Salmoneros chilenos ganan millones A costa de explotar al

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4A
Chile
La serie de reportajes sobre Trabajo
Decente en América Latina, es un
esfuerzo colectivo de los miembros de
la Red Global (Global Network) en la
región, para visibilizar realidades que
compartimos y que muchas veces
permanecen ocultas y sus víctimas
olvidadas.
Los reportajes nos presentan casos
emblemáticos de cada país, recogen
testimonios de trabajadores y
trabajadoras, recrean situaciones
laborales en diversas actividades
productivas desde la industria del
salmón, los espárragos, las flores, el
maíz y los transgénicos, la palma
aceitera, la mangaba, textiles y
confecciones y la minería. La
promoción del comercio internacional
se ha señalado como una de las vías
para salir de la pobreza y el
subdesarrollo, sin embargo, es
interesante observar que la mayoría de
reportajes señalan serios déficit de
trabajo decente en actividades
dedicadas justamente a la exportación
y a las mujeres como uno de los grupos
más vulnerables. Como para
contradecir el discurso y acercarnos a
una realidad más compleja y urgente
por resolver.
Definitivamente la producción de
riqueza y la promoción de la inversión
en América Latina no pueden significar
reducción de derechos laborales y
mayor pobreza, los Estados tienen la
obligación de establecer los marcos
legales para garantizar empleos dignos.
Los Reportajes esperan contribuir a
sensibilizar en favor de extender el
Trabajo Decente para todas y todos en
América Latina, un anhelo y un
compromiso que la Red Global
comparte con el movimiento de
trabajadores/as.
Red Global América Latina
Equipo CENDA Observatorio Laboral Chile
Salmoneros chilenos
ganan millones
A costa de explotar al trabajador
y degradar el medio ambiente
Por los australes y fríos bordes costaneros
de Puerto Montt, Reloncaví, Calbuco, Hualahue
e isla de Chiloé, se produce la cuarta parte del
salmón que consume el mundo, y que le concede
a Chile el segundo lugar como productor de
salmones y truchas cultivadas en confinamiento,
después de Noruega.
A costa de explotar al trabajador
y degradar el medio ambiente
Salmoneros chilenos ganan millones
El salmón, ese pez azulado de lomo plateado
y vientre irisado, de carne rojiza y sabrosa,
es hoy para Chile una despensa venturosa y
una industria generadora de riqueza. Sobre
todo para los empresarios, que el año pasado
se ganaron US$ 2.475 millones (equivalente
a 1.485.742.469.787,68 millones de pesos
chilenos, con un crecimiento de 6,4%
respecto del año anterior. Porque para los
trabajadores y trabajadoras la situación no
resulta nada venturosa. Cómo lo va a ser si
es una industria que está lejos de los
estándares laborales que la OIT establece
para el «trabajo decente»; una industria en
la que pulula la subcontratación y la
informalidad laboral, los salarios y la
seguridad social son precarios (y más
precarios aún los de las mujeres, que en la
salmonicultura conforman un poco más del
50% de la fuerza laboral), las jornadas se
extienden más allá del reglamento, los
descansos no se respetan, la accidentalidad
es alta, y las prácticas y conspiraciones
antisindicales están al orden del día.
Una frase de John Hurtado, presidente del
sindicato de la empresa Cultivos Marinos, lo
dice todo: «Estas empresas salmoneras
operan desde hace más de veinte años en el
sur de nuestro país, llevándose todas las
ganancias. Y
sin embargo, tienen
trabajadores que han laborado más de quince
años, y esta es la hora que no tienen casa
propia. Esa es la realidad».
Y para completar, la suerte tampoco ayuda.
Por cosas de la naturaleza, desde el 2007 el
sector acuicultor chileno viene seriamente
afectado por un masivo brote del virus ISA,
enfermedad que ha causado una gran
Trabajo
Decente
en América
Latina
EL
USO DE CANTIDADES EXCESIVAS E INCONTROLADAS
DE ANTIBIÓTICOS, PESTICIDAS Y PRODUCTOS QUÍMICOS
PARA EL CONTROL SANITARIO DE LA POBLACIÓN DE
SALMONES, QUE SE ACUMULAN EN EL FONDO MARINO,
ES OTRO FLAGELO AMBIENTAL.
SEGÚN
UNA
INVESTIGACIÓN ADELANTADA POR UN PANEL DE
mortandad de peces y en año y medio eliminó
unos 8 mil puestos de trabajado directos. A
mediados del 2009 serán entre 10 mil y 12
mil los empleos eliminados, según lo
denunciaron las organizaciones sindicales y
lo admiten los empresarios y el Gobierno.
Sin contar con los empleos indirectos:
servicios de aseo, talleres de redes, fábricas
de alimentación, buzos, entre otros.
Pero antes de entrar a detallar cómo y en
cuáles estándares del «trabajo decente» falla
la industria salmonera, veamos algunos datos
sobre su magnitud e importancia para la
economía chilena:
Industria en deuda
con el trabajador
y el medio ambiente
El cultivo del salmón y la trucha es hoy un
paradigma del modelo económico global en
lo que se refiere a la industria de los
alimentos. Se introdujo en Chile hace 20 años
como una estrategia de desarrollo, basada
en la explotación de un recurso natural
dirigido a los mercados internacionales. Y por
tratarse de un sector clave de la economía,
desde el principio contó con el apoyo de los
gobiernos de turno, factor vital para su
desarrollo. Es el caso de las generosas
concesiones de hectáreas marítimas que por
largo tiempo los empresarios salmoneros han
recibido del Estado, y prácticamente gratis.
Fue así como entre 1990 y el 2006 esta
industria tuvo un crecimiento exorbitante:
1.700%. Al lado del cobre y la minería en
general se volvió un puntal de la economía
chilena, y una de las actividades más
rentables en términos de retornos por
exportación: representa el 3.5% de las
exportaciones del país, que en 2008 exportó
cerca de 50 mil toneladas de salmón y trucha,
que representaron divisas por casi dos mil
quinientos millones de dólares; cuando hace
20 años Chile apenas exportaba US$ 8
millones. Por efectos del virus ISA y la
recesión económica mundial, los pronósticos
para el 2009, según la FAO, no son tan
EXPERTOS, EN
CHILE
SE UTILIZA UNA CANTIDAD
ALARMANTE DE ANTIBIÓTICOS NO PERMITIDOS EN
PAÍSES COMO
ESTADOS UNIDOS,
Y QUE TIENEN
EFECTOS CANCERÍGENOS .
halagüeños como en años anteriores: se
proyecta una caída del 40% en la producción
de salmón, con su corolario de desempleo y
precarización laboral.
Una característica importante de esta
industria es que es que incorpora mucha
mano de obra femenina, que cumplen un rol
fundamental: de los 55 mil empleos directos
que genera en Chile, más de la mitad
corresponde a mujeres, en gran número
cabeza de familia. En las plantas de
procesamiento ocupan el 91% de los puestos
de trabajo, pero en la mayoría de los casos
en los cargos menos calificados. Muy rara
vez tienen cargos superiores, y se les paga
menos que a los hombres. En ocasiones
incluso se les reduce el bono de producción,
y están especialmente expuestas a
condiciones laborales inseguras.
La otra deuda protuberante de la
salmonicultura es con el medio ambiente. Es
un ejemplo bastante representativo de lo que
ha sido el modelo de desarrollo chileno de
las últimas décadas; un modelo en el que
primero se expiden las licencias para instalar
actividades industriales y hacer nuevos
negocios, y después se calcula su
sostenibilidad ambiental y las consecuencias
sobre las comunidades y el entorno físico.
Los derechos del capital de inversión están
por encima de los derechos de los
trabajadores/as y el medio ambiente.
Según la Fundación Terram, para producir
un kilo de salmón se requieren 9 kilos de
otras especies de peces (sardina, jurel y
anchoveta). Por eso la salmonicultura es la
que más demanda harina y aceite de pescado
en Chile. En ese sentido, las perspectivas son
dramáticas: en el mediano plazo
prácticamente todo el aceite de la industria
reductora del Pacífico Sur se destinará al
abastecimiento de la salmonicultura chilena,
lo que generará una enorme presión sobre
la biomasa pesquera. Y a eso se agrega el
problema que genera el escape de salmones
de las balsas y jaulas donde viven confinados.
Son peces carnívoros que, una vez libres en
el mar, depredan la fauna local para
alimentarse, lo que genera daño en la pesca
artesanal en la región austral.
Otro impacto ambiental importante tiene
relación con la disposición de los miles de
kilos de desechos sólidos y líquidos que
genera la industria del salmón. Su impacto
en términos de contaminación y alteración
del paisaje es alto. Si bien no hay una
investigación amplia ni datos sobre este
problema, sí existen reiteradas denuncias de
las comunidades, lo mismo que sumarios
sanitarios a empresas que utilizan vertederos
clandestinos. La autoridad sanitaria de la
región de Los Lagos, por ejemplo, posee
registro de 49 vertederos industriales, de los
cuales 30 han sido cerrados por sumarios
sanitarios, o por haber alcanzado la máxima
capacidad de disposición de residuos.
El uso de cantidades excesivas e
incontroladas de antibióticos, pesticidas y
productos químicos para el control sanitario
de la población de salmones, que se
acumulan en el fondo marino, es otro flagelo
ambiental. Según una investigación
adelantada por un panel de expertos, en Chile
se utiliza una cantidad alarmante de
antibióticos no permitidos en países como
Estados Unidos, y que tienen efectos
cancerígenos. Es un problema de salud
pública que afecta a la comunidad en general
y los trabajadores/as en particular, debido a
los efectos negativos que provoca la aparición
de bacterias resistentes a los antibióticos en
los entornos acuáticos donde se desarrolla
la actividad. Más aún: hay evidencias que
indican que tal resistencia se transmite de
bacterias acuáticas a bacterias terrestres, que
pueden producir infecciones en humanos y
animales.
«La salmonicultura chilena, más que una
actividad económica, es una industria de
destrucción masiva, puesto que sus daños
sólo se comparan con los que provocaría una
guerra», afirma Cosme Caracciolo, presidente
Confederación Nacional de Pescadores
Artesanales de Chile.
Los estragos del virus ISA
El virus ISA afecta principalmente a la especie
de salmón que se cultiva en Chile. Provoca
en el pez una anemia severa y hemorragias
internas de diversos órganos, causándole la
muerte. Por tratarse de un virus, no tiene
por ahora cura vía medicamentos. Para
enfrentarlo hay que hacer descansar el
hábitat con medidas higiénico-sanitarias que
eviten la diseminación de la enfermedad. Pero
eso fue justamente lo que no hicieron las
empresas inicialmente afectadas, y ese mal
manejo terminó afectando cerca de 74
centros de cultivo, donde el virus dejó
pérdidas por US$ 65 millones y múltiples
despidos de trabajadores, como
consecuencia del cierre de centros y plantas
de proceso.
Ante tal desastre, el gobierno chileno volvió
a salir en apoyo de los empresarios. En
noviembre de 2008 lanzó un plan de rescate
a la industria del salmón, por valor de US$
450 millones, en forma de créditos bancarios
que la Corporación de Fomento de la
Producción (CORFO) garantiza hasta por el
60%. Además se conformó una comisión
gubernamental para evaluar la situación y
proponer soluciones ambientales y
productivas; comisión que sólo se concentró
en el tema sanitario y ambiental, y dejó por
fuera el impacto laboral, los miles de
trabajadores/as despedidos.
El exceso de subsidios y prebendas que el
gobierno concedió a los empresarios, a
quienes por demás les cabe la
responsabilidad de buena parte de la crisis
por su mal manejo sanitario, generó
indignación y protestas de parte de las
organizaciones sindicales. «Los empresarios
sufren las consecuencias del virus, y el
Gobierno se pone de rodillas ante ellos y le
pasa una millonada, mientras miles de
trabajadores son despedidos, muchos sin
recibir un peso como finiquito, después de
haberles servido por tantos años», se
quejaba Javier Ugarte, presidente de
Conatrasal, en desarrollo de una manifestación de protesta realizada en Ancud (isla
de Chiloé).
Pero no menos indignante fue la respuesta
que los empresarios dieron a la crisis del virus
ISA: trasladar los costos y las supuestas
pérdidas generadas por la enfermedad a los
hombros de los trabajadores y las trabajadoras, lo que se expresó en despidos
masivos, fuertes rebajas en los bonos de
producción y precarización de los salarios.
Hoy el salario líquido mensual para un hogar
de 4.7 personas, que es el promedio,
representa un ingreso per cápita de $52.000
(US$ 105), suma que bordea la línea de
pobreza fijada en $47.000 (US$ 94). Y con
jornadas que suelen ser de 60 horas
semanales, según se puede concluir del
monitoreo laboral realizado por CENDA en 8
empresas salmoneras entre 2007 y 2008.
Además las horas extras no siempre son
claramente registradas y no siempre se pagan
íntegramente.
El cuadro abajo nos muestra cómo ha sido
Conceptos
tradicionalmente la composición del salario
en la salmonicultura.
Según el cuadro anterior, el salario en
teoría, por todos los conceptos, es de $269
mil. Pero lo que en realidad gana la mayoría
de los trabajadoras/as es $220 mi l,
i n c l u y e n d o l o s re b a j a d o s b o n o s d e
producción. Esto porque no llegan a los
topes de producción exigidos para obtener
l a s o t ra s p r e b e n d a s q u e s u b e n s u s
ingresos, lo que muestra la vulnerabilidad
del salario y la relevancia que en éste tiene
el componente «variable». La mayor causa
de esta variación en la actualidad es un
factor ajeno a los trabajadores: el virus
ISA, que les rebajó drásticamente los
bonos de producción.
La subcontratación,
otra plaga
Otro ítem que ha aumentado y se ha
acentuado, es el de la subcontratación,
práctica de flexibilización laboral que
trae aparejada la precarización de la
calidad del empleo. La remuneración de
los trabajadores/as subcontratados es
inferior a las de sus pares contratados
directamente por las empresas.
Además, tienen menores garantías en
materia de seguridad social y están
más expuestos a los accidentes. En
general los subcontratados están más
Promedio 7 empresas
Número de trabajadores involucrados
2.461
Total imponible %
100,0
Sueldo base
48,4
Bono de producción
27,7
Horas extras
2,8
Gratificación
18,2
Otros
2,9
Remuneración promedio mensual imponible
por trabajador en pesos y en dólares.
$269.215 (US$ 540)
Remuneración promedio mensual líquida
por trabajador en pesos y en dólares
Fuente: Dirección del Trabajo, 2004. Actualizado a 2007
$218.064 (US$ 436)
Trabajo
Decente
en América
Latina
POR
TAL RAZÓN LA SALMONICULTURA PRESENTA ALTOS
ÍNDICES DE INFRACCIONALIDAD LABORAL.
SE
LE
SANCIONA PRINCIPALMENTE LA CARENCIA DE
INSTRUMENTOS DE PREVENCIÓN DE RIESGOS, LA
INEXISTENCIA DE COMITÉS PARITARIOS, LA FALTA DE
INFORMACIÓN A LOS TRABAJADORES, LA AUSENCIA DE
REGLAMENTO INTERNO, FALENCIAS EN EL DEPAR-TAMENTO
DE PREVENCIÓN (CUANDO EXISTE), Y HASTA FALLAS DE
SANEAMIENTO BÁSICO: FALTAN BAÑOS Y VESTIDORES, Y
ALGUNOS DE LOS QUE EXISTEN NI SIQUIERA CUENTAN
CON AGUA POTABLE.
lejos de los estándares que la OIT define
para el «Trabajo Decente».
Según la Dirección del Trabajo de Chile,
alrededor del 60% de toda la mano de obra
de la industria del país proviene de empresas
subcontratistas, y los empresarios tienen
buenas razones para apelar a ellas, en
perjuicio de la contratación directa, toda vez
que la subcontratación les permite rebaja de
costos laborales y de paso debilitar el
movimiento sindical. Por eso el modelo se
ha desvirtuado como mecanismo de
‘flexibilidad laboral’, para convertirse en un
modelo de extracción de rentas. En el caso
de las empresas salmoneras, algunas
cuentan hasta con 40 prestadoras de servicio
laboral externo.
En cuanto a las condiciones de higiene y
seguridad, un dato lo dice todo: la industria
salmonera tiene la segunda tasa más alta
de accidentalidad del país, y en muchos casos
es causa de muerte de los trabajadores/as.
En esta industria los accidentes y las
enfermedades se cultivan parejos con los
salmones, y sin embargo, sólo el 35% de los
casos se informan a los organismos
competentes.
Por tener una forma artesanal de trabajar, y
exponer mucho su humanidad a los avatares
del mar, los buzos son los que tienen mayor
riesgo. Su faena la realizan en las jaulas, que
son balsas flotantes donde crecen, engordan
y se cosechan los salmones, en ambiente
confinado. La rutina de los buzos en estas
jaulas se le conoce como el «yo-yo», porque
es un subir y bajar intermitente, con breves
descansos entre una sumergida y otra, con
todos los riesgos que las sucesivas
descompresiones de aire pueden tener para
la salud. Además, son faenas que muchos
buzos hacen sin la debida capacitación y
conocimiento, con tecnología heterogénea,
no siempre segura, sin certificación de calidad
de aire y equipos, y en balsas que en muchos
casos tienen profundidad mayor a los 20
metros permitidos.
de los que existen ni siquiera cuentan con
agua potable.
En las plantas de procesamiento predomina
el trabajo de pié, con movimientos repetitivos
y en un medio frío y húmedo, lo cual trae
como consecuencia afecciones como
tendinitis, síndrome del hombro doloroso y
del túnel carpiano, entre otras, no todas
reconocidas como enfermedades profesionales. El siguiente cuadro nos muestra las
afecciones más frecuentes:
Causas
Porcentaje
Sobreesfuerzo
39%
Atrapamientos
13%
Golpes
12%
Cortes
11%
Movimientos repetitivos
Otros
8%
17%
Fuente: Asociación Chilena de Seguridad
Por tal razón la salmonicultura presenta
altos índices de infraccionalidad laboral. Se
le sanciona principalmente la carencia de
instrumentos de prevención de riesgos, la
inexistencia de comités paritarios, la falta
de información a los trabajadores, la
ausencia de reglamento interno, falencias
en el depar-tamento de prevención (cuando
existe), y hasta fallas de saneamiento
básico: faltan baños y vestidores, y algunos
Y en lo que tiene que ver con el derecho de
asociación y las libertades sindicales, hay que
decir que los empresarios siguen firmes en
su política antisindical. Ponen muchas
dificultades para la acción sindical y presionan
a los socios y socias de los sindicatos para
que se desafilien de éstos, ofreciendo
convenios colectivos paralelos al sindicato,
Trabajo
Decente
en América
Latina
ejercen presión para desaforar dirigentes y
judicializar las disputas laborales.
Mujeres jefas de hogar/porcentaje hogares
1990
2003
2006
Indigentes
22,5
25,3
51,3
Y con este esquema de subcontratación
laboral le dan un golpe de gracia a las
organizaciones sindicales. Hoy no sólo
dificultan y ponen trabas a la creación de
nuevos sindicatos, sino que los sindicatos ya
constituidos difícilmente logran mantenerse,
aun sin crecer. Con todo, la tasa de
sindicalización en la industria salmonera es
de 13,8%, casi 3 puntos superior a la media
nacional. En toda la industria hay 6.600
trabajadores sindicalizados.
Pobres no indigentes
15,9
24,1
34,3
Total de pobres
18,1
24,4
38,4
En el marco de la crisis ocasionada por el
virus ISA, y por efecto de la lucha sindical,
las empresas se han visto obligadas a
negociar condiciones de despido. Han
convocado a los sindicatos para acordar
montos en dinero y otros beneficios para
los afectados, que en algunos casos han
ido más allá de lo que la legislación obliga.
Y también lograron concertar con el
gobierno un plan de ayudas y subsidios
para cubrir 3.300 trabajadores/as cesantes,
por valor de 4 millones de dólares. Incluye
instrumentos y programas específicos que
tienen que ver con microemprendimiento,
capacitación para la reconversión laboral,
empleos de choque, entre otros.
Las mujeres,
las más expuestas
En la salmonicultura chilena es evidente la
brecha de género, la discriminación laboral
y salarial de la mujer, en todos los órdenes,
lo que tiene su correlato en la pobreza de los
hogares, que bordea la pobreza y la
indigencia, porque muchas de estas mujeres
son jefas de hogar. El siguiente cuadro
muestra la evolución de la pobreza entre las
mujeres en la región de Los Lagos, entre
1990 y el 2006. (ver cuadro arriba)
L a s m u j e r e s , q u e c o m o ya s e d i j o ,
representan más de la mitad de la fuerza
laboral, y son también las más vulnerables
a las enfermedades, las más propensas a
sufrir tendinitis, lumbagos, resfríos, cistitis,
alergias, hongos en los pies y estrés laboral,
todo por su permanente exposición a la
humedad y al frío, al ruido excesivo, a lo
repetitivo de la manipulación de los
productos y a la velocidad con que tienen
que hacerla.
A eso se suman las carencias e incomodidades sanitarias relacionadas con la falta
de servicios higiénicos en las jaulas, y los
malos tratos de los jefes, lo que aumenta su
nivel de estrés.
ME
DA PENA VER A MIS HIJOS CON SU CARITA MORADA POR EL FRÍO , PORQUE NO
TENGO NI GAS PARA COCINAR Y PARA LA ESTUFA », DICE
ELIZABETH . P ARA
SOBREVIVIR CUENTA CON UN BONO DE CESANTÍA MENSUAL POR VALOR INFERIOR AL
SALARIO MÍNIMO , QUE APENAS SÍ LE ALCANZA PARA PAGAR EL ARRIENDO Y QUE SÓLO
RECIBIRÁ POR DOS MESES MÁS .
Y
DEL DINERO QUE TENÍA AHORRADO ALEX YA NO LE QUEDA NADA.
SE
LO HA GASTADO EN
MANTENER A SU FAMILIA, QUE TIENE PERNOCTANDO TEMPORALMENTE EN CASA DE SU MADRE, EN
CONDICIONES DE VIDA MUY PRECARIAS.
Asimismo, su desprotección en el tema de
la maternidad es manifiesta. Las normas
de protección a la maternidad incluidas en
los artículos 194 a 208 del Código del
Trabajo, establecen un fuero maternal,
permisos, subsidios, sala cuna, entre otros
derechos. Pero las empresas les birlan esos
derechos. En algunas las mujeres
embarazadas son consideradas poco
productivas y se ocupan en tareas en las
que ganan menos. O las obligan a renunciar
o a disminuir su permiso maternal.
EN COMPAÑÍA DE OTRAS DESEMPLEADAS COMO ELLA,
OLGA RECORRIÓ MUCHOS LUGARES DE LA COSTA
AUSTRAL EN PLAN DE REBUSQUE, HASTA QUE POR FIN,
EN OCTUBRE, VINO A ENCONTRAR EMPLEO .
Olga, Alex y Elizabeth
Como quedó dicho, el virus ISA agudizó el
desempleo en la zona. Cada día son cientos
las personas que salen de sus hogares en
búsqueda de algún empleo, y regresan con
las manos vacías porque muchas empresas
han cerrado y los puestos de trabajo cada
vez son más escasos.
La salmonera noruega Marine Harvest fue
una de las más afectadas por el virus. En
julio de 2008 cerró la planta primaria Teupa,
de tal suerte que en diciembre de ese año
había despidió 1.580 operarios/as, entre ellos
Olga, Alex y Elizabeth.
Olga es jefa de hogar y tiene un hijo de 6
años y una hija de dos. Sobre su situación
dice: «A nosotros no nos habían dicho nada
de despidos, no esperábamos que pasara
una cosa así, no la veíamos venir ni nada.
Simplemente nos reunieron, nos informaron
sobre lo del virus ISA, y que la planta se
tenía que cerrar, y se cerró».
Salió de la empresa con un el dinero del
finiquito (la liquidación) que el sindicato
negoció. Después empezó a mandar hojas
de vida a varias empresas salmoneras y
pesqueras, sin éxito porque cientos de
personas estaban en las mismas: buscando
trabajo y gastándose en comida la plata del
finiquito, y sin poder acceder a las ayudas
que el gobierno estableció para los cesantes,
consistente en cajas con mercado. «Para
acceder a esas cajas —dice— hay que
inscribirse antes, y la lista de espera demora
dos meses».
En compañía de otras desempleadas como
ella, Olga recorrió muchos lugares de la
costa austral en plan de rebusque, hasta
que por fin, en octubre, vino a encontrar
empleo. La empleó una salmonera pequeña,
donde hace lo mismo que hacía en la
empresa anterior, pero gana mucho menos.
En Marine Harvest ganaba dos salarios
mínimos, ahora cuando mucho gana poco
más del salario mínimo, que no le alcanza
para alimentar a sus dos pequeños hijos.
ALEX,
JOVEN CHILOTE, CASADO Y PADRE DE DOS
PEQUEÑOS DE
5
Y
7
AÑOS, DESDE LOS
16
AÑOS
COMENZÓ A TRABAJAR EN LA INDUSTRIA SALMONERA,
PRIMERO COMO OPERARIO Y LUEGO COMO MONITOR.
Además, en su nuevo empleo no tiene
ninguna seguridad ni posibilidad de hacer
planes, porque la contratan mes a mes. No
sabe entonces si en el próximo mes la
contratan o no. «Ahora no sé, el futuro se ve
oscuro aquí, porque se dicen tantas cosas:
que si va a haber más despidos, que si otras
plantas van a cerrar… ya no se sabe», dice.
Elizabeth, también jefa de hogar y madre
de tres hijos, lleva tres meses de cesante.
«No tengo nadie que me apoye y ya no sé
dónde más moverme. Me da pena ver a mis
hijos con su carita morada por el frío, porque
no tengo ni gas para cocinar y para la
estufa», dice. Para sobrevivir cuenta con
un bono de cesantía mensual por valor
inferior al salario mínimo, que apenas sí le
alcanza para pagar el arriendo y que sólo
recibirá por dos meses más.
Cuando la despidieron de Marine Harvest se
fue a buscar empleo a la salmonera
Multiexport, donde, empero, no le fue bien.
Le pidieron hacer turnos de día y de noche,
algo que ella no puede hacer porque
significaría dejar solos a sus tres pequeños
hijos, y ella es madre soltera. Pero también
le ha sido difícil encontrar empleo porque su
nombre circuló entre distintas empresas con
la glosa de «trabajadora conflictiva». Esta
glosa se la ganó por haber concedido
entrevistas a la prensa en las que denunció
las pésimas condiciones de trabajo en las
salmoneras.
Lo irónico de todo esto —dice Elizabeth— es
que ella no es mujer perezosa ni menos
incompetente: «Lo que me manden a hacer,
yo lo hago. Soy capaz de trabajar en filetes,
packing, viscerado, en todos lados. Eso lo sé
hacer muy bien porque trabajé nueve años
en Chinquihue», anota.
Alex, joven chilote, casado y padre de dos
pequeños de 5 y 7 años, desde los 16 años
comenzó a trabajar en la industria salmonera,
primero como operario y luego como monitor.
La vida no ha sido fácil en estos últimos
meses, porque está prácticamente cesante.
Sólo ha logrado conseguir empleos por días,
pequeños oficios en el muelle. Y del dinero
que tenía ahorrado ya no le queda nada. Se
lo ha gastado en mantener a su familia, que
tiene pernoctando temporalmente en casa
de su madre, en condiciones de vida muy
precarias.
«Uno cuando va a comprar a los negocios se
da cuenta de que ya no se lleva la misma
cantidad de cosas que llevaba tiempo atrás»,
dice, mientras crece su angustia por
encontrar un trabajo estable.
Serie Reportajes:
Trabajo Decente en América Latina
Salmoneros chilenos ganan millones
A costa de explotar al trabajador
y degradar el medio ambiente
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Ricardo Aricapa
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Mayo 2009
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Juan Carlos Vargas
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