ARTICLE IN PRESS Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Med Clin (Barc). 2009;132(17):669–670 www.elsevier.es/medicinaclinica Editorial Desasosiego o )disconfortabilidad*: ¿un sı́ntoma refractario en la fase final de la vida? Uneasiness or uncomfortably: Is it a symptom ovenproof in the end of life? Jaime Sanz Ortiz y Alfonso Martı́n Carnicero Servicio de Oncologı́a Médica y Cuidados Paliativos, Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Facultad de Medicina, Universidad de Cantabria, Santander, Cantabria, España La primera exigencia de un ser vivo es ejercer como tal, o sea vivir. Vivir a pesar de todo y a costa de todo. La vida no es respirar o que el funcionamiento de nuestro organismo sea perfecto, es todo lo demás: ilusiones, crecimiento, avance, fracasos y éxitos, despliegue de potencias, utilización de recursos y un sin fin de cosas más. En el caso del paciente moribundo, es todavı́a un ser vivo y como tal hay que tratarlo: compartiendo sus ilusiones, sus temores, sus esperanzas, ayudándolo a utilizar sus recursos y su autonomı́a que le permitan vivir con mayúsculas el tiempo que le queda1. La consciencia de la propia finitud no deja a nadie indiferente y es una certeza inquietante. Desde que el mundo es mundo, el sufrimiento ha sido consustancial al ser humano, propio e intransferible y único e irrepetible. La presencia de pacientes con sı́ntomas refractarios e intensas crisis emocionales en la fase final de la vida irrumpe en la actividad diaria de los profesionales sanitarios. La medicina ha de considerar una prioridad la creación de circunstancias clı́nicas que favorezcan a que las personas mueran en paz2. El profesional sanitario en su práctica diaria, a menudo, tiene que decidir sobre algo sin más apoyo que su desnuda capacidad de juzgar y su maravillosa capacidad de razonar. La introducción de juicios de valor no técnicos en la relación clı́nica es cada vez más numerosa, con la importante consecuencia de que diversos profesionales pueden resolver situaciones de manera diferente. Esta eventualidad puede convertirse en una experiencia desconcertante por la escasez de recursos y de capacidades adquiridas durante el perı́odo de formación. Lo que significa calidad de vida es una cuestión personal e individual que se presta más a disquisiciones filosóficas que a una aproximación cientı́fica. El paciente es el mejor juez de su propia calidad de vida. Si presiente que su vida está en peligro, entonces es presa de intensa angustia y desazón. La práctica de la medicina es un encuentro entre 2 personas que crean una relación de carácter fiduciario (basada en la confianza). El médico y el paciente establecen una relación directa que propicia el intercambio y la mezcla de valores, de intereses y de emociones. Autor para correspondencia. Correo electrónico: oncsoj@humv.es (J. Sanz Ortiz). El diccionario de la Real Academia Española de la lengua define desasosiego como la )falta de sosiego* y sosiego como )quietud, tranquilidad, serenidad*. Nuestro diccionario no recoge la palabra disconfortabilidad, pero transmite un sentimiento similar. Por tanto, podrı́amos definir por analogı́a el desasosiego como la falta de quietud, tranquilidad o serenidad. Los pacientes con neoplasias avanzadas que se encuentran en los momentos finales de su vida presentan sı́ntomas que con frecuencia no se controlan con la medicación habitual utilizada para tal fin. Estos sı́ntomas se conocen como refractarios3,4 y son una indicación de sedación paliativa5. Dentro de este grupo de sı́ntomas encontramos aquellos que pueden observarse no sólo por la percepción del médico, sino también por los signos mesurables; por ejemplo, la disnea se correlaciona con la taquipnea, el dolor con las escalas visuales analógicas de autoevaluación, la obstrucción intestinal con la presencia de sectores hidroaéreos en la radiografı́a simple de abdomen, la hemoptisis o la hematemesis pueden cuantificarse dándonos una idea de la magnitud de la hemorragia y el sı́ndrome confusional y la agitación psicomotriz pueden evaluarse con un examen neuropsiquiátrico adecuado. Como hemos descrito, todos los sı́ntomas refractarios pueden calibrarse, ya sea con los hallazgos obtenidos de un examen fı́sico o con pruebas complementarias. Sin embargo, el desasosiego a veces se presenta de forma aislada en los pacientes cuando el momento del fallecimiento se aproxima, y no puede valorarse mediante ninguna maniobra exploratoria ni prueba diagnóstica especı́fica, pero sı́ es posible percibirlo y estimarlo de forma inequı́voca por parte de los cuidadores. El hecho de no poder cuantificarse genera el problema de quedar sujeto a una interpretación subjetiva y, por tanto, actualmente no se considera como un sı́ntoma por sı́ mismo, a pesar de que el paciente lo sufre y lo siente como tal. Todos los profesionales sanitarios que acompañan a los pacientes en su etapa final de la vida reconocen este estado de desasosiego y cualquiera de ellos podrı́a identificarlo, aunque probablemente ninguno sabrı́a definirlo. Incluso el propio paciente que lo sufre suele describir su situación como un estado en el que no se encuentra bien, pero no sabe exactamente lo que le pasa. No tiene dolor, no está agitado, no tiene crisis de ansiedad, pero no se siente bien. En la mayorı́a de los casos, el desasosiego no queda reflejado en las historias clı́nicas o si se hace, la referencia queda restringida únicamente a definirlo 0025-7753/$ - see front matter & 2008 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.medcli.2009.02.019 ARTICLE IN PRESS Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 670 J. Sanz Ortiz, A. Martı́n Carnicero / Med Clin (Barc). 2009;132(17):669–670 malestar general o mal estado general. Todos los profesionales sanitarios coincidirı́amos en definir el desasosiego como el estado de intranquilidad, nerviosismo y angustia que experimenta un paciente con una enfermedad en fase terminal en los momentos previos a su fallecimiento. Una vez definido el desasosiego, la pregunta radica en si deberı́amos considerarlo como un sı́ntoma refractario y tratarlo en consecuencia como tal. Siendo estrictos y ateniéndonos al criterio cientı́fico, no deberı́amos considerar valoraciones ni apreciaciones subjetivas y, por tanto, únicamente deberı́amos guiarnos por sı́ntomas observables y medibles. Pero no es posible basarse sólo en los hechos (objetivos) para tomar decisiones, también es necesario contemplar los valores (subjetivos). Valores como la alegrı́a, la pena, la esperanza, el sufrimiento o el desasosiego junto con todas las prioridades del paciente que no son cuantificables, sino que se estiman como cualidades. Por otro lado, nos encontramos ante un paciente en la fase final de su vida que está sufriendo una experiencia fı́sica y emocional desagradable que además puede llagar a ser refractaria al tratamiento habitual y que es irreversible. Los sı́ntomas refractarios y el desasosiego comparten que pueden suceder juntos o por separado y que pueden manifestarse en la misma etapa de la evolución de la enfermedad (final de la vida) y en el mismo espacio (casa u hospital). La diferencia está en que el desasosiego es estimable y los sı́ntomas refractarios son observables. Los cuidadores perciben bien el desasosiego en el final de la vida y los pacientes lo expresan poco, pero en cualquier caso y en el momento que se produce su intensidad la percepción es máxima. En el año 2008 en el Servicio de Oncologı́a y Cuidados Paliativos del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla han fallecido 165 personas en la planta de hospitalización y 190 en su domicilio. En nuestra estimación, la presencia de desasosiego se ha manifestado en diversas y no poco frecuentes ocasiones. Creemos que este sı́ntoma, no clasificado en las guı́as al uso, debe identificarse, contemplarse como refractario y tratarse adecuadamente. Ser testigo del desasosiego en la fase agónica conmueve e invita a la acción paliativa. Hablamos de responsabilidad, porque no cabe duda que asumir un estado de ánimo como un sı́ntoma tiene también sus riesgos, ya que no puede considerarse a todos los enfermos de cualquier proceso con desasosiego como un sı́ntoma refractario pre mórtem, ya que en muchas ocasiones hay estados transitorios de desasosiego que pueden resolverse, por lo que es fundamental contextualizar el problema, delimitarlo y actuar según la lex artis. La práctica de la medicina es una ciencia, aunque hay una brecha entre los acontecimientos universales y los acontecimientos particulares. Es una técnica o un )saber hacer* práctico y no sólo un conocimiento teórico y es un arte hermenéutico (interpretativo), porque la intuición humana, el juicio clı́nico y la evaluación son necesarios para la toma de decisiones y no caben ni en la ciencia ni en la técnica. Maimónides en el siglo XII decı́a que )dentro de la medicina no existen leyes absolutas; cada estado, cada individuo, exigen una atención especial*6. Es necesario sintonizar con la idea central del alivio de sı́ntomas (enfermo) más que con el tratamiento de la causa que los provoca (enfermedad). Los cuidados del final de la vida son cuidados intensivos de comodidad, siendo el bienestar de la persona el objetivo principal. La persona abocada a su propia muerte, antes de morir, trata de confiar a quienes la acompañan lo esencial de ella misma. Un ser humano nunca ha dicho su última palabra sino que siempre se encuentra en proceso de construirse a sı́ mismo, perfeccionándose y realizándose, y en todo momento es capaz de transformarse, incluso en las más duras crisis de la vida. Siempre está a tiempo para cambiar su opinión o sus prioridades. El objetivo primordial de la asistencia sanitaria es maximizar el bienestar de cada paciente. Por tanto, debemos estar atentos y ser prudentes para que nuestras decisiones alcancen lo que en ese momento es de más interés para el enfermo. Compartimos el pensamiento de Fernando Savater: )Con los hombres nunca puede uno estar seguro del todo. Por mucha programación biológica o cultural que tengan, los humanos siempre podemos optar por algo que no esté en el programa*7. La vida es difı́cil. Nos encontramos en ella sin darnos cuenta y cuando nos acostumbramos llega el final. Ese final temido por lo desconocido y por la incertidumbre hacia un dudoso futuro. Un final sentido y anunciado ocurre en el caso de los pacientes con enfermedad terminal. Cuando se confirma el progreso de la enfermedad, cuando todos los tratamientos activos han fracasado y cuando la esperanza se va apagando, las personas sólo echan de menos el afecto, el cariño, la compañı́a y el trato humano. No debemos olvidar nunca que si la muerte es inevitable, morir de mala manera no lo es. Bibliografı́a 1. Sanz Ortiz J. Principios y práctica de los cuidados paliativos. Med Clin (Barc). 1989;92:143–5. 2. Los fines de la medicina. Informe Hastings Center de Nueva York. Cuadernos de la Fundación Vı́ctor Grifols i Lucas. Barcelona; 2004. p. 46. 3. Sanz Ortiz J. ¿Es posible morir confortablemente? Rev Soc Esp Dolor. 2007;8:603–5. 4. Porta i Sales J, Núñez Olarte JM, Altisent Trota R, Gisbert Aguilar A, Loncan Vidal P, Muñoz Sánchez D, et al. Aspectos éticos de la sedación en Cuidados Paliativos. Medicina Paliativa. 2002;9:41–6. 5. Sanz Ortiz J. ¿Es posible gestionar el proceso de morir? Voluntades anticipadas. Med Clin (Barc). 2006;126:620–3. 6. Schipperges H. La Medicina en el medioevo árabe. En: Historia universal de la Medicina. Tomo III. Barcelona: Salvat Editores S. A.; 1972. p. 85. 7. Savater F. Elecciones generales. En: Ética para Amador. Barcelona: Ariel; 1991. p. 163–81.