Piratas, Corsarios, Bucaneros y Filibusteros Si bien a unos y otros: Piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros, podríamos encuadrarlos como ladrones o asaltantes del mar. La diferencia entre los distintos términos se hace notable e intentaré explicarla: El pirata era una persona que robaba o asalta barcos sin discriminar ningún tipo de pabellón nacional o bandera, por el simple hecho de enriquecimiento propio. Tal vez empujados por la necesidad al principio y por un afán de enriquecerse más tarde. En definitiva un vulgar ladrón de mar, muchas veces sanguinario. En la piratería se enrolaban gentes de condición social baja, necesitados, delincuentes o desertores, entre otros. Estas carencias, necesidades o problemas sociales empujaban a que estas gentes se convirtiesen en piratas. Y posteriormente el afán de lucro a permanecer como tales Entre los más famosos cabe destacar a, Henry Morgan, Edward Teach (Barbanegra), William Kidd, ó John Rackmam (Calico Jack) ó incluso mujeres como Anne Bonny ó Mary Read Los piratas, en contra de lo que se cree, no tenían la costumbre de enterrar sus botines o tesoros sino que una vez obtenidos se los repartían de acuerdo a sus propias normas que más o menos tenían que ver con la categoría que ocupaban en el barco y el ardor o valor puesto en la lucha por conseguirlos. Castigos como el pasar a un hombre por la borda o el abandono del mismo en una pequeña isla desierta se hicieron famosos en su conducta. No dependían de nadie, ni daban cuentas a nadie. Eran perseguidos por todos aquellos países cuyos barcos habían sido objeto de su ataque o saqueo. Expertos en la lucha cuerpo a cuerpo que aprovechando su superioridad numérica no dudaban en destruir con sus cañones la superficie vélica de su presa para reducir su posibilidad de maniobra y seguidamente abordarla, conocedores de que estos barcos mercantes iban tripulados por un menor número de hombres, además de no estar acostumbrados a la batalla. Estos barcos comúnmente conocidos por una bandera con dos huesos cruzados y una calavera blanca sobre fondo negro, no era la única bandera que enarbolaban, pues existían múltiples banderas que identificaban al Capitán que gobernaba la embarcación que la exhibía. El Corsario, sin embargo era lo que hoy en día entenderíamos como un mercenario a quien un país reconocido le da carta blanca para realizar una acción ofensiva en beneficio propio, pagándole sus servicios. En definitiva era un marino profesional contratado y financiado por un estado para causar daños en la economía de otro país o en sus posesiones. El corsario a diferencia del pirata obedecía a quien le daba esta “patente de corso” para desarrollar sus fechorías. Era un “pirata” al servicio de un país determinado. Y por tanto debía rendir cuentas a quien le había contratado. Sus buques estaban construidos y armados por el propio país “patrocinador” aunque, como es evidente, no exhibían su bandera. Pero sí utilizaban los puertos del país a cuyo interés trabajaban como puerto seguro para sus barcos. Estos barcos corsarios tenían por costumbre enarbolar la misma bandera del barco objetivo de su presa, con el fin de ganarse su confianza y poder aproximarse mediante el engaño. Corsarios conocidos fueron John Hawkins y Francis Drake al servicio de la corona británica ó Robert Surcouf al servicio francés ó el famoso corsario americano Jhon Paul Jones. Los Bucaneros propiamente americanos y principalmente ubicados en la Isla de La Española actualmente Haití, se les conocía por este término a los cazadores de animales asilvestrados (cerdos, vacas, etc..) que objeto de su abandono estaban a disposición de quien les diera caza. Estos bucaneros comercializaban la piel y la carne obtenida de sus cacerías, entre otros, con piratas y corsarios a quienes intercambiaban su carne por objetos valiosos para ellos, como telas, armas, pólvora etc. No tenían morada fija y deambulaban en fin de sus propósitos. Con el tiempo llegaron a emprender acciones propias de la piratería de la época. Conociéndoseles por aquel entones como filibusteros, nombre empleado con los piratas que actuaban en la zona de las Antillas. Llegaron a formar una comunidad denominada La Hermandad de la Costa, siendo la Isla de la Tortuga su refugio preferido. Los filibusteros, al igual que los corsarios fueron sagazmente empleados por diversos países europeos en su pretensión colonialista, dándoles el refugio, la cobertura y la ayuda necesaria para sus propósitos de expansión en la nueva América. Intentar describir episodios de unos u otros, narrar sus biografías, contar mil una historia y a la vez mantener intacta su memoria. Nos obliga a realizar una aleación entre la historia y la leyenda que sea capaz de reflejar episodios reales con otros, fruto de la imaginación de lo que nadie tiene la certeza de poder acreditar documentalmente o simplemente es producto de su imaginación o creencia. Quizás ahí radique el secreto, hasta nuestros días, del interés por estos temas