Premio FSC Friday 2013 Categoría El Bosque y sus Beneficios Autoras: Blanca Gálvez & Susana Calatayud Colegio: Menesiano de Madrid EL BOSQUE Y LA FRUTA DEL DESEO Había una vez, en un pueblo pequeño, una niña llamada Giselle. Giselle tenía 12 años y era una niña muy buena y educada. Su familia era pobre, muy pobre, y Giselle tuvo que aprender en casa. Giselle intentaba ayudar a su familia a conseguir dinero: vendía el queso que ella misma fabricaba o ayudaba en la panadería siempre que la necesitaban. Pero no conseguía mucho dinero ya que tenía que alimentar a sus 8 hermanos menores y a su madre. Su padre murió hacía 3 años y su madre estaba muy enferma y no podía permitirse las medicinas. Giselle hacía lo que podía pero esto no era suficiente. Un día, cuando Giselle estaba en la panadería, oyó que unos señores decían: - ¿Has oído lo último? - ¿Lo del melocotonero mágico? - ¡Sí! Todo el mundo habla de eso. - Dicen que está en el bosque de nuestro pueblo. - Ya, todos lo están buscando para pedir sus 3 deseos. Los ojos de Giselle se abrieron como platos, casi se le cayó la harina del pan que estaba haciendo. “Yo podría pedir dinero para mi familia, solo tengo que encontrar el melocotonero” pensó Giselle. Terminó de hacer el pan y se fue corriendo a casa para prepararse. Cogió una pequeña mochila y empezó a llenarla: un par de bocadillos, una botella de agua, una chaqueta cosida por ella misma de pelo de oveja y un saco de patatas para dormir. Salió diciendo a su hermana Erika que cuidase de su madre. Giselle era pequeña pero no tenía miedo. Se puso a andar y en media hora, ya había llegado al bosque. Eran las 15:30 y decidió adentrarse en el bosque porque no quería que se oscureciera el cielo antes de estar más o menos a mitad de camino. Cuando iba andando, se dio cuenta que era la descripción del bosque de los cuentos que su madre le contaba de pequeña: un bosque encantado. De un violeta brillante, tranquilo y florido. Como en todo el día no había comido nada, se tomó un trocito de bocata y bebió un sorbito de agua, luego continuó su camino. Cuando Giselle iba caminando estuvo pensando en lo mucho que le gustaban los árboles “¡Wow! Qué bonito árbol “exclamaba. Y se entristeció porque sabía que pensaban talar los árboles. “Me parece mal que los talen, son preciosos y nos dan oxígeno, es una injusticia” pensaba. De repente oyó un ruido de hojas, Giselle se sobresaltó cuando vio que de los arbustos salía un perrito chiquitín abandonadito en una cajita. Giselle no pudo resistirse, lo cogió con amor y le dio calor. Como estaba abandonado se lo llevó para que le hiciese compañía. El perrito (al que le llamó Toby) no paraba de corretear y mover la cola muy feliz. Le dio un poco de agua y un trocito de jamón york del bocadillo. Siguió caminando y caminando durante horas, hasta que oscureció. Ya era tarde, se sentó y comió otro trocito de bocadillo y agua. Bostezó y como pensó que ya era muy tarde, se puso la chaquetita y se metió en el saco de patatas con Toby y ambos se durmieron mirando las estrellas. Cuando despertó ya era por la mañana, las 10:00 exactamente. Guardó sus cosas y se puso en marcha, pero se dio cuenta de una cosa, se había olvidado de marcar los árboles para saber volver. Ya no podía arreglarlo así que decidió continuar su camino. Seguía andando y para saber el punto cardinal al que se dirigía, ponía una hoja en un charquito, el viento la movía en una dirección y así mantenía su rumbo fijo. Fue en una de estas ocasiones cuando vio a lo lejos un montón de melocotoneros, “¡Al fin!” pensó Giselle. Pero se dio cuenta de que había dos y uno era venenoso. Giselle no sabía cuál elegir y de repente Toby salió corriendo y se acercó a uno en especial. Giselle tuvo confianza en él, intentó coger un melocotón que había dorado, pero no podía cogerlo, estaba demasiado alto para ella. Entonces vio un cartel que decía “Con La Amabilidad Se Consigue Todo”. No lo entendía hasta que lo averiguó y dijo: “Por favor melocotonero mágico, permíteme coger el melocotón dorado”. Y el melocotonero se movió un poco, después Giselle dijo “Gracias” y el melocotón se soltó hacia sus manos. Giselle no se lo podía creer, llevaba dos días buscándolo y ya lo tenía en sus manos. Le dio un beso al melocotón y salió un genio. El genio dijo que podía pedir tres deseos. Giselle pidió: dinero para alimentar a su familia y para las medicinas de su madre, que la llevase a casa y… No sabía que más pedir, pero al final lo tuvo clarísimo: salvar al bosque. Giselle despertó y apareció en su casa. Se levantó y fue a ver a su madre que estaba mejor al tomarse las medicinas, también vio a sus hermanos comiendo. Estaba muy feliz, muchísimo. Pero cuando salió a la calle, lo que más le gustó es ver un anuncio de “SE CANCELA LA TALA DEL BOSQUE”. Giselle sonrió y dijo: “EL BOSQUE ES UNA FUENTE DE VIDA, SIN LOS ÁRBOLES NO VIVIRÍAMOS”. FIN