FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA 1. La edad contemporánea. La edad contemporánea se inicia con el estallido de la Revolución francesa que pone punto final a la edad moderna. Este acontecimiento destruyó las bases políticas, económicas y sociales del Antiguo Régimen y propició un cambio de era que se manifestó en todos los ámbitos: - político. El principio del s. XIX está dominado por la figura de Napoleón Bonaparte. Tras su caída tuvieron lugar las revoluciones liberales. - social y cultural. Es el siglo de la Revolución Industrial, propiciada por importantes avances sociales, técnicos y científicos. - científico y filosófico. La irrupción de la teoría de la selección natural de Darwin supuso una revolución comparable a la protagonizada por Copérnico. Surgen, además, dos corrientes filosóficas contrapuestas: el idealismo (Hegel) y las filosofías de raíz empirista (Comte). 2. La Europa del s. XIX. Los últimos años del s. XVIII se caracterizan por el triunfo de la revolución francesa y de los ideales ilustrados: libertad, igualdad, ciencia, progreso. En los países donde se habían abierto paso las ideas políticas liberales, se produce el paso de una economía basada en la agricultura a la producción industrial. En el siglo XIX, este progreso trae consigo la Revolución industrial, y con ella la consolidación del capitalismo como sistema de producción, pero también la explotación de los trabajadores. Es la época de las revoluciones liberales, lideradas por la burguesía, que busca la alianza con los movimientos de trabajadores para conseguir el poder político, en manos de los privilegiados durante el Antiguo Régimen. Por otra parte, las consecuencias de la industrialización y las condiciones pésimas de los obreros de las fábricas hacen que el optimismo de la Ilustración ante el progreso de desvanezca. Los medios de producción se acumulan en manos de la burguesía, y las grandes desigualdades sociales hacen que el proletariado tome progresivamente conciencia de su situación. En el terreno más propiamente filosófico, el siglo había comenzado marcado por el positivismo, que rechazaba toda forma de metafísica y no admitía más realidad que los hechos verificables. Aunque los grandes sistemas filosóficos parecían haberse acabado con Hegel, en el ámbito de las ideas se trata de un siglo muy productivo: los jóvenes hegelianos reclaman en Alemania la herencia de su maestro desde un punto de vista crítico, y los primeros teóricos del socialismo y del anarquismo señalan la necesidad de transformar la sociedad. Se abre paso, además, una serie de pensadores vitalistas, que consideran que la vida y el mundo no se dejan reducir a la razón y que exigen una filosofía que explique la complejidad de la existencia humana. Afines a estas ideas son pensadores como Schopenhauer, Kierkeegard, Nietzsche y Ortega y Gasset. En medio de este complejo panorama surgen los llamados filósofos de la sospecha, que llevarán a cabo una crítica en profundidad de la civilización occidental: Marx, Nietzsche y Freud. Estos tres pensadores tratarán de desenmascarar los valores ilustrados de la cultura occidental y dejarán una impronta decisiva en la cultura y en la filosofía posterior.