“EL AMOR HACIA TUS PADRES, ES UN REFLEJO QUE VUELVE A TI DESPUÉS DE UNOS AÑOS” Dos seres unidos por el amor, en su nombre un día deciden asumir el reto de vivir juntos un mismo sueño: construir una hermosa familia y con ella marchar de la mano rumbo a la felicidad. Con el pasar de los años, los niños se vuelven jóvenes y posteriormente adultos, mientras los padres afrontan con valor y sabiduría las diferentes etapas de la vida de sus hijos: La fragilidad de su infancia, la rebeldía de la adolescencia y la dura ingratitud que asumen algunos, cuando ya son profesionales, tienen su propia familia y con ella sus propios ideales y metas que cumplir. Aquellos árboles fuertes que un día extendieron sus ramas, las alimentaron, las fortalecieron y les dieron las herramientas para enfrentar el fortuito cambiar de los tiempos, hoy se ven frágiles, sus piernas no tienen la misma agilidad, sus pasos son lentos, sus manos son suaves y delicadas como las de un bebé y su voz a penas se percibe en la tormentosa bandada de ruidos y sonidos de los hijos, nietos, y bisnietos. Entonces, nuestros ancianos padres llegan a buscar refugio en nuestros hogares, como la casa está tan llena, para ellos no queda un espacio diferente al desván o el último cuarto de ella. Allí se acomoda aquel abuelito para recordar solo, a veces con alegría otras con lágrimas en los ojos, los mejores tiempos de su vida. Cuando esto no es posible, en el peor de los casos, los hijos se reúnen y juntos deciden enviar a su padre o madre a pasar los últimos años de su vida en un lugar donde seguramente se sentirán mejor, tendrán amigos o amigas de su edad y personas especializadas cuidaran sus achaques, escucharán sus quejas, la tristeza o alegría de la añoranza de otros tiempos y cuidaran sus pasos. ¿Será justo pensar que estas personas especializadas, lo están también para hacer aquello que nosotros deberíamos: cuidarlos como si fueran niños, amarlos, respetarlos valorarlos y demostrarles nuestra gratitud asumiendo sus enfermedades e incapacidades como producto de su trabajo y esfuerzo por hacer realidad lo somos ahora? Ellos desean estar con nosotros: Que su suave voz y sus consejos se escuchen y apliquen con la misma atención con que ellos escucharon y celebraron tus primeras palabras, Que atiendas sus necesidades, quejas y solicitudes, así como ellos tradujeron y pidieron por ti aquello que tú aún no sabías decir. Que acompasemos nuestros pasos con su pausado caminar. Que nuestras fuertes manos los sostengan como ellos lo hicieron cuando dábamos nuestros primeros pasos. Que los bañes, los vistas, los peines, los acaricies, les regales tu amor, comprensión y ternura; así como ellos lo hicieron cuando eras tan solo un recién nacido. De esto se trata el amor a nuestros padres, nunca olvidar que la vida contigo será tan justa, como tú lo eres con los demás; Si tus hijos miran lo que haces con tus padres… seguramente también lo harán contigo. Los ancianos que te rodean, fueron lo que tú has sido, lo que eres y lo que serás. Autora: Pilar Navarro Fajardo Profesora de Lingüística e inglés