Despliegue militar y social en Haití HAITÍ - 9 FEBRERO 2010 Puerto Príncipe. La república de Haití cuya población se acerca a los 9 millones de habitantes, hoy es un país fracturado físicamente por el terremoto y se puede decir que es la tierra de nadie y de mucha gente, tanto extranjera como nacional. Diferentes países que hacen presencia militar en cabeza de los Estados Unidos, Canadá, Brasil, tratan de controlar y asegurar que todas las ayudas internacionales lleguen realmente a la población que más la necesita. Haití, durante décadas vivió bajo el régimen y la dictadura, y des hace cinco años llegó la Misión de Estabilización de la ONU en Haití (Minustah), gracias a este organismo con más de 10 mil miembros de cascos azules, integrado por más de 50 países incluyendo Colombia a través de la Policía Nacional, el país vive con mayor seguridad y la situación política es más estable, las pandillas de delincuentes, milicias y narcotráfico han sido enfrentados con toda la ley y disminuida notablemente. Otra situación especial que ha vivido el país es el tránsito de droga por mar y en aviones que llegan de diferentes países de Suramérica. Es frecuente según la Policía colombiana observar como acondicionan pistas clandestinas, se reabastecen y siguen con droga que tiene como destino los Estados Unidos. Las imágenes de autos quemados y linchamientos que antes eran frecuentes por la inestabilidad política, hoy fueron reemplazadas por algunos saqueos y tumultos de gente con hambre, cuyos ojos brillan con las quemas de basura y de cuerpos humanos ya descompuestos. En otra esquina se observa el caos vehicular, donde cientos de vehículos de tracción pesada tratan de llevar las toneladas de ayuda humanitaria enviada desde diferentes países como Colombia, que a diario los alquilan contratando mano de obra haitiana a través de la Cruz Roja para la distribución equitativa de los alimentos. Haití, es el país más pobre de América y uno de los que viven la mayor miseria del mundo, en estos momentos no hay electricidad y escasea el agua potable, y si antes consultar un médico era un lujo, hoy el hacinamiento hospitalario no da abasto con tantos heridos. Pero mirado desde otro ángulo, el terremoto ha logrado unir esfuerzos y el mundo ha mirado una vez más a Haití, llevando directamente a los barrios y asentamientos la ayuda social y médica, que aunque no es suficiente por lo menos ayudan a aliviar el dolor de unos cuantos. Hoy después de la tragedia vivida, la seguridad después de la gasolina y el agua, es una prioridad para el desarrollo de la nación, y aunque no satisface el hambre de los haitianos, logra crear un ambiente de estabilidad y normalización de su comercio. En este trabajo la Policía colombiana realiza una ardua labor, patrullando las diferentes zonas del país, en compañía de militares jordanos, brasileños y de otras naciones. Algunas estadísticas hablan de que el 80% de la población haitiana vive con menos de 2 dólares por día, la mortalidad infantil roza el 60% y el desempleo supera el 70%, según datos de la agencia central de inteligencia estadounidense (CIA) y la Minustah. La mayoría de las personas viven del comercio informal. Por otro lado, la comida es difícil de conseguir y los residentes más pobres preparan “galletas de arcilla” hechas con una mezcla de tierra, mantequilla, sal y especias que se venden en lotes de tres a cuatro en los mercados ambulantes. La moneda local se tasa en “gourdas” donde un billete de 40 equivale a un dólar americano. Después del terremoto el haitiano solo quiere negociar en dólares americanos, en donde alquilar un vehiculo pude costar entre 200 y 400 dólares el día. La religión que profesan es muy variada, el 99% de sus habitantes de descendencia africana practican diferentes ceremonias religiosas y espirituales como la católica, pero sobresale entre ellas la conocida como vudú, donde invocan espíritus malos y buenos para curar diferentes enfermedades. Cuando se observa el rostro haitiano no reflejan el dolor por la perdida de su familiares, pero se evidencia que guardan alguna tipo de fe, y es a través de las reuniones nocturnas donde con el canto y los tambores apaciguan su sufrimiento. Sin embargo, en medio de la crisis diariamente nacen aproximadamente 20 niños en un solo hospital, sin contar con los partos caseros no reportados, reviviendo de alguna manera la esperanza de los que ya se fueron. Las pocas familias más ricas del país viven arriba en la montaña, conforme se va bajando la colina, va bajando también la clase social y en el fondo está la miseria. Esos pobres que no cuenta con alcantarillado ni recolección de desechos se ven afectados cuando llueve, ya que el torrente arrastra las aguas residuales y la basura hacia la parte baja de la ciudad generando contaminación y grandes basurales. Dentro de este basurero, con las más variadas enfermedades Puerto Príncipe, observa que mientras la ayuda de alimentos sigue llegando, las organizaciones internacionales incluyendo el gobierno colombiano, se ha puesto en la tarea de proyectar la ayuda en la construcción social, del tejido humano y de la infraestructura del país. Ya se habla de la construcción de puentes, carreteras, depósitos de agua potable, escuelas, centros médicos y albergues con saneamiento básico para los damnificados. Además de la adecuación del muelle principal para dinamizar la economía y la creación de nuevas edificaciones y organismos sociales que ayuden a la estabilización del Estado haitiano. A falta de ejército haitiano y con la muerte del 50% de su policía local, hoy más de 10 mil militares norteamericanos patrullan la isla en busca de garantizar los repartos de agua, alimentos, ropa y medicina que han sido enviadas en abundancia por decenas de gobiernos, ONGs, empresarios y gente del común. Los modernos helicópteros aterrizaron a diario en el devastado Palacio Presidencial haitiano, sobre parques o plazoletas, al igual que grandes convoy militares patrullan los barrios y en las costas se visualiza imponentes embarcaciones militares, que junto al buque de la Armada Nacional de Colombia y del buque hospital US Confort que atiende a más de 40 pacientes diariamente, muestran la magnitud de la ayuda de los gobiernos extranjeros. Otra situación difícil para los haitianos ha sido el incremento de los niños y niñas huérfanos por el terremoto, según el Fondo para la Infancia de la ONU, antes del sismo había 380 mil niños viviendo en asilos y hogares de paso. Hoy no hay una cifra oficial de cuántos menores quedaron sin sus padres pero al pasar por los barrios se observa cientos de infantes solos y abandonados a la intemperie. Algunos menores de edad ya habían perdido a sus padres en desastres anteriores, como las cuatro tormentas tropicales o huracanes que mataron a miles de personas en el 2008, y las inundaciones que se presentan por las lluvias cada dos años. A esto se suma aquellos niños abandonados por las luchas políticas en donde sus padres viven hoy asilados en otros países. Este panorama social se profundiza día tras día entre los campamentos temporales, cuyas hileras y filas de carpas, cubren canchas deportivas y espacios públicos, y en donde las riñas han causado la muerte de cientos de haitianos después del terremoto. Los haitianos reclaman un techo para vivir, así sea una carpa como único refugio, el déficit de techo ya supera los 200 mil. Es el caso de los barrios “Bel Air” ubicado en la parte montañosa y “de Cazo” ubicado entre las colinas del aeropuerto internacional donde cientos de familias y desconocidos conviven bajo el intenso calor del día. La Organización Internacional de Migraciones espera en los próximos día la llegada de por los menos 30 mil carpas para los damnificados. El pueblo colombiano ya ha donado cientos de carpas, colchonetas y frazadas, allí las Fuerzas Militares de Colombia con el compromiso de sus hombres y mujeres nombrados para la misión humanitaria, se unen con su esfuerzo y dedicación las 24 horas del día y junto a los países que asumieron el compromiso de colaborar a favor de la causa haitiana, continuarán trabajando por su bienestar, rezando que las torrenciales lluvias que se aproximan no le quiten el aliento de vida a los haitianos. Por: teniente de fragata Juan Carlos Sánchez – CGFM.