Dossier: El Viti y su visión del Arte del Toreo

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Dossier
Dossier de prensa
S.M. El Viti, 50 años de
Doctor en Tauromaquia
Este 13 de mayo se cumplen 50 años de la alternativa en el
ruedo de Las Vetas de Santiago Martín El Viti. Pero su memoria
sigue viva entre los aficionados, enamorados de la grandeza de
su toreo.
Con motivo de esta efeméride, taurplogia.com ha elaborado un
dossier de prensa, en el que se recopilan distintos textos
periodísticos en el que el gran torero salmantino expresa en voz
alta su forma de entender el toreo y la propia profesión.
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ABC, 13 de marzo 2001.
Con El Viti por la Maestranza
Manuel Ramírez
Han pasado ya, por los almanaques, que no por la memoria ni los
recuerdos, casi treinta y cinco años de la tarde de aquel 20 de abril del
sesentayseis en que Santiago Martín El Viti entraba en Sevilla sin que
nadie tuviese que pedirle, ni se lo había pedido nunca, y era la cuarta feria
de abril a la que venía, el carné de identidad porque la Maestranza sólo
pide el carné de sensibilidad.
El otro día bajó Santiago desde su Salamanca del alma a torear el toro de
la conversación a la verita casi del ruedo maestrante llamado por el Aula
Taurina para dictar la lección torera de sus maneras y, antes de empezar
a hablar, allá que nos fuimos al ruedo a buscar, desde el pensamiento,
aquel toro de Samuel y esos pocos metros cuadrados de albero, entre el
«siete» y el «nueve», entre la puerta de arrastre y la música, que le
bastaron a Santiago para redondear su antológica faena.
Poquito a poco, como con andares de paseíllo, se fue acercando a ese
terreno y uno veía en su semblante esa mezcla de gestos que no se saben
si están más cerca de la emoción que del sentimiento o arrimándose a la
nostalgia o templando sensaciones para que los repelucos de la pasión no
se le desbordaran en lágrimas. Y allí, en el silencio vacío de una plaza que
sigue igual de callada cuando se llena, recordábamos los afarolados con la
muleta en la izquierda, los interminables pases de pecho, larguísimo
naturales y hasta ese detalle, que en muchas otras plazas no se aquilatan
y aquí son de oro puro, de mirar, como hizo aquel día, despaciosamente,
como todo lo que realizó, a la música y, con un leve gesto, indicarle que
parara cuadrando al toro para buscarle la muerte recibiendo.
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Cinco veces, seis si contamos la media que redondeó la suerte, pinchó
Santiago como si el toro, que había sido de yema de San Leandro, hubiera
tenido huesos en todos sus adentros. A cada intento, una ovación mayor;
a cada encuentro, más humo echaban las palmas. Y, cuando aquel toro
cayó, Santiago tuvo que dar una vuelta al ruedo y hasta le pidieron otra
más porque todas parecían pocas. Y allí hablamos, a la verita misma del
burladero de matadores, de lo que significa para él Sevilla y la Maestranza
como templo del temple, como sensación permanente, cuando se entra en
ella, de sentir que a uno lo sienten e ir desgranando, con el mirar perdido
en el horizonte de su imperfecta redondez arquitectónica, la perfección
sublime de lo bien hecho.
Nada turbaba el silencio salvo el piar de algún vencejo que, en tardes
toreras, funde sus trinos con el repicar de los cascabeles de las mulillas en
el último tercio o el llamar a sabatina de la Torre Grande asomándose por
detrás de la puerta de cuadrillas.
Desde allí, despacio, a fuego lento, hasta el salón en que tenía que dictar
su lección torera para que encontrara el no hay billetes repleto de toreros,
de chavales que quieren serlo, de aficionados que lo vieron y los que,
gracias a los vídeos, lo pudieron ver para que se les escaparan a unos y a
otros ese óle seco, rotundo, que sale de las entrañas cuando se está
bordando un detalle, un natural o se improvisa un muletazo por bajo
cuando, ya la muleta liada y el estoque montándose, el toro se
descuadraba en arrancada imprecisa.
Recorrió en su lección, de pitón a rabo, lo mucho que fue de torero y lo
muchísimo que demostró de hombre cabal. Recordó a sus compañeros ay, Antonio Chaves Flores- con palabras exactas que le brotaban de su
cariño y admiración para abrochar la faena, haciendo pausas al decirlas
como cuando le daba sitio al toro entre tanda y tanda, hilvanando
muletazos, felicitándose por estar allí y felicitando a Sevilla por tener esa
joya de sensibilidad que llaman Maestranza. Qué tarde.
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Diario de Sevilla,29 de abril de 2011
"No cumplí mi sueño: ser mejor torero"
● El maestro salmantino afirma que la salida a hombros
en su doctorado con Gregorio Sánchez y Puerta le
motivó para el resto de su carrera
Luis Nieto
Coronado
por
una
cabellera nívea, llega
con
un
andar
pausado, preludio de
una
conversación
marcada
por
el
temple, ese misterio
que en la plaza lo
supo decir como muy
pocos. El tiempo se
detiene
ante
su
seriedad grave. El 13
de mayo se cumple
medio siglo de su
alternativa. Su voz
sueña a campana recia de la recia Castilla. Habla Su Majestad El Viti.
--Santiago, ¿qué supone cumplir estas bodas de oro con la profesión?
--Es algo que agradezco a Dios. Será como otro día, quizás algo más
atractivo.
--¿Qué recuerdos tiene de la alternativa?
--Lo más importante es que salimos los tres toreros a hombros. Gregorio
Sánchez, mi padrino, y Diego Puerta, que fue el testigo, y yo. Eso me
marcó y me motivó para el resto de mi carrera. Gracias a Dios estamos
los tres vivos, aquí, para contarlo.
--¿A quién se le ocurrió apodarle El Viti, abreviatura de Vitigudino, su
pueblo?
--Fue un íntimo amigo de la familia, de gran calidad humana e intelectual,
que era una especie de pontífice cada vez que hablaba. Era maestro. Se
llamaba Manuel Moreno Blanco. Lo hizo como una especie de ruego y
mando: "¡Como vas a ser muy importante, llevarás el nombre de tu
pueblo a gala!". Entonces yo, que era un chaval, cuando escuché eso, me
quedé petrificado. Me había cargado con una responsabilidad tremenda
para toda mi vida.
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--Ya de profesional, sus iniciales, S. y M., Santiago Martín, las emplean
para denominarle Su Majestad ¿Quién le bautizó así?
--Fue Delfín Val El Clarinero, un crítico de Salamanca. Lo de Su Majestad
El Viti se popularizó a raíz de mi alternativa y creo que la primera vez que
lo escribió fue cuando debuté en Madrid como novillero.
--En una carrera tan dilatada, se retiró y retornó ¿Qué motiva a una figura
del toreo a hacerlo?
--El físico se nota. Torear en España y en América tantos años seguidos te
machaca. Y tuve que tomarme ese descanso para poder meditar y
reflexionar con el fin de evolucionar.
--¿Cómo vivió el día de su retirada definitiva?
--Llevaba dos años pensándolo. Fue un día muy aciago. Todo lo contrario
de la alternativa. Supuso una lección de humildad. Fue el 17 de
septiembre de 1979, en Valladolid.
--Desde entonces, ¿qué sensaciones ha echado en falta?
--Nada. Porque ya años antes estaba preparado mentalmente.
--¿Por qué ya desde niño el pequeño Santiago quiere ser torero?
--Porque me crié en un lugar donde el ambiente tenía que ver con lo que
fue mi profesión. Había ganado y fiestas en todos los pueblos con toros. Y
de niño, en el día a día, jugaba al toro. También al frontón y al fútbol.
Además, en el taller de mi padre --Baltasar--, donde se hacían carros para
las labores del campo, nos fabricábamos con palos las banderillas;
también cornamentas simuladas. Ésa era mi vida. Eso y estudiar. Luego,
toreé en alguna capea. Y en el 55, en Vitigudino, ya toreé y maté una
vaca embolada morucha, de Pepe Martín.
--¿Cómo fue la experiencia?
--Como torero no sabía ni cómo ponerme. Todavía hay paisanos que me
dicen que estuve sensacional ¡Qué ciego es el amor! Si hubiera una
película de aquel día y la vieramos yo me moriría asustado, de cómo lo
hice.
--Usted tiene la marca de más salidas a hombros en Madrid ¿Por qué
tardó tanto en entrar en Sevilla?
--Es que no me ocurrió en Sevilla. Me ocurrió en Málaga, la primera vez
que fui. En Barcelona, Ledesma, Salamanca y hasta en mi pueblo, en una
novillada en mano a mano con Antonio de Jesús y el rejoneador Rafael
Peralta. Una novillada de desastre para mí. Y volví a empezar otra vez. En
Sevilla, como en todos esos sitios, no entraba porque no era capaz de
transmitir para que el público luego me lo cantara. Pero tenía esperanza y
lo conseguí.
--¿Cómo se vive esa comunión con el público?
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--Estás unido por un hilo al toro. No estás en el mundo.
--¿Hasta qué punto es verdad que el percance en Ceret, con fractura de
su codo izquierdo, influye para que toree mejor con la izquierda?
--Hay algo de realidad. El toro me había triturado el codo y el húmero. Me
volví zocato, zurdo, porque me obsesioné en que el brazo me sirviera. Los
cirujanos creían que me salvaban el brazo, pero que no podría volver a
torear. No me resigné a ello y me entregué hasta el punto de que me
olvidé del brazo derecho.
--Hasta tal punto que ha sido uno de los reyes del temple en la historia de
la tauromaquia ¿Qué es el temple?
--Es algo innato. No todo el mundo tiene esa virtud.
--¿Cuál fue su mejor faena?
--Nunca he podido encontrar ni una, ni cuatro, ni siquiera media faena. He
sido inconformista y cruel conmigo mismo en mi profesión. Por la noche
no conciliaba el sueño. Me pasaba mentalmente la película de la faena que
había hecho y veía que lo que había conseguido no era para mí suficiente.
--¿Aunque hubiera triunfado?
--Daba gracias a Dios porque el público había quedado conforme. Pero eso
no daba lugar para quedarme satisfecho.
--Santiago, ¿qué es el valor?
--La inteligencia, que es fundamental para el toreo y la vida.
--¿Y el miedo?
--El sentido de la responsabilidad.
--¿Qué componente esencial artístico tiene el toreo?
--La personalidad.
--El peor fracaso para un torero.
--Ser infiel a sí mismo.
--Ante un compromiso fuerte, ¿llegaba a pensar en la muerte?
--No. Estaba responsabilizado en lo que tenía que hacer y no me daba
tiempo a pensar en la muerte.
--¿Por qué cerró su etapa de ganadero?
--Se me acabó la capacidad de aguante. Tengo la ilusión de lo que está
consiguiendo mi paisano Capea. La vida da más cornadas que la profesión
de torero. Y el problema era económico.
--¿Es un negocio ruinoso?
--Nunca ha sido negocio, aunque han existido excepciones.
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--Como torero, ¿le quedó algún sueño por cumplir?
--Muchas cosas.
--¿En concreto?
--Ser mejor torero. Todavía lo sueño. Ya no puedo.
--¿Y de aquel chaval que empieza a soñar con ser torero?
--Todavía tengo ilusión. Todavía sueño con torear, hasta cuando estoy
despierto. Pero las limitaciones del hombre cuerdo me lo prohíben. Y
espero seguir cuerdo, no dejarme llevar por la vanidad. Hay que evitar
hacer el rídiculo. A mis 72 años... El toreo tiene que ser en plenitud de
facultades. La fruta tiene su caducidad.
●El texto original de esta entrevista puede consultarse en la dirección:
http://www.diariodesevilla.es/article/toros/963240/no/cumpli/mi/sueno/ser/mej
or/torero.html
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El Mundo, 18 de abril de 2011
EL VITI, 50 AÑOS DE ALTERNATIVA:
'YA NO PUEDO CON EL PESO DE MI
RECUERDO'
● " ¡Qué poca importancia le damos a la idea del hombre en el
mundo de las ganaderías! ¿En qué se parecía lo de Arturo
Fernández Cobaleda a lo de Paco Galache y Barcial? En nada, y
eran el mismo encaste (Vega Villar). El hombre es que el
cambia los tipos. Lo que se ha perdido es la potenciación de las
castas. Mire en México
lo que se ha hecho con
lo de Santa
Coloma/Saltillo. Aquí
tenemos otro carácter.
La mano del hombre..
Zabala de la Serna
A Salamanca siempre llega
la primavera con dos meses
de retraso. El pelo de
invierno de los toros lo
delata y la piedra vetusta
de la ciudad desprende un
frío de siglos. Santiago
Martín
espera
en
una
cafetería de la Plaza Mayor
con su cabeza nevada
inclinada
sobre
un
periódico. Impone El Viti
con su solemnidad de
campanario castellano. La
sesión fotográfica sirve para
romper el hielo, aunque al
maestro la cámara le da
miedo «porque entra en tu
soledad
y
conoce
tus
secretos». Habla como con
un eco de catedral en
silencio, como si su voz
reververase en las bóvedas
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de su pasado. La gabardina es lo único que no desnuda el objetivo de
Pepe Aymá. La mirada de S.M. descansa sobre las hamacas de sus ojeras
de tristeza. Algo de eso las hace más graves.
Sopla un viento de navaja y esquina que trae, como si el destino lo
hubiera preparado, a Alipio Pérez-Tabernero por el centro de la calle; en
su casa pastaron los toros que engalanaron la alternativa de El Viti hace
50 años (Madrid, 13 de mayo de 1961), que es lo que celebramos
madrugadores. Un abrazo funde la historia viva de la Salamanca taurina.
A pasitos cortos, Alipio se despide con sus 90 años a cuestas de su ínfimo
cuerpo y nosotros buscamos un refugio para la palabra. Por el camino
largo paran a Su Majestad una, dos, cinco veces para reverenciarle.
Pregunta.- Maestro, le adoran.
Respuesta.- Es porque uno ha adorado mucho a su tierra y a sus
ancestros. La obligación que tenemos todos es potenciar nuestras raíces,
potenciarlas y exponerlas y llevarlas con orgullo. Tuve una cuna humilde
pero con unos valores.
P.- En la vida, como en el toro, ¿se recoge lo que se siembra?
R.- Creo que en el toro no hemos sembrado... No hemos sabido mantener
esa importancia que ha tenido el toro. En nuestra época ya empezó a
aflojarse ese misterio. El hombre está atado al pecado y se deja llevar por
la tentación, pero en algunos momentos respondíamos. A los sitios, a las
ferias, hay que ir como corresponde, sino es mejor no ir. Recuerdo a
compañeros que me decían «¿por qué vas tanto a Pamplona, si allí no hay
quien vaya?». Yo llegué a la alternativa de Madrid, con las dos corridas de
toros de Madrid, y en Pamplona, sin haber ido ni de novillero, ya me
habían contratado. Y me sentí tan agradecido... Fue la primera corrida de
toros que cerró Florentino [Díaz Florez, su apoderado].
P.- Y le cantaron aquello de «¡El Viti, El Viti es cojonudo, como El Viti no
hay ninguno!».
R.- Hubo que ganarlo. Fue una explosión, una coincidencia. Una anécdota,
pero tiene su relevancia como expresión de un pueblo. Para mí Pamplona
es el no va más en una profesión tan dura como la nuestra, porque el
primer objetivo que tienen ellos marcado es el toro. Y es el único que nos
ha dado todo, el único que no te falla. Y qué poco le hemos dado y qué
poco le hemos correspondido. ¡Si la Fiesta de los toros es el toro!
Debíamos estar hablando constantemente del toro, los profesionales los
primeros.
(El dueño del restaurante donde almorzamos es familia de Vicente del
Bosque. Viene a la mesa a saludar. Al seleccionador de España y a El Viti
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les une la tierra y el temple. Se lo apunto al maestro una vez recuperada
la intimidad).
R.- Vicente es un hombre de un temple especial.
(Una llamada interrumpe, cambia el tercio, volvemos al toro y el maestro
sigue, sin necesidad de pregunta, por el hilo de la Fiesta).
R.- El toreo siempre es una continuación. Somos nosotros los diferentes.
No hemos inventado nadie nada. La esencia es el toro. Nosotros, le decía
un día a Curro, no hemos llevado todos los parabienes, pero hemos
soslayado el toro.
P.- En su época, mentar a Camino, Puerta y El Viti era nombrar a la
santísima trinidad de los 60. ¿Cómo definiría a Paco y cómo a Diego?
R.- Paco ha sido de los toreros que poseían una inteligencia preclara. En
su reflexión lo tenía todo muy rápido para hacerlo, incluso con el que
carecía de faena para quitárselo de enmedio con esa facilidad tan difícil.
Era pragmático Paco. Diego Puerta tenía un amor propio en el que su
corazón mandaba más que su inteligencia [las cornadas las da el corazón,
explica, y las digiere la cabeza]. Por eso estaba tanto en la cama. No
había ningún toro malo para él. Rompía con los cánones clásicos que
decían que cada toro tiene su lidia. Él le pegaba pases, se los pasaba de
verdad, emocionaba, nos asustaba. Le he admirado muchísimo. Paco
decía que con Diego se podían hacer tres Esparteros.
P.- ¿Existía rivalidad por encima de la amistad?
R.- En aquellos años todos teníamos rivalidad. Ordóñez, César Girón, Julio
Aparicio, Gregorio Sánchez, Miguelín, Mondeño, nadie se quería dejar
ganar nada. Porque estábamos hechos en una época dura que nos
marcaba. Era la fórmula de ser. Sin embargo, aquello lo convertíamos en
una relación más profunda que no puede haber ahora.
P.- ¿...?
R- Porque todo se ha diversificado más. Por las prisas de salir, de marchar
y no quedarte. Todavía teníamos la costumbre, lo mismo cuando íbamos a
tentaderos en Sevilla que en Salamanca, de tirarnos horas y horas o toda
la noche después de cada tienta hablando de toros. Nos reuníamos más.
Las prisas han podido con todo, creo que hasta con el temple. Yo por lo
menos lo echo en falta. No es lo mismo torear despacio que torear limpio.
Luis Miguel templaba, Curro Romero, Fuentes... La única virtud no es sólo
el temple, ojo, el mando, la profundidad también, pero cuando consigues
el temple es otra cosa.
P.- Rafael Duyos subrayaba en el poema que dedica a Fernando
Domínguez su capacidad de transfigurarse a tiempo delante del toro
bravo.
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R.- Es que es fundamental. Hay que transformarse. Si el torero no se
transforma delante del toro no llegas [a los tendidos], no te dan
importancia. Duras nada. Uno de los toreros que yo he conocido que más
se ha transformado ha sido Andrés Vázquez, que es así [señala con la
palma de la mano la altura de un hombre de la Tierra Media], qué hombre
con menos recursos físicos. Y se convertía en un torero buenísimo, cómo
conectaba con la gente.
P.- Han pasado 50 años de su alternativa.
R.-Todavía no he sido capaz de valorarlo, de medir su valor. Todos los
días cuando me acuesto agradezco tantas y tantas cosas que Dios me ha
dado, y ahora alcanzar esto. No para festejar ni hacer ningún tipo de
manifestación porque sean 50 años, porque el anterior fueron 49, el otro
48 y así progresivamente.
P.- ¿Por qué no quiere homenajes y ha rechazado que la Comunidad de
Madrid le rinda tributo con una magna exposición en Las Ventas?
R.- Me lo preguntó el otro día mi mujer. Los homenajes se deben
realmente al toro, a los toros que me han dado la posibilidad de que ahora
me quieran hacer homenajes, y en todo caso al público que me ha
aguantado y que es quien me ha puesto en el lugar de admiración. Lo
único que yo hice cada tarde fue conseguir su atención, que supiese que
quería ser torero, que quería emocionar. Aquél era mi tope de ilusión. A
Dios y a los públicos les debo lo que soy y donde estoy. Yo todos los 13 de
mayo desde hace 50 años he hecho lo mismo, estar con mi familia sin
hablar siquiera de toros. Mi vida ya es de otra manera, así la pensé. Hay
que ser realistas, yo ya no vivo de la alternativa, ni de aquella faena ni de
la otra. Ni del recuerdo que me haya escrito alguien. Guardo para mi
familia aquellas cosas que fueron fiel reflejo, para que quede constancia.
Aquella entrada, este cartel, una crítica, la que era de esta o de otra
manera, porque se trataban de críticas y enseñanzas. Festejos de
reconocimiento no me encajan en mi forma de ser. Jamás soñé con ello.
P.- Pero es bonito que después de tanto tiempo la gente le tenga presente
en su memoria y en el corazón.
R.- Es como un peso que ya no puedo con él. He podido con las críticas
duras, he provocado pasiones y lo contrario, broncas, como eran las
broncas de antes, que hoy ya no hay broncas, pero ahora...
P.- ¿Usted siempre ha sido tan solemne?
R.- ¿Solemne? No lo sé. Yo lo que nunca tenía es prisa. Muchas veces
cuento que cuando trabajaba ayudando a mis padres en el taller de los
carros, me encantaba pintar toros en sus «chasis». Y mi padre siempre
me azuzaba para que terminarse de pintarlos. Yo no tenía prisa, lo que
quería era que saliera perfecto. Para eso fui torero. Siempre he sido
persona sin prisas. (Se queda pensativo) Las cosas que se han escrito...
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P.- ¿Explíquese?
R.- Un día llamé al periodista de televisión Lozano Sevilla para aclararle
que no había que confundir el tocino con el torrezno, como dicen en mi
pueblo. A mi me gustaba hacer tres movimientos en la suerte de matar
para recrearme. Un adorno. La suerte del volapié es otra cosa. Le indiqué
que ya me estaba haciendo perjuicio con lo de «los tres tiempos», que
venía de antiguo, citar, embrocar y vaciar, pero que no era aquello. Otros
lo han hecho mejor que yo, como Camino y Rafael Ortega. Sí me salía
bien la suerte de recibir. Fui eficaz más que gran estoqueador.
P.- ¿Antes había más románticos?
R.- Hoy en día a uno se le puede decir «eres un romántico». Pero a uno.
Entonces había muchos y se la jugaban de verdad. En el 67 o 68 me
empeñé en matar la de Miura en Madrid y si no no toreraba. Florentino
montó en cólera porque interpretaba que imponer mi postura era vejación
de sus funciones como apoderado. Incluso me llamaron Livinio Stuyck y
luego Jardón. Nadie me preguntó por qué quería hacerlo.
P.- Se lo pregunto yo, ¿por qué?
recientes incluso. Domingo Ortega reapareció en Sevilla con una corrida
de Miura. Te vas más atrás, Gallito, Belmonte que ninguna necesidad
tenían. En el toreo la figura debe ser como la mujer del César, serlo y
parecerlo. Si no llego a hacerlo, me retiro. No era un gesto cualquiera,
sino el gesto con el que el público me iba a respetar.
P.- ¿Que fueron de todas las maravillosas ganaderías de su época, del
esplendor del campo charro, de las que están desapareciento ahora
(Atanasio, Cobaleda, Galache)?
R.-¿Y en la época de Juan Belmonte y Joselito? Todas aquellas
desaparecieron. Se da el caso de que el originario no lidia y la procedencia
sí lidia. Fíjese Atanasio, Conde de la Corte, Juan Pedro Domecq y sus
derivados. Los atanasios en mano de los Fraile funcionan.
P.- ¿La muerte de las ganaderías forma parte de un ciclo natural como en
los vinos?
R.- ¡Qué poca importancia le damos a la idea del hombre en el mundo de
las ganaderías! ¿En qué se parecía lo de Arturo Fernández Cobaleda a lo
de Paco Galache y Barcial? En nada, y eran el mismo encaste (Vega
Villar). El hombre es que el cambia los tipos. Lo que se ha perdido es la
potenciación de las castas. Mire en México lo que se ha hecho con lo de
Santa Coloma/Saltillo. Aquí tenemos otro carácter. La mano del hombre...
[Cuando repasa la dehesa salmantina, habla don Santiago con un timbre
de voz en off que recuerda al de Félix Rodíguez de la Fuente y expresa su
izquerda con el codilleo accidental que marcó su toreo al natural ].
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P.- ¿Qué hacía un señor de Vitigudino triunfando en México?
R.- Todo es proyecto cerebral. Sueños de niño, cosas que se van forjando.
Uno no nace torero. Yo he sido torero porque me crié en el ambiente de
serlo. Mi padre estaba de mozo en Cuba y mi abuelo lo reclamó a España
para que le echara una mano en el taller. Si hubiese nacido en La Habana,
habría sido otro personaje, otra persona, ¿o cree usted que Santiago
Martín hubiera sido torero?
P.- Mulato pero torero, maestro.
●El texto original de esta entrevista puede consultarse en la dirección:
http://www.zabaladelaserna.com/SalidasASP/publicaciones.asp?Seccion=2&subS
eccion=6&Numerador=1144&Viene=S
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La Razón, 10 de mayo de 2011
Santiago Martín «El VitI» / Matador de toros
«Si el toro no es auténtico, adiós a la
Fiesta»
●El próximo 13
de mayo se
cumplirán
cincuenta años
de la
alternativa de
Su Majestad El
Viti en Las
Ventas,
doctorado
coronado con
una puerta
grande, que se
repetiría hasta
sumar un total de catorce, una cifra aún inabordable
Ismael del Prado
Símbolo tan universal como la Plaza Mayor, la Universidad o la Casa de las
Conchas, Santiago Martín «El Viti» es Salamanca. Un mito del toreo
convertido en icono de una ciudad en la que no pasan ni dos minutos
antes de que Su Majestad del toreo se detenga a saludar a alguien por la
calle. Cercano y humano, saluda a unos y se interesa por otros. Con todos
se detiene. Todos le conocen. Sonrojado, reconoce haber recibido en casa
cartas con su nombre como único remite. Sin dirección alguna. Este San
Isidro será especial para el de Vitigudino. Cincuenta años. Medio siglo
desde que el 13 de mayo de 1961 tomara la alternativa y saliera por la
puerta grande de Las Ventas. Le seguirían muchas más. Hasta catorce.
Nadie le ha igualado.
–Enhorabuena por el aniversario. Le han brindado unos cuantos
homenajes.
–Bueno, en realidad, la primera fue de novillero un año antes, así que ya
son 51. Lo importante es que vayan cayendo siempre. Por eso, ya lo voy
festejando yo, día a día. En estas fechas, siempre supone un recuerdo
entrañable.
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–¿Qué momentos se le vienen de aquel día tan especial?
–Ahora son más reposados, pero en activo, tienes que apechugar con lo
logrado y se acaba convirtiendo en una carga, porque te obliga aún más
cada tarde.
–Catorce cargas…
–No he querido nunca ni enumerarlas…De hecho, ahora mismo sólo se me
vienen a la cabeza tres o cuatro, las más significativas, sobre todo, en las
que salí rodeado de mis compañeros de cartel. Esta profesión es de
compañeros. De todos, no de uno solo.
–Junto a ellos, dieron lugar a una segunda Edad de Oro del toreo.
–No debo juzgarlo yo, pero esas décadas de los 60 y 70 es cuando más
toreros de gran interés ha tenido la Fiesta. Además, toreábamos
muchísimas corridas.
–A pesar de ese compañerismo, había una tremenda rivalidad entre
ustedes.
–No estaban reñidas. Había un gran respeto entre los toreros. Ahora es
diferente. La comunicación antes era mayor: en los traslados, los hoteles,
comíamos, íbamos juntos a América... Convivíamos. Eso sí, en la plaza, lo
estrictamente necesario. Teníamos esa frialdad para distinguir.
–Antes afirmó que toreaban más. Concretamente, compartió 156 paseíllos
con Diego Puerta y 189 con Paco Camino. No le daban la espalda a los
duelos directos.
–No. Es el epicentro de todo. Es como el dicho de «Madrid da y quita»;
mentira. Madrid nunca ha quitado nada. Al contrario, sólo ha dado a los
que tienen y a los que quieren. Al que no tiene, no se le puede quitar
nada. Me enorgullece que el haber coincidido tanto con ellos en el ruedo
ha dado paso a una amistad muy fuerte entre los tres.
–Suman unas cuantas puertas grandes...
–Las salidas a hombros son ahora más secas, frías, porque no son tan
espontáneas. Los aficionados no le dan esa pasión porque los
profesionales de hoy priorizan precisamente el salir a hombros, no el
público quien busca sacar a los matadores en volandas. Además, mis
compañeros trataban de favorecer al toro, de lucirlo, pero claro como no
iban a ir con el animal a cuestas… Pues todos a por los toreros. Además,
conviene recordar que en todos los carteles siempre se anuncia corrida de
toros, no de toreros.
-Cuidaban su herramienta.
-Parece que actualmente se pone más empeño en dar importancia al toro,
como si hubiéramos caído en la cuenta del error.
–Sin embargo, algunos encastes agonizan…
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-En todas las épocas del toreo, hubo ganaderías, toreros, suertes,
hábitos... que desaparecieron. Y lo hicieron, porque vinieron otros nuevos.
Es algo que sigue vivo, no digo que sea bueno o malo, porque hay de
ambas, pero lo que sí hace es refrescar el espectáculo.
– Uno de esos pioneros que llegan de cuando en cuando fue el recién
fallecido Juan Pedro Domecq...
–Su gran virtud fue dar continuidad al trabajo de su familia. Una estirpe
con una gran raza ganadera, que ha mamado desde pequeño dentro de
sus dehesas.
–¿No le entra vértigo al pensar fríamente que alcanzó unas cifras que
nadie ha igualado?
–Lo que sí veo es lo que hacen otros ahora, que yo admiro como si no
hubiera hecho nada. Supongo que será por la forma de torear. De algo
sabes que existe, que existe de algo la nada. Lo que crees que has
conseguido, al final, no es lo que te llega a convencer.
–¿Y qué le llenaba como torero?
–Me preocupaba ir ganando cuota, mejorar. Era el aliciente.
–¿Hay más conformismo en el toreo de hoy?
–Es posible que se haya malinterpretado la humanidad en la Fiesta de los
toros. Al humanizarla se ha debilitado. Se ha perdido ese respeto a la
dureza indudable que entraña ser torero. El culto al matador de toros. Si
seguimos restando elementos que rebajan la integridad de este
espectáculo, estamos perdidos. El toro debe ser auténtico y el día que no
lo parezca, adiós Fiesta. Porque ésta es toro, toro y TORO y, luego, torero,
que se beneficia de la res, pero siempre los últimos e indirectamente.
–¿Era auténtico «Arrojado»? ¿Estuvo bien indultado en Sevilla?
–Cuando es por el bien del toreo, por supuesto. Y lo fue. Si hay que
pecar, en estos casos, que sea por exceso, porque... ¿Dónde está la
perfección? ¿Existe un modelo?
–Casos como éste desdicen aquello de que el indulto está reservado a
cosos menores, ¿tardaremos en ver un indulto?
–No se puede salvar a todos, pero ya hubo toros con motivos de sobra
para ello en su día. Vivir de los tópicos no es bueno, hay que vivir el
momento y, en Sevilla, la mayoría del público estaba enloquecido. En
Madrid, en Sevilla; hay grandes aficionados y, cuando se apasionan, es
por algo. No hay que ser inflexible en la norma, en el patrón. Volviendo a
lo que hablábamos antes de la escasez de sangres, ¿no estarían ahora
mejor esos encastes si hubieran tenido más indultos y futuros sementales
con los que depurar sus ganaderías? Ya entonces, en el callejón, mientras
lo arrastraban, nos lamentábamos: «Vaya toro se ha perdido...».
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–Volviendo a la Feria de Abril, con sus triunfos allí, parece que El Juli y
Manzanares llegan con ventaja a San Isidro, ¿no?
–Ambos estuvieron sensacionales. Con la ilusión del que empieza.
Hambrientos. En ocasiones, se echa en falta esa ambición.
–Cambiando de tercio, ¿habrá milagro en Barcelona?
–La Fiesta siempre ha sufrido vaivenes impulsados por las contiendas y las
Administraciones –que ahora además son más relevantes que entonces,
porque arrastran más a la masa–. No es nuevo, ya sucedió en la
República, pero la corriente de réplica que surgió abolió cualquier acuerdo.
Sin embargo, esta vez, ese efecto contrario está contaminado por interés
políticos y económicos. Después de la pataleta e indignación del momento,
ya lo pienso con franqueza y, por lógica, pasarán los años y los hijos o los
nietos de aquellos que han intervenido para consumar esta prohibición,
pedirán cuentas a sus mismos padres. «¿Por qué hicisteis esta barbarie
sin argumentos?».
–En estos «tira y afloja», Francia siempre nos ha sacado ventaja.
–No es nuevo. Ya en la ocupación francesa. Aquel hombre que llamaban
grotescamente Pepe Botella instauró el boleto que debía pagarse por
presenciar en directo corridas de toros. En el pasado y en el presente,
Francia ha tenido un espíritu diferente para los toreros, les ha despertado
sensaciones distintas. Lo que han hecho, ahora, es darnos una nueva
lección, así que, cojámosla y aprovechémosla.
–¿Tuvo que ver quizás que haya faltado, o que haya aparecido tarde, ese
compadreo que como dice abanderó a su generación?
–Tengo una enorme esperanza en la simiente que hay en el toreo. Tiene
que resurgir. En realidad, no hay grandes cambios, sigue habiendo toros,
toreros, aficionados y gente con las mismas ansías, negativas y
expresiones de que la Fiesta va a desaparecer.También decían que
después de Guerra y Machaquito, era el fin de los toros y, miren ustedes,
aquí estamos...
Las figuras
–Con sus triunfos allí, parece que El Juli y Manzanares llegan con ventaja
a San Isidro, ¿no?
–Ambos estuvieron sensacionales. Con la ilusión del que empieza.
Hambrientos. En ocasiones, se echa en falta esa ambición.
–¿Qué le parece Morante?
–Un gran torero (se le ilumina la mirada). Único. Y eso que no ha tenido
nunca la colaboración que otros en factores externos, como los sorteos.
Con tres lances, es capaz de poner patas arriba cualquier plaza.
–El gran ausente será José Tomás...
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–Es un portento de profesional, de inteligencia y de hechos. Ahora, todos
estamos pendientes de que supere su situación física y psíquicamente. Lo
espero más por él que por el público, porque se lo merece.
–¿Y del resto?
–Hay toreros con muy buenas condiciones, con esas ganas y ambición tan
necesarias. Los veo e incluso tienen más técnica que yo en su día. Pero
algunos, luego no tienen recursos. No les funciona la mente y, sin las
neuronas entrenadas, lo siento por ellos, pero es imposible, porque el toro
no entiende de lógica, no es sólo teoría.
●El texto original de esta entrevista puede consultarse en la dirección:
http://www.larazon.es/noticia/3396-el-viti-si-el-toro-no-es-autentico-adios-a-lafiesta
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Diario Palentino, 3 de abril de 2011
SANTIAGO MARTÍN ‘EL VITI’, matador de toros:
«No conviene quedarse en el pasado,
pero sí sacar provecho de la historia»
● «Nuestra
profesión
encierra tanta
carga de pasión
que es fácil
acabar cayendo
en la vanidad»
JORGE CANCHO
Templó
como
nadie
con
la
muleta y ahora lo
hace igual de bien
con el verbo. Y si
grande fue en los ruedos, tanto o más lo es fuera de ellos. Este año
celebrará sus Bodas de Oro de alternativa y el 29 de abril presentará su
libro ‘Santiago Martín El Viti: La leyenda’, escrito por Paco Cañamero y
prologado por Vicente del Bosque. Estamos ante el matador que más
veces ha abierto la Puerta Grande de Madrid -14 en total- y sin embargo
para él esto no deja de ser una anécdota más de su trayectoria, lo que le
distingue como profesional y como persona.
--2011 es un tanto especial por aquello de sus 50 años de alternativa. ¿Es
muy dado a estas efemérides?
--Pues no mucho, como tampoco soy supersticioso. Tanto es así que la
alternativa la tomé el 13 de mayo coincidiendo con el décimotercer festejo
en el que actuaba aquel año. Y no es que fuera en contra de nada, sino
que siempre he pensado que el 13 es un número más. Sin embargo, como
hombre de fe que soy, ese día me hizo ilusión tomar la alternativa ya que
era la Virgen de Fátima.
--Dentro de un mes se presenta su libro El Viti: La leyenda. Adelántenos
un poquito sus contenidos...
--Me emociona ya no el hecho en sí del libro, sino el que haya sido
prologado por Vicente del Bosque a quien siempre he admirado como
amante del fútbol que soy y por ser un ejemplo de humanidad. En el
fondo es un halago que me empequeñece. En cuanto al contenido, pues
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cuenta de todo, momentos buenos, menos buenos e incluso malos.
Vivencias y profundidades que he sentido en mi profesión. También hay
alguna cosa inédita que por ser real conviene que se sepa. Pienso que
Paco Cañamero lo ha sabido plasmar todo ello perfectamente.
--Seguro que recoge esos tiempos en blanco y negro mucho más
románticos que los actuales
--Era otra época y así se recoge en el libro. Yo no hice tapias porque tuve
la suerte de ser un privilegiado en atenciones dado que solía ir de invitado
al burladero, si bien sufriendo los mismos avatares que los tapias. Gracias
a Dios todo ha cambiado para bien. Aquello no era una base única y
menos aún un cuento de hadas como algunos pudieran creerse ahora. Y el
cambio experimentado ha sido, en general, a mejor, de ahí que crea
firmemente que las ilusiones deben de estar en el futuro aunque los
inicios sigan siendo igual de duros que entonces.
--Pero la historia siempre es importante
--Desde luego. Si somos capaces de saberla desmenuzar tranquilamente,
con temple y amor, ha de servir para encarar mejor el futuro. Es decir, no
conviene quedarse en el pasado, sino sacar provecho a la historia.
--Tomó la alternativa en Las Ventas abriendo la puerta grande, preludio
de esas 14 que conseguiría en su carrera. ¿Fue éste su hito más
importante?
--Pienso que no. El paso de los matadores de toros es el poso que
dejamos en la mente de los aficionados y no las anécdotas. Los datos son
importantes, pero lo que yo valoro más es el hacer de mi profesión y el
sentir captado por el aficionado para catalogarme.
--Sufrió muchos percances y algunos bastante graves
--Las equivocaciones, cuando uno está dispuesto a asimilarlas, siempre
acaban siendo positivas. Y es que si tienes la suficiente fuerza para
digerirlas acaban valiéndote de cara al futuro para no volver a incurrir en
ellas. Por lo tanto, cada cornada, cada percance fue una enseñanza más.
--¿Los toros le dieron más dinero que prestigio?
--La vida siempre me ha dado más cosas que necesidad por conseguir.
--Pero es que pasó de ser figura del toreo a un fenómeno social
--Todo pasa en la vida y sólo queda en esencia lo que la gente quiere.
Jamás me creí nada más que un hombre de carne y hueso que actuaba en
la profesión acertadamente elegida. Por fortuna los toros me han dado
más de lo que yo nunca pude soñar e imaginar.
¿Cuál fue su faena perfecta?
Siempre me quedé insatisfecho con lo que hacía, pues pensaba que era
capaz de mejorar aquello, incluso en las tardes que fueron catalogadas
como de grandes triunfos.
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¿Qué matadores actuales le recuerdan más en sus formas?
Todos los que toreamos tenemos muchas más similitudes que lo contrario.
Lo único que nos diferencia es esa forma particular que cada uno tenemos
a la hora de interpretar el toreo, en definitiva es la personalidad lo que
nos hace únicos a todos.
--Su retirada definitiva en Valladolid, entre pitos. ¿Le dolió?
--Al contrario. Fue una lección de humildad. Y hoy es el día que sigue
siendo la tarde de la que más me acuerdo. Nuestra profesión encierra,
entre otras muchas cosas, una gran pasión que a veces cuesta digerir,
siendo fácil que acabes cayendo en la vanidad. Y para que eso no te
ocurra lo mejor es una lección de humildad como la que me sucedió en mi
retirada, que seguramente me hacía falta.
-Por último, ¿fue un rebelde cuando estuvo en activo?
--Por supuesto que sí. Es más, diría que era el único rebelde que había en
aquella época. Acataba las ordenanzas reglamentadas, pero me rebelaba
cuando veía que no había la flexibilidad que requiere una profesión como
la nuestra. Eso llevó a que tanto a mí como a los miembros de mi cuadrilla
nos impusieran multas importantes e incluso pasáramos alguna noche en
chirona. Es decir, rebelde sí, pero no anarquista.
--Y sobre la salud de la que goza la Fiesta ¿qué opina el doctor?
--Siempre se ha pasado de los momentos álgidos de pasión a los
avatares. Los altibajos han sido una constante en el toro. Y ahora estamos
sufriendo una mala época. Nada más. Lo importante es que de estos
momentos de crisis salgamos reforzados, como ya ha sucedido en épocas
anteriores.
--¿Por qué se ha llegado a esta situación?
--Quizá por no haber potenciado determinados aspectos para que la Fiesta
de los Toros tuviera la fuerza que realmente ha de tener.
--¿Interior o Cultura?
--No creo en que un determinado ministerio u otro vaya a ser el salvador.
De lo que no cabe duda es de que se trata de una profesión artística. Pero
por encima de todo se precisa una reestructuración firme, empezando por
potenciar lo básico: las capeas, las escuelas y los toros en el medio rural,
donde siempre estuvo el cimiento de la Fiesta Nacional. Ahí es donde hay
que incidir.
●El texto original de esta entrevista puede consultarse en la dirección:
http://www.diariopalentino.es/noticia.cfm/Vivir/20110403/santiago/martin/viti/m
atador/toros/no/conviene/quedarse/pasado/pero/sacar/provecho/historia/9FAE4
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