EFECTOS PERSONALES Mariana Lucía Dicen que tiene mucho swing. De niña, pasaba horas con sus amigas componiendo y bailando sus propias canciones. Nació en una megalópolis. Es estudiante avanzada de Lingüística. Fue corista de Martín Buscaglia y de Hugo Fattoruso, cantó merengue en un crucero, y participó de la formación coral femenina Lavanda. Mariana Lucía acaba de editar su primer disco, un trabajo libre, orgánico y de origen celestial, que se estará presentando en los próximos meses en diferentes escenarios de Montevideo txt. JEANNETTE SAUKSTELISKIS foto CAMILA G. JETTAR Agradecimiento especial: Hotel Splendido Eu dessa terra vou me austentar Mi madre es nurse y mi viejo es contador; y un poquito antes de la dictadura se fueron a Brasil. Se la veían venir, a mi vieja ya se la habían llevado una semanita y dijeron: “Hay que irse”. Mi hermano era chiquito, y a los dos años nací yo, en San Pablo, en Santa Cecilia. Cuando yo tenía 5 años mi viejo pegó un laburo mejor en Río, y nos fuimos para Río hasta mis 11 años y ahí después al Uruguay. A mi padre nunca lo convenció mucho, pero mi madre se enamoró de Brasil; además siempre trabajó de nurse acá, pero en Brasil empezó a estudiar artes plásticas y se recopó con los artistas brasileros, hasta ganó un premio. Mi vieja estudiaba en el Parque Lage, al lado del Botánico de Río, una edificación hermosa en pleno morro; tengo recuerdos alucinantes de la infancia, de estar todo el día jugando ahí adentro, como algo mágico. 48 SETIEMBRE 2010 Los desafinados de aquí Yo tenía unos 9 años y mi viejo en casa escuchaba murga, mucho Jaime Roos. Le encantaba y le encanta. Y me acuerdo de ver a mi viejo como quebrado, reemocionado escuchando: [y canta] “oigan al payaso que canta”, que es una daga ¿no?... Yo ahora escucho eso y me mata, pero en aquel momento me acuerdo de mirar y no entender nada, y decir: “Qué raro esto”. Había algo en mí que se emocionaba pero a la vez era muy extraño. No entendía la sonoridad, me parecía que estaba mal, que estaba desafinado, que cantaban feo, era una especie de misterio, y yo decía, “¿qué me pasa?”. Porque yo sentía que aquello también me tocaba y me conmovía. El tiempo pasó Me parece que ya superé haber venido de Río de Janeiro a Montevideo, ponele que hace cuestión de dos años lo superé del todo. Siempre me venían reminiscencias de querer volver, siempre tuve una fantasía con eso. Yo quería ser bailarina en Brasil, y cuando me vine a vivir a Uruguay fue muy triste y entonces negué un poco todo lo que me gustaba. Un tono es un buen lugar Cuando era niña no escuchaba la música brasilera con conciencia, escuchaba discos de mis viejos, que eran fans de Chico, Caetano, todos los tropicalistas, MPB… en casa se escuchaba mucha música. Y yo sabía las canciones pero ni me daba cuenta que las sabía. En esa época me gustaban más cosas en inglés, en Brasil la radio es prácticamente toda en inglés, entonces yo era fan de Madonna, de Cyndi Lauper, Michael Jackson, todo muy pop y muy gringo. Y claro, cuando conocí a Mario Maeso –que ahora vive en España–, que tenía un dúo con Martín Buscaglia, éramos reguachos, y yo cantaba con ellos en un plan guitarreada, pero ellos eran fans de la música brasilera, y aquellos piraban porque, claro, yo sonaba de 49 “El lenguaje define también tu sistema de creencias y tu forma de ver las cosas” verdad, y se recopaban. Entonces ahí empecé a decir: “¡Hop! mirá… tengo algo que me hace especial acá… atenti”. ¡Y en plena adolescencia! La voz que se eleva Yo creo que hice un proceso más racional, de entender la letra de las canciones, o los movimientos de la música brasilera a partir de la relación con mis amigos acá, que estaban mucho más por dentro y eran mucho más cultos en relación a toda esa parte. Lo mío era bien intuitivo. Entonces ahí me empecé a empapar más de eso también. Empecé a estudiar canto con una cantante clásica que se llama Sara Dufau, yo era muy ronca, era súper disfónica mi voz. Tengo un ronquidito ahora, pero nada que ver, era ronca-ronca, que también eso le daba una onda a la voz, pero me moría de hambre… no llegaba a ningún lado. Estudié años y de verdad me cambió la voz. Me cambió mismo. Y ahí le empecé a dar al canto. La lengua que dice Y sí, es interesante cómo el lenguaje a nivel simbólico conlleva toda una cultura, y uno cuando es bilingüe de alguna manera porta distintos modos existenciales que tienen que ver con una cultura. Y eso es loco también. Por un lado te enriquece mucho, y por otro te pinta una cosa de decir: “Pa, pero yo ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿o soy una mezcolanza?”, que creo que cada vez es más como el ciudadano actual, cada vez estamos más mezcolados. Y desde ese punto de vista es interesante porque el lenguaje porta mucho de eso, y define también tu sistema de creencias, y tu forma de ver las 50 SETIEMBRE 2010 cosas, entonces a mí, la psicolingüística me parece apasionante también en ese sentido. Hacia ti Me gusta la relación con el otro, yo soy una persona que necesita mucho vincularse, soy muy de las relaciones, tengo una personalidad para ese lado, yo necesito que el otro me devuelva mucho, una cosa que tiene que ver con la vanidad también, que uno lo va laburando, pero también ta bueno conocerse; yo necesito que me digan: “Qué linda que sos”… como todo artista. Adobadito Este es mi primer disco. Y estoy muy contenta porque es fruto de muchos años. Quizá ya hubiera podido sacar un disco anterior a este, de hecho hay muchas cosas que quedaron afuera, porque no entraban, porque hay canciones que son reviejas, Campanita, el último, es un tema de cuando tenía 20 años. Creo que eso da una cosa que en el arte, en estos tiempos, se ha perdido un poco, porque ahora está eso de sacar discos y sacar discos, como que uno produce y produce, pero cuando hay un tiempo de maceración, se plasma distinto. No lo hice intencional, fue más bien porque todavía no había llegado el momento de yo decir: “Ya está”, porque yo estuve en muchos proyectos musicales pero nunca como Mariana Lucía. Disco volador El disco tiene un trío base que soy yo, Diego Lacuesta, que es mi pareja, guitarrista y arreglador y Freddy Kerber que es el percusionista. Yo los convoqué a los dos, entre otras cosas, para hacer mis canciones, y a partir de eso surgió una sonoridad que es lo que le da la unidad al disco. Eso es muy importante porque son canciones de épocas tan distintas que había que buscar algo que unificara un poco. Grabamos el disco los tres juntos en vivo y en un mismo día, con el aporte de Román Impallomeni, y sobre eso hicimos sobregrabaciones. El disco tiene una sonoridad medio orgánica, medio acústica, mañanera, tiene una frescura que tiene que ver con que no fue grabado por pistas que le da una cosa más fría. Después sobre esa grabación aparecen los invitados: el Popo Romano, Hugo Fattoruso, Eduardo Yaguno, Alejandro Aguerre y Marcelo Rossi. Vieja infancia El disco tiene un sello personal que es el de estar atravesada por dos culturas, y tiene unas locuras en varias lenguas, pero eso son locuras. Tiene varias citas también, tiene una cita de Because de Los Beatles; una cita de Björk, de Venus As a Boy, son citas muy fugaces. Martín [Buscaglia] tiene esa onda también, siempre jugamos mucho a parafrasear músicos que nos gustan, gran parte del juego con una banda que teníamos en el Cabo Polonio era probar todos los temas que podían entrar dentro de un entorno armónico, entonces se planteaban tantos acordes y ahí íbamos metiendo temas, y había un juego que estaba bueno en eso. Es como cierta reminiscencia de jugar, y de hecho es algo que hago todo el tiempo. Pupila en la nada No sé si lo mío es todo musical. Por ejemplo, mi pareja es mucho más músico que yo, él puede estar 24 horas igual en ese viaje, yo no, a mí me agota, tengo que pedir que no escuchemos música por momentos, y si estoy mucho rato compartiendo con músicos y hablando de música, me aburro. Yo soy de las que toman mate en el fondo, y me encanta esa cosa de vivir la temporalidad de la nada, soy bastante colgada con eso, y me empiezo a irritar un poco cuando tengo que responder, es algo que sé hacer pero llega un momento que digo: “No sé… quiero estar rascándome un rato”. A mí me gusta el divague ese, y en ese divague es en donde mejor compongo también. Yo sé que es importante para mí conservar esos momentos.