CORRESPONDENCIA La etiología más frecuente de las distonías secundarias son la encefalopatía hipoxicoisquémica y los fármacos, sobre todo los neurolépticos y los agonistas dopaminérgicos [6]. Entre las causas poco habituales se han descrito las picaduras de avispas [3,7]. De forma excepcional, y posiblemente en relación con una hipersensibilidad individual, tras las picaduras de avispa puede producirse una necrosis palidoestriatal bilateral [2-5,8] que, en casos extremos, podría provocar la muerte del paciente [6]. No se conoce el mecanismo fisiopatológico que justifica la afectación selectiva del estriado en estos casos, aunque se han implicado la hipoxia celular, fenómenos de hipersensibilidad inmediata o retardada, mecanismos autoinmunitarioss o la toxicidad directa del veneno, que provocaría disfunción mitocondrial [2,6-8]. La distonía aguda tras una picadura de avispa sin complicaciones posteriores, como ocurrió en nuestro caso, podría relacionarse con una alteración funcional del estriado, posiblemente debida a una acción tóxica reversible del veneno de avispa sobre los receptores dopaminérgicos, pues tanto la resolución de la clínica como la ausencia de lesiones en la neuroimagen hacen muy improbable la afectación estructural estriatal. Además, aunque el paciente no había tenido nunca manifestaciones sistémicas ni reacciones locales graves tras picaduras de avispa, la existencia de una sensibilización previa, puesta de manifiesto por la presencia de anticuerpos IgE específicos, podría haber desempeñado algún papel en el desarrollo de la distonía, e incrementado la susceptibilidad de las neuronas estriatales a la acción de la toxina. Las picaduras de avispas deben incluirse en el diagnóstico diferencial de los síndromes extrapiramidales, tanto agudos como crónicos [2,3,7]. En los casos de distonía aguda puede ser beneficiosa la administración de biperideno IV, como sucedió en nuestro caso. Sin embargo, durante el control clínico evolutivo de estos pacientes habría que vigilar el posible desarrollo de un parkinsonismo tardío [2]. S. Benito-Conejero a, J.M. López-Domínguez b, F. Martínez-Marcos a, A. Blanco-Ollero b, C. Díaz-Espejo b, E. Pujol-De La Llave a Aceptado: 21.02.05. a Servicio de Medicina Interna. b Sección de Neurología. Hospital Juan Ramón Jiménez. Huelva, España. Correspondencia: Dra. Sara Benito-Conejero. Zona Río Gulf, 17. E-21819 La Rábida (Huelva). E-mail: sarabenito2002@yahoo.es BIBLIOGRAFÍA 1. Ewan PW. ABC of allergies: Venom allergy. Br Med J 1998; 316: 1365-8. 2. Leopol NA, Bara-Jiménez W, Hallet M. Parkinsonism after a wasp swing. Mov Disord 1999; 14: 122-7. 3. Franco E, Casado JL, Robledo A, López-Domínquez JM, Blanco A, Díaz-Espejo C. Necrosis estriatal bilateral tras picadura de avispa. Rev Neurol 2000; 31: 997-8. 4. Rubí J, Alonso-Verdegay G, Olivares J, Se- REV NEUROL 2005; 41 (1) 5. 6. 7. 8. rrano-Castro PJ, Arjona A, Guardado PL, et al. Encefalitis aguda diseminada tras picadura de himenóptero [abstract]. Rev Neurol 2004; 39: 1188. Sachdew A, Mahapatra M, D’Cruz S, Kumar A, Singh R, Lehl SS. Wasp sting induced neurological manifestations. Neurol India 2002; 50: 319-21. Janavs JL, Aminoff MJ. Involuntary movements in general medical disorders. In Aminoff MJ, ed. Neurology and General Medicine. Philadelphia: Churchill-Livingstone; 2001. p. 983-1002. Gale AN. Insect-sting encephalopathy. Br Med J 1982; 284: 20-1. Gállego J, Tuñón T, Soriano G, Delgado G, Lacruz F, Villanueva JA. Bilateral pallidostriatal necrosis caused by a wasp swing: a clinical and pathological study. J Neurol Neurosurg Psychiatry 1995; 58: 474-6. Bostezos y epilepsia del lóbulo temporal La clasificación establecida por la Liga Internacional Contra la Epilepsia (ILAE) distingue entre epilepsia medial y neocortical del lóbulo temporal [1]. Las crisis epilépticas de la epilepsia del lóbulo temporal medial se originan en el hipocampo, la amígdala y el giro parahipocampal [2]. La presencia de fenómenos epigástricos, la sensación de miedo, al inicio de la crisis, la presencia de automatismos oroalimentarios y automatismos realizados con las extremidades superiores de forma diferida, la mirada perdida, la duración alargada de la crisis y la ausencia o inusual generalización secundaria, se han asociado más frecuentemente con las crisis de la región medial temporal [3]. El bostezo y la epilepsia se han relacionado en la literatura, aunque de forma muy infrecuente e imprecisa, con crisis epilépticas tanto en roedores como en humanos [4,5], especialmente con crisis convulsivas de origen predominantemente temporal [6,7]. El bostezo consiste en un acto reflejo muy habitual, observado en muchos vertebrados. Desde la Antigüedad ha atraído e interesado a numerosos filósofos y fisiólogos [8]. Los mecanismos fisiológicos que lo desencadenan y las estructuras anatómicas cerebrales que lo provocan y coordinan son diversas, aunque muchas de ellas todavía se desconocen. En el hombre, diversos fenómenos fisiológicos pueden provocarlo, como el despertar, el adormecimiento, el aburrimiento, el hambre y los conflictos emocionales. Por otra parte, también se ha relacionado con diversos procesos neurológicos [9] de carácter patológico, como tumores del lóbulo frontal y de troncoencéfalo, accidentes cerebrovasculares, encefalitis, parkinsonismo, cefaleas [10,11], intoxicación alcohólica, esclerosis múltiple, parálisis supranuclear progresiva, tras la realización de talamotomías, en relación con esclerosis lateral amiotrófica [12], etc. Describimos el caso de una paciente con crisis parciales complejas de características temporales, que se inician siempre con la presencia de bostezos irrefrenables al comienzo de las crisis. Mujer de 61 años de edad con antecedentes de distimia, migraña y poliartrosis. Presenta desde hace más de 2 años episodios estereotipados de comienzo brusco, que se inician con sensación de malestar epigástrica ascendente, seguidos de bostezos irrefrenables con sudoración profusa, que se repiten durante unos 30 minutos, para progresar posteriormente con somnolencia, decaimiento y cansancio generalizado, que se prolongan durante varias horas. La frecuencia de aparición varía, pero pueden repetir varias veces al día; siempre aparecen en vigilia y en reposo. No describe alteraciones del sueño, ni de otra índole. Pruebas complementarias: estudio analítico general sin alteraciones, resonancia magnética (RM) encefálica sin alteraciones. Registro electroencefalográfico en vigilia con trazado dentro de los límites de la normalidad. Se efectúa vídeo-EEG en vigilia y sueño. Tras la realización de maniobras de activación, una vez acabado el segundo período de hiperventilación, estando la paciente en reposo, sin ningún estímulo exterior, presenta un episodio, que se inicia de forma brusca, caracterizado por series de bostezos con una frecuencia media de 3-4 por minuto (cada 15-20 s). El episodio clínico tuvo una duración de 46 minutos. Progresivamente la frecuencia de los mismos disminuyó, hasta que cede el episodio. Los bostezos se acompañan en su mayoría de automatismos motores, tales como frotamiento de la nariz y tocamientos de la cara, así como murmuraciones y habla con frases cortas. En el registro simultáneo EEG durante el episodio clínico se objetiva una actividad de base levemente lentificada, intercalada con la abundante actividad electromiográfica propia de los movimientos del bostezo. No se objetiva patrón de reclutamiento previo ni actividad paroxística en dichos episodios. Durante el período poscrítico inmediato, la paciente entra en sueño (fase I del sueño no REM) durante unos 5 minutos, seguidamente de vigilia. La paciente sufre amnesia de los automatismos motores y verbales. Durante la fase II del sueño no REM se registra actividad paroxística ocasional en forma de puntas en temporal izquierdo, que no difunde a áreas homólogas contralaterales ni se generaliza. Ante la sospecha diagnóstica de crisis parciales complejas de origen temporal medial izquierdo se inicia tratamiento con oxcarbacepina en una dosis de 300 mg/12 h, que hace desaparecer las crisis de forma progresiva en un plazo de dos semanas. Desde entonces, la paciente permanece totalmente asintomática y libre de crisis. Las alteraciones de características ictales y estereotipadas que describe la paciente se relacionan con una alteración semiológica del lóbulo temporal. La sensación inicial epigástrica, la pérdida diferida del contacto, con la presencia de automatismos motores con las extremidades superiores, como el rascado nasal, la aparición de automatismos verbales y la ausencia de generalización secundaria se asocian generalmente con crisis parciales complejas epilépticas de origen medial temporal. Aunque el registro electroencefalográfico durante la crisis no detecta la presencia de alte- 63 CORRESPONDENCIA ración eléctrica, la sintomatología repetitiva y estereotipada que presenta la paciente, el control clínico absoluto con tratamiento anticonvulsionante y la presencia de actividad paroxística ocasional en el sueño no REM, en forma de puntas en temporal izquierdo, sugieren de forma muy directa el origen comicial de las alteraciones clínicas descritas. La presencia de bostezos repetidos e incontrolados que sufre la paciente se describen de forma muy excepcional dentro del síndrome clínico que suele aparecer en la epilepsia del lóbulo medial temporal [2,3]. Aunque el bostezo puede ser una forma de manifestación de crisis epilépticas en roedores y en humanos, las referencias en la literatura escasean [4,5]. El bostezo es un reflejo fisiológico normal en mamíferos, inducido por la excitación, la fatiga, el hambre y la somnolencia. El bostezo está bajo el control complejo de varios neurotransmisores, incluidos la dopamina, el óxido nítrico, glutamato, GABA, serotonina, ACTH, hormonas sexuales y opiáceas. La actividad de estos neurotransmisores se influencia por los ciclos de sueño y vigilia. Las vías anatómicas implicadas en el bostezo no se han definido, aunque el diencéfalo, la formación reticular y el troncoencéfalo parecen involucrarse [13]. El bostezo puede inhibirse en humanos adultos, ya que las neuronas del troncoencéfalo y de la región espinal envueltas en este reflejo están sujetas a influencias de origen cortical. La dopamina, al incrementar la síntesis de oxitocina en el núcleo paraventricular del hipotálamo, activa la transmisión colinérgica en el hipocampo y, subsecuentemente, provoca el bostezo. Diversos fármacos opiáceos, como la morfina, son muy efectivos en prevenir el bostezo inducido por fármacos dopaminérgicos y la oxitocina [13]. La epilepsia del lóbulo temporal, los ciclos de sueño vigilia y el bostezo parecen participar de similares estructuras anatómicas, además de presentar mecanismos neuroquímicos comunes [9]. Aunque los me- canismos de terminación de las crisis no se conocen, en diversos estudios animales pretratados con morfina y naloxona se observó un aumento y disminución, respectivamente, de la duración de algunos comportamientos postictales, relacionados a la acción de los opiáceos endógenos [14]. Como ejemplo terapéutico en la práctica habitual podemos mencionar un fármaco como la fenitoína, ya que ésta actuaría por lo menos en forma parcial sobre la actividad epiléptica, a través de la liberación de opiáceos endógenos [15]. Los opioides endógenos podrían formar parte de un sistema de protección que intentaría prevenir la aparición de crisis, a través de la aparición del bostezo [7,9], lo que hace postular que el bostezo podría ser la expresión clínica de los mecanismos de inducción opiácea que intentan detener la aparición y recurrencia de crisis del lóbulo temporal. No obstante, otra hipótesis más simple nos podría hacer pensar que los bostezos no sean más que una manifestación añadida a una particular forma de epilepsia del lóbulo temporal. V. Medrano a, F. Selles-Galiana b, S. Fernández-Izquierdo a, J. Mallada-Frechín a, F. Díaz-González c, L. Piqueras-Rodríguez a Aceptado: 01.04.05. a Servicio de Neurología. Hospital General de Elda. b Servicio de Neurofisiología. Hospital General de Alicante. c Centro de Salud de Biar. Alicante, España. Correspondencia: Dr. Vicente Medrano Martínez. Ctra. Elda-Sax, s/n. E-03600 Elda (Alicante). E-mail: vmedrano714k@cv.gva.es BIBLIOGRAFÍA 1. Commission on Classification and Terminology of the International League Against Epilepsy. Proposal for revised classification of epilepsies and epileptic syndromes. Epilepsia 1989; 30: 389-99. 2. Volcy-Gómez M. Epilepsia del lóbulo temporal mesial: fisiopatología, características clínicas, tratamiento y pronóstico. Rev Neurol 2004; 38: 663-7. 3. 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