El Poder del Amor por Charles F. Stanley ¿Cuál es la motivación más grande en su vida? Algunas personas son impulsadas por el temor, la codicia o los apetitos. Otras ven la fe como el estímulo principal. Pero cuando el amor está presente en la vida de una persona, éste es una de las fuerzas motivadoras más poderosas que conoce el hombre. Primera a los Corintios 13 es considerado a veces el "capítulo del amor" de la Biblia. Allí, el apóstol Pablo habla de la preeminencia del amor por encima del conocimiento bíblico, de la fe poderosa, de la generosidad e, incluso, del sacrificio supremo de nuestra propia vida (vv. 1-3). Los cuatro versículos siguientes, explican cómo procede el amor verdadero. Usted pudiera reaccionar ante esta descripción, pensando: ¡Yo no estoy seguro de poder hacer eso! Y tendría la razón, porque nadie puede, con sus propias fuerzas, llevar a la práctica estas acciones de amor. Es algo imposible sin un Dios todopoderoso, que es la fuente del amor. La Biblia nos dice que Dios es amor (1 Jn. 4:8). Cuando usted y yo confiamos en Jesucristo como nuestro Salvador personal el Espíritu Santo vino a vivir en nosotros, y por eso tenemos el amor de Dios en nuestro interior. Cuando nos rendimos al Señor, Él permite que Su amor divino , no el amor humano, fluya a través de nosotros. Los cristianos tienen una capacidad para amar que no tiene el no creyente. La Biblia llama "ágape" a este amor. El amor ágape, un amor abnegado, dispuesto a sacrificarse y a servir, está dedicado a buscar el bien de la otra persona. ¿Cómo actúa este amor divino? Es, primero que todo, paciente en cuanto al tiempo y a los propósitos de Dios. En esas circunstancias frustrantes, que no somos capaces de cambiar, el amor de Dios da el poder y el valor para continuar esperando hasta que Él tenga a bien modificar la situación. Por ejemplo, el apresurar la boda porque "usted no puede esperar", revela un deseo por satisfacer su yo, aun a expensas de la otra persona. El amor ágape nos da la paciencia para esperar lo que es mejor. Con el amor de Dios, somos bondadosos para con los demás, no importa que ellos lo sean o no con nosotros. Es posible que cuando somos criticados, maltratados o falsamente acusados queramos responder con venganza, como lo haría el mundo. Pero con Dios viviendo y amando en nuestro interior, respondemos con mesura. Bondad transmite la idea de sanar; significa estar dispuesto a hacer lo imposible por ayudar a alguien. Hoy tenemos la oportunidad de ser bondadosos, porque abundan el desánimo, la desilusión y la desesperanza. Observe que en toda acción de amor ágape que Pablo describe, debemos olvidarnos de nosotros mismos. Lamentablemente, muchas personas nunca aprenden a amar de verdad porque no pueden olvidarse de sí mismas. Tenemos que quitarnos de en medio y dejar que el amor de Dios fluya a través de nosotros. Entonces, la bondad, la gentileza y el deseo de sanar se evidenciarán en nosotros. Los creyentes tienen en su interior el amor de Jesús; por eso, cuando nos sometemos al Espíritu Santo, quien ejerce el control del flujo, el amor ágape puede manar y tocar otras vidas. Pablo también nos dice que el amor divino no es celoso; este amor nos capacita para compartir. Algunas personas pueden considerar el celo como una actitud de preservación, pero en realidad tiene más que ver con el temor que la protección. Si tememos perder la devoción de alguien, nos volveremos protectores de esa devoción, poniendo restricciones a la persona que amamos. Podemos volvernos celosos cuando alguien recibe un reconocimiento. Estas actitudes hablan del yo, mientras que amor ágape, la clase de amor que Dios quiere le tengamos a Él y a quienes nos rodean, se preocupa por los demás. No debe preguntar "¿Qué me conviene a mí? sino "Señor, ¿cuál es Tu voluntad; Tu propósito, y Tu plan?" Otro aspecto del amor ágape es la humildad. Los que rebosan del amor de Dios no necesitan probar nada; están "tranquilos", calladamente y escuchando, no importa lo que esté sucediendo. Lo opuesto a la humildad es el orgullo jactancioso; tal arrogancia equivale a confesar: "Estoy vacío, y quiero su atención. Debo dominar la conversación y recibir reconocimiento como el mejor". Pero el amor no necesita jactarse porque una relación con Dios es tan placentera que no requiere nada externo para sentirse completa. Pablo dice que el amor "no hace nada indebido"; es decir, el amor ágape es cortes, permitiéndonos demostrar un carácter piadoso cuando interactuamos con otras personas. Tendremos una conducta social correcta tanto en público como en privado, a pesar de lo que esté sucediendo.. Juan 13:35 lo explica con mayor detalle: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros". El amor no busca lo suyo. Es decir, el amor renuncia a sus derechos. Pensemos en la cultura de hoy, donde se habla tanto de proteger nuestros "derechos". ¿No es interesante que Jesús nunca habló de Sus derechos En contraste, mientras nuestro inocente Salvador colgaba de la cruz, Su preocupación era por aquellos que le crucificaron, para que fueran perdonados (Lc. 23:34). Si usted y yo pertenecemos a Dios, renunciamos a nuestros derechos. No significa que dejamos que la gente nos pisotee; simplemente no consideramos nuestros derechos nuestra primera preocupación. Nos concentrarnos en dejar que el amor de Dios fluya por medio de nosotros a la otra persona. Para el hijo de Dios, el poder para amar están a su alcance, aun en medio del maltrato más horrible de enfrentar. ¿Por qué Mateo 5:19 enseña que debemos volver la otra mejilla si alguien nos golpea? Porque el amor nunca pierde; pero podemos perder si exigimos nuestros derechos. Otra evidencia del amor ágape es que no se irrita. El amor de Dios hace posible que tengamos un espíritu tranquilo, pase lo que pase. Estar serenos cuando estamos rodeados de amigos afectuosos es una cosa; pero otra es permanecer tranquilos cuando estamos rodeados de incrédulos que esperan descubrir y poner al descubierto alguna hipocresía en un cristiano. La expresión de Pablo se refiere también a las personas irritables que explotan a la menor falta; esas personas tienen su atención centrada en sí mismas y la mecha ya encendida. Aunque ésa haya sido nuestra tendencia, el amor sobrenatural de Dios que fluye a través de nosotros nos capacita para abandonar nuestra manera de pensar normal y vivir en un nivel más alto. Uno de los principales beneficios del amor ágape es que no lleva cuentas del mal sufrido. Este amor sobrenatural nos da el poder para perdonar, a pesar de las circunstancias. Algunas personas "guardan rencores", recordando cómo fueron agraviadas la semana pasada y hace veinte años atrás; esta falta de perdón revela un espíritu de encarcelamiento. La persona que lleva un registro de las ofensas recibidas, termina siendo esclava de los agravios. Dios no quiere que actuemos de esa manera; El quiere que sigamos Su ejemplo. ¿Cuántos pecados ha cometido usted, que nuestro Padre no perdonaría? Ninguno. Cuando usted confió en Cristo como su Salvador personal, Dios no borró simplemente el marcador; Él lo rompió (Sal. 103:12). Es Su amor en nosotros lo que nos capacita para hacer lo mismo. Más aun, el amor ágape "No se goza de la injusticia, sino que se regocija con la verdad". El amor de Dios nos capacita para ver los sufrimientos que hay en las vidas de las otras personas y a odiar el mal que les sobreviene injustamente. Veremos a los causantes de tales males bajo una nueva luz: Dios ama a todas las personas por igual, incluso a aquellos que pudiéramos considerar despreciables (Jn 3:16). Él quiere que amemos de la misma manera. El versículo 7 dice que el amor "todo lo sufre"; el amor ágape no divulga los comentarios negativos que escucha acerca de las personas. El amor genuino significa buscar la felicidad, la seguridad y el bienestar de la otra persona; este amor cubre una multitud de pecados al no ser crítico ni propagar chismes. Esta frase se refiere también a llevar las cargas de otros (Gá. 6:2), que pueden ser cargas emocionales, de relaciones, financieras, de trabajo o espirituales. Las cargas pueden ser abrumadoras, pero estamos conectados a un recurso inagotable: Dios. Si Él es nuestra fuente, entonces nuestro amor es lo suficientemente vasto, profundo y ancho para incluir a alguien que esté sufriendo (Ef. 3:18, 19). Cuando Pablo dice que el amor "todo lo cree", no nos está acusando de ingenuidad; más bien, está diciendo que el amor de Dios no es receloso y no busca una razón para criticar. El amor ágape significa que estamos dispuestos a creer lo mejor acerca de alguien ante la falta de una prueba absoluta en contrario. El amor también "todo lo espera", el amor nos capacita para esperar lo mejor de los demás, no importa lo que esté sucediendo. Pensemos en lo que nos produce más optimismo en la vida, especialmente durante los tiempos de dificultades y sufrimientos. Cuando sentimos el amor de alguien, no importa lo sombrías o tenebrosas que puedan ser nuestras circunstancias, ese amor nos robustece y genera expectativas en nuestra vida. Como hijos de Dios, podemos ser el vaso a través del cual fluya Su amor sobrenatural a un mundo ávido de esperanzas. Pablo concluye este pasaje diciendo que "el amor nunca deja de ser". No sólo indica que el amor ágape nunca se acabará; significa también que cualquiera que sea la situación, la respuesta es siempre el amor. El responder con amor ágape nos mantiene libres; no somos presos de la amargura, la ira, la hostilídad o un espíritu no perdonador. Puede vivir encadenado por el odio, la depresión y el resentimiento, o puede ser libre, la decisión es suya. Dios desea conducirle a una vida abundante, redimida por Su amor. Revista En Contacto, Febrero 2005.