Emprender “con sentido”: un nuevo fenómeno social

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18 NEGOCIOS
LATERCERA Domingo 24 de mayo de 2015
COLUMNA
Por Hernán
Cheyre
Emprender “con sentido”:
un nuevo fenómeno social
ocupan un lugar mucho más importante
dentro de la lista de prioridades de las nuevas generaciones.
En este ámbito, en todo el mundo está surgiendo la figura del “emprendedor social”,
que en términos simples puede definirse
como una persona que busca resolver problemas que afectan a la sociedad haciendo
uso de los criterios y herramientas propios
del manejo de los negocios, para impulsar
iniciativas que sean financieramente sustentables en el tiempo. Estas iniciativas pueden
ser llevadas a cabo por entidades sin fines de
lucro organizadas bajo la lógica de la eficiencia empresarial, o por empresas orientadas a la obtención de utilidades que incluyan en su misión el logro de un determinado
objetivo social.
En definitiva, el emprendimiento social
está orientado a incursionar en la solución
de problemas en los que, por sus características, ni el Estado ni el sector privado tradicional han logrado abordar en buena forma.
Lo que ha surgido es la figura del emprendedor social como un potente agente de cambio, que surge espontáneamente de la propia
sociedad civil. Tan fuerte ha sido la explosión global de este fenómeno, que incluso las
principales escuelas de negocios en el mundo, tanto de raíz conservadora como liberal,
han creado divisiones orientadas a encauzar
el emprendimiento y la innovación social
entre sus alumnos.
Chile no ha estado ajeno a este fenómeno, habiendo un creciente número de emprendedores que está siguiendo el camino
de emprender “con sentido”, dándole así
un propósito especial a sus vidas, logrando compatibilizar la necesidad de generar
ingresos con la aspiración de poder ayudar
a otros a mejorar las condiciones en que
viven, estudian, trabajan y se desarrollan.
Hay sectores que miran esto con escepticismo, por cuanto este enfoque rompe los
moldes tradicionales.
Obviamente, el emprendimiento social no
es una panacea que va a resolver todos los
problemas del país, y también presenta debilidades, pero tiene una virtud que es muy
importante: permite presentar de mejor forma ante las generaciones más jóvenes el impacto de un modelo de desarrollo económico y social que tiene la libertad de emprendimiento como eje central. Al entregarse
herramientas para que sea la propia sociedad civil la que lidere iniciativas orientadas
a mejorar la calidad de vida de las personas,
cae por su propio peso la superioridad y
mayor eficacia de este enfoque para abordar
problemas que el Estado no ha podido abordar en forma adecuada, como tampoco lo
ha hecho el sector privado operando bajo la
modalidad tradicional.
A través del fortalecimiento del emprendimiento social se logra, además de permitir dar una solución a importantes problemas que aquejan al país, que aquellos
grupos más jóvenes de la población, tradicionalmente muy motivados y comprometidos con los problemas sociales, visualicen con su propia experiencia que el camino del emprendimiento no es
contradictorio con la armonización del
desarrollo económico y con el desarrollo
social del país. Más allá de la abundante
evidencia que se pueda presentar para demostrar la superioridad de los sistemas
económicos basados en la libertad de emprendimiento, a fin de cuentas las estadísticas son números fríos que no logran convencer a quienes actúan motivados esencialmente por la pasión. Por el contrario,
las vivencias personales, por el hecho de
llegar directamente al corazón de las personas, tienen un impacto mucho más potente. Emprender “con sentido” cae dentro
de esta última categoría. Apoyar iniciativas en este ámbito debe ser tarea de todos
quienes vemos la libertad de emprender
como el motor fundamental del progreso
de los países.N
Presidente Instituto de Innovación Social
UDD-FMK.
FOTO: ANDRES PEREZ
La mítica frase “seamos realistas, pidamos
lo imposible”, enarbolada por los estudiantes que protestaban en las calles de París el
año 1968, daba cuenta de algo que históricamente ha sido muy propio de la juventud,
como lo es el rebelarse en contra del “orden
establecido” buscando espacios para “cambiar el mundo”.
Chile no ha estado ajeno a esta ola, y con el
advenimiento del nuevo milenio, los movimientos estudiantiles han empezado a manifestarse con especial fuerza. Y lo que en
un inicio fueron protestas circunscritas al
tema educacional se han ido ampliando hacia los más diversos ámbitos. Más allá de los
temas puntuales que los manifestantes reclaman en sus movilizaciones, el problema
de fondo va mucho más lejos y dice relación
con la falta de sintonía que se ha producido
entre los problemas sociales que ellos visualizan como prioritarios y la forma en que la
sociedad se organiza para resolverlos.
La falta de participación que se reclama
ciertamente forma parte del desafío central,
pero la solución que se suele proponer para
cada caso –consistente en una mayor intervención estatal en el área respectiva- no sólo
no está resolviendo el problema de fondo,
sino que, además, deja a la sociedad civil al
margen del proceso, generándose así nuevas
frustraciones.
Este tipo de descontento no se manifiesta
únicamente en países como Chile, sino que
es un fenómeno mucho más global, que se
enmarca dentro de lo que se ha definido
como la generación de los “millennials”,
personas que entraron a la adolescencia y a
la edad adulta en este nuevo milenio, caracterizado por la existencia de un mayor nivel
de bienestar general derivado de la mayor
riqueza global existente. A esto se agrega el
efecto de la revolución de las tecnologías de
la información y el masivo uso de las redes
sociales, que han cambiado la forma de participar e interactuar en la sociedad moderna, y en el cual temas como los problemas
sociales y el cuidado del medioambiente
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