El sí de las niñas A) El sí de las niñas, es la obra más conocida del siglo XVIII y la más sobresaliente de su autor. Fue estrenada el 24 de enero de 1806 aunque parece que su autor, Moratín, la tenía escrita desde 1801. Moratín es un autor polifacético tanto por los temas que trata como por los géneros que cultiva. Como poeta escribe Sátira contra los vicios introducidos en la lírica castellana tema que volverá a tratar en prosa en La derrota de pedantes. Destacó más como autor dramático aunque solo escribió cinco comedias (El viejo y la niña, el sí de las niñas, La mojigata, La comedia nueva y El barón). Creó la nueva fórmula teatral de la comedia moratiniana. La obra conecta con el período literario (Ilustración) por su carácter didáctico – refleja un mensaje que hace reflexionar y educa- y por su carácter estético –realiza una crítica pero no demasiado desmesurada de las familias y sociedad de su tiempo-. También la Ilustración influye en el autor que, además del afán didáctico que muestra, emplea en todo los dictados de la razón. El tema de la obra es concertar matrimonios desiguales por interés económico (casar jovencitas con ancianos). Está ligado al respeto desmesurado de las autoridades o normas establecidas (reflejado en la frase “a una niña no le es lícito decir con ingenuidad lo que siente”). Se refuerza al tiempo con el título (el sí de las niñas) que alude a los síes falsos de las jóvenes a los matrimonios impuestos por obligación familiar. En cuanto a los personajes, destaca Don Diego que es el protagonista, casi sexagenario y un verdadero ilustrado. Sus diálogos son creíbles y razonables. Sabe escuchar y eso le hace ser respetado. Conoce a Paquita mejor que su madre. Doña Irene es irreflexiva, ridícula, no sabe escuchar y no conoce a su hija. Doña Paquita es joven e infantil por la educación que ha recibido en el convento, es incapaz de expresar sus sentimientos y es sumisa ante su madre. Don Carlos es apasionado y destaca su valor de soldado frente a la timidez con su tío. Recobra la valentía cuando expresa sus sentimientos de amor hacia Doña Paquita. En este cuadro de personajes Moratín refleja el de toda la España de la época; se rigen por el decoro y el buen gusto aunque son incapaces de expresar sus sentimientos (a no ser que estén al límite). En cuanto al espacio se desarrolla siempre en el mismo lugar-una posada de Alcalá de Henareslo que al final asfixia a sus personajes. En el tiempo, la historia se desarrolla por la noche lo que resta verosimilitud pero permite así un juego de luz que está acorde con el conflicto, por la noche se agrava mientras que la solución llega con la luz del día. La acción es única y simple por su carácter didáctico. En cuanto al estilo se debe destacar que esté escrita en prosa y que enganche de forma más con el lector (el teatro barroco estaba escrito en verso). Destacan los leísmos y las ironías propias de Moratín (como por ejemplo “aunque no la ha visto desde que la tuvo en la pila, la quiere muchísimo”). B) El sí de las niñas es una obra en la que Moratín emplea la fórmula teatral conocida como comedia moratiniana. Fue estrenada en 1806 y pertenece al movimiento ideológico y literario de la Ilustración lo que explica su carácter didáctico y crítico. Además de esta obra escribe otras cuatro El viejo y la niña, La mojigata, La comedia nueva y El barón. Como poeta se escribe Sátira contra los vicios introducidos en la lírica castellana tema que volverá a tratar en prosa con La derrota de pedantes. En ellas defiende la idea de que la literatura ha de ser un medio de enseñanza pública y para ello debe educar deleitando. En esta comedia hace suya la voz del personaje de Don Diego y, a través de sus razonamientos apoyados en la autoridad del personaje, su sentido común y la experiencia de los años transmite una opinión que también aparece en el título: la crítica a los matrimonios desiguales y concertados de la época como consecuencia de una educación basada en la obediencia ciega a los superiores. Con sus argumentos, don Diego, prototipo de hombre ilustrado, logra que prevalezca la sinceridad por encima del autoritarismo de doña Irene (es hija obediente y jamás se apartará de lo que determine su madre ). Por otro lado Paquita, su hija, muestra una sumisión excesiva sin cuestionar nada más ( porque en todo lo que me mande la obedeceré). Don Carlos, el joven del que ella está enamorada, refleja un brusco cambio de actitud: es apasionado y valiente ante Paquita y obediente y sumiso ante su tío, don Diego. En cuanto al estilo respeta las unidades aristotélicas: se desarrolla en una posada de Alcalá de Henares, no excede las veinticuatro horas, la acción es única lo que permite una mayor concentración del público en aquello que pretende criticar. También facilita la comprensión el hecho de que esté en prosa. Son numerosos los laísmos ( buenas cosas la dije) y las ironías que suavizan el carácter crítico de la obra. C) El sí de las niñas es una obra de L.F. de Moratín. Es uno de los representantes más destacados del teatro del siglo XVIII. La época en la que vive influye en su obra que adquiere un carácter didáctico y crítico, busca aleccionar y no conmover ( A esto es a lo que se llama enseñar bien a una niña, enseñarle a que obedezca: su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna). Respeta las unidades clásicas y escribe guiado por la razón. La crítica social es necesaria pero en ningún caso desmedida o poco amable. Otros títulos de su producción son: Sátira contra los vicios introducidos en la lírica castellana tema que volverá a tratar en prosa en La derrota de pedantes. Destacó más como autor dramático aunque solo escribió cinco comedias (El viejo y la niña, el sí de las niñas, La mojigata, La comedia nueva y El barón). La sinceridad del título contrasta con la falsedad del tema central: el respeto extremo hacia la autoridad por parte de la niñas a las que enseñan a disimular ( educación que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo). La escasez de personajes – a diferencia del teatro barroco- facilita la unidad de acción y, al mismo tiempo, constituye un reflejo de los comportamientos y creencias de la época. Doña Paquita es coqueta, sumisa, obediente por la educación que ha recibido. Se muestra distante con su madre (que la Paquita nunca se alejará de usted ni le dará disgustos ). Don Carlos es valiente y firme al mostrar su amor por ella pero se empequeñece ante su tío. Al confesar su amor por ella recupera su valor. Don Diego es la autoridad que resuelve el conflicto y sobre el que se sostiene la obra. Es un hombre de buena posición que ve el matrimonio como una solución a la soledad. Destaca su sentido común, es un hombre ilustrado ( que en estas materias tan delicadas los padres con juicio, no manden). Doña Irene es charlatana y egoísta, no sabe escuchar y no conoce a su hija ( son niñas no saben lo que quieren ni lo que aborrecen). Moratín descarga toda su crítica contra ella. En cuanto al estilo, el autor respeta la regla de las tres unidades. La obra transcurre entre las siete de la tarde y las cinco de la mañana; concentra la trama en el anochecer que de ese modo tiene un carácter simbólico aunque pierde verosimilitud. Está situada en una posada de Alcalá de Henares y tiene una sola acción. Destacan los diálogos siempre didácticos de don Diego, el empleo de la prosa que facilita la comprensión de la obra y logra más eficacia en la crítica. Hay frecuentes laísmos ( buenas cosas la dije) y alguna ironía que arranca la sonrisa del espectador (que aunque no he vuelto a ver desde que la tuvo en la pila, la quiere muchísimo ) D) Leandro Fernández de Moratín, escritor neoclásico, es un gran innovador de su tiempo. En “El sí de las niñas”, su obra más conocida, rompe una lanza a favor del amor verdadero. En su época (S. XVIII), los matrimonios no entendían de sentimientos, sino que eran simplemente una imposición familiar. De aquí viene el drama de esta obra. Moratín, aparte de crear un libro de gran calidad literaria, intenta hacer pensar, moralizar… lanzar un mensaje lleno de sentido y absolutamente necesario en su contexto cronológico y social. “El sí de las niñas” puede considerarse, en cierto modo, como una biografía del propio Moratín. Y es que a él mismo, cuando era un muchacho, le tocó vivir un caso muy parecido al relatado en el libro. Así, de joven se enamoró de Sabina Conti, la cual tuvo que contraer matrimonio con su primo hermano, el autor Gianbattistta Conti, que rondaba la cuarentena. Esta vivencia, que indudablemente marcó a Moratín está muy bien desarrollada en “El sí de las niñas” y en “El viejo y la niña”. Hombre de vasta cultura, Leandro Fernández de Moratín, fue un polifacético autor que se atrevió con varios géneros. Así, escribía poesía, prosa y ante todo, teatro. Con la comedia: “El sí de las niñas” Moratín quiere, sobre todo, educar. Para ello hace una fuerte crítica a las familias que se mueven por interés, así como a los jóvenes que aceptan el matrimonio para lograr la estabilidad económica deseada. En cuanto al contexto, tras el esplendor y la expresividad del teatro Barroco del siglo XVII se instala una nueva concepción artística, caracterizada por la contención. Se trata del Neoclasicismo del siglo XVIII. Así, el teatro neoclásico, haciendo honor a su nombre, se ajusta a las normas clásicas. Una de éstas, muy relevante, es la observación de la regla de las tres unidades: de tiempo, de acción y de lugar. Con respecto a la localización espacial, los hechos ocurren en un lugar concreto, en una posada de Alcalá de Henares. Dentro de esta posada, la acción se concentra en una sala de paso, en el primer piso. Se trata de un lugar espacioso, que consta de una escalera para bajar al piso de abajo. Y aunque casi todo ocurra en este lugar, la verdad es que se hacen referencias continuas a otros sitios y a anécdotas ocurridas allí como son los lugares de procedencia de los protagonistas. La localización temporal puede ser considerada como lineal. Todo empieza un día a las siete de la tarde y termina a las cinco de la mañana del día siguiente. Sin embargo, hay algún que otro flashback. Algunas retrospecciones, saltos al pasado, que sin duda, enriquecen la obra. Ejemplo de ello es, cuando el acto tercero, don Carlos cuenta cómo, cuándo y dónde conoció a Paquita. El tema que toca Moratín está muy en la línea de la mentalidad de entonces. Y es que retrata una de las tribulaciones de finales del siglo XVIII que es el extremo respeto que hay hacia la autoridad y las normas establecidas. También está el tópico del amor verdadero, en contraposición al amor interesado. Se cuestiona además el papel de la mujer en la sociedad. De hecho, en los artículos de prensa se expone el rol de la mujer en la familia, el acceso que tiene a la formación. Todo ello se exhibe en un momento histórico, el 23 de marzo de 1776 cuando Carlos III obliga a los hijos menores de 25 años a aceptar la decisión paterna sobre el hecho de casarse. El estilo de Moratín tiene el poder de arrancarnos una sonrisa en más de una ocasión. El autor saca a veces su lado más cómico, aunque eso sí, si dejar de penetrar en los problemas más controvertidos de la época. El lenguaje se puede calificar de moderno, ya que tampoco dista mucho del castellano actual y se entiende todo sin ningún problema. Además éste tiene una fuerza dramática muy considerable. Luego, cada personaje tiene su propia habla, quedando de ese modo caracterizado. E) El sí de las niñas es la más popular de las cinco comedias que escribió Leandro Fernández de Moratín, autor también de poesía (Sátira contra los vicios introducidos en la poesía castellana) y de prosa no teatral (La derrota de los pedantes). La obra, estrenada en 1806, es el máximo exponente de teatro neoclásico español del SXVIII. Conecta con el periodo literario por el afán didáctico (don Diego, que en realidad representa a Moratín, actúa guiado por la prudencia y la sensatez) y por el claro propósito crítico y reformista: censura la costumbre social extendida en aquella época de los matrimonios desiguales, y la educación femenina, que enseña a las niñas a acatar la autoridad de las madres (don Diego ironiza al decir: “Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte sus pasiones”) Por otra parte, otras muchas razones hacen que esta comedia moratiniana ejemplifique el panorama social del SXVIII: referencias a bailes típicos (contradanza), órdenes militares como la de don Félix (la Orden de Alcántara), libros de moda en la época (Orlando el furioso de Ariosto o El Quijote de Cervantes), ropa (mantillas y basquiñas) y modos de transporte (coche de colleras). En cuanto al estilo, la obra cumple con los preceptos neoclásicos: la unidad de lugar (Posada de Alcalá de Henares) permite desenredar una sola acción basada en la coincidencia de los personajes en un mismo sitio, y la unidad de tiempo, diez horas desde un atardecer al amanecer del día siguiente, donde la llegada simbólica de la luz del día trae consigo la claridad de la razón y el desenlace armonioso (como dice Rita. “voy a traer luces”; o la acotación que anuncia la salida del sol cuando doña Francisca le confiesa a don Diego su amor a otro hombre). Los diálogos de los personajes, en los que encontramos leísmos (“la es lícito”, “la dije”), términos coloquiales (boquirrubio), expresiones en desuso (“no tengo pío”) y fórmulas de tratamiento (“su sobrino de usted”), nos permiten conocer los antecedentes de la acción. Al contrario que en el Siglo de Oro, la obra está escrita en prosa y escasean los monólogos, siendo el único el de don Diego, en el que resume el tema principal de la obra.