y justicias de todos mis dominios, guarden, cumplan y ejecuten la citada
ley y Pragmática sanción y lo hagan guardar y observaren todo y por todo,, dando
para ello las providencias que se requieran, sin que sea necesaria otra declaración
alguna más de ésta, que ha de tener su puntual ejecución desde el día que se
publique en Madrid y en las ciudades, villas y lugares de estos mis reinos, en la
forma acostumbrada, por convenir así a mi Real servicio, tranquilidad, bien y
utilidad de la causa pública de mis vasallos. Que así es mi voluntad y que al
traslado impreso de esta mí Carta, firmado de Don Ignacio Esteban de Higareda,
mi Escribano de Cámara más antiguo y de Gobierno de mi Consejo, se le dé la
misma fe y crédito, que a su original. Dada en el Pardo a dos de abril de mil
setecientos y sesenta y siete años.
Yo el Rey. Yo Don José Ignacio de Goyeneche, Secretario del Rey nuestro señor, le
hice escribir por su mandado. El Conde de Aranda. Don Francisco Cepeda. Don
Jacinto Tudó. Don Francisco de Salazar y Agüero. Don José Manuel Domínguez.
Registrada, D. Nicolás Berdugo, Teniente de Canciller mayor. Don
Nicolás
Berdugo.“
En Fernando Díaz-Plaja. La historia de España en sus documentos. El Siglo XVIII.
Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1955, 265-270.
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IV. Guía de estudio
Al finalizar la lectura de la clase, la bibliografía básica, las lecturas complementarias y los
textos seleccionados el alumno deberán estar en condiciones de elaborar un discurso propio
para las siguientes cuestiones:
Las Reformas Borbónicas.
La nueva organización político-administrativa de las colonias americanas.
El Virreinato del Río de la Plata.
Los cambios económicos y el Reglamento de Libre Comercio.
La expulsión de la Orden de Jesús.
Las consecuencias de las reformas borbónicas.
La rebelión de Tupac Amarú.
Las reformas en Brasil.
La incidencia de los procesos europeos en América
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V. Conclusión
El siglo XVIII estuvo determinado por el ascenso y la consolidación del poder británico.
Considerado el Siglo de las Luces o de la Ilustración se caracterizó por la noción de
progreso y optimismo que se insertó en el pensamiento de los países occidentales. El
advenimiento de la francesa dinastía borbónica a la corona española se dio en ese
particular marco de pensamiento.
Los Borbones consideraron a América como colonias y las utilizaron para intentar
recuperar
el
poder
y
el
prestigio
perdidos
por
España
en
el
siglo anterior.
Implementaron reformas administrativas y políticas de largo alcance como defensa del
territorio ante el avance de otras potencias y para incrementar la recaudación. En la
práctica el reemplazo de los corregidores por los intendentes, responsables ante la
corona, incrementó el control y provocó choques con los criollos más prósperos que se
habían beneficiado con la administración anterior más relajada y aprovechado la venta
de cargos. Ante las reformas, los criollos se volcaron a los cabildos que se
constituyeron como la base institucional de la autoridad criolla. La pérdida de influencia
en áreas sensibles de la administración generó un gran malestar y fue determinante en
los procesos posteriores. Las
reformas encontraron escollos en su aplicación y sus
resultados no fueron los esperados.
El siglo XVIII en Brasil fue también un siglo de cambios y novedades. Desde Lisboa
José II y el marqués de Pombal promovieron una mayor centralización que se hizo
visible en el otorgamiento de mayores atribuciones al Virrey asentado en Río de Janeiro
desde 1763 y en el establecimiento de intendencias. En 1775 fue abolida la esclavitud
de los indígenas en forma definitiva. Esta medida implicó un considerable aumento en
el ingreso de esclavos africanos al territorio.
Este siglo XVIII concluyó con episodios de enorme significación para América. Al
avance de la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo y la consolidación del
poder británico debe agregarse el impacto producido por la independencia de Estados
Unidos
en
1776.
La
Revolución
Francesa
y
posteriormente la gran expansión
encabezada por Napoleón Bonaparte tuvieron consecuencias de enorme magnitud para
España y Portugal y sus colonias americanas.
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Clase - 6 Estados Unidos: La independencia.
Organización institucional y constitucional. Expansión
territorial. Revolución industrial y transformaciones
económicas
Introducción
En 1763 finalizó con la Paz de París la guerra de los Siete años en la que combatieron
franceses y británicos. Los colonos británicos que participaron de la contienda no recibieron
los beneficios que su actividad en la guerra provocó. El gobierno británico encabezado por
Jorge III Hannover estableció nuevos impuestos y limitaciones al comercio de las colonias. El
descontento se generalizó. Las asambleas coloniales que mencionamos en la CLASE 4 hicieron
oír
su
desacuerdo
con
los
impuestos.
Pero
apelaron,
fundamentalmente, tradiciones
constitucionales británicas que impedían nuevas imposiciones sin el consentimiento de los
súbditos sobre quienes se aplicarían.
En 1765 delegados de nueve colonias se reunieron en el Congreso de Nueva York y
rechazaron el principio imposiciones sin representación. La insurrección fortaleció la unidad de
las colonias británicas. La revolución estaba en marcha.
En la guerra de la independencia las colonias contaron con apoyo de Francia
y España en su enfrentamiento con Inglaterra.
En 1781 la batalla de Yorktown puso fin a la guerra. En 1783 en la Paz de
Versalles fue reconocida la independencia de los Estados Unidos desde los
Grandes Lagos hasta el Mississipi.
La nueva república, organizada como Estado federal, dio inicio a su etapa
de desarrollo.
A partir de 1783 creció el comercio con el Reino Unido. Luego también las
inversiones. La asistencia técnica, comercial y financiera que Londres dio a
los
Estados
Unidos
no
la
tuvieron
de
sus
metrópolis
las colonias
peninsulares.
En 1793 se establecieron las bases de la banca y el mercado de capital. Los
veinte años de conflictos europeos beneficiaron la posición de Estados
Unidos como transportistas, navieros y comerciantes.
Los beneficios obtenidos de la reexportación de azúcar, café y cacao de las
Antillas reforzaron su infraestructura financiera. El crecimiento de la manufactura
textil constituyó el paso subsiguiente. El sur se concentró en la producción de
algodón, en tanto el norte se consolidó como centro industrial. Gradualmente
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ocuparon y colonizaron el Oeste. Estos nuevos territorios expandieron el
mercado de los artículos del norte industrial. También la esclavitud se extendió
hacia el oeste. Hasta la guerra de Secesión el crecimiento económico se debió
fundamentalmente a factores externos.
La bibliografía indicada para esta clase se compone de dos textos que están
incluidos en la BIBLIOTECA virtual. Willi Paul Adams compiló una historia de
los Estados Unidos de América que se publicó en 1986. Para esta clase están
indicadas las páginas 12 a 61 que están dedicadas a la comprensión de la
Revolución de la Independencia y la posterior organización de los Estados
Unidos.
El segundo texto, obra de Claude Fohlen, se denomina La América
anglosajona de 1815 a nuestros días y fue editado en Barcelona en 1967.
Este texto posibilita en breves capítulos comprender la evolución histórica de
Estados Unidos desde fines del siglo XVIII hasta principios del siglo XX.
Estas lecturas se complementan en los apartados segundo y tercero de esta
clase.
En el segundo apartado profundizamos en los aspectos jurídicos de la
independencia de las 13 colonias con la lectura de la declaración de
derechos redactada por George Mason y adoptada por la Asamblea de
Virginia en 1776.
La evolución histórica de Estados Unidos tras la guerra de Secesión es
analizada en el tercer apartado.
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II. Lectura crítica
Lee atentamente el texto, sitúalo en su contexto histórico y señala sus aportes.
Declaración de derechos formulada por los representantes del buen
pueblo de Virginia, reunidos en Asamblea Plenaria y libre; derechos que
pertenecen a ellos y a su posteridad,
como base y fundamento del
gobierno, 12 de junio de 1776.
1. Que todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y
tienen ciertos derechos innatos, de los cuales, cuando entran en un estado de
sociedad, no pueden privar o desposeer a su posteridad por ningún pacto, a saber:
el goce de la vida y la libertad, con los medios de adquirir y poseer la propiedad y
buscar y obtener la felicidad y la seguridad.
2. Que todo poder es inherente al pueblo y, en consecuencia, procede de él; que
los magistrados son los depositarios de su confianza y sus servidores, y en
cualquier momento responsables ante él.
3. Que el gobierno es instituido, o debería serlo, para el común
provecho,
protección y seguridad del pueblo, nación o comunidad; que de todas las formas y
modos de gobierno, es la mejor la más capaz de producir el mayor grado de
felicidad y seguridad, y la que está más eficazmente asegurada contra el peligro
de un mal gobierno; y que cuando un gobierno resulta inadecuado o es contrario a
estos fines, una mayoría de la comunidad tiene el derecho indudable, inalienable e
irrevocable de reformarlo, alterarlo o abolirlo de la manera que se juzgue más
conducente al bien público.
4. Que ningún hombre o grupo de hombres tiene el derecho a percibir de la
comunidad emolumentos o privilegios exclusivos o especiales, debiéndoseles sólo
por servicios públicos prestados; los cuales, no pudiendo legarse, hace que
tampoco sean hereditarios los cargos de magistrado, legislador o juez.
5. Que los poderes legislativo y ejecutivo del Estado deben
ser separados y
distintos del judicial; que los miembros de los dos primeros (poderes) deben
mantenerse conscientes de las cargas del pueblo y participar de ellas, y cohibirse
de imponerle medidas opresivas; que el períodos fijos se les vuelva a su condición
privada, al cuerpo (social) de donde procedían, y sus vacantes se llenen mediante
elecciones frecuentes, ciertas y regulares, en las que pueda volver a elegirse o no
todos o parte de los antiguos miembros (de dichos poderes), según lo dispongan
las leyes.
6. Que las elecciones de miembros que sirvan de representantes del pueblo en
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asamblea, deben ser libres; y que todos los hombres que den suficientes pruebas
de permanente interés común con la comunidad, y de vinculación con ella, posean
el derecho de sufragio y no pueden ser sometidos a contribución ni privados de su
propiedad por razones de utilidad pública, sin su consentimiento, o el de sus
representantes así elegidos, ni están obligados por ley alguna a la que, del mismo
modo, no hayan asentido para el bien público.
7. Que toda facultad de suspender o ejecutar leyes, por cualquier autoridad, sin el
consentimiento de los representantes del pueblo, es perjudicial a sus derechos y
no debería ejercerse.
8. Que en todo proceso criminal, inclusive en los que se pide la pena capital, un
hombre tiene derecho a pedir la causa y naturaleza de la acusación, a ser careado
con sus acusadores y testigos, a pedir pruebas a su favor, y a ser juzgado por un
jurado imparcial de su vecindad, sin cuyo consentimiento unánime
no puede
considerársele culpable; tampoco puede obligársele a testificar contra sí mismo;
que nadie sea privado de su libertad, salvo por mandato de la ley del país o por
juicios de sus iguales.
9. Que no se exijan fianzas excesivas, ni se impongan multas excesivas, ni se
inflijan castigos crueles e inusitados.
10. Que los autos judiciales generales, en los que se mande a un funcionario o
alguacil el registro de sitios sospechosos sin pruebas de un hecho cometido, o la
detención de una persona o personas sin nombrarlas, o cuyo delito no se
especifique claramente y no se demuestre con pruebas, son crueles y opresores y
no deberían darse.
11. Que en litigios relativos a la propiedad y en pleitos entre hombre y hombre, el
antiguo juicio por jurado es preferible a cualquier otro y debería considerarse
sagrado.
12. Que la libertad de prensa es uno de los grandes baluartes de la libertad y no
puede ser restringida jamás, a no ser por gobiernos despóticos.
13. Que una milicia bien reglamentada, integrada por cuerpos de personas
adiestradas en las armas es el arma natural y segura de un Estado libre para la
defensa propia; que debería evitarse en tiempos de paz, como peligrosos para la
libertad, los ejércitos permanentes; y que en todo caso los militares deberían estar
estrictamente subordinados al poder civil y regidos por él.
14. Que el pueblo tiene derecho a un gobierno uniforme; y que, en consecuencia,
no debe erigirse o establecerse dentro de los confines del Gobierno de Virginia,
ningún gobierno separado de él.
15. Que a ningún pueblo se le puede preservar una forma de gobierno libre, ni los
beneficios de la libertad, si no es mediante la firme adhesión a la justicia, la
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moderación, la templanza, la frugalidad y la virtud, haciendo empleo constante de
los principios fundamentales.
16. Que la religión, o los deberes que tenemos para con nuestro Creador, y la
manera de cumplirlos, sólo puede regirse por la razón y la convicción, no por la
fuerza o la violencia; en consecuencia, todos los hombres tienen igual derecho al
libre ejercicio de la religión, de acuerdo con los dictados de su conciencia; y que es
deber recíproco de todos el practicar la paciencia, el amor y la caridad cristianos
para con el prójimo.
En Miguel Artola. Textos fundamentales para la
Occidente, 1968, 500-502
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historia. Madrid: Revista de
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III. Núcleo temático
Tras la Guerra de Secesión, Estados Unidos inició una etapa de extraordinario
florecimiento económico a pesar de la crisis acaecida entre 1873 y 1896.
Esta
crisis
perjudicó
sobre
todo
a
los
agricultores
que
sufrieron las
consecuencias de la baja de precios, de la competencia argentina y rusa, del
proteccionismo europeo, del elevado precio de la maquinaria y de las tarifas
ferroviarias.
Como consecuencia se desarrolló una violenta agitación que no logró grandes
reformas y que se solucionó a partir de 1896 con el aumento de los precios
agrícolas.
Al crecimiento natural de la población, se sumó una intensa inmigración que
superó los 25 millones de individuos. El resultado fue que la población pasó de
30 millones en 1870 a 95 millones en 1914.
Los ferrocarriles transcontinentales abrieron el Oeste a la colonización. El
gobierno
ofreció
en
1862
por
medio
del
Homestead
lotes
a
quien se
comprometiera a cultivarlos por 5 años, pero la mayoría de las tierras fueron
alquiladas o vendidas a grandes sociedades. Las operaciones más importantes
las realizaron las compañías ferroviarias que recibieron tierras a lo largo del
tendido en las que construyeron silos, estaciones, etc. Al momento de su venta
los lotes estaban notablemente revalorizados. Para fines de siglo ya no existía la
frontera, es decir el límite, pues los indígenas habían sido eliminados o
desplazados.
La agricultura del Medio Oeste se caracterizó por ser extensiva, intensamente
mecanizada y de monocultivo. En el sur el tabaco y el algodón fueron
predominantes, mientras que en Florida y California la irrigación benefició a los
cultivos frutícolas. A la producción agrícola se sumó la cría extensiva de ganado
practicada en enormes extensiones para la provisión de carnes y legumbres a los
centros industriales y el abastecimiento del mercado exterior, en el que Estados
Unidos llegó a ocupar el primer lugar en producción agrícola.
La industria se benefició con la explotación de inmensos recursos naturales por
medio de métodos y tecnología de avanzada. Más de 600.000 patentes de
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inventos se depositaron entre 1860 y 1900, y en 1913 ocuparon el primer puesto
en la producción siderúrgica. El mercado interno se amplió constantemente por
el crecimiento demográfico, al aumento del poder adquisitivo y la protección que
le brindaron las elevadas tarifas aduaneras. Estados Unidos era visto desde el
exterior como la "tierra prometida".
El marco de la libre empresa y la competencia que caracterizó a la economía
norteamericana provocó una extrema concentración de sociedades y puso de
relieve a algunos grandes empresarios como Rockefeller, Carnegie, Ford,
Dupont de Nemuors que amasaron enormes fortunas, formaron los grandes
poderes económicos y dieron las bases de la plutocracia americana.
Esta
concentración
y
la
formación
de
holdings
se
produjeron,
fundamentalmente, en el período crítico comprendido entre 1873 y 1896 y
provocó la eliminación de las pequeñas empresas poco sólidas. El resurgir
industrial fue acompañado por un fuerte impulso urbano.
Algunos elementos característicos del progreso a fines del siglo XIX y principios del XX, como
el teléfono, nos permiten reconocer el avance de los Estados Unidos en este sentido.
Eric Hobsbawn en La Era del Imperio, 1875-1914 publicado en Buenos Aires por
Crítica/Grijalbo Mondadori en 1999 presenta en la página el cuadro que figura a
continuación sobre la cantidad de teléfonos cada 100 habitante existentes en
algunas ciudades y que resulta sumamente útil al respecto.
Ciudad
1895
Puesto
1911
Puesto
4.1
1
19.9
2
Cristiania (Oslo)
3
2
6.9
8
Los Ángeles
2
3
24
1
Berlín
1.6
4
5.3
9
Hamburgo
1.5
5
4.7
10
Copenhague
1.2
6
7
7
Boston
1
7
9.2
4
Chicago
0.8
8
11
3
París
0.7
9
2.7
12
Nueva York
0.6
10
8.3
6
Viena
0.5
11
2.3
13
Filadelfia
0.3
12
8.6
5
Londres
0.2
13
2.8
11
San Petersburgo
0.2
14
2.2
14
Estocolmo
Desde 1894 el balance comercial siempre fue excedentario y se equilibró la relación con
Europa. Los Estados Unidos intensificaron en ese momento las inversiones
en el resto del
continente americano. La producción se multiplicó por 10 entre 1861 y 1900 y se duplicó
entre 1900 y 1915. En 1913, Nueva York contaba ya con 5 millones de habitantes.
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IV. Guía de estudio
Al finalizar la lectura de la clase, la bibliografía básica, las lecturas complementarias y los
textos seleccionados el alumno deberá estar en condiciones de elaborar un discurso propio
integrador sobre las siguientes cuestiones:
La Independencia de las 13 colonias. Causas, características y desarrollo.
La organización institucional y constitucional de los Estados Unidos.
La organización política, económica, social y cultural. Caracterización de las
diferentes zonas. Economía y esclavitud. La Revolución Industrial.
La expansión territorial. La organización e incorporación de los nuevos
territorios.
La Guerra de Secesión. Causas y consecuencias.
Las transformaciones económicas.
La política exterior. Aislacionismo. Expansionismo.
Caracterizar la ideología del “Destino Manifiesto”
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V. Conclusión
Encerrados sobre si mismos en sus primeros años, los Estados Unidos ya consolidados
territorialmente, iniciaron a fines de siglo un proceso expansionista que se centró
fundamentalmente en el área geográfica continental sin interferir en las líneas
expansivas europeas y que tuvo motivos económicos y estratégicos, es decir que
buscaban tanto abrir mercados para su producción como establecer bases de apoyo
naval. Con anterioridad habían forzado la apertura de Japón al mercado mundial, se
habían opuesto a la intervención del Imperio Francés en México y habían comprado en
1867 Alaska a los rusos. En 1898 anexionaron las Islas Hawai y establecieron un
reparto de áreas de dominación con Japón. Pero el episodio más contundente se
produjo con la Guerra con España que, vencida, debió reconocer la independencia de
Cuba, la cesión de Puerto Rico, Guam y las Filipinas. Por la Enmienda Platt Cuba quedó
bajo dominio político norteamericano.
En 1902, tras el abandono de los franceses, retomaron los trabajos tendientes a la
construcción de un canal interoceánico y forzaron a Colombia a aceptar la creación del
Estado de Panamá, que otorgó a Estados Unidos la soberanía a perpetuidad sobre la
zona del canal. La influencia norteamericana sobre el Caribe se amplió con grandes
inversiones en el área sostenidas por la política del “big stick” y la excusa de la
responsabilidad de los Estados Unidos en el sostenimiento del orden en los países
políticamente
inestables.
El
Primer
Congreso
Panamericano
reunido
en 1889,
amparándose en la asociación para la salvaguarda de la paz y la cooperación, buscó
asegurar su dominio continental y el mantenimiento de su potencia industrial sobre el
carácter agrícola del resto de los estados. Al iniciarse la Gran Guerra, Estados Unidos
se encontraban en una posición privilegiada y dispuestos a asumir un papel de
importancia en la historia mundial.
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