2 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 2 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS Años imborrables (episodios autobiográficos) 3 Años imborrables.pmd 3 27/03/2008, 09:51 a.m. 4 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN 4 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 5 Archivo General de la Nación Volumen XLVI Rafael Alburquerque Zayas-Bazán Años imborrables (episodios autobiográficos) Presentación Rafael F. Alburquerque Santo Domingo 2008 Años imborrables.pmd 5 27/03/2008, 09:51 a.m. 6 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN Título: Años imborrables (episodios autobiográficos) Archivo General de la Nación, volumen XLVI Departamento de Investigación y Divulgación Director: Dantes Ortiz Edición: Emilio Hernández Valdés Diseño y diagramación: Modesto E. Cuesta Ilustración de la portada: Vista de la cárcel de La 40 (Los panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, Santo Domingo, CPEP, 2007, p. 40). © Herederos de Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, 2008 © De esta edición: Archivo General de la Nación, 2008 ISBN 978-9945-020-31-1 Archivo General de la Nación Calle Modesto Díaz número 2, Santo Domingo, Distrito Nacional Tel. (809)362-1111, Ext. 243 www.agn.gov.do Impresión: Editora Búho, C. por A. Impreso en República Dominicana Printed in Dominican Republic Años imborrables.pmd 6 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 7 Licenciado Rafael Alburquerque Zayas-Bazán Años imborrables.pmd 7 27/03/2008, 09:51 a.m. 8 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN 8 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS Contenido Nota preliminar / 11 Presentación / 13 Preámbulo / 19 1930 / 23 1937 / 33 1946 (1) / 49 1946 (2) / 63 1947 / 69 1950 / 85 1952 / 93 1958 (?) / 109 1960 / 115 1961 / 153 9 Años imborrables.pmd 9 27/03/2008, 09:51 a.m. 10 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 10 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS Nota preliminar P ara el Archivo General de la Nación constituye una honra digna de la mayor satisfacción el deseo del vicepresidente de la República, doctor Rafael Alburquerque, de que la institución se hiciese cargo de las memorias dejadas por su padre, el licenciado Rafael Alburquerque ZayasBazán. Interpretamos el deseo del Vicepresidente como un reconocimiento a la labor colectiva que se ha llevado a cabo en la institución en los pasados tres años, bien enterado él en los detalles de la misma por la encomienda que le asignó el presidente Leonel Fernández de dar seguimiento y apoyo al programa de modernización del Archivo General de la Nación. En estos años he encontrado en el Vicepresidente a un entusiasta pilar de las gestiones de dirección del Archivo. La satisfacción es doble por la información histórica que encierra este texto, amén de los valores morales y ciudadanos que trasluce la verticalidad del licenciado Alburquerque Zayas-Bazán. Él debe ser, ante todo, ponderado como un ciudadano íntegro, que asumió todas las penalidades y todos los riesgos que entrañaba una oposición inconmovible a la tiranía trujillista. Como se observa en este libro, el licenciado Alburquerque Zayas-Bazán estuvo presto a participar en cualquier movimiento conspirativo contra la dictadura y no tuvo temor en dejar traslucir su postura adversa a aquel orden despótico. En Años imborrables paralelamente se recrean claves de aquella época tenebrosa y se detalla la trayectoria de lucha de su autor. Es un tópico que todo se ha dicho ya sobre el trujillato, pero el licenciado Alburquerque Zayas-Bazán muestra que la exteriorización de la subjetividad de los 11 Años imborrables.pmd 11 27/03/2008, 09:51 a.m. 12 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN contemporáneos abona muchos elementos para mejores intelecciones de un pasado que, aunque felizmente superado, ha dejado no pocas herencias en la vida dominicana y cuyo conocimiento debe incorporarse a la conciencia histórica de los dominicanos. Por lo que recomendamos su atenta lectura. ROBERTO CASSÁ Años imborrables.pmd 12 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS Presentación E n cada visita que hago a la casa de mis padres encuentro a papá sentado en su sillón reclinable con un libro o un periódico en sus manos. Así mata el tiempo en su hogar, retirado de todas sus actividades profesionales, con sus casi noventa y cuatro años que cumplirá, Dios mediante, el próximo mes de octubre. A finales del pasado mes de diciembre lo hallé como siempre en su habitual lectura, pero en vez de un libro o un periódico, cargaba un amasijo de hojas amarillentas escritas en maquinilla. —¿Qué lees? –pregunté extrañado. —Unos apuntes que escribí hace ya un tiempo sobre sucesos que viví en la Era de Trujillo –respondió. La curiosidad por leerlos me asaltó de inmediato, pues nunca me había dado a conocer la existencia de estos papeles. —¿Me los prestas para leerlos? —Después –fue su lacónica respuesta. En enero de este año le recordé su promesa y me expresó que los había guardado y no recordaba el lugar donde se encontraban. Entendí que no se animaba a darme a conocer sus secretos de militancia antitrujillista y no insistí más en el tema. Por eso fue grande mi sorpresa cuando en los últimos días de marzo me dijo: —Encontré los papeles que escribí. Guárdalos, no vaya a ser que se me pierdan de nuevo. Los tomé en los precisos momentos en que comenzaba mi campaña electoral para Senador por la provincia de Santo Domingo y el trajín de la contienda me impidió ocuparme en su lectura. 13 Años imborrables.pmd 13 27/03/2008, 09:51 a.m. 14 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN Acabo de leerlos y confieso que me sobrecogieron, no obstante haber conocido y vivido los horrores de la tiranía. Lo narrado por mi padre son testimonios elocuentes de los sufrimientos y padecimientos que vivieron durante treinta y un largos años los contados hombres y mujeres que en el país se resistieron a dejar a un lado sus principios y a doblegar su dignidad. Mi padre lo hizo por sus arraigadas convicciones de moral y honestidad. Nunca fueron sus motivos ambiciones políticas. Circunstancialmente, perteneció a Unión Cívica Nacional con posterioridad al ajusticiamiento de Trujillo, y por decisión de ese grupo declinó cortésmente el ofrecimiento que le hizo el profesor Juan Bosch para ocupar en su gobierno el Ministerio de Relaciones Exteriores. Producido el golpe de Estado, el Triunvirato le nombró, sin consultarle, Regidor del Ayuntamiento del Distrito Nacional, y tan pronto se enteró por la prensa, dio a conocer por escrito su decisión de no aceptar la función, argumentando que los opositores al gobierno de Bosch debieron esperar la realización de elecciones nacionales para desplazarlo del poder. A partir de entonces nunca ha sido miembro de una organización política. Si luchó contra el trujillato fue simplemente motivado por su amor a la libertad y a la justicia. No hubo en su conducta vertical propósitos ocultos ni mucho menos afanes de heroísmo. Entendía que no podía apoyar y mucho menos servir a un gobierno que violentaba los más elementales principios de la dignidad humana. Actuó con honradez porque así se lo dictaba su conciencia, nunca en busca de ulteriores reconocimientos. Todavía hoy cuando le hablamos orgullosos de su valor, y hasta de su osadía, no hay en su rostro una sola expresión de satisfacción, lo que nos ha llevado a pensar en la familia que él juzga sus actuaciones bajo la tiranía como simples actos de un ciudadano común y corriente. Nunca le hemos oído contar sus experiencias de perseguido político. Nunca se ha referido a sus sufrimientos. En sus conversaciones siempre ha preferido mostrar su optimismo en los más variados escenarios. Por eso he quedado asombrado con estas cuartillas que, según lo afirmado en el preámbulo, fueron escritas veinte años después de desaparecida la tiranía, esto es, en los años ochenta. Como su nombre lo indica, Años imborrables es la narración de episodios que dejaron en su espíritu huellas indelebles. Años imborrables.pmd 14 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 15 Otros sucesos han quedado en el tintero, como la visita que hizo a mi hogar don Temístocles Messina para ofrecerle en nombre del tirano la designación de embajador en el país que eligiera, a lo cual respondió con esta frase: ‘‘Don Temo, dígale a Trujillo que aceptaré ser embajador cuando usted sea presidente.’’ O la respuesta airada ‘‘En esta casa mando yo’’, que dio a la persona que en 1955 le ofreció en venta la placa de ‘‘En esta casa Trujillo es el Jefe’’. Dada su sencillez, éstos, y muchos otros acontecimientos, como nunca visitar el edificio del Partido Dominicano, abstenerse de ir a La Voz Dominicana, jamás pronunciar un discurso laudatorio a favor del régimen despótico, negarse a asistir a los mítines y marchas organizadas por la tiranía, posiblemente sean considerados por él como nimiedades que no merecen ser mencionadas. Los papeles que ha escrito sólo recogen los hechos más truculentos que afectaron su existencia de hombre libre. Leerlos es suficiente para que nunca permitamos que una tiranía se enseñoree sobre el país. Ahora que surge cierta nostalgia por el pasado y que se escriben libros desde el otro litoral, no está de más hacer público estos testimonios sobre la crueldad e ignominia que significó para la República Dominicana la ‘‘Era de Trujillo’’. Los doy a conocer sin haberlo consultado con mi padre, convencido de que su propósito de escribirlos fue ofrecer a las nuevas generaciones la visión dantesca del infierno vivido, razón por la cual sería imperdonable que se conservaran para consumo de sus familiares en los anaqueles de mi biblioteca. Por lo demás, con su publicación, tributo reconocido homenaje a la hombría y el coraje de quien luchó por la libertad de su pueblo sin nunca claudicar durante treinta y un años de terror y espanto. RAFAEL F. ALBURQUERQUE Santo Domingo, 25 de junio de 2002. Años imborrables.pmd 15 27/03/2008, 09:51 a.m. 16 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 16 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS […] Todo esto lo recibe la memoria y lo guarda en un receptáculo colosal y no sé en qué sombrías y profundas, inextricables y tortuosas galerías, para reclamarlas y utilizarlas cuando fuere menester. Todas ellas entran por la puerta que tienen asignada, y allí quedan depositadas ordenadamente. Mas no son las realidades que entran, sino solamente las imágenes de las realidades percibidas, que permanecen allí a disposición del pensamiento que las evoca [...] San Agustín, Confesiones 17 Años imborrables.pmd 17 27/03/2008, 09:51 a.m. 18 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 18 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS Preámbulo P ara quienes les tocó vivir y padecer la nefanda e incalificable tiranía de Trujillo, desde su inicio hasta su trágico desenlace, todavía hoy, a veintitantos años de su dramática desaparición, no ha bastado ese tiempo transcurrido para borrar de la mente los hechos en los que se vieron envueltos las generaciones que sufrieron en carne propia los aciagos y perturbadores momentos característicos de esa terrible etapa de la historia dominicana bautizada y conocida con el despreciable nombre de ‘‘Era de Trujillo’’. Diríamos que, con el correr de los años, se afianzan más en el recuerdo, cual imagen fotográfica en el papel que la contiene, los sucesos que le tocara vivir y presenciar a todo un pueblo, testigo obligado de las actuaciones desorbitadas de un hombre cuyas desbordadas ambiciones lo convirtieron en poco tiempo en dueño absoluto, sin el más mínimo escrúpulo, de todo cuanto palpitaba dentro del ámbito de la nación dominicana, sin que su conciencia, de haberla tenido, le reprochara sus desmedidas acciones, dirigidas en cambio, directamente, contra las personas que no eran de su agrado, las llamadas desafectas, sino, también, contra aquellas a las cuales tenía como amigas, al valerse de estas últimas como medios o instrumentos especiales para llevar a cabo, antojadizamente y sin pensar en las consecuencias, sus más osados planes y negros propósitos, 19 Años imborrables.pmd 19 27/03/2008, 09:51 a.m. 20 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN importándosele un bledo el valor y el alcance que hace de la amistad el más sagrado y más respetado de los vínculos de unión entre los hombres. Muchísimos dominicanos y no poco extranjeros padecieron en carne propia los zarpazos inmisericordes del insaciable sátrapa. No escatimó medios ni recursos al alcance de su mano para saquear antojadiza y descaradamente el erario, sin el más mínimo recato, aunque para la realización y consecución de esos fines disfrazara esas groseras operaciones con actos ostensiblemente encubiertos con aparente legalidad. No fueron una ni dos las ocasiones en las cuales, valiéndose de sus complacientes mandatarios, obtendría a precio vil valiosos inmuebles para luego venderlos al Estado dominicano a precios escandalosamente abultados. De ese feudo personal en el que convirtió todo el territorio nacional, hizo partícipes del mismo a varios de sus engreídos y prepotentes hermanos, quienes a la sombra del déspota se convirtieron también en depredadores de la riqueza nacional para beneficio propio y de sus familiares. El autor de estos episodios sufrió en carne propia, como tantísimos hombres de nuestra sufrida tierra, innúmeras persecuciones en el curso de los treinta y un años que duró la repugnante y oprobiosa tiranía. Sólo aspiraba a expresar con toda libertad sus ideas sin cortapisas ni temor alguno; a disponer del derecho de transitar libremente sin ser entorpecido en ese propósito; a ejercer pacíficamente su profesión sin ser perseguido ni molestado en sus actuaciones. Pero era una quimera pretender que tales derechos pudieran ejercerse sin el riesgo de ser perseguidos, molestados, encarcelados y, en la mayoría de los casos, torturados moral y físicamente. El no poder expresar con un mínimo de libertad las ideas o el adoptar una actitud indiferente ante los actos realizados por el Gobierno bastaba para endilgarle y echarle en cara a uno el mote de ‘‘Enemigo del Gobierno’’. Y desde ese momento la persona señalada como enemigo del régimen era mirado y tenido por la gente como un paria de la India, peor que un leproso de Abisinia suje- Años imborrables.pmd 20 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 21 to a que le colgaran del cuello el cencerro anunciador para que le hicieran el vacío y le abandonaran a su triste y desgraciada suerte. Las expresiones ‘‘ni Rosas en Argentina’’, ‘‘ni el doctor Francia en Paraguay’’, de nefanda memoria, resultan ya muy manoseadas para buscarle parangón a Trujillo. Más ajustado sería comparársele a Juan Vicente Gómez, cuyos métodos de persecución y torturas durante el largo período que gobernó en Venezuela lo convierten en uno de los déspotas más crueles y desalmados del siglo XX. Sin embargo, de haber vivido Juan Montalvo, el ilustre y vigoroso escritor ecuatoriano, durante los años que conformaron la Era de Trujillo, no habría vacilado en considerar a Rafael Leonidas Trujillo Molina como el tirano por antonomasia de América. Los hechos de este hombre bastan de por sí para calificarlo como tal. A las nuevas generaciones que hoy oyen hablar de Trujillo y de su régimen como si se tratara de algo sobrenatural, soñado, más propio de un cuento que de una etapa histórica en la vida política y social de los dominicanos –como acontece en semejantes circunstancias a los que no nos tocó vivir en los tiempos de Ulises Heureaux, cuyas anécdotas las escuchamos más bien como producto de la invectiva y no como un acontecimiento real y vivido por las generaciones de las dos últimas décadas del siglo XIX–, a los jóvenes de hoy, cuya buena suerte les ha deparado vivir en un medio muy distinto, en donde pueden desarrollarse libremente, expresar sin temor sus ideas sin ser perseguidos ni molestados; transitar libremente por todo el territorio nacional sin impedimento alguno; asociarse con la finalidad de perseguir por medios lícitos el triunfo de sus afanes políticos o profesionales, a ellos les exhorto a defender con valentía, entusiasmo y energía indoblegable esos atributos que hoy pueden disfrutar plenamente, los cuales necesita el ser humano para vivir en un clima de paz que sólo se alcanza en un ambiente de entera libertad y mutuo respeto. Años imborrables.pmd 21 27/03/2008, 09:51 a.m. 22 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 22 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS 1930 23 Años imborrables.pmd 23 27/03/2008, 09:51 a.m. 24 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 24 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS T rujillo, un producto de los marines yanquis, protegido del presidente de la República, general Horacio Vásquez, a quien traicionó el 23 de febrero de 1930, con la participación activa del licenciado Rafael Estrella Ureña en tan nefasto acontecimiento, asume las elevadas funciones de Presidente de la República el 16 de agosto de ese mismo año, como resultado de unas elecciones amañadas precedidas por actos de inusitada violencia destinados ex profeso a esparcir la semilla del más acendrado terror en la mayoría del electorado nacional. Todavía resentida la ciudad de Santo Domingo de Guzmán por los cuantiosos estragos causádoles por el violento huracán de San Zenón, acaecido el 3 de septiembre del año premencionado, transcurrían los primeros días del mes de diciembre sin que los habitantes de la capital dominicana, como los del resto del país, sospecharan vagamente lo que al correr del tiempo llegara a conocerse con la execrable expresión ‘‘Era de Trujillo’’. Si el huracán de septiembre, poderoso y destructivo, dejó por muchísimos años hondas e indelebles huellas en las mentes de los capitaleños, testigos obligados de tan devastador meteoro, los años subsiguientes que enmarcaron el nacimiento, desarrollo y ocaso de tan reprochable y ominosa Era, con mayor razón se mantuvieron y todavía se mantienen tan vivos en el recuerdo de a quienes les cupo la dolorosa suerte de vivirlos y padecerlos que difícilmente, por no decir imposible, serán desplazados y suplantados por otros no menos aciagos períodos de desastres que al hombre reserva la Madre Naturaleza. A comienzos de diciembre de 1930, el licenciado Víctor Garrido, a la sazón juez de jurisdicción original del Tribunal de Tierras, inquirió de nosotros si queríamos acompañarle a la ciudad de San Juan de la Maguana, para que en nuestra condición de estenógrafo del indicado tribunal lo asistiéramos en calidad 25 Años imborrables.pmd 25 27/03/2008, 09:51 a.m. 26 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN de secretario y a la vez tomáramos las notas de las audiencias que habría de celebrar y presidir en dicha población. No vacilamos en contestarle afirmativamente. Las audiencias se prolongaron varios días. En esa ocasión el Estado dominicano estuvo representado por el licenciado Emilio de los Santos –antiguo y eficiente empleado del Tribunal de Tierras, con apenas unos cuantos meses en el ejercicio de la profesión de abogado–, quien aceptó complacido y desinteresadamente la encomienda que se le hacía por no desairar la solicitud que en tal sentido le hiciera el Presidente del mencionado organismo judicial, toda vez que el titular de las funciones a él encomendadas, licenciado Joaquín Balaguer, con escasos días de haber sido designado abogado del Estado del referido tribunal, excusó su inasistencia a dichas audiencias por razones que ignoramos. Las audiencias se celebraron en el planta baja del Ayuntamiento de dicha población y se prolongaron por unos seis o siete días. Terminadas éstas, regresamos a Santo Domingo con todo el material utilizado en dichas actuaciones judiciales. Al día siguiente de nuestro retorno, el licenciado Rafael Rovira, secretario del Tribunal de Tierras en ese entonces y quien sustituyera al recordado y honestísimo funcionario don William Penson, de grata memoria, nos llamó a su despacho. Una vez ante él, y después de saludarle, nos dijo: —Alburquerque, aquí habrá cambios en el personal. Sin embargo, usted, Eleuterio Sepúlveda y Nolasco (Toñín), el archivista, permanecerán en sus puestos siempre y cuando expresen de antemano su adhesión a Trujillo. No esperábamos esa salida, la cual nos tomó desprevenidos, y apenas sin sobreponernos de la sorpresa que nos causara, le contestamos: —Señor Secretario, desde que estamos aquí hemos cumplido lealmente con las funciones inherentes al cargo que desempeñamos. Lamentamos el no poder corresponder a la petición que nos acaba de hacer. Claro, nuestra sustitución no tardó en producirse. De inmediato fuimos destituidos. A contar de ese momento iniciamos Años imborrables.pmd 26 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 27 el vía crucis dentro del cual se desarrolló el quehacer diario de nuestra existencia en el lapsus de treinta y un años que duró la Era de Trujillo. Nos faltaban siete meses para graduarnos de Licenciado en Derecho y hacía pocos meses que habíamos cumplido veintidós años de edad. Antes de retirarnos del Tribunal de Tierras, con asiento en los altos de la casa que ocupó hasta hace pocos años el diario El Caribe, en la calle El Conde esquina Colón, hoy Las Damas, no queríamos dar ese paso sin despedirnos del presidente del Tribunal de Tierras, don Domingo Estrada, de cuya memoria guardamos grato y respetuoso recuerdo, por ser de corazón bondadoso, rectitud de carácter e indiscutible capacidad. Al imponerle de lo acontecido, nos miró fijamente diciéndonos: —Continúe sus estudios y gradúese de abogado. Toda profesión puede proporcionarle los beneficios para vivir decorosamente. Nosotros –prosiguió– le seguiremos los pasos muy pronto. Efectivamente, pocos meses después –si mal no recordamos–, el Listín Diario daba la información en primera página que los licenciados don Domingo Estrada, Miguel A. Delgado Sosa, Aníbal Salado, Julio Espaillat de la Mota y otros más cuyos nombres no recordamos, Magistrado Presidente el primero y jueces el resto de dichos funcionarios, habían sido sustituidos por otros abogados que ocuparon sus elevadas funciones. El licenciado Delgado Sosa, visiblemente enojado, como era de suponer, hizo reservas de derecho mediante acto de alguacil notificado en la persona del entonces Secretario de Estado de Justicia. ¡Vano empeño! Una semana después de nuestra destitución, el Secretario del Tribunal de Tierras nos invitó a verlo en su despacho. Fuimos al Tribunal, nos hicimos anunciar y muy pronto estuvimos ante su presencia. Después de saludarlo, y sin más preámbulos, nos requirió que transcribiéramos las notas estenográficas tomadas por nosotros y contenidas en unas siete libretas cuyas hojas estaban escritas por ambas caras. No teníamos que transcribirlas porque ya no éramos empleado del Tribunal de Tierras y así se lo hicimos saber. Sin embargo, aprovechando el mo- Años imborrables.pmd 27 27/03/2008, 09:51 a.m. 28 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN mento, le dijimos no tener inconveniente alguno en realizar el trabajo, siempre y cuando se nos remunerara con una adecuada y justa suma de dinero la tarea de transcribir las mencionadas notas. Por el gesto que hizo nos dio a entender que nuestra respuesta le había sorprendido. Quedó callado, por lo que aprovechamos ese momento para salir del despacho y retirarnos. Oficiosamente nos enteramos de que el secretario del Tribunal de Tierras, licenciado Rovira, prefirió celebrar de nuevo las audiencias, no obstante los gastos que las mismas generarían, antes que retribuirnos el trabajo (mucho más económico) que estábamos en la mejor disposición de hacer. El 7 de julio de 1931 presentamos ante el jurado examinador el cuarto y último año de Derecho. ¡Cuán distinto a las graduaciones de ahora! En la época en la que nos graduamos, bastaba que un miembro de un jurado compuesto por tres profesores –quienes después del examen se retiraban a deliberar– saliera al salón en donde se encontraba el examinando, se acercara a él y le comunicara el resultado del examen. Si resultaba aceptado, le deseaba suerte y el mejor de los éxitos en el ejercicio de la profesión. En vez de salir contentos de la Universidad, experimentamos la sensación de estar desamparados, cual si fuéramos un náufrago abandonado a su suerte. Mañana, sin ninguna relación y con la remota esperanza de no contar con recursos económicos para abrir un modesto estudio de abogado, ¿qué íbamos hacer con el título que nos acreditaba como Licenciado en Derecho? Un cuadro desalentador se abría ante los jóvenes recién graduados. La crisis económica que aún subsistía en el año 1931 mantenía estancados los sectores de producción con que contaba el país. Abogados con varios años de ejercicio profesional cerraron sus bufetes afectados por la mala situación imperante, a cambio de agenciarse puestos en el nuevo Gobierno con el deliberado propósito de allegar los recursos indispensables para enjugar sus más perentorias necesidades, a pesar de la antipatía y aversión que dicho régimen y su novel mandatario les causaban. Años imborrables.pmd 28 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 29 Después de algunos meses, en un zaguán de la planta baja de la casa ubicada en la calle Duarte esquina El Conde, propiedad de la familia Aybar, el licenciado Néstor Contín Aybar y nosotros lo utilizamos como oficina por un tiempo corto. Una alfombra vieja, dos escritorios con sus correspondientes butacas, unos cuantos libros de Derecho y una máquina de escribir constituían todo el mobiliario de nuestra naciente oficina. Los primeros trabajos que conseguimos fueron el divorcio por mutuo consentimiento de unos amigos y una demanda en cobro de pesos y desalojo de una casa propiedad de un tío del licenciado Contín Aybar. Cero ganancias. Sin embargo, el hecho de habernos iniciado como abogados nos produjo una gran satisfacción. Finalmente, al venderse la casa tuvimos que desalojarla junto con los demás inquilinos. Por un tiempo bastante largo trabajamos en nuestra casa de la calle Mercedes, hasta que, invitados por el amigo y colega licenciado Gilberto Fiallo Rodríguez, años después ocupamos un sitio en su bufete de abogado, ubicado en la calle Hostos esquina General Luperón de la ciudad capital. A medida que corrían los años, el régimen implantado por Trujillo se hacía cada vez más sofocante, más arbitrario y más avasallador. El temor a ser injustamente acusados por la máquina opresiva del régimen obligaba a la gente a ampararse, como medios de defensa, en dos actitudes extremas: evitando el ser señalado como un opositor recalcitrante, resguardándose –en caso de una denuncia– con la tarjeta de inscripción en el Partido Dominicano, única y soberana entidad política; o haciéndose visible en las concentraciones públicas organizadas por dicho Partido. Porque mantenerse alejado de toda actividad partidaria o, mejor dicho, ser consciente y asumir una actitud indiferente, resolución voluntaria de quien procediera así, conllevaba el peligro, con el correr del tiempo, de que tal postura se hiciera notar, llamara la atención en las esferas políticas y se le fichara también como un opositor y enemigo del Gobierno. Desde el principio adoptamos esta posición a sabiendas de los riesgos a que nos exponíamos. Años imborrables.pmd 29 27/03/2008, 09:51 a.m. 30 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN La prudencia era norma obligada que las circunstancias nos imponían cotidianamente. A menos que se tratara de amigos íntimos, de entera confianza, con quienes conversábamos con toda libertad acerca de los acontecimientos más resaltantes del quehacer político dominicano, mantuvimos una actitud de absoluta y disimulada indiferencia ante los hechos y comentarios que a diario nos ofrecían los periódicos de circulación nacional en relación con las actuaciones del Gobierno del mandamás dominicano, resaltadas dichas manifestaciones con una gama de asqueantes metáforas destinadas a granjearse la atención y la gracia del Jefe Único o de algunos de sus influyentes y no menos abyectos vasallos. Desde su inicio, en el año 1930, los métodos utilizados por el nuevo régimen que se le imponía al país se caracterizaron por el acoso y la persecución empleados contra los que censuraron el golpe de Estado del que había sido víctima el gobierno del general Horacio Vásquez. Muchos de los simpatizantes del régimen depuesto tuvieron que esconderse para evitar el ser vejados o maltratados con una detención a todas luces arbitraria y, en casos extremos, atropellados por los sicarios a sueldo que desde un principio contribuyeron con sus desafueros y desmanes al fortalecimiento de los planes desarrollados por el brigadier Trujillo Molina para adueñarse del poder y consolidarse luego en el mismo. Todavía perduran en el recuerdo de los dominicanos que fueron testigos de esos acontecimientos los desmanes y atropellos cometidos por la célebre patrulla que respondía al nombre de La Cuarentidós, comandada por el militar Miguel Ángel Paulino, la cual actuaba en complicidad con las sombras de la noche en persecución de los considerados desafectos o contrarios a dichos planes. Trujillo utilizó el arma de la amedrentación para sojuzgar, como lo hizo desde el inicio de su ambicioso plan de adueñarse del país, al pueblo dominicano. Puede decirse, y más aún asegurarse, que la década de 1930 se caracteriza como el período de la historia política dominicana en que un gobierno como el de Trujillo se vale de los crímenes Años imborrables.pmd 30 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 31 más groseros para fortalecerse en el poder: el asesinato de Virgilio Martínez Reyna y su esposa en San José de las Matas; el del general Caldentey a prima noche en el parque Colón; el del general Desiderio Arias, y otros más que no recordamos, valen por sí solos como elocuentes ejemplos para retratar de cuerpo entero al espécimen de hombre que se valió de tan censurables como criminales medios para avasallar a todo un pueblo, someterlo a su veleidoso capricho como también a la desmedida ambición de convertirse en dueño absoluto del territorio nacional por un largo, negro y escabroso período jamás imaginado por sus sometidos y avasallados habitantes. Años imborrables.pmd 31 27/03/2008, 09:51 a.m. 32 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 32 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS 1937 33 Años imborrables.pmd 33 27/03/2008, 09:51 a.m. 34 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 34 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS C on el discurrir de los años posteriores al 1930, el poder de mando de Trujillo cobraba más fuerza y se hacía más absorbente y dominante. Todas las actividades relacionadas con lo económico, social y político estaban estrechamente ligadas y sometidas a la férrea voluntad del tirano. Él dictaba, él disponía y a la vez trazaba las directrices que se debían tomar por los funcionarios del tren administrativo de su omnímodo y egocéntrico Gobierno. La feliz circunstancia de encontrar el país enteramente desarmado, herencia dejada por los interventores norteamericanos del período 1916-1924, y el hecho, además, de romper desde el principio la endeble resistencia de los poquísimos dominicanos que en vano complotaron contra su cada vez más fortalecido Gobierno, brindaron al incipiente caudillo el clima apropiado para hacer y deshacer a su mejor talante cuanto le dictase la ambición desmedida que lo caracterizaba, sin freno que la contuviera, con el único y determinante propósito de consolidar fuertemente en sus manos las incidencias generadas por el poder absoluto: disponer, como fuese de lugar, del rebaño de hombres que mantenía bajo sus fuertes y ensangrentadas botas de militar engreído. Y así como actuaba este espécimen de hombre, miembros de su numerosa familia, especialmente algunos de sus hermanos, cobijados a su sombra, no se quedaron rezagados en sus actuaciones directas o indirectas dentro del ámbito en donde comúnmente realizaban sus actividades, sino que se dieron a la reprochable tarea, valiéndose de medios ilícitos –no a costa del propio esfuerzo, fruto del trabajo honesto y enaltecedor, dignificante para el hombre de bien–, de labrar una fortuna a costa de innúmeros abusos y depredaciones cometidos en perjuicio de cientos de ciudadanos de esta sufrida nación. Se necesitarían centenares de páginas para dejar anotados los numerosos 35 Años imborrables.pmd 35 27/03/2008, 09:51 a.m. 36 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN casos en los que nacionales y también extranjeros fueron víctimas de los desbordados apetitos de José Arismendy Trujillo, alias Petán, Romeo Trujillo, alias Pipí, y Nieves Luisa Trujillo, actores de primera línea del drama-tragedia que les tocó vivir y padecer a las generaciones de dominicanos durante la execrable Era de Trujillo. Al actuar en sus rapaces y abusivas exacciones, cuidábanse, eso sí, de no interferir ni colidir en lo más mínimo con los intereses sacrosantos del tirano. Asimismo, valiéndose de su poderosa, personal y descarada influencia, para su propio provecho o recurriendo a diligentes y complacientes mandatarios, obtenían –no importaban los medios empleados– los beneficios de una sentencia emanada de juez competente en perjuicio de la contraparte, víctima indefensa e inerme ante el despojo de sus derechos. En más de una ocasión interfirieron personalmente o por intermedio de sus serviles paniaguados para adquirir la propiedad o el goce de algún inmueble amparándose de la coacción o prevaliéndose de las más groseras artimañas destinadas a obtener el consentimiento del dueño de los bienes apetecidos, a cambio de un precio vil y escandalosamente irrisorio. Casos hubo en que utilizaron el teléfono para llamar a la esposa del dueño de un inmueble deseado, para decirle: —¡Oiga señora, si usted no quiere ser viuda, aconseje a su marido que venda la casa en donde viven! Fueron varios los casos de propietarios desaparecidos por negarse a venderle sus fincas a Trujillo. ‘‘Para muestra, un botón vale’’. Aún pervive en el recuerdo el vil asesinato ejecutado fríamente en la persona de Jesús Castillo, de distinguida y apreciada familia dominicana, por negarse a vender las tierras de su propiedad después de haber resistido las amenazas y las presiones de toda índole a que fue sometido por los encargados de doblegar su voluntad. Con el deliberado propósito de amedrentarlo y, por ende, sojuzgarlo, ya antes habían asesinado al guardián de su finca. Petán Trujillo, señor feudal de horca y cuchillo, con antecedentes penales de sobra conocidos y muy recordados y comentados Años imborrables.pmd 36 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 37 por los que estaban al tanto de sus acostumbrados enredos con la justicia dominicana, aprovechándose de su condición de hermano del Presidente de la República, se adueñó –como si se tratara de un hato de su propiedad– de la población de Bonao, en donde plantó su domicilio y residencia, convertido luego en campo de sus sonadas actividades. En una Guía de Teléfonos impresa y puesta en vigor por la Corporación Dominicana años después, aparecía el nombre de J. Arismendy Trujillo vinculado a una oficina de notaría. ¿Cuántas personas no habrían sido despojadas de lo único que tenían, sus tierras o sus casas, al figurar sus nombres y sus firmas en actos de venta espurios instrumentados en la oficina de marras? Debieron ser muchos los propietarios despojados de sus bienes. ¿Cuántos se vieron envueltos en casos semejantes o de índole distinta en los cuales Petán Trujillo tenía marcado interés personal en resolver para su propio provecho o el de algunos de sus allegados? ¡Quién sabe cuántos!... El autor de estos episodios sufrió en carne propia los zarpazos del energúmeno y prepotente Petán Trujillo. Las acciones ilícitas que lo caracterizaban ponen de manifiesto y evidencian la inseguridad de cómo se vivía en los aciagos días del trujillato, aun cuando se actuase dentro del marco de la ley en el ejercicio de sus derechos civiles. Una mañana, en momentos que transitábamos por la acera este de la calle Hostos de esta ciudad entre El Conde y la General Luperón, nos detuvimos a conversar con el licenciado Froilán Tavares, distinguido jurista, quien se encontraba parado sobre el umbral de la puerta de entrada de su oficina de abogado. Después de saludarlo, nos invitó a pasar y tomar asiento en un sillón junto a su escritorio de trabajo. Conversamos brevemente sobre distintos temas de actualidad y luego nos preguntó si habíamos trabajado en casos relacionados con el Tribunal de Tierras. Al responderle que sí, extrajo un folder de una de las gavetas de su escritorio, a la vez que inquirió de nosotros si no teníamos inconveniente en intentar una demanda en revisión por fraude por ante el Tribunal Superior de Tierras. Le respondimos estar Años imborrables.pmd 37 27/03/2008, 09:51 a.m. 38 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN en la mejor disposición de hacerlo. A continuación nos solicitó preparar la correspondiente instancia para casos similares al que deseaba hacernos partícipes y que luego se la llevara para firmarla conjuntamente, acompañando sus últimas palabras con la entrega del expediente. Se trataba de una demanda en revisión por fraude a nombre de los herederos del finado Oscar Blanco Fombona, súbdito venezolano, exiliado en nuestro país desde hacía tiempo, dueño de una porción de terreno de una peonía (300 tareas), ubicada dentro del ámbito de la Parcela No. 22 del Distrito Catastral No.12 (antiguo 100), sitio de Árbol Gordo, municipio de San Cristóbal, perteneciente a la entonces provincia Trujillo, adjudicada en propiedad a la señora Alejandrina Pérez, amiga y protegida de Petán Trujillo, según fuimos informados. Como es dable suponer, los herederos del finado Oscar Blanco Fombona fueron sorprendidos por esta adjudicación, al no dárseles la oportunidad de reclamar sus legítimos derechos de propiedad sobre la precitada cantidad de terreno mientras se procedía al saneamiento catastral de la porción de terreno descrita anteriormente. Días después nos apersonamos en la oficina del licenciado Tavares, hijo, para mostrarle la instancia que se iba dirigir al Tribunal Superior de Tierras, basada en el artículo 70 de la Ley de Registro de Tierras, la cual leyó detenidamente, y acto seguido estampó su firma al pie de la misma, lo que a continuación hicimos nosotros. Ese mismo día depositamos en la Secretaría del Tribunal de Tierras la precitada instancia junto con los documentos que avalaban la acción que se intentaba a nombre de los expresados herederos. Transcurrieron varios días. Una mañana, recibimos el auto mediante el cual el Tribunal Superior de Tierras fijaba la audiencia para conocer de la demanda en revisión por fraude contra la señora Alejandrina Pérez. Si mal no recordarnos, para el primero de octubre de 1937. Años imborrables.pmd 38 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 39 En vista de que en esos mismos días el licenciado Tavares fue designado abogado del Estado del Tribunal de Tierras, tuvo que desligarse de la demanda y nos confió el caso que motiva este episodio. Una mañana, con anterioridad a la audiencia, conversábamos en la sala de un apartamento de la planta baja de la casa número uno de la calle General Luperón de esta ciudad, sede de la revista Caribes, César L. Romero, Néstor Contín Aybar y el autor de estos relatos, director, encargado de redacción y subdirector, respectivamente, de la publicación mencionada. En dicho apartamento, además, y ocasionalmente, utilizábamos el único escritorio existente en la habitación contigua a la sala de espera para tratar los asuntos relacionados con nuestra profesión de abogado, en la cual nos habíamos recluido hacía apenas unos minutos, cuando, de pronto, sorpresivamente, irrumpió como una tromba, el mayor J. Arismendy Trujillo Molina, acompañado de su amigo el agrimensor Rafael Dacosta Gómez, Chichí. Momentos antes había preguntado por nosotros a los colegas y amigos que se encontraban en la sala. Sin dirigirnos la palabra, se adueñó, ocupándolo, del sillón giratorio que nos servía de asiento. Al indicarle la butaca destinada para los clientes y visitantes, nos respondió encontrarse bien en donde estaba, al tiempo de abrir la gaveta del medio del escritorio y escudriñar su contenido. Ante esa prepotente actitud, no tuvimos más remedio que sentarnos en la butaca reservada a las visitas. Con cara de pocos amigos, desplegó unos papeles que extrajo de uno de los bolsillos de su chaqueta de militar, y tirándolos sobre el escritorio que nos separaba, nos miró fijamente preguntándonos: ‘‘¿Usted me envió eso?’’ Recogimos las hojas dobladas y al extenderlas con cuidado comprobamos, que las mismas concernían a una copia certificada del auto de fijación de audiencia semejante al que habíamos recibido hacía pocos días. A su imperativa pregunta le respondimos que la copia de marras debió habérsela remitido el Tribunal Superior de Tierras a la señora Alejandrina Pérez. ‘‘¡Carajo! –nos espetó–, ¿acaso no sabe usted que esas tierras son mías?’’ Acabando de decir Años imborrables.pmd 39 27/03/2008, 09:51 a.m. 40 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN estas palabras se levantó del asiento en actitud agresiva esgrimiendo en su mano derecha la pistola que portaba. Como un resorte nos levantamos de la butaca que nos servía de asiento separándonos del escritorio, el cual utilizamos como el único obstáculo que impedía al agresor acercarse a nosotros a menos que hiciera uso de su arma de reglamento para dispararnos, riesgo al que estábamos expuestos. Mientras tanto, no cesaba de hacer gala de los más vulgares como rastreros epítetos. En un momento en el que hubo de acercarse a nosotros, trató en vano de darnos un maquinazo, golpe que recibimos en el brazo izquierdo al tratar de evitar –como evitamos– que nos rajara la cabeza. Al no lograr su propósito, le quitó el seguro a la pistola en el preciso momento que el licenciado César Romero, arriesgando su vida, irrumpió en la habitación y se interpuso entre el agresor y el agredido, con lo que impidió al primero, asiéndolo por el cuello, la consumación –¡quién sabe!– de su criminal intención de asesinarnos. El agrimensor Dacosta Gómez, absorto durante todo el tiempo que duraron los acontecimientos narrados precedentemente, aprovechó la oportuna y decidida intervención del licenciado César Romero para aconsejar a su truculento amigo trasladarse al Tribunal de Tierras, en donde tratarían el asunto con el abogado del Estado, licenciado Froilán Tavares. De mala gana reaccionó al consejo del amigo y salió apresuradamente junto con éste y seguidos ambos por el chofer (guardaespaldas), quien momentos antes había hecho su aparición en la oficina portando un revólver en su mano derecha. No era la primera vez, ni la última, que este caballero usaba la violencia para resolver los casos en los cuales tenía marcado interés. Entre los muchos escenificados por él, recordamos uno a comienzos de la Era, del cual fue víctima el ciudadano don Armando De Pool, de conocida y muy apreciada familia de la capital, a la sazón funcionario del Ayuntamiento de Santo Domingo, objeto de una brutal agresión de Petán Trujillo, sin darle oportunidad al agredido de defenderse con el revólver que guardaba en una de las gavetas de su escritorio. Años imborrables.pmd 40 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 41 Nos mantuvimos tensos y ostensiblemente molestos el resto de esa mañana inolvidable; no era para menos. Teníamos la sensación de estarnos quemando por dentro, nos hervía la sangre. Antes de abandonar la oficina a eso del mediodía, tomamos la resolución de denunciar el atropello cometido hacía apenas pocas horas. Pero, ¿a quién dirigirnos? ¿A la prensa diaria? Sería perder el tiempo. Amparar a la justicia dominicana de lo ocurrido correría la misma suerte. Se nos hacía difícil adoptar una actitud de obligada conformidad ante el ultraje recibido. Pero, ¿a quién recurrir sin encontrar una negativa a nuestro reclamo? ¿Nos veíamos obligados a conformarnos y a resignarnos con el irrespeto a nuestra persona? No lo admitíamos. De ninguna manera aceptábamos renunciar, aunque siquiera se tratase de una formal protesta, contra el autor de la agresión de que fuimos objeto, por lo que, no teníamos más remedio que denunciar el atropello recibido a quien estaba por encima del causante de los desmanes recibidos: a su propio hermano, el presidente de la República, tomando en consideración su condición de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. Sin perder más tiempo así lo resolvimos, pero, cuando nos dispusimos a redactar la comunicación que íbamos a remitir, estuvimos varios minutos indecisos. ¿Cómo encabezarla? ¿Qué apelativos deberíamos usar? El tener que apelar a los términos Generalísimo, Honorable Señor, Benefactor de la Patria... nos causaba cierta sensación de rechazo y rebeldía, por no decir repugnancia, que por algunos minutos paralizó la decisión que habíamos tomado. Si queríamos, como deseábamos, que la protesta mereciera la mejor y justa atención, no teníamos otro camino que el utilizar tales apelativos, tomando en consideración la idiosincrasia del destinatario de la comunicación, habituado ya a los halagos que alimentaban su enfermiza y cada vez más creciente vanidad, su delirio de grandeza. Otro aspecto, además, nos preocupaba: ¿de qué valdría la denuncia de los hechos si no contábamos con el apoyo y las garantías indispensables para asistir a nuestros representados sin peligro de correr el riesgo de ser nuevamente agredidos y maltratados físicamente por el energúmeno Años imborrables.pmd 41 27/03/2008, 09:51 a.m. 42 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN hermano del tirano? ¿Qué hacer? ¿Cómo resolver este problema? ¿Bastaba acaso con expresarle el que se nos diera garantías o estábamos obligados a pedirle –conociendo la compleja idiosincrasia del prepotente recipiente– su garantía personal? Después de meditar detenidamente estas preocupantes interrogantes que no dejaban de preocuparnos, resolvimos dirigirnos al Presidente y hermano del agresor en los siguientes términos: Septiembre 16, 1937. Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, Presidente de la República y Benefactor de la Patria. Honorable Señor Presidente: la presente tiene por objeto poner en su conocimiento los siguientes hechos que culminaron con el salvaje atentado de que fui víctima hoy en la mañana, de parte del señor J. Arismendy Trujillo y Molina, en mi bufete de abogado, sito en la calle General Luperón, de esta ciudad. Por Auto del Tribunal Superior de Tierras, acogiendo los motivos de mi instancia de fecha 3 de julio del corriente, a nombre de los sucesores de don Oscar Blanco Fombona, súbdito venezolano, fallecido trágicamente en el país hace algunos años, se ha fijado la audiencia de fecha 1ro. de octubre del año en curso, para conocer de nuestra demanda en revisión por fraude, en virtud del Artículo 70, de la Ley de Registro de Tierras, en una porción de terreno (una peonía - 300 tareas), en la parcela, número 22 del Distrito Catastral 12 (antiguo 100), sitio de Árbol Gordo, común de San Cristóbal, provincia Trujillo, en contra de la señora Alejandrina Pérez, del paraje la U, carretera Duarte, a quien se le adjudicó la totalidad de la parcela 22, por Decreto del Tribunal Superior de Tierras, de fecha 9 de Julio del 1937. Hoy en la mañana, acompañado del señor Rafael Dacosta Gómez (a) Chichí, irrumpió en el apartamiento privado de mi oficina el señor J. Arismendy Trujillo Molina, demandándome imperativamente si había meditado el Años imborrables.pmd 42 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 43 asunto al enviar la citación para la audiencia, que recibió. Al decirle que dicho acto no emanaba de mí, sino del Tribunal de Tierras, quise abundar en explicaciones, pero, acto seguido se abalanzó sobre mí, en actitud agresiva, mientras decía «que esa propiedad era de él». Viendo que yo retrocedía, sacó la pistola que portaba y me lanzó un maquinazo a la cabeza, golpe que recibí en el brazo izquierdo, al defenderme. Entonces, diciendo palabras groseras e insultantes para mi persona, sebó la pistola, me apuntó, y a no ser por la pronta intervención del amigo, Lic. César L. Romero, que se interpuso entre nosotros, agarrándolo por el cuello, no se habría evitado la consumación de sus propósitos. Me es doloroso llevar a su conocimiento los hechos a que me he referido. Siempre ha sido norma en mí, respetar, para que se me respete. Cuantas veces he tenido necesidad de dirimir una cuestión judicial recurro como es debido a nuestros tribunales de justicia, cuyas justas y sabias decisiones he acatado respetuosamente. Como dominicano que soy, amante de mi Patria, no quiero que el señor don Horacio Blanco Fombona, actualmente Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Venezuela en este país, y por cierto, hermano del finado don Oscar Blanco Fombona, intervenga en este asunto, como podría suceder al enterarlo los Sucesores de dicho señor, de que su abogado constituido no puede obrar en el asunto mencionado con la libertad y garantía necesarias. Es por ello, Honorable Señor Presidente de la República, por lo que me dirijo a Ud., no con la intención de que sancione los hechos cometidos, sino con el propósito de que con su garantía, pueda yo quedar a resguardo de posteriores ataques. Con el mayor respeto y consideración, saluda al Honorable Señor Presidente de la República, su seguro servidor. Años imborrables.pmd 43 27/03/2008, 09:51 a.m. 44 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN En tales términos nos dirigimos al Presidente. Al día siguiente depositamos en las oficinas del correo de esta ciudad la comunicación pretranscrita y certificamos el sobre que la contenía. No abrigábamos esperanza alguna que nuestra denuncia fuese tomada en consideración y contestada, además, por el propio destinatario. Días después de haberla depositado en el correo, recibimos por la misma vía un sobre de los llamados de oficio procedente de la Presidencia de la República, según se leía en su cara frontal superior. Al abrirlo y sacar su contenido nos sorprendió una comunicación marcada con el número 22731, de fecha 28 de septiembre de 1937, que nos dirigía el secretario de Estado de la Presidencia, licenciado Hermán Cruz Ayala, cuya transcripción ofrecemos a continuación: Señor Lic. Rafael Alburquerque Zayas-Bazán. Estimado Señor: En respuesta a su atenta carta del 16 del corriente, dirigida al Honorable Señor Presidente de la República, en la cual usted se refiere a los procedimientos judiciales que están en curso por ante el Tribunal de Tierras en relación con una porción de terreno del Distrito Catastral número 12 (antiguo 100) sitio de Árbol Gordo, común de San Cristóbal, entre los sucesores de don Oscar Blanco Fombona, a quienes usted representa como abogado, y el señor J. Arismendy Trujillo Molina, me es grato dar a usted la seguridad de que el mencionado asunto seguirá su curso normal por ante el Tribunal apoderado del mismo, para que pueda ser imparcialmente decidido según sus méritos. Para ese efecto, ha sido informado este Despacho que la audiencia previamente señalada para el día primero de octubre próximo será debidamente celebrada, y oídas en ellas las alegaciones respectivas de las partes interesadas. Años imborrables.pmd 44 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 45 Se informa además que el señor J. Arismendi Trujillo Molina ha designado como su abogado para representarle en estos procedimientos al doctor Moisés García Mella. Le saluda atentamente. Por lo transcrito anteriormente, fácil es comprobar que los términos de dicha comunicación se limitaban, escuetamente, a informarnos que la audiencia se celebraría en la fecha indicada en el auto emanado por el Tribunal Superior de Tierras, y que el mayor J. Arismendy Trujillo Molina estaría representado por el doctor Moisés García Mella. Como es dable suponer, no nos satisfizo su esperado contenido, sencillamente, porque, la litis en revisión por fraude se incoaba contra la señora Alejandrina Pérez, la que ni por asomo era nombrada en la comentada comunicación. Por otra parte, el hecho de no habérsenos dado una respuesta concreta a los términos expuestos en la nuestra, nos obligaba a desistir del caso que nos fuera recomendado defender. No podíamos abandonar los intereses del caso confiado a nosotros; además, no conocíamos a nuestros representados, ni tampoco, si residían en la Capital o en otra ciudad del país. Forzosamente teníamos que recurrir a su pariente, don Horacio Blanco Fombona, para enterarle de lo que nos había sucedido y, más aún, por la aprensión angustiosa que nos causaba el sólo pensar que se perdiera un caso fundado en derecho e iniciado dentro del año de la expedición del Decreto de Registro a favor de la demandada, señora Alejandrina Pérez. Obligados, pues, por las circunstancias, visitamos en su hogar a don Horacio Blanco Fombona, respetado periodista, editor de la revista literaria Bahoruco, casado con dama dominicana, radicado desde hacía muchos años en Santo Domingo desde que voluntariamente se ausentó de su patria por disentir de los regímenes dictatoriales que la tenían sojuzgada y a la sazón, encargado de Negocios de Venezuela en la República Dominicana, a quien expusimos al corriente de los hechos en los cuales fuimos la víctima. Nos escuchó con suma atención, y sin dejar Años imborrables.pmd 45 27/03/2008, 09:51 a.m. 46 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN de expresar en su rostro la indignación que le produjo la versión de lo ocurrido a nosotros, con voz fuerte y vivos ademanes nos dijo: Alburquerque, su vida corre peligro. De ahora en adelante el abogado seré yo! Antes de concluir la conversación, nos pidió le dirigiéramos una carta en la que le manifestáramos la imposibilidad material que nos impedía hacernos cargo de la defensa de sus sobrinos, lo que lamentábamos muchísimo. Usando la misma fecha (28 de septiembre de 1937) de la comunicación recibida de la Secretaría de Estado de la Presidencia, nos dirigimos a don Horacio Blanco Fombona, en su condición de tío de nuestros representados: Distinguido señor: Asuntos personales de bastante consideración me impiden en absoluto continuar prestando mis servicios profesionales a los sucesores del finado Don Oscar Blanco Fombona, en el Distrito Catastral número 12 (antiguo 100), parcela 22, sitio de Árbol Gordo, provincia Trujillo, y asistir, en la misma calidad, a la audiencia fijada por el Tribunal Superior de Tierras para el día primero de octubre del corriente, para conocer de la demanda que a nombre de mis representados sometí a dicho Alto Tribunal. Como representante más allegado de dichos sucesores en este país, me he apresurado a comunicarle la resolución mía de abstenerme en este asunto, para que Ud. se entere y tome seguido, las medidas que juzgue más convenientes. Con todo respeto se suscribe de Ud., atentamente S.S. y amigo. Transcurrieron varios días sin tener contacto con Don Horacio. Pero sus gestiones encaminadas a salvaguardar y defender los derechos de sus sobrinos, enérgicamente reclamados por los canales de la Cancillería dominicana, pronto dieron sus frutos. Una mañana nos sorprendió su honradora visita, para informarnos el haber recibido la suma de dos mil pesos m/n (RD$2,000.00), a cambio de las 300 peonías de terreno Años imborrables.pmd 46 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 47 propiedad de los herederos de su finado hermano, sin cuya enérgica intervención, muy oportuna por cierto, a dichos reclamantes les habría sido materialmente imposible obtener con la demanda el reconocimiento de sus derechos y, consecuentemente, los beneficios de su reclamación, apropiada actuación que puso punto final al enojoso caso en el que nos vimos envueltos, el cual pone de manifiesto cómo actuaban los prepotentes hermanos del tirano. Años imborrables.pmd 47 27/03/2008, 09:51 a.m. 48 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 48 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS 1946 (1) 49 Años imborrables.pmd 49 27/03/2008, 09:51 a.m. 50 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 50 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS E l régimen implantado por Trujillo solamente podía estar concebido por un ser insensible al dolor humano, carente de toda moral, más bien obcecado por el dominio absoluto de todo cuanto le rodeaba, de tal manera que debió llegar un momento durante el largo y absorbente período de su autoritario poder que él mismo –por que dudarlo–, creyó considerarse un ente todopoderoso, omnipotente y dotado de influencias sobrenaturales. Mucha culpa de su endiosamiento recayó en un número apreciable de los intelectuales de la época, quienes por no perder sus cómodas posiciones dentro del marco de la sociedad dominicana en donde realizaban sus actividades cotidianas, y en no contados casos por miedo a la reacción enojosa del tirano, prefirieron renunciar a la postura digna y enaltecedora producto del sacrificio, a cambio de poner incondicionalmente al servicio del sátrapa sus plumas y sus intelectos. Diariamente, los halagos desmesurados, las adulaciones descaradas, las rimbombantes lisonjas, saturaban las páginas de los periódicos con asqueantes y babeantes exaltaciones adulatorias destinadas a obtener el beneplácito y la anhelada complacencia del ‘‘Jefe’’. Claro, se embriagó con los frecuentes y cada vez más altisonantes ditirambos a su persona y a cuanto estaba íntimamente relacionado con él y su encumbrada familia. Confiado y seguro del poder absoluto que ejercía sobre un pueblo atemorizado y sometido a sus veleidosos y acostumbrados caprichos, por mucho tiempo no les dio importancia ni le preocupaban los ataques y las críticas que desde el extranjero le hacían los exiliados políticos ubicados en varios países de la cuenca del Caribe. Pero a medida que aumentaron los ataques desde el exterior, los tentáculos de su poder en más de una ocasión se extendieron fuera del territorio nacional para es51 Años imborrables.pmd 51 27/03/2008, 09:51 a.m. 52 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN trangular a quienes osaban combatirlo desde playas extranjeras. De los alcanzados, fueron fáciles víctimas –entre otros–, Mauricio Báez, prestigioso y valiente representante obrero dominicano, y Pipí Hernández, de distinguida y apreciada familia de esta capital, ambos asesinados en La Habana. Sergio Bencosme y el periodista Andrés Requena, liquidados en la ciudad de Nueva York. Y el más sonado de todos, el secuestro en un lugar de los Estados Unidos de América del doctor Jesús de Galíndez y su traslado a la República Dominicana, en donde fue fríamente asesinado. Se hace difícil olvidar que en las postrimerías de la repugnante Era estuvo a punto de perder la vida el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, quien resultó herido, así como varios funcionarios que le acompañaban, a causa del atentado criminal patrocinado y costeado por Trujillo en una vía céntrica de Caracas. Él no se amilanaba por las críticas que desde el exterior le hacían los dominicanos disidentes y contrarios a su régimen de Gobierno. Cuando le fallaban sus planes para destruirlos, entonces hacía objeto de su venganza a los familiares de sus detractores oposicionistas. ¡Cuántos se vieron obligados a escribir artículos laudatorios en favor del Amado Jefe por temor a perder el cargo que desempeñaban si callaban o denotaban indiferencia ante los ataques lanzados por algún familiar o pariente cercano, amparado con el privilegio que le brindaba el ser un exiliado! Muchas veces nos detuvimos a pensar que el hombre que gobernó con mano férrea por cerca de treinta y un años a la nación dominicana, inflado como un pavo real por las alabanzas desmedidas de sus espontáneos coterráneos –en su mayoría–, así como por aquellos que se veían obligados a quemar incienso en su honor como medio inobjetable para preservar la vida o los bienes de su patrimonio, debió recibir las melosas manifestaciones de que era objeto diariamente como algo natural y acorde con su enfermiza personalidad megalómana. Seguro y confiado del poder que ejercía sobre todo el ámbito del país, y ante la campaña sostenida en su contra por la prensa y la radio extranjeras, en las que se condenaba enérgi- Años imborrables.pmd 52 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 53 camente el estado de represión que padecía, inerme y sojuzgado, el pueblo dominicano, el tirano no dejaba de sentirse irritado por el escozor que le producían dichos medios de comunicación, empeñados en poner de manifiesto la carencia de libertad que impedía disentir políticamente del régimen imperante sin exponerse a ser perseguido, encarcelado, vejado, y, en el peor de los casos, a perder la vida, como en más de una ocasión ocurrió. Para contrarrestar esa molestosa campaña, Trujillo reiteró públicamente el deseo de que se formaran partidos políticos, pues ‘‘dada la paz de que disfrutaban los dominicanos como resultado del régimen democrático creado por su Gobierno, no era lógico y natural que existiera un solo partido político’’.1 Una vez más el mandamás dominicano hacía del cinismo un instrumento habitual usado con el mayor descaro y destreza para tratar de salir airoso de situaciones enojosas o aparentando ante sus semejantes un estado de ánimo muy distante de la realidad. En una de esas ostentosas declaraciones en las que propiciaba la formación de partidos políticos, el diario La Opinión, en ese entonces dirigido por el republicano español licenciado José María Stella, casado con una hija del propietario del periódico, don René de Lepervanche, aprovechando la brecha ofrecida por el tirano, no desperdició esa oportunidad para tratar de levantar el ánimo de los impotentes oposicionistas del patio, decaído totalmente, como es dable y razonable suponer. En un editorial medularmente concebido, políticamente meditado y, sobre todo, finamente elaborado, celebró las declaraciones de Trujillo, a la vez que invitaba a los opositores del régimen a fomentar partidos políticos para contender en las próximas elecciones. Finalmente, les brindaba las páginas del diario con entera libertad para expresar sus ideas y puntos de vista al respecto. Coincidiendo con esa etapa de la historia política dominicana, en carta de fecha 21 de febrero de 1946, publicada en la primera plana del diario La Opinión, el licenciado José Antonio 1 Se refería al Partido Dominicano, el partido de su gobierno. Años imborrables.pmd 53 27/03/2008, 09:51 a.m. 54 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN Bonilla Atiles, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Santo Domingo, si mal no recordamos, protestaba enérgicamente al Comité de Patrocinadores de la Asamblea de Profesionales por haber incluido su nombre –sin su consentimiento–, en el documento que hicieron publicar, mediante el cual exhortaban al Partido Dominicano a pedir la repostulación de Trujillo como Presidente en las próximas elecciones. Entre otras consideraciones, el licenciado Bonilla Atiles expresaba que Trujillo no era irremplazable y que no deseaba ‘‘comprometer su voto con antelación’’. Declaración osada, insólita y ciertamente increíble tratándose de un régimen de fuerza como el que regía desde el año 1930 los destinos del pueblo dominicano. Dos o tres días después, el licenciado Gilberto Fiallo Rodríguez y quien relata estos episodios, con oficina de abogados abierta en la planta baja de la esquina sureste de la calle Hostos esquina General Luperón de la ciudad capital, aprovechando el resquicio abierto por el diario La Opinión, sabedores conscientemente a lo que nos exponíamos para mover los estratos mis significativos de la opinión pública con criterio semejante al sustentado por nosotros, nos lanzamos a las calles seguros de lo que haríamos, sin detenernos a pensar en los riesgos y consecuencias que nuestra acción pudiera reservarnos, en busca de profesionales amigos a quienes les mostramos una declaración a ser firmada junto con nosotros para publicarla al día siguiente en el mencionado diario de la tarde. Se trataba de una exposición redactada en términos muy moderados, en la que se consideraba extemporáneo el que ya se estuviese hablando de la reelección de Trujillo, cuando todavía faltaban muchos meses para las elecciones. En el transcurso del día, de los pocos colegas y amigos que habían suscrito con nosotros la declaración consabida destinada a ser publicada, dos mantuvieron sus firmas: Gilberto Fiallo y quien esto narra. El resto de los nombres y firmas tuvimos que radiarlos respetando los requerimientos amigables que en tal sentido nos hicieron los profesionales arrepentidos. Ese mismo día llevamos el escrito a la redacción del periódico y lo depositamos en manos de su Director. Años imborrables.pmd 54 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 55 Siendo la una de la tarde del día siguiente, nos honró con su visita en nuestro hogar de la calle de Las Mercedes la exquisita y nunca olvidada poetisa, amiga nuestra, Carmen Natalia Martínez Bonilla, la cual tenía el encargo de disuadirnos y de hacernos ver la imprudencia que cometíamos al publicar la declaración únicamente con la firma de Gilberto y la nuestra. ‘‘Carmen –le contestamos–, el documento deben estarlo imprimiendo en estos momentos, es tarde para retirarlo. Si Gilberto opta por radiar su nombre y su firma del mismo, él es libre para hacerlo. De todas maneras, la declaración saldrá con una sola firma: la mía.’’ Estábamos muy seguros de que el licenciado Gilberto Fiallo le hubiera respondido como lo hicimos nosotros. Todavía se mantenía en el ambiente el comentario de la gente acerca del pronunciamiento del licenciado Bonilla Atiles. No era para menos, tratándose de un caso inusitado que rompía la monotonía obligada del quehacer político dominicano. En la tarde apareció nuestra declaración en la primera plana del diario La Opinión, la cual causó honda conmoción y entusiastas comentarios, por ser sus autores conocidos oposicionistas del régimen de fuerza implantado por Trujillo. A partir de la publicación, hubo personas que dudaron de la sinceridad de la protesta publicada por el licenciado Bonilla Atiles. Claro, como él en distintas épocas había desempeñado elevadas funciones en el tren gubernamental, no lo consideraban con autoridad suficiente para expresarse como lo hizo, y hasta llegaron a desconfiar de la aparente sinceridad de su valiente protesta. Nosotros, en cambio, como lo conocíamos personalmente y lo habíamos tratado en más de una ocasión, nunca dudamos de su sentir y su vertical manera de pensar. Esa tarde hubo lectores que no vacilaron en pagar un peso para adquirir un ejemplar del periódico, según nos dijeron algunos amigos íntimos. Años imborrables.pmd 55 27/03/2008, 09:51 a.m. 56 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN MANIFESTACIÓN PÚBLICA DE DOS PROFESIONALES DE ESTA CIUDAD CIUDAD TRUJILLO, Feb. 25.- Dos abogados de esta ciudad, los licenciados Gilberto Fiallo R. y Rafael Alburquerque Z.-B., nos han entregado esta mañana la siguiente declaración pública: Los que suscribimos el presente documento, deseamos por este medio dejar expresa y pública constancia de su manera de pensar con relación a la Asamblea de profesionales celebrada el sábado 23 del corriente, a las diez horas de la mañana, en el Salón de Actos de la Universidad de Santo Domingo. Nuestro pueblo, adulto de conciencia política, tiene un concepto claro de su carácter genuinamente democrático. Ese conocimiento íntimo de su propio valer, le hace intuir, en el momento oportuno, cuál es el camino que debe escoger para alcanzar su propio bienestar. No necesita de conductores porque es su propio conductor. Si el pueblo dominicano tiene educada su conciencia cívica, no necesita que se le señale con dilatada anticipación el hombre en quien ha de entregar confiado, el destino de la nación. Llegado el momento, la inmensa mayoría los dominicanos sabremos a quienes elegir para que formen un ‘‘gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’’, expresión genuina de toda auténtica democracia que afinca sus bases en el sufragio universal, único medio honesto que tienen los ciudadanos de exponer a sus anchas sus opiniones políticas. Partidos políticos que sirvan de canales a las distintas manifestaciones ideológicas que informan la ciencia política moderna; elecciones por todos y para todos; garantía para que todo ciudadano exprese libremente su pensamiento político donde quiera y cuando quiera, sin constreñimiento y sin mengua de ningún género. He ahí la verdadera democracia. Años imborrables.pmd 56 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 57 Son éstas las razones que nos obligan a declarar extemporánea e improcedente la invitación que un grupo de profesores de nuestro más alto centro docente hizo circular entre los profesionales del país, y que culminó con la Asamblea celebrada el sábado próximo pasado, en la cual se trataron asuntos políticos que sólo al pueblo dominicano incumbe resolver en el momento en que se le dé ocasión de expresarse libremente. Respetuosos de nuestra Constitución y honestos servidores de las formas democráticas, entendemos que esta expresión de pensamiento es un deber elemental de todo ciudadano celoso guardián del bienestar de su pueblo. Si nos detenemos a comparar el contenido de la declaración in extenso pretranscrita, innegablemente moderado y respetuoso, con las manifestaciones y pronunciamientos verbales y escritos que se hicieron con posterioridad a la caída de la tiranía trujillista, y con los que en la actualidad se siguen pronunciando diariamente por los medios de comunicación avanzados con que contamos, críticas que, en la mayoría de los casos, trasponen los linderos de la moderación y la buena educación por el uso abusivo del derecho a la libre expresión del pensamiento que disfruta el pueblo dominicano, llegaríamos a la conclusión de que lo externado por los licenciados Fiallo y Alburquerque, forzosamente habría que calificarlo como cosa de niños. Pero, para los que padecieron la pesada carga de la oprobiosa tiranía, la tal declaración es un ejemplo vivo y muy elocuente de cómo se vivió durante la ominosa y nefasta Era. ¿Cuál hubiese sido el destino de los que hoy gozan plenamente de libertad, sin cortapisa alguna, si el derecho de crítica de que disfrutan plenamente lo hubieran ejercido durante esa dolorosa y trágica etapa de la historia política dominicana? En la época que corre, sus huesos estarían más que blanquecinos. La opinión editorial que nos impulsó a salir a la luz pública, movió también al Presidente de la Junta Central Directiva del Partido Dominicano a valerse de las páginas del diario La Na- Años imborrables.pmd 57 27/03/2008, 09:51 a.m. 58 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN ción para responderle al Director de La Opinión su editorial ‘‘¿Se le pide al presidente todo lo que el presidente puede dar?’’ Entre otros puntos, el Presidente del Partido, exponía: […] Ni La Opinión, ni persona alguna en el país, por representativa que sea, puede arrogarse el privilegio de hablar en nombre del pueblo dominicano, que no ha conferido a nadie tal mandato, para expresar audazmente aspiraciones populares […]. La circunstancia de estar inscrita en el Partido Dominicano la casi totalidad del electorado nacional –dice en otra parte el comunicado aludido–, ha hecho frustratoria la constitución de nuevos partidos, no obstante los grandes y reiterados empeños que en ese sentido ha puesto el Presidente Trujillo y el ambiente de absoluta libertad en que se desenvuelven en el país todo género de actividades públicas. Esa inhibición ha contrariado grandemente el espíritu liberal y profundamente democrático del ilustre Jefe del Estado. El Presidente de la Junta Directiva del Partido Dominicano se valía y hacía acopio de falsas consideraciones en el obligado enfoque de su réplica al director del diario La Opinión. De sobra conocía y sabía muy bien cómo sofisticar la verdad, cómo distorsionarla en provecho de los intereses a defender encomendados a su elevada jerarquía política. En su contrarréplica, el director de La Opinión, al referirse al párrafo más arriba transcrito, expresaba: ‘‘[E]l párrafo anterior es lo más interesante del comunicado del incumbente del Partido Dominicano […] que es el más importante y aquel que hay que discutir con mayor amplitud.’’ Y agrega: Tenemos la convicción ciega, absoluta y completa, de que EL PRESIDENTE TRUJILLO QUISO QUE SE CONSTITUYERAN PARTIDOS POLÍTICOS LOS CUALES, EN Años imborrables.pmd 58 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 59 EFECTO, SE CONSTITUYERON Y VIVEN TODAVÍA PERO SOLAMENTE SOBRE EL PAPEL […]. A nuestro entender –continuaba– el intento más noble, más sincero y más generoso que ha hecho el presidente Trujillo para que aquí, en la República Dominicana, se practique la democracia en su forma clásica fue el llamamiento que dirigió a los jefes de los partidos políticos que existían en el año 1930 para que se reorganizaran y entraran de nuevo en la lucha política. ¿Por qué esos partidos que están constituidos, pero solamente sobre el papel y que por tal razón no son más que caricaturas de partidos políticos, no actúan ni al parecer actuarán nunca porque están muertos, y bien muertos? Nosotros no conocemos la respuesta a esa pregunta. No sabemos cómo se frustró tan nobilísimo intento del Jefe del Estado. Se desperdició una ocasión magnífica para que en nuestro país se practicara la democracia. ¿Quién la desperdició, cómo y por qué? Sería muy interesante saberlo. ¿Podría hacerse de nuevo el intento? ¿Se podría reparar el daño que a ese intento se causó cuando se produjo? Nosotros creemos que sí. Por ello, aplaudimos desde aquí, hoy, a los señores Gilberto Fiallo y Rafael Alburquerque Z. B., abogados de esta ciudad, los cuales se presentaron una mañana en la redacción de este periódico para que les publicáramos una manifestación en la cual expresaron su opinión de que era extemporánea e improcedente la invitación para la Asamblea de Profesionales que tuvo lugar en la Universidad dos días antes. Los licenciados Gilberto Fiallo y Rafael Alburquerque Z.-B. dieron una prueba de civismo con su declaración. El público –que es para quien nosotros escribimos y cuyos intereses tenemos siempre a la vista– sabe ya perfectamente que nosotros gozamos de completa libertad de expresión. De tanta, que podemos hoy decir que hace algún tiempo carecíamos de ella. Y carecíamos de ella por culpa nuestra puesto que no quisimos utilizarla y por causa también de la presión de los funcionarios a los cuales no resulta conveniente en ciertas ocasiones que Años imborrables.pmd 59 27/03/2008, 09:51 a.m. 60 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN los periódicos ejerzan el derecho indiscutible que tienen a recibir y a publicar toda clase de noticias y comentarios. […] Estamos seguros de que todo ciudadano dominicano que quiera comportarse honrada y decentemente podrá hacerlo también, cualesquiera que sean sus convicciones políticas o credo religioso, su sexo o su edad, su raza o su condición social. Días de gloria inaudita se acercan para esta patria nuestra, tan maltratada por los siglos de los siglos y la historia. El editorialista del diario La Opinión, una vez más, supo echarle mano, con inteligente tacto y destreza, a las argumentaciones más adecuadas para responder, como lo hizo, a su oponente contendor. En su fuero interno, tanto el Presidente de la Junta Central Directiva del Partido Dominicano como el Director del diario La Opinión, sabían a qué atenerse y estaban conscientes de cómo se vivía en la República Dominicana bajo el despótico régimen de Rafael Leonidas Trujillo Molina. El derecho a disentir era un crimen imperdonable que no se podía tolerar. El hostigamiento de que fue objeto el licenciado Bonilla Atiles lo obligó a refugiarse en una de las embajadas acreditadas en nuestro país. Días después, con la garantía ofrecida por el embajador, abandonó la sede confiando en que sería respetado. Aún no había transcurrido una semana, cuando una prima noche, en compañía de su esposa, y en el preciso momento de adquirir dos billetes en la taquilla del vestíbulo del teatro Rialto de esta capital, fue agredido brutalmente, mientras se encontraba de espaldas, por uno de los agentes pagados al servicio de la máquina represiva del Gobierno. Chorreando sangre abordó un coche junto con su compañera y minutos más tarde logro ampararse asilándose en la misma embajada. La venganza contra el diario La Opinión no tardó en hacerse sentir a medida que transcurrían los días. Le fueron retirados Años imborrables.pmd 60 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 61 paulatinamente los espacios pagados, a la vez que languidecía económicamente, a tal punto que tuvo y se vio precisado a suspender su tirada diaria. En cuanto a los licenciados Gilberto Fiallo y Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, por mucho tiempo –a contar de la publicación de su declaración– estuvieron vigilados por los espías al servicio del régimen, conocidos con el apelativo de caliés, y pocos años más tarde condenados y encarcelados en la cárcel de la Torre del Homenaje de la ciudad de Santo Domingo. Años imborrables.pmd 61 27/03/2008, 09:51 a.m. 62 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 62 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS 1946 (2) 63 Años imborrables.pmd 63 27/03/2008, 09:51 a.m. 64 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 64 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS P ara esa tarde del 24 de noviembre estaba señalada la celebración del mitin patrocinado y cuidadosamente organizado por la agrupación Juventud Democrática, integrada en su conjunto por un numeroso grupo de valientes, no menos decididos y entusiastas jóvenes, en su mayoría, de esta capital, quienes de antemano sabían el riesgo que corrían en sus actividades políticas, sin que esa circunstancia les impidiera proseguir en tales propósitos: realizar una manifestación pública, permitida tan sólo a los afiliados al único y prepotente partido del Gobierno: el Partido Dominicano. Desde las tres de la tarde de ese día, comenzó a afluir cautelosa y discretamente la gente desde varios puntos de la ciudad en dirección al sitio escogido para la celebración del acto: el espacio de terreno en donde hace algunos años estuvo ubicado el ‘‘Play’’ del Gimnasio Escolar –de grata recordación– en Ciudad Nueva, junto al Placer de los Estudios. Desde esa misma hora avanzaban sobre la ciudad capital, como potros desbocados, densos nubarrones amenazando lluvia. Bien temprano esa tarde, nos dirigimos al hogar del licenciado Gilberto Fiallo, con quien hicimos el compromiso de buscarle para juntos –incluyendo a su mujer– asistir a la manifestación que tendría lugar en el sitio preseñalado. Tanto Gilberto como nosotros nos amparamos con nuestros respectivos paraguas. Cuando llegamos al lugar preindicado, nos situamos cerca de la tribuna levantada al efecto. La concurrencia era ya bastante numerosa. Las esquinas de las calles contiguas al escenario de la manifestación estaban abarrotadas de público. Entre los asistentes, a prudente distancia, se encontraban funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos de América, así como los de otros países amigos. 65 Años imborrables.pmd 65 27/03/2008, 09:51 a.m. 66 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN La tensión del momento no era para menos. Las molestias, con evidente intención de interrumpir el acto, comenzaron con anterioridad a su inicio. Uno de los altoparlantes fue arrancado violentamente del poste en donde estaba apuntalado; dos o tres botes se acercaron a los acantilados de la costa mientras los ocupantes de los mismos, con la marcada intención de distraer a la concurrencia, se entretenían en prender fuegos de artificio alternados con disparos de revólveres. Se tomaron varias fotos de los concurrentes. ¿Quiénes eran los perturbadores? Adivinarlo resultaba muy fácil: agentes a sueldo del régimen, capaces de ir más lejos en la encomienda recibida. Los presentes pudimos percatarnos de que un cinturón de los más conocidos y avezados esbirros de la maquinaria gubernamental, desde distintos puntos equidistantes, rodeaba al numeroso público congregado. Ante una gran expectación, abrió el acto la señorita Josefina Padilla Deschamps, miembro destacada de la agrupación mencionada. Desde la tribuna comenzó con la lectura de cables enviados por agrupaciones afines de Venezuela y otros países, en los cuales hacían patente sus simpatías y su solidaridad con la Juventud Democrática Dominicana, prestándole, además, todo su apoyo moral. No bien había acabado de darle lectura a uno de dichos mensajes de aliento, empezó a llover de una manera alarmante. A los pocos minutos, el aguacero era tan torrencial que las formas de los objetos circundantes, así como las de las personas asistentes al acto se desvanecían y desdibujaban arropados por una espesa cortina gris causada por el agua al caer sobre toda la concurrencia, la cual se vio obligada a desbandarse, muy a su pesar, en busca de alojamiento adecuado en donde guarecerse. El intento de manifestación murió en su cuna. Siempre, desde entonces, al evocar ese emocionante episodio, una sensación de temor invade nuestro ser sólo al pensar lo que hubiera ocurrido de haberse desarrollado la anhelada manifestación... De ahí que el frustrado acontecimiento que hoy relatamos des- Años imborrables.pmd 66 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 67 pués de tantos años, aún perviva diáfano en nuestro pensamiento como si en este preciso instante estuviera realizándose. Sólo Dios y su divina y misericordiosa grandeza obraron ese día, en el momento oportuno, el milagro de extender sobre las cabezas de los concurrentes al acto la cortina salvadora convertida en copioso y nutrido aguacero que dio al traste con el valiente intento de los entusiastas miembros de Juventud Democrática de expresar sin miedo sus ideas y sus aspiraciones políticas, evitándoles a ellos y a sus simpatizantes allí congregados quién sabe cuántas vejaciones y cuántos atropellos por los perros de presa al servicio del tirano y de su despótico régimen, inmersos y confundidos entre los asistentes a la fallida concentración. Desecho el acto, cada grupo, chorreando agua, abandonó el lugar sin protestar, pero conscientes de que algo, muy poca cosa por cierto, se había hecho. Tuvimos la suerte de abordar un coche que pasaba, y junto con Paquito Ureña, a quien invitamos a subir, nos alejamos del sitio en busca de nuestros respectivos hogares. Poco tiempo después, corrió como pólvora encendida el rumor, convertido en realidad posteriormente, de la desaparición de Paquito Ureña. Fue un opositor al régimen objeto de reiteradas persecuciones que culminaron –como tantas otras– con el cobarde asesinato que cortó el hilo de su joven vida. Años imborrables.pmd 67 27/03/2008, 09:51 a.m. 68 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 68 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS 1947 69 Años imborrables.pmd 69 27/03/2008, 09:51 a.m. 70 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 70 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS C orría el año 1947, sin que el cinturón oprobioso de la tiranía aflojara en lo más mínimo su opresivo y sofocante abrazo. Todo lo contrario, cada minuto, cada hora, cada día, se hacía sentir con más fuerza la poderosa influencia bajo la cual los hijos de esta tierra estaban sometidos a las caprichosas veleidades del tirano, amo y señor de esta porción de isla como de todos sus habitantes. Cualquier comentario, por fútil que fuera, dada su simpleza, que orillase las acciones del Gobierno, se hacía en voz baja y en un tono apenas audible cuando la conversación ocurría dentro de los ámbitos del hogar, por el temor que suponía ser oídos y tal vez delatados por el servicio, como en frecuentes ocasiones había sucedido. Con desbordada avidez y siempre temerosos de ser sorprendidos, aguardábamos impacientes las horas avanzadas de la noche para rastrear la radio en busca de alguna estación del exterior que nos endulzara los oídos siquiera con algunos comentarios de censura contra Trujillo y su despótico régimen. Cuando la suerte nos favorecía, entonces pegábamos la oreja a la bocina del aparato sin que apenas pudiéramos entender las voces de esperanza que nos llegaban por las ondas jerzianas, y siempre con el temor de ser descubiertos desde la calle, no obstante las precauciones tomadas previamente al mantener muy bajo el volumen del aparato de radio. ¡Con cuánto deleite, noche por noche, pasadas las once, sintonizábamos presurosos, movidos por la avidez, las transmisiones de La Habana, las de Venezuela, o las de la vecina isla de Puerto Rico, ansiosos de escuchar charlas, comentarios, alocuciones y encendidas críticas dirigidas a enjuiciar y condenar a la vez los atropellos cometidos por la barbarie trujillista! Palabras lanzadas al aire para ser escuchadas por millares de personas de otros lares, libremente y con71 Años imborrables.pmd 71 27/03/2008, 09:51 a.m. 72 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN fiadas, sin el temor de ser reprendidos o ser callados para siempre con alevosa muerte, encubierta ésta con el más sádico y cínico procedimiento de montar el espectáculo de un desgraciado accidente, como acontecía y era muy corriente entre los dominicanos sometidos al nefando y truculento régimen. Treinta y un años hablando en voz baja bastaron para que, una vez abatida la tiranía, se produjera la reacción contraria –sostenida hasta los días que corren–, manifestada por el tono elevado de voz que caracteriza al hablante dominicano de estos últimos años. Se utilizaron también otros recursos no menos censurables para denostar, maltratar o tratar de destruir moralmente a personas sospechosas o fichadas de ser contrarias al Gobierno o de no simpatizar con la situación imperante. El Foro Público, de amarga e ingrata recordación, sirvió de bastión repudiable para poner en entredicho el honor de personas de moral y conducta irreprochables; asimismo, se llevó ante los tribunales de justicia a individuos mal vistos por los agentes de represión –donde se les acusó de crímenes o delitos fabricados ex profeso–, duchos y descarados en esa clase de sometimientos. Varios volúmenes bien nutridos de páginas serían necesarios para relatar, sucintamente, los casos de crímenes y delitos fabricados por los sicarios del régimen para perjudicar no sólo a los opositores, sino también a los dueños de bienes o de negocios atrayentes renuentes a venderlos cuando la codicia del sátrapa le echaba el ojo a alguno de ellos y se valía de sus turiferarios para que éstos sirvieran de enlace con el propietario, a quien coaccionaban reiteradamente obligándolo a consentir de mala gana, a cambio –como se ha dicho– de un precio evidentemente vil. También se valían de otros medios elaborados fríamente, sin que en los mismos obrara la violencia o la coacción intimidatoria. Tanto el notario público de los del número del entonces Distrito de Santo Domingo, don Francisco A. Vicioso como nosotros, fuimos objeto de enjuiciamiento por ante la Suprema Corte de Justicia, nuestro más alto Tribunal de Justicia. Años imborrables.pmd 72 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 73 Sin hacer más rodeos, ambos fuimos víctimas de los variados y usuales recursos utilizados por la maquinaria represiva del régimen cuando quería y necesitaba hacerle daño a alguien. Una mañana se personó en nuestro estudio de abogado-notario, ubicado en un apartamento de la planta baja de la calle Hostos esquina General Luperón, el Magistrado Procurador Fiscal de la Segunda Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia del entonces Distrito de Santo Domingo acompañado de un inspector de Rentas Internas. Nos expresaron tener el especial encargo de realizar la revisión de los protocolos de los actos públicos instrumentados por nosotros correspondientes a 1946 y los concernientes a los meses del año vigente (1947).1 Las veces que fueron examinados los protocolos de nuestra notaría, se concretaba la inspección al examen de los actos públicos correspondientes al año anterior y a los meses del año de la visita, para lo que el procurador fiscal partía del último formulario de descargo dejado por el funcionario judicial encargado de la inspección del año anterior. Por tanto, nos causó singular extrañeza la visita del Procurador Fiscal de la Segunda Cámara Penal, puesto que a comienzos del año 1947 el Procurador Fiscal de la Primera Cámara Penal había cumplido con la obligación de revisar las notarías ubicadas en la ciudad de Santo Domingo, y en lo que respecta a nosotros nos dejó el correspondiente formulario de descargo. Esa mañana, pues, pusimos en manos de ambos funcionarios visitantes tanto el protocolo de los instrumentos notariales ejecutados por nosotros como los anexos correspondientes. Después de estar un buen rato hurgando en el primero, apenas hicieron dos o tres anotaciones y se retiraron del despacho sin dejarnos el obligado formulario de descargo. 1 Anualmente, las notarías eran objeto de inspección por un procurador fiscal y un inspector de Rentas Internas en cada una de las cabeceras de provincia en donde tenían su asiento dichas notarías. Pero desde hace algunos años en lo que al actual Distrito Nacional se refiere, la labor de investigación e inspección de los protocolos notariales apenas se realiza, por lo que se incumple así con un requisito tan importante establecido por la ley. Años imborrables.pmd 73 27/03/2008, 09:51 a.m. 74 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN Desde un primer momento, la visita de ambos funcionarios nos hizo sospechar que algo se estaba tramando contra nosotros. Días después de la visita, la Suprema Corte de Justicia nos citaba a comparecer por ante ese elevado Tribunal para ser juzgados en Cámara Disciplinaria por haber violado varios artículos de la Ley del Notariado No. 770, del 8 de noviembre de 1927 y sus modificaciones. A esa audiencia también fue citado –por algunos hechos similares a los que se nos imputaban– el señor Francisco A. Vicioso, Panchito, reputado y prestigioso notario público con largos años en el ejercicio de su profesión. El día fijado para la audiencia, tanto Vicioso como nosotros comparecimos al despacho o lo que nos pareció ser el despacho del presidente de la Suprema Corte de Justicia, en ese entonces el licenciado Pedro Troncoso Sánchez, quien estaba acompañado de los demás magistrados integrantes de ese elevado tribunal: licenciados Moisés García Mella, José Ernesto García Aybar, Froilán Tavares hijo, Leoncio Ramos, Rafael Castro Rivera, Gustavo Díaz y Juan Tomás Mejía. La acusación la hacía el magistrado procurador general de la República, licenciado Mario Abreu Penzo. Se nos acusó de haber cometido faltas inexcusables en violación de los artículos 17, 22, 26, 44 y 57 de la Ley del Notariado No. 770, del 8 de noviembre de 1927 y sus modificaciones, tales como palabras tachadas, borraduras, espacios en blanco, etcétera. Además, en lo que respecta a nosotros, el haber usado la percalina para cubrir el lomo de los protocolos en vez del material de cuero prescrito por la ley. Quedamos mudos y sorprendidos ante los cargos que se nos imputaban, puesto que siempre fuimos cuidadosos en la tarea esencial de escriturar los actos con la mayor pulcritud y limpieza. Y si por cualquiera circunstancia se nos iba la pluma o el bolígrafo con trazos inadecuados, rehacíamos la hoja afectada antes de darle lectura al acto y hacerlo firmar al pie y al margen por las partes requerientes. Años imborrables.pmd 74 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 75 Durante los tres años que ejercimos las funciones de notario, el Procurador Fiscal de la Primera Cámara Penal del Distrito de Santo Domingo, encargado de la inspección anual de los Protocolos notariales dentro de los límites de su jurisdicción, al verificar los correspondientes a nosotros, una vez terminada la verificación, nos dejaba, debidamente firmado por él el formulario de descargo correspondiente, el cual anexábamos al último acto objeto de verificación. Por eso nos sorprendió sobremanera que se nos endilgara el haber cometido las irregularidades preseñaladas. Por otra parte, si había una o dos palabras tachadas, hacíamos la consiguiente salvedad al margen de la foja para cumplir así con lo dispuesto en la Ley del Notariado, citada anteriormente. Por eso también nos sorprendió sobremanera la visita del Procurador Fiscal de la Segunda Cámara Penal, cuando ya antes, durante el mismo año, nos había visitado el Procurador Fiscal de la Primera Cámara Penal a los fines concernientes a la fiscalización de las notarias del entonces Distrito de Santo Domingo. Esas peculiares circunstancias bastaban de por sí para determinar con absoluta precisión los móviles verdaderos que sirvieron de base al enjuiciamiento de que fuimos objeto: una persecución política. De nada valdría, pues, esforzarnos en tratar de demostrarle al más alto Tribunal de Justicia que éramos víctimas de acusaciones injustas o, si se quiere, apartadas de la verdad. En nuestro fuero interno sabíamos de antemano que seríamos indefectiblemente condenados. En cuanto a que utilizábamos la percalina, en vez del material de cuero para cubrir el lomo de los protocolos, es enteramente cierto. La mayoría de los notarios utilizaban los servicios de competentes encuadernadores de libros experimentados en esa clase de trabajo. Apenas teníamos tres años de ejercer la notaría y cuando nos vimos precisados a encuadernar nuestros protocolos, notarios amigos nos recomendaron a un señor de apellido Carrasquero que desde hacia varios años se encargaba de encuadernarles los suyos. Que sepamos, jamás esos colegas fue- Años imborrables.pmd 75 27/03/2008, 09:51 a.m. 76 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN ron sancionados por usar la percalina en sus libros, no obstante ser anualmente fiscalizados por los funcionarios del tren judicial a quienes incumbía esa rutinaria tarea. Por otra parte, la percalina era de un material adecuado y protector, con apariencia de piel, y en ese año (1947) y los anteriores inmediatos, los encuadernadores la usaban normalmente en vez del material de cuero (piel), porque el precio de éste había aumentado mucho según fuimos informados. Transcurrieron varios días y el fallo esperado de la Suprema Corte de Justicia brillaba por su ausencia. En el ínterin, nos sorprendió una segunda visita del Magistrado Procurador Fiscal de la Segunda Cámara Penal, esta vez sin acompañante, quien nos solicitó le mostráramos el protocolo de los actos públicos correspondiente al año 1946. No vacilamos en hacerlo. Después de abrirlo y pasar su vista por algunos de los folios que contenía, nos expresó su intención de llevárselo, con la promesa de devolvérnoslo a la mayor brevedad posible. Así lo hizo. Una tarde, con posterioridad a la segunda visita del funcionario precitado, estando en nuestro despacho nos visitó una señora que a primera vista se notaba preocupada y dominada por la angustia reflejada en su rostro. Se trataba de la señora de Rodríguez. Tan pronto como tomó asiento nos dijo: Ayer comparecí al despacho del Procurador Fiscal de la Segunda Cámara Penal, previa citación que me hiciera. ¡Imagínese el susto que tenía!, puesto que ignoraba el motivo de mi comparecencia. Dicho funcionario –prosiguió– me preguntó si en el acto instrumentado por usted y que firmamos mi esposo y yo con el objeto de divorciarnos, estaban presentes los testigos que mencionaba el acto. Le contesté que con excepción del notario no había más nadie presente.2 2 Se refería al acto de convenciones y estipulaciones para fines de divorcio por mutuo consentimiento que hacía más de un año firmaron dicha señora y su esposo espontánea y voluntariamente ante nosotros. Años imborrables.pmd 76 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 77 Dos días después nos encontramos en la calle El Conde con el amigo y hermano masón doctor Carlino González Batista, quien en el curso de la corta conversación que sostuvimos en esa vía nos dijo que se había tropezado con el ex esposo de la señora que nos visitara, de paso en la ciudad, a la sazón residente en Santiago de los Caballeros, y éste le manifestó que su presencia en la capital obedecía al hecho de haber sido requerido por el Procurador Fiscal de la Segunda Cámara Penal, en cuyo despacho estuvo siendo cuestionado en relación con el acto que sirviera de fundamento a su divorcio por mutuo consentimiento. ‘‘Creo –le dijo al amigo– que al licenciado Alburquerque le están preparando algo para hacerle daño.’’ Fueron sus palabras al hermano y amigo Carlino González Batista, según éste nos narró. El día menos pensado se nos emplazó nuevamente a comparecer por ante la Cámara Disciplinaria de la Suprema Corte de Justicia. ¿Que motivó pues, el que se nos citara por segunda vez ante la citada Cámara? La circunstancia de que los artículos 17, 22, 26, 44 y 57 de la antigua y derogada Ley del Notariado, citada anteriormente, SANCIONABAN CON UNA SIMPLE MULTA las faltas imputadas a los notarios Vicioso y Alburquerque enunciadas precedentemente. Si en verdad habían cometido tales irregularidades, ¿por qué no se les sancionó con esa pena, esto es, la multa? Sencillamente, porque lo que se perseguía con los sometimientos de que fueron objeto ambos notarios era inhabilitarlos en el ejercicio de su profesión, cerrarles esa fuente de trabajo. Ante ese escollo, había que reiniciar la persecución con la mira puesta en alguna falta, supuesta o real, que por su gravedad conllevara la destitución de ambos notarios. Por eso en vez de notificarnos el fallo que desde hacía algunos días aguardábamos, generado por la primera audiencia, nos sorprendió que se nos citara por segunda vez para ser enjuiciados nuevamente ante la Cámara Disciplinaria. Como en el curso de la primera audiencia fue cuando nos enteramos de las pretendidas irregularidades que se nos im- Años imborrables.pmd 77 27/03/2008, 09:51 a.m. 78 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN putaban, ya mencionadas, de antemano sospechábamos qué cargo se nos haría el día fijado por la Suprema Corte de Justicia para ser juzgados por segunda vez en Cámara Disciplinaria. Asistimos a esa segunda audiencia y nos causó mucha extrañeza la ausencia del notario Francisco A. Vicioso. ¿Acaso fue condenado? Lo ignorábamos. Sí sabíamos que los hechos que le imputaron, similares a los que sirvieron de base a la acusación que se nos hiciera, tales como palabras tachadas, borraduras, etcétera, eran penados con una simple multa al tenor de los artículos precitados. Mientras tanto, tomamos asiento en el extremo de la mesa, cuya cabecera la ocupaba el Magistrado Presidente de la Suprema Corte de Justicia, y a ambos lados y a todo lo largo de aquélla los demás magistrados integrantes de ese alto Tribunal de Justicia. Como la vez primera, fuimos interrogados por el Magistrado Presidente, quien, como presumimos, basado en el hecho que conformaba la acusación interpuesta por el magistrado procurador general de la República, licenciado Mario Abreu Penzo, de haber instrumentado el Acto de Convenciones y Estipulaciones para los fines del divorcio por mutuo consentimiento de los esposos Rodríguez sin la presencia de los testigos instrumentales requeridos por la ley. No lo negamos. Era cierto que en el momento de firmarse el referido acto por las partes no estaban presentes los testigos, aunque las firmas de éstos sí figuraban al pie de dicho acto. Nos tomamos la libertad de preguntarles a los magistrados que nos escuchaban cuántas veces ellos en su vida privada, al solicitar los servicios de un notario público comprobaron la ausencia de los testigos en el preciso momento de suscribir el acto. Recordamos que uno de los magistrados que nos quedaba más cerca a media voz le decía al doctor Moisés García Mella, sentado a su lado derecho: ‘‘Lo que dice Alburquerque es cierto.’’ Esta expresión se la oímos decir al magistrado Rafael Castro Rivera. En la mayoría de los casos nos servíamos de un vecino como testigo, el señor Plácido Acevedo, y también del licenciado Años imborrables.pmd 78 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 79 Gilberto Fiallo Rodríguez, colega y compañero de trabajo. Pero hubo ocasiones en las que ninguno de los dos estaba disponible, por lo que nos veíamos obligados a prescindir de sus servicios en el preciso momento en que dábamos lectura al acto en presencia de las partes que lo otorgaban y firmaban. Cuando esto ocurría, al tiempo de abandonar las partes requirentes el estudio, nos situábamos en una de las puertas de salida a la calle en acecho de alguna persona, amiga o conocida, que a nuestra solicitud consintiera voluntariamente servirnos de testigo, asegurándonos siempre que dicha persona era hábil para llenar esa función por no ser pariente ni asalariado de las partes. Eso hacíamos y también lo hacía la mayoría de los notarios autorizados como una costumbre a todas luces inveterada impuesta por las circunstancias. Era usual que una minoría de notarios públicos usara como testigos a los corredores que habitualmente hacían de sus oficinas su campo de actividades. Estos corredores no dejaban de tener su relación de negocios con el notario cuando éste necesitaba colocar dineros con garantía hipotecaria, vender o adquirir bienes inmuebles de sus clientes, por cuya intervención, para facilitar la operación, el corredor recibía comisiones o regalías del notario, a la vez que le servía de testigo ordinariamente o en caso necesario. Nos parece esta actuación mucho más censurable porque la misma podría prestarse a complacientes liberalidades. Ante la nueva acusación que se nos hacía, pudimos, si hubiéramos querido, defendernos legalmente amparándonos con el alegato de estar investido con la fe pública que la ley otorga al notario. Bastaba esa afirmación para que, en principio, se aceptara como válido y enteramente cierto que las personas utilizadas en calidad de testigos, señaladas en el acto, estaban presentes en el momento en que las partes requirentes estamparon sus firmas al pie del mismo. Pero de haber utilizado este medio en nuestra defensa, estaríamos brindándoles a los autores de la persecución de que éramos objeto el camino libre para valerse de otros medios más enojosos e irritantes, ¡quién sabe!, para sacarle provecho a la declaración de los esposos Años imborrables.pmd 79 27/03/2008, 09:51 a.m. 80 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN Rodríguez, a quienes utilizarían, coaccionándolos, para que se inscribieran en falsedad contra el notario Alburquerque. No queríamos crearles molestias ni zozobras a los señores Rodríguez. Ambos confiaron en nosotros cuando determinaron romper el lazo matrimonial que los unía. Por tanto, los responsables de lo acontecido éramos nosotros, y por obligación debíamos –como lo hicimos en la audiencia– decir la verdad, a sabiendas de que seríamos condenados indefectiblemente. Cedida la palabra al Magistrado Procurador General de la República, este funcionario hizo galas de los términos más severos en su ampuloso dictamen, el cual concluyó solicitando fuéramos destituidos como notario público de los del número del Distrito de Santo Domingo. A seguidas dicho funcionario hizo alusión al contenido de su comunicación No. 8810, de fecha 17 de septiembre de 1947, dirigida al Presidente de la Suprema Corte de Justicia, mediante la cual solicitaba el sobreseimiento de la causa incoada contra el notario público Francisco A. Vicioso, tomando en consideración que los mismos hechos cometidos por éste, y que dieron lugar a la formación del expediente que sirvió de base al sometimiento a la acción disciplinaria de esta honorable Corte, fueron agravados por maniobras fraudulentas del referido notario y ha dado lugar a una acción pública ante los tribunales ordinarios, bajo la acusación del crimen de falsedad en escritura pública. Panchito Vicioso fue encarcelado víctima de la más descarada y grosera patraña. La sentencia no se hizo esperar. Al tiempo de sernos notificada fue publicada en la primera plana del diario La Nación (periódico del Gobierno), precedida la información de un título compuesto con letras de molde de gran tamaño: Años imborrables.pmd 80 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 81 DESTITUIDO POR FALTAS GRAVES EL LIC. RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN. La Suprema Corte de Justicia, actuando en Cámara Disciplinaria, ha rendido sentencia en fecha 29 de septiembre último, en virtud de la cual se declara que el Notario Público del Distrito de Santo Domingo, licenciado Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, ha cometido falta grave en el ejercicio de sus funciones y pronuncia en consecuencia la destitución de dicho Notario Público. Dicha sanción le fue impuesta al licenciado Rafael Alburquerque Z.-B., de conformidad con el artículo 5 de la Ley del Notariado, en virtud del sometimiento que se le formuló a causa de graves irregularidades cometidas en el ejercicio de sus funciones de Notario, y que dieron lugar a la formación del expediente correspondiente, irregularidades que fueron comprobadas en el curso de la inspección periódica que a las oficinas realiza el Magistrado Procurador Fiscal del Distrito Judicial quien en la especie estuvo acompañado de autoridades del servicio de inspección del Departamento de Rentas Internas. El Hon. Presidente Trujillo deroga el Decreto No. 2515. Queda cancelado el exequátur que se otorgó como Notario Público al licenciado Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, a causa de la destitución pronunciada al respecto por la Suprema Corte de Justicia.3 RAFAEL LEONIDAS TRUJILLO MOLINA, Presidente de la República Dominicana. Número: 4634 CONSIDERANDO: Que la Suprema Corte de Justicia por sentencia del 29 de septiembre del año en curso ha pronunciado la destitución del Notario Público de los del número del 3 Título y subtítulo de la publicación insertada en el diario La Nación de comienzos de octubre de 1947. Años imborrables.pmd 81 27/03/2008, 09:51 a.m. 82 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN Distrito de Santo Domingo, licenciado Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, por haber cometido faltas graves en el ejercicio de sus funciones, y que en el dispositivo de la mencionada sentencia se recomienda al Poder Ejecutivo la privación del exequátur del Notario destituido; CONSIDERANDO: Que el otorgamiento y la posesión del exequátur para el ejercicio de la profesión de Notario Público están condicionados a la efectividad del nombramiento de la Suprema Corte de Justicia, según resulta del artículo 2, Párrafo único, de la Ley No. III, del 3 de noviembre de 1942, sobre exequátur de profesionales; DECRETO ÚNICO. Queda derogado el Decreto No. 2515, del 12 de Marzo de 1945, publicado en la Gaceta Oficial No. 6226, que otorgó exequátur como Notario Público al licenciado Rafael Alburquerque Zayas-Bazán. DADO en Ciudad Trujillo, Distrito de Santo Domingo, Capital de la República Dominicana, a los cuatro días del mes de octubre del año mil novecientos cuarenta y siete, años 104 de la Independencia, 85 de la Restauración y 18 de la Era de Trujillo. Que sepamos, Panchito Vicioso ni fue juzgado y menos condenado por el tribunal ordinario amparado con la querella interpuesta contra él. Sabíamos que como miles de dominicanos no simpatizaba con el régimen de Gobierno imperante desde hacía tantos años; se cuidaba de exteriorizar su manera de pensar y actuaba dentro de los límites impuéstosle por la más exigente prudencia. Oficiosamente se decía que la persecución en su contra obedecía al hecho de tener un hijo en el extranjero involucrado en actividades revolucionarias destinadas al derrocamiento del gobierno de Trujillo. A falta de perseguir y castigar al hijo, lo hacían con el padre. Gracias a una familia influyente dominicana, Panchito Vicioso fue excarcelado días después y embarcado con rumbo a los Estados Unidos de América. Años imborrables.pmd 82 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 83 Lo narrado aquí pone de manifiesto y deja muy en claro que tanto Vicioso como Alburquerque, como se ha dicho antes, fueron objeto de una persecución política puesta en movimiento por los medios de represión del oprobioso régimen cuando precisaba hacerle daño a alguien. Los propios magistrados del más alto Tribunal de la República, amparados con los expedientes acusatorios contra dichos profesionales, NO IGNORABAN, estamos seguros, que el sometimiento de éstos ante la Cámara Disciplinaria se fundaba, como causa prima y real, en una persecución de naturaleza intrínsecamente política. En comunicación del 3 de junio de 1966, elevada al doctor Héctor García Godoy, presidente provisional de la República, le expusimos: […] Habiendo sido rehabilitados por la Suprema Corte de Justicia en las funciones de Notario Público de los del número de este Distrito Nacional, en mérito y al amparo de la Ley No. 5642, de fecha 27 de septiembre de 1961, que declaró la amnistía respecto de los hechos que entrañaron la suspensión en el ejercicio profesional o la cancelación o suspensión del exequátur, solicita por este medio del Poder Ejecutivo a vuestro elevado cargo, la expedición del EXEQUÁTUR DE LEY correspondiente para poder ejercer dicha función. De conformidad con el artículo 4 de la mencionada Ley (G.O. No. 8609), los ‘‘Exequátur serán expedidos sin más formalidad ni requisito’’; una instancia dirigida al Poder Ejecutivo, la cual, al igual que el exequátur, estará libre de todo impuesto, derecho o recargo. Con la presente me permito anexaros una copia fotostática del nombramiento [...]. En comunicación No. 5300, del 20 de junio de 1966, el doctor Gustavo E. Gómez Ceara, procurador general de la República, nos contesta: Años imborrables.pmd 83 27/03/2008, 09:51 a.m. RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 84 Licenciado: para su conocimiento y fines que puedan interesarle, pláceme comunicarle que el Poder Ejecutivo, por Decreto No. 1409 del 14 de junio de 1966, le ha concedido el exequátur que lo autoriza para que usted pueda ejercer la Notaría en el Distrito Nacional. Cúmpleme, asimismo, remitirle anexo una tarjeta para que tenga a bien llenarla y devolverla a esta Procuraduría General. Durante los amargos días experimentados por nosotros, encontramos siempre el calor y el sincero afecto de los amigos y no pocos conocidos quienes, unos de lejos, y otros, los más íntimos y cercanos, exteriorizaban con una franca sonrisa o con leves pero elocuentes ademanes su leal apoyo, su solidaridad y su simpatía por nosotros. Coincidiendo con el titular del periódico, en el cual se nos enrostraba el haber sido destituidos por causas graves cometidas en el ejercicio de la notaría, la Respetable Logia Cuna de América No. 2, nuestra Madre Logia, nos dio un voto de desagravio en boca de los miembros presentes en una de sus tenidas ordinarias celebradas en esos aciagos días, movida a ello por el fraternal cariño a uno de sus hermanos perseguidos, acción ésta que perdurará en nuestro recuerdo mientras el Gran Arquitecto del Universo nos mantenga con vida. Finalmente, no queremos cerrar este capítulo, sin dejar de hacer patente nuestro reconocimiento imperecedero a Domingo Ben (Q.D.T.G.), quien al enterarse por la prensa diaria de la destitución de que habíamos sido objeto, no vaciló en visitarnos en nuestra oficina y darnos un abrazo muy efusivo y sincero. Terminando éste, depositó en nuestras manos un fajo de billetes que extrajo de uno de sus bolsillos, al tiempo de decirnos: ‘‘Toma Chichí, esto es para ti.’’ Emocionados, declinamos el desinteresado ofrecimiento de un chino amigo, jovial, generoso y leal, dotado de inapreciables virtudes que lo hicieron acreedor del aprecio y el respeto de todos cuantos se honraron –como nosotros– de su sana e invariable amistad. Años imborrables.pmd 84 27/03/2008, 09:51 a.m. 1950 85 Años imborrables.pmd 85 27/03/2008, 09:51 a.m. 86 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 86 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS A belardo Acevedo era muy conocido por las personas que a diario, transitaban por la concurrida calle de El Conde, nervio comercial de la ciudad de Santo Domingo. Su figura se hacia notar por sobresalir de entre los demás transeúntes habituales de la popular arteria dominicana por su forma de caminar: lenta y acompasada; por la impresión que causaba su presencia: pulcra y aseada; por arropar su cuerpo con trajes habitualmente estirados por la plancha y a su entera medida. No dejaba de usar el saco y la corbata, y cubría su cabeza con el sombrero adecuado a la temporada: de pajilla, en el verano; de fieltro, en la temporada de invierno. Era locuaz y simpático, decente y educado en su trato con la gente; afectuoso con las personas a quienes consideraba sus amigos o conocidos de muchos años. No era un profesional ni se le conocía oficio alguno. Sin embargo, en los aciagos y tormentosos años del trujillato resolvía sus problemas económicos y las perentorias necesidades de su familia con el producto de las escasas comisiones derivadas de las distintas operaciones resultantes de la venta o la adquisición de inmuebles, en las cuales él fungía de experto corredor al concertar el negocio entre su cliente y el notario público que habría de instrumentar el acto. Mantenía buenas y provechosas relaciones de amistad, y en su trato afable, cordial y espontáneo era recompensado, en igual medida, por todos aquéllos cuyo trato personal cultivaron gratamente y se honraron con su sana y generosa amistad. Abelardo Acevedo, como tantos otros dominicanos, no simpatizaba con el régimen despótico de Trujillo. Por su manera de hablar, comedida y dentro del marco de lo prudente, dejaba entrever, en el limitado círculo de sus amigos, su modo de pensar en relación con la etapa política que vivía el pueblo dominicano, de sobra sometido a la férrea voluntad del tirano, 87 Años imborrables.pmd 87 27/03/2008, 09:51 a.m. 88 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN pero cuidándose siempre de no incurrir en afirmaciones ostensiblemente tajantes que pusieran de manifiesto su vertical posición de antitrujillista consumado. Una de las virtudes que lo destacaban y hacían acreedor del respeto de las demás personas con las cuales mantenía relaciones de amistad era la lealtad. Él y el licenciado Ricardo Roques Martínez, prestigioso abogado de la capital, eran amigos íntimos, inseparables, además. Siempre se les veía juntos por El Conde o en una de las cafeterías de esa arteria capitaleña. Desde el inicio del nuevo Gobierno, ya el licenciado Roques Martínez colaboraba en el mismo desempeñando una función de escasa o ninguna relevancia. Posteriormente se desligó de su condición de burócrata que había mantenido hasta entonces y se dedicaba en su faena diaria al ejercicio de su profesión de abogado para lograr con ello independizarse. Nunca supimos a qué actividades políticas se dedicaba el licenciado Roques Martínez, ni oímos decir que había abrazado la corriente contraria elegida por los desafectos u oposicionistas del Gobierno. Lo cierto es que una mañana la prensa diaria nos sorprendió, como debió sorprender a los lectores de la capital, con la destacada noticia de que el licenciado Ricardo Roques Martínez había sido sometido a la justicia por haber abusado y violado a una joven clienta suya. Nadie creyó la mendaz acusación. Ricardo era objeto de una de las tantas patrañas, de las groseras calumnias utilizadas por los personeros del despótico régimen cuando querían hundir a alguien en el descrédito por el solo hecho de considerársele desafecto al Gobierno. Se puso en movimiento la persecución para detenerle y encarcelarle sin resultado positivo alguno. Las pesquisas encaminadas al objetivo de su captura fracasaron rotundamente, no obstante el despliegue de los recursos puestos en movimiento por los agentes encargados de esa misión. Ricardo Roques Martínez anduvo a tiempo, al percatarse desde el principio de la trama que se había hilado contra él con la finalidad de hacerle daño. Le dio tiempo a resguardarse Años imborrables.pmd 88 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 89 ocultándose en lugar seguro para evitar así el ser apresado por sus perseguidores. Días después corrió la noticia de que Roques Martínez había logrado salir del país con destino a los Estados Unidos de América. ¿De qué medios se valió para burlar los estrictos y confiables controles puestos en práctica por la maquinaria represiva del ominoso régimen? De saberse, sus más cercanos y confiables familiares debieron guardar celosamente el secreto de su arriesgada escapada… ¿Lo sabría acaso también Abelardo Acevedo, su bueno y leal amigo? Si lo supo, sólo la tumba en donde yacen hoy sus venerables cenizas guarda el secreto de esa obligada aventura… Pocos años después de lo narrado anteriormente, y cuando ya se creía olvidado el caso concebido y madurado fríamente por el autor o los autores de la repudiable trama, fue apresado y encarcelado en la Fortaleza Ozama Abelardo Acevedo. Los rumores que corrieron en relación con su detención la vinculaban a su amistad con el licenciado Roques Martínez. No dejaban de ser lógicos y, por ende, creíbles y fundados, si se toma en consideración el hecho incontestable de que a ellos dos les unía una estrecha y fraternal amistad, puesta de manifiesto, además, por la circunstancia de estar siempre juntos en los sitios más frecuentados de la capital: calles o restaurantes. Eso lo sabían sus perseguidores, todavía, quizás, dolidos por habérseles escapado en sus propias narices una de sus víctimas. Por eso se volvieron y ensañaron inmisericordemente contra Abelardo Acevedo, a quien tratarían de torturar para arrancarle la confesión que tanto escozor y molestia les producía: el haber fracasado en sus medios persecutorios dirigidos directamente a la detención y encarcelamiento de su amigo Ricardo Roques Martínez. Por muchos días se tenían y se daban por ciertos y razonables los rumores y los comentarios que corrían y se hacían en torno al abuso que se cometía contra un ciudadano pacífico, habituado a enmarcar sus actividades públicas y privadas dentro de los cánones legales. Años imborrables.pmd 89 27/03/2008, 09:51 a.m. 90 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN No contamos con información inobjetable del tiempo que pasó encerrado en la Fortaleza Ozama, ni si había sido juzgado; como tampoco del resultado de la causa motivada por la querella formulada contra él. ¿Fue juzgado por el Tribunal amparado de la querella? Lo dudamos. De haberlo sido, no habrían faltado testigos que hubieran dado testimonio de lo ocurrido en el proceso. Obtuvimos noticias de Abelardo casualmente, cierto día en el que nos unimos a un reducido grupo de hermanos de la Benemérita y Respetable Logia La Fe No. 7 del Oriente de Santo Domingo, entidad masónica a la cual él pertenecía, en el preciso momento en que uno de dichos hermanos se refería al hermano en desgracia en términos evidentemente desalentadores y preocupantes. Por el grupo supimos que de la Fortaleza Ozama al hermano Abelardo Acevedo lo habían trasladado al Hospital Padre Billini en un estado sumamente delicado, aquejado de serios quebrantos de salud que lo afectaban y lo ponían al borde de la muerte. Habían recolectado una apreciable suma de dinero para contribuir a cualquiera urgencia inesperada que se presentara, como cabría suponer ante la triste situación en la que se hallaba el hermano. Pero el problema consistía en cómo hacérselo llegar… Nos brindamos gustosos para ser portadores del producto recolectado y de hacerlo llegar a manos del hermano Abelardo Acevedo. Al día siguiente, en la tarde, nos encaminamos en dirección al Hospital Padre Billini. Una vez allí, subimos por su amplia escalera a la segunda planta de dicho centro médico. Anduvimos y recorrimos unos metros de su ancho y cómodo pasillo, hacia el norte, y, súbitamente, fijamos la vista en una de las habitaciones destinadas a los pacientes, la cual estaba custodiada por un agente de la Policía Nacional. Sin pensarlo dos veces, dirigimos nuestros pasos en esa dirección y, resueltamente, sin detenernos y sin mirar al custodio, atravesamos el espacio de la puerta. Muy pronto estuvimos dentro de la habitación. Cerca de la puerta de entrada estaba acostado en una cama un hombre con ambas piernas enyesadas, y junto a los ventanales que dan a la calle Años imborrables.pmd 90 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 91 Santomé, yacía en otra cama Abelardo Acevedo. La expresión de su rostro nos produjo honda tristeza; aparentaba haber sufrido mucho. Al encorvarnos para saludarle no pudo contener el llanto, al tiempo que, con voz apenas audible, nos dijo: Mira cómo me han puesto!, levantándose la sábana que cubría su cuerpo, enteramente desnudo. La impresión que nos causó, todavía hoy, al recordar esa triste e inolvidable experiencia, nos produce honda pena: el vientre de Abelardo, en grado sumo abultado; sus testículos, amoratados y visiblemente inflamados. No pudimos articular palabra alguna, trabada la lengua e impedidos de vocear con todas nuestras fuerzas en qué forma los esbirros a sueldo de Trujillo se habían ensañado contra un hombre pacífico e indefenso, digno de respeto, utilizando contra él las más reprobables e inhumanas torturas. Al tiempo de cubrir su estropeada anatomía, Abelardo Acevedo, haciendo un esfuerzo, nos dijo: Fulano es peor que Mengano!1 Aprovechamos un momento en el cual dejó de hablar para transmitirle el sentir de sus hermanos de logia, interesados por conocer su estado de salud, al tiempo que depositamos en manos de su señora, presente junto a nosotros, el donativo que con tanto sentimiento y fraternal cariño le enviaban aquellos hermanos por nuestro intermedio. No transcurrió una semana cuando se autorizó a la compañera de Abelardo retirarlo del hospital y llevárselo a su hogar, ubicado éste, en un apartamento de la planta baja de la casa que fuera propiedad de un señor apellidado Quezada, en la calle Espaillat esquina El Conde de la ciudad capital. Abelardo Acevedo en vez de mejorar empeoró de tal manera que si un día amanecía precariamente con vida, no abrigaban esperanzas de que rebasara la tarde. Sus días estaban contados. Un domingo en horas de la tarde, los fanáticos de los equipos de pelota Licey y Escogido abarrotaban las graderías del Play de la Normal de varones, en donde se jugaba el último 1 Se refería a dos altos generales ya muertos, por eso preferimos callar sus verdaderos nombres. Años imborrables.pmd 91 27/03/2008, 09:51 a.m. RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 92 encuentro de la serie para determinar cuál de esos populares conjuntos se coronara campeón del año. Esa tarde, las últimas palabras de Abelardo Acevedo (fanático liceísta) fueron para preguntar cómo iba el juego, en el preciso momento que el poderoso y encendido bate de Alonzo Perry, con un tremendo estacazo, enviaba la bola sobre la cerca del terreno para darle el triunfo al Licey, y convertirlo en indiscutible campeón de la justa, y contribuir, además, a proporcionarle un fugaz momento de satisfacción y alegría a un seguidor de la enseña azul que minutos después entregaba agradecido su alma a Dios. Años imborrables.pmd 92 27/03/2008, 09:51 a.m. 1952 93 Años imborrables.pmd 93 27/03/2008, 09:51 a.m. 94 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 94 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS D iscurría el mes de febrero y ostentaba la primera magistratura de la nación el general Héctor Bienvenido Trujillo Molina, hermano menor del tirano. Elección dispuesta por voluntad expresa y autoritaria del Jefe Único, e impuesta al electorado nacional por el único y todopoderoso Partido Dominicano, en una de las tantas farsas comiciales a que estaba acostumbrado, desde hacía muchos años, el pueblo dominicano. El lunes 25 del mes precitado, como los demás días laborables de la semana, desde muy temprano asistimos a nuestra oficina de abogado, situada en ese entonces en un apartamento de la calle General Luperón, ubicada, para ser más exactos, en la planta baja de la casa marcada con el número 1, propiedad de la familia Nadal,1 donde también laboraba el licenciado Gilberto Fiallo Rodríguez, quien en su condición de inquilino principal se vio precisado –junto con nosotros– a desalojar el antiguo bufete que por años mantuvimos en un apartamento de la planta baja de la calle Hostos esquina General Luperón de la ciudad de Santo Domingo, a causa de una demanda verbal de desalojo arbitraria y abusiva del prepotente funcionario Anselmo Paulino, y desde hacía tres meses aproximadamente permanecía encarcelado en la Fortaleza Ozama, conjuntamente con su hermano, el licenciado Antinoe Fiallo, acusados y sentenciados injustamente por delitos expresamente fabricados para causarles daño por su condición de opositores del régimen. Lejos estábamos de pensar que esa misma mañana del lunes 25, recién llegados al bufete seríamos detenidos por un capitán de la policía de apellido Castain, quien nos comunicó la orden recibida de conducirnos al Palacio de la Policía Nacional. Antes de abandonar la oficina entregamos las llaves al mensajero 1 Precisamente donde anteriormente, en 1936, tuvimos el incidente con el mayor J. Arismendy Trujillo. 95 Años imborrables.pmd 95 27/03/2008, 09:51 a.m. 96 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN con instrucciones de entregárselas a nuestra señora y darle cuenta de lo sucedido. Abordamos el jeep del capitán ajenos a lo que nos esperaba y minutos después llegamos al recinto policial ubicado en la calle Leopoldo Navarro de la ciudad de Santo Domingo. Sin ser interrogados se nos encerró en una celda maloliente y subterránea situada junto al lindero oeste del patio central del prenombrado Palacio. La celda en cuestión, muy oscura por cierto, con apenas un ventanillo estrecho, rectangular y justamente al nivel superior del área del patio central, nos permitía observar el trajín de los numerosos agentes policiales que en todas direcciones cruzaban de un lado a otro el espacio cuadrado de dicho recinto. Después de estar por más de cuatro horas sentados sobre un piso que se mantenía frío por la humedad provocada por el agua escapada de un inodoro situado a unos pasos de donde nos hallábamos, de pronto, y a eso de la una de la tarde según nuestra apreciación, dos agentes de la Institución abrieron la puerta de barrotes de hierro de la celda, y sin mediar palabra alguna uno de ellos nos hizo señas para que saliéramos de ella. Recorrimos un pasillo estrecho hasta llegar a una habitación en donde había una mesa y sobre ésta un libro. Otro agente sentado junto a la mesa abrió el libro, nos preguntó el nombre, y seguido nos dio lo que nos pareció una pluma para que estampáramos nuestra firma sobre una raya que cubría parte de la hoja. Terminada la operación, subimos por la misma escalera que cinco horas antes abordamos para descender hasta la celda en la cual pasamos toda la mañana. Al salir a la superficie, una guagua celular nos esperaba. Ya en ella y custodiados por varios agentes, el vehículo arrancó, se puso en movimiento y salió segundos después por el portón norte que da a la avenida Francia. ¿Adónde nos llevaban? Lo ignorábamos. Nada sabíamos. Ni siquiera se nos dijo el porqué de nuestra detención. Minutos después de recorrer varias calles y de adentrarse en la zona hoy conocida como colonial, la guagua traspuso la puerta de entrada a la Fortaleza Ozama. Se detuvo, y junto a ella, en un lado de la misma, alcanzamos a ver a Marcelo, nuestro her- Años imborrables.pmd 96 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 97 mano, quien al enterarse de la detención de que éramos objeto comenzó, sin ninguna esperanza, a averiguar la causa de la misma. Se acercó a nosotros junto con el oficial con quien conversaba. Aprovechamos el limitado momento de que disponíamos para informarle que ignorábamos los motivos de nuestra prisión, a la vez que le pedimos les comunicará tanto a nuestra madre como a nuestra esposa que no se preocuparan. Al retirarse Marcelo, el vehículo se puso en movimiento en dirección a la base de la torre, junto a la cual se encontraba la oficina del alcaide de la cárcel, de apellido García, teniente del ejército. Desde las dos hasta las seis de la tarde de ese día estuvimos sentados en una silla de la citada oficina. Tampoco allí pudimos conocer la causa de nuestro encierro, a todas luces arbitrario. Comenzaba la tarde a caer, cuando fuimos entregados a un sargento de apellido Borques, quien con gesto adusto y cara de pocos amigos nos señalaba los sitios por donde teníamos que pasar, hasta alcanzar una escalera estrecha que nos condujo a una segunda planta y a una galería amplia que recorrimos longitudinalmente hasta que el sargento nos dijo: ‘‘Usted se queda ahí’’, al tiempo que nos señalaba una puerta que atravesamos en el acto. Se trataba de un salón largo (cuadrilongo), ocupado por unos veinte o veinticinco reclusos, cada uno usuario del espacio vital integrado por una camita de las que el vulgo ha dado en llamar ‘‘colombina’’. Todas tenían sus dueños temporales. Por dos noches consecutivas tuvimos que conformarnos con dormir sobre las frías losas del piso ubicadas al pie y entre dos de las mencionadas camitas. El 27 de febrero, aniversario de nuestra Independencia, fueron muy pocos los presos que se beneficiaron con el indulto de sus penas. El 28 en la mañana, el encargado de la celda, un preso común, nos asignó una de las colombinas dejadas vacantes por uno de los presos indultados la víspera. En la noche, pudimos dormir mejor en la Enfermería, nombre con el que se designaba al salón rectangular en donde nos hallábamos, el que también se usaba para atender a los reclusos enfermos o accidentados. Años imborrables.pmd 97 27/03/2008, 09:51 a.m. 98 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN El domingo siguiente, día fijado para visita de los familiares y amigos de los presos comunes, tuvimos la grata sorpresa –emoción que apenas podíamos contener– de recibir a nuestra esposa, la cual pudo colarse al recinto carcelario sin ser cuestionada por los militares encargados de la custodia y vigilancia de la puerta de entrada a la Fortaleza con frente a la calle Colón, hoy Las Damas. Era norma habitual que a los presos denominados políticos no se les permitiera recibir visitas antes de ser juzgados y condenados. Por Merceditas supimos que al día siguiente, lunes, seríamos juzgados en la Primera Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Judicial de Santo Domingo, presidida por el magistrado doctor Manuel Bergés Chupani. Efectivamente, el lunes bien temprano, en un jeep ocupado también por cuatro presos comunes, fuimos trasladados al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva. Apenas eran las ocho de la mañana cuando entramos a la Sala de Audiencia y ocupamos el banquillo de los acusados. La Sala estaba desierta, con excepción de una persona: nuestra mujer. Diez minutos después hicieron su entrada y ocuparon sus respectivos asientos en los estrados el magistrado presidente y el magistrado procurador fiscal de dicha Cámara, doctor Juan Tomás Mejía Feliz.2 La acusación, llevada al cabo por el Magistrado Procurador Fiscal, se basó en el testimonio ruin y mendaz de un testigo (sin cédula), visiblemente asustado y ojerizo, con palabras apenas audibles, que nos acusó de habernos oído decirle a una persona en una esquina de la calle El Conde con Hostos que la sentencia mediante la cual se condenó a los hermanos Fiallo Rodríguez fue dictada por un ‘‘juez muñeco’’. Se trataba de un testimonio prefabricado para hacernos daños. Protestamos de la vil y deleznable acusación que se nos hacía, pues nunca, que recordáramos, nos habíamos detenido a conversar en la esquina mencionada por el testigo de marras. En vez de aborrecerlo y sentir asco por este retazo de hombre, al correr del 2 Hora inusual, puesto que las audiencias penales siempre han comenzado mucho después de las nueve de la mañana. Años imborrables.pmd 98 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 99 tiempo y evocar su figura: baja estatura, blanco, delgado, endeble, enjuto de hombros, mirada temerosa y huidiza, que daba la impresión de irse pronto después de darle cumplimiento a la orden impuéstale por sus amos, nos produjo su imagen un sentimiento de sincera conmiseración y honda pena. Minutos después se nos condenó a seis meses de cárcel y $RD50.00 pesos de multa, por haber cometido el delito de difamación e injurias contra el Magistrado Presidente que meses antes había condenado a dos años de prisión a los hermanos Fiallo Rodríguez. Magistrado que no era otro que el mismo que nos había condenado. Terminada la audiencia, a todo vapor, le expresamos a nuestra acongojada esposa el deseo de pagar la multa para no tener nada pendiente el día que se cumpliera la pena impuesta por la sentencia, pues no valía la pena apelar el fallo aludido, ya que, por la forma como se montó el espectáculo, no se necesitaba hacer esfuerzo alguno para convencer al más incrédulo de que se trataba de una persecución política. *** Pedro Arias, un preso común, condenado por haber estropeado inintencionalmente con su vehículo de motor a un menor que imprudentemente se interpuso en su camino, tenía a su cargo la misión de velar por el mantenimiento del orden en el salón-enfermería, a la vez que fungía de practicante para atender a los reclusos enfermos que acudían a él en busca de la medicina apropiada para curar las dolencias que padecían: aspirina, para dolores de cabeza; catarros, aceite de tiburón; trastornos intestinales, con fármacos prescriptos para tales enfermedades. Además, si había necesidad de poner inyecciones, él se encargaba de esa tarea. Hombre bondadoso, cortés y servicial, se hacía respetar de los demás presos, entre los cuales habían algunos con caracteres irritables y propensos a la violencia por ‘‘quítame una pajita’’. A medida que pasaban Años imborrables.pmd 99 27/03/2008, 09:51 a.m. 100 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN los días, entablamos una sincera amistad, de tal manera que luego de haber cumplido su condena meses después de nuestra excarcelación, nos pidió que apadrináramos sus bodas, lo que de buena gana y gustosamente hicimos. *** Diariamente, al atardecer, ordenaban a los reclusos formar filas en el patiecillo interior del recinto carcelario. Mientras sonaba el clarín, militares, custodios y presos, firmes y en atención, formaban parte del espectáculo diario de presenciar y estar presentes en el preciso momento en que la enseña tricolor, símbolo de la Patria, era arriada y recogida lentamente. Terminada la ceremonia, todavía en rigurosa formación, todo exclamaban en voz alta: ‘‘¡Viva Trujillo!’’ ‘‘¡Viva Mamá Julia!’’ Menos, los hermanos Fiallo Rodríguez y el autor de estos episodios, que permaneciamos con la boca cerrada, expuestos en más de una ocasión a ser denunciados por algún desalmado chivato, tan comunes en esta clase de establecimientos, pronto al acecho del momento propicio para allegar méritos con su cobarde delación ante sus superiores. *** Al día siguiente de un domingo en el que fuimos visitados por familiares y amigos, comenzando la mañana se acercó a nosotros el sargento Borques con la orden de recoger las escasísimas prendas de vestir que nos permitían y le siguiéramos. Así lo hicimos, sin salir aún de la sorpresa que sus palabras, dichas en un tono muy seco y terminante, nos habían causado. Salimos de la enfermería, y dentro ya del área de la maciza estructura que configura la Torre del Homenaje, el sargento Borques, que nos precedía, se detuvo, al tiempo de señalarnos la amplia abertura de una puerta diciéndonos: ‘‘Entre ahí y no Años imborrables.pmd 100 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 101 salga de ese cuarto’’, y se retiró al terminar de transmitirnos sus instrucciones. Se trataba de una habitación de muros muy gruesos con un ventanal abierto en el extremo sur y enrejado con sólidos barrotes de hierro. A ambos lados de la habitación y junto a las paredes orientadas de Norte a Sur, sendos camastros de madera se repetían hasta llegar cerca de la bóveda. Dicha celda la ocupaban dos presos: los hermanos Fiallo Rodríguez. Al preguntarnos uno de ellos la causa por la cual nos hablan llevado allí, le contestamos no conocerla. Desde ese momento compartimos con ellos la celda desde la cual se contemplaba el famoso ‘‘Aguacatito’’, árbol al pie del cual en años y gobiernos anteriores se fusilaba a los presos políticos. El cambio nos convino. Éramos los únicos ocupantes del espacio que nos servía de celda. Con excepción de sus usuarios, ninguno de los presos comunes se atrevía a entrar en ella. El hecho de considerársenos presos políticos era suficiente y bastaba para mantenerlos lejos de nosotros. Además, tenían órdenes de ponerse de espaldas cuando se cruzaban con nosotros. Ocupamos un camastro a ras del piso cercano al ventanal y disfrutamos muchas veces de las frescas brisas que en la prima noche se colaban por el mismo al través de su fuerte enrejado. Los días se sucedían monótonamente, sin cambio alguno. La angustia que en muchas ocasiones nos causaba el estar separados de nuestra familia la atenuábamos, cuando era posible, con la lectura de libros y revistas que a los hermanos Fiallo les llevaban sus esposas –debidamente autorizadas– los jueves de cada semana. En el camastro que nos servía de lecho pasamos varios días entretenidos con la lectura de la biografía de esa gran mujer, fuerte de espíritu, con una enorme vocación de sacrificio que adornaban a Marie Sklodowska (Madame Curie), magistralmente descrita por su hija Eva. Muchas veces se nos aguaron los ojos al adentrarnos en el conocimiento de los pormenores de su heroica y productiva actividad científica, abonada con una gran dosis de paciencia y humildad. En no pocas ocasiones fijábamos la vista en una especie de hoja de calendario con los números de los días (del 1 al 31) Años imborrables.pmd 101 27/03/2008, 09:51 a.m. 102 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN burdamente dibujados con tiza debajo de la tabla del camastro que nos servía de lecho. Del 1 al 17 estaban rayados. Eso nos hizo pensar que el preso ocupante del camastro, ahora usado por nosotros, dominado por la ansiedad de recuperar su libertad, encontraba cierta conformidad al tachar los días que iba dejando atrás restándolos de los que aún le faltaban por cumplir. Nosotros, en cambio, adoptamos el sistema de contar por semanas el tiempo que nos faltaba para salir de la cárcel. En ocasiones, ansiosos y torturados por hacer correr las semanas, éstas nos producían la sensación de ser muy largas, lo que no dejaba de causarnos, como es dable suponer, inquietante angustia. *** Una tarde entraron en la celda a un señor mayor, blanco, de estatura mediana, en los linderos de la ancianidad. Todo su físico, inconfundible, denunciaba estar en presencia de un extranjero. Tan pronto como el sargento Borques salió y trancó la puerta que nos separaba de los presos comunes, el hombre recién llegado, visiblemente excitado, nos interrogó: ‘‘¿Por qué estoy aquí?’’ ‘‘¿Qué he hecho yo?…’’ Al preguntarle cómo se llamaba, seguido nos respondió: ‘‘Vitali Leví.’’ Se trataba de un judío de origen alemán. Después de varios días la conversación con Leví se hizo más fluida y confianzuda. Por él supimos se encontraba en el país desde hacía algunos meses dedicado al negocio de la compra de tabaco y otros productos del agro dominicano. Como contrapartida vendía automóviles de una marca mundialmente reconocida. Varios oficiales del Ejército dominicano se habían hecho de algunos de esos vehículos. Por lo último que nos había contado, era muy fácil colegir lo que le estaba sucediendo y el porqué de su detención: se había enfrentado, haciéndole competencia, a la entidad comercial Caribbean Motors Company, vendedora de varias marcas de vehículos de prestigio, representadas por dicha entidad, cuyo presidente lo era el señor Paquito Martínez, cuñado del Generalísimo Trujillo. Años imborrables.pmd 102 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 103 Después de varios días de estar encerrado y apartado de sus negocios, de pasarse las noches enteras sin dormir y sin quitarse el cigarrillo de la boca, una mañana bien temprano abrió la puerta de la celda el mismo militar que lo encerrara. Sin abrir la boca, tomó a Leví por un brazo y se lo llevó sabe Dios adónde. Nos alegramos mucho al pensar que lo pondrían en libertad. Sin embargo, cuál no sería nuestra sorpresa, ese mismo día, a eso de las seis de la tarde, al verlo de nuevo en el preciso momento de ser retornado a la celda. Por él supimos que un inspector de la Dirección General de Migración tenía la orden de buscarle todos los días para que en el menor tiempo posible realizara la liquidación de sus negocios en la República Dominicana. Era evidente que el Presidente de la Caribbean Company no podía ni debía consentir que un extranjero le hiciera la competencia con los vehículos que importaba de Alemania. Algo tenían que inventar para sacarlo del territorio dominicano con la finalidad de torpedearle las ventas de sus automóviles. Se le acusó de estar residiendo ilegalmente en el país, no obstante tener en regla sus documentos de viaje. Varios días estuvo saliendo con el inspector de Migración y su guardián, en las gestiones ya dichas, hasta que la última vez que pasó junto a nosotros, visiblemente alegre, nos dijo: Me voy mañana por KLM para Curaçao. Al día siguiente, sin dejar rastros de su persona, pero sí mucho dinero que materialmente no pudo cobrar o que no quisieron pagarle sus numerosos deudores enterados de su desgracia, abandonó Leví la Fortaleza Ozama. *** Vitali Leví nos narró una interesante anécdota vivida y experimentada por él durante la Segunda Guerra Mundial. Estando en el norte de Grecia, ocupada en ese entonces por los soldados alemanes, fue hecho prisionero de éstos por su condición de judío y conducido a un campo de concentración ocupado por centenares de griegos y judíos. Diariamente, un Años imborrables.pmd 103 27/03/2008, 09:51 a.m. 104 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN joven teniente alemán visitaba la barraca en donde se hallaba Leví desde su apresamiento por las tropas alemanas. Dicho militar tenía instrucciones de escoger a un grupo de prisioneros, sacarlos del recinto y conducirlos a una amplia explanada de terreno en la que a esos infelices se les ordenaba colocarse en una sola fila uno al lado del otro. Luego, un oficial de igual o mayor rango que el teniente entresacaba indistintamente de la fila a unos diez o doce prisioneros, los cuales posteriormente eran pasados por las armas. Una mañana, nos contó Leví, el joven teniente, cuando hacía su ronda habitual dentro de la barraca, al pasar por entre el grupo de sus demás compañeros de desgracia, por un instante –era la segunda vez que lo hacía–, se quedó mirándole fijamente sin que él notara en su mirada animadversión alguna, sino, por el contrario, más bien cierta terneza y compasión. En otra ocasión se detuvo ante él y le ofreció un cigarrillo. Un día, sin embargo, entró a la barraca otro oficial nunca visto por los prisioneros con el encargo de escoger y separar a los prisioneros que ese día serían fusilados. Entre los elegidos se encontraba Vitali Leví. Éste y sus compañeros de desgracia formaron una larga y apretada fila uno junto al otro y en completo silencio. No era para menos. Y cuál no sería su sorpresa cuando aún sin haberse repuesto de la angustia que lo embargaba contempló frente a la fila de prisioneros al joven teniente que en ese preciso día tenía el encargo de entresacar del grupo a los que más tarde serían fusilados. El teniente, acompañado de varios militares de rango inferior al suyo, parado frente a la fila del grupo elegido esa mañana fue señalando a los que correrían la triste suerte de ser ejecutados posteriormente. Los prisioneros a ambos lados de Leví fueron de los señalados, dieron un paso adelante y se juntaron con los demás compañeros escogidos. Leví, junto con el resto que no fue elegido, regresó a la barraca. Terminada la guerra con la derrota de las tropas alemanas, Vitali Leví y sus demás compañeros liberados retornaron a sus países de origen. Finalmente, nos contó él que una tarde en Años imborrables.pmd 104 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 105 que se hallaba en una plaza de la ciudad en la cual vivía, el ajetreo de la gente con la que se cruzaba era muy grande. El afán de organizar sus vidas y de reabastecerse de alimentos era, para los que salvaron sus vidas después de tan tremenda hecatombe, la actividad más perentoria y manifiesta, cuando, de súbito, vio acercarse a él sonriente a un hombre joven que efusivamente le tendió los brazos para saludarle. Al mirarle detenidamente el rostro, reconoció en el acto, no obstante estar vestido de civil, al joven teniente alemán que había sido generoso y compasivo con él y le había salvado la vida. *** En el curso del mes de junio, los hermanos Fiallo, Gilberto y Antinoe, fueron sorprendidos con sendas comunicaciones que les fueron entregadas por el Alcaide de la prisión, las que debían firmar y retornarlas seguido para ser enviadas al Generalísimo Trujillo, según fueron informados. Dichas piezas estaban escritas en maquinilla y redactadas expresamente con un conjunto de expresiones y altisonantes adjetivos hechos a la medida con el preconcebido propósito de lisonjear al mandamás dominicano. Se trataba de dos solicitudes de indulto que los hermanos Fiallo debían suscribir. Sin embargo, Gilberto y Antinoe Fiallo, condenados a dos años de prisión, no obstante las penalidades e incomodidades que se pasan en una cárcel, restándoles quince meses para cumplir la pena que los privaba de libertad, y apenas con unos nueve meses de estar encarcelados, se negaron a suscribirlas en la forma cómo estaban redactadas. Ante su negativa fueron autorizados a escribirlas. Así lo hicieron, mesurados y respetuosos en su petición. Días después fueron liberados. *** Los dos meses anteriores al cumplimiento de la pena que nos impusieron fueron angustiosos y desesperantes. Nos que- Años imborrables.pmd 105 27/03/2008, 09:51 a.m. 106 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN damos solos sin tener con quién conversar y cambiar impresiones. Nos daba la sensación de que los días transcurrían más despacio; teníamos la impresión que tanto la mañana como la tarde se desplazaban lentamente. Los Fiallo, a quienes les permitían la lectura de libros y revistas que les llevaban sus respectivas esposas, tuvieron la suerte de entretenerse en el transcurso del ocio obligado que reserva la cárcel a los políticos condenados. Mientras ellos se hallaban en prisión, nosotros también disfrutamos del placer que proporciona la lectura, por lo que los días no se hacían tan lentos y fatigosos. Pero al quedarnos solos, sin nada a la mano que nos entretuviera y nos hiciera olvidar la triste situación en que nos encontrábamos, el tiempo parecía detenerse y esa alucinante sensación por momentos nos aguijoneaba de tal modo que hicimos esfuerzos y nos sobrepusimos a la idea fija que nos atormentaba tanto. Renunciamos, pues, a pensar en los días que todavía nos restaban por cumplir y aceptamos resignadamente el paso del tiempo como algo natural y corriente. El 25 de agosto de 1952 cumplimos seis meses de estar presos. En la mañana de ese día, un recluso de confianza que realizaba trabajos de oficina junto al despacho del Alcaide se acercó a nosotros para preguntarnos cuándo salíamos en libertad. Precisamente, le contestamos, hoy se cumple la pena que nos impusieron. Nos miró con disimulada sonrisa y a continuación nos dijo: ‘‘Yo creo que no, porque la orden de prisión suya llegó ocho días después de estar usted detenido.’’ Sus palabras no dejaron de disgustarnos, pero en el acto le contestamos: ‘‘Bueno, el que espera lo más espera lo menos.’’ Se rió y nos dijo: ‘‘Sí, usted se va dentro de una hora.’’ Efectivamente, cerca de las diez de la mañana fuimos llamados a la oficina, en donde se nos entregó la orden de libertad que nos permitió dejar atrás los gruesos y fuertes muros coloniales de la Torre del Homenaje, cuyo centenario recinto, destinado por muchos años a cárcel, cumplió con esa ingrata función cuando meses más tarde fue inaugurado el moderno penal llamado de La Victoria. Años imborrables.pmd 106 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 107 Recobramos, por tanto, el preciado don de movernos libremente, de juntarnos con nuestra atribulada familia y gozar desde ese momento de sus cálidas manifestaciones de alegría. Nos urgía conversar con los amigos íntimos y conocer de sus propios labios los hechos más destacados y recientes concernientes a la política dominicana. Por otra parte, nos veíamos precisados a rehacer nuestra vida profesional para cubrir perentoriamente los gastos de la familia, aunque fuera con poca cosa. Nos faltaban los recursos necesarios para buscar un sitio adecuado para montar la oficina. Meses después de haber salido de la cárcel visitamos la oficina del licenciado Arquímedes Guerrero, distinguido abogado-notario de la capital, quien al conocer la situación en la cual nos hallábamos nos abrió sus generosos brazos ofreciéndonos su valiosa ayuda y entera libertad para trabajar junto a él. Este gesto del bueno de Arquímedes jamás lo hemos olvidado. ¿Acaso el destino nos reservaba alguna otra pesadilla? No podíamos predecirlo. Pero, en más de una ocasión soñamos estar encarcelados dentro del ámbito de un terreno circundado por una cerca de alambres de púa… Años imborrables.pmd 107 27/03/2008, 09:51 a.m. 108 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 108 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS 1958 (?) 109 Años imborrables.pmd 109 27/03/2008, 09:51 a.m. 110 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 110 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS A fines del año 1958 fuimos sorprendidos una mañana con un problema que muy bien debía considerársele como algo común y corriente en nuestro atribulado país: el teléfono que por años nos servía de medio de comunicación, y que año tras año figuraba asentado en las páginas de las guías telefónicas, a nuestro nombre, instalado en la casa número 58 de la calle Las Mercedes, en la ciudad de Santo Domingo, entonces profanada con el nombre de Ciudad Trujillo, amaneció presentando lo que vulgarmente se tildaba con la palabra muerto, o lo que es lo mismo, no se podía llamar con él ni tampoco recibía llamadas; para ser más exactos, carecía de corriente. Por espacio de algunos días atribuimos el desperfecto a deficiencias técnicas de la planta telefónica. De ninguna manera podía imputarse el corte a la falta de pago del servicio, toda vez que mes por mes cumplíamos con la obligación de hacerlo. Tres o cuatro veces, desde un teléfono del vecindario, reportamos la avería a la compañía de teléfonos sin resultado positivo alguno. En vista de que pasaban los días y nuestro teléfono continuaba mudo, se nos ocurrió indagar en las casas vecinas a la nuestra y los inquilinos de las mismas nos aseguraron que sus aparatos funcionaban normalmente. Un día, a eso de las nueve de la mañana, nos dirigimos a la oficina principal de la Compañía Dominicana de Teléfonos, ubicada en la calle 30 de Marzo de la ciudad capital, en donde hoy todavía se encuentra, con el urgente y preocupante propósito de llevar al conocimiento del funcionario encargado de recibir las quejas y solicitudes de reparación concernientes a dichos aparatos, lo que acontecía con el nuestro desde hacía varios días. Este funcionario se levantó de su asiento, encaminó sus pasos en dirección a un teléfono distante de su escritorio cuatro o cinco metros y, después de llamar y conversar –supusimos– con 111 Años imborrables.pmd 111 27/03/2008, 09:51 a.m. 112 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN otro funcionario, colgó el aparato, se acercó a nosotros y nos dijo que conversáramos con la secretaria del director de la Compañía, junto al despacho de este funcionario, ubicado en la planta alta del edificio que sirve de sede a la entidad telefónica. ¡Nos quedamos perplejos! Si se trataba de un desperfecto mecánico, ¿por qué teníamos que conversar con la secretaria del Director? Esta salida no dejó de preocuparnos. En presencia de la secretaria, ésta nos preguntó: ‘‘¿Usted es el licenciado Alburquerque?’’ Al contestarle afirmativamente, nos invitó a sentarnos un momento para luego darnos acceso al despacho del director tan pronto como un visitante anterior abandonara la oficina. Ya solos, se levantó de su sillón invitándonos a pasar al despacho del director, a quien momentos antes le comunicó por teléfono nuestra presencia y el interés que teníamos de conversar con él para exponerle nuestro problema. No recordamos el nombre del jefe de la Compañía Telefónica. Sí sabíamos que se trataba de un extranjero que hacía tiempo desempeñaba tan elevadas funciones. Ocupamos el sillón que nos señalara y de inmediato nos preguntó el objeto de nuestra visita. A continuación pusimos en su conocimiento el problema que desde hacía muchos días afectaba el funcionamiento de nuestro teléfono, no obstante estar al día en el pago del servicio, conforme evidenciaba el recibo que le presentamos. Sin hacernos ninguna pregunta, parsimoniosamente haló la gaveta inferior izquierda de su escritorio y extrajo de ella un folder que colocó sobre el escritorio. No tardó en abrirlo y tras fijar sus ojos en unos papeles que contenía, alzó la vista hacia nosotros y nos dijo: ‘‘Licenciado, le suplico entrevistarse con el señor Rafael Paíno Pichardo, secretario de Estado de lo Interior y Policía. Preséntele a él el caso que lo afecta.’’ ‘‘Al buen entendedor, pocas palabras bastan.’’ Su recomendación era más que elocuente. No hicimos ningún comentario y muy pronto estuvimos en la calle. Una vez más se nos hacía daño por nuestra condición de no ser simpatizantes del régimen de Gobierno imperante en el país, sin importar que estuviera Años imborrables.pmd 112 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 113 representado por uno de los tantos gobernantes de turno impuestos por el mandamás y jefe único del clan trujillista, como nos tenían acostumbrados desde años anteriores. Era muy bien sabido que el timón de la Nave del Estado sólo él, únicamente él, Trujillo, lo tenía fuertemente aferrado al considerarlo un bien de su absoluta y ególatra omnipotencia. ¿Para qué dirigirnos al Secretario de Estado? De nada valdrían las gestiones que realizáramos por su intermedio, por lo que abandonamos la recomendación que se nos hacía, aceptando al regañadientes el nuevo golpe que se nos daba. En el ínterin, supimos que lo hecho contra nosotros lo sufrían también otras personas que, por una u otra razón, estaban señaladas como enemigas o indiferentes al Gobierno. Entre los últimos, un amigo entrañable nuestro, don Enrique Apolinar Henríquez. De sus propios labios supimos que le habían desconectado el teléfono de su casa. A pesar de lo acontecido, nuestro ánimo se rebelaba contra el hecho consumado. Nos sentíamos impotentes para resolver el problema. A medida que transcurrían los días, la necesidad de contar con un teléfono se hacía más perentoria. La falta de comunicación se nos fijaba en la mente, con el agravante de convertirse en una idea fija, martirizante, perturbadora, a menos que no hiciéramos un esfuerzo supremo para desterrarla y sustraernos para siempre de sus perniciosas consecuencias. Nos preocupaba la situación que pudiera presentarse en horas avanzadas de la noche con nuestra anciana madre, propensa a ser asistida de urgencia a causa de un imprevisto quebranto, al carecer en ese angustioso momento del teléfono como el medio más adecuado y más rápido para conseguir un médico que la socorriera a la mayor brevedad posible. ¡Cuántas veces nos llamaba un cliente o un amigo interesado en conversar con nosotros para exponernos el problema que les urgía consultar con nosotros! Con Merceditas, mi mujer, analizamos el problema en más de una ocasión. Tanto ella como nosotros rogábamos a Dios que las noches transcurrieran tranquilas, sin sobresaltos, más por nuestros hijos que por nosotros mismos. Años imborrables.pmd 113 27/03/2008, 09:51 a.m. 114 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN Después de cavilar mucho, se nos ocurrió algo. Una mañana nos dirigimos a la oficina central de la Compañía de Teléfonos con la mira puesta en un funcionario amigo de nuestra entera y leal confianza. Le expusimos el problema que nos afectaba y el interés que teníamos en obtener un teléfono que tanta falta nos hacía. Después que terminamos de hablar se quedó un rato pensativo y a continuación nos dijo: ‘‘Dime una cosa, ¿no tienes alguna persona de tu confianza que te sirva para conseguir un aparato?’’ ‘‘Sí –le contestamos–, una tía de mi mujer.’’ ‘‘Pues tráeme la solicitud firmada por ella, el número de tu casa y el nombre de la calle’’, nos respondió. Dos días después le entregamos la carta-solicitud firmada por la señorita Estela de Castro de Castro, quien no vaciló en brindarnos su gentil y valiosa cooperación después que la impusimos de nuestro inquietante problema, urgidos por resolverlo. Nos instalaron el teléfono, el cual usamos con las mayores reservas durante el resto del período conocido en la historia política dominicana como Era de Trujillo, y así resolvimos el inquietante y enojoso problema que tanto nos afectaba. Años imborrables.pmd 114 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS 1960 115 Años imborrables.pmd 115 27/03/2008, 09:51 a.m. 116 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 116 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS T res fuertes toques contra la puerta de entrada de nuestra casa, marcada con el número 58 de la calle Las Mercedes de la ciudad de Santo Domingo a eso de las siete de la mañana del día 18 de enero del año 1960, nos causaron profunda y desusada impresión. Teníamos la costumbre de levantarnos bien temprano, más o menos a las cinco, para recoger el periódico que a esa hora deslizaban por debajo de una de las puertas de la casa, contigua a la calle. Llello (Rogelio Zayas-Bazán), tío por parte materna, no tardaba en llegar para beber el café y repartirnos el diario que a un tiempo leíamos los dos. Al oír los toques, Llello se dirigió a la puerta de entrada y segundos después nos dijo: ‘‘¡Chichí, unos hombres te buscan!’’ La tarde anterior, de regreso al hogar nos tropezamos con el amigo y hermano masón Gustavo Paradas Sánchez, quien nos detuvo un momento para decirnos que habían sacado de su casa y aprehendido a Pipe Faxas (Rafael Faxas Canto), también hermano masón y amigo como Gustavo. La información que se nos daba produjo en nosotros honda y martilleante preocupación: el movimiento revolucionario que se estaba gestando comenzaba a resquebrajarse y diluirse. Era una lástima, después de haber tomado bastante cuerpo tras extenderse por todo el territorio nacional. Como iban sucediéndose los acontecimientos, el intento revolucionario había sido develado, sus principales dirigentes encarcelados, según fuimos informados una semana antes por el malogrado amigo Vinicio Francheschini, por quien supimos que Manuel Tavares Justo y varios de sus compañeros comprometidos habían sido encarcelados. Las esperanzas de encausar la acción revolucionaria que se gestaba para llevar a cabo y hacer realidad el empeño patriótico de abatir el régimen tiránico que por treinta 117 Años imborrables.pmd 117 27/03/2008, 09:51 a.m. 118 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN años sojuzgaba inmisericordemente y mantenía pisoteado y amordazado al pueblo dominicano se vinieron abajo. Por eso, cuando el tío nos dijo: ‘‘Te buscan unos hombres’’, sus palabras nos impresionaron sensiblemente, porque ya sabíamos a qué venían. Efectivamente, al acercarnos a la puerta de entrada de nuestra casa, dos hombres que miraban hacia adentro parados sobre la acera junto al escalón contiguo a dicha puerta, no bien nos detuvimos, clavaron sus ojos en nosotros, al tiempo que uno de ellos nos preguntó: —¿Es usted el licenciado Rafael Alburquerque Zayas-Bazán? —Sí, –le contestamos. A continuación nos espetó: —El coronel Abbes quiere verlo. Esa sola expresión, ‘‘El coronel Abbes quiere verlo’’, bastaba de por sí para darle cumplimiento a la orden sin ripostar, sin el menor asomo de rebeldía, entregándose y dejándose uno conducir por unos desconocidos armados, con caras de asesinos, ¡sabe Dios a dónde!, ¡sabe Dios para qué! Ambos ocuparon asientos en la sala mientras nos cambiábamos de ropa tras obtener su permiso, lo que aprovechamos para apurar una taza de café con leche, y despedirnos de nuestra madre y de nuestra mujer, a quienes tratamos de consolar dándoles esperanzas de que a lo mejor no sería nada de importancia, el requerimiento que se nos hacía, y que a eso del mediodía estaríamos de regreso. Al bajar a la acera seguidos de los hombres que nos custodiaban, alcanzamos a ver un vehículo de los llamados por el vulgo cepillo, los que comúnmente utilizaba la policía secreta del régimen en sus correrías diarias. Abordamos dicho vehículo y ocupamos el asiento trasero entre los dos mencionados agentes. Un tercero era el chofer. Arrancamos en dirección oeste por la calle Las Mercedes, dejamos esa vía al doblar por la 30 de Marzo, en dirección Norte, hasta empalmar con la avenida San Martín, en cuyo trayecto, uno de los hombres junto a nosotros sacó unas esposas con las cuales aprisionó nuestras muñecas. Al hacerlo no pudimos menos que decirle: ‘‘¡Caramba, ni que fuéramos delincuentes peligrosos!’’ Mientras tanto, el cepillo dejó la San Martín al doblar a la derecha en la esqui- Años imborrables.pmd 118 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 119 na que forma con la avenida Tiradentes, hoy Máximo Gómez, siguió esta avenida hacia el Norte, la que dejó más adelante, pasado el Cementerio y dobló hacia la izquierda a una calle conocida actualmente con el nombre de Los Mártires. Finalmente, adentróse por un ancho portón ubicado a la derecha de dicha calle y se detuvo poco después ante la escalinata de una casa con aspecto residencial. A todo esto, nos decíamos: ‘‘¿Qué es esto? ¿Adónde nos traen?’’ Con posterioridad a nuestra excarcelación, supimos que Rafaelito, nuestro hijo, al percatarse de lo que estaba ocurriendo en ese preciso momento, sin calibrar el riesgo a que lo exponía su incipiente juventud, presurosamente salió de la casa en busca de la doctora Josefina Garrido, vinculada a la familia, a quien impuso de lo que nos estaba aconteciendo. Juntos, sin perder tiempo, estacionaron el vehículo de la doctora a prudente distancia del carro ocupado por los agentes del SIM. Tan pronto como éste partió, lo siguieron sin dejar su rastro, y ya, en su recorrido por la entonces avenida Tiradentes, lo perdieron de vista cuando el cepillo alcanzó la esquina de la calle en donde estaba ubicada la cárcel de La Cuarenta. Después de cruzar por varias calles del sector –completamente desorientados–, regresaron a su punto de partida descorazonados, sin conocer nuestro destino. Días antes de estos acontecimientos, Francheschini, en conversación sostenida en el patio español de la Respetable Logia Cuna de América No. 2, nos había enterado de un lugar de la parte alta de la ciudad destinado exclusivamente para torturar a los presos políticos. De tal manera que los vecinos circundantes del tenebroso sitio en donde se hallaba ubicada la casa de tortura, tuvieron que abandonar sus viviendas al no poder soportar los gritos y ayes de dolor que por las noches torturaban sus oídos al trasponer la elevada cerca de blocks de cemento que circundaba el mencionado recinto carcelario. Se trataba, pues, de La Cuarenta, famosa casa de tortura, mantenida y administrada por los sicarios del régimen, mentes enloquecidas y embriagadas por el sádico placer de hacer su- Años imborrables.pmd 119 27/03/2008, 09:51 a.m. 120 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN frir al ser humano valiéndose de las más crueles y refinadas torturas. De la escalinata pasamos a una galería bastante amplia y de ahí a un salón del interior de la casa amueblado con escasamente tres sillas y una especie de escritorio en el centro. Ante el escritorio estaba sentado un hombre que nos pareció, de 30 a 35 años. A él fuimos entregados por los agentes secretos adscritos al SIM (Servicio de Inteligencia Militar). De inmediato, el hombre del escritorio, que nos produjo la impresión de estar dotado de buenos sentimientos, abrió un cuaderno, nos miró fijamente y a continuación preguntó cómo nos llamábamos; en donde trabajábamos; los parientes que teníamos, cómo se llamaban y en qué se ocupaban. Finalmente, nos pidió los espejuelos, la cartera y un lápiz que portábamos.1 Terminado el interrogatorio llamó a un subalterno y le ordenó trancarnos. Se trataba de uno de los perros de presa de la casa-prisión. Éste nos condujo a la parte posterior del edificio. Bajamos por una escalerilla a un patio muy amplio, el cual atravesamos para entrar por una puerta a una edificación (de dos que había) de una planta, plato de concreto, estrecha de fondo pero larga en su frente, la que formaba un ángulo recto con la otra, pero separadas por el vértice. Caminamos a lo largo de un pasillo y como a dos o tres metros de recorrerlo por completo, se nos ordenó que nos desnudáramos. Primero las esposas, de las que fuimos liberados en la oficina cuando fuimos interrogados. Pero, enseguida e inesperadamente pasamos por la indescriptible humillación de mostrar nuestras desnudeces en un lugar extraño y sobre todo ante un desconocido que ordenaba hacerlo. Nos quitamos el saco, la corbata y la camisa. Al deshacernos de esta última prenda, nos volvimos al hosco y petulante agente para demostrarle haber cumplido con la orden que nos había dado, porque, todavía nos resistíamos a creer que el mandato consistía en desnudarnos completamente. ‘‘¡Carajo! –fue la 1 Antes de abandonar el hogar, entregamos a nuestra esposa el anillo de oro de compromiso que perteneció a nuestro padre, el cual usábamos desde hacía muchos años. Años imborrables.pmd 120 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 121 expresión que salió de su boca. ¡Póngase en cueros y rápido!’’ Le dimos la espalda y terminamos por quitarnos las últimas prendas que nos cubrían: la camisilla, los pantalones, los calzoncillos, zapatos y medias. No veíamos bien. El hecho de carecer de los espejuelos no nos impidió percatarnos de la montaña de ropa amontonada en el extremo del pasillo, lo que nos hizo comprender que otros antes que nosotros ya habían pasado por esta inesperada y ultrajante prueba. Terminada la irritante y humillante tarea de desnudarnos, desandamos el estrecho pasillo hasta detenernos ante una gruesa puerta de madera que al ser abierta por nuestro conductor, permitía ver otra de barrotes de hierro que impedía la entrada a una celda ocupada por varios hombres desnudos como lo estábamos nosotros. Abierta también esta última puerta, el hombre que nos conducía nos dio un empujón y pronto nos convertimos en un prisionero más compartiendo con ocho compañeros de infortunio el limitado espacio de la celda. Se quedaron mirándonos con no disimulada sorpresa marcada en sus macilentos rostros. Como es natural en semejantes circunstancias, ellos desconfiaban de nosotros y nosotros de ellos. Con los días desapareció la mutua desconfianza que nos teníamos: nos dimos a conocer, y muy pronto ellos se enteraron de los motivos que sirvieron de base para hacerles compañía. Tanto ellos como nosotros, formábamos parte del movimiento conspirativo develado por la maquinaria opresiva gobernante. Sabíamos y estábamos conscientes de estar en las manos de un grupo de asesinos sin conciencia y sin moral alguna, con órdenes terminantes de hacer uso de los medios más crueles y refinados para arrancarles a los presos las informaciones relacionadas con el abortado movimiento, como también las confesiones que en sus mentes calenturientas se esforzaban ellos por obtener. *** Desde muy temprano, al atardecer, se escuchaban gritos aterradores arrancados a las gargantas de los presos sometidos a la Años imborrables.pmd 121 27/03/2008, 09:51 a.m. 122 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN brutal insania de sus torturadores. Tales actos de frenético salvajismo se prolongaban hasta pasada la media noche. A cada rato se oía el chirriar de los goznes de las puertas al ser abiertas éstas para darles salida a los candidatos elegidos para ser inmisericordemente golpeados, o darle entrada a la celda a los que regresaban semiinconscientes después de ser severamente castigados. ¡Cuántos no dejaron el aliento en manos de sus insensibles verdugos! Una noche introdujeron en nuestra celda a un joven aprehendido por la mañana de ese día. Tan pronto como confirmamos que se trataba de uno de los encartados en la conspiración, se le aconsejó que se raspara la espalda hasta sacarse sangre con el canto de la pared que separaba el reducido espacio ocupado por los presos, del otro en donde se hallaban el inodoro y la ducha, con el único y deliberado propósito de evitarle en lo posible la consiguiente golpiza cuando lo sacaran de la celda para ser interrogado. Se le aconsejó, además, que en el caso de ser golpeado, no obstante las magulladuras que presentaba, tratara de gritar lo más fuerte que pudiera, al objeto de provocar en su torturador la sensación de haber saciado su brutal y endiablada acción, acortara el castigo y lo reintegrara a su celda. En muchas ocasiones, ¡cuántos no regresaron desvanecidos con las espaldas desgarradas y cubiertas de sangre! *** La comida suministrada a los presos era muy simple, nada nutritiva. El desayuno consistía en agua de chocolate y un mendrugo de pan durísimo. El almuerzo diario, dos trozos de plátanos, tan duros, que nos veíamos obligados a meternos debajo de la ducha, abrir ésta para que el chorro de agua aparada en la boca empujara los pedacitos de plátano por nuestra garganta. Otras veces alternaban el plátano con un pedazo de batata. La cena, escasísima, apenas un mendrugo de pan. La mayoría de las veces, nada. Años imborrables.pmd 122 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 123 Mientras tanto, la conversación sostenida por los presos entre sí se circunscribía a la relación de los hechos que motivaron sus detenciones: revólveres ocultos, reuniones clandestinas, propaganda subversiva, etcétera. *** Una noche, fría por cierto, abrieron las puertas de la celda en donde nos tenían recluidos. De inmediato fuimos esposados, nos sacaron al pasillo y por una de sus puertas, la única que tenía la edificación, salimos al patio del recinto carcelario. El frío calaba nuestra desnudez. Recorrimos el patio por un costado y entramos por una puerta a un salón cuadrilongo, bastante amplio, el cual se encontraba atestado de militares y policías de diferentes rangos, así de como numerosos individuos vestidos de civil, seguramente agentes al servicio del régimen. El salón de marras servía y lo tenían destinado para el interrogatorio de los presos políticos. En el momento de llegar allí, estaban interrogando al doctor Manuel Tejada Florentino, función ésta a cargo de un abogado al servicio de la maquinaria represiva del régimen. Después de un prolongado intercambio de preguntas comprometedoras por parte de dicho abogado y de habilidosas y adecuadas respuestas del interrogado–diálogo interesante entre el acusador y el acusado–, éste último concluyó diciendo que en su condición de médico cardiólogo de la madre del Generalísimo Trujillo, expresamente se trasladó a Ciudad de México, a los fines de especializarse en cardiología; que también Petán Trujillo le ‘‘había prestado un toro de raza que utilizó en una finquita de su propiedad para fines de encaste y refinamiento de su ganado vacuno’’. Finalmente, que la revolución que estaban gestando no era contra Trujillo y su familia, sino contra los hombres que lo acompañaban y rodeaban, los cuales estorbaban su obra de Gobierno’’. No bien hubo de expresar esas últimas palabras, un murmullo sostenido y cada vez más creciente de airada protesta surgió de las gargantas de los Años imborrables.pmd 123 27/03/2008, 09:51 a.m. 124 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN numerosos espectadores allí congregados. Consideráronse aludidos con las últimas expresiones del doctor Tejada Florentino. Ahí terminó su interrogatorio y sin más contemplaciones fue sacado del salón mencionado. Nunca más volvimos a ver al doctor Tejada Florentino, inteligente y capacitado galeno, víctima, como otros tantos, de los bárbaros métodos utilizados por la maquinaria trujillista. Al salir de la cárcel de La Victoria, meses después, nos enteramos de la triste y trágica muerte del doctor Tejada: fue ejecutado en la silla eléctrica, según los comentarios que en torno a su caso se esparcieron como el humo por todo el ámbito del país. Su joven corazón no pudo resistir la descarga de apenas un segundo, como debió ocurrirles, ¡quién sabe!, a otras desgraciadas víctimas. *** Nos tocó el turno a nosotros. De antemano habíamos repasado varias veces los medios que habrían de servirnos de defensa en el momento de ser interrogados. No negamos que estuvimos en una reunión celebrada en el curso del mes de diciembre de 1959 en el hogar de los esposos Guzmán-Mirabal; que en dicha reunión se nos preguntó si era factible la formación de un partido político de oposición, a cuya pregunta asentimos; que nuestra Constitución bastaba por sí sola, basada en sus elevados principios y postulados, para que esa idea o propósito pudiera hacerse realidad; que, por otra parte –continuamos–, el propio Generalísimo Trujillo Molina en más de una ocasión había manifestado por la prensa (haciendo uso una vez más del cinismo que le caracterizaba), ‘‘que la democracia imperaba en la nación y que mal podía oponerse el Gobierno dominicano a los intentos de que se constituyeran otros partidos políticos’’. Y de formarse un partido –recomendamos nosotros–, el paso inmediato consistía en hacerlo del dominio público por los medios de comunicación, al objeto de evitar en lo posible hacer las cosas clandestinamente, lo que dio lugar a que fuéra- Años imborrables.pmd 124 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 125 mos denunciados y perseguidos y se nos tachara, además, de estar conspirando contra el Gobierno y sus instituciones. Esas fueron nuestras declaraciones al ser interrogados. Oímos una voz que salía de un extremo del salón: ‘‘¡Enséñenle las cajas que están sobre la mesa!’’ Nos mostraron dos cajas llenas de varios objetos con apariencia de ser bombas y cocteles Molotov ocupados a los revolucionarios. Al mostrárnolas dejamos escapar un gesto de asombro, al tiempo que le dijimos al abogado interrogador: Nosotros nunca hemos sido ni somos gente de violencia, siempre fuimos y somos admiradores y veneramos con el más acendrado respeto la figura de ese personaje que se llamó y vive todavía en la mente y en el corazón de los pacifistas: el Mahatma Gandhi. Somos más dables a la política de la desobediencia civil que él practicaba que a la violencia que destruye. A prudente distancia de nosotros, mantenían a Pipe Faxas, desnudo y esposado, junto a dos compañeros en semejantes condiciones a quienes no pudimos reconocer –con excepción de Faxas– por la ausencia de los espejuelos y, sobre todo, porque el contacto con estos dos jóvenes debió ocurrir una sola vez, esto es, el día que concurrimos al hogar de los esposos Guzmán-Mirabal, ya que no volvimos a encontrarnos después de dicha reunión. La pregunta obligada no tardó en llegar: ‘‘¿Quién es su contacto?’’ ‘‘Ninguno’’ –respondimos. ‘‘Pero usted estuvo en una reunión en la casa del ingeniero Guzmán.’’ Esta afirmación confirmó y aclaró nuestra sospecha, fundada por cierto, de haber sido denunciados por Pipe Faxas, el único con quien hicimos contacto directo. De nada valdría el callarnos, pues de asumir esa actitud nos confrontarían con Faxas y sus otros compañeros. De ahí el que los mantuvieran cerca de nosotros. Nuestra respuesta fue afirmativa e hicimos una relación sucinta de los hechos imputados: Años imborrables.pmd 125 27/03/2008, 09:51 a.m. 126 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN A esa reunión fuimos invitados por el amigo y hermano masón, Rafael Faxas Canto, quien, días antes había estado dos veces en nuestra oficina de abogado situada en un apartamento de la planta alta de la casa ocupada por el periódico La Palabra, en la calle Arzobispo Meriño de esta ciudad, interesado como estaba en que le aclaráramos unos datos relacionados con la tenida masónica en el curso de la cual aspiraría a un elevado grado. Invitados por él, asistimos a la reunión en la casa del ingeniero Guzmán, en donde nos presentaron a unas tres o cuatro personas que ya se encontraban allí al tiempo de incorporarnos nosotros, por lo que nos fue materialmente imposible retener los nombres de estas últimas, en razón de no haber* concurrido a otra reunión posterior fijada ese día, por impedírnoslo asuntos pertinentes a nuestra profesión de abogado, y en la que, cabe suponerlo, nuestras relaciones se harían más íntimas. Luego de unas cuantas préguntas respondidas por nosotros, uno de los oficiales delanteros, exclamó: ‘‘¡Llevénselo, es un reincidente!’’ ‘‘¡Reincidente, no! –respondimos nosotros–, fue por otra causa’’ –agregamos.2 Terminado el interrogatorio se nos condujo a nuestra celda. Todo el resto de la noche lo pasamos repasando cuanto habíamos declarado ante nuestro pesquisidor, y muy avanzada la madrugada logramos conciliar el sueño sobre el duro y frío piso que nos servía de lecho. Después de ser condenados a treinta años de trabajos públicos, pena máxima aplicada a todos los encartados en la fallida conspiración revolucionaria, ya en la cárcel de La Victoria, un domingo, el primero que se les brindó a los familiares para ponerse en contacto con sus seres queridos, Pipe Faxas se acercó a nosotros, y abrazándonos, nos dijo: ‘‘¡Perdóname Chichí. Para salvar nuestras vidas, consideré lo mejor revelar los nom2 El oficial, supusimos, se refería a los seis meses que estuvimos en prisión en la cárcel de la Fortaleza Ozama entre febrero y agosto de 1952. Años imborrables.pmd 126 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 127 bres de un gran número de compañeros con los cuales habíamos hecho contacto.’’ Lo abrazamos fuertemente y le dijimos que no se preocupara, que éramos de la misma opinión, puesto que la noticia de los centenares de detenidos había trascendido los límites de nuestra isla y voces de prestigio del exterior se prestarían a defendernos y venir en nuestra ayuda. *** Los vejámenes y las golpeaduras se sucedían a todas horas del día. Por las noches, cuando las actividades de una ciudad como la nuestra se aminoran grandemente, gracias al silencio se hacían más audibles y perceptibles los ayes de dolor arrancados a los encartados a golpes de bastonazos, foetes de alambre eléctrico, así como con otros instrumentos no menos contundentes y brutales manejados por mentes enfermizas caracterizadas por un efervescente sadismo espoleado por el embriagante goce de provocar el mayor sufrimiento a un ser humano indefenso. Fueron muchas las heridas causadas, como también fueron muchas las infecciones producidas sin nada que las detuviera, en donde el preso no tiene derecho a recibir la medicina apropiada para prevenir la infección o curarse la herida causada por los esbirros de turno. *** Aún resuena en nuestros oídos el ruido provocado por los motores desbocados de varios vehículos de motor. Noche inolvidable, por cierto. Pasarían de las nueve de la noche cuando comenzaron a roncar los motores de lo que suponíamos eran automóviles. El ruido que provocaban los motores era sostenido y ensordecedor. Todos nos mirábamos sorprendidos, a la vez que, sin hablar, nos interrogábamos con los ojos, acerca del porqué de ese ruido que nos aturdía desde el preciso momento en que comenzó. Uno de los compañeros, muy osado por cierto, expuesto a ser descubierto y sufrir posteriormente las Años imborrables.pmd 127 27/03/2008, 09:51 a.m. 128 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN consecuencias de su imprudente curiosidad, se encaramó sobre el canto del muro que dividía la celda en dos espacios. Sigilosamente alcanzó –apoyándose en ella–, la pared que separaba la celda del exterior y por un ventanillo alargado de ésta, de seis a ocho pulgadas de ancho, pudo comprobar, sin ser visto (la celda estaba completamente oscura), lo que estaba ocurriendo a pocos pasos de él. Al bajar del sitio de observación, con voz apenas audible, nos contó lo que sus ojos vieron horrorizados: el ruido atronador de los motores lo producían tres automóviles aparcados uno al lado del otro, muy cercanos a nuestra celda. Le llamó la atención el ver que los baúles de los vehículos estaban abiertos. Cuando, de pronto vio acercarse unos hombres que en sus brazos traían los cuerpos inanimados de tres jóvenes, los cuales echaron en el fondo de cada uno de los baúles de dichos vehículos. Claro, el ruido producido por los motores se hacía ex profeso para evitar que trascendiera la macabra operación que se realizaba en esos momentos de trasladar los cadáveres hasta los baúles de los carros. La información nos dejó anonadados. Durante todo el curso de esa noche nos torturamos la mente al pensar cómo había sido la muerte de tantos jóvenes valiosos que sacrificaron sus vidas por el intento fallido de liberar al pueblo dominicano, a su pueblo, de las garras homicidas y ensangrentadas de la más cruel tiranía en toda la América Latina. Transcurrieron muchísimos días de este trágico suceso. Finalmente supimos que los hombres inmolados en esa inolvidable noche fueron los jóvenes de Santiago, conocidos con el apelativo de Los Panfleteros, los que clandestinamente utilizaban las paredes de las casas para escribir sobre ellas, con pintura y otros materiales apropiados, las expresiones de protesta más vehementes contra el déspota y el régimen creado por él, mediante el cual mantenía esclavizado a todo un pueblo digno de mejor suerte. A uno de estos jóvenes, de unos 18 o 20 años, endeble y delgado, le arrancaron una confesión a fuerza de brutales golpes y del uso de la famosa picana que le aplicaron en las partes Años imborrables.pmd 128 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 129 más sensibles de su descarnada figura. Ya sin fuerzas, casi sin aliento, este muchacho no tuvo más remedio que declarar, enteramente rendido, que el letrero escrito por él, decía: ‘‘¡Trujillo, asesino!’’ ¿Sobrevivió a su martirio? Lo dudamos. *** Cuando salimos de ese infierno llamado La Cuarenta, supimos por uno de los conjurados del frustrado movimiento revolucionario, cómo él se habla enterado por un compañero amigo, de la forma empleada por los sicarios al servicio del régimen para eliminar al grupo de jóvenes conocido por Los Panfleteros. La versión la obtuvo de Moncho Imbert. Un día, según éste le contó, lo sacaron de su celda y lo dejaron solo en una habitación de las varias que había en el recinto carcelario. Por una puerta semiabierta que comunicaba a un cuarto contiguo, pudo entrever a uno de los esbirros de la prisión en el momento que le decía a uno de los jóvenes que tenía delante, el haber sido perdonado por el Jefe, pero que, antes de ser libertado debía escribir una carta dándole las gracias al Generalísimo Trujillo. ‘‘Mientras ustedes quieren asesinar al Jefe –le dijo– él apela a su generosidad y los perdona.’’ Le ordenó sentarse en una silla, delante de la cual había un pequeño escritorio y sobre éste papel y lápiz. Cuando el joven comenzaba a escribir, visiblemente contento según la expresión de su rostro, se le acercaba por detrás otro hombre y de un garrotazo le abría la cabeza al infeliz. Luego lo remató anudándole al cuello un alambre resistente hasta dejarlo sin vida. ¡Imagínense cuál sería el estado de ánimo del testigo presencial de tan horrendo y salvaje asesinato! Se preguntaría por qué lo dejarían solo en la habitación, a unos pasos del sitio que sirvió de escenario al asesinato? ¿Sería él la próxima víctima? *** Años imborrables.pmd 129 27/03/2008, 09:51 a.m. 130 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN Habíamos perdido toda noción del tiempo y nos habría dado igual si lo hubiéramos sabido. Los días daban la sensación de ser muy largos, como si el tiempo estuviera paralizado. La idea de buscar una salida de la trampa en la cual estábamos aprisionados nos atormentaba sensiblemente. Nuestro destino era negro como una noche sin estrellas. Apartábamos todo pensamiento que nos causara angustia y que rozara, sobre todo, con el destino de nuestra familia: ‘‘¿Estará bien o, en estos momentos, está asediada por los inescrupulosos y malvados agentes del régimen?’’, nos preguntamos más de una vez. Todos vivíamos tensos y proclives a sobresaltarnos cuando los escasos minutos de tranquilidad que disfrutábamos eran a cada rato interrumpidos por el chirriar de los goznes de las puertas al ser abiertas. Entonces, como el animal que husmea el peligro que lo acecha, endereza el cuerpo y para las orejas para ponerse en guardia y prevenir el ataque de su posible depredador, así nosotros, como un resorte, tensos y al unísono, nos poníamos de pie con la mirada fija en las puertas que se abrían para darle paso a los agentes encargados de llevarse a alguno de nosotros. El temor a ser sacado de la celda, se reflejaba en los rostros de los enclaustrados. *** Una mañana abrieron las puertas de la celda. Como en otras ocasiones, el ruido de las cerraduras nos dio el alerta y todos nos pusimos de pie. Una comisión presidida por un oficial de rango superior, grueso y barrigón, cubrió con su presencia y la de cuatro agentes más que lo acompañaban el espacio que ocupaban las puertas. El militar de vientre pronunciado se dirigió a cada uno de los presos preguntándoles sus nombres. Cada uno de los presos respondió a la pregunta. Sin embargo, hubo entre los compañeros uno que al darse a conocer fue objeto de virulentos improperios por el militar de marras. ‘‘¡Carajo! –le gritó. ¡Tanto que le debe su padre a Trujillo y es así como usted se lo agradece! ¡Primero se salva el licenciado Alburquerque Años imborrables.pmd 130 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 131 antes que usted!’’ Visiblemente airado dio la espalda y se retiró con sus demás acompañantes. Durante buena parte de la noche nos resonaban en los oídos sus palabras: ‘‘¡Primero se salva el licenciado Alburquerque antes que usted!’’ ¿Por qué se expresó así? No atinábamos a comprender los motivos que le movieron a manifestarse de esa manera. Hasta que, ya avanzada la madrugada, torturado todavía por tales expresiones, hicimos un esfuerzo por tranquilizarnos y conseguimos despejar la mente para comprender al fin el alcance y el sentido exacto de lo que quiso decir el jefe de la comisión: ‘‘¡Primero se salva el licenciado Alburquerque…!’’ Sencillamente porque nosotros nunca fuimos favorecidos ni recibimos nada de Trujillo durante su prolongado mandato gubernamental. Ni tampoco accedimos a servir en la administración pública las contadas ocasiones en las que parientes muy cercanos y aun amigos influyentes trataron en vano, de ayudarnos. Lo que decimos lo confirma, además, una cantidad bastante apreciable de presos políticos que sufrieron fuertes castigos por ser hijos de padres que habían servido o servían en elevadas funciones en el Gobierno. La maquinaria represiva del régimen nunca perdonó lo que consideraba una ingratitud a su jefe máximo y benefactor. *** En una ocasión, ya entrada la noche, oímos un tropel de pisadas en el pasillo acompañado del murmullo de gente que hablaba al mismo tiempo. Unos a otros nos preguntábamos qué pasaría. De pronto se oyó con toda claridad la voz de alguien que exclamaba: ‘‘¡En dondequiera que haya un profesional que toque en la puerta de su celda!’’ La comitiva avanzaba de un extremo del pasillo al otro. Muy pronto oímos toques en las puertas de las celdas más alejadas de la nuestra y hasta nosotros llegaba el conocido sonido ocasionado por la apertura de candados y goznes de las puertas. Los pasos se dejaban sentir cada vez más fuertes, y en nuestra condición de ser el único profesional Años imborrables.pmd 131 27/03/2008, 09:51 a.m. 132 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN de la celda que compartíamos con los demás compañeros, nos acercamos a la puerta con el puño levantado para golpearla, animados esta vez con una ráfaga de optimismo al pensar que a lo mejor todos los profesionales íbamos a ser liberados. Pero, en el preciso momento que el grupo pasaba ante nuestra celda, algo nos previno diciéndonos: ‘‘¡No toques!’’, al tiempo que una voz detrás de nosotros repetía lo mismo. Bajamos el brazo, presurosos, y muy pronto percibimos que la comitiva se había detenido ante la puerta de la celda contigua a la nuestra, en donde alguien, algún profesional, como presumimos, había denotado su presencia dando unos toques, correspondiendo así a las instrucciones impartidas. Transcurrieron los días y siempre nos aguijoneaba la curiosidad por saber para qué sacaron a los profesionales esa noche. Estando ya en la cárcel de La Victoria, un día nos vino a la memoria el recuerdo de ese episodio. Y al encontrarnos con el doctor Julio Escoto Santana, condenado como nosotros a treinta años de trabajos públicos, inquirimos de él nos dijera qué había, sucedido la noche que sacaron de sus celdas a los profesionales. ‘‘¡Ay! –nos contestó. ¡No me recuerde eso. Esa noche nos dieron una paliza del demonio!’’ Nos salvamos de la golpeadura. Teníamos un santo que nos protegía. *** La tortura mental es a veces peor que la tortura corporal. Los propios padecimientos sumados a los sufrimientos de sus semejantes, producen en un momento determinado, si no se es fuerte de espíritu, que la mente del hombre, sometida continua y largamente a penosas angustias, se desarticule completamente de la realidad para darle paso a elucubraciones alucinantes capaces de distorsionar los hechos más simples y corrientes. No fue una, ni dos ni tres veces, que alguno de los compañeros, con el terror retratado en su rostro, acercándose al que más cerca tenía, le preguntaba azorado: ‘‘¿No oíste que pronunciaron mi nombre?’’ O: ‘‘¡Me están llamando!’’ Las vo- Años imborrables.pmd 132 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 133 ces que le llegaban del patio lo aturdían de tal manera que juraba y perjuraba que era a él a quien mencionaban o llamaban. Esas alucinaciones mentales afectaron temporalmente a muchos de los detenidos, sin mayores consecuencias. Otros, en cambio, no pudieron soportar ni resistir la presión mental que los afectaba y perdieron la razón. *** Aún nos esperaban otras pruebas. Serían las diez o las once de la noche cuando las puertas de nuestra celda fueron abiertas. Un joven agente, con buenos modales, nos comunicó que le habían dado la orden de conducirnos a la presencia de sus superiores. Al salir de la celda fuimos esposados por él. Recorrimos el pasillo y salimos al exterior. Hicimos el mismo recorrido que la vez anterior y pronto nos hallamos en el salón destinado a los interrogatorios. El lugar estaba congestionado de numerosos militares, agentes del servicio secreto y hasta amigos de esos grupos. Nos pararon en el centro del salón, frente a ellos. Una voz, que no supimos de quién era ni dónde venía, exclamó: ‘‘¡Licenciado, siéntese en ese sillón!’’. Volvimos la cabeza hacia atrás y ante nosotros estaba un sillón amplio, con brazos y espaldar bastante sólidos. Al sentarnos sobre él fuimos liberados de las esposas y enseguida nos sujetaron cada antebrazo con fuertes amarras a los brazos correspondientes del sillón. Lo mismo, hicieron con nuestras piernas, atándolas a cada pata del mueble mencionado. La silla eléctrica, la famosa silla, nos servía de asiento. Al vernos en tan terrible situación, conscientes de lo que podría sucedernos, nos aferramos al santo de nuestra devoción y en silencio lo invocamos: ‘‘¡San Antonio, danos fuerza y valor para resistir esta prueba!’’. No bien acabábamos de terminar la invocación, cuando de pronto, en el centro de la concurrencia, avistamos borrosamente una cabeza que se movía de un lado a otro en ademán negativo, al tiempo que escuchamos en un tono alto y claro: ‘‘¡Quítenle las amarras y llévenselo!’’ Al corresponder a nuestra invocación, los prodigios Años imborrables.pmd 133 27/03/2008, 09:51 a.m. 134 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN del santo de nuestra devoción tomaron como instrumento para obrar el milagro a la persona que con autoridad para hacerlo, como lo hizo, nos salvara de una muerte segura y nos permitiera, ahora, narrar lo sucedido. En el acto nos dejaron libres los brazos y las piernas, nos sacaron del salón y fuimos encerrados, una vez más, en la celda que nos servía de provisional morada. Las veces que entre amigos hemos narrado el episodio de la silla eléctrica, hacemos siempre hincapié en que sólo un milagro del santo de nuestra devoción nos salvó en esa inolvidable y tétrica noche de una muerte segura. *** Con anterioridad al episodio narrado precedentemente, se nos condujo una mañana a una enramada con piso de cemento, la cual presentaba en su frente un letrero pintado con letras cursivas que, si mal no recordamos, decía: ‘‘Villa Jacqueline’’. Antes de ser convertido en cárcel de tortura, todo el inmueble era una residencia familiar de un alto militar al servicio del régimen. Se nos dio papel y lápiz para que redactáramos por escrito la declaración que hiciéramos la primera noche que nos sacaron de la celda para ser interrogados. Al manifestar que no podíamos escribir sin los espejuelos que nos quitaron a nuestra llegada, uno de los agentes encargados del recinto hizo la diligencia de lugar y al poco rato, ya en posesión de nuestros lentes, dejamos escrita in extenso la versión de nuestra participación en la frustrada asonada, la cual tuvo y corrió la misma suerte de otros intentos anteriores, a contar del año 1930, coronados con el más rotundo fracaso. Varios compañeros esperaban su turno para ocupar nuestro lugar y hacer lo mismo que nosotros. Terminada la confesión escrita que se nos pidió, abrigamos la esperanza de poder quedarnos con los espejuelos. Pero esa esperanza se desvaneció cuando se nos requirió la entrega de dicho adminículo. Años imborrables.pmd 134 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 135 *** Un episodio que mantenemos calcado en el recuerdo acaeció una mañana soleada del mes de febrero. Ese día, ese preciso día, abrieron todas las celdas de La Cuarenta y su contenido fue conducido al patio del recinto. Se dieron órdenes de formar filas varios hombres de frente por tantos más de fondo. Unos a otros nos mirábamos y en voz muy baja nos esforzábamos por conocer la causa de tal situación. Según nuestra apreciación, el número de hombres allí reunidos, todos desnudos, bordeaba la cantidad de trescientos. Frente a ese cuadro de hombres organizados en hileras y en completa atención, varios soldados armados de ametralladoras, ubicados tanto en el centro como en los extremos de la fila, mantenían la custodia y vigilancia de los prisioneros. El pensamiento de la mayoría de éstos era uno solo: ‘‘¡Qué se propone esta gente! ¿Nos ametrallarán?’’ Cuando más tensa era la situación, alguien habló con voz audible y firme: ‘‘¡No olviden que somos hombres!’’ Quien pronunció esas palabras no era otro que el propio Manolo Tavares Justo, jefe de la abortada revolución, quien, desde la primera fila en donde se encontraba se volvió para mirar a los demás compañeros que estaban a sus espaldas para darles ánimo con su valiente y serena expresión. Pasado un corto tiempo, bajó al terreno un individuo con una cámara fotográfica. Trató en vano de obtener una fotografía de conjunto de todo el grupo, y al no contar con un lente apropiado, optó por formar grupos de 20 o 25 hombres, a quienes alineaba de dos en fondo, buscando así lograr su objetivo, esto es, fotografiarlos. Más tarde, con el transcurrir de los días, supimos que el fotógrafo de La Cuarenta fue asesinado a garrotazo limpio, al descubrir el servicio secreto que el fotógrafo a su servicio se daba a la tarea de entregar las fotografías que obtenía con su cámara a un funcionario de una de las embajadas acreditadas en nuestro país, quien a su vez las hizo publicar en periódicos del exterior. El fotógrafo contribuyó, con la acción que le costó Años imborrables.pmd 135 27/03/2008, 09:51 a.m. 136 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN la vida, a exponer ante los ojos del mundo una faceta de cómo se violaban los derechos humanos en la República Dominicana; a qué grado de humillación y degradación, cual si se tratase de un campo de concentración de la Alemania de Hitler, estaban sometidos los dominicanos disidentes del oprobioso régimen que por largos años y sometidos al poder absoluto de un hombre endiosado por un enjambre de sus paniaguados aduladores, gobernaba a su antojo a todo un pueblo inmisericordemente esclavizado. *** Llegó la noche de la partida. Se abrieron las celdas completamente, y salió de su interior, cual abejas de un panal, la carga humana que contenían. Promediaba la medianoche. El frío se dejaba sentir, más estando desnudos. Las esposas no eran suficientes para utilizarlas en cada prisionero. Un juego de esposas se empleaba para sujetar a dos hombres: el brazo derecho de uno con el brazo izquierdo del otro. Esta operación daba la impresión de que estábamos mancornados como los bueyes. Nos tocó de compañero esa noche el joven doctor Ciro Amaury Dargam, hijo del recordado amigo y compañero de aulas doctor César Dargam. En el patio y cerca de los conjurados se encontraban cuatro guaguas vacías. Se dio la orden de ocuparlas y en un santiamén los cuatro vehículos fueron abarrotados por aquéllos. Pronto encendieron sus motores y comenzaron a moverse en dirección a la salida del recinto carcelario. Así lo hicieron, con excepción de la última, precisamente en la que íbamos esposados con el doctor Dargam junto a los demás compañeros que la ocupaban. Mientras las otras avanzaban alejándose de La Cuarenta, la nuestra se detuvo sobre el espacio enmarcado por el portón de salida, sin que sus ocupantes, con excepción del chofer y los custodios, supieran la causa de la detención, inesperada por cierto. La ansiedad se apoderó del ánimo de todos, asidos a la esperanza, como estuvieron momentos antes, de ganar la sali- Años imborrables.pmd 136 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 137 da al igual que sus otros compañeros dejando atrás la pesadilla perturbadora de sus mentes, provocada por los crueles maltratos que a sus forzados inquilinos les reservó La Cuarenta. Al fin, minutos después de resolverse el problema –al menos nosotros nunca supimos de que se trataba–, reanudamos la marcha alejándonos del siniestro recinto carcelario, escenario de las más tremendas, crueles e impiadosas torturas concebidas y llevadas a cabo por un grupo de hombres insensibles al dolor ajeno y carentes de todo sentimiento humano. *** Ya en la avenida Tiradentes, en dirección al Norte, el doctor Ciro Amaury Dargam nos dijo: ‘‘Si me dicen ahora que estoy libre, ¡júrelo licenciado!, no tendría inconveniente alguno en desandar este recorrido hasta llegar a mi casa desnudo como estoy.’’ El frío apretaba esa noche y se hacía sentir en los cuerpos desnudos de los presos. Por la dirección que llevaba el vehículo, no cabía la menor duda de que nuestro destino era el penal de La Victoria, distante unos cuantos kilómetros más adelante. Cerca de la una llegamos a nuestro nuevo destino. Al bajar de la guagua entramos al edificio de la cárcel, en donde varios rasos del ejército hacían de centinelas. Sin ninguna clase de trámites que llenar ni más dilatorias, los funcionarios del penal allí presentes encargados de recibirnos nos condujeron por un largo pasillo semioscuro, al cual daban sendas puertas indicadoras de ser celdas destinadas para los presos. Efectivamente, de ocho a diez de los numerosos prisioneros trasladados esa madrugada a La Victoria ocuparon cada una de las celdas mencionadas. La que nos tocó –las demás debieron ser semejantes–, de unos dos metros y medio de ancho por tres de largo, según nuestra apreciación herméticamente cerrada, con apenas un ventanillo estrecho y alargado en lo más alto de la pared opuesta a la puerta de entrada, cubierta una gran parte de su estrecha abertura por lo que nos pareció un pedazo de latón que entor- Años imborrables.pmd 137 27/03/2008, 09:51 a.m. 138 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN pecía, o mejor dicho, que impedía la entrada del aire. Como llegamos muertos de frío, la noche de nuestra llegada la sentimos bastante acogedora. Sobre todo un calorcillo agradable atemperó el frío que en ese momento calaba todo nuestro cuerpo. Carecíamos de ducha y de inodoro. Se trataba de una verdadera solitaria. Las molestias comenzaron cuando el cuerpo necesitó cumplir con las embarazosas necesidades fisiológicas. ¿Con qué suplirlas? Una lata circular, enmohecida por el tiempo, era lo único disponible para sacar de apuros a los recién llegados, a falta de las relativas comodidades encontradas en las celdas de La Cuarenta. Forzosamente, pues, teníamos que apelar al famoso ‘‘baché’’. En la tarde del día siguiente a nuestra llegada, todos nos percatamos de la incómoda y penosa situación a la cual nos enfrentábamos: el calor era agotador, sudábamos como potros de carrera y la sed nos martirizaba. Por otra parte, lo reducido del espacio nos mantenía casi apiñados en la celda-solitaria. El ventanillo, al no dejar entrar suficiente luz, mantenía el estrecho lugar en una semioscuridad, lo que contribuía a estar siempre afectados por una temperatura calurosa durante todo el día, a causa de la carencia de un ambiente más adecuado y fresco. *** La segunda noche de nuestra llegada, cuando el silencio contribuía a ser más pesado el ambiente que nos servía de marco, nuestros oídos se aguzaron al escuchar la voz distante y apagada de un hombre interesado en saber si en el grupo recién llegado la noche anterior se hallaba alguien conocido suyo. A continuación se dio a conocer: Rafael Augusto Sánchez Sanlley, Papito. Impartió instrucciones de cómo debíamos contestarle para poder oírnos: acostarse boca abajo junto a la puerta contigua al pasillo, hablar alto por el estrechísimo espacio entre el piso de la celda y el borde inferior de la puerta. Por segunda vez repitió sus instrucciones. Al saber que entre los llegados la noche anterior nos encontrábamos nosotros, presu- Años imborrables.pmd 138 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 139 roso quiso conocer el estado de salud de su padre y demás familiares. Nos tendimos boca abajo sobre el piso de concreto y alzando la voz para que nos oyera lo mejor posible a través de la estrecha abertura de la puerta, le informamos que tanto su padre como sus hermanos gozaban de buena salud. Dejó oír su contentamiento con una frase que nos causó honda emoción: ‘‘¡Mirad cuán bueno y cuán gustoso es habitar los hermanos en unión!’’ El doctor Rafael Augusto Sánchez Sanlley guardaba prisión en solitaria desde hacía aproximadamente un año por negarse a cumplir –como lo hizo– los requerimientos hécholes por el sátrapa por intermedio de sus acólitos, para que, públicamente se pronunciara contra su padre, quien, al enterarse por la radio y la prensa diaria que uno de los expedicionarios asesinados durante la fracasada expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, era su hijo, el doctor Guillermo Augusto Sánchez Sanlley, trágico acontecimiento que lo movió a escribirle una carta pública al tirano, en la cual le expresaba su disgusto y disconformidad por el nefando hecho que le costó la vida a su hijo, no obstante haber sido capturado vivo, si mal no recordamos. *** Diariamente, desde muy temprano abrían la puerta de la solitaria para dejarnos dos latas de mediano tamaño, una de las cuales contenía el desayuno y la otra el agua de beber. Nos percatamos de que hedíamos porque los militares portadores de los improvisados recipientes se cubrían, tanto la boca como la nariz, con sendos pañuelos. Todavía a una semana de estar en la nueva e inhóspita morada nos manteníamos sin bañarnos, de ahí que apestáramos a los encargados de suministrarnos los mal llamados alimentos y el agua para beber. Tanto el desayuno como la cena, servida esta última a prima noche, consistían en un menjurje de harina de maíz disuelta en agua: se trataba de una sopa bien espesa y muy caliente. Por su color amarillo la bautizamos con el nombre de ‘‘La Rubia’’. Durante los primeros días la tolerábamos sin quejarnos. La lata la recibía Años imborrables.pmd 139 27/03/2008, 09:51 a.m. 140 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN el preso más cercano a la puerta. De inmediato apuraba dos o tres sorbos y seguido la pasaba al compañero de al lado, quien a su vez la entregaba al que le seguía, pasando de mano en mano hasta el último recipiente. Durante los primeros días la toleramos bastante bien, sin quejarnos. Pero llegó un momento en que nos produjo gran repugnancia, y a partir de ahí renunciamos a beberla en el turno de la prima noche; nuestro organismo la rechazaba, nos resultaba intolerante. Al cabo de tres noches, los ácidos del estómago nos quemaban la garganta, lo que nos hizo pensar que dicho órgano triplicaba su capacidad de generar ácido clorhídrico a falta de encontrar el alimento necesario para ejercer cabalmente sus funciones. Resolvimos, pues, tragarnos rápidamente la sopa de harina de maíz con sorbos que contábamos en voz alta del uno al tres y le pasábamos la lata apresuradamente al compañero de al lado. De esa forma logramos tranquilizar nuestro estómago. *** Recién llegados a La Victoria, el doctor Ciro Amaury Dargam pescó una fortísima gripe con fiebre muy alta. Su estado nos alarmó a todos. Llegada la noche de ese día, uno de los compañeros, cuya voz era fuerte y clara, cuidándose de no ser descubierto por el centinela de turno, logró hacerse oír de Papito Sánchez, quien por su experiencia –estaba a punto de cumplir un año en prisión– podría seguramente aconsejarnos al respecto y sernos de gran utilidad. Enterado Papito de la preocupación que a todos embargaba, nos echó un balde de agua fría al exclamar con voz, apenas audible: ‘‘¡Señores, en prisión, las enfermedades se curan solas!’’ A pesar de sus palabras nada optimistas, nos prometió que si al día siguiente –como era muy frecuente en su caso– lo sacaban a barrer el pasillo que daba a las solitarias, en un descuido de su custodio trataría de pasarnos por la rendija de la puerta unas pastillas de antibiótico y algunas otras cosas. Cumplió su palabra expuesto a ser descubierto y delatado por el militar que lo custodiaba. Al día siguiente y en horas Años imborrables.pmd 140 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 141 tempranas de la mañana, los compañeros más cercanos a la puerta quedaron sorprendidos al notar que por la rendija de la puerta introducían cuatro pastillas redondas de color crema pálido, tres galletas de soda y dos cigarrillos con sus correspondientes cerillas. Un manojo de manos se abalanzó al mismo tiempo para recogerlos. Perros hambrientos en aptitud de despedazar a su víctima: las galletitas, distribuidas en pequeños trocitos, desaparecieron en un santiamén. Al tercer día de usar los antibióticos, el doctor Dargam mejoró notablemente, hasta recuperar completamente la salud. *** El calor, al llegar las últimas horas de la tarde, era sofocante en extremo. Contribuía a ello la escasa ventilación de la solitaria. El sudor de los cuerpos en contacto con el polvo del piso le ocasionó a varios compañeros la formación de dolorosos forúnculos en sus espaldas. Nosotros fuimos afectados por una hilera de naciditos que se extendía desde uno de los omóplatos hasta cerca de la rabadilla, infección que nos mortificó por varios días. *** Una mañana abrieron las puertas de la celda y nuestra sorpresa fue grande al contemplar nuestros ojos a un grupo de militares presidido por un alto oficial. Aprovechamos la sorpresiva visita para informarle al oficial –para todos nosotros el jefe del grupo– que desde nuestra llegada a la cárcel, y de eso hacía más de una semana, estábamos sin bañarnos. El oficial, después de oír nuestra queja, prometió a todos que a partir del día siguiente se daría la orden para que se nos permitiera asearnos diariamente. Efectivamente, muy temprano, a la mañana siguiente, los carceleros abrieron la celda y nos dividieron en dos grupos, uno de los cuales tomaría el baño a esa hora, y el otro, en las Años imborrables.pmd 141 27/03/2008, 09:51 a.m. 142 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN tardes. Fuimos incluidos en el primer grupo. En el lugar destinado a las duchas, nos encontramos con varios compañeros conocidos por nosotros, por lo que nos produjo inusitada alegría la ocasión de volver a vernos. Mientras tanto, éramos vigilados por militares armados que a cada rato nos demandaban darnos prisa. Pero su presencia no fue óbice para aprovechar ese momento para conversar a la carrera, cambiar impresiones y enterarnos de cosas interesantes. Allí, por boca de un compañero amigo, supimos de la valiente y oportuna pastoral publicada por los obispos y de su lectura el último domingo en todas las iglesias del país; del impacto que la misma había ocasionado no solamente en el seno del pueblo dominicano, sino también en la esfera oficial. Apartados de nuestras familias, ya no nos sentíamos tan solos. La oportuna intervención de la Iglesia, por primera vez dejaba oír su evangélica voz de protesta contra la acción opresiva del régimen y de sus paniaguados colaboradores. La transformación de la Iglesia católica dominicana, entidad religiosa por largos años sometida a los veleidosos caprichos del ‘‘Jefe Amado’’, de pronto sacudida por los acontecimientos que afectaban dolorosamente al país en todos sus estratos sociales, sacó del marasmo y de la inercia habitual a sus más encumbrados sacerdotes, cabezas visibles de sus correspondientes obispados, al dejar estampada en su elevada, valiente y célebre Pastoral su más enérgica protesta por las persecuciones de que eran víctimas numerosos compatriotas. *** Transcurría el mes de febrero sin cambio aparente alguno: lo mismo de lo que pudiera llamarse alimento, el mismo calor sofocante al atardecer de cada día, ningún nuevo acontecimiento que hiciera pensar positivamente en la situación en que nos encontrábamos. Ya los huesos de cada uno de nosotros se habían acostumbrado al duro pavimento que les servía de asiento y de cama. En lo que a nosotros respecta, sabíamos que cada día que pasábamos en tan enojosa situación perdíamos libras y Años imborrables.pmd 142 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 143 que la delgadez iría acentuando más los huesos de nuestro esqueleto. Sin embargo, el organismo se va acostumbrando a las situaciones que ha de enfrentar. El hambre dejó de martirizarnos a medida que los días se sucedían. Teníamos ya diecisiete días que no evacuábamos y esta situación no nos provocaba ningún malestar. En cambio, por momentos nos poníamos a divagar y casi siempre nos venía a la mente la idea de que cuando volviéramos a nuestro hogar lo primero que pediríamos al llegar sería un jarro bien grande lleno de jugo de naranja con mucho hielo adentro. Este pensamiento nos causaba cierta satisfacción que apenas duraba unos segundos cuando encarábamos de nuevo la realidad de nuestra situación. *** Llegó el día en que dejaríamos la celda-solitaria que nos servía de morada temporal. Efectivamente, una mañana, bastante temprano, abrieron la celda y se le ordenó abandonarla al grupo de compañeros. Todos salimos, recorrimos el pasillo hasta irrumpir en una sala amplia, cuadrada, en donde nos dieron la orden de detenernos. En dicho espacio había varias sillas rústicas y un hombre vestido de civil detrás de cada una de ellas. Nos invitaron a sentarnos, pues tenían órdenes de afeitarnos. Se trataban de presos comunes improvisados como barberos. El que fue asignado a nosotros nos mojó la cara con agua, sin más jabón, lo que nos causaba bastante molestia al pasarnos la navaja, de por sí embotada, al momento de rasurarnos. Al finalizar su labor, hizo acto de presencia un militar de rango superior, quien, después de observar a los presos, detuvo su mirada en nosotros con cara de pocos amigos. Como si lo hubiera picado un alacrán, nos descargó una andanada de improperios, a la vez que le urgía al improvisado barbero que terminara de afeitarnos. El militarote, visiblemente exaltado, nos dijo: ‘‘¡Coja por ahí!’’, y nos señaló en el acto una puerta que alcanzamos seguido, para adentrarnos en otro pasillo que empezamos a recorrer, asediados por el oficial que nos seguía con un Años imborrables.pmd 143 27/03/2008, 09:51 a.m. 144 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN garrote en su mano derecha, según pudimos percatarnos. No bien habíamos dado unos pasos por el corredor nos sobresaltó sobremanera, al aflojarnos una pescozada que nos hizo vacilar al tiempo que nos decía: ‘‘¡Entre por ahí y vístase pronto!’’ La habitación a la que entramos era cuadrada, bastante espaciosa, y estaba congestionada con una montaña de ropa y zapatos, de todas las tallas y colores, según pudimos malamente apreciar. Algunas piezas de ropa (sacos y pantalones) estaban en condiciones presentables; otras, en cambio, tenían el aspecto de haber sido usadas desde hacía mucho tiempo. A falta de los espejuelos y por la poca luz del lugar, nos era muy problemático y dificultoso encontrar un pantalón y una camisa o saco que ajustaran a nuestra talla. A todo esto, el energúmeno del militarote, con gestos amenazantes, nos urgía a que nos diéramos prisa en vestirnos. Temerosos de ser atropellados nuevamente, entresacamos de la pila de piezas que teníamos delante un pantalón y un saco que a nuestro juicio correspondían a nuestra talla. Al ponernos el pantalón, éste nos quedaba sumamente holgado en la cintura, por lo que nos agenciamos una soga que encontramos muy cerca de nosotros, la cual amarramos alrededor de la cintura para evitar así que dicha prenda se nos cayera. El saco, a su vez, debió pertenecer a un hombre grueso, pues nos quedaba sumamente grande, lo que nos obligó a convertirlo en uno cruzado al tener que sobreponer una de sus tapas sobre la otra. Los primeros zapatos que nos probamos no nos servían: pequeños unos, otros, en cambio, muy grandes. Finalmente, resolvimos el problema acomodando los pies en dos zapatos –uno de color negro, el otro, por lo desvaído que estaba, debió ser marrón– que pugnaban por dejarnos descalzos. Salimos del improvisado cuarto-ropero al amplio pasillo, del cual recorrimos un trecho hasta que el oficial de marras nos detuvo frente a una celda bastante amplia, separada del pasillo por unos barrotes de hierro. Detrás de éstos, un grupo numeroso de compañeros. Abrió la puerta de entrada de la celda y nos dejó en compañía de sus ocupantes. Años imborrables.pmd 144 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 145 Nos sentimos aliviados y muy pronto fuimos informados de que en el curso del día todo el grupo sería conducido al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva para ser juzgados por ante la Primera Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito de Santo Domingo, tribunal encargado de conocer de los hechos que se nos imputaban. A eso de las nueve de la mañana, abordamos, con inusitada alegría varios vehículos de la policía, dispuestos desde muy temprano para trasladarnos al sitio en donde seríamos juzgados. El respirar aire fresco y compartir un ambiente resplandeciente, que en los primeros momentos afectó nuestra visión después de tantos días de encierro y privados de luz adecuada, nos produjo una sensación agradable de contentura y espontánea alegría. Nos sentíamos felices, pero impacientes por llegar al Tribunal que nos juzgaría, con la esperanza de volver a ver a nuestros seres queridos, quienes, como nosotros, estarían ansiosos por tener noticias nuestras, comprobar que estábamos vivos y conformarse con vernos de lejos. Así fue. Todos tuvimos la grata satisfacción de recrearnos con la presencia de madres, esposas, hijos, hermanos y amigos que ese día se dieron cita en el tribunal con la misma finalidad que a todos incumbía. El militar que nos conducía por la amplia galería interior del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, nos dio un empujón para que camináramos más aprisa. En ese momento, en dirección contraria a la nuestra se acercaba el magistrado procurador fiscal, doctor Víctor Garrido hijo, quien al ver en su abusiva actitud al agente que nos conducía, airadamente le llamó la atención y le reprochó el acto de violencia que había cometido con nosotros. Nunca olvidaremos el valeroso gesto de protesta del doctor Víctor Garrido hijo, expuesto, no obstante sus delicadas y elevadas funciones, a caer en desgracia con la satrapía que nos gobernaba, como en varias y muy contadas excepciones le había acontecido a otros funcionarios no menos valientes y cumplidores de su deber. La Sala de Audiencia estaba abarrotada de un público silencioso y expectante. La tribuna de la acusación formuló los Años imborrables.pmd 145 27/03/2008, 09:51 a.m. 146 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN cargos. Uno a uno los encausados fuimos interrogados por el Magistrado Presidente del Tribunal y por el Magistrado Procurador Fiscal. En cambio, el abogado de oficio de los inculpados sólo se limitó a pedir, en el turno de las conclusiones, que se acogieran en nuestro favor circunstancias atenuantes. La parte civil constituida, en representación del Estado dominicano, concluyó pidiendo que se condenara a los inculpados a una indemnización millonaria en favor de su representado. Las declaraciones de los presos en La Cuarenta sirvieron de base al tribunal para fundamentar su sentencia. Jamás fuimos conducidos a la presencia del Juez de Instrucción que haría, como es su misión, la instrucción del proceso, ni éste tampoco, en lo que a nosotros respecta, estuvo en el penal de La Victoria a los fines indicados. Todo el proceso lo convirtieron de un drama hilvanado en una burda e hilarante comedia que hizo reír a todo el mundo. La sentencia no se hizo esperar. Todos fuimos condenados a treinta años de trabajos públicos (pena máxima consignada en el Código Penal Dominicano), y a una indemnización millonaria en favor del Estado dominicano, parte civil constituida, cuyo representante, al igual que el abogado constituido de los acusados, se limitó, pura y simplemente, a leer conclusiones sin tomarse el trabajo de interrogar a los encausados. ¡Para qué! Una sentencia tan mostrenca, mereció el repudio, en silencio, del pueblo dominicano. Su contenido trascendió los límites de nuestras fronteras y estremeció la conciencia internacional. *** De regreso al penal de La Victoria, nos llevaron al lugar destinado a barbería, en donde todos fuimos rapados ‘‘al coco’’. Luego, el grupo de condenados fue conducido y encerrado en una celda rectangular, bastante amplia, clara y ventilada, en la que se nos dejó en compañía de otro grupo de compañeros, como el nuestro condenado anteriormente a igual pena que la impuesta al grupo nuestro: ¡treinta años de trabajos públicos! Años imborrables.pmd 146 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 147 Un racimo de guineos con que nos tropezamos al entrar a la nueva y amplia celda, nos despertó el apetito de mala manera. Los compañeros que nos recibieron se desvivieron por atender a cada uno de los recién llegados. Ellos, antes de ser condenados, vivieron las mismas angustias, sufrieron en carne propia los mismos tormentos y penurias. Al ingerir uno de los guineos, el frescor que nos produjo en la garganta fue indescriptible. Enseguida engullimos un emparedado de jamón y queso que nos prepararon, así como bebimos con avidez un vaso de leche mezclado con avena y azúcar. Por último, comimos dulce. El hambre acumulada de muchos días nos hizo olvidar, ante tanta comida, que después de una hambruna tan prolongada es preciso acostumbrar el estómago con alimentos muy ligeros: sopas, leche, etcétera. Y más, como en nuestro caso, con tantos días sin evacuar. Las consecuencias no se hicieron esperar. Los retortijones comenzaron a torturarnos por tres noches consecutivas, hasta que por fin logramos normalizar nuestras funciones digestivas. *** Dos días después de ser condenados, junto con los demás compañeros, nos dieron la orden de salir al patio interior del penal, y en formación de dos en fila, nos encaminamos a la salida del recinto carcelario custodiados por numerosos guardias armados de rifles. Antes de traspasar la puerta principal de salida, a cada uno de los compañeros encarcelados se le entregó un machete (conocido con el nombre vulgar de ‘‘mocha’’). La que nos correspondió carecía de mango y su hoja a simple vista se apreciaba embotada. Nos condujeron a unos terrenos cercanos al penal cubiertos enteramente de malezas. La orden impartida era terminante: en posición agachada desyerbar toda el área sin dejar una sola raíz. Desde las ocho de la mañana, sin nada que nos protegiera para resguardar nuestras cabezas rapadas de los rayos del sol, comenzamos tan penosa como inhabitual tarea. Era la primera Años imborrables.pmd 147 27/03/2008, 09:51 a.m. 148 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN vez que tomábamos un machete para desyerbar. El terreno estaba duro, reseco en su mayor parte, con la agravante de manejar un instrumento sin mango y carente de filo para realizar una labor a todas luces fatigosa y pesada, dura faena a la cual la gran mayoría de los compañeros no estaban acostumbrados. A todo esto se sumaba la incómoda posición de estar agachados, puesto que en lo que a nosotros respecta nos resultaba un suplicio permanecer en cuclillas por más de diez minutos, a causa de un batazo recibido en la rodilla izquierda hacía ya muchos años. Pronto se nos ampollaron los dedos de las manos, con las consiguientes molestias. Hubo un momento que creíamos que se nos iba el aliento, y sin detenernos a pensar en las consecuencias, le pedimos al compañero más cercano a nosotros, el doctor Fernández Caminero, nos tomara el pulso. A eso del mediodía, cuando los rayos del sol eran más impiadosos, cuando el cansancio nos agobiaba después de cuatro horas de mantener tan incomoda y torturante posición, no aguantamos más y nos dejamos caer sentados sobre el terreno, sin importarnos ya lo que pudiera acontecernos por quebrantar la orden. En ese preciso momento dieron la contraorden de regresar al penal. ‘‘¡Viejo, levántese! ¿Usted no oye?’’ No podíamos enderezar la pierna izquierda, la teníamos acalambrada desde la mitad del muslo hasta el pie. Intentamos levantarnos sin lograrlo. Un compañero vino en nuestro auxilio echándonos un brazo y ayudándonos a ponernos de pies. A pesar de todo, nos sirvió de muleta para recorrer el camino de regreso al penal. Después de lo acontecido nos alegramos del percance. No volvieron a sacarnos durante la semana en la que los demás compañeros fueron utilizados en las tareas de desyerbo. *** Muchos de los compañeros de infortunio manifestaron su intención de recurrir en apelación contra la sentencia de marras. Se acercaron a nosotros para consultarnos y conocer, por ende, nuestra opinión al respecto. La respuesta que le di- Años imborrables.pmd 148 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 149 mos fue tajante: ¿de qué valdría apelar si en apelación confirmarían la sentencia? Les recomendamos no apelar. ¡Para qué darles ese gusto! Estuvieron de acuerdo con nuestro consejo y aceptaron con serena conformidad el hecho cumplido de haber sido condenados a treinta años de trabajos públicos. La actitud adoptada por todos los compañeros trascendió por el ámbito del extenso recinto carcelario. Al enterarse el Coronel-Jefe de la actitud que los presos políticos habían adoptado, provocó una reunión con éstos, interesado como estaba por conocer los motivos que los movían a desistir de recurrir en apelación. Actuaba así no por propia voluntad, sino por las instrucciones impartidas por sus superiores a causa del revuelo y justificada repulsa que tanto aquí como en el exterior causó el premencionado fallo. Al contestarle que no nos interesaba apelar, con no disimulada insistencia aconsejó a todos que lo hiciéramos porque a lo mejor seríamos beneficiados. Tal actitud nos hizo pensar que algo, algún interés especial tendrían las autoridades del Gobierno para que recurriéramos en apelación contra dicha sentencia. El panorama cambiaba favorablemente. De ahí que después de dos días de estar estudiando el problema decidimos apelar. En conocimiento de la resolución adoptada por nosotros, fuimos conducidos a la Primera Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito, a los fines de interponer, mediante los trámites de lugar, el correspondiente recurso contra la sentencia objeto de tan fuertes y enconadas críticas. ‘‘Les conviene apelar la sentencia’’ –nos susurró al pasar junto a nosotros el Magistrado Presidente que nos juzgara y condenara en primera instancia. Pocos días después, una comisión de funcionarios de la Corte de Apelación de Santo Domingo se trasladó al penal de La Victoria para tomar las declaraciones que a su juicio debían obtener de los recurrentes. Comenzaba el mes de marzo. Conjuntamente con los demás compañeros, fuimos trasladados a la Corte de Apelación ubicada en el Palacio de Justicia de la Feria. Al igual que el juicio de primer grado, la Sala de Audiencia estaba atestada de público. Años imborrables.pmd 149 27/03/2008, 09:51 a.m. 150 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN Los encausados, desde muy temprano, congestionamos los bancos que nos tenían reservados. El magistrado, licenciado Luis Henríquez Castillo, presidente de la Corte de Apelación, declaró abierta la audiencia. El Magistrado Procurador de la Corte dio lectura a la relación de los hechos que se nos imputaban. Luego, el Magistrado Presidente procedió al interrogatorio de cada uno de los encausados. Cuando nos tocó el turno a nosotros, le solicitamos al Presidente de la Corte nos permitiera dirigirnos al abogado de oficio designado para asumir la defensa de los encausados, con el objeto de pedirle a nuestro defensor que en lo que a nosotros incumbía concluyera pidiendo nuestro descargo en vez de circunstancias atenuantes. De nada valió nuestra petición a nuestro defensor. Éste se limitó única y exclusivamente en sus conclusiones a que se acogiera en favor de todos los inculpados circunstancias atenuantes. En cuanto a desarrollar medios de defensa, nada, absolutamente nada. La impresión que nos dio era el estar influenciado por una fuerte presión intimidatoria. ¡No era para menos! El dictamen del magistrado procurador, doctor Pereyra Goico, fue terminante: que se confirmara en todas sus partes la sentencia apelada, no sin antes desarrollar una pieza acusatoria en la que sólo le faltó decir que el castigo que debiera aplicársenos fuera la pena de muerte, según se infería de la rudeza empleada en los términos de su dictamen. La parte civil constituida, en representación del Estado dominicano, como en la audiencia de primer grado, se limitó a la lectura de conclusiones. Terminada la audiencia, más que un proceso rigurosamente dirigido por los canales normales que rigen y regulan todo procedimiento de naturaleza puramente penal, fue convertido en una hilarante y mal hilvanada comedia. En el ínterin, el Magistrado Procurador de la Corte, desde su estrado, inclinando el cuerpo y la cabeza hacia abajo, nos dijo en tono muy bajo, casi susurrante (estábamos sentados en el extremo de uno de los bancos muy cerca de dicho funcionario): ‘‘Alburquerque, no se preocupen, habrá varios descargos.’’ Años imborrables.pmd 150 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 151 El resultado de la deliberación no tardó en conocerse. Los magistrados de la Corte apenas se tomaron unos diez minutos desde que se retiraron a deliberar y regresaron a la Sala de Audiencia a ocupar sus respectivos asientos en los estrados, lo que nos hizo pensar, relacionándolo con lo que nos acababa de decir el Magistrado Procurador, que el dispositivo de la sentencia fue redactado con antelación a la celebración de la audiencia. En efecto, el Secretario dio lectura al dispositivo de la sentencia ante la silenciosa y manifiesta expectación del público que ansiaba oír el resultado del proceso. Fuimos descargados junto a otros diez compañeros. El resto, los más comprometidos del grupo, obtuvieron penas de cinco, tres y dos años de prisión, lo que contrastaba notablemente con la sentencia de primer grado la cual, al condenarnos a treinta años de trabajos públicos, consideraba con el mismo grado de culpabilidad a todos los inculpados. Media hora después, se entregaba al capitán que comandaba el grupo de militares que nos custodiaban la orden de libertad en provecho de los que fuimos descargados. *** A eso de las cuatro de la tarde de ese mismo día, los once descargados fuimos trasladados a la oficina del penal, a los fines de llenar los trámites pertinentes para ponernos en libertad. Antes, sentimos profunda tristeza al despedirnos del resto de los compañeros de infortunio, quienes, no obstante continuar en prisión, nos demostraron su sincera alegría con motivo de haber recobrado la libertad. Ansiosos cada uno de los liberados por encontrarse con sus seres queridos a la salida del penal, hicimos un aparte para intercambiar opiniones, relacionado con el descargo que nos había favorecido. En un momento de la conversación, un compañero del grupo propuso a éste dirigirle un telegrama al Generalísimo Trujillo para darle las gracias y expresarle nuestra gratitud por habernos liberado de toda culpa. En tamaño Años imborrables.pmd 151 27/03/2008, 09:51 a.m. 152 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN aprieto nos metía el compañero. Sin demostrar el disgusto que su propuesta nos causaba, le dijimos y le hicimos ver que si mandábamos ese telegrama como él insinuaba, estábamos confesando y admitiendo a la vez que la justicia la impartía el Benefactor de la Patria y no los tribunales de justicia dominicanos. Los demás compañeros hicieron un signo de afirmación a nuestra respuesta, lo que movió al proponente a aceptar, convencido, la salida que se nos había ocurrido en tan difícil y comprometedor momento. Minutos después, que nos parecieron sumamente largos, recobramos la libertad y dejamos atrás las emociones, los sobresaltos y los atormentadores días que nos tocara experimentar, al no avenirnos y menos contemporizar con el régimen de Gobierno de un hombre que, como Trujillo, lo usaba a su antojo como el más cruel y sanguinario espécimen, émulo de los grandes y prepotentes señores feudales, para retener antojadizamente el poder absoluto, como venía haciéndolo desde hacía treinta años, en desmedro de la nación y de sus sufridos connacionales. No existen palabras para describir el emocionante momento del reencuentro con nuestras madres, esposas, hijos, hermanos y demás parientes y amigos. Dejamos a la benevolente imaginación de los lectores vivir por nosotros ese inolvidable final del episodio narrado precedentemente. Años imborrables.pmd 152 27/03/2008, 09:51 a.m. 1961 153 Años imborrables.pmd 153 27/03/2008, 09:51 a.m. 154 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN 154 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS E stábamos a punto de conciliar el sueño esa noche del 30 de mayo, cuando Lily, nuestra hermana, con voz apenas audible y angustiada lo interrumpió con estas palabras: ‘‘Chichí, baja, para decirte una cosa.’’ Apresurándonos, hicimos luz y vimos la hora: las once de la noche. ¡Qué pasará! –comentamos con nuestra mujer. Y envolviéndonos con una bata descendimos por la escalera a la planta baja de nuestra casa. La información que obtuvimos de nuestra hermana no nos aclaró nada, pero tanto ella como nosotros fuimos presa desde ese momento de la más inquietante curiosidad y, sin duda alguna, quedamos enteramente confundidos. Se concretó a decirnos que una parienta, muy apreciada y querida por nosotros, acababa de llamarla por teléfono para informarle que su marido, militar, de servicio esa noche en el Hospital Marion, la había despertado hacía un momento para darle instrucciones de asegurar bien la puerta principal de la residencia en donde vivían; que después, sería más explícito; que se sentía muy nerviosa al no saber nada en concreto que le sirviera de base a su esposo para aconsejarle en esa forma. Nos quedamos cavilando sin llegar a ninguna conclusión. Separándonos en el acto, nos encaminamos a nuestros respectivos dormitorios. A eso de las seis de la mañana del 31 de mayo, con un comienzo de día muy claro, nuestro tío materno, Rogelio ZayasBazán (Llello), como tenía por costumbre –y después de abrirle la puerta de la calle la muchacha de servicio–, se nos acercó con pasos muy rápidos y visiblemente excitado. Sin darnos los buenos días, nos espetó: ‘‘¡La invasión! Un amigo que vive en la segunda planta –él vivía en la tercera– subió en pijama, tocóme la puerta para decirme que estaban invadiendo el país para tumbar a Trujillo.’’ ‘‘Tanto él como yo –prosiguió– hemos visto 155 Años imborrables.pmd 155 27/03/2008, 09:51 a.m. 156 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN camiones llenos de guardias bien armados transitando por la calle de El Conde, en dirección Este-Oeste!’’ Quedamos más aturdidos con la información suministrada por nuestro tío. ¡De qué invasión estaría hablando! ¿Estaría volviéndose loco? Comentamos la información con nuestra madre y luego, segundos después, con nuestra mujer, mientras nos aseábamos y cambiábamos de ropa, con el objeto de más tarde, a eso de las ocho de la mañana, encaminarnos a nuestra oficina de abogado. Ya desayunados, abrimos media hoja de una de las puertas de la casa que da a la calle de Las Mercedes, y mirando a través de la reja de hierro que la cubre, nos entretuvimos un buen rato observando a todo el que cruzaba de un lado para otro de la acera, tratando de captar algún indicio que nos ayudara a descifrar el estado de ánimo de los habituales transeúntes con el deliberado propósito de relacionar sus gestos y manera de conducirse esa mañana con las informaciones obtenidas en la noche anterior y en la mañana que comenzaba. Sin embarro, la gente se notaba tranquila, sin nada que la preocupara. El día era como otro cualquiera, la rutina de siempre: caras conocidas de tanto verlas pasar, los mismos pregoneros con sus diversos matices de voces. Todo lo que nos circundaba lo veíamos igual y sereno como algo natural y corriente. A punto de retirarnos de la puerta, notamos a una joven amiga, vecina a tres casas de la nuestra, cuyas hermanas nos visitaban con frecuencia, escasamente ella. Venía, caminando por la acera en dirección a nosotros, acusando al caminar cierto nerviosismo delatado por su mirar de un lado para otro, como si se sintiera vigilada, y acortó el paso, además, en el preciso momento de cruzar frente a nosotros, temerosa de ser sorprendida, momento que aprovechó para alzar la cabeza, mirarnos, y pasarse uno de los cantos de su mano derecha por el cuello para darnos a entender con ese signo muy corriente y elocuente, que habían liquidado a alguien de singular importancia. Nos quedamos perplejos, estáticos. La vimos desaparecer calle más adelante. Impusimos a la familia de lo que acabábamos de ver y eslabonando la información de la noche anterior suministrada Años imborrables.pmd 156 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 157 por nuestra hermana con la versión de la invasión en boca de nuestro tío, y más tarde, esa misma mañana lo que nos quiso dar a entender la vecina amiga de la casa, llegamos a la conclusión de que algo de envergadura estaba aconteciendo que afectaba sensiblemente a la clase gobernante. ¿Qué era lo que estaba sucediendo? ¿Qué misterio había en todo esto? Cada vez más confundidos, abordamos la calle en dirección a nuestra oficina. Al detenernos en la esquina suroeste de la calle Arzobispo Meriño con General Luperón, nos llamaron la atención dos guardias rasos del ejército con sendas carabinas con las bayonetas caladas junto a la puerta de entrada de la oficina principal de la All American Cables, situada en la primera de dichas calles, lo que para nosotros era inusual, al no haber visto antes algo parecido a eso. Ya en el estudio, llegó un joven abogado, recién graduado hacía pocos meses, el doctor José Andrés Aybar Sánchez, a quien le brindamos un espacio en nuestro bufete. Tan pronto como hizo contacto con nosotros, nos dejó estupefactos, al decirnos: ‘‘¡Mataron a Trujillo!’’ Fue más explícito al agregar que a su Padre lo despertaron a eso de las cuatro de la madrugada para darle la noticia. Al fin pudimos esclarecer las distintas versiones que hasta ese preciso momento conociamos, sin el menor punto de contacto que las hiciera comprensibles al entendimiento humano. No bien habían transcurrido unos veinte minutos, nuestro hijo Rafaelito irrumpió en el bufete para informarnos que había pasado por la acera de enfrente de la Fortaleza Ozama y comprobó que tanto la bandera dominicana de la torre, como la que se encontraba sobre la puerta de entrada al recinto militar, junto a la calle hoy Las Damas, estaban a media asta. Esta información era un dato fehaciente, más revelador, que algún alto personaje del Gobierno o algún miembro prominente de la familia Trujillo había fallecido, porque todavía nos resistíamos a creer que el muerto fuera el tirano. A medida que ascendía la mañana, los rumores arroparon todo el ámbito de la ciudad capital y hubo momentos –debió Años imborrables.pmd 157 27/03/2008, 09:51 a.m. 158 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN ocurrirle a la mayoría de la gente– que llegó a sentirse el silencio. Se trataba de un hecho inusitado, increíble, inimaginable. Si todas las intentonas que se fraguaron con posterioridad al 1930 para eliminar al chacal de San Cristóbal terminaron en el más rotundo fracaso. Si sus opositores no contaban con los medios necesarios para luchar contra ese espécimen de hombre y su despótico y no menos bárbaro régimen, ¿quién o quiénes tramaron la conjura para llevar a cabo la muerte del tirano? Todo el mundo estaba pegado a la radio, ansioso de obtener datos más precisos y aclaratorios. A eso de las cuatro de la tarde del 31 de mayo se despejó la incógnita, la radio-televisión estatal esparció por sus ondas radiales y televisuales la sensacional noticia de la muerte de Trujillo; la forma como había sido eliminado; el sitio escogido por los conjurados para ejecutarlo, y cómo fue localizado el automóvil en cuyo baúl se encontraba el cadáver del sátrapa, a la vez que mencionaba los nombres de algunos de los autores del tiranicidio. Parafraseando un dicho muy socorrido, extraído de la popular zarzuela El Rey que rabió, dijimos en tan memorable ocasión: ‘‘¡Muerto el perro, se acabó la rabia!’’ Los acontecimientos posteriores al tiranicidio son muy recientes. Están muy frescos en la memoria de los dominicanos de estos últimos años. Rememorarlos y comentarlos ahora no despertaría en las actuales generaciones, conocedoras de esos hechos por ser muy nuevos y a cada momento puestos de relieve por los medios de publicidad conque contamos, el mismo interés y la no menos justificada curiosidad que en ellas despertaría el adentrarse por los intrincados laberintos de nuestra historia política a contar de 1930, año que da inicio a la tiranía con el golpe traicionero que derriba el gobierno del presidente Horacio Vásquez y su estrepitoso derrumbe el 30 de mayo de 1961, período bautizado con el execrable nombre de ‘‘Era de Trujillo’’. Años imborrables.pmd 158 27/03/2008, 09:51 a.m. ESCRITOS SELECTOS Índice onomástico A Abbes García, Johnny 118 Abreu Penzo, Mario 74, 78 Acevedo, Abelardo 87, 8992 Acevedo, Plácido 78 Alburquerque Zayas-Bazán, Rafael 26, 44, 46, 56, 57, 59, 61, 77, 80-83, 111, 112, 117, 118, 130, 131, 150 Alburquerque, Lily 155 Alburquerque, Marcelo 96, 97 Alburquerque, Rafael F. 15, 157 Arias, Desiderio 31 Arias, Pedro 99 Aybar Sánchez, José Andrés 157 B Bergés Chupani, Manuel 98 Betancourt, Rómulo 52 Blanco Fombona, Horacio 38, 43, 45, 46 Blanco Fombona, Oscar 38, 42-44, 46 Bonilla Artiles, José Antonio 53-55, 60 Borques (Sargento) 97, 100, 102 Bosch, Juan 14 C Caldentey (General) 31 Castain (oficial de la Policía Nacional) 95 Castillo, Jesús 36 Castro de Alburquerque, Mercedes de 113 Castro Rivera, Rafael 74, 78 Contín Aybar, Néstor 29, 39 Cruz Ayala, Hernán 44 Báez, Mauricio 52 Balaguer, Joaquín 26 Ben, Domingo 84 Bencosme, Sergio 52 Años imborrables.pmd 159 159 27/03/2008, 09:51 a.m. 160 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN D G Dacosta Gómez, Rafael (Chichí) 39, 40, 42, 84, 117, 126, 155 Dargam, César 136, 141 Dargam, Ciro Amaury 136, 137, 140 De Castro, Estela de Castro 114 Delgado, Miguel A. 27 Díaz, Gustavo 74 E Escoto Santana, Julio 132 Espaillat de la Mota, Julio 27 Estrada, Domingo 27 Estrella Ureña, Rafael 25 F Faxas Canto, Rafael Miguel (Pipe) 116, 117 Fernández Caminero, José Antonio 148 Fernández Reyna, Leonel 11 Fiallo Rodríguez, Gilberto 29, 54, 56, 57, 59, 65, 79, 95, 98, 99, 103 Fiallo, Antinoe 95, 105, 106 Fiallo, Gilberto 55, 61, 105, 106 Francheschini, Vinicio 117, 119 Años imborrables.pmd 160 Galíndez, Jesús de 52 Gandhi, Mahatma 125 García (Teniente) 97 García Aybar, José Ernesto 74 García Godoy, Héctor 83 García Mella, Moisés 45, 74, 78 Garrido hijo, Víctor 145 Garrido, Josefina 119 Garrido, Víctor 25 Gómez Ceara, Gustavo E. 83 Gómez, Juan Vicente 21 González Batista, Carolino 77 Guerrero, Arquímedes 107 H Henríquez Castillo, Luis 150 Henríquez, Enrique Apolinar 113 Hernández, Manuel de Jesús (Pipí) 52 Heureaux, Ulises 21 Hitler, Adolfo 136 I Imbert Rainieri, Ramón (Moncho) 129 L Lepervanche, René de 53 Leví, Vitali 102-104 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) M R Martínez Bonilla, Carmen Natalia 55 Martínez Reyna, Virgilio 31 Martínez, Francisco (Paquito) 102 Mejía Féliz, Juan Tomás 74, 98 Messina, Temístocles 15 Molina, Julia (madre de Trujillo) 100 Montalvo, Juan 21 N Nolasco (Toñín) 26 P Padilla Deschamps, Josefina 66 Paíno Pichardo, Rafael 112 Paradas Sánchez, Gustavo 117 Paulino, Anselmo 95 Paulino, Miguel Ángel 30 Penson, William 26 Pereyra Goico, Dr. 150 Pérez, Alejandrina 38, 39, 42, 45 Perry, Alonso 92 Pool, Armando de 40 Años imborrables.pmd 161 161 Ramos, Eleoncio 74 Requena, Andrés 52 Rodríguez de Francia, Gaspar 21 Romero, César L. 39, 40, 43 Roques Martínez, Ricardo 88, 89 Rosas, Juan Manuel de 21 Rovira, Rafael 26, 28 S Salado, Aníbal 27 San Agustín 17 Sánchez Sanlley, Guillermo Augusto 139 Sánchez Sanlley, Rafael Augusto (Papito) 138-140 Santos, Emilio de los 26 Sepúlveda, Eleuterio 26 Sklodowska, Marie (Madame Curie) 101 Stella, José María 53 T Tavares hijo, Froilán 74 Tavares Justo, Manuel (Manolo) 117, 135 Tavares, Froilán 37, 39, 40 Tejada Florentino, Manuel 123, 124 Troncoso Sánchez, Francisco 74 27/03/2008, 09:51 a.m. 162 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZÁN Trujillo Molina, Héctor Bienvenido 95 Trujillo Molina, José Arismendy (Petán) 36-40, 42, 44, 45, 123 Trujillo Molina, Rafael Leonidas 14, 15, 21, 2527, 29, 30, 35, 36, 42, 51, 53-55, 58-60, 71, 81, 87, 91, 100, 102, 113, 123, 124, 129-131, 151, 152, 155, 157, 158 Trujillo, Nieves Luisa 36 Trujillo, Romeo (Pipí) 36 U Ureña, Francisco (Paquito) 67 V Vásquez, Horacio 25, 30, 158 Vicioso, Francisco A. (Panchito) 72, 74, 80, 82, 83 Z Zayas-Bazán, Rogelio (Llello) 117, 155 Años imborrables.pmd 162 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 163 Publicaciones del Archivo General de la Nación Vol. I Vol. II Vol. III Vol. IV Vol. V Vol. VI Vol. VII Vol. VIII Vol. IX Vol. X Vol. XI Vol. XII Vol. XIII Vol. XIV Años imborrables.pmd Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 18441846. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1944. Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. I, C. T., 1944. Samaná, pasado y porvenir, por E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1945 Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, C. T., 1945. Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santiago, 1947. San Cristóbal de antaño, por E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santiago, 1946. Manuel Rodríguez Objío (poeta, restaurador, historiador, mártir), por R. Lugo Lovatón, C. T., 1951. Relaciones, por Manuel Rodríguez Objío. Introducción, títulos y notas por R. Lugo Lovatón, C. T., 1951. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 18461850, Vol. II. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1947. Índice general del “Boletín” del 1938 al 1944, C. T., 1949. Historia de los aventureros, filibusteros y bucaneros de América. Escrita en holandés por Alexander Oliver O. Exquemelin. Traducida de una famosa edición francesa de La Sirene-París, 1920, por C. A. Rodríguez. Introducción y bosquejo biográfico del traductor por R. Lugo Lovatón, C. T., 1953. Obras de Trujillo. Introducción de R. Lugo Lovatón, C. T., 1956. Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1957. Cesión de Santo Domingo a Francia. Correspondencia de Godoy, García Roume, Hedouville, Louverture Rigaud y otros. 1795-1802. Edición de E. Rodríguez Demorizi. Vol. III, C. T., 1959. 163 27/03/2008, 09:51 a.m. 164 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN Vol. XV Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959. Vol. XVI Escritos dispersos (Tomo I: 1896-1908), por José Ramón López. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XVII Escritos dispersos (Tomo II: 1909-1916), por José Ramón López. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XVIII Escritos dispersos (Tomo III: 1917-1922), por José Ramón López. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XIX Máximo Gómez a cien años de su fallecimiento, 1905-2005. Edición de E. Cordero Michel, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XX Lilí, el sanguinario machetero dominicano, por Juan Vicente Flores. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXI Escritos selectos, por Manuel de Jesús de Peña y Reynoso. Edición de A Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXII Obras escogidas 1. Artículos, por Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXIII Obras escogidas 2. Ensayos, por Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXIV Obras escogidas 3. Epistolario, por Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXV La colonización de la frontera dominicana 1680-1796, por Manuel Vicente Hernández González. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXVI Fabio Fiallo en La Bandera Libre, compilación de Rafael Darío Herrera. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXVII Expansión fundacional y crecimiento en el norte dominicano (1680-1795). El Cibao y la bahía de Samaná, por Manuel Hernández González. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXVIII Documentos inéditos de Fernando A. de Meriño, compilación de José Luis Sáez. S. J. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N. 2007. Vol. XXIX Pedro Francisco Bonó / Textos selectos. Edición de Dantes Ortiz. Santo Domingo, D. N. 2007. Vol. XXX Iglesia, espacio y poder: Santo Domingo (1498-1521), por Miguel D. Mena. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007. Años imborrables.pmd 164 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 165 Vol. XXXI Cedulario de la isla de Santo Domingo, Vol. I: 1492-1501, por fray Vicente Rubio, O. P. Edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo I: Hechos sobresalientes en la provincia), por Alfredo Rafael Hernández Figueroa (Comp.) Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXIII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo II: Reorganización de la provincia post Restauración), por Alfredo Rafael Hernández Figueroa (Comp.) Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXIV Cartas del Cabildo de Santo Domingo en el siglo XVII. (Vol. LXXX de la Academia Dominicana de la Historia). Por Genaro Rodríguez Morel (Comp.) Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXV Memorias del Primer Encuentro Nacional de Archivos. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXVI Actas de los primeros congresos obreros dominicanos, 1920 y 1922. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXVII Documentos para la historia de la educación moderna en la República Dominicana (1879-1894), tomo I (Vol. LXXXII de la Academia Dominicana de la Historia), por Raymundo González. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXVIII Documentos para la historia de la educación moderna en la República Dominicana (1879-1894), tomo II (Vol. LXXXIII de la Academia Dominicana de la Historia), por Raymundo González. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXIX Una carta a Maritain (traducción al castellano del P. Jesús Hernández). Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007. Primera edición: Editora Montalvo, Ciudad Trujillo, 1944. Vol. XL Manual de indización para archivos, en coedición con el Archivo Nacional de la República de Cuba, por Marisol Mesa, Elvira Corbelle Sanjurjo, Alba Gilda Dreke de Alfonso, Miriam Ruiz Meriño, Jorge Macle Cruz. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XLI Apuntes históricos sobre Santo Domingo, por el Dr. Alejandro Llenas. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007. Años imborrables.pmd 165 27/03/2008, 09:51 a.m. 166 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN Vol. XLII Ensayos y apuntes diversos, por el Dr. Alejandro Llenas. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XLIII La educación científica de la mujer, por Eugenio María de Hostos. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007. (en prensa) Vol. XLIV Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1530-1546) (Vol. LXXXI de la Academia Dominicana de la Historia). Por Genaro Rodríguez Morel (Comp.) Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLV Américo Lugo en Patria, por Rafael Darío Herrera (Comp.). Edición de Dantesa Ortíz, Santo Domingo, D. N., 2008 Colección Juvenil Vol. I Vol. II Vol. III Años imborrables.pmd Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007 Heroínas nacionales, por Roberto Cassá. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, 2007. E. Rodríguez Demorizi, Vol. I, C. T., 1944. Vida y obra de Ercilia Pepín, por Alejandro Paulino Ramos. Segunda edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007. Primera edición: Editoria Universitaria, Santo Domingo, D. N., 1987. 166 27/03/2008, 09:51 a.m. AÑOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRÁFICOS) 167 Colofón Este libro se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2008 en los talleres gráficos de Editora Búho, C. por A., con una tirada de 1,000 (un mil) ejemplares. Está compuesto en caracteres New Bakersville tamaño 11.5 e impreso en papel cáscara de huevo de baja densidad. Años imborrables.pmd 167 27/03/2008, 09:51 a.m. 168 Años imborrables.pmd RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZÁN 168 27/03/2008, 09:51 a.m.