D I I S S I E R Del yo épico al yo dramático en la poesía de Jorge García Usta Rómulo Bustos Aguirre Es falso pensar que la figura que nos gobierna se presenta de un solo bloque. Cada dios comprende los otros, todos los dioses están en nosotros ( . . . ) . E n Grecia, en u n m o m e n t o de gran crisis, cuando se consultaban los oráculos, se preguntaban primero: ¿a qué dios debían dirigirse? ¿Sobre qué altar se debería hacer el sacrificio? Se trataba de saber cuál era el dios que en ese momento se había constelado. Ser terapeuta es ser primero un servidor de los dioses. La primera tarea a cumplir es saber cuál es el dios que se manifiesta y lo que demanda. J. Hillman 1 Estas palabras del psicoanalista J. Hillman delinean, a mi modo de ver, no solo una forma de acercamiento a la psiquis, sino que pueden tener la virtud de procurar un interesante criterio de aproximación al hecho literario, desde una suerte de mitocrítica ; solo bastaría cambiar las palabras terapeuta por hermeneuta y psiquis por texto. 2 El trayecto de diez años entre los poemarios de Jorge García Usta: Noticias desde otra orilla (1985) y La tribu interior (1995) parece, en cierto modo, describir y, acaso, cerrar un ciclo, y en todo caso, en su transcurso, dibuja una figura compleja. Lo que intentaremos en este escrito es describir esta figura, es decir, los avatares de una de las poéticas más significativas dentro de la más reciente poesía colombiana, que bien pudiéramos llamar la Generación invisible, conformada por poetas nacidos en los 50 y 60 y cuya producción comienza a circular a partir de los 80. Vista en su recorrido de conjunto, una poética resulta algo movedizo: tensiones dinamizadoras, fases, anticipaciones o presagios, trazados inconclusos, desvíos J. H i l l m a n , Una psicología arquetípica. Citado por Marta C. Vélez Saldarriaga en Los Hijos de la gran diosa, (psicología analítica, m i t o y violencia), p.132. .Medellín: Universidad de Antioquia. James H i l l m a n es el fundador de la actual psicología arquetípica o imaginal; hizo parte del Circulo de Eranos. 1 El término mitocrítica lo formula Gilbert D u r a n d por calco de sociocrítica. Este, a partir de Jung y Bachelard, desarrolla u n modelo de análisis que expone en sus libros De la mitocrítica al mitoanálisis y Mitos y sociedades, una introducción a la mitodología. Del primero de estos textos evoco algunas de sus lincamientos, sin ceñirme rigurosamente a su propuesta analítica. 1 AGUAITA TRECE CATORCE/ DICIEMBRE 2 0 0 5 JUNIO 2006 lo había anotado en anterior ocasión, se trata de una épica sui generis: Estamos aquí ante una épica que ha invertido, que ha violentado sus fórmulas, sus esquemas. Una épica, un heroísmo de lo cotidiano y anónimo: el propósito es historiar, cantar lo que no tiene historia; el poeta pone así a sonar las pieles de u n tambor largamente templado en el silencio, el silencio de lo marginal, de lo desposeído, de l o negado. La solidaridad aparece así como eje temático de esta poesía, una fraternidad que ha delimitado su campo, ha escogido su orilla, que apuesta a sí misma contra todos los poderes que transgreden al hombre Monteadentro Jorge García Usta 3 En los dos epígrafes de Noticias desde otra orilla, el primero, de Héctor Rojas Herazo, "Toda presencia deja una grasa eternamente sobre nosotros", y el segundo, de Lloyd Frankenberg, "la gente que se encuentra debajo del balcón busca y se identifica con todo lo que ve", se deja ver en el yo poético un deseo de estar próximo a los otros, de ser o estar "contaminado" o "sucio" del otro, un percibirse a la misma altura y distancia del otro. El primer poema, "Primera noticia", condensa todo esto más nítidamente: La historia es ésta: Semanal, agria y con buenas espaldas Bajo su luz venidera y retrocesos. Ciertamente, designios arquitectónicos, pero también líneas de quiebre, reorientaciones. Y, sin embargo, en todo ello, fulgura una coherencia. En la lírica que me ocupa es posible postular, como punto de partida, un designio, arquitectónico o raíz imaginaria de tipo heroico que se desdobla en dos registros de la palabra: uno épico y otro dramático. Estar o no estar en los predios de un determinado género es, sobre todo, una cuestión de desplazamientos de planos y acentos: la adopción de distintas formas oscilantes en torno a una determinada raíz arquitectónica imaginaria. Con lo épico estamos ante una noción precisa que se hace visible en los característicos signos de exteriorismo, narratividad, exaltación y espíritu de gesta (que incluye magnificación y loa), y, sobre todo, monolitismo y afirmatividad. Recuérdese que, en el mundo épico, si hay fisuras, éstas siempre podrán ser restañadas. En García Usta, en todo caso, como ya AGUAITA TRECE CATORCE/ DICIEMBRE 2 005 JUNIO 2006 Cantamos los que no tenemos voz 4 Prestar su voz al otro, cantar por los que no tienen voz. Es, pues, una poesía que a mediados de la década de los 8o, en plena efervescencia del desencantamiento espiritual característico del momento, en medio de la progresiva crisis de las izquierdas, y sin perder de vista que la precedente generación de los 70 será conocida precisamente como la Generación desencantada, se Rómulo Bustos Aguirre (2001), "Una épica de lo cotidiano", ensayo incluido en la compilación selectiva de la obra poética de García Usta y de comentarios sobre la misma, Noticias de un animal antiguo, Gobernación de Córdoba, Montería: 321. 3 Como anotaba en el citado artículo es significativo leer, contrastivamente, este primer poema con las regias fórmulas de la épica: "Canta, Oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles..." 4 declara comprometida; ética, social y políticamente comprometida. Este sentido del compromiso y un lugareñismo sin concesiones, harán de esta poesía una pieza insular, le darán una rara singularidad, dentro del conjunto. Poesía comprometida, sí, pero, sobre todo, con el lenguaje. Este hecho salta a la vista desde el primer poemario, Noticias desde otra orilla, un libro que sorprende por la riqueza de su factura y por su madurez expresiva. En verdad, García Usta aparece en el horizonte poético regional y nacional con un instrumental retórico perfectamente apropiado. Quizás lo más sugestivo de esta palabra sea la extraña mixtura de ímpetu comunicativo y sinuosa forma barroca, el juego contrastante de nitidez y oscuridad, de exteriorismo y fragua arduamente subjetiva de la imagen. En la gestación de esta palabra confluyen dos grandes ríos: hablo, desde luego, de W h i t m a n y de Neruda (del otro, del sustantivo Sinú, hablaré en otra ocasión). Pero, particularmente, la impronta de la actitud de la generación española del 2 7 , que supo apretar en su estilo, en un solo nudo, tradición y vanguardia, la figura tutelar y bifronte de Luis de Góngora y Argote (el claro, el luminoso Góngora; el oscuro, el tenebroso Góngora) con la de Quevedo, su adversario personal, al que, no obstante, lo ligaba el fundamento conceptista. Los-huesos metafísicos de Vallejo, la árida orfandad de la tierra en Rulfo, el barro existencial de Rojas Herazo, la rítmica narrativa de la poesía de Cardenal, son también metales fundamentales en esa misteriosa alquimia que supone la génesis y el continuo hacerse y rehacerse de una voz personal. Lo que de allí resulta es una provocativa tensión estilística entre la rotundez épica de la visión de conjunto y una retórica de la sugerencia o el enigma estratégicamente diseminada. 5 Con referencia a este último aspecto, podemos identificar un característico repertorio retórico: la La devoción por el popular y aristocrático Góngora queda registrada en el poema " N o t a de tienda para Góngora" que culmina fervorosamente: "Allí donde viva / vivirá u n poco de nosotros / en pie con su altura". (Libro de las crónicas, p.13). Sin duda, las conferencias de Federico García Lorca sobre Góngora, reivindicatorías del poeta y de la cultura y la imagen de la poesía andaluza, en la cual se funden sensibilidad popular, sutileza y refinamiento, fueron fundamentales en la elaboración de esta poética. 5 metáfora moderna, en la cual los términos que se relacionan tienden a alejarse; el símil que, al vincularse con un término de comparación inédito, sorprendente (casi como lo quiere el conceptismo), tiende a oscurecerse; los cruces de planos perceptivos; las relaciones metonímicas inesperadas; la hipérbole y, sobre todo, la enumeración heteróclita de clara docencia vallejiana. Veamos algunas muestras de estos elementos en los dos primeros poemarios. Una ilustración sencilla la provee el ya citado poema "Primera noticia" (p.9), en el que además de la metáfora jubilosa de "la luz venidera" y el fervor del compromiso, está el rasgo del cruce de planos: se adjetiva al sustantivo historia con adjetivos que convienen más bien al sujeto, apenas sugerido, de esa historia: campesinos, obreros, anónimos seres cotidianos. De este modo la historia resulta heteróclitamente semanal, agria y de buenas espaldas. En "Cédula" (p.n) encontramos dos hermosos ejemplos de la enumeración heteróclita: . . . u n beso diario, descalzo, informativo Y este otro constituido por la línea de cierre del mismo poema: ...firmando en prosa callejera como muchos plural, endeudado y viviente En las primeras líneas del poema "Bolívar" (p.21) punzan al lector unos inesperados clavos metonímicamente incrustados y martillados en el poema, que confieren una aureola enigmática a la pregunta: ¿Bueno y tú no conociste ese humo que sube en las aldeas a presumir de futuro, de clavos iniciales? En Libro de las crónicas, el poema "Katari, hombre de pocas palabras cuando su amor declara" (p.n) es un texto que se organiza por el enhebramiento de metáforas hiperbólicas de requiebro amoroso "Más eterna que las garzas de El Suán / la primera nieta de la noche/ su muslo encarna la maldición del metal / la plenitud indecente del ciruelo" y remata con una hipérbole liliputiense: AGUAITA TRECE CATORCE/ DICIEMBRE 2 0 0 5 JUNIO 2006 Sin embargo, quizás la figuración más enigmática la constituya la enumeración a que se da curso Indicamente en el poema "Casi nada: el buen Villon que aconseja en una tienda": Dame un diario de hojas sueltas Y trovaré tu sueño Dame una hectárea de pezones Y conocerás el loco del viento Dame un tercio de escuelas Y haré ríos regulares Desaloja tu oro podrido Y habrá caldos frontales Guarda los sentimientos puntuales Y yacerá la niña azul Sométete a las linduras del invierno Y podrás ser canción Canta para los que no te oyen y la palabra se te volverá mazorca luz en el costado, suela de vals En el segmento cinco de "Crónica de Vallejo" (p. 53), describe la reacción del yo poético ante la desasosegante lectura de la obra del poeta peruano: Princesa, Lo mismo con nosotros, esto no es España déme un pelo pero igual matan los verbos auxiliares ara aliviar mi sombra Lo llamativo en esta imagen es la levedad y la simultánea concretud del elemento metonímicamente invocado para aliviar la desmesurada magnitud de la pena del amor declarado. Cuando en noches como ésta leerte nos da de lleno donde puede y corremos a poner, bajo la cama, una escopeta, un burrito talentoso, hamaca y ron, un trozo de furia longitudinal "Señal para Paul Klee" (p.12) se abre con la noche como una mandarina herida y cierra con una imagen y una palabra sugestivamente abierta a la interpretación: que es, a menudo, pan de veinte pesos la sílaba Y usted recibe la saliva de la tarde (y acecha) pensando en la filosofía del borde de una camisa En "En guardia" (p.14), un verso de Maiakovski es sorpresivamente comparado con una chancleta erguida. AGUAITA TRECE CATORCE/ DICIEMBRE 2 0 0 5 JUNIO 2006 Lo enigmático está dado por la masiva alusión a Vallejo. Este texto, al igual que el de Klee y Villon, deja deslizar otro elemento que refuerza esta retórica de la sugerencia en estos dos primeros libros: la continua apelación a transtextualidades literarias o culturales (obras o trazos biográficos) que hacen continuos guiños al lector y exigen su complicidad, o promueven perplejidades, asombros, e incluso despistes, a un no avezado lector, por vía de tangencialidades o referencias entreveradas. En realidad, la transtextualidad (que además incluye, también heteróclitamente, estrellas de cine o fútbol, cantores, clásicos griegos) no es simplemente otro elemento, sino que constituye el procedimiento medular de construcción de los textos por varias y ambiguas razones: 1. Las referencias biográficas de autores o personalidades (Gauguin, Juan Manuel Serrat, Cartier Bresson, El Moro, Esquilo, etc.) proveen, por una parte, de un material apto para poner en escena el dispositivo narrativo que se aviene con el designio épico básico: contar / cantar historias; por otra parte, dotan de un modelo para construir apretadas biografías no literarias, originales, como ocurre en "Crónica de Pedro Jirado", "Noticia de Alejo Duran" o "Crónica del hombre del Bajo de la Marcela". 2. Abre otras ventanas a la retórica del enigma, como ya se dijo. 3. Anuda retórica del enigma y designio épico en la medida en que las transtextualidades convocadas son, ante todo, hermandades que, más allá del tiempo y de las culturas, constituyen, de alguna manera, puntos de referencia, confluencia o diálogo en el propósito insobornable esbozado por el yo poético: sean ellos Sócrates, Edgard Lee Masters, Vanessa Redgrave, Carlos Marx o Soledad Bravo . 6 Otra interesante tensión o encabalgamiento, asociable a la anterior, que muestra la riqueza estilística de la palabra en García Usta es la que opera entre los briosos quiebres y la relampagueante andadura del certero pie puramente narrativo, casi periodístico, con las súbitas floraciones metafóricas; así un poema como "Crónica de Mané Garrincha, el marido de Vanderlea" (p.86), después de un segmento que bien pudiera corresponder a un titular de prensa deportiva o a discurso de locutor de radio: Señor de los espacios, Mané O en "Crónica de Pedro Jirado" (p.58) donde junto a una escueta descripción ... maestro de 76 niños, con sus gritos, en la escuelita de San Pedro en cuyo patio, orinaba de prestado, el barrio entero florecen espléndidamente ...arrozales del tamaño de una ilusión adolescente y breves hombres de piel de girasol Eso que hemos denominado el registro épico queda expuesto en su específico sesgo político en poemas como "Muchachos nuevos" (p.31), "Walt W h i t m a n escucha las consignas" (p. 32), en Noticias desde otra orilla y "Crónica de El Moro" (p.61), "Borrador para una épica del delirio" (p.92) o "Poética desde Fucile" (p.28), en Libro de las crónicas. A pesar de que en estos dos poemarios podamos encontrar piezas antológicas, como "Crónica del hombre del Bajo de la Marcela", no estamos propiamente ante poemarios de plena madurez, no lo son todavía en el sentido de que no realizan a cabalidad el imperativo de profundización en el complejo horizonte de lo humano que debe cumplir toda auténtica creación poética; no lo son, a despecho de su pericia en el manejo del lenguaje, de las astucias formales, de la forja de un cierto modo de la palabra de rasgos estilísticos definidos, de que ya hablamos. Noticias desde otra orilla y Libro de las crónicas son realizaciones donde la voz, nítidamente afirmativa, no ha sido atravesada por la sombra; no porque la desconozca, sino porque su profunda voluntad épica no lo permitiría. Yo diría que la voz lírica consciente o inconscientemente se defiende de las agresiones de la El muchacho que hizo arte con pocos requisitos: un balón, dos metros de hierba y él Sobre el sentido de estas transtextualidades ya decíamos en "Una épica de lo cotidiano": " M á s allá de toda parcela, más allá de todo tiempo, el poeta reconoce y convoca hermandades, todas aquellas que han entendido el precario oficio de ser hombre, que han reconocido su arcilla y su vuelo, y que, en esa precariedad, en ese costado que sangra, han sabido hallar el punto de partida de toda esperanza, de toda armonía, de toda lucha por la dignidad del hombre" (García Usta, 2001: 321) 6 Se descuelga líricamente con estas imágenes, pasándole la pelota-voz a Garrincha: (Vanderlea) chorro de luna, paragüitas con ombligo mi niña con la puerta abierta... AGUAITA TRECE CATORCE/ DICIEMBRE 2 005 JUNIO 2006 sombra. Habrá que esperar las honduras, resquebrajamientos y lejanías de Monte adentro y La tribu interior, pasando por esa piedra angular del despliegue de esta poética que es El reino errante. El reino errante constituye para muchos la obra mejor lograda de García Usta. A pesar de su indudable calidad, de su exquisita y calculada arquitectura, reclinada entre la zaga histórica y la fábula, a pesar de la proeza de hacer, por la alquimia de la palabra, del opus nigrum de la historia, sustancia lírica, acaso yo prefiera verla funcionalmente, como el punto estilístico de quiebre, de transición, entre un registro épico y un registro dramático de la palabra. En efecto, aquí marcan su ingreso las fisuras existenciales a través de los resonadores arquetípicos, de las cargas simbólicas del Viaje, la Errancia y el Reino. Ahora la voz empieza a traer otro tipo de noticias, desde otras orillas: noticias de los estragos y desazones del Ser, más allá de los avatares del mundo, sea éste caribe o árabe o terranía sinuana; noticias del hombre, del hombre simplemente, del perplejo animal antiguo que lo habita. En el itinerario de esta poética marcada por una proclividad barroca, El reino errante, en verdad, destaca por su equilibrio y mesura. Pero es como si aquí la palabra se estuviera midiendo, templando, sometiéndose a un arduo acrisolamiento, antes de lanzarse a la riesgosa, exigente y desgarradora apuesta que constituye Monteadentro. Debo, ahora, redondear una consideración que había insinuado ya: a la comprensión de que el compromiso ético, social y político, si quiere ser un hecho literario (y algo más que buenas intenciones) debe pasar por el compromiso con el lenguaje, debo añadir que la comprensión del compromiso con el lenguaje debe pasar por el compromiso del poeta consigo mismo, para poder llegar así a un compromiso con el hombre total, con el Ser; y a esto es a lo que arribamos en Monteadentro. Es aquí donde el yo poético logra para sí lo que dijera de Alejo Duran en el Libro de las crónicas, anticipándose a sí mismo: Y logra del monte un arte de orígenes, más allá de todo hombre ("Noticia de Alejo Duran" (p.30) Hay un par de líneas del poema "Sinuanía" de Monteadentro (p.49) que me parecen de especial relieve, AGUAITA TRECE CATORCE/ DICIEMBRE 2 0 0 5 JUNIO 2006 porque refuerzan nuestra mirada sobre las coordenadas imaginarias de esta poética: Tierra, mujer y lucha masas de toda fábula A su luz podríamos enriquecer nuestra perspectiva sobre los poemarios anteriores y afinar alguna terminología que hemos venido utilizando. En efecto, en estas líneas se encuentran formulados los cauces temáticos de esta lírica, a partir de los cuales la palabra ha fabulado una telúrica, una erótica y una política. A todo ello subyace, por supuesto, el radical heroico asociado a la imagen de la lucha. La noción de radical imaginario y su doble registro en la palabra introducen un elemento denso y a la vez suficientemente elástico como para aproximarnos a esta poética sin la asechanza de reductoras simplificaciones, permitiendo la irisación semántica tipificadora del hecho estético. Este doble registro funda una dialógica, un juego no excluyente cuyo funcionamiento se puede describir acudiendo al conocido diagrama del pensamiento taoísta del Ying y el Yang: como se sabe el polo Yang, diurno, apareja un pequeño Ying; el polo Ying, nocturno, apareja un pequeño Yang. Así, el rol dominante de un registro supone la presencia, aun cuando solo fuera fantasmática, del otro. De esta manera, de modo general, el yo épico no será exclusivamente épico ni el yo dramático, exclusivamente dramático. Se tratará de gradualidades o niveles de copresencia en los diferentes textos correspondientes a las distintas fases de esta poética. En este juego de gradualidades se puede pensar, desde luego, en puntos límites o puntos ceros. Ejemplos de uno y otro caso, podrían ser los textos "El ciudadano rechaza cierto uso del bolero" {Noticias..., p.28) y "Preguntas de Facundo Cañóles" {Monteadentro, p.115). Hecha esta aclaración, paso a establecer la noción de lo dramático, asumiendo en contraste, como telón de fondo, la noción de lo épico. La principal razón para proponer esta noción es el hecho de que la solidez épica del yo se fractura y a través de ella se abre paso la voz de lo otro (a través de, ella no sustituyéndola). Lo otro es distinto a los otros. Los otros se orienta a la pura exterioridad, tal como se anuncia en los epígrafes de Noticias y Libro de las crónicas. Lo otro se orienta a dimensiones de la interioridad que han sido represadas, pero que ahora rompen diques y se aposentan en la voz. Lo otro proviene de las espesuras del monte, del JORGE G A R C I A USTA El reino errante poemas de la migración y el mundo árabes Es así como opera el yo de Monteadentro: contando lo de su criatura-, a diferencia de como opera en los anteriores. Y así, paradójicamente, el poemario más tributario de un entorno, de una exterioridad, de unas tradiciones populares, es también el poemario más personal, más tributario de sí mismo, y por esta razón el más total, complejo y valioso de los trabajos de García Usta, respuesta estética tanto más válida y coherente si se le ubica en el horizonte globalizador de la cultura. Insistiendo, lo otro es aquello que en su designio épico el yo ha tendido a relegar, posponer, diferir, la sombra a que he hecho alusión, el padecimiento, el pathos interior, que ahora exige su lugar. El epígrafe de fray Luis de León es, a este respecto, elocuente, y casi excesivo: Y en estos desengaños he aprendido a no cerrar jamás m i triste boca, pregonando quién soy y quién he sido. Y entonces el quejarme más me toca cuando más la congoja me apretare, que, llorada, la pena se hace poca Se echa de ver desde los umbrales el tono luctuoso, elegiaco. muy-adentro, de lo hasta ahora innombrable, o por lo menos no directa o masivamente nombrable para el hablante poético. En síntesis, si el registro épico es una épica invertida, el registro dramático, es una épica interiorizada. Sin embargo, en rigor, la dualidad exterioridad / interioridad, lo otro I los otros es una ilusión, pues lo otro siendo opuesto a los otros es, no obstante, el más claro camino hacia los otros. La tesitura del yo de Monteadentro resulta manifiesta si lo ponemos en relación con el epígrafe de Libro de las crónicas atribuido al decimero Julio G i l Beltrán: Compadre cuente lo de todas las criaturas que son también la suya e invertimos este manifiesto enunciando esta otra fórmula : Compadre cuente lo de su criatura que es también lo de todas las criaturas La rotura del yo está anunciada en el ambiguo y acaso engañoso Arte poética inicial, concentrado en tres líneas: Estas ceremonias no me corresponden lo mío está lejos y roto Rotura y no coincidencia hablan del desplazamiento de lo épico. Eso roto y lejano parecería aludir precisamente a ese desplazamiento. Es un yo que, por lo menos, percibimos como desestabilizado: se apresta a cantar o a llorar lo que, a su decir, no le corresponde. La única manera de comprender esto es asumir que eso que el yo declara como lo mío, ya no sea lo suyo sino más bien lo otro que ha tomado su lugar, por eso bien pueden, desde cierto ángulo, no corresponderle estas ceremonias. Desde los poemas introductorios de Monteadentro hacen presencia esos límites del hombre: la muerte, el tiempo, la vida - sus precarios, sus invictos furores- , la pureza y plenitud de los instintos, los "yo AGUAITA TRECE CATORCE/ DICIEMBRE 2 0 0 5 JUNIO 2006 no sé" vallejianos: "IB Porque al final de las sangres el mundo es un reparto de desconsuelos Todo se orienta por un poco de hierba un rostro amargo ("Donde empieza la familia del hombre", p.18) El tiempo ese negocio forastero ("Modos de la palabra", p.17) Monteadentro, el hombre nace y muere en cualquier gloria de la tierra ("Fundación del cantar", p.16) La asunción de lo otro que provoca la fractura o pérdida de solidez del yo provoca, incluso, que éste se perciba como unidad plural, heterogénea. Así, en Monteadentro, en un mismo poema encontramos estos dos ilustrativos segmentos: La mujer que te ama es la que entiende tus más diversos pueblos 7 Los otros que te habitan son enemigos conocidos, amorosos, jornaleros del enigma formas opuestas, inseparables de tu río ("Viejas verdades del río", pp. 53 y 51) » Enunciados de este tipo son asimismo rastreables en La tribu interior. Tú conoces qué animal de monte se desdobla y batalla en mis siete multitudes Protege las tribus de mi soledad ("Ruegos o mandatos a Zoé", p.8) Tú ya sabes cómo contemplo yo mis otras voces, qué qué oro profuso prefiero Lo anterior en cuanto a la estructura del yo poético. En cuanto a los procedimientos referidos a la tensión entre la vocación comunicativa y la expresión barroca, esta tensión fluye de un modo más consistente; así, desparecen las transtextualidades literarias y se profundiza en la exploración de las posibilidades estéticas de los modos agrarios del habla: el dicho sentencioso, el refrán, el proverbio, la copla. Dos de los textos más representativos de estas matizaciones y recursos los constituyen "Proverbios de viento roto" y "Viejas verdades del río". Se trata de textos de gran elaboración, palabra campesina trabajada en sus sesgos, oblicuidades y ricas asociaciones, y en que la narratividad es desplazada por la fragmentación y la presentación dispersiva, complejas absorciones de las estructuras del saber y el sentir populares, a través de las cuales se va configurando una visión de mundo • 7 AGUAITA TRECE CATORCE/ DICIEMBRE 2 0 0 5 JUNIO 2006 Las cursivas en esta y en todas las citas son mías. vital y simultáneamente agónica, dramática; ese pathos dramático es ante todo comprensión del misterio de la existencia y de la vida como combate irrecusable contra la muerte para arrancarle cotidianamente su migaja, "su pelo de dicha" ("Cada cosa", p.19 ) Imágenes de esta visión agónica recurren en distintos textos: El simbolismo femenino, por otra parte, propicia el encabalgamiento del pathos erótico con lo telúrico. Todo lo anterior se observa copiosamente en un poema como " U n modo de la gracia de Dios" (p. 36) Cuando la agarré ella supo Tierra seca Que íbamos a tierra desconocida a ese tercer río que revuelca todo mundo fiesta de muerte larga, y por dentro nos convierte sol que desgracia en remiendos humanos, las honras del agua derrotas ejemplares. Tierra seca Estaba primaria la mujer sin madre bordeada de un color de flor animales que apenas existen en el olvido y con un soplo en el ansia , ("Tierra seca", p.24) y era pájaro crecido ' llorándome por su bonito zapote. Y hasta hoy amanecemos como semillas puestas a secar, Y hubo montones de sudor en el tendido (...) y más agua en la caída Soplando al mismo tizón prestado al mundo ("Tizón del mundo", p. 26) (Es cuando el gemido inunda la tierra como creciente de río en pena) Apenas se aclare el día en las tierras francas Y uno allí, no más, el viento levantará sus vivos para que paguen el arriendo del sol arrinconando la vida y empujando con la gracia de dios y el patio desperezará todos sus muertos con veinticinco centavos para agua "Fundación del cantar", p.16) para que la semilla reviente vida en la tierra y se pula el recuerdo El agonismo esencial de este poemario va asociado medularmente a la ausencia de trascendencia con que Comprensiblemente esta visión agónica hace de lo erótico una temática privilegiada para mostrarse. Sexualidad con sus secretos cordajes de furia, con su imperiosa fuerza pulsional, atada a la muerte porque es su negación y contrapartida, con su saldo de gozo y sufrimiento. Corporalidad agolpada en sangre mugiente. Dramática del placer / desesperación y épica de los cuerpos hacen plétora en estos poemas: A cuerpo bravo, yo sentía sus uñas como limones desesperados, su pelo llenándome la boca su vida sacando de la mía una verdad muy sudada ("Limones desesperados", p.32) se contempla la relación del hombre con el mundo: No hay más cielo que este ni trapo con que tocarlo bajo él ocurren el hombre y la casa, el sorbo y el suspiro ("No hay más cielo que este", p.54) Las conmovedoras "Preguntas de Facundo CañoIes" (p.115), plenas de gravidez, de terredad, no hacen más que declarar una orfandad sustancial. Con la obvia singularidad de su palabra, Monteadentro y La tribu interior ponen a su autor en la misma línea de poéticas de la existencialidad en la lírica del Caribe colombiano, que parece tener mayor AGUAITA TRECE CATORCE/ DICIEMBRE 2 0 0 5 JUNIO2006 dimensión de lo que, en principio, pudiera pensarse. Pienso en nombres como Héctor Rojas Herazo, Gustavo Ibarra Merlano, Giovanni Quessep, Raúl Gómez Jattin o Jaime Manrique Ardila. Poéticas que nos dicen que no todo es carnaval, que no todo ha de ser carnaval en el reino de Macondo, carnaval-ismo, patología de lo carnavalesco, como con sutil ironía en El reino errante sugiere la voz de Samir Saer mirando bailar en las Antillas: En estas tierras tan anchas todo es tristeza y baile pradera y baile, Esto dijo Carlos Ramírez al ver el mar: tanta gracia la del hombre y no es más que agua que corcovea ("Primer mar", p.58) Espléndida metáfora esta agua que corcovea?; espléndida en su desnuda dicción y condensada filosofía populares en que se entrelazan lo inexorable del destino, la condición efímera, acuática, y la voluntad de resistencia humanas. 0 presagio y baile. Si la noche esta herida, bailan Si el caimán se aloca, bailan. Si el río agoniza, bailan. Bailan porque el mar Y porque la muerte ("Samir Saer mira bailar en as Antillas", p. 10) Lo que he denominado el radical heroico , "el dios que constela", en la terminología de Hillman, oscilando, eclipsándose, cambiando y reapropiando sus máscaras, sigue actuante en Monteadentro y La tribu interior en la medida en que, si bien se trata de una palabra "llorada", agónica, bajo el signo de la pena, del sufrimiento, lo es siempre desde un furor vifalista y a la vez una viril y solidaria aceptación de los fatales ritmos de la vida-muerte. El poema final de Monteadentro resulta, en este sentido, revelador: 8 La imagen heroica, su pulsión y estela, como punto de partida de este imaginario poético, encuentra ya su más primaria y urgida manifestación en lo que constituye el primer balbuceo poemático publicado por García Usta, a la edad de dieciséis años:: 8 ...aquí el germen del nuevo mundo tuvo diáfana sonrisa de obrero frase sencilla como las hojas dureza serena como el hierro .. .el pueblo convertido en fragor y llama echó a andar su himno (...) Luego, el hombre recogiendo de todos cae a la tierra, su hambre ancha como el cielo y otros hombres están llorando, pero siembran su maíz terco, siguen peinándose en la restitución del verdadero hombre Después todo sigue naciendo monteadentro ("Donde todo sigue naciendo", p.n6) Más graciosa y lacónica, pero no menos profundamente, este temple de ánimo se encuentra asimismo expresado en un breve poema de factura redonda, en formato y tono evocador de copla: ] AGUAITA TRECE C A T O R C E / DICIEMBRE 2 0 0 5 JUNIO 2006 a su paso de lucha y amor Aparece aquí en todo su fulgor, en toda su inocencia profundamente humana, el mito del héroe redentor que funda el marxismo. Se trata de fragmentos de "Poema por un mañana", aparecido en la página Voces del periódico E l Universal (Cartagena), el viernes 23 de septiembre de 1.977. No hay que perder de vista la clara perspectiva política que nutrió al grupo de jóvenes escritores en formación aglutinados en torno de la publicación E n tono menor, en la Cartagena de inicios de los 80, de la cual fueron orientadores Jorge García Usta y el hoy historiador Alfonso Muñera. E l Lexicón de colombianismos define corcovear en los siguientes términos: " E n sentido figurado, protestar, repugnar, resistir a una orden o exigencia". Mario Alario D i Filippo, Lexicón de colombianismos, Cartagena: Editora Bolívar, 1.964: 80. 9 BIBLIOGRAFÍA D i Filippo, Mario A (1964), Lexicón de colombianismos. Editora Bolívar, Cartagena. Durand, G. (1993.), De la Mitocrítica lisis (Figuras y aspectos de la obra). alMitoaná- Anthropos, Barcelona. García Usta, J. (1977). "Poema por un mañana". Página dominical Voces, periódico El Universal, 23 de septiembre, Cartagena. (1985), Noticias Desde otra orilla. Ediciones En tono Menor, Cartagena. (1985), Libro de las crónicas. Lealón, Medellín-Cartagena. (1991)» El reino errante. Litografía Jonán, Cartagena. (1997) Monteadentro. 2 ed., Lealón, Medellín. (1995), La tribu interior. Lealón, Medellín. (2001), Noticias de un animal antiguo. Gobernación de Córdoba, Montería. Vélez Saldarriaga, M . C , (1999), Los hijos de la gran diosa (psicología analítica, mito y violencia). Medellín. Universidad de A n t i o q u i a , Jorge García Usta con el escritor uruguayo Eduardo Galeano en el Festival de Cine de Cartagena