54 LATERCERA Domingo 19 de julio de 2015 Sociedad Cultura Russell Crowe Actor y director “Quería hablar de la falsa épica de una batalla donde murieron miles de chicos” R El ganador de un Oscar debuta como director con Promesa de vida, cinta sobre la contienda de Gallipoli durante la Primera Guerra Mundial. R En el filme, que llega el jueves a salas, Crowe interpreta además al padre de dos muchachos muertos en combate. RR Russell Crowe dirige y protagoniza Promesa de vida, ambientada en 1918. FOTO: OUTNOW Elsa Fernández-Santos (El País) Cuando en 2001 Russell Crowe logró el Oscar al mejor actor por Gladiador, fue el único de los cinco finalistas –entre los que estaban Javier Bardem, Tom Hanks, Ed Harris y Geoffrey Rush– que al escuchar su candidatura se aplaudió a sí mismo. Sin atisbo de falsa modestia, con el mismo orgullo y sangre fría que exhibió minutos después, subió al escenario con uno de los peores looks masculinos de la historia de Hollywood a recoger la dorada estatuilla. Crowe recordó entonces de dónde venía –un suburbio de Sydney, ciudad en la que creció– y adónde sentía que le llevaba ese glorioso instante, de regreso a esa humilde procedencia. Esta mezcla de autenticidad, determinación y seguridad en sí mismo es una de las señas de identidad de este actor nacido en Wellington, Nueva Zelanda, en 1964. La misma fe que le ha llevado a embarcarse en la dirección de su primera película, Promesa de vida, protagonizada por él en la piel de Joshua Connor, un padre-granjero-aventurero en busca de sus hijos muertos en la batalla de Gallipoli. Este enfrentamiento de la Primera Guerra Mundial del que se cumplen 100 años es una de las fechas patrias de Australia y Nueva Zelanda. Hubo cerca de 11 mil muertos de ambos países en una carnicería donde ganaron los turcos. Los sectores más conservadores de Australia le echan ahora en cara que Prueba de vida intenta acabar con la heroicidad de una batalla, la de Gallipoli, que ha contribuido a la narración nacional. “Quería poner sobre la mesa que se constru- yó una falsa épica alrededor de esta batalla, en la que murieron miles de jóvenes australianos y neozelandeses y cuya realidad espantosa poco tuvo que ver con la aventura mítica que se construyó luego. Fue brutal; los chicos morían desangrados, aullaron de dolor durante horas. Las contiendas no son ni limpias ni hermosas. La película, ciertamente, no celebra la guerra, pero estoy seguro de que eso no ofenderá nunca a ningún hombre que ha conocido los horrores de una batalla”. Seguridad infinita Crowe (51 años), un actor con fama de frontal y metepatas, cree que a estas alturas sabe lo suficiente para embarcarse en una carrera como realizador, algo que le permitiría mantener su residencia en Australia y poder vivir junto a sus dos hijos de 11 y 8 años. “Si me diesen a elegir a cualquier director vivo con el que trabajar, no escogería a ninguno; no creo que exista uno solo del que a estas alturas pueda aprender algo. Hay muchos que me fascinan, eso es distinto, pero habiendo probado ya las mieles de mi propio rodaje, creo que puedo decir que hasta la fecha es el más feliz y divertido que he conocido nunca”, dice. Aunque resulte presuntuoso, el actor lo suelta con tal convicción que no queda otra que asentir su afirmación: “Sí, es arriesgado, y si esta película no funciona volveré a trabajar para otros, y tampoco está mal, aunque será volver a un limbo no muy cómodo. Ahora mismo no tengo ningún proyecto. Necesito volver y recuperar las cosas más esenciales de la vida” ORGULLO “Si me dan a elegir un director con el que trabajar, no escogería a ninguno; no creo que exista uno solo del que pueda aprender algo” LA PROFESION “No hago anuncios de televisión ni presto mi imagen para comercializar productos. Amo mi trabajo”. LA FICHA The Water Diviner [ANDREW ANASTASIOS Y MEAGHAN WILSON-ANASTASIOS] Libro en el que se inspira la pelicula Prueba de Vida de Russell Crowe 353 páginas, 2014. 8.99 dólares en Amazon Kindle Entre esas cosas están, además de sus hijos, su tierra, su equipo de rugby (los South Sydney Rabbitohs), su banda de rock y una forma de vida que rechaza el lujo de Hollywood. Crowe cree que el tiempo no ha pervertido tampoco su esencia como actor. “Tengo más capas de experiencia, pero creo que hay una pureza en mi forma de ver el trabajo que sigue intacta, igual que el primer día. Elijo los personajes siempre con mi propio criterio y sigo respetando a los dioses del cine. Solo acepto proyectos con los que tengo una honda conexión. No hago anuncios de televisión ni presto mi imagen para productos. Amo mi trabajo”. Dirigir a otros actores no solo no le impone, sino que le parece lo mejor de su nueva faceta como director. “Conozco el grado de intimidad y de esfuerzo que necesita un actor para sentirse a gusto. Creo mucho en la preparación de un personaje, en el trabajo previo. Es una pena que esto no se cuide suficiente, y lo sé por experiencia propia, que ya es larga y va desde mi adolescencia hasta hoy. Muchas veces he echado de menos que los directores no te escuchen suficiente ni tampoco se tomen la molestia de preguntarte nada. No siempre es así, Ridley Scott es un director que espera que contribuyas con tus ideas a la película. Al menos lo hizo conmigo y quizá se arrepintió porque sé que me ponía muy pesado. Pero creo que para un realizador escuchar a un actor es un privilegio, su poder sobre ellos y el equipo en general debe aceptarse como una enorme suerte, y los que lo olvidan están simplemente dejando de lado lo más importante de su oficio”. Hijo de una pareja que trabajaba sirviendo comida en rodajes y que emigró a Australia cuando él tenía apenas cuatro años, Crowe fue un mal estudiante que dio sus primeros pasos como actor en plena pubertad. Alcanzó la fama internacional en 1997 gracias a su interpretación de un policía taciturno en Los Angeles al desnudo, su tercer largometraje estadounidense. A su favor, además de su talento, jugaba una tosquedad física que le daba un atractivo añadido. Ante una legión de nuevos galanes cuya palmaria falta de testosterona les incapacitaba para la épica masculina, Crowe se convirtió en todo un especialista, sutil y poderoso, en machos alfa. Su plenitud llegaría -además de con Una mente brillante (2001), de Ron Howard– con la magnífica interpretación del capitán Jack Aubrey en Capitán de mar y guerra (2003), de Peter Weir. Una película clave en su carrera y en su vida, cuyas enseñanzas también ha aplicado para su primer trabajo detrás de la cámara. “Antes del rodaje de Capitán de mar y guerra pasé bastante tiempo en alta mar, junto a capitanes de todo tipo de barcos. No tenía claro si podía ser del todo un marino y era algo que necesitaba saber antes de rodar. En aquellos días tuve largas conversaciones con muchos capitanes, de mercantes, pesqueros, de barcos militares. Les pregunté por la importancia de los galones y me dijeron que en los momentos críticos la tripulación nunca espera de ti que tengas razón, sino que tengas seguridad. Esa idea es algo que me he aplicado a la hora de rodar esta película”.b