ENTREVISTA “A lo largo de la historia, los toros han demostrado tener una gran capacidad de adaptación” 12 Gonzalo Santonja Es ensayista y el actual director del Instituto Castellano Leonés de la Lengua. Es además un aficionado de pro, de los que postulan los toros como patrimonio universal. Y un defensor de la dehesa como ejemplo de desarrollo sostenible; y de José Tomás, de quien dice es la “Pureza con argumentos” –título de su último artículo dedicado al de Galapagar–. Hablamos de Gonzalo Santonja, estudioso del toreo capaz de remontarse unos siglos para, verbigracia, colocarle ‘banderillas doctrinales’ a las bulas papales que han ido jalonando la Historia. Texto: Laura Tenorio Fotos: Paloma Aguilar “N o nos engañemos, a lo largo de los años un aficionado llega a ver como mucho unas siete u ocho faenas verdaderamente grandes. Es la cifra que le oí contar a mi abuelo y que le he oído a aficionados de toda la vida de esos que llevan mucho tiempo viendo toros. Y me lo creo porque si yo miro para atrás, sólo recuerdo cuatro o cinco faenas memorables, alguna a José Tomás”, reconoce el ensayista. Pregunta | Usted se ha declarado tomasista. Respuesta | Sí, pero respeto a todos los toreros. Salvo a unos cuantos que dan un sainete con el descabello, cosa que me parece absolutamente indecoroso. Por lo demás, me cuesta mucho hablar mal de los toreros, a todos les encuentro virtudes. De hecho, creo que en mi vida habré salido una o dos veces aburrido de una plaza de toros. ¿Cómo se hizo aficionado? Soy de Salamanca. Allí era muy normal lo de jugar al toro, igual que jugar al frontón. Mucho de mis amigos eran hijos de ganaderos, por lo que ir a los toros era, repito, de lo más normal. ¿Su torero? El torero que más me ha impresionado ha sido El Viti. Hoy día, que somos amigos, me sigue impresionando estar a su lado. ¿Qué le veía? El Viti ha sido siempre una persona muy sobria, de gestos muy medidos, de gestos justos. Santiago ha sido la encarnación de la entrega y de la profesionalidad absoluta. Siempre se mostraba en torero. Hoy, esa actitud se la veo a Morante. El día del adiós en Madrid de Esplá, mientras Castella estaba aparentemente ajeno a todo, me encantó cómo Morante lo arropó. De los actuales, citado ya Morante, ¿podría dar más nombres? Ponce, que me parece que tiene la innata capacidad de torear a cualquier toro. Y si me voy a JT, puedo recordar de su primera etapa, la hondura de sus naturales; hasta entonces yo al menos no había visto torear así; después, desde que reaparece en 2007, ha puesto a muchos toreros en su sitio. La influencia de JT se ha notado mucho y se ha notado para bien. ¿A qué se refiere? En las comparaciones hay que ser razonables. No se puede discutir la calidad de JT, se podrán discutir actuaciones concretas, hechos puntuales, por ejemplo. Porque aunque todos tenemos fobias y filias, hay que intentar instalarse en el terreno de la objetividad. ”E n Literatura tenemos dos grandes elegías que son verdaderos patrimonios de la humanidad: la de Jorge Manrique y la de García Lorca al diestro Sánchez Mejías” Unos años después de editar La rebelión de las masas, Ortega y Gasset afirmaba refiriéndose al contenido de su obra que “el asunto es demasiado humano como para que no le afecte demasiado el tiempo”. ¿Gastará JT la misma condición con el paso de los años o con los años caerá en el olvido? No, evidentemente, como no ha caído Curro Romero. Claro que los toreros cambian, evolucionan, pero creo que JT lo hará desde unas dotes extraordinarias. Su último artículo sobre JT lo ha titulado: Pureza con argumentos. Coméntelo. Para mí, JT es un hombre que además de torear con una pureza escalofriante, más allá de los ruedos, ante la vida, mantiene una mirada limpia, sin presumir de nada. Cuando habla se le nota que es una persona acostumbrada a ser generosa, para él donar miles de euros, como hizo con el dinero recibido en el Premio Paquiro, no fue ningún gesto de generosidad sino algo normal en él. Desde luego, nada que ver con la actitud de muchos políticos. ¿Por qué en Cataluña, y en su opinión, a él y a los toros se les consideran subversivos? Porque es la verdad. Están combatiendo un estado de cosas que es manifiestamente artificial. Todos sabemos cuál es la historia taurina de Barcelona y que allí hubo hasta tres plazas funcionando. Hoy, ir a los toros allí se ha convertido para muchos en algo incómodo, entre otras razones por los constantes insultos. El problema es la impunidad de la que gozan los que insultan. De ahí que muchos decidan no ir a la Monumental o desplazarse a las plazas francesas. Lo decía Antonio Machado en las divagaciones de Juan Mairena: “… por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre”. Ante tal consideración, ¿a un torero le cabría algún privilegio? Es un dicho de Machado de su etapa de Castilla y como bien se entiende habla de la dignidad. Yo, que respeto muchísimo a los toreros, pienso que todos los hombres, toreros o no, tenemos la misma dignidad y somos iguales ante Dios y ante las leyes. Usted es profesor honorario en la Universidad de Iowa (USA). ¿Le han preguntado alguna vez en EEUU por los toros? Sí. Viajo siempre con distintas publicaciones, entre ellas revistas taurinas, que normalmente llaman mucho la atención. ¿Qué suele contar? Mi primer argumento siempre es el de la ecología, lo que el toro sostiene. Les cuento por ejemplo que sólo en Salamanca se conservan 8.000 encinas centenarias. Esto significa que la mayor extensión que hay en Europa de alcornoques, quejigos, melojos y encinas es la del campo charro. Y todo lo preserva el toro. O sea, 13 ENTREVISTA que en las dehesas encontramos el mejor ejemplo de desarrollo sostenible, tan de moda en estos tiempos. Hablemos ahora de las bulas papales, de las que tanto sabe. De hecho ha desmentido que Pío V dictara una bula contra los festejos taurinos –“De salute Gregis”. Según usted, sólo prohibió que se corriesen los toros, no el que se toreasen. Ahí procede una aclaración. El Papa escribe esta encíclica presionado por una serie de cardenales y por 70 teólogos españoles, que en aquella época era una cifra irrisoria. Cuando el Papa envía la encíclica a Felipe II y a las Diócesis nadie la promulga. El Rey, muy inteligentemente, le fue dando larga diciendo que iba a hacer algunas alegaciones, pero se demoró tanto que el Papa se murió. ¿Y cómo es que si no la promulgaron Gregorio XIII la anuló? Porque la bula entró en vigor sólo en aquellos sitios donde no había toros. Por eso, cuando Gregorio XIII dicta Exponis Nobis, lo hizo para anular algo que realmente nunca se había aplicado. Clemente VIII emitió la tercera bula: Suscepti Muneris, por la que los clérigos tenían prohibido asistir a los toros. ¿Data de ahí el que los curas empiecen a prescindir del alzacuellos? Je, je, je… Seguramente, porque los curas siguieron yendo. Eso sí, se disolvieron como tendido de los curas y empezaron a tener una presencia discreta en las plazas, no asistir en corporación para de ese modo no llamar la atención. Dejemos ahora las sotanas y volvamos a los de luces. Usted los defiende afirmando que “una cosa es el peligro de perder la vida y otra el riesgo de ganar la gloria”. Sí, la vida la vamos a perder todos. Para mí, el concepto fundamental es el de la vida con dignidad. Y un torero que ha elegido una profesión en vilo, que conlleva tanto riesgo, debe afrontarla con absoluta dignidad, porque sólo así ganará la gloria. ¿Es cierto que para usted la existencia del toro de lidia responde únicamente a razones estéticas? El toreo es un arte y la función de todo arte es la belleza. Por eso, el ganadero que cría el toro de lidia, lo cría por razones estéticas. ¿Qué se agostaría en España si el toro desapareciera? Bueno, eso lo dice Federico García Lorca: “Qué sería de España si cesasen los clarines de la corrida”. Él considera que una de las grandes aportaciones a la humanidad es el patri- 14 monio taurino y que nuestra cultura sería otra sin ese componente. En Literatura, por ejemplo, tenemos dos grandes elegías que son verdaderos patrimonios de la humanidad: la de Jorge Manrique y la de García Lorca al diestro Sánchez Mejías. Acaba de nombrar a Sánchez Mejías quien precisamente fue el mecenas de la Generación del 27. ¿Una casualidad? No, no. Ya pasaba con Ortega y con otros nombres del 98. Belmonte tuvo mucha presencia en los ambientes intelectuales. García Lorca hablaba de una falsa educación pedagógica que hacía que quienes estudiaban no se reconocieran en las manifestaciones populares. Era una educación elitista. Esto empieza a cambiar con el padre de los Machado, Demófilo. La Generación del 27 es como grupo el primer grupo intelectual que rompe con esa falsa educación. ¿Ha sido la del 27 la generación más taurina? Bueno, la evidencia nos dice que esa generación tiene a dos autores memorables, Lorca y Alberti, que han escrito dos obras cumbres. Para usted, “España es un país que con los toros se apasiona cuando se le dan razones, que no pretextos. De ahí que las plazas se llenen con JT”. Sí, claro. Cuando aparece un torero como JT y hace que la gente vaya a las plazas a pesar de que el termómetro alcance los 44º, eso es por alguna razón de mucho peso, nada que ver con el tedio que hemos vivido durante años. El otro día, aunque era en un teatro, con Ponce y el Viti en mano a mano, hubo un reventón. Y es que vuelvo a decir que cuando a la gente se le dan razones responde. Cuéntenos sobre esa iniciativa de “Los toros a escena”. Es una idea que surge con la intención de reunir a la gente del mundo del toro con intelectuales como Albert Boadella, Juan Manuel de Prada, Javier Villán, Salvador Távora o Andrés Amorós, que será quien dé el pregón en el próximo encuentro, en Salamanca. Será la IV edición y le vamos a llamar Memorial Julio Robles. Por cierto, ya que ha escrito sobre ambos, le pregunto: Si San Juan de la Cruz y Julio Robles –ambos de Fontiveros–, de haber sido coetáneos, ¿hubieran hecho una buena collera? Sí, desde luego. Julio tenía ese toque místico, ese sosiego que yo encuentro en los versos de San Juan. Antes de terminar, ¿qué tiene que decir del lenguaje taurino? Que está al orden del día. Fíjese, un día analicé uno de los discursos de Carod Rovira y encontré hasta ocho expresiones muy taurinas. Hay muchas palabras que en su día nacieron en los ruedos y que hoy se han generalizado. Un ejemplo es ganapanes, que se usaba para llamar, en el siglo XVI, a quienes sacaban arrastra los toros ya muertos. No había mulillas y lo hacían a cambio de un pan. Cuando entraron los tiros de mulillas desaparecieron, sin embargo la palabra sigue usándose. Se ha remontado unos siglos, ¿cree que dentro de otros tantos se seguirán celebrando corridas? Sí, claro, sólo que habrán evolucionado, porque si algo han demostrado los toros a lo largo de la Historia es que tienen gran capacidad de adaptación. Y eso, sin duda, es fundamental.