Hace mucho tiempo, las cebras no tenían rayas, como hoy, eran totalmente blancas. Algunas personas decían que eran una combinación entre caballo y burro. En ese tiempo los hombres domaban caballos salvajes y también querían domar cebras porque eran muy bonitas, pero era muy difícil cogerlas y domarlas. Un día una cebra joven cometió el error de entrar en un poblado. Las personas empezaron a planear cómo pillarla. La cebra se dio cuenta del plan de los hombres y se alarmó. Empezó a correr como loca. Los hombres corrían tras ella con una red. La cebra corrió y corrió hasta que encontró una cabaña y entró en ella. Allí encontró un cubo con pintura negra que tiró sobre el suelo. La pintura se extendió sobre el suelo y la cebra dio vueltas sobre ella hasta que se llenó de rayas. Luego salió. Cuando los hombres vieron la cebra pensaron que no era la que ellos perseguían y la dejaron pasar. Desde entonces las cebras tienen rayas y siguen siendo difíciles de coger y domar, pero aparte de eso, están orgullosas de su aspecto porque ya nadie las confunde con caballos o burros. Cuento y dibujo creado por Andrea Daniela Ursu (6º-B) Era invierno y estaba nevando. Había poca gente en la calle. En la ventana de una casa había un niño, estaba limpiando la ventana para ver a la gente. Había terminado de jugar con sus juguetes. De repente un pájaro quería entrar en la casa por su ventana. El niño avisó a su padre de que había un pájaro en la ventana. El padre abrió la ventana para que entrara el pájaro. Le dieron de comer y de beber, le pusieron en una jaula, se hizo de noche y se fueron a dormir. A la mañana siguiente el niño no encontró al pájaro, fue a avisar a su padre y vieron que el pájaro quería salir de la casa. Le dejaron salir. El niño se fue a su colegio y su padre al trabajo. Cuando llegaron a casa vieron al pájaro en la ventana y le dejaron entrar. Al día siguiente le volvieron a dejar salir. Una noche el pájaro no volvió y el niño junto a sus padres fueron a buscar al pájaro con una linterna. Le encontraron tirado en el suelo, herido en un ala. Le cogieron y lo llevaron al veterinario. Después de la cura, le dejaron en una almohada al lado del radiador y le dieron de comer y de beber. Por la mañana le quitaron el vendaje y el niño y el pájaro salieron al parque a jugar con sus amigos. A partir de entonces fueron amigos. Cuento aportado por Amina (5ºB) y Monk Louise (6ºB)