EL VALOR DE LA AUTÉNTICA FELICIDAD Desde hace más de dos

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EL VALOR DE LA AUTÉNTICA FELICIDAD
Desde hace más de dos mil quinientos años, ciencias como la filosofía, la teología, la psicología y la medicina han
reflexionado sobre la felicidad y todas aquellas virtudes y cualidades que hacen a la persona más humana y más digna
de respeto.
En cierto modo, la felicidad es el fin del hombre y todos estamos llamados a ella, aunque cataloguemos hoy como
“infeliz” a aquel que nos parece que “siempre está feliz”.
En esta conferencia hemos intentado, a pesar de todas las restricciones que da una hora y media, acceder a la
frondosidad del complejo análisis que nos llevará a descubrir aquellos caminos que vuelve al ser humano más feliz y
mejor persona. El principal y humilde objetivo por mi parte era despertar en los asistentes el afán de conocer que había
detrás de todo esto para, si era posible, se molestaran y empeñaran en llevar una vida significativa en un mundo que
nos pone tan fácil dirigir todo nuestro ser al placer y a la mala entendida “calidad de vida”.
Esta reflexión habrá sido dura en algunos momentos, provocando en la mayoría de nosotros la sensación de ir contra
corriente. Ya sabéis los que me conocéis, que soy todo, menos pesimista. Aun así tengo que reconocer que este
mundo en el que vivimos no nos acaba de gustar plenamente. En este inicio de siglo, el hombre se ha vuelto duro y
exigente con los demás, pero débil y demasiado tolerante consigo mismo. Necesitamos otra vez respirar ese aire que
nos permita pensar sin trabas y entender los estados positivos que descansan en la actitud mental y en la rectitud de la
voluntad, lejos de esas tensiones insoportables que, a veces, mantenemos a base de retorcer y sofisticar en demasía
lo que son simples problemas de la vida, que suelen desaparecer con un poco de sentido común y dejando que pasen
quizás dos o tres días.
Todos queremos que nuestra vida tenga sentido y no ir tirando a “trancas y a barrancas” hasta el día de nuestra
muerte, y por ello no hay nada mejor que tratar con ternura y afecto cada hora, cada minuto, cada segundo que nunca
más volveremos a tener en nuestras manos.
La búsqueda de la felicidad es un derecho legítimo de todo ser humano. Procede del “ser” y del “hacer” y en esta
duplicidad no cabe el “tener”, que es lo que nos domina. El “tener” nos anestesia y nos impide entender qué pasa a
nuestro alrededor…El “tener” alimenta el “parecer”, base para un circo de famosos y famosillos que sólo apelan a unos
instintos de poca duración y menor valoración.
El primer pilar de la verdadera felicidad deriva de la identificación y el cultivo de lo mejor que existe en nosotros
mismos, plasmándolo cada día en todo lo que damos en el amor, en la educación de nuestros hijos, en el trabajo, en
nuestros proyectos personales y en el ocio.
El desarrollo de una personalidad madura actuará como barrera frente a la desgracia y los trastornos psicológicos y
será clave para aumentar nuestra capacidad de recuperación. El sentido del humor funcionará como los
amortiguadores de un coche para que cada bache de la vida no nos sacuda en lo más recóndito de nuestra alma.
El segundo pilar tiene su origen en nuestro plan estratégico personal que va poco a poco configurando ese proyecto
vital integrado por el mundo emocional, el financiero, el familiar, el de las relaciones, el profesional, el físico- corporal y
el espiritual. Encontrar el fin último de nuestra existencia es producto de la armonía y la integridad en estas áreas, las
cuáles funcionarán como un faro. A veces nos proporcionarán una luz tenue y otra intensa, que nos conducirá a través
de la fortaleza y la fuerza de voluntad, hacia ese destino querido que es el sentido y la determinación en la vida.
Miremos así cada minuto de nuestras vidas porque su valor es incalculable.
Agradezcamos a Dios el regalo de nuestra existencia y pidámosle que nos haga conscientes de que merece la pena
vivirla intensamente y hacer que sea maravillosa. Pongámonos pues a trabajar sabiendo que la sabiduría y nuestros
recursos más preciados residen en el silencio del fondo de nuestro corazón.
Juan Luis Fernández Fernández
Economista y PDD IESE
Presidente Ejecutivo Manum Consulting Group
jlfernandez@grupomanum.com
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