ego Las mujeres embarazadas, los lactantes y los deportistas son los grupos con mayor demanda de proteínas. Proteínas Fuente esencial Base para la formación y renovación de los tejidos, también participan en la producción de enzimas, anticuerpos y hormonas. Conocer sus propiedades permite aprovechar los beneficios de combinar –en un mismo plato– sus fuentes vegetales y animales / Adriana López Méndez fotografía orlando palencia 103+SALUD ego proteínas Por su papel en la formación, desarrollo y regeneración de cada célula del cuerpo humano, las proteínas han sido consideradas desde siempre uno de los macronutrientes de mayor importancia. Se estima que cerca de 20% del peso de un adulto sano está formado por proteínas, cifra que no sorprende a quienes conocen la estructura y el funcionamiento del organismo: desde el colágeno presente en los huesos hasta la queratina encontrada en la piel, pasando por la elastina de los ligamentos e, incluso, por la producción de insulina, todo proceso biológico cuenta con la presencia de tan versátil componente. Ya desde la antigüedad se le concedía a las proteínas gran relevancia como nutriente. No es fortuito, entonces, el origen de su nombre: protos, en griego, lo más antiguo o lo primero. Reconozca su valor (Proteínas aportadas por cada 100 gramos) Maní tostado 28,8 g Pechuga de pollo 28,6 g Frijoles26,7 g Atún26,1 g Queso blanco duro 24,9 g Solomo (carne de res) 23,2 g Arvejas secas 23,2 g Caraotas negras 23 g Pechuga de pavo 15,2 g Avena en hojuelas 9,6 g F u e n t e Tabla de Composición de Alimentos del Instituto Nacional de Nutrición 104+SALUD Josefina Villegas de Plaza, nutrólogo clínico de la Clínica Santa Sofía, explica que las proteínas son compuestos orgánicos formados por carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno (elemento que no se encuentra en los carbohidratos ni en las grasas). En cuanto a su estructura primaria, pueden ser definidas como un conjunto de aminoácidos unidos por enlaces peptídicos. Cada molécula de proteína posee, al menos, 100 aminoácidos que siguen una secuencia determinada. Animal y vegetal Para funcionar adecuadamente el cuerpo humano requiere de 20 aminoácidos. Si bien once de ellos pueden ser producidos por el organismo, en el proceso deben estar presentes los nueve restantes, considerados esenciales porque sólo se obtienen a través de las proteínas consumidas en la dieta y porque son indispensables para la formación de los tejidos. Juan Pablo Vásquez, nutricionista deportivo, aclara que existen diversas clasificaciones de las proteínas, pero la más extendida contempla dos grupos, según la presencia o ausencia de los aminoácidos esenciales. Las de alto valor biológico –también llamadas proteínas de buena calidad– son las que contienen los nueve aminoácidos esenciales en cantidades suficientes, aportados por alimentos de origen animal, como los huevos, la carne, el pollo, el pescado y los lácteos. Las de bajo valor biológico, por su parte, son las proteínas que provienen de los vegetales y que no cuentan con todos los aminoácidos esenciales o los tienen en una medida mucho menor a la requerida. “Hay vegetales que tienen una buena cantidad de proteínas, como son las leguminosas, entre ellas, las caraotas, las arvejas, las lentejas, los garbanzos y los frijoles. Estos alimentos tienen muchísimos aminoácidos esenciales, pero son pobres en dos. En cambio, los cereales son pobres en muchos, pero son ricos justo en esos dos que le faltan a las leguminosas. Entonces, si una persona come simultáneamente cereales (arroz, trigo y maíz) y leguminosas obtiene una proteína de buena calidad. Eso es lo que se llama complementación proteica”, explica Vásquez. En construcción Villegas de Plaza expone las múltiples funciones de las proteínas: “tienen un papel de suma importancia en la síntesis, formación y renovación de tejidos como la piel, las uñas, el cabello, los huesos y los músculos; y de los tejidos de la sangre, entre ellos, la hemoglobina, la fibrina y la protrombina. También sirven de esqueleto para la síntesis de anticuerpos –glóbulos blancos, leucocitos y monocitos– y hormonas como la del crecimiento, los estrógenos o la insulina. Son, además, transmisoras de los caracteres hereditarios”. Vásquez añade la relevante intervención de las proteínas en la formación de enzimas y su utilidad como medio de transporte en el organismo: “hay muchas proteínas que tienen entre sus funciones el transporte de sustancias que no pueden viajar bien en el agua, entre ellas, las grasas, los minerales –como el hierro– y el oxígeno. Por ejemplo, el LDL y el HDL (colesterol bueno y malo) son lipoproteínas o proteínas que transportan lípidos, porque la sangre es un medio acuoso donde no se disuelve bien la grasa”. Aunque no es una de sus funciones primarias, las proteínas pueden ser utilizadas como fuente de energía, una propiedad de la que se valen los regímenes alimentarios que eliminan Imaginario popular • No engordan. FALSO. Las proteínas aportan cuatro calorías por gramo, una cantidad equivalente al valor energético del azúcar y otros carbohidratos. • El consumo de suplementos proteicos es necesario. FALSO. Una alimentación balanceada, que incluya todos los grupos de alimentos, permite cubrir los requerimientos diarios de proteínas. • El exceso de proteínas causa trastornos renales. FALSO. Ingerir más proteínas de las que el organismo necesita sólo es problemático cuando existe una enfermedad renal previa. • Los vegetarianos siempre tienen déficit. FALSO. Hay ciertos alimentos que se consideran sustitutos totales de las proteínas de origen animal, entre ellos, el quinchoncho, el amaranto y la soya. Eso sí, para estar bien nutridos los vegetarianos deben combinar en cada comida leguminosas y cereales. los carbohidratos. Sin embargo, para aprovecharlas como combustible el organismo debe quitarles el nitrógeno que contienen. Ese proceso genera la producción de desechos tóxicos que el cuerpo busca eliminar por la orina. La acumulación de esas sustancias de desecho, precisa Vásquez, también disminuye el apetito: eso, junto al aumento de la micción, explica por qué el incremento en el consumo de proteínas tiene un impacto “violento” en la pérdida de peso (pero no necesariamente de grasa). Aun así, la mayoría de los especialistas coinciden en que una alimentación balanceada es el método más eficaz para gozar de buena salud. Medida justa Los requerimientos de proteínas varían principalmente según la edad (un niño está en pleno período de síntesis de nuevos tejidos y un adulto está en la fase de mantenimiento), la actividad física y la disponibilidad de carbohidratos. Un gramo de proteína por kilogramo de peso corporal define la cantidad de ese macronutriente que un adulto promedio debe consumir 105+SALUD ego proteínas Para potenciar su valor proteico las leguminosas (caraotas, garbanzos, lentejas) deben combinarse con cereales (arroz, trigo, maíz). a diario. Para obtener la medida de niños y lactantes el valor debe multiplicarse por dos y por tres, respectivamente, precisa Marinela Barrero, profesora e investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Central de Venezuela. Con el fin de tener una noción práctica sobre el cálculo de lo que se necesita, Vásquez aclara que “alguien que pese 50 kilogramos tiene un requerimiento diario de 50 gramos de proteína, pero eso no es equivalente a 50 gramos de carne, porque en este alimento no todo es proteína. Por ejemplo, un bistec de 90 gramos –como del tamaño de la mano– tiene alrededor de 21 gramos de proteína; un vaso de leche, 8 gramos; y una rebanada de queso de buen tamaño y grosor tiene entre 7 y 8 gramos”. Tanto el déficit como el exceso de proteínas son perjudiciales para la salud. ¿La razón? Cuando se ingieren pocas proteínas el organismo debe recurrir a sus reservas –los músculos–, una me- 106+SALUD dida que genera una pérdida de peso importante. Si la restricción energética es severa –describe Vásquez– “el cuerpo puede, además, empezar a usar proteínas de los órganos”, pero todo depende de cuánto tiempo se prolongue la falta de proteínas, de la severidad del déficit y del nivel inicial de reservas de la persona. Villegas de Plaza advierte que la falta de proteínas es especialmente peligrosa en los niños, porque genera retardo en el crecimiento y desarrollo físico. Además, puede desencadenar un “cuadro llamado kwashiorkor, en el que hay un bajo nivel de albúmina en la sangre, edema y aumento del tamaño del hígado”. La ingesta excesiva de proteínas también tiene sus consecuencias: puede desplazar el consumo de algún otro nutriente (carbohidratos y grasas) y supone una sobrecarga para la función renal (el organismo debe procurar eliminar el exceso a través de la orina). • F uen t es c onsul t a d as º Juan Pablo Vásquez, nutricionista deportivo. Servicio médico del Valle Arriba Athletic Club. º Josefina Villegas de Plaza, nutrólogo clínico. Clínica Santa Sofía. º Marinela Barrero, profesora e investigadora. Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Central de Venezuela. º www.tusalud.com.mx / revista.consumer.es.