27 EL MUNDO. MIÉRCOLES 2 DE MARZO DE 2011 CIENCIA Peligro de sordera en la ‘generación iPod’ ● Los expertos alertan del riesgo de sufrir pitidos por el exceso de volumen en los MP3 KAYA BURGESS / Londres The Times / EL MUNDO Cuando me voy a la cama y mi apartamento de Londres queda finalmente en silencio, todavía puedo oír un silbido y un intenso zumbido. No procede del frigorífico (cierro la puerta de la cocina), ni de la calefacción central (no la pongo por las noches) y el ordenador portátil está desenchufado. El ruido proviene del interior de mi cabeza. Una persona de cada 10 padece acúfenos, pero este grupo de población no se compone únicamente de personas mayores: los auriculares a toda potencia y los estruendosos conciertos de rock están provocando graves daños de audición a cada vez más jóvenes. El silbido que me suena en el oído izquierdo y el rumor sordo que me zumba en la cabeza los ha provocado una década entera escuchando discos de Blur y visitando Glastonbury, donde los decibelios están a toda máquina. Los problemas de audición que padezco a mis 25 años son especialmente preocupantes para mí, ya que trabajo como crítica musical de The Times, y suponen una advertencia para la generación del iPod. Los acúfenos no son una enfermedad, sino una condición enigmática: las causas no están claras y carece de cura. El delicado vello que rodea el canal auditivo y vibra en respuesta a las ondas sonoras se rompe con facilidad con la exposición al más breve de los ruidos elevados. Este trastorno, conocido también como tinnitus (que proviene del latín tinnire, sonar) produce ruidos en el oído y la cabeza que no son generados por ninguna fuente externa, y que habitualmente son consecuencia del daño provocado por los ruidos elevados, aunque también pueden deberse a infecciones de oído, alergias, lesiones en la cabeza o el simple envejecimiento. El ruido aparece por una especie de bucle de retroalimentación en el sistema auditivo, que a veces puede ser un pitido largo pero también un zumbido que parece latir al ritmo del corazón, o chasquear como la Los especialistas están detectando cada vez más casos de pérdida de audición provocada por el exceso de volumen en los auriculares de los MP3. / GETTY energía estática en la radio. Barbra Streisand, Pete Townshend y el rapero Will. I. Am sufren acúfenos, casi con toda seguridad provocado por unas carreras profesionales de- Universitario Aintree, en Liverpool. La Asociación Británica del Tinnitus afirma que una persona de cada 10 padece algún tipo de esta dolencia y que a aproximadamen- Pérdidas irreversibles de audición > Pérdida de audición. Según un comité científico asesor de la UE, hasta 10 millones de europeos corren el riesgo de perder la audición de manera irreversible por escuchar música demasiado alta. >Exceso de ruido. Los expertos alertan de que muchos niños y jóvenes que abusan de los MP3 o IPod no se dan cuenta del daño causado hasta mucho tiempo después de que éste se haya producido, ya que la pérdida de audición se manifiesta a largo plazo. sarrolladas junto a altavoces y largas sesiones en los estudios musicales. Sin embargo, los jóvenes se hallan en idéntico riesgo, advierte Tony Kay, audiólogo del Hospital te un adulto de cada 100 le puede afectar gravemente en su vida. A los trabajadores de la construcción y a los portadores de equipajes se les suele ver en el arcén con pro- tectores para los oídos, pero los jóvenes melómanos no parecen ser tan precavidos. Entre los mayores culpables del daño están los auriculares que se meten dentro del oído y vierten el sonido directamente hacia el canal auditivo sin ningún tipo de absorción o refracción. En los últimos años, los productores musicales también están empleando una técnica denominada «limitación de picos», que intensifica artificialmente una canción, de modo que la música se abre paso cuando tiene que competir contra el ruido de fondo de los bares y los coches. El efecto que produce es que neutraliza los picos y los valles y lo comprime todo para que suene más alto, lo cual no sólo reduce la sutileza musical en un estallido de volumen, sino que también puede tener consecuencias devastadoras sobre los oídos cuando se transmi- Los aparatos deberían indicar los decibelios El usuario ignora la intensidad sonora a la que se expone, consideran los médicos PEDRO CÁCERES / Madrid Hace un año, los integrantes de una orquesta sinfónica se negaron a seguir ensayando una nueva obra. Algunos pasajes de la partitura, al ser interpretados, generaban un ruido sobre el escenario superior 120 decibelios y temían sufrir daños auditivos. La anécdota la cuenta el doctor Joan Domenech, especialista en otorrinolaringología del Hospital Clínico de Barcelona, para señalar hasta qué punto preocupan los sonidos de intensidad alta. Porque esos músicos no eran unos tiquismiquis, sino profesionales bien informados de los riesgos de su profesión. A partir de 90-100 decibelios (el sonido de un martillo neumático), se pueden sufrir daños severos y permanentes. El doctor Domenech cree que muchos músicos, sobre todo los intérpretes de música cañera, deberían tocar con tapones. De hecho, la UE se plantea imponer alguna norma al respecto. Para él, que ve casos a diario en su consulta, la población no es consciente de los riesgos que sufre al exponerse a altas intensidades de sonido de forma continuada. El experto explica que cada vez, son más los pacientes, muchos de ellos jóvenes, que acuden a la consulta con pérdida de audición o pitidos persistenes en el oído, lo que se conoce como acúfenos. «Gracias a las medidas de protección, han descendido los casos clásicos, que eran los de gente que trabajaba en ambientes ruidosos, como talleres. Pero a cambio, nos llegan ahora patologías de tipo lúdico, producidas en discotecas, coches con altavoces a todo volumen o por el mal uso de auriculares». En este último caso, dice Domenech, «el problema no es el aparato, sino el mal uso que se hace de él». «Es frecuente que cuando se utiliza uno de estos dispositivos portátiles en un ambiente ruidoso, el usuario suba el volumen. En am- biente silencioso lo escuchamos a 50 o 60 decibelios, que es algo que el oído puede soportar. Pero cuando vas por la calle, o en el metro, donde el ruido exterior puede ser superior a los 70 decibelios, subes el volumen hasta los 90 decibelios para escuchar bien la música. Y esto genera daños al oído». Los 90-100 decibelios son el umbral de riesgo, asegura otro experto, Carlos Ruiz Escudero, jefe de servicio de otorrinolaringología del Hospital de Quirón de Madrid. El médico lamenta que los aparatos no indiquen nunca los decibelios a los que equivalen las barritas o los números de volu- te por medio de auriculares. Para los acúfenos no hay tratamiento como tal, sólo técnicas para conllevar el zumbido. Quienes lo sufren tienen que aprender a vivir con él e intentar ignorarlo, concentrándose en el fragor de la vida cotidiana hasta que el tinnitus parece diluirse en el ruido de fondo. Yo acabo de pasar una semana sin auriculares en mi reproductor de MP3, en una iniciativa sin precedentes para alquien que se pasa la vida intentando estar al día respecto a las docenas de discos que envían los nuevos grupos cada semana. Ha sido una revelación. He percibido sonidos que había olvidado que existían, como los pasos de la gente y los timbres de los ciclistas que están a punto de atropellarme. Y resulta tranquilizador saber que mis oídos, por fin, se están tomando un descanso bien merecido. men del dispositivo. Así, el usuario no sabe la intensidad a la que se expone. El doctor Domenech también cree que ésta sería una información exigible. Y advierte sobre los riesgos. La pérdida auditiva ocurre antes de que el paciente se dé cuenta y acuda a la consulta. Además, hay otra patología muy común y que no tiene fácil cura como son los acúfenos. Afectan al 4% de la población y pueden surgir de un día para otro por un traumatismo auditivo súbito o la acumulación de ellos. «Tener un pitido en el oído las 24 horas te puede amargar la vida», concluye. Oddd4ddddd >Vea hoy en EL MUNDO en Or- byt el videoanálisis de la noticia.