Marianelly Hughes

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ABSTRACT
MONARCAS, TIRANOS Y TIRANICIDIOS: LA IDEOLOGÍA DE JUAN DE MARIANA EN
LA OBRA DE LOPE DE VEGA
By Marianelly Hughes
The Spanish society of the 17th century was rigorously stratified. T h e people‟s actions and
interactions were perfectly regulated. On top of the social pyramid was the king, who conserved
the peace, legality and justice. He was surrounded by people with his same qualities to avoid
falling into sins and to achieve a government based on reason, justice, and benevolence. Some
thinkers such as Mariana, believed that the king could fall into temptations and become a tyrant.
Mariana describes the monarch that should be considered worthy of the crown, as well as the one
considered a tyrant. He mentions what people could do to legally kill a tyrant after fulfilling a
series of requisites. M ariana‟s political ideas are the them e of L op e‟s peasant trilogy. This lets
the reader judge the behavior of the villagers as murderers who are motivated by personal
reasons to kill a tyrant without following the necessary process.
MONARCAS, TIRANOS Y TIRANICIDIOS: LA IDEOLOGÍA DE JUAN DE
MARIANA EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA
A Thesis
Submitted to the
Faculty of Miami University
in partial fulfillment of
the requirements for the degree of
Masters of Arts
Department of Spanish and Portuguese
by
Marianelly Hughes
Miami University
Oxford, Ohio
2006
Advisor: ____________________
Antonio Sánchez Jiménez, Ph. D.
Reader: ___________________
Darcy Donahue, Ph. D.
Reader: ___________________
Patricia Klingenberg, Ph. D.
Tabla de contenido
Capítulo uno: Introducción
1
Capítulo dos: La crítica
8
2.1. Peribáñez y el Comendador de Ocaña
8
2.2. El mejor alcalde, el rey
12
2.3. Fuente Ovejuna
14
Capítulo tres: Lope de Vega y el padre Juan de Mariana
29
Capítulo cuatro: Fuente Ovejuna
35
Capítulo cinco: El mejor alcalde, el rey
55
Capítulo seis: Peribáñez y el Comendador de Ocaña
73
Conclusión
91
Obras citadas
95
ii
DEDICATION
I dedicate this thesis to:
My mother: Martha
My husband: Jamie
My sisters: Martha and Amy
My brothers: Alberto, Luis and Benji
My niece and nephew: Fernanda and Diego
My mother-in-law: Carol
My grandmother: Isabel (RIP)
For your support, and love, thank you.
Dedico esta tesis a mi madre: Martha
A mi esposo: Jaime
A mis hermanas: Martha y Amy
A mis hermanos: Alberto, Luis y Benji
A mis sobrinos: Fernanda y Diego
A mi suegra: Carol
A mi abuelita: Isabel (RIP)
Muchas gracias a todos por su apoyo y su comprensión.
Por estar siempre conmigo, por su paciencia y su amor, mil gracias.
iii
ACKNOWLEDMENTS
It has been a great pleasure to spend the past two years with the faculty, staff, and
students of Miami University. All of my professors have shared with me not only their academic
knowledge, but life lessons as well. They have helped me to become a stronger person and have
given me the tools to pursue my interests and improve my knowledge.
I would like to thank all the people in the Department of Spanish and Portuguese, without
your help I would not have accomplished this important goal in my life.
To my director, Professor Antonio Sánchez Jiménez, thank you for sharing with me all
your knowledge and for always helping me get through the tough times when I was struggling.
To my readers, Professor Darcy Donahue and Patricia Klingenberg, thank you for your
advice and support.
To Dr. Charles Ganelin, Chair of the Department, for being always there, for being my
mentor, and always believing in me.
To Dr. José Domínguez, for teaching m e that “así es la vida”, and that whenever there is
an obstacle: “al toro”.
To Dr. Marisol del Teso Craviotto, for your advises, support and knowledge.
To Dr. Ken Wireback, whose great knowledge in Linguistics and patience helped me to
improve my knowledge of my language and to un derstand that ev erything is about “actitudes”.
To Dr. Michael Ferreira, for your kind words, and for always believing in me.
To Dr. Ramón Layera, for giving me the oppo rtunity to w ork w ith U sigli‟s collection and
for sharing his knowledge and love for literature.
To Dr. Raúl Ianes, for sharing his great knowledge and culture.
To Dr. Jennifer Rains, for your kind words and advice.
iv
To Dr. María Álvarez, whose kindness and advice helped me to get up and keep going
every time I thought I was going to give up.
To Dr. Mario Ortiz, whose love for the profession sparked my interest for literature.
To Ken, thank you for you help and advice.
To my colleague students, particularly Marylène, Teresa, and Amanda, who were with
me and offered me their friendship since my very first day at Miami University.
v
Capítulo uno
Introducción
La sociedad española del siglo XVII estaba estratificada rigurosamente en distintos
niveles sociales, cada uno de los cuales tenían funciones específicas en la comunidad, estando
perfectamente reglamentadas sus acciones, así como el tipo y grado de interacción que debía
existir tanto entre los miembros de una misma clase, como entre los distintos estratos sociales. El
marco social del periodo de Lope de Vega Carpio tenía sus raíces en de la época medieval,
“durante la cual se p ensaba que a cada individuo adscrito a una clase co rrespondían unas
funciones, una posición e, incluso, unas determ inadas virtudes” (M arín 17).
En la cúspide de la pirámide social se encontraba el rey, quien no era considerado por
muchos como un enviado directo de Dios. A pesar de lo anterior, se creía que la monarquía era
necesaria para conservar la paz, la legalidad y la justicia. Los reyes, como señala el padre Juan de
Mariana, aún eran considerados como los mejores ciudadanos, que debían de rodearse de
personas con sus mismas cualidades, para evitar caer en la codicia y lograr un gobierno basado
razón, la justicia, la benevolencia, y en el amor a los súbditos, “procurando que vivan bajo su
gobierno con la m ayo r felicidad posible” (M ariana 59).
La clase noble estaba compuesta de tres grandes grupos: la nobleza alta, la nobleza media
y la nobleza menor. Los miembros de la nobleza alta eran los que tenían un título (duque,
marqués, conde, etc.), y quienes poseían grandes riquezas. Los de la nobleza media no contaban
con título ni con riquezas extremas, a este grupo pertenecían los comendadores y todos aquéllos
miembros de las distintas órdenes. Por último, los de la nobleza menor tenían recursos
económicos muy limitados, varios de ellos vivían del ejercicio de las armas. Los dos primeros
grupos tenían bajo su mandato a un grupo de súbditos, a los que debían proteger y gobernar de la
misma manera que el rey lo hacía con sus vasallos, es decir, con justicia y benevolencia.
El rey, de acuerdo con lo que señala el padre Mariana1, debe ser una persona “hum ilde,
tratable, accesible, am igo de vivir bajo el m ism o derecho d e sus con ciudadanos” (55). Asimismo,
el monarca debe ser templado al ejercer el poder, siendo severo con todos aquéllos que violenten
contra la vida y bienestar de sus semejantes. En todo momento, el soberano debe atender a toda
persona que n ecesite de su ayud a y su justicia, sin ex cluir de su palacio “al pobre ni al
1
Más adelante se hablará más a fondo sobre la vida y obra del padre Juan de Mariana.
1
desam parado” (55 ). Con lo anterior, podemos concluir que los aristócratas que tenían bajo su
poder distintas tierras y, por lo tanto, contaban con súbditos y debían seguir las mismas reglas de
gobierno que Mariana señala como propias de un buen monarca.
De igual manera, los reyes tenían la responsabilidad de interpretar la ley basados en el
honor, las obligaciones feudales y los derechos po líticos, por lo que “the king‟s capacity for
equitable judgment reveals his personal character and exposes the conditions under which power
is ex changed in his realm ” (R upp 33). En esta misma línea de ideas y de acuerdo con lo señalado
por Stephen Rupp, un monarca verdadero es aquél que tiene la capacidad de proveer justicia e
inspirarla a los demás. Un soberano digno de su cargo cumple con todas las leyes que ha
impuesto a sus vasallos. Un rey desencaminado tolera lo injusto y la conducta deshonrosa,
estableciendo un modelo para que surja la tiranía. Un tirano proviene del desconocimiento de la
ley. Siguiendo la idea del buen rey, Malveena McKendrick, también menciona los requisitos que
un monarca debía cubrir para ser considerado apto, siendo las principales el ser justo, activo,
accesible, y alguien que busque el consejo del sabio sin renunciar a su gobierno (22). De la
misma forma, menciona que a pesar que los reyes ya no eran considerados divinos, debían evitar
parecer sim ples hum anos: “K ings m ust not be seen to be the m en they are” (25).
De esta manera, autores de la época de Lope, como el padre Mariana, también se
preocupan por establecer las acciones que distinguen a un monarca de un déspota, así como el
castigo que éste merece por sus acciones y por el incumplimiento del servicio que debe prestar a
sus súbditos. Un tirano es considerado por Mariana com o un hom bre “d esconfiado, m edroso,
amigo de aterrar con el aparato de su fuerza y su fortuna, con la severidad de las costumbres, con
la crueldad d e los juicios dictados por sus san grien tos tribunales” (55), es un hombre ególatra,
que sólo piensa en satisfacer sus deseos. Asimismo, los dictadores, para poder mantener y
acrecentar su poder, “ago tan los tesoros de los particulares, im ponen todos los días nuevos
tributos siem bran la discordia entre los ciudadano s” (60), adem ás de creer ser inmunes a las leyes,
abusando de las mujeres y matando a los hombres buenos y virtuosos.
Debido al peligro que corren los súbditos al vivir bajo el gobierno de un autócrata y al
hecho de qu e este m al go bernante es considerado com o “una bestia fiera y cruel, que adonde
quiera que vaya, lo devasta, lo saquea, lo incendia todo, haciendo terribles estragos en todas
partes con las uñ as, con los dientes, con la punta d e sus astas” (M arian a 69), los vasallos tienen
derecho de llamar a la legalidad al rey. Los pueblos oprimidos por un tirano, deben, según el
2
Mariana, en primer lugar, hacer una reunión pública en la que se le exija al soberano que actúe
dentro del derecho, de no aceptar el monarca y “si así lo ex igieran las circun stancias, sin que de
otro modo fuese posible salvar la patria, matar a hierro al príncipe como enemigo público y
matarle por el mismo derecho de defensa, por la autoridad propia del pueblo, más legítima
siem pre y m ejor que la d el rey tirano ” (70).
Todas estas ideas del padre Mariana entran en el contexto de un speculum principis, es
decir, de un espejo, modelo o manual de príncipes. De acuerdo con Angelo Di Salvo, durante los
siglos XVI y XVII en España se crean diversos tratados políticos llamados speculum principis.
Estos manuales, según los escritores de la época, son considerados “guías, relo jes, espejos,
adverten cias o consejos” (43) para que los m onarcas gob iernen de la mejor manera posible.
Dichos modelos incluyen preceptos y reglas con las cuales se pretende instruir a los príncipes y
prepararlos para heredar el trono. Asimismo, contienen “preceptos éticos-morales, comentarios
sobre la paz, la guerra y la justicia” (43), d estacan do la im portancia de las virtudes teologales y
cardinales para un buen gobierno. Las ideas de Mariana, al pertenecer a este tipo de tratados
idealizantes, conforman un manual de cómo debería ser la sociedad de su tiempo y de lo que no
correspondía a las acciones de un mandatario perfecto.
El tema del monarca ideal, del tirano y del tiranicidio, es tratado en varias de las obras de
Lope, entre las que destacan Fuente Ovejuna, Peribáñez y el comendador de Ocaña, y El mejor
alcalde, el rey, llevando a la representación teatral los ideales de comportamiento político de
Mariana. El propósito de nuestro trabajo es analizar los diferentes episodios en que se presentan
los distintos pasos a seguir para llegar a un tiranicidio que pueda ser considerado como legal en
la época del Fénix, así como las características que debe poseer un soberano para ser considerado
tirano. Examinando estos pasajes se establecerá la función que las ideas del padre Mariana tienen
en la obra y, posteriormente, se decidirá la finalidad social que las mismas pudieron haber tenido
en las Comedias del Fénix. La hipótesis de este trabajo es que Lope sigue las ideas de Mariana a
la hora de crear sus opresores y las respuestas a ellos. Además, esas ideas permiten al lector
juzgar el comportamiento de los villanos, que operan como homicidas (siguen motivos
personales, no siguen la legalidad ni el proceso del tiranicidio honesto), y no como tiranicidas.
Lo anterior permite alcanzar una nueva interpretación de estas obras.
3
Capítulo dos
La crítica
2.1. Peribáñez y el Comendador de Ocaña
Con respecto a Peribáñez y el comendador de Ocaña, la crítica ha tratado distintos temas
que sobresalen en esta obra de Lope, por lo que se le va a dividir en distintos grupos. El primero
de los grupos al que se va a hacer referencia en el presente trabajo es el de los estudiosos que han
utilizado la semiótica para analizar la obra del Fénix. Esta teoría consiste en la creencia de que en
el lenguaje está conformado por signos que constan de significados y significantes, los cuales
son decodificados por los lectores. Cada uno de los críticos que se mencionan en este grupo, han
hecho una decodificación de dichos símbolos e interpretado lo que, para cada uno de ellos, quiso
decir Lope en su obra.
Uno de los autores que han recurrido a la semiótica para interpretar Peribáñez y el
comendador de Ocaña, es Victor Dixon. Este crítico menciona que el Fénix utiliza diversos
símbolos para enviar mensajes morales al espectador. Uno de signos que destaca Dixon es el del
toro, debido a que esta im agen “stands, surely, for sexual desire, and particularly for the guilty
passion w hich overw h elm s don F abrique” (11). Asimismo, ese símbolo hace recordar al lector
que el comendador, no sólo es el “villano”, sino también es la víctima de su deseo erótico. Por
otro lado, Dixon menciona el cultivo del maíz como un signo de la unión matrimonial de
Peribáñez y Casilda. Además, para este crítico los símbolos celestiales de la procesión son ponen
al amor como una religión, mostrando el endiosamiento que don Fabrique hace de la villana.
Dixon concluye diciendo que mediante este tipo de simbolismo, Lope presenta las diferentes
actitudes de los protagonistas con respecto a las clases sociales que representan.
Otro crítico que utiliza la semiótica para llevar a cabo el análisis de la obra del Fénix es
Ciriaco Morón Arroyo. Morón señala que un signo que ha sido, hasta cierto punto, ignorado por
la crítica, es el retrato, el cual “ex plica todo el pro ceso… de la ob ra y ex plica las acciones
anteriores d el C om endad or” (87). Para Morón, el retrato es un signo desde el cual se hacen
lógicas las acciones y decisiones de la obra de Lope. Dichas acciones las resume en tres
encuentros, siendo la primera la caída del Comendador al principio de la obra, que anticipan la
tragedia; la segunda la entrada de don Fabrique a la casa de Casilda, donde las sospechas de
Peribáñez se vuelven tangibles; y, el tercero, cuando el villano se da cuenta de “los trucos del
4
C om endador y sus alcah uetes” (88). Estos encuentros se reflejan en el retrato, debido a que, de
acuerdo con Morón, al final todo es triste y considera un objeto.
Dentro del grupo de los estudiosos de la semiótica también se puede encontrar a Juan
José García. Este estudioso señala que en Peribáñez y en Fuente Ovejuna, se enfrentan “dos
mundos distintos, dos visiones de la vida, la bucólica y la cortesana, con valores vitales
contrapuestos” (284). E stos dos m undos y sus barreras se expresan de manera simbólica, por lo
que se pueden apreciar en objetos físicos tales como la puerta que se encuentra entre Casilda y el
C om endador. T anto villanos com o nobles, se iden tifican con su “yo ”, que representa su oficio y
su posición social, la cual deben resp etar. D e acu erdo con G arcía, po r m edio del uso del “yo” y
de las barreras, el Fénix logra que los individuos o pueblo, se afirmen solos y reflejen su lugar en
la sociedad.
Otros críticos, como John Bryans, han utilizado la idea del simbolismo aplicado a
conceptos que Lope utiliza en Peribáñez, tales como discreción y providencia. Mediante el uso
de estas palab ras, según B ryans, la intención de L ope es “to make a simple distinction between
the C om endador‟s condu ct and that of P eribáñ ez” (122). La discreción del villano es lo que le
sirve para vencer sus emociones y poder llevar a cabo su plan de asesinar al Comendador. Esta
discreción, al final, no es compatible con las ideas de moralidad religiosa, debido al crimen que
Peribáñez comete, aunque al mismo tiempo surge la duda con respecto a su heroísmo para evitar
la violación de su m ujer, por lo que “P eribáñ ez‟s situation is a difficult moral case” (127).
Asimismo, la providencia en esta obra también es ambigua, porque aunque parezca que ayuda a
un hombre que actuó para salvar a su mujer, no se puede justificar el homicidio de Inés y Luján.
El final de la obra de Lope se muestra la ambigüedad de la discreción y dudas sobre la
providencia.
Otro autor que utiliza la semiótica aplicada en los colores es Manuel Delgado Morales.
Delgado señala que los colores e iconos de Peribáñez “dejan v er la voluntad de L op e en
establecer un significado que refu erce la M onarquía y el E stado” (181 ). P ara este crítico, el Fénix
utiliza el color de los vestidos de los personajes para diferenciar las distintas clases sociales que
aparecen en la obra. Asimismo, menciona que Lope, mediante imágenes deja ver al espectador la
verdadera condición del Comendador, retratándolo como un personaje impuro, injusto, corrupto,
que se aprovecha de su posición para satisfacer sus deseos eróticos. Según Delgado Morales, en
5
oposición a esas imágenes negativas de don Fabrique, Lope incluye signos que representan la
perfección del rey y de la fe católica, apoyando fuertemente al gobierno monárquico de su época.
El segundo grupo de críticos que han analizado la obra del Fénix son los marxistas. Esta
teoría, utilizada por estos estudiosos, hace un análisis de los textos literarios dependiendo de la
clase social del personaje. Para estos autores, la literatura perpetúa o subraya la situación social
del individuo, preocupándose por la representación del sujeto social. Este grupo lo que hace es
analizar la manera en que las obras muestran la manera en que los individuos son colocados en la
estructura social.
Uno de los críticos que utiliza la teoría marxista en el análisis de las obras de Lope es
José M. Ruano de la Haza. Este estudioso menciona que el personaje de Peribáñez muestra
“malicia cam p esina”. Dicha malevolencia comienza con la maquinación de este personaje
durante la obra, en la cual decide lograr que el Comendador lo eleve de rango social para poder
justificar el homicidio que planea cometer tanto ante sus paisanos como ante el rey. De acuerdo
con Ruano, aunque la ceremonia de armar caballero a Peribáñez no tenga validez real, el hecho
de que su espad a ten ga la “facultad d e ser usada en defensa d e D ios y del R ey” (27), la h ace legal
para matar a su señor. Esta malicia, hace que Peribáñez se presente como un hombre astuto,
inteligente y previsor, lo que lo hace merecer el perdón del rey.
Algunos críticos, han llevado utilizado el marxismo de forma más directa y se han
encargado de buscar específicamente la división de las clases sociales que el Fénix refleja en su
obra. Uno de estos estudiosos es Guillermo Araya, quien señala que en Peribáñez los personajes
principales encarnan lo mejor de sus mundos, don Fabrique de la nobleza, y Peribáñez y Casilda
del mundo villano. Esta representación del mundo del Comendador y de los Villanos, sirve para
reforzar las diferencias y la distancia que existe entre los miembros de la sociedad española de la
época. Esta idea hace ver que el mundo de los nobles y los villanos no se pueden mezclar, pues
el tratar de hacerlo sólo puede traer como resultado desgracias.
Otro crítico que analiza la diferencia de estratos sociales reflejada en la obra de Lope es J.
E. Varey. Este estudioso, al igual que para Araya, Peribáñez y el comendador de Ocaña, tiene
com o función “reinforce the accepted social order” (173) que existía en el siglo XVII en España.
Varey señala que la trama de la obra enfatiza el papel que cada clase social tiene en la
comunidad, así como los derechos y obligaciones que forman parte de dichos roles. Asimismo,
menciona que no sólo los diferentes personajes de la obra cumplen con esta función reforzadora
6
del orden social, sino que Lope también se vale del vestido, la música, los colores, la luz y la
oscuridad, los movimientos, y demás cosas que se presentan en el escenario para seguir
enfatizando las diferencias que existen entre los distintos estratos sociales.
2.2. El mejor alcalde, el rey
En relación a la segunda obra de Lope que se analizará en este trabajo, El mejor alcalde,
el rey, también se va a dividir la crítica en distintos grupos. Se comenzará nuevamente con el de
los estudiosos que utilizan la semiótica para llevar a cabo sus observaciones. Uno de estos
críticos es María del Carmen Artigas, quien ha recalcado la existencia de imágenes eróticas
ocultas en “num erosos subterfu gios lingüísticos” (185). A rtigas señala que la m ención de la
puerta abierta, la llave y el agujero, así como el término morir, representan la relación sexual,
hasta el punto de reflejar el orgasmo mismo. Según esta autora, la actitud de Tello representa el
llam ado “derecho a la prim era noch e”, el cual, a p esar de h aber sido p rohibido por el rey
Fernando el Católico, seguía practicándose entre los señores feudales. Artigas manifiesta que
para poder hacer esta lectura erótica de la obra de Lope, es necesario buscar un segundo nivel de
la obra, el cual sirve de paralelo a la trama principal.
Al igual que la crítica de Peribáñez, los estudiosos que se han enfocado en El mejor
alcalde, el rey, han utilizado el marxismo para llevar a cabo sus análisis. Este segundo grupo, el
de los marxistas, han centrado su atención en la distribución de las clases sociales que se reflejan
en esta obra de Lope. Para estos autores la división de clases tiene como objetivo la defensa del
absolutismo del rey y el enfatizar el lugar que cada persona tenía en la estructura social de esa
época. Uno de los críticos pertenecientes a este grupo es José María Díez Borque. Díez menciona
en esta obra se muestra que la justicia es un atributo propio del monarca y que no existe
autoridad superior a él. Este autor señala que en El mejor alcalde, el rey, vemos a un rey que
intercede, no sólo para evitar que un miembro de la nobleza atente contra el orden social, sino
para asegurarse de que ese noble no se atribuya poderes que son propios del soberano. Para este
crítico el castigo de Tello es consecuencia de querer violar las leyes que determinan los estratos
sociales.
En el grupo de los marxistas también se puede encontrar a Robin Carter. Este crítico
menciona que la obra de Lope de Vega sirve para reforzar la idea de la monarquía absoluta. Para
Carter, a diferencia de Díez Borque, la muerte de Tello no se debe al rompimiento de la
estructura social, sino al hecho de que el don Tello ha desobedecido a la persona que posee el
7
poder absoluto. Carter manifiesta que el actuar del rey está fundamentado en su necesidad
personal de vengarse del hombre que se ha atrevido a desobedecerle, y no, de castigar el
secuestro y la violación de Elvira.
Asimismo, Bernard P. E. Bentley, quien también representa las ideas marxista, manifiesta
que El mejor alcalde, el rey, tiene como objetivo la defensa de la monarquía. Según Bentley, esta
obra reconoce que el hombre es imperfecto, sin importar su clase social, y que en algunos casos
esa imperfección puede provocar su castigo. Según Bentley, el hecho de que intervenga el rey al
final de la obra, hace que el conflicto social se convierta en político. Para este crítico, Lope nos
está presentando el modelo del monarca perfecto y de la importancia de la justicia real, la cual es
eficaz e imparcial.
El tercer grupo en que se pueden clasificar los estudios realizados sobre El mejor alcalde,
el rey, es el de los Post-estructuralistas. Esos críticos estudian la idea del pensamiento y el poder
del discurso. Esta teoría Post-estructuralista señala que el discurso literario en ocasiones refuerza
la ideología dominante, pero en otras, tiende a mostrar que dicha ideología no es siempre la más
apropiada para la sociedad. Uno de los críticos pertenecientes a esta teoría es Iván Cañadas,
quien señala que El mejor alcalde, el rey, muestra la peligrosidad de un sistema absolutista, en el
cual, se puede dar paso a la tiranía, tal como lo demuestra el personaje de Tello. Según Cañadas,
aunque Lope ha revestido la actitud del monarca con tonos religiosos y se ha hecho “justicia” a
Elvira, el alcalde modelo, más que fundamentar su sentencia en el delito contra los villanos, la ha
basado en la desobediencia del noble. Las acciones del rey tienen como objetivo reforzar la
estructura patriarcal que fue puesta en peligro por don Tello.
2.3. Fuente Ovejuna
En cuanto a Fuente Ovejuna, también se va a llevar a cabo una división de la crítica en
distintos grupos, dependiendo de los temas que han tratado, siendo éstos muy diversos. El primer
grupo que encontramos es el de los recapituladores de la crítica. El primer autor que se encuentra
es Paul E. Larson, quien menciona que la obra de Lope ha debido su popularidad a la variedad de
interpretaciones a que se presta, yendo desde monárquica hasta revolucionaria. Señala que al
principio, después de haber sido publicada Fuente Ovejuna pasó desapercibida entre los
estudiosos, hasta que en 1899, M enéndez P elayo publica un artículo llam ándola la “obra m ás
dem ocrática”. L arson m anifiesta que a p artir de ese m om ento la obra del Fénix ha sido una de las
8
favoritas de la crítica debido a que se presta a un sinnúmero de interpretaciones, lo cual la hace
una “obra m aestra.”
El segundo grupo que se encuentra al analizar la crítica de esta tercera obra del Fénix es
el que analizan los aspectos teatrales. Estos estudiosos analizan la manera en que esta Comedia
de Lope ha sido representada en distintos teatros, así como las adaptaciones que de la misma se
han hecho y aspectos como quién debe ser considerado el verdadero protagonista. Sobre este
último punto, uno de los críticos que discute este aspecto de Fuente Ovejuna es Michael J.
Ruggerio. Este estudiosos señala en su artículo que el Comendador es el protagonista de la obra.
Ruggerio menciona que Fernán Gómez es el centro alrededor del cual se mueven los eventos de
la obra de Lope, él es quien crea tanto la acción primaria como la secundaria que se desarrollan
en la misma, lo cual lo convierte en protagonista. Así mismo manifiesta que el hecho de que el
Comendador sea el único personaje que desde el primer acto nos da a conocer su personalidad y
sus deseos, los cuales se van desarrollando junto con la obra y que controlan las acciones de la
misma. Son los deseos de poder, tanto político como sexual, de Fernán Gómez los que mueven la
acción, incluso, después de su muerte.
En cuanto a las representaciones escénicas de la obra, haciendo una relación de las
diferentes formas, lugares y épocas en que se ha puesto en escena esta obra del Fénix. En este
segundo grupo se puede hacer mención a Francis Hodge, quien señala que Fuente Ovejuna es
una obra dirigida a las personas que disfrutan del teatro y no así a audiencias populares.
Asimismo, Hodge menciona que la estructura dramática de esta obra automáticamente determina
la forma en que debe ser representada, siendo meramente una creación hecha para ser puesta en
escena, pues es la única forma de darle vida real.
En este mismo grupo se pueden incluir a los críticos se han dedicado a estudiar las
correcciones en prensa y la crítica textual que ha sufrido Fuente Ovejuna. Uno de los estudiosos
que escribe a este respecto es Jaime Moll, quien señala que han existido cambios de imprenta
que ha sufrido la obra del Fénix, los cuales han consistido principalmente en omisión o
intercalación de versos. Para Moll, este problema se ha debido básicamente a la prisa con la que
se han llevado a cabo las ediciones de Fuente Ovejuna, y no así a la censura con respecto al
contenido de la obra de Lope.
Suzanne Byrd, parte de este segundo grupo, se enfoca en los cambios que Federico
García Lorca hizo a la obra de Lope, para poder representarla de acuerdo a su interpretación
9
personal. Byrd menciona que la versión de Fuente Ovejuna de García Lorca es una protesta
social contra el caciquismo de su época, teniendo en mente el tema de la democracia. Byrd
señala que la principal modificación que sufrió esta versión de la obra de Lope, fue la supresión
de la trama secundaria de Fuente Ovejuna, es decir, lo relacionado al Maestre de Calatrava, con
el objetivo de reforzar la idea de lucha social.
Luciano García Lorenzo, amplía el tema de la representación de Fuente Ovejuna,
destacando el hecho de que ha sido una de las obras del teatro clásico más representadas en
nuestros tiempos. Asimismo, García Lorenzo hace una recopilación de las reseñas periodísticas,
el número de representaciones, y la aceptación, tanto del público como de la crítica en distintas
ciudades de la España actual.
En un tercer grupo, se puede hacer referencia a los cineastas. Estos estudiosos llevan a
cabo el estudio de las representaciones fílmicas que se han hecho de Fuente Ovejuna. Esta obra
de Lope no sólo ha alcanzado los escenarios teatrales en diversas ocasiones, también ha sido
llevada a la pantalla grande, aspecto que también ha captado la atención de la crítica. Thomas
Austin O ‟C onnor, en su artículo, señala qu e Juan G uerrero Z am ora, llevó al cine la obra d e L ope,
enfatizando, en su versió n, “la razón del E stado com o solución al dilem a que encarna el rey don
F ern ando” (122 ). O ‟C on nor, m en ciona que los cambios hechos por Guerrero Zamora consisten
principalmente en la supresión, modificación, añadidura y traslado de versos y pasajes. Mediante
los cam bios realizados, G uerrero, según O ‟C onnor, m uestra la ven ganza del pueblo com o una
degeneración corrupta del mismo, siendo el único héroe el rey justiciero.
El cuarto grupo en que se puede clasificar la crítica de Fuente Ovejuna es el de la
semiótica. Como se mencionó anteriormente, estos estudiosos se basan en el análisis de símbolos
que cuentan con significados y significantes para poder interpretar la obra del Fénix. Entre estos
críticos se puede mencionar a Chad M. Gasta, menciona que el subtexto de Fuente Ovejuna, está
directamente relacionado con la importancia del uso y abuso de la agricultura. Gasta señala que
las referencias a la comida, a las tierras de los villanos y a los graneros, así como los problemas
que surgen entre amo y villanos a este respecto, contribuyen al odio que éstos manifiestan por
aquél. Para Gasta, el levantamiento de las personas de Fuente Ovejuna, y la muerte del
Comendador, ofrecen una solución a los conflictos agrarios que se presentan en la obra y que
representan la realidad de la época del Fénix. Lope utiliza su obra como signo de los problemas
del campo y sus soluciones.
10
Otro crítico que puede clasificarse dentro del grupo de la semiótica, es decir, de los
signos que fueron utilizados por Lope para enviar determinados mensajes al lector es Juan
Herrero. Este autor manifiesta que el Comendador es el símbolo de la anarquía aristocrática y de
la corrupción que la misma ocasiona en la sociedad. De esta manera la villa de Fuente Ovejuna,
representa la inocencia y el orden social y político. Para Herrero, la presentación de estos dos
símbolos, ayuda a reforzar la idea de la monarquía y el hecho de que la tiranía viene del
feudalismo, por lo que es necesario que el rey, con apoyo de sus súbditos, libere a su pueblo de
esta anarquía y defienda la gloria imperial.
El quinto grupo que se encuentra en la crítica de Lope es el del psicoanálisis. Estos
autores tienen como objeto de análisis los aspectos psicológicos de cada uno de los personajes
protagónicos de la obra. Uno de los estudiosos que pertenecen a este grupo es José A. Madrigal.
Madrigal analiza los conceptos de metateatro y psicodrama que, según él, son aplicables a la
obra de Lope. Asimismo, menciona que los protagonistas de Fuente Ovejuna tienen conciencia
propia y que el personaje que mejor ilustra la función de autor-actor es Laurencia, quien, logra
llevar a los villanos a levantarse contra el Comendador. Asimismo, manifiesta que tanto los
protagonistas individuales como los colectivos, pasan por un período transitivo en el que se
liberan de los modelos previos, convirtiéndose en figuras incompletas, dominadas por la
voluntad, identificándose con Fernán Gómez en una regresión psicodramática. Lo anterior lleva a
un momento catártico en el que el protagonista, individual y colectivo, se ve identificado con la
persona de quien quiere librarse, recibiendo un efecto purgador y curativo, que posteriormente
desemboca en la liberación de modelos previos.
En un sexto grupo se encuentra a los críticos que estudian el amor como tema central de
la obra de Lope y la reacción de los personajes ante el mismo. Entre estos estudiosos
encontramos a Everett W. Hesse, quien discute los conceptos de amor sexual y amor al prójimo
que se presentan en la obra del Fénix. Este crítico señala que para Lope, el amor no sólo significa
darse totalmente a sí mismo a otro ser, sino también el sacrificio por el bien común. Menciona
que el amor sexual, está representado en la persona del Comendador y de sus hombres, quienes
sólo ven a la mujer como una presa, como un objeto para satisfacer sus necesidades físicas por
medio de la fuerza. Manifiesta que el amor al prójimo y al honor, fue lo que movió a los villanos
a levantarse en armas contra su señor. Hesse concluye diciendo que Lope ha dramatizado los
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distintos significados del amor, utilizándolos para que así el lector pueda comprender los motivos
de los personajes para actuar como lo hicieron.
En esta misma línea encontramos a Albert S. Gerard, quien menciona que en la obra de
Lope nos encontramos con el problema de la oposición entre el amor propio y egoísta y el amor
desinteresado y puro. Señala que en el primer acto de Fuente Ovejuna vemos una discusión entre
los villanos sobre la existencia de amor verdadero, en la cual Mengo menciona que el único tipo
de amor que existe es el que cada persona siente por sí mismo y por satisfacer sus necesidades.
Gerard manifiesta que con el avance de la trama nos damos cuenta que la idea de Mengo no es
real, y que todo aquél que muestre amor por el prójimo va a tener una recompensa, la cual, para
los villanos, se traduce en la restauración del orden en su sociedad.
Dentro de este sexto grupo también se encuentra el estudio de E. Michael Gerli, quien
señala que en esta obra de Lope, el tema del amor es tan importante como los de monarquía,
honor y tiranicidio. Menciona que el problema del amor sintetiza y personaliza los temas
políticos y sociales que se tratan en la obra del Fénix. Gerli manifiesta que en varias escenas de
la obra, encontramos motivos y metáforas propias del romancero medieval y de la lírica popular,
con lo que podemos ver la personalidad poética del autor y apreciar la complejidad artística de
Fuente Ovejuna.
El séptimo grupo en el que se clasifica la crítica de Fuente Ovejuna es el de los
estudiosos que utilizan la teoría marxista. Dentro de esta teoría que analiza la división de las
clases sociales se puede encontrar la discusión sobre el tema del honor. Estos estudios consisten
en analizar si se puede hablar del honor villano basado en la estructura social de la época. Uno de
los estudiosos que ha escrito a este respecto es Julio Matas, quien menciona que el tema central
de la obra del Fénix es el honor en relación con la idea de justicia social que persiguen los
villanos y no la defensa de la monarquía absolutista, como lo han manifestado algunos
estudiosos. Matas señala que el honor se muestra en Fuente Ovejuna como un atributo que
pertenece a la humanidad, siendo innato. Para este crítico el deshonor de Laurencia es un
deshonor general, de toda la villa debido a que el comendador, al atentar contra ella, ha atentado
contra varios individuos de la aldea. Este estudiosos menciona que la actitud del comendador es
justificada en cuanto a la creencia que la aristocracia tenía de que los villanos estaban por debajo
de ellos y por lo tanto carecían de honor. Matas manifiesta que Lope presenta al comendador
como una figura irónica del orgullo y destino humanos. Matas señala que el Fénix, con su obra,
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se adelanta a su época y nos presenta una idea del honor como patrimonio de todo ser humano y
único de la aristocracia.
En este mismo grupo se encuentra Alexey Almasov. Esta estudiosa señala que la idea de
que Calderón es quien introdujo la idea de honor en el teatro español es errónea ya que Lope lo
utiliza en su obra. Debido a lo anterior, Almasov tiene como propósito demostrar que Fuente
Ovejuna es la principal exponente del honor villanesco. Este crítico manifiesta que esta obra ha
sido malinterpretada debido a la falta de conocimiento de las corrientes medievales en las ideas
del Fénix, ya que en la época medieval el honor era exclusivo de la aristocracia, tomando en
cuenta que había una excepción a esta regla (los cristianos viejos). Según las ideas medievales, el
honor del amo estaba ligado al de sus vasallos, pues éste tenía la obligación de protegerlos.
Almasov menciona que la obra no tiene ideas políticas, ya que de tenerlas no se podría explicar
la reacción de indulgencias de los reyes hacia los habitantes de Fuente Ovejuna.
En esta misma línea encontramos a Jenie Spencer, quien manifiesta que la violencia
comunal que surge en Fuente Ovejuna muestra la violencia interna que ha explotado en las almas
de los villanos. Spencer señala que el amor a su honor y a su persona es lo que lleva a las
personas de Fuente Ovejuna a actuar de una forma violenta mediante la confrontación y
homicidio del Comendador, en la cual, al final, prevalece la justicia poética. Así mismo, esta
estudiosa, menciona que Lope no deja un sentimiento de impunidad por el crimen cometido,
pues hay un precio que los villanos deben pagar, el cual es dejar la posibilidad de que en el
futuro la misma situación se puede presentar con otro Comendador, pero al mismo tiempo se ha
restaurado la dignidad y el amor propio de los habitantes del pueblo.
De igual manera y siguiendo con el grupo de los marxistas, Manuel Antonio L. Arango,
señala que Lope toma el honor como elemento de protesta social con el objetivo de dar más valor
a la dignidad humana. Menciona que Lope utiliza la idea de los niveles verticales y horizontales
de la honra que existían durante el Siglo de Oro, para mostrar a una nobleza cruel y lasciva y a
un pueblo lleno de virtudes, honradez y nobleza del alma. Arango concluye diciendo que la
protesta del pueblo que vemos en la obra del Fénix contra una nobleza tiránica sirve como
precursora de comedias revolucionarias.
Dentro del grupo de los marxistas también se puede mencionar a los críticos que han
estudiado los distintos grupos sociales que se muestran en la obra de Lope. Parte de este análisis
ha tenido importancia el relacionado con el apoyo a la monarquía absoluta por parte de Lope.
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Uno de los críticos que tratan este tema es Victor Dixon quien manifiesta que En Fuente
Ovejuna, Lope hace una modificación cronológica e histórica dando un final feliz a los hechos
ocurridos, presentando una restauración final por medio de una “justicia po ética”. S egún D ix on,
por medio de esta justicia poética, Lope de Vega, en su obra, muestra y apoya el poder del rey.
En un octavo grupo se va a hacer referencia a los críticos que utilizan la teoría de la
Intertextualidad para analizar la obra de Lope. Esta teoría consiste en la idea de que los autores
no poseen originalidad, que no son la fuente creadora de algo inédito, debido a que hacen
referencia, ya sea consciente o inconscientemente, a otros textos, a la cultura o a su propia vida,
utilizándolos como subtextos de su obra. En la intertextualidad se pueden encontrar una gran
cantidad de referencias culturales de distinta índole que se usan dentro de una obra literaria.
Dichas referencias pueden ser implícitas o explícitas, aludiendo siempre a algún aspecto cultural.
Dentro de este grupo de los estudiosos del intertexto se puede mencionar a Bernal
Herrera Montero, quien explica las relaciones que existen entre El Príncipe de Maquiavelo y
Fuente Ovejuna. Herrera señala que, a pesar de la censura que existía en España en cuanto a la
obra de Maquiavelo, el Fénix, al igual que otros intelectuales, tenían acceso a las ideas políticas
que aquél trataba en su obra. Este crítico menciona que la principal influencia de Lope, al
escribir Fuente Ovejuna, fue El Príncipe, lo cual se puede ver en distintos aspectos: (1) la
defensa de la monarquía absoluta; (2) Lope da al Comendador características opuestas de
aquéllas que según Maquiavelo debe tener un príncipe para ser un gobernante modelo; (3) los
personajes vistos con buenos ojos cumplen con los rasgos mencionados anteriormente; y, (4) el
uso de la crueldad, etc. Herrera manifiesta que el Fénix contribuye a fortalecer la posición de la
monarquía, cumpliendo con lo señalado por Maquiavelo en su obra.
Dentro del grupo de los estudiosos basados en intertextos, se puede mencionar a aquéllos
que han analizado el aspecto histórico como un subtexto de la Comedia de Lope. Además de los
aspectos culturales, también la historia es utilizada en la creación de una obra literaria, por lo que
algunos críticos han llevado a cabo comparaciones entre los eventos históricos y los ficticios.
Uno de los críticos que ha estudiado este tema es Angus McKay, quien compara las acciones de
la multitud de Fuente Ovejuna, con la de la crónica histórica del pueblo de Fuente Ovejuna.
Comienza señalando que todas las acciones del Comendador eran propias de un tirano quien
arbitrariamente abusaba de su poder y de sus villanos, lo cual justifica la rebelión. Este crítico
manifiesta que la obra del Fénix presenta a la m u chedum bre com o el “héro e” de la m ism a. E n
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cuanto al hecho histórico, McKay afirma, que al igual que los villanos de la obra, los de la
historia actuaron legítimamente, sin que se tratara sólo de un grupo de personas movidas por la
furia de un instante, sino que, por el contrario, los habitantes de Fuente Ovejuna estaban bien
organizados, que habían planeado la sublevación, y que tal vez, algunos de ellos, tenían
conocimiento de su derecho a levantarse en armas si su señor rompía el contrato establecido por
las Cortes de proveer estabilidad y armonía a sus villas.
Para críticos como A. Robert Lauer, los estudiosos han hecho interpretaciones totalmente
opuestas de Fuente Ovejuna, pasando por alto uno de los aspectos más importantes para su
análisis: la fecha de insurrección de los villanos (1476). Este autor señala que dicha fecha es
importante debido a que los eventos que crean la acción de la obra de Lope, no corresponden a la
realidad histórica, por ejemplo: los acontecimientos de Ciudad Real tuvieron lugar en 1477.
Debido a lo anterior, según Lauer, Fuente Ovejuna y el Comendador, son sólo significados
metonímicos para otros significados presentes y pasados, con el único propósito de crear una
solución poética aunque antihistórica, de un evento que eventualmente se convirtió en un hecho
histórico.
Dentro de la idea de la teoría de la Intertextualidad, también se lleva a cabo el análisis de
los aspectos culturales que, ya sea consciente o inconscientemente, un autor incluye en su obra.
Uno de los críticos que analiza los subtextos culturales es Alan E. Smith. Este estudioso
menciona que Fuente Ovejuna muestra algunos de los ritos culturales del Siglo de Oro. Señala
que en la obra de Lope existen algunos rituales principales, entre los que destaca: la boda de
Laurencia y Frondoso, que representa las ceremonias de fertilidad del campo y de la naturaleza.
Asimismo, Smith manifiesta que existen otras características costumbristas en Fuente Ovejuna,
dando por ejemplo los instrumentos de labranza que los villanos utilizan durante el tiranicidio,
los cuales, ensalzan el cultivo del campo. Smith concluye diciendo que Lope recrea, por medio
de todos estos rituales, el mito del dios fecundador despedazado y su tradición festiva en España
y Europa.
El último grupo de críticos de Fuente Ovejuna al que se hace mención en este trabajo es
el de los juristas. Estos críticos llevan a cabo un estudio de las legislaciones que existían en la
época de Lope y que hacían el tiranicidio Legal o ilegal. Este grupo refleja el tema que en el que
se centra el presente, el tiranicidio. El primer autor que se encuentra entre los juristas es José
Sánchez Boudy. Sánchez señala que Lope se adelantó a su época en cuanto a las ideas del
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derecho penal, mostrando en su obra la creencia de que el derecho de castigar y la justicia
provienen del pueblo, quien delega el mismo al rey. Sánchez manifiesta que en El mejor alcalde,
el rey, el Fénix presenta la idea de que la justicia brota de la autoridad del rey, quien actúa
basado en las funciones propias de su cargo, siendo una autoridad real y civil. De esta manera
Sánchez menciona que en Fuente Ovejuna, Lope hace residir el poder político en el pueblo,
adelantándose a la idea del Derecho Constitucional, en la que el pueblo es quien delega el poder
al rey, dando como consecuencia una justicia colectiva y no individual. Este crítico hace
mención únicamente al hecho de que el Fénix, en algunas de sus obras, presenta ideas y
conceptos que no existían en su época, tales como el del derecho colectivo. Esta idea
“pro gresista” o “futurista” de L ope, no ayuda a definir si el tiranicidio era algo permitido en la
época del Fénix, ni si este autor se basa en una legislación determinada o en alguna obra que
presenta la legalidad o ilegalidad de determinados actos. Se puede señalar que a Sánchez le hizo
falta sustentar con bibliografía de la época la reacción social hacia el tiranicidio.
Otro crítico que ha tratado el tema del tiranicidio es José A. Cubeñas. Cubeñas, menciona
que Lope utiliza un hecho histórico para exaltar los valores humanos, representando los cambios
sociales e ideológicos que sufre la sociedad de su época. Para Cubeñas, en este tiempo el
feudalismo ha perdido su razón de ser y el pueblo es consciente de sus derechos debido a los
nuevos valores que van surgiendo. De esta manera, Cubeñas, señala que la sociedad de la época,
empieza a ejercer sus derechos de acuerdo con lo establecido por el Derecho Natural, el cual era
reconocido por la legislación española y aplicado por los jueces junto con la costumbre y las
leyes positivas. Este estudioso manifiesta que el tiranicidio está justificado con el Derecho
Natural reconocido en Las 7 Partidas, en la frase: “se autoriza a los vecinos a resistir por la
fuerza de las armas la en ajenación d e su villa por la C orona” (306 ). Cubeñas justifica el
tiranicidio en esta frase, sin tomar en cuenta obras como la del Padre Mariana, en las cuales se
establece en qué momento se considera que un gobernante se ha convertido en tirano y los
procedimientos a seguir para la legalidad de su muerte, dejan un vacío en dicho estudio.
Dentro del grupo de los juristas y en la línea del Derecho Natural también se puede
mencionar a Eduardo Forastieri Braschi. Fiorastieri señala Fiore introdujo el término de ley
natural al análisis de la obra de Lope, por medio de la cual se pretendía restaurar el orden
universal, siendo así una justificación del tiranicidio. Fiorastieri manifiesta que el abuso de poder
por parte del comendador justifica el actuar de los villanos, sin alterar el orden del poder y la
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justicia, ya que, a pesar de que el orden de los hechos sucedidos en Fuente Ovejuna es inverso al
natural, en el cual lo primero es acudir a la justicia de Dios, lo segundo a la del rey y lo último a
las armas, dicho orden no es alterado porque al haber abuso por parte de la autoridad el pueblo
puede hacer justicia por su propia mano. Como resultado de lo anterior, la única forma de
fundamentar el Derecho Natural, y en este caso el tiranicidio, sería mediante la discreción del
individuo, basada en su conciencia y moral, buscando siempre el bien común, el cual es análogo
al bien universal y al bien supremo de Dios. Fiorastieri, basa sus investigaciones en las ideas de
Santo Tomás, en la cual la liberación del pueblo sería su justificación, pues están tratando de
conseguir un bien común (liberarse de los abusos del Comendador).
Al igual que en el caso de Cubeñas, Fiorastieri fundamenta parte de su teoría en la idea
del derecho natural, olvidándose de la existencia de obras de la época que trataban directamente
sobre la legalidad del tiranicidio. Asimismo, menciona que el actuar del pueblo presentado por
Lope tiene fundamento en las ideas de Santo Tomás, las cuales datan del siglo XIII. El basar una
teoría sin tomar en cuenta la existencia de obras de la época del Fénix, que tocan el tema de los
casos en que un pueblo podía asesinar a su gobernante, quita cierta fuerza y soporte teórico a la
obra de Fiorastieri.
Este caso se repite en el estudio de Robert Fiore. Este estudioso pretende demostrar cómo
las filosofías Aristotélica y Tomística de la ley natural se relacionan con la acción y la ideología
de la comedia y el retrato que la misma hace de la sociedad ideal y la justificación de la
violencia. Este crítico señala que en Fuente Ovejuna la armonía de la villa y la monarquía
absolutista deben ser conservadas a cualquier precio, incluso mediante el uso de la violencia. En
Fuente Ovejuna, el comendador ha roto la armonía y la estabilidad tanto de la sociedad
doméstica o la familia, como de la sociedad política o monarquía, por lo cual la violencia,
justificada por Lope, es el medio necesario para restablecer el orden natural de dichas
sociedades, lo cual refleja las ideas de las filosofías mencionadas anteriormente.
Otro autor que hace mención a de la Ley Natural y la teoría de Santo Tomás es Robin
Carter. Menciona que para el siglo XVI se distinguían dos tipos de tiranos: los que toman el
poder por la fuerza y los que, siendo gobernantes legítimos, violan las leyes naturales, los
derechos comunitarios y la moral. Carter hace una relación de cómo la teoría de Santo Tomás
aprueba y desaprueba el tiranicidio, dependiendo de las condiciones en que se presente. De esta
manera menciona los preceptos jurídicos que Juan de Mariana y Francisco Suárez presentan con
17
respecto al tema del tiranicidio en la época, así como otros argumentos a favor y en contra del
tema antes mencionado. Haciendo después un análisis de la situación presentada en la obra de
Lope y de cómo el autor interpreta la ley. A pesar de que Carter toma en cuenta los preceptos
jurídicos sobre el tiranicidio que fueron presentados por estudiosos de la época, como el Padre
Mariana, en su análisis de la obra sigue basándose en las ideas de la Ley Natural. Este aspecto es
el que va a diferenciar el presente trabajo del de Carter, ya que el análisis que se hará de las tres
obras del Fénix, se basará en las ideas que Juan de Mariana presenta sobre el tiranicidio.
Dentro de este mismo grupo se puede hacer referencia al estudio realizado por Julio
Baena. Este autor trata sobre los discursos procesales encontrados en Fuente Ovejuna. Baena
señala que existen dos discursos procesales importantes en Fuente Ovejuna. El primero es el
llevado a cabo por Fuentes, quien, presenta un discurso profesional, propio de un licenciado, de
un estudioso, y, lo más importante, dicho por un hombre. Menciona que Fuentes es un perito en
cuestiones jurídicas, haciendo de su causa un problema político, impersonal, dedicando la mayor
parte de su monólogo a exponer los hechos, basando su alegato en los mismos (argumento
jurídico). El discurso de Laurencia, es un discurso propio de un hombre, en el que ella se ve
obligada a actuar como tal. La narración de los hechos, en el discurso de Laurencia, ocupa poco
espacio, dejando un mayor espacio a la petición, manipulando a los oyentes utilizando principios
e ideas y no la ley, improvisando, haciendo sentir a los hombres que no utilizan su virtus,
Laurencia viste una voz de hombre. Este artículo trata el aspecto jurídico de los discursos
procesales, pero no hace referencia a la legalidad o ilegalidad del tiranicidio cometido por los
villanos en la obra de Lope.
Para comprobar la hipótesis que establecimos con anterioridad, haremos, en primer lugar,
referencia a la relación personal y de amistad que existía entre Lope y el padre Mariana, para así
demostrar que el Fénix tenía acceso de primera mano a las ideas de Mariana sobre el tiranicidio.
En segundo lugar, se analizarán las obras de Lope, Fuente Ovejuna, El mejor alcalde, el rey y
Peribáñez y el Comendador de Ocaña, con el objetivo de llegar a la conclusión de que Lope
sigue las ideas de Mariana a la hora de crear sus tiranos y las respuestas a ellos, con lo que
podemos juzgar el comportamiento de los villanos, que operan como homicidas siguiendo
motivos personales y no así la legalidad ni el proceso del tiranicidio honesto, por lo cual no
puede considerárseles tiranicidas.
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Capítulo tres
Lope de Vega Carpio y el padre Juan de Mariana
En los párrafos siguientes se hablará sobre la relación de amistad que sostenían Lope y
Mariana, pero primero se hará referencia a la vida y obra del sacerdote por creerse importante
para el mejor entendimiento de la admiración que el Fénix sentía por este pensador. Según Lucas
Beltrán, Mariana nace en el año 1536 en Talavera de la Reina, sin que se tengan otros datos
sobre el día de su nacimiento o sobre quiénes fueron sus padres. Estudia Artes y Teología en la
Universidad de Alcalá y a los diecisiete años ingresa en la Compañía de Jesús. Hizo el noviciado
en Simancas y volvió a Alcalá a completar sus estudios, para entonces ya era reconocido por su
precocidad intelectual. El padre Mariana enseña Teología en el Colegio Romano, de donde pasa
al colegio de jesuitas en Sicilia y de ahí a la Universidad de París. En todas partes su trabajo es
ampliamente elogiado. De acuerdo con Beltrán, algunos críticos han definido a Mariana como
un: “consum ado teólo go, latinista perfecto, p rofun do conocedor del griego y de las len guas
orientales, literato brillante, estimable economista, político de elevada p revisión”, con lo que se
puede apreciar y resumir la importancia del pensamiento de Mariana en la época de Lope y la
admiración y respeto que éste sentía por aquél.
El padre Mariana escribe varios libros, de los cuales la versión original es siempre en
latín. La mayor parte de sus obras son posteriormente traducidas al castellano por el mismo
autor. De lo publicado por Mariana, son Historia de España, De rege et regis institutione, y
Tratado y discurso sobre la moneda de vellón, las que tienen mayor resonancia. La segunda obra
mencionada, De rege et regis institutione, se publica por primera vez en el año de 1598. Esta
obra no es traducida por el autor de la misma al castellano, siendo otros los que se dan a esta
tarea, dándole el título Del rey y la institución real. En esta obra Mariana expone sus ideas
políticas, haciéndose famosa por la defensa que éste hace del tiranicidio. Este autor distingue
“entre el rey y el tirano” (B eltrán n.p.), describiendo las características que cada uno posee. A
pesar de que Mariana declara lícito el tiranicidio, le pone límites al mismo, dando una serie de
requisitos y restricciones que se deben cubrir antes de privar de la vida al tirano. Esta obra no es
censurada por las autoridades españolas.
De esta manera, después de haber hablado sobre la vida y obra de Mariana, se cree que es
importante establecer la relación de amistad y admiración que existía entre éste y Lope. Dicha
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relación es importante en el desarrollo del presente trabajo debido a que ayuda al lector a
comprender el por qué el Fénix se basa en la obra de Mariana, y no en la de otros autores que
escribieron sobre las características que debía poseer el príncipe perfecto, aquéllas que hacían de
un rey un tirano y el derecho que tenían (o no) los ciudadanos de acudir al tiranicidio en caso de
que el monarca dejara de cumplir con sus obligaciones y atentara contra el bienestar de las
personas que vivían bajo su orden. En el prólogo de la obra Triunfo de la fe en los reinos del
Japón, L ope dedica su o bra al pad re M ariana, llam ándolo el “tito livio cristiano, luz de la historia
de España” (159), con lo cual se pued e apreciar la adm iración intelectu al que el F énix sentía por
este sacerdote, en quien veía un pilar intelectual de la sociedad española.
Otro de los documentos en que se puede apreciar la admiración de Lope hacia Mariana,
es en el epistolario del Fénix en su carta al Padre [Juan de] Mariana, escrita en Madrid, en
¿febrero? de 1620. En esta epístola, Lope solicita de dos papeles políticos o instrucciones de
gobierno, escribiendo a la letra:
La inclinación que he tenido toda mi vida a las virtudes y letras de V. P., el amor con que
he leydo sus libros y admirado sus acciones, merecen justamente que V. P. me admita
mui de veras en el número de sus servidores y afiçionados; aunque, si lo digo como lo
desseo, más quisiera que en el de sus amigos (Epistolario 280).
En este párrafo el Fénix menciona abiertamente el ser un aficionado lector de la obra de Mariana,
por lo que no es de sorprender que haya aplicado ideas de estas lecturas tan gustadas dentro de
sus Comedias. Lope plasma por escrito su deseo de pertenecer al grupo de amistades del padre
Mariana, con lo que podemos pensar que el deseo de formar parte de este grupo se debía, además
de la admiración, al hecho de que concordaba con el pensamiento del sacerdote.
En cuanto al interés que Lope tenía en las ideas políticas y de gobierno de Mariana, se
puede hacer referencia a otra parte de la misma carta, en la que el Fénix menciona:
Desseo dos papeles de V. P. que no hallo en quanto he leydo: vno, del modo como se
debria haber vn ombre de mi calidad si llegase a la graçia de su Príncipe; y otro, de la
razon con que se pueda gouernar un Señor en sus estados, asi personalmente como con
sus subditos y vasallos, y en la administración de su justicia y segura conçiençia tratar las
juridiçiones eclesiasticas y seglares, y acudir a toda su obligaçion cristianamente
(Epistolario 280).
En este párrafo de la carta de Lope, pregunta a Mariana dónde puede encontrar por escrito su
pensamiento en cuanto a la manera en que una persona puede llegar a alcanzar la simpatía de su
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príncipe y la mejor forma en que un señor pueda gobernar a sus súbditos, administrar sus
propiedades e impartir justicia de la mejor manera posible, siempre con apego a la ley y a la
religión católica. Podemos decir que si Lope buscaba consejo de este pensador español de su
época, para aplicarlo a la vida real, también buscaría inspiración y sugerencias en cuanto a la
forma de gobierno y a la respuesta de los súbditos en aquellas situaciones que presenta en sus
obras dramáticas.
Para Mariana la mejor forma de gobierno que puede tener una nación es la monarquía,
donde una sola persona sea la encargada de vigilar por el bienestar de los demás (Del rey y la
institución real 29). Para este autor no existe nada mejor que un rey que cumpla con sus
obligaciones de proteger a sus vasallos, sujetándose a las distintas reglamentaciones y leyes que
él mismo haya im puesto, pero al m ism o tiem po no hay cosa “p eor ni de m ás tristes resultados”
cuando el m onarca se co nsidera y presenta a sí m ism o com o “libre de todo freno” (32). En su
obra, Mariana que:
N o hay [… ] peste m ás terrible que un rey que se d eja llevar d e sus pasiones o pretende
gobernar su p ropio juicio por el de sus infam es cortesanos, [… ] convertida la
benevolencia del rey en tiranía [… ] es inevitable que se desquicie tod a la república y sean
precipitados sin sentirlo a las mayores calamidades súbditos que tienen puesta en sus
príncipes todas su confianza. C onviene [… ] advertir que lo m ejor en la naturaleza se
convierte en lo peor cuando llega a corromperse (36).
En estas palabras del padre Mariana podemos darnos cuenta que toma en cuenta el peligro que
un buen monarca corre de convertirse en un opresor al dejarse llevar por sus instintos y no por
las obligaciones que tiene como gobernante ante sus ciudadanos. Mariana ve como la forma más
pura de gobierno a la institución real, pero así mismo justifica a un pueblo que se levante en
armas contra su monarca cuando éste se convierte en un déspota que quebranta los derechos de
los ciudadanos y la armonía que debe prevalecer en su gobierno y en la sociedad. De esta
manera, Mariana no sólo justifica el que el pueblo reclame su comportamiento a un rey tirano,
sino que muestra esta demanda como una obligación de los vasallos: “C uando, dejados a un lado
los sentimientos de humanidad, se conviertan los reyes en tiranos, debemos, como si fuesen
fieras, dirigir, dirigir contra ellos nuestros dardos” (44).
Antes de hablar de un rey tiránico, Mariana hace mención de todas aquellas cualidades
con las que debe de contar un buen rey, digno de su corona y del amor de su pueblo. De acuerdo
con su obra un monarca digno debe ser aquél que defienda la inocencia y reprima la maldad, que
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procure la felicidad en su reino, el poner a salvo a todos los que se encuentren en peligro, así
como asegurarse de que existan todo género de bienes. Asimismo, el gobernante debe ser
“hum ilde, tratable, accesible, am igo d e vivir bajo el m ism o techo que sus conciudadanos” (55).
El rey ha recibido el poder de sus súbditos, por lo que debe ejercerlo con templanza, no debe ser
una persona intolerable, debe ser riguroso con las personas malvadas que pongan en peligro la
vida y la propiedad de los demás pobladores. Además, el señor debe ser cariñoso y paternal con
su pueblo, debe escuchar las quejas de todos sin importar si son pobres y desamparados, siempre
teniendo como objetivo merecer la benevolencia y el cariño de sus ciudadanos (55).
Un buen rey evita la violencia y la muerte de sus súbditos, pero logra que éstos estén
dispuestos a dar la vida por él en caso de ser necesario (56). Todas las acciones de los
gobernantes d eben “encam inarse [… ] a alim entar la benevolencia en el pecho de sus vasallos,
procurando qu e éstos viv an bajo su gobierno con la m ayor felicidad posible” (58). E l m onarca
debe respetar a su pueblo para lograr ser respetado. Según Mariana, la mayoría de los reyes
cumplen con estas características, pero eso no quiere decir que no vayan a convertirse algún día
en tiranos. Este pensador, reconociendo la naturaleza humana de los gobernantes, menciona que
en algunas ocasiones éstos nacen tiranos, pero en otras, dejándose llevar por sus instintos,
pasiones y deseos, llegan a transformarse en personas indignas de llevar la corona, es decir, en
dictadores.
Oponiéndose a la imagen del rey perfecto, el padre Mariana presenta las características
que hacen de un gobernante un opresor. Para Mariana, el déspota se entrega “desenfrenad am ente
a sus pasiones, [… ] no cree indeco rosa m aldad alguna, [… ] com ete todo género de crím enes,
destruye la hacienda de los poderosos, viola la castidad, mata a los buenos, y llega al fin de su
vida sin que haya una sola acción vil a que no se h aya entregado” (55). Los opresores procuran
satisfacer sus deseos utilizando malas mañas, calumnias y acusaciones secretas. De la misma
forma utilizan el patrimonio privado de las personas, crean guerras con otros pueblos y
discordias entre los ciudadanos, evitan que el pueblo exprese su opinión o se queje frente a ellos.
Un gobernante opresor trata de apoderarse de todo lo que desea sin respetar las leyes en ningún
momento, sólo le importa su bienestar y la satisfacción propia, olvidando las necesidades de sus
súbditos (61).
En general, el rey tirano, de acuerdo a la obra de Mariana, es una persona que se entrega
a sus pasiones, que comete todo tipo de crímenes, sin creer que su maldad es indecorosa o poco
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digna de la corona. Se trata de un ser humano que abusa de las mujeres, mata a los hombres
buenos y virtuosos, aterra a sus súbditos con el uso de la fuerza, es desconfiado, medroso, juez
injusto, a quien sólo le importa satisfacer sus deseos y bajas pasiones. Este tipo de monarca roba
a su pueblo y crea discordia entre los ciudadanos. De esta manera, el tirano quebranta las leyes,
creyéndose inmune a ellas, poniendo en riesgo el bienestar y la salud del reino. Estas
características son las que Lope toma en cuenta al crear los personajes tiránicos de sus obras. De
esta manera, algunas de las Comedias del Fénix muestran gobernantes déspotas que cuentan con
todas las características mencionadas por Mariana, otros pasan de ser buenos monarcas a tiranos,
dejándose llevar por sus pasiones y cumpliendo sólo con algunas de estas particularidades
propias del mal gobernante. En el presente trabajo se analizarán Fuente Ovejuna, El mejor
alcalde el rey, y Peribáñez y el Comendador de Ocaña, pues reflejan las ideas del padre Mariana
en cuanto a las características que hacen de un rey un opresor.
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Capítulo cuatro
Fuente Ovejuna
Fuente Ovejuna, considerada por muchos la mejor Comedia de Lope, es también una de
las obras en que mejor presenta la figura del tirano a la que se refiere Mariana. La historia tiene
lugar en el año 1476, durante la época de la Reconquista española. Esta obra narra dos acciones,
la primera, basada en hechos reales, trata del levantamiento del pueblo cordobés de Fuente
Ovejuna contra el Comendador de la Orden de Calatrava, Don Fernán Gómez de Guzmán. Este
personaje histórico y ficticio, es un tirano que comente distintos actos de crueldad, despotismo y
abuso de poder en contra de los villanos, por lo que termina muriendo a manos de éstos. Después
del asesinato los villanos planean responder “ Fuente Ovejuna lo hizo” , en el momento en que las
autoridades investigan tratando de encontrar al autor de los hechos criminales. Debido a esta
respuesta es imposible averiguar quién fue la mano ejecutora del homicidio, ya que se declara
culpable a todos los habitantes de la villa. En una segunda acción, el Comendador Fernán Gómez
de Guzmán, quebranta el orden político del país, al inspirar a Don Rodrigo Téllez Girón, Maestre
de Calatrava, a tomar Ciudad Real y conspirar en contra del rey don Fernando y de la reina doña
Isabel.
En Fuente Ovejuna, Lope presenta a Fernán Gómez, el Comendador, quien reúne la
mayoría de las peculiaridades que el padre Mariana señala como propias de un tirano. Estas
características se pueden dividir en dos. Por un lado encontramos aquéllas relacionadas con la
política y la seguridad general del reino, y por otro las relacionadas con las ofensas morales y
económicas causadas a los villanos de Fuente Ovejuna. Esta división, además de basarse en los
distintos tipos de agresiones tiránicas que comete Fernán Gómez, también se puede encontrar en
la misma trama de la obra del Fénix, pues los dos tipos de ofensas, las que ponen en riesgo la
integridad y propiedad de los súbditos, y las que comprometen la seguridad del reino
corresponden a las dos acciones que de encuentran en esta Comedia. Es decir, “el orden se
quiebra en dos esferas: en el nivel social, con la violación por el comendador de los derechos y el
honor de los aldeanos y, en el nivel político, con la lucha del Maestre de Calatrava contra los
R eyes C atólicos” (Young 108).
En esta obra, se puede apreciar cómo el Comendador intenta traicionar a la corona,
tratando de apoyar a sus enemigos por medio de la manipulación del Maestre de Calatrava, con
lo que está poniendo en peligro la salud del reino, primera característica que lo convierte en
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tirano, de acuerdo con lo mencionado en el párrafo anterior. Esta traición a la corona de Castilla
se presenta en el primer acto de la obra, cuando el Comendador convence al Maestre de
Calatrava de ayudar al rey de Portugal a tratar de conquistar el reino de don Fernando y doña
Isabel:
[P]orque muerto Enrique cuarto,
quieren al rey don Alonso
de Portugal, que ha heredado,
por su mujer, a Castilla,
obedezcan sus vasallos;
que aunque pretende lo mismo
por Isabel, don Fernando,
gran Príncipe de Aragón,
no con derecho tan claro
a nuestros deudos (1.líneas 90-99).
De acuerdo con el padre Mariana, los tiranos están m ovidos por “su liviandad, por su
avaricia, po r su cru eldad y por su infam ia” (59 ), lo cual se pued e ver d esde el principio en la
persona de Fernán Gómez. El Comendador convence al Maestre de traicionar a la Corona de
Castilla, no porque realmente crea que el derecho legítimo lo tiene el rey de Portugal, sino con el
objetivo de satisfacer su ambición, su avaricia. Fernán Gómez por medio de infamias y
aprovechándose de la juventud del Maestre le ofrece malos consejos para poder lograr su
cometido:
Sacad essa blanca espada,
que habéis de hazer, peleando,
tan roja como la Cruz,
porque no podré llamaros
Maestre de la Cruz roja
que tenéis al pecho, en tanto
que tenéis blanca la espada,
que una al pecho y otra al lado,
entrambas han de ser rojas,
y vos, Xirón soberano,
capa del tempo inmortal
de vuestros claros passados (1.129-140).
Con estas palabras el Comendador trata logra que el Maestre crea que está haciendo lo correcto,
que está honrando a sus antepasados y que no existe traición alguna de por medio. La infamia y
la avaricia de Fernán Gómez se ocultan detrás de un objetivo aparentemente legítimo. Esta
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ambición que pone en riesgo la paz y el bienestar de sus vasallos y del reino entero es la primera
muestra de que el lector se encuentra en presencia de un tirano. De un hombre que, como
menciona Mariana (59), no pretende otra cosa que injuriar y derribar a todos, en este caso a los
reyes de Castilla y al mismo Maestre, pues quiere que sus vicios triunfen sobre la virtud de los
demás.
El Comendador Fernán Gómez, le ofrece al Maestre enviar a sus vasallos a luchar contra
las tropas del rey don Fernando:
Pocos, pero mis criados;
que si dellos os servís,
pelearán como leones.
Ya veis que en Fuente Ovejuna
hay gente humilde, y alguna
no enseñada en escuadrones,
sino en campos y labranzas (1.159-165).
Con lo que da por entendido que no le importa poner en riesgo la vida de sus vasallos con tal de
lograr sus intenciones de triunfo y traición. De acuerdo con lo que menciona el padre Mariana,
un buen gobernante nunca pondría en riesgo la vida de sus súbditos, ni trataría de “h acer la
guerra” (56), es decir, un m onarca digno busca la paz y la justicia para su pueblo. Por el
contrario, un tirano desea conquistar cada vez más tierras y despojar a las personas de sus bienes
y para lograrlo obliga a sus vasallos a luchar, olvidándose de la importancia que debe darle al
bienestar de éstos. De esta manera, el opresor pone en riesgo vidas y tierras, pensando
únicamente en lo que él desea y en todo lo que puede enriquecerse. Como se había mencionado
anteriormente, Fernán Gómez reúne las características de la ambición y la avaricia, pero además,
al ofrecer a las personas de Fuente Ovejuna y a sus criados para ir a la guerra, también muestra
que no le interesan las vidas de sus vasallos, ni el bienestar de gente que no sabe pelear, de
personas humildes. En lo que respecta al aspecto de la política pública, el Comendador de
Calatrava, presenta lo necesario para ser catalogado como un tirano.
Asimismo, el Comendador no cumple con la obligación que tienen los señores de honrar
y proteger a sus vasallos, cualidad que menciona Mariana como propia de un buen soberano. La
ambición de poder y tierras lleva a Fernán Gómez a despojar a sus vasallos de sus propiedades y
posesiones, como ellos mismos lo mencionan al acudir con el rey don Fernando al final de la
obra: “L as h aciend as nos robaba” (3.2399). El apropiarse de los terrenos de sus súbditos es otra
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de las características que Mariana destaca como propias de un dictador. Un buen monarca, no
sólo evita despojar de propiedades y bienestar económico a los habitantes de su reino, sino que
además intenta proporcionarles un nivel de vida digno, en el cual los vasallos no carezcan de lo
necesario para trabajar, comer y vivir como personas, lo cual, no lo lleva a cabo Fernán Gómez
de Guzmán. El Comendador, como el resto de los opresores “agota los teso ros de los
particulares” (M ariana 6 0) para satisfacer vicios p ersonales, con denando a “sus ciudadanos a
vivir una vida miserable agobiados de toda clase de males, les despoja a todos y a cada uno de
sus posesiones patrim oniales para dom inar solo y señor de las fo rtunas de todos” (M arian a 61).
Además del aspecto público y económico, un tirano se caracteriza por tener poca calidad
moral, por ser “un m al rey que se deja llev ar de lo s peores vicios, buscando solam ente su utilidad
y su prov echo personales” (D elgado 66 ). Asimismo, como menciona Delgado, el tirano “abusa
del poder que ostenta al tratar de satisfacer una pasión personal. El vicio que con más frecuencia
se adueña d e la voluntad de los reyes [… ] es la lujuria” (Guillén de Castro y las teorías políticas
sobre el tiranicidio y el derecho de resistencia 68). A este respecto, el padre Mariana menciona
que un déspota sólo busca la satisfacción de sus deseos, ya sea por medio de engaños o
utilizando la fuerza física. Un opresor, de acuerdo con el pensamiento del sacerdote, abusa de las
mujeres del sus vasallos, sin importarle si son solteras vírgenes, casadas, o viudas.
Esta es otra de las características de un tirano que se pueden encontrar en la persona de
Fernán Gómez. El Comendador, ve a las mujeres de Fuente Ovejuna como objetos sexuales, a
quienes puede obtener, ya sea por medio de engaños o del uso de la violencia, sin importarle su
estado civil. Lo anterior se da a conocer en el primer acto de la obra, en la conversación que
entablan Pascuala y Laurencia, en la que aquélla le dice a ésta que aunque diga que no caerá en
las garras de don Fernando, tarde o temprano llegará el momento en que no se podrá resistir.
Laurencia, al hablar del desprecio que siente por los actos del Comendador, da a conocer al
lector la manera en la que ha conseguido tener relaciones sexuales con las otras mujeres de la
villa:
Luego la infamia condeno.
¡Cuántas moças en la villa,
del Comendador fiadas,
andan ya descalabradas! (1.192-195).
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Con estas palabras, la villana menciona que el Comendador, por medio de promesas y engaños,
ha logrado deshonrar a varias de las mujeres de la villa, sin importarle el que parte de su
responsabilidad como señor de Fuente Ovejuna es salvaguardar el bienestar físico y moral de sus
vasallos.
Además de engaños, Fernán Gómez, utiliza a sus sirvientes como alcahuetes, como
celestinas que ofrecen regalos a las mozas de Fuente Ovejuna a cambio de favores sexuales.
Asimismo, dichos lacayos, Flores y Ortuño, hacen grandes alabanzas de su señor, con el objeto
de convencer a las mujeres de que es un gran hombre y que deben aceptar tener relaciones
sexuales con él. Lo anterior también es revelado por Laurencia en la conversación que tiene con
su amiga Pascuala:
Aquel Flores, su alcahuete,
y Ortuño, aquel socarrón,
me mostraron un jubón,
una sarta y un copete;
dixéronme tantas cosas
de Fernando, su señor,
que me pusieron temor;
mas no serán poderosas
para contrastar mi pecho (1.202-209).
Pascuala, al escuchar las palabras de Laurencia, asegura que al igual que las demás mujeres de la
villa, va a terminar su cu m biendo ante los deseos del C om endador: “Y yo sospecho / que te han
de en gañ ar, L au rencia” (1 .212-213), con lo que se da a entender el poder de Fernán Gómez, ya
que, ya que sea por medio la persuasión o utilizando otros recursos, siempre logra lo que desea.
Esta manera de actuar del gobernante, pasando por encima de los deseos, el bienestar y los
intereses de sus vasallos, es parte de lo que lo caracteriza como un perfecto tirano.
Otro ejemplo del despotismo y abuso de poder del Comendador hacia las mujeres, con el
objeto de lograr poseerlas física y sexualmente, se presenta cuando éste se encuentra a Laurencia
y a Pascuala en la puerta de la Casa de la Encomienda. Fernán Gómez les dice a las muchachas
que esperen porque desea hablarles. Pascuala responde debido a que se trata del Señor de la villa,
pero Laurencia se comporta evasiva. Para el Comendador, mientras más se niegue una mujer a
aceptar sus proposiciones sexuales, más deseable se convierte. Lo anterior lleva a este tirano a
poner sus deseos, sus vicios y sus provechos personales cada vez más por encima del bienestar
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de sus vasallos. Sus engaños son mayores a cada instante, como se puede apreciar en la
conversación que tiene con sus sirvientes y con las mujeres:
COMENDADOR.
¿Qué reparan
en no hacer lo que les digo?
FLORES.
Entrá, pues.
LAURENCIA.
No nos agarre.
FLORES.
Entrad, que sois necias.
PASCUALA.
Arre,
que echaréis luego el postigo.
FLORES.
Entrad, que os quiere enseñar
lo que trae de la guerra.
[A Ortuño, aparte, mientras se entra en la casa.]
COMENDADOR. Si entraren, Ortuño, cierra (1.610-617).
En este diálogo, se pueden ver las intenciones del Comendador, quien, por medio del engaño,
desea encerrar a las mujeres, para después obtener favores sexuales de ellas. Como menciona
Mariana, el opresor, en este caso F ernán G óm ez, “procura la satisfacción d e sus deseos [… ] con
malas mañas” (60 ).
Este constante abuso sexual hacia las mujeres de Fuente Ovejuna por parte de Fernán
Gómez, provoca que algunos de los hombres del pueblo salgan a su defensa. Lo anterior causa
que éstos sean agredidos físicamente y perseguidos como criminales por órdenes del propio
Comendador. De acuerdo con el padre Mariana, lo tiranos lo que pretenden es derribar a todos
aquéllos, sobre todo si son seres virtuosos, que representen un peligro al cumplimiento de sus
vicios y deseos (59). Al perseguir el Comendador a estos hombres valientes, lo que hace en su
calidad de déspota, es intentar derribar y acabar con los obstáculos que se le presentan al tratar de
abusar sexualmente de las villanas. Un ejemplo de lo comentado anteriormente, es el caso de
Mengo, quien al ver que Jacinta es perseguida por los hombres del Comendador, con el objeto de
que éste pueda tener relaciones sexuales con la joven, decide sacar la cara por ella:
Del Comendador criados,
que van a Ciudad Real
más de infamia natural
que de noble azero armados,
me quieren llevar a él (2.1189-1193).
Mengo, al ver al Comendador, se queja de la acción de sus soldados, pensando que la infamia
viene de éstos y no de Fernán Gómez:
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Señor, si piedad os mueve
de socesso tan injusto,
castigad estos soldados,
que con vuestro nombre agora
robas una labradora
[a] esposo y padres honrados (2.1224-1229).
La respuesta del Comendador, en lugar de ser un ejemplo de justicia, muestra la infamia y el
poco amor de éste por sus vasallos: “L icencia les quiero dar… / para ven garse de ti” (2 .12321233). Ordenando que aten a Jacinta y que azoten a Mengo:
Que lo açotéis.
Llevadle, y en ese roble
le atad y le desnudad,
y con las riendas [… ]
[… ] acotadle hasta que salten
los hierros de las correas (2.1244-1249).
Además, les entrega a Jacinta a sus soldados, como si fuese un objeto, para que ellos abusen
sexualmente de la muchacha. En este episodio, además del abuso a la mujer, el Comendador no
cumple con el cometido de un buen gobernante, que es, según menciona M ariana, p restar “atento
oído a las quejas de todo s” (55), sin consentir qu e “en ninguna parte del imperio se proceda con
crueldad ni aun con asp ereza” (55). De esta manera, Fernán Gómez, no sólo no cumple con esto
principios, pues es quien actúa con crueldad y aspereza e ignora la petición de los inocentes, sino
que muestra una vez más su carácter tiránico.
Otro caso en el que se puede apreciar el abuso de autoridad de Fernán Gómez, tanto al
pensar que puede obtener a todas las mujeres de Fuente Ovejuna, como al perseguir y castigar a
los villanos inocentes, es el de Frondoso y Laurencia. Estos dos villanos, un día que se
encuentran conversando, escuchan llegar al Comendador y la joven le pide a Frondoso que se
oculte. Fernán Gómez, al ver a Laurencia, la joven que durante la obra ha tratado de conquistar,
sola e indefensa, la acosa sexualmente:
Aquessos desdenes toscos
afrentan, bella Laurencia,
las gracias que el poderoso
cielo te dio, de tal suerte
que vienes a ser un monstruo.
Mas si otras vezes pudiste
huir mi ruego amoroso,
30
agora no quiere el campo,
amigo secreto y solo;
que tú sola no has de ser
tan soberbia, que tu rostro
teniéndome a mí en tan poco (1.786-798).
En este pasaje, se puede apreciar la manera en que el Comendador, empeñado en tener relaciones
sexuales con la villana, se alegra de que la joven esté sola, de que no haya quien la defienda,
creyendo que la muchacha no se resistirá a sus viciosos y malintencionados deseos.
L o anterior es qu eda con firm ado cuando F ernán G óm ez dice: “P ongo la b allesta en tierra, / y a
la práctica de m anos / reduzgo m elindres” (1 .816-818). Con estas palabras y acciones, se
confirma que el Comendador sólo piensa en satisfacer su apetito sexual, olvidándose de que
tienen un contrato social que le obliga a proteger a sus súbditos. Pero, “[t]his social contract is
[… ] underm ined b y the C om endado r” (Camino 383).
Fernán Gómez actúa como si las mujeres de la villa fueran de su propiedad y no muestra
señal alguna de arrepentimiento con respecto a los crímenes cometidos. Además de lo anterior,
se puede apreciar cómo el Comendador no sólo se siente inmune a la normatividad y a los
castigos que las mismas imponen, al abusar y robar a sus vasallos, sino que piensa que puede
manipular la ley y perseguir criminalmente a hombres inocentes. Este es el caso de Frondoso,
quien, al presenciar el intento de violación de Laurencia por parte de Fernán Gómez, intenta
defenderla. Frondoso, a pesar de que toma la ballesta del Comendador, le pide a éste con respeto,
haciendo m en ción de sus obligacion es com o “buen” señor, que d eje ir a la joven:
Comendador generoso,
dexad la moça o creed
que de mi agravio y enojo
será blanco vuestro pecho,
aunque la Cruz me da assombro (1.825-829).
Si bien es verdad que Frondoso amenaza de muerte a su señor, lo cual no es permitido en la
época, también lo es que el miedo a la maldad ya conocida de Fernán Gómez es lo que lo lleva a
actuar de esta manera. La reacción del Comendador, en lugar de ser inteligente y justa, que sería
la propia de un buen soberano según el padre Mariana, y de ajustarse a las leyes del lugar, es, por
el contrario, la de un hombre vicioso, vengativo e injusto:
¡Peligro extraño notorio!
Mas yo tomaré vengança
31
del agravio y del estorbo.
¡Que no cerrara con él!
¡Vive el cielo, que me corro! (1.855-859).
Un buen monarca, debe dar el ejemplo de cumplir en todo momento las “leyes y preceptos”,
sirviendo siempre como muestra de “sencillez, eq uidad y hon estidad” (M ariana 57). F ernán
Gómez, en ningún momento se comporta como un rey digno de la corona, y menciona que su
motivación a perseguir a Frondoso no sólo es el agravio, sino que no lo haya dejado consumar la
relación sexual con la villana. El Comendador no sigue las leyes ni los preceptos, y en ningún
momento muestra equidad, honestidad o sencillez, es un personaje que cada vez se aleja más de
la figura del gobernante ideal.
Debido al gran número de acciones tiránicas por parte de Fernán Gómez, algunos de los
vasallos, tales como Esteban, tratan de protestar con respecto a las acciones de su señor, y de
hacerle ver que sus actos no son dignos de su embestidura. Lo anterior se puede apreciar cuando
el Comendador llega a interrumpir la unión matrimonial de Frondoso y Laurencia, con el objeto
de aprehender a aquél. Esteban, quien es alcalde de Fuente Ovejuna, pide la comprensión y el
perdón de su señor:
Supuesto que el disculparle
ya puede tocar a un suegro,
no es mucho que en causas tales
se descomponga con vos
un hombre, en efecto, amante;
porque si vos pretendéis
su propia mujer quitarle,
¿qué mucho que la defienda? (2.1607-1614).
En este discurso, Esteban no sólo justifica el actuar de Frondoso ante el Comendador, sino que le
reclama su actuar, el intentar quitarle la mujer a otro hombre, con lo que trata de hacerle
comprender que su obrar no es correcto y que hay razones lógicas para reprochárselo. Esteban,
como alcalde de Fuente Ovejuna y encargado del orden, trata de hacerle ver a Fernán Gómez
que, de seguir actuando de esa manera, los reyes de Castilla podrían quitarle su señorío:
que Reyes hay en Castilla
con que desórdenes quitan.
Y harán mal, cuando descasen
de las guerras, en sufrir
en sus villas y lugares
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a hombres tan poderosos
por traer cruzes tan grandes;
póngasela el Rey al pecho,
que para pechos reales
es essa insignia, y no más (2.1620-1630).
Con estas palabras, Esteban intenta que el Comendador se de cuenta de que sus vicios y su
actitud tiránica no lo hacen merecedor de portar en el pecho la cruz de Calatrava. Fernán Gómez,
en lugar de escuchar al viejo alcalde, lo humilla quitándole la vara que representa su grado de
autoridad de la villa, golpeándolo con ella. Esta actitud, de falta de respecto a una autoridad,
aunque sea de estrato menor, violenta nuevamente las leyes, demostrando una vez más su calidad
de tirano. Fernán Gómez ha ignorado los reglamentos, leyes y contratos sociales, con lo que se
muestra contrario a la idea del buen príncipe descrita por el padre Mariana, del monarca que
debe procurar la felicidad y todo tipo de bienes tanto materiales como espirituales a sus súbditos.
De esta manera también olvida que debe salvaguardar la dignidad y la vida de sus vasallos,
acercándose en todo momento a ellos para así conocer sus necesidades y atender a sus peticiones.
Lope, claramente presenta la figura de un Comendador que reúne todas y cada una de las
características que según Mariana, debe tener un gobernante para ser considerado un opresor.
A pesar de que se ha demostrado que el personaje del Comendador posee todas y cada
una de las características que el Padre Mariana describe como propias de un autócrata, no se
puede decir que Fuente Ovejuna presenta un tiranicidio considerado como legal. Mariana habla
del privar de la vida a un déspota y “agrees that th e slayin g o f a usurp er is perm issible” (C arter
317). El sacerdote menciona que para poder privar de la vida a un tirano es necesario primero
cumplir con una serie de requisitos. El padre M ariana, señala que “la dignidad real… tien e su
origen en la voluntad de la república” (68), po r lo que los pueblos tienen la libertad de levantarse
y despojar al gobernante de su poder si éste se ha convertido en opresor. Para este autor, lo más
importante es salvar la patria, cueste lo que cueste:
Si así lo exigen las circunstancias, no sólo hay facultades para llamar a derecho al rey, las
hay para despojarle del centro y la corona si se niega a corregir sus faltas. Los pueblos le
han transmitido su poder pero se han reservado otro mayor para imponer tributo; para
dictar leyes fundamentales es siempre indispensable su consentimiento. [… ] E s preciso
además tener en cuenta que han merecido en todos tiempos grandes alabanzas los que han
atentado contra la vida de los tiranos (68).
33
Mariana justifica el tiranicidio al mencionar que el déspota “es un a bestia fiera y cruel, que
adonde quiera que vaya, lo devasta, lo saquea, lo incendia todo, haciendo terribles estragos en
todas partes con las uñas, con los dientes, con la punta de sus astas” (69).
A pesar d e que el p adre M ariana apo ya la idea del tiranicidio, él “insists on a few
preconditions” (C arter 319), es decir, hace mención a una serie de pasos que el pueblo debe
intentar seguir para destronar a un tirano. No se puede, según Mariana, acudir directamente a la
privación de la vida del mal gobernante sin haber agotado previamente otras posibilidades. El
derramamiento de sangre es la última opción:
[S]i así lo exigieran las circunstancias, sin que de otro modo fuese posible salvar la patria,
matar a hierro al príncipe como enemigo público y matarle por el mismo derecho de
defensa, por la autoridad propia del pueblo, más legítima siempre y mejor que la del rey
tirano. Dado este caso, no sólo reside esta facultad en el pueblo, reside hasta en cualquier
particular que, abandonada toda especie de impunidad y despreciando su propia vida,
quiera empeñarse en ayudar de esta suerte la república (70).
Para el padre Mariana, el tiranicidio también puede ser cometido por un particular, siempre y
cuando las razones que lo muevan a llevar a cabo esta acción no sean personales, sino que lo
haga movido por el amor a su patria y el bienestar de sus compatriotas. Si las razones por las que
un particular priva de la vida a un tirano son personales, no se le puede dar un carácter legal.
Como se mencionó anteriormente, hay una serie de requisitos previos o pasos que se
deben agotar antes de llevar a cabo el tiranicidio. El primer paso es llevar a cabo una reunión
pública en la que se le pida al gobernante que entre en razón y que se apegue al derecho. En caso
de que el Señor se niegue a cumplir con las peticiones de sus súbditos, éstos le desconocerán
públicamente como soberano: “S i están aún permitidas las reuniones públicas, conviene
principalmente consultar el parecer de todos, dando por lo más fijo y acertado lo que se
estableciere de com ún acuerdo” (M arian a 70). Como menciona Carter, “T h e ruler m ust be
warned, and given a chance to mend his ways; if he does not, the subjects may refuse to obey
him, which should precipitate a war in which it is permitted that he be killed, even by a private
citizen” (317). Es decir, que el desconocimiento surgido como resultado de la reunión pública
puede traer como consecuencia una guerra, y ésta a su vez la muerte del opresor por tratarse de
un enemigo público, es decir, el tiranicidio es legal. A pesar de lo anterior, Mariana sugiere que
se eviten los movimientos populares para evitar excesos, tratando de apartar al gobernante del
mal camino antes de tomar medidas extremas. En caso de no haber esperanza y que se ponga en
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peligro la salud del reino, se puede llegar al derramamiento de la sangre del autócrata. En Fuente
Ovejuna, Lope no presenta este primer paso para la comisión legítima de un tiranicidio, es decir,
no se ve una reunión pública en la cual el pueblo entero aperciba al Comendador sobre sus actos
ilícitos y establezcan de común acuerdo y de manera racional lo que deben hacer con Fernán
Gómez, el tirano.
En el acto tercero, cuando los hombres están reunidos tratando de decidir qué hacer con
el C om endador, si bien es cierto que al prin cipio se le puede considerar a esta “junta” la reunión
a la que se refiere Mariana, también lo es que al final de la misma son el odio y las motivaciones
personales, así como la influencia de Laurencia, lo que lleva al pueblo a decidir la muerte de
Fernán Gómez. En este caso no existe una decisión racional y de común acuerdo como se
menciona en la obra de Mariana. Al comienzo del acto tercero, los hombres de Fuente Ovejuna
llevan a cabo una junta: “M E N G O . T am bién v en go y o a h allarm e en esta ju nta” (3 .1661). En
esta tertulia los hombres hablan sobre las malas acciones del Comendador y lo que esto les ha
causado a ellos y sus familias:
ESTEBAN.
Respondedme: ¿hay alguno de vosotros
que no esté lastimado en honra
[y vida?
¿No os lamentáis los unos de los
[otros?
Pues si ya la tenéis todos perdida,
¿a qué aguardáis? ¿Qué desven[tura es ésta?
JUAN [ROXO]. La mayor que en el mundo fue sufrida.
Mas pues ya se publica y manifies[ta
que en paz tienen los Reyes a
[Castilla,
y su venida a Córdoba se apresta,
vayan dos Regidores a la villa,
y, echándose a sus pies, pidan
[remedio (3.1669-1679).
En este diálogo que tiene lugar durante la reunión, los hombres de Fuente Ovejuna parecen estar
cumpliendo con el primer paso a seguir antes de llegar al tiranicidio. De hecho, la
recomendación de Juan Rojo es el recurrir a los reyes de Castilla en busca de ayuda, para que
ellos intervengan y castiguen al Comendador por sus acciones viles. Asimismo, hablan sobre el
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desconocim iento de la au toridad de F ernán G óm ez: “E S T E B A N . E l R ey solo es señor despu és
del cielo / y no b árbaros hom bres inhum anos” (3.1700-1701).
A pesar de que la junta parece ser racional, pronto los hombres de Fuente Ovejuna
comienzan a dejar que sus odios y rencores personales, resultado de las acciones del
Comendador influyan en sus decisiones y su actuar. Los varones hablan de darle muerte al tirano
y olvidarse de las demás opciones, como lo sería el pedir ayuda a doña Isabel y don Fernando:
“R E G ID O R . M orir, o d ar m uerte a los tiranos / pu es som os m uchos, y ellos poca gente” (3 .16971698), “JU A N [R O X O ]. Si nuestras desventuras se compassan, / para perder las vidas, ¿qué
aguardamos? / Las casas y las viñas nos abrasan; / tiranos son. ¡A la vengan ça vam os!” (3 .17081711). En las palabras de estos hombres se ve que lo que los motiva a querer dar muerte a Fernán
Gómez es el deseo de venganza y no el mejorar tanto la situación social y como de vida de
propia y de los demás villanos.
Si bien es cierto que se puede ver en algunas ocasiones que se cumple con el requisito de
que los súbditos traten de persuadir al gobernante evitar seguir cometiendo actos tiránicos y
criminales: “F R O N D O S O . C om endador gen eroso, / dex ad la m oça [… ]” (1.825-826),
“E S T E B A N . Señor, / debaxo de vuestro honor/ vivir el pueblo desea/ Mirad que en Fuente
Ovejuna/ hay gente m u y principal” (2.976-980), “MENGO. Señor, si piedad os mueve / de
socesso tan injusto / castigad estos soldados” (2.1223-1226), también lo es que nunca es cubierto
en su totalidad. En el primero de los casos Frondoso apela a la generosidad de su Señor, en el
segundo Esteban le recuerda que debe tener honor y respetar a sus súbditos, en la última, Mengo
apela a su piedad y a la justicia que como gobernante debe defender. En ambos casos los villanos
tratan de hacerle ver a Fernán Gómez que está actuando como un opresor y no como un buen
soberano, pero al final ambos personajes se dejan llevar por motivos personales.
De esta manera, a pesar de que al parecer se podría haber llevado a cabo un tiranicidio
considerado como legal por Mariana, domina en Fuente Ovejuna la idea de la venganza. Este
pensamiento de represalia continúa cuando Laurencia, después de escapar de su cautiverio, llega
a la junta de los hombres de Fuente Ovejuna, en compañía de otras mujeres. De acuerdo con
Baena, lo que hace Laurencia es “manipular la actitud aním ica de los o yentes” (149), haciendo
sentir a los hom bres “su propio travestism o al no ejecutar la virtus a la que tienen acceso por ser
hom bres” (151): “¡G allinas! ¡V u estras m ujeres / sufrís que otros hom bres gozen! / ¡Poneos en la
cinta!” (3.1770-1773). Esta actitud de Laurencia convierte la decisión de los hombres en una
36
venganza personal. La villana logra que todo el pueblo decida quitarle la vida a Fernán Gómez y
así satisface su odio, la humillación sufrida, su deseo de resarcimiento. Además, la joven logra
evitar que el Comendador siga persiguiendo a Frondoso como a un criminal. Con esta actitud no
se cumple “[M arian a‟s] counter-argument” que dice que “such a grave d ecision is not being left
to the judgment of private individuals, but must be decided through vox populi” (C arter 317). La
decisión no es tomada por una voz popular racional sino por la idea de represalia personal que
surge en los miembros de Fuente Ovejuna por influencia de unos pocos:
MENGO.
ESTEBAN.
MENGO.
Ir a matarle sin orden.
Juntad el pueblo a una voz;
que todos están conformes
en que los tiranos mueran.
Tomad espadas, lançones,
ballestas, chuzos y palos (3.1805-1808).
¡Mueran tiranos traidores!
¡Traidores tiranos mueran! (3.1813-1814).
La forma en que personalizan la venganza, dejando de lado la idea del bienestar general de la
villa, se puede apreciar en las palabras de Laurencia, cuando le dice a Jacinta que deben quitarle
la vida a Fernán Gómez por lo que le hizo a ella. Laurencia, nuevamente, hace que los habitantes
de Fuente Ovejuna tomen la decisión basados en algo particular:
Que, puestas todas en orden,
acometamos un hecho
que dé espanto a todo el orbe.
Jacinta, tu grande agravio,
que sea cabo; responde
de una escuadra de mujeres (3.1829-1834).
El padre Mariana hace mención al tiranicidio movido por la venganza, la cual debe tener
como base el daño que el opresor ha causado a la patria. La persona que priva de la vida al
autócrata debe actuar por amor a su nación y a sus compatriotas (71). El o los tiranicidas no
deben dejarse llevar por sentimientos y rencores personales, sino por el deseo de mejorar la
situación de su pueblo, y por recobrar la estabilidad con la que acabó el déspota. Asimismo el
padre Mariana señala que
deben evitarse los movimientos populares para que con la alegría de la muerte del tirano
no se entregue la muchedumbre a excesos y sea de todo punto estéril un hecho de tanto
peligro y trascendencia; creemos que antes de llegar a ese extremo y gravísimo remedio
deben ponerse en juego todas las medidas capaces de apartar al príncipe de su fatal
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camino. Mas cuando no queda ya esperanza, cuando estén ya puestas en peligro la
santidad de la religión y la salud del reino (73).
En estas palabras del sacerdote, se puede apreciar que su idea de tiranicidio no implica un
levantamiento de muchedumbres, ya que al privar de la vida a un tirano se debe hacer de manera
tal que el hecho sea considerado como trascendente y heroico, evitando darle connotaciones
negativas. De esta forma vuelve hacer énfasis en el hecho de que el derramar la sangre del tirano
debe ser el último recurso, agotando otras medidas antes de optar por esta solución.
En Fuente Ovejuna, no se puede decir que los villanos agotaron los recursos previos que
Mariana menciona, pues al dejarse llevar por las palabras de Laurencia y el deseo de venganza
de unos cuantos, decidieron, como se mencionó en párrafos anteriores, no acudir a los reyes de
Castilla por ayuda, ni hablar como pueblo con el Comendador para hacerle ver sus vicios y
errores. El pueblo decidió inmediatamente privar de la vida a Fernán Gómez, dando paso a una
masacre, la cual “is not the result of an o rderly reason ing process, but of the opposite: the
com plete breakdow n of reason and ord er” (C arter 326). De acuerdo con Carter
The whole atmosphere of the succeeding scenes relating to the uprising emphasizes its
essential irrationality: the blood-lust of all concerned, whether male or female; the
distortion of nature rep resented b y th e w om en‟s b ecom ing w arriors, assum ing a
tem porary m asculinity; the attacks on the m em b ers of the C om endador‟s h ousehold –not
gratuitous, of course, but as sadistic as anything we have seen form the gentry; the
sacking o f the C om endad or‟s house; the m utilation of his bod y after the m urder, and so
on. Lope specifically draws our attention to these final acts of mindless savagery in the
comparative calm of the Court, when Flores repots the event to the King (327).
Como menciona Carter, el pueblo de Fuente Ovejuna, al asesinar a Fernán Gómez, cae en los
excesos que Mariana señala que deben evitarse, haciendo de su acción algo censurable y no
heroico ni trascendental por carecer de resultados positivos. En la narración que Flores hace de
los eventos ante don Fernando y doña Isabel se puede apreciar la intemperancia de los hechos:
[… ] con furia im paciente
rompen el cruzado pecho
con mil heridas crueles;
y por las altas ventanas
le hazen que al suelo vuele,
adonde en picas y espadas
le recogen las mujeres.
Llévanle a una casa muerto,
y a porfía, quien más puede,
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mesa su barba y cabello,
y apriessa su rostro hieren.
En efeto fue la furia
tan grande que en ellos crece,
que las mayores tajadas
las orejas a ser vienen (3.1977-1991).
Como Flores señala, la furia y el desorden fue lo que dominó el movimiento de la muchedumbre,
y no la razón y el deseo de bienestar general de los habitantes de la villa.
La reacción del rey ante los hechos sucedidos en Fuente Ovejuna, muestra que Lope no
está presentando en su obra un tiranicidio considerado como legal, de acuerdo con las ideas del
padre Juan de Mariana. Como menciona Carter, el rey “m ak es it quite clear that the villagers are
far from blam eless” (321 ). Al escuchar la narración de Flores, don Fernando decide enviar a un
juez para averiguar la verdad de los hechos. El juez informa a los reyes no haber podido llegar al
fondo de lo sucedido en Fuente Ovejuna debido a que todos los habitantes de la villa insisten en
que fue “F uente O vejuna” quien arrebató la vid a al C om endador: “Y pues tan m al se acom od a /
el poderlo averiguar / o los has de perdonar / o m atar la villa toda” (3. 2379-2382). El rey decide
no castigar a nadie porque desconoce quién exactamente fue el autor de los hechos, pero eso no
significa que apruebe y perdone el actuar de los villanos, es decir, “the King does not pardon the
villagers out of sym p ath y for their plight [… ] but says that h e is forced to pardon them for lack
of form al eviden ce” (C arter 329): “P ues no pued e averiguarse / el sucesso por escrito / aunque
fue grave el delito / por fuerça h a de p erdonarse” (3.2442-2445).
En esta obra, Lope presenta la figura de un tirano que cumple con todos los requisitos de
los que habla Mariana, pero no así la privación de la vida del opresor como legal. Si bien es
cierto que el pueblo de Fuente Ovejuna tenía el derecho de levantarse en contra del autócrata,
también lo es que para poder hacerlo legalmente necesitaban seguir ciertos pasos y cubrir ciertos
requisitos. Por el contrario, los villanos se dejan llevar por la furia, el desorden y el sentimiento
de venganzas personales. El rey, con su discurso final, es quien determina que el actuar del
pueblo merece un castigo. A pesar de lo anterior, dicha pena no es otorgada debido a la falta de
pruebas incriminatorias. Si se hubiese tratado de un tiranicidio legal, como menciona Mariana,
los responsables hubiesen sido considerados héroes y alabados por haber defendido su nación,
sin embargo, son perdonados por fuerza, y sus acciones son condenadas por el monarca. Lo
sucedido al tirano de Fuente Ovejuna, es un caso de homicidio y no de tiranicidio.
39
Capítulo cinco
El mejor alcalde, el rey
En El mejor alcalde, el rey, Lope presenta claramente la distinción que el padre Mariana
hace entre un buen príncipe y un tirano, así como el hecho de que un gobernante, por su calidad
de ser humano, puede caer en vicios y malas acciones, pasando de ser un buen dirigente a un
opresor. Según Mariana, el monarca perfecto es aquel que se caracteriza por ser humilde,
tratable, amigo de sus vasallos, quien escucha las quejas hasta del más humilde y que está
dispuesto a castigar a aquéllos malvados que atentan contra la vida y las fortunas de las personas,
haciéndolos pagar por los crímenes cometidos. Asimismo, un buen rey se asegura del bienestar
económico y de la felicidad de sus ciudadanos. Esta idea del soberano preocupado por sus
súbditos se puede ver en la persona de don Tello, quien más tarde se convertirá en el tirano de El
mejor alcalde, el rey.
En el primer acto, Sancho pide a Nuño la mano de su hija. El villano acepta el
matrimonio entre el joven y su hija heredera, aconsejándole que acuda a ver a su Señor para que
le informe sobre el matrimonio y así pueda recibir algunos presentes de parte de don Tello y de
su hermana Feliciana. Las palabras que Sancho dirige a sus señores muestran al lector la bondad
del gobernante:
Noble, ilustrísimo Tello,
y tú hermosa Feliciano,
señores de aquesta tierra,
que os ama por tantas causas,
dad vuestros pies generosos (1.379-383).
Tello reconoce la labor que Sancho siempre ha llevado a cabo en sus tierras y le manifiesta el
cariño que como su señor le confiere: “S í he visto, y siem pre m e agrada / vu estra person a, y os
quiero / bien” (1.401-403). Hasta este momento el infanzón muestra que se preocupa por sus
vasallos y que les tiene el aprecio que el monarca debe sentir por sus súbditos. Además de
expresar dicha estima de forma verbal, don Tello también lo hace por medio de regalos que
garantizan un mejor nivel de vida para los futuros esposos. Como un regalo más, el gobernante
decide honrar la boda con su presencia:
Veinte vacas
y cien ovejas darás
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a Sancho, a quien yo y mi hermana
habemos de honrar la boda (1.443-445).
De acuerdo con el padre Mariana, un buen monarca es aquél que es para sus súbditos un
padre cariñoso. Un buen soberano “no ex clu ye d e su palacio ni aun de su cám ara al pobre ni al
desam parado, presta aten to oído a las quejas de to dos” (55) o en su d efecto a las peticiones de las
personas. A sim ism o “[n]o dom ina a sus súbditos com o esclavos, les gobierna com o hijos” (55).
Este tipo de acciones logran que el pueblo admire y ame a su Señor. Al principio de esta
Comedia del Fénix, don Tello cumple con estas características, recibe a un vasallo pobre como
S ancho, escucha sus peticiones, le m anifiesta su cariño y se com porta con él com o “un padre”.
El agradecimiento y la admiración de los villanos se refleja en la conversación que tienen
algunos de los hombres, al escuchar a Sancho comentar sobre el resultado de su visita a la casa
de don Tello:
NUÑO.
SANCHO.
NUÑO.
SANCHO.
NUÑO
SANCHO.
SANCHO.
Por cierto que a su valor
dignamente corresponde.
Mandóme dar el ganado
que os digo.
Mil años viva.
Y aunque es dádiva excesiva,
más estimo haberme honrado
con venir a ser padrino (1.524-531).
Condición tan llana,
del cielo a los hombres vino.
Son señores generosos (1.533-535).
Cierto, que en don Tello vi
un señor todo perfecto.
Porque, en quitándole el dar,
con que a Dios es parecido,
no es señor; que haberlo sido
se muestra en dar y en honrar (1.545-550).
Estas palabras de Sancho y Nuño reflejan que su gobernante es considerado como un hombre
honorable, que cumple con todos los requisitos necesarios para ser considerado un monarca
digno de ese título y no un tirano. Los adjetivos que utilizan los varones para describir a su Señor
son positivos, llamándolo generoso y perfecto. Los aldeanos consideran a Tello como un gran
hombre, al grado de compararlo con Dios. En los primeros episodios de esta obra Lope presenta
la figura de un monarca que cubre las características otorgadas por Mariana al rey ideal.
41
Mariana señala que por el hecho de ser seres humanos, los gobernantes pueden caer en
vicios y conv ertirse en tiranos, “dejando a un lado los sentim ientos de hum anidad” (44). L os
yerros que pueden afectar a un buen monarca y convertirlo en un opresor pueden variar
dependiendo del caso, teniendo todos en común el provocar que el soberano deje de cumplir con
su obligación de proteger y asegurar el bienestar de sus vasallos. En el caso del infanzón don
Tello, la lacra que lo lleva a convertirse en un déspota es la lujuria provocada por la presencia de
Elvira. Cuando el infanzón ve a la joven llegar al lugar donde se celebraría su boda con Sancho,
la reacción de don T ello es de “adm iración y con m oción interior” (M arín 74):
Por Dios que tenéis razón.
¡Hermosa moza! (1.623-624).
(No he visto mayor belleza.
¡Qué divina perfección!
Corta ha sido su alabanza.
¡Dichosa aquella esperanza
que espera tal posesión!) (1.630-634).
Las palabras del infanzón muestran la impresión que la belleza de la labradora ha causado en su
persona, así como cierto sentimiento de envidia por el hombre que va a lograr poseer a esa
hermosa mujer. Don Tello sigue impresionado por la muchacha que está a punto de contraer
m atrim onio: “(N o esperé ver en m i vida / tan peregrina b eldad)” (1. 641-642). Esa admiración e
impresión que el rostro de Elvira ha causado en el infanzón, comienzan a convertirse en deseo,
en un fuego interno, com o él m ism o lo m anifiesta: “(¡P or D ios que siento abrazarm e!)” (1.466).
En don Tello comienza a surgir un sentimiento de lujuria por la joven. Esa sensación llega a
dominar a don Tello y llevándolo a cometer una serie de acciones que lo hacen convertirse en un
opresor.
La tiranía del infanzón comienza en el momento en que impide que el cura entre al lugar
en que tendría lugar la celebración nupcial, evitando que ésta se lleve a cabo: “P ues decid que no
entre el cura. / (Que tan divina hermosura / rob ánd om e el alm a está.)” (1.660-662). Cuando
Sancho pide explicaciones sobre la acción de don Tello, el gobernante, quien según Mariana
debe pensar primero en sus vasallos, hace lo contrario y comienza a mentir para poder lograr el
objetivo que acaba de trazarse, es decir, el obtener a Elvira. E l infanzón “co m ienza a en gañar con
su suavidad y su clem encia” (M ariana 59), así co m o con sus buenos deseo s, buscando un
beneficio personal. La excusa que Tello utiliza es el querer honrar aún más a los futuros esposos.
42
Sancho pide que se realice la boda en ese momento y don Tello lo acusa de desagradecido,
utilizando su poder de soberano para detener el matrimonio:
PELAYO.
JUANA.
PELAYO.
JUANA.
PELAYO.
JUANA.
¿No hay boda esta noche?
No.
¿Por qué?
No quiere don Tello.
Pues don Tello, ¿puede hacello?
Claro está, pues lo mandó (1.699-702).
Lo anterior se puede considerar como un abuso de autoridad por parte de don Tello. Como lo
menciona Juana, don Tello tiene la capacidad de detener la boda con sólo mandarlo, debido al
poder que ejerce como el Señor de la villa, y es una arbitrariedad utilizarlo con el objetivo de
satisfacer un ansia personal y no actuar buscando el bienestar de sus vasallos.
El infanzón don Tello, como se menciona en el párrafo anterior, comienza a comportarse
como un tirano, pues empieza a ejercer su pod er “tom ando por m edida de sus desm anes, no la
utilidad pública, sino su propia utilidad, sus placeres y sus vicios” (M ariana 59). Mariana señala
que un buen monarca tiene la obligación de procurar en todo momento la felicidad de sus
súbditos. Lo que don Tello hace al evitar la boda de Sancho y Elvira es hacerlos infelices,
alejándose de sus responsabilidades de buen mandatario. Uno de los crímenes que un dirigente
comete y que lo convierte en opresor, según el padre Mariana, es el abusar sexualmente de las
mujeres de la villa. El infanzón ordena a sus criados que le ayuden a secuestrar a Elvira,
sabiendo el lector que la intención que lo mueve es la lujuria y el deseo de poseer a la labradora:
TELLO.
CELIO.
TELLO.
Entrad, pues que estarán solos
la hermosa Elvira y el viejo.
Toda la gente se fue
con notable descontento
de ver dilatar la boda.
Yo tomé, Celio, el consejo
primero que Amor me dio:
que era infamia de mis celos
dejar gozar a un villano
la hermosura que deseo.
Después que della me canse,
podrá ese rústico necio
casarse; que yo daré
ganado, hacienda y dinero
con que viva; que es arbitrario
de muchos, como lo vemos
43
en el mundo. Finalmente,
yo soy poderoso, y quiero,
pues este hombre no es casado,
valerme de lo que puedo (1.731-750).
Don Tello no sólo ha causado el descontento de Sancho, Nuño y Elvira, sino que también de las
demás personas de la villa, como lo menciona Celio. Al infanzón no le importa el descontento de
sus súbditos debido a que está cegado por la lujuria. Para justificar sus actos, como lo hacen los
autócratas según Mariana, Tello usa como excusa al amor. Ese amor del que habla el infanzón,
es lascivia pura, la cual, de ahí en adelante, moverá las acciones de don Tello. Después de
excusarse, se pueden ver las verdaderas intenciones de Tello, lo único que ansía es obtener el
cuerpo de Elvira y después tirarla como si fuese un objeto. El infanzón confiesa a su criado que
está haciendo uso de su poder para poder saciar sus deseos de hombre, recurso que, de acuerdo
con lo señalado por Mariana, únicamente es utilizado por los tiranos.
Al ver Nuño la actitud de Tello y recordar el buen gobernante que era y el hecho de que
siempre escuchaba a sus vasallos, éste le recomienda a Sancho que hable con el infanzón para
que recapacite, sin pensar que su Señor se ha convertido en un opresor: “V am os a hablar al seño r
/ mañana; que yo sospecho / que, como fue mocedad, / ya tendrá arrepentim iento” (1.829-833).
Por el contrario, la reacción de Sancho es la de privar de la vida a don Tello y recuperar a su
dam a: “D éjam e, N uño, m atar; / que todo el sentido pierdo” (1.860-861), idea que es rechazada
por Nuño: “E ntra, y d escansa hasta el día; / q ue n o es bárbaro don T ello” (1.875-876). Esta
respuesta muestra la ideología del padre Mariana sobre cómo deben los súbditos actuar al
encontrarse con un déspota. La reacción de Nuño muestra la idea del pensador español de que
antes de tomar medidas extremas contra un gobernante tirano, es necesario primero hablar con él
y tratar de hacerlo reaccionar y volver al buen camino: “S e ha de am onestar ante todo al p ríncipe
y llamarle a razón y a derecho; si condescendiere, si satisficiere los deseos de la república, si se
mostrase dispuesto a corregir sus faltas, no hay para qué pasar más allá ni para qué se propongan
rem edios m ás am argos” (M ariana 70). Nuño le pide a Sancho que primero deben apercibirlo
antes de llegar a remedios lamentables como al que quiere recurrir el villano, mostrando Lope
una vez más la ideología de Mariana. Ambos personajes reflejan parte del proceso que, de
acuerdo con Mariana, se debe seguir en contra de los tiranos, así como las reacciones irracionales
que se deben evitar.
44
Asimismo, Elvira intenta persuadir a don Tello para que la deje ir, apercibiéndolo de
hacer lo que a su condición de Señor corresponde. Con esto, nuevamente se está cumpliendo con
el proceso que menciona Mariana, al “llamarle a razón” y reco rdarle qu e su s acciones son
despreciables e impropias de una persona que representa el poder y la autoridad:
ELVIRA.
TELLO.
ELVIRA.
¿De qué sirve atormentarme,
Tello, con tanto rigor?
¿Tú no ves que tengo honor,
y que es cansarte y cansarme?
Basta, que das en matarme
con ser tan áspera y dura (2.879-884).
No, señor;
que amor que pierde al honor
el respeto es vil deseo,
y, siendo apetito feo,
no puede llamarse amor (2.894-899).
Elvira trata de recordar a don Tello que tiene un pacto con sus vasallos, el cual consiste en
escucharlos, protegerlos y procurar su bienestar. Le recuerda que si no les procura el honor a
ellos como súbditos, está perdiendo su propio honor, convirtiéndose en una persona vil, sin
importar que trate de maquillar ese sentimiento indigno como amor. La reacción del infanzón
ante las palabras de Elvira son contrarias a las que se esperan de un buen monarca. De acuerdo
con el padre Mariana (55), un soberano que se pueda considerar como virtuoso es aquél que
escucha a su pueblo, que apoya a sus ciudadanos y los quiere como a un padre, poniéndolos a
todos en el mismo nivel, sin diferenciar entre los pobres y los ricos. Don Tello, por el contrario,
no considera a sus vasallos como honorables, viéndolos como seres inferiores y que, por lo tanto,
puede tomar y desechar a su antojo. Estas características que presenta Tello, siguen demostrando
que se ha con vertido en u n tirano: “Y ojalá fu eras m i igual; / m as bien ves que tu bajeza / afretara
mi nobleza” (2.945-951). El trato que el infanzón le da a sus súbditos, como seres inferiores se
refleja tam bién en las palabras de S an cho: “N o po rque el árbol m e robaste a E lvira, / m as porque
fue tan alto y arrogante, / que a los demás como a pequeños mira: / tal es la fuerza de un feroz
gigante” (2.1063-1066). El labrador le reclama a su señor que, aprovechándose de su poder y por
considerarlo inferior, ha cometido una ofensa hacia él y hacia Nuño.
De esta manera, en el acto segundo, Sancho está cumpliendo con su obligación de
reclamar a su señor por dejarse llevar por deseos personales y acciones despreciables, ejecutando
45
uno de los pasos a seguir que propone Mariana, antes de llegar a privar de la vida al mal
gobernante:
Dicen en el lugar (pero es mentira,
siendo quien eres tú) que, ciego amante
de mi mujer, autor del robo fuiste,
y que en tu misma casa la escondiste.
«¡Villanos, dije yo, tened respeto:
don Tello, mi señor, es gloria y honra
de la casa de Neira, y en efecto
es mi padrino y quien mis bodas honra.»
Con esto, tú piadoso, tú discreto,
no sufrirás la tuya y mi deshonra;
antes harás volver, la espada en puño
a Sancho su mujer, su hija a Nuño (2.1067-1078).
En las palabras del villano se puede ver una reacción discreta, en la que el súbdito le recuerda al
mandatario que, debido a su investidura, debe ser un hombre piadoso, discreto, glorioso y
virtuoso, características que menciona como propias de un buen gobernante el padre Mariana en
su obra. La reacción de don Tello, es contraria a la de condescendencia y satisfacción del
bienestar de sus vasallos, como se podría esperar de un monarca razonable según el padre
Mariana (70). Por el contrario, el infanzón, como todo opresor, utiliza el engaño para poder
conseguir sus propósitos y sus satisfacer sus bajos anhelos (Mariana 59):
Pésame gravemente, Sancho amigo,
de tal atrevimiento, y en mi tierra
no quedará el villano sin castigo
que la ha robado y en su casa encierra.
Solicita tú y sabe qué enemigo,
con loco amor, con encubierta guerra
nos ofende a los dos con tal malicia;
que si se sabe, yo te haré justicia.
Y a los villanos que de mí murmuran
haré azotar por tal atrevimiento (2.1079-1088).
E l infanzón, m iente a S ancho y am enaza a aquéllos que lo están “difam an do” para pod er lo grar
tener relaciones sexuales con Elvira sin que nadie se lo pueda impedir.
Además de los engaños, las mentiras y del dejarse llevar por las bajas pasiones, este
gobernante no escucha a sus vasallos y abusa de su poder. Con lo anterior, Lope presenta en la
persona de Tello, a un mandatario que cambia las leyes dependiendo de su conveniencia, sin
46
llegar a respetarlas en ningún momento (Mariana 61). Con esto cumple con una más de las
características que el padre Mariana menciona como propias de un autócrata. Esta particularidad
que nuevamente muestra la tiranía de Tello se ve reflejada en las palabras que Sancho dice al rey
cuando presenta su queja sobre el rapto de Elvira:
Él pone y él quita leyes:
que éstas son las condiciones
de soberbios infanzones,
que están lejos de los reyes (2.1437-1440).
De acuerdo con el padre Mariana, un buen gobernante no sólo debe crear una legislación justa,
sino que también debe cumplir las leyes como ejemplo para sus súbditos. Sancho acusa a don
Tello de cambiar constantemente los reglamentos y de no ajustarse a ellos debido a su carácter
soberbio, característico, según Mariana, de los opresores. Con estas palabras de Sancho, Lope
recuerda al lector que, a pesar de haberse presentado como un buen monarca al principio de la
obra, don Tello es un hombre que ha caído en la tiranía y que por lo mismo debe ser castigado.
Como oposición al personaje del gobernante tirano don Tello, Lope presenta a Alfonso,
rey de Castilla, quien posee las características que debe tener un buen monarca de acuerdo con la
obra del padre Mariana. Nuño, es el primero en referirse a la cualidad de justiciero que debe
poseer el monarca al aconsejarle a Sancho que vaya a verlo para que así pueda obtener justicia:
Hijo, vamos al remedio:
el rey de Castilla, Alfonso,
por sus valerosos hechos,
reside agora en León;
pues es recto y justiciero,
parte allá, y informarásle
deste agravio; que sospecho
que nos ha de hacer justicia (2.1170-1178).
La idea de la manera en que debe actuar el gobernante ante la injusticia, refleja la idea del padre
Mariana, quien manifiesta que un soberano debe ser ecuánime y castigar a todos aquellos que no
cum plan con la ley: “E l rey ejerce con sin gular tem planza el poder que ha recibido de sus
súbditos, no es gravoso, no es molesto sino para esos infames malvados que conspiran
tem erariam ente contra las fortunas y la vida de su s sem ejantes” (M arian a 5 5). Nuño confía en
que el rey, como parte de sus obligaciones, va a ser justiciero y a conseguir que el infanzón le
conceda su libertad a Elvira.
47
Asimismo, el Fénix, en la persona del rey Alfonso, presenta otra de las características
propias del buen monarca, que consiste en recibir en su palacio y escuchar hasta el más pobre de
sus súbditos: “N o ex clu ye de su palacio ni aun de su cám ara al pobre n i al desamparado, presta
atento oído a las quejas d e todos” (M ariana 55). Sancho, por ser un labrador, no cree que pueda
ser posible que el monarca lo reciba y escuche:
¡Ay, Nuño!, tengo por cierto
que el rey de Castilla, Alfonso,
es un príncipe perfecto;
mas ¿por dónde quieres que entre
un labrador tan grosero?
¿Qué corredor de palacio
osará mi atrevimiento
pisar? ¿Qué portero, Nuño,
permitirá que entre dentro? (2.1179-1186).
Nuevamente, en las palabras de Sancho se refleja el hecho de que Alfonso posee las
particularidades de un buen monarca. El rey de Castilla, contrario a lo que creía Sancho, lo
recibe y escucha su queja, sin im portarle que sea u n “labrado r grosero”, una persona que no
pertenezca a la nobleza. El soberano, al escuchar la historia del rapto de Elvira por parte del
infanzón, le entrega una carta a Sancho, en la cual le ordena a Tello, el tirano, que libere a Elvira,
reprochando el crimen cometido en contra del vasallo. Con esto, Alfonso muestra que un buen
soberano es ecuánime hasta con el más humilde de sus súbditos y procura la justicia sin importar
el nivel social de quien comete el crimen. Estas acciones de Alfonso, rey de Castilla, siguen
reforzando el hecho de que Lope se basa en la obra de Mariana al crear a sus monarcas y tiranos,
pues ambos personajes presentan las distintas características que éste describe en su obra. El
mandatario, “es m olesto [… ] para esos infam es m alvados” (M ariana 55 ) q ue com o T ello
“conspiran contra las fo rtunas y la vida de sus sem ejantes” (M arian a 55). Para mostrar que un
monarca debe ser justo, Alfonso da esa carta a Sancho dirigida al infanzón, en la que le ordena
que deje a Elvira en libertad para que pueda casarse con su amado labrador. Por tratarse del rey,
el opresor debe obedecer. Esta carta también puede ser considerada una llamada de atención
hacia el mal gobernante para que recapacite y vuelva al buen camino, lo cual, como se menciona
anteriormente, es uno de los pasos a seguir para lograr acabar con un gobernante tiránico en la
obra de Mariana.
48
Nuevamente se muestra lo déspota de la manera de gobernar de Tello cuando se niega a
cumplir las órdenes del rey, m ostrándose “com o una fiera indóm ita contra todas las clases d el
E stado” (M ariana 59), in clu yendo la person a de Alfonso de Castilla. Con esta actitud, el
infanzón pone en peligro la salud del reino, dejándose llevar por sus bajas pasiones y
preocupándose únicamente por sus deseos personales (Mariana 61). Don Tello, no muestra
respeto alguno por la investidura real y lo que representa el monarca, actitud que puede
entenderse como ofensa al soberano y ya no únicamente a los vasallos, por lo que pone en
peligro a la nación misma:
¡Vive Dios,
que de mi piedad me espanto!
¿Piensas, villano, que temo
tu atrevimiento en mi daño?
¿Sabes quién soy yo? (2.1555-1559).
Don Tello no sólo muestra esa actitud irrespetuosa hacia las órdenes de su superior, sino que
decide perseguir a un inocente como Sancho por el simple hecho de haberse quejado ante el
monarca de Castilla de su comportamiento. El infanzón trata de “injuriar y derribar a los buenos”
(Mariana 59) como Sancho, debido a que “tem e p ara sí de sus vasallos” (M ariana 60), por lo que
le ordena la salida de sus tierras:
Salid luego de palacio,
y no paréis en mi tierra:
que os haré matar a palos.
Pícaros, villanos, gente
de solar humilde y bajo (2.1572-1576).
La postura que el infanzón ha adoptado durante el transcurso de la obra, pasando de ser un buen
monarca a un tirano, se puede apreciar debido a que reúne varias de las características descritas
por el padre Mariana en su obra. Esta actitud es la que hace a don Tello merecedor de la pena de
muerte, la cual podría considerarse un tiranicidio legal por ser merecedor del mismo, pero debido
a la manera en que Alfonso de Castilla lleva a cabo las gestiones para llegar a dicha pena, se pasa
de un tiranicidio a un homicidio.
De acuerdo con el padre Mariana, cuando un reino cuenta con un mal gobernante, es
necesario que los vasallo s sufran “lo m ás posible, pero no ya cu ando trastornen la república, se
apoderen de las riquezas de todos, menosprecien las leyes y la religión del reino, y tengan por
49
virtud la soberbia, la aud acia, la im piedad, la conculcación sistem ática de todo lo m ás santo”
(70). Don Tello, trastorna la república al desobedecer las órdenes del rey y al injuriar a sus
súbditos con el rapto de Elvira. De esta manera se apodera de la mayor riqueza de Sancho
(Elvira), menosprecia las leyes al desobedecer al monarca y perseguir inocentes, así como la
religión al desear la mujer de otro. El infanzón tiene siempre una actitud soberbia al asegurar que
él es un hombre poderoso, pasando por encima del soberano de Castilla. Asimismo, don Tello no
tiene piedad de Sancho, de Nuño ni de Elvira quienes le suplican por la libertad de la joven
labradora. La postura del opresor Tello ha llegado a un punto en el que, de acuerdo con Mariana,
los ciudadanos no deben soportar ni sufrir más. Esta es la actitud que lleva al rey a intervenir
personalmente contra el tirano. De acuerdo con Carter “the K ing reserved the right to intervene
when the immunist was negligent in the exercise of his jurisdiction” (194). Como menciona este
crítico, cuando las cosas se han salido de control y la postura de Tello es totalmente subversiva,
es cuando el soberano decide intervenir, sobre todo en el momento en que Sancho le informa a
Alfonso de Castilla que don Tello hizo caso omiso a las órdenes plasmadas en la carta que envió:
Leída y no respetada,
causóle mortal disgusto;
y no sólo no volvió,
señor, la prenda que digo,
pero con nuevo castigo
el porte della medio;
que a mí y a este labrador
nos trataron de tal suerte,
que fue escapar de la muerte
dicha y milagro, señor (3.1671-1680).
Hasta este momento el tiranicidio de don Tello se podría haber considerado legal, pues cumplía
con varios de los requisitos descritos por Mariana en su obra, pero son estas palabras de Sancho
y la reacción del rey hacia las mismas lo que convierte el privar de la vida a un tirano en un
homicidio.
Las declaraciones de Sancho sobre la actitud de don Tello ofenden al monarca de manera
personal: “C arta de m i m ano escrita… / ¿M ás que debió rom pella?” (3. 1700-1701), ya en estas
palabras se puede apreciar el enojo del soberano. Asimismo, la respuesta del labrador, aumenta
la molestia del mandatario del reino:
Leyóla, y no la rompió;
mas miento, que fue rompella
50
leella y no hacer por ella
lo que su Rey le mandó (3.1705-1708)
A l escuchar las palab ras de S ancho, el rey decid e “poner / de u n a vez rem edio en todo” (3.172324). El monarca decide hacer pagar por sus crímenes al infanzón, llegando de incógnito a las
tierras de Tello y diciendo que él, como soberano, se asegurará de que se haga justicia:
Nuño, la vara del rey
hace el oficio del trueno,
que avisa que viene el rayo;
sólo, como veis, pretendo
hacer por el rey justicia (3.2043-2047).
Al principio, todo parece indicar que lo que mueve a Alfonso de Castilla a trasladarse a las
tierras de Tello, es la idea de acabar con un tirano que ha puesto en riesgo la salud de la nación al
desobedecer sus órdenes. Además de lo anterior, parecer que el deseo del rey es hacer pagar al
opresor por todos los crímenes cometidos en contra de los villanos, y por haber llegado a un
grado más allá de lo soportable. El monarca de Castilla escucha atentamente las declaraciones de
los testigos que han presenciado el secuestro de Elvira el día en que iba a casarse con Sancho.
Los vasallos culpan abiertamente a Tello de dicho delito, sin mencionar ninguno, por
desconocerlo, que Elvira ha sido víctima de violación:
BRITO.
FILENO.
La noche del casamiento
la llevaron unos hombres
que aquestas puertas rompieron (3.2078-2080).
Señor, yo vine a tañer,
y vi que mandó don Tello
que no entrara el señor cura.
El matrimonio deshecho,
se llevó a su casa a Elvira,
donde su padre y sus deudos
la han visto (3. 2093-2099).
Hasta este momento, el rey Alfonso se está comportando como un gobernante justiciero, quien
primero escucha a los testigos antes de dictar una sentencia en contra del infanzón.
Las dudas sobre el hecho de que la decisión del monarca estén basadas únicamente en el
deseo de hacer justicia surgen cuando, después de escuchar a sus súbditos declarar lo ocurrido a
Elvira y Sancho, y sin haber aún detenido a don Tello ni haber atendido a la exposición de la
víctima, manda traer a un cura y un verdugo, causando la sorpresa de Nuño:
51
REY.
[… ]
NUÑO.
Haced traer de secreto
un clérigo y un verdugo.
Yo no entiendo
este modo de juez;
sin cabeza de proceso
pide clérigo y verdugo (3.2120-2125).
El actuar de Alfonso como juez, en este momento, se convierte en algo anormal, haciendo dudar
a los demás personajes y al lector, de que el verdadero motivo de la sentencia de muerte, la cual
se puede predecir con el llamado del verdugo, ha sido el rapto de Elvira y la actitud que desde
ese momento adoptó el infanzón. Asimismo, se puede recordar que Mariana menciona que no
todo soberano es perfecto y que puede cometer errores debido a que se trata de un ser humano.
Se puede entender que el rey Alfonso ha sentido una ofensa personal con la desobediencia de
don Tello y eso influye en su decisión de llamar a un cura y a un verdugo.
Cuando el infanzón está en presencia de Alfonso de Castilla, ignorando que está frente al
monarca, vuelve a ofenderlo y a desconocer su autoridad: “¿V ara en la vaina? ¡O h, qué bien! /
No debéis conocerme. / Si el Rey no viene a prenderme, / no hay en todo el m undo quién”
(3.2256-2260). Esta actitud de don Tello molesta tanto al soberano, que lo hace descubrir el
verdadero motivo de la sentencia que va a dictar: “Q uitadle las arm as luego. / V illano, ¡por m i
corona / que os he de hacer respetar / las cartas d el R ey!” (3.2267-2270). Esta reacción de enojo,
expresa el hecho de que la verdadera molestia del rey Alfonso viene de una ofensa personal y no
de las actitudes tiránicas que hasta el momento ha tenido el infanzón. Como menciona Carter,
“the initial crim e, [… ], the refusal of the infanzón to obey the royal written instructions; this
obedience is clearly the offence for which the infanzón was executed” (194 ). Esta reacción del
mandatario, en la cual incluye razones personales en su sentencia condenatoria, rompe con la
legalidad que el padre Mariana da al tiranicidio, p ues deben ser “razones p úblicas” (M ariana 71),
las que motiven tal decisión. Si bien es cierto que la ofensa al rey es una razón pública, el
monarca debe llevar a cabo un juicio, por ser un hombre justo, pero Alfonso, decide llamar al
verdugo antes de juzgar públicamente a don Tello, lo que hace pensar que ha sido movido más
por el orgullo que por la razón y la justicia.
Una vez que Alfonso se entera de la violación de que Elvira ha sido víctima, menciona
que lo que lo mueve a condenar a muerte a Tello es este último crimen:
52
Pésame de llegar tarde:
llegar a tiempo quisiera
que pudiera remediar
de Sancho y Nuño las quejas
pero puedo hacer justicia
cortándole la cabeza
a Tello: venga el verdugo (3.2355-2361).
Con estas palabras, el soberano “suggest[s] that he is punishing Tello for this last offence [rape]
against Elvira, but he had called for a priest and an ex ecutioner long b efore he knew of th e rap e”
(Carter 197), con lo cual no se puede considerar la ejecución de Tello como un tiranicidio en sí,
sino como un homicidio. La verdadera razón de la muerte del infanzón vuelve a ser mencionada
por el propio A lfonso, qu ien señala que “[e]s traidor / todo hom bre que no respeta / a su rey, y
que habla mal / de su persona en su ausen cia” (3.2391-2394). Nuevamente el mandatario deja
ver que se ha sentido ofendido por la actitud de don Tello y que ese sentimiento personal es el
que le ha llevado a tomar la decisión de privar de la vida al infanzón.
A pesar de que el propio Tello reconoce que su actitud ha sido la de un tirano y que el
castigo qu e m erece es la m uerte: “C uando hubiera m ayor p ena, / invictísimo señor, / que la
muerte que me espera / confieso que la m erezco” (3.2370-2373), y de que Lope ha dado a este
personaje las características propias de un tirano que rompe las leyes al ignorar una orden directa
del rey, que persigue inocentes, acaba con la castidad, ofende a sus vasallos, miente y difama,
controla las leyes y pone en riesgo la seguridad del reino como lo señala el padre Mariana, su
muerte no se puede considerar como un tiranicidio. La privación de la vida del infanzón hubiera
sido un tiranicidio legal, de acuerdo con lo establecido en la obra de Mariana, si Alfonso de
Castilla, como ser humano, no se hubiera dejado llevar por motivos personales, y si la llamada
del clérigo y del verdugo se hubiesen dado después de escuchar a la víctima de violación y al
tirano, lo cual no sucedió.
En El mejor alcalde, el rey, se encuentran algunos de los rasgos del proceso a seguir
antes de llegar al tiranicidio. En primer lugar, Sancho acude a Tello y le pide que entre en razón
y que le devuelva a su amada Elvira. Una vez agotado este recurso, el villano acude ante el
monarca por justicia, obteniendo una carta en la que el soberano le ordena a Tello devolver a la
mujer. Éste, en respuesta al mandato, rompe la carta y se niega a cumplir la orden. Por último,
Sancho acude por segunda ocasión al rey, para pedir nuevamente justicia. El mandatario decide
53
intervenir personalmente, al llegar al lugar donde sucedieron los hechos, interroga a algunos
testigos para decidir sobre la culpabilidad del acusado y la veracidad de los todo lo relatado por
su vasallo. Hasta este punto todo indica que se llegaría a cumplir con los requisitos que Mariana
menciona para la legalidad del tiranicidio. Es en el momento en que intervienen los sentimientos
personales y una necesidad de acabar con el tirano para terminar con una ofensa particular,
cuando se quita lo glorioso del acto de derribar a un opresor y se convierte en una venganza
individual y no en justicia pública. A pesar de lo anterior, se puede apreciar que el Fénix
personifica en El mejor alcalde, el rey, tanto la figura del gobernante ideal, quien nunca deja de
ser un ser humano y que puede cometer errores, como la del tirano, la cuales se describen en la
obra de Mariana.
54
Capítulo seis
Peribáñez y el Comendador de Ocaña
Lope, en Peribáñez y el Comendador de Ocaña, presenta un caso diferente a los de las
obras analizadas anteriormente. En esta Comedia del Fénix aparece la figura únicamente de un
buen gobernante, de un monarca modelo que se dejó llevar por el deseo que en él surge al ver a
Casilda, una hermosa labradora. Esta pasión que siente el Comendador de Ocaña, a diferencia de
los gobernantes que se analizaron en las dos obras previas, en ningún momento lo llevan a
realizar acciones que pongan en peligro la estabilidad del reino, ni tampoco a apoderarse de los
bienes materiales de sus vasallos. Este mandatario, en ningún momento decide perseguir
hombres inocentes como si fuesen criminales, ni atenta contra la vida de personas buenas. De
esta manera, el Comendador de Ocaña no puede ser considerado como un monarca que manipula
la ley, ni que llevar a cabo acción alguna con la cual, de acuerdo con Mariana, pueda ser
considerado como un opresor al que es necesario quitar del poder. Por el contrario, aquí se puede
ver cómo uno de los personajes, Peribáñez, manipula la ley para poder justificar la legalidad del
supuesto tiranicidio que comete.
Nuevamente, se puede apreciar en esta obra que Lope se ha basado en las características
que todo buen rey, y en su defecto todo tirano poseen al gobernar una nación, que aparecen en la
obra de Juan de Mariana. En la escena IV, cuando se cuenta la historia de la caída del
Comendador, se pueden encontrar las primeras palabras que hacen mención a este personaje, las
cuales están llenas de alabanzas:
BARTOLO.
El Comendador de Ocaña
mueso señor generoso (1.4.250-251).
y viendo correr el toro,
caló la gorra y sacó
de la capa el braço airoso (1.4.259-261).
En esta narración que Bartolo hace sobre lo sucedido al Comendador de Ocaña, se muestra el
sentir del pueblo hacia su gobernante, a quien consideran como una persona generosa, que se
caracteriza por sus logros en batalla que se reflejan en ese brazo airoso. Con lo anterior se puede
pensar que el pueblo de Ocaña lo considera como un varón honorable, digno de ser su dirigente.
De acuerdo con el padre M ariana, un rey m erece la “ben evolencia y el aplauso de sus vasallos,
55
principalm ente de los bu enos” (55), y las palabras que a favo r del C om end ador pronuncia
Bartolo pueden ser consideradas como un encomio y un trato afable hacia su soberano.
Este tipo de comentarios afectuosos y de alabanza hacia la persona del Comendador, no
sólo se pueden encontrar en el discurso de Bartolo, sino en las expresiones de los propios
protagonistas de esta Comedia. Este es el caso de Casilda, quien cuida de su señor después de
haber sufrido el accidente con el toro:
¡Oh, qué mal [el mal] se emplea
en quien es la flor de España!
¡Ah, gallardo caballero!
¡Ah, valiente lidiador!
¿Sois vos quien daba temor
con esse desnudo azero
a los moros de Granada?
¿Sois vos quien tantos mató?
¡Una soga derribó
a quien no pudo su espada!
Con soga os hiere la muerte;
mas será por ser ladrón
de la gloria y opinión
de tanto capitán fuerte (1.6.292-303).
En este discurso de la villana se encuentran todo tipo de elogios hacia la persona del
C om endador de O caña, al grado d e llam arlo “la flor de E spaña”, con lo qu e se m uestra la
importancia que para la nación tiene este personaje. Casilda destaca principalmente las
cualidades bélicas de su señor, haciendo mención al gran número de moros que privó de la vida
durante sus andanzas como guerrero, con lo cual se da a entender que es un hombre de gran
honor y muy respetado por salvar a la nación de los moros invasores. Asimismo, la labradora
hace mención a que es tanta la gloria del guerrero, que tal vez por envidia la muerte atente contra
su vida. El propio Peribáñez muestra gran admiración por la persona de su soberano: “S i a
vuestra salud pudiera, / señor, ofrecer la mía, / no lo dudéis” (1.6.375-377), al grado de decir que
podría dar su vida por él, lo que hace pensar al lector nuevamente que el gobernante de esta
Comedia es considerado digno y bueno y no como un opresor. De acuerdo con Araya, “D on
Fabrique, el Comendador, en la opinión de todos los personajes de esta tragicomedia, aparece
com o un noble de altos m erecim ientos” (101 ), co m o “un ejem plar m odelo de su clase” (A raya
101), debido a que no uno, sino varios de los personajes insisten en lo excepcional que es ese
valiente guerrero. Estas características de un buen combatiente, son mencionadas como propias
56
de un buen mandatario en la obra de Mariana, quien señala que sus vasallos deben verlo como un
gran soldado. Un soberano, al salir a luchar, debe ser visto por el pueblo como un ser “m ás
brillante que si estuviera rodeado de arm as y cubierto en oro” (M arian a 56), sin im portar el
tamaño de su ejército. Este orgullo sobre las cualidades bélicas del dirigente por parte del pueblo,
definitivamente se ve reflejado en esta obra de Lope.
El Comendador de Ocaña, no se convierte en un tirano, pero sí comete un error que debe
a su calidad de ser humano. De acuerdo con el padre Mariana (35-36), debido a que los
gobernantes son personas, pueden caer en tentaciones y cometer desatinos, pero no todos esos
errores pueden ser considerados como propios de un autócrata. La debilidad del Comendador
surge al momento que despierta y ve a su lado a la bella Casilda, admirando su hermosura:
(De ver su traje me assombro
y su rara perfección.)
Diamante en plomo engastado,
¡dichoso el nombre mil vezes
a quien tu hermosura ofreces! (1.6.346-350).
Este asombro que siente el soberano ante la gracia de la labradora es lo que le hace sentir una
gran pasión hacia ella y cometer algunos errores, pero nunca llegando a poner en riesgo el reino,
a perseguir inocentes, robar de sus vasallos, arriesgar sus vidas, ni a llevar a cabo ninguna otra
acción tal que le propicie el título de déspota. Asimismo, el Comendador reconoce que sus
sentimientos hacia C asilda no son correctos: “E n p eligro está m i vida / por un pensam iento loco”
(1.8.382-383). En el personaje de este comendador se puede ver una característica que los tiranos
de las comedias analizadas anteriormente carecen, desde el principio reconoce que lo que siente
es algo negativo, algo impropio a su investidura. Lope presenta a un noble que sabe distinguir
entre el bien y el mal, que se siente mal al desear la mujer de un vasallo, lo cual no se ajusta a la
descripción del opresor que hace Marian a, pues señala que este tipo de gob ernante se “arroja
com o una fiera” (59 ) con tra todos, entregándose “desenfrenadam ente a sus pasiones” (55), sin
mostrar ningún tipo de remordimiento. Lo anterior no sucede en Peribáñez, pues, como se
menciona anteriormente, el Comendador de Ocaña tiene sentimientos encontrados debido a la
atracción que siente por Casilda.
Si bien es cierto que este dirigente trata de comprar el amor, o mejor dicho, un favor
sexual por parte de la joven villana, también lo es que lo hace por consejo de Luxán y no por
ideas y maquinaciones suyas. El Comendador le pide consejo a su servidor sobre cómo conseguir
57
la amistad de Peribáñez para acercarse a Casilda, y éste, en lugar de comentarle que lo que
pretende hacer no es propio de una persona de su investidura, le aconseja que trate de comprarlos
con regalos:
Si consideras
lo que un labrador adulas,
será darle un par de mulas
más que si a Ocaña le dieras.
Este es el mayor tesoro
de un labrador. Y, a su esposa,
unas arracadas de oro (1.12.594-600).
De acuerdo con Mariana los gobernantes deben contar con consejeros que les ayuden a llevar a
cabo su labor tanto pública como privada con apego a las leyes y respeto a su investidura (36),
para evitar que prevalezcan los afectos personales y las imprudencias, y que así su condición
humana no opaque sus obligaciones como monarca. La obligación de Luxán al ver que su señor
está cometiendo una imprudencia es tratar de hacerle corregir el camino, sin embargo lo
convence de que hay una manera de conseguir el favor de la labradora: “P u es vam os, y buscarás
/ el par de mulas más bello / que él haya visto jam ás” (1.12.652-654). Los malos consejos de un
servidor del rey pueden colaborar a que haga cosas impropias para su posición e incluso alentarlo
a llevarlas a cabo, por lo que, de acuerdo con Mariana, se le quita cierta responsabilidad al
gobernante que está cegado por sus pasiones, siendo este el caso de Luxán y el Comendador de
Ocaña:
LUXÁN.
Ponles esse yugo al cuello;
que antes de una hora verás
arar en su pecho fiero
surcos de afición, tributo
de que tu cosecha espero;
que en trigo de amor no hay fruto,
si no se siembra dinero (1.12.655-661).
De acuerdo con el padre Mariana, un autócrata es aquél se entrega “desesp eradam ente a
sus pasiones, que no cree indecorosa m ald ad algu na” (55 ), además, este tipo de dirigente es
alguien qu e “pro cura en gañar” (59) a sus v asallos y dem ás person as que lo rodean para pod er así
alcanzar sus objetivos. Si bien es verdad que el Comendador de Ocaña acepta el consejo de
engañar a Peribáñez y a Casilda con regalos:
¡Hola! Dadle el alfombra mequinesa,
58
con ocho reposteros de mis armas;
y pues hay ocasión para pagarle
el buen acogimiento de su casa,
adonde hallé la vida, las dos mulas
que compré para el coche de camino;
y a su esposa llevad las arracadas,
si el platero las tiene ya acabadas (1.17.883-893).
Con estas palabras el Comendador menciona que los regalos son por agradecimiento a los
cuidados de Casilda y su esposo después del accidente del toro, con lo que está fingiendo, pues
en realidad son para acercarse a la labradora e intentar poseerla. Pero también lo es que en todo
momento el gobernante presenta sentimientos encontrados, dudas y miedos. Esos temores que
manifiesta, hacen que el lector se de cuenta que sus acciones no son llevadas a cabo con
“indecorosa m aldad”. L o anterior se refleja en las palabras d el propio C om endador: “¿De qué
manera, di, Luxán, podremos / darlas a Peribáñez, su marido, / que no tenga malicia en mi
propósito?” (1.15.794-796). En esta reflexión del Comendador de Ocaña se puede ver reflejada
la preocupación de que sus intenciones con Casilda sean descubiertas por Peribáñez, con lo que
el lector puede apreciar que el mandatario no es un hombre frío y manipulador, y que está
consciente de que lo que pretende hacer no es propio de su investidura. Este soberano teme que
sus vasallos descubran sus verdaderas intenciones indecorosas.
Nuevamente se puede apreciar el hecho de que el Comendador de Ocaña se preocupa por
sus actos y las consecuencias que éstos pueden traerle cuando persigue a Casilda a Alcázar:
Como sombra voy siguiendo
el sol de aquesta villana,
y con tanto atrevimiento,
que de la gente del Rey,
el ser conocido temo (1.21.991-995).
El Señor de Ocaña teme ser conocido por la gente del rey y que éstos se den cuenta que persigue
a una labradora. Esta preocupación puede deberse a que el gobernante está consciente de que lo
que hace es incorrecto y que puede hacerse merecedor a un castigo por sus acciones. De acuerdo
con el padre Mariana (55, 59-61), los tiranos no presentan ningún tipo de preocupación o
remordimiento por sus acciones, sino por el contrario, comenten todo tipo de acciones viles con
el objetivo de lograr sus propósitos y satisfacer sus vicios. Debido a que el Comendador
presenta, durante el transcurso de la obra, señales de pesadumbre con respecto a sus sentimientos
59
y acciones, no se le puede catalogar como a un opresor de acuerdo con la descripción que de
estos malos gobernantes hace Mariana.
Es verdad que en varias ocasiones, debido a la pasión que Casilda despierta en el
Comendador, tanto él como sus ayudantes han utilizado el instrumento del engaño para ayudar a
que aquél consiga acercarse a la labradora. Este es el caso de Leonardo, quien, sirviéndose de
promesas falsas de matrimonio, logra convencer a Inés, prima de Casilda para que le ayude a que
el mandatario entre a su casa:
LEONARDO.
Si de algún provecho es
haber conquistado a Inés,
passa, señor, deste modo.
Vino de Toledo a Ocaña
Inés con tu labradora,
como de su sol aurora,
más blanda y menos extraña (2.3.152-158).
El engaño que sufre Inés, en ningún momento se menciona que es sexual, sino que es una
promesa de matrimonio, con lo que no se puede considerar que el mismo venga de un gobernante
tiránico que está apoyando a sus sirvientes para que acaben con la castidad de las mujeres de la
villa, como era el caso del Comendador de Fuente Ovejuna. Para el padre Mariana el engaño que
es digno de un déspota es aquél que viola la castidad (55), característica que no se cumple en el
que lleva a cabo Leonardo para ayudar al Comendador de Ocaña:
porque yo le dí a entender
que ser mi esposa podría,
aunque ella mucho temía
lo que era razón de temer.
Pero asseguréla yo
que tú, si era su contento,
harías el casamiento
y de otra manera no.
Con esto está de manera,
que si a Casilda ha de haber
puerta, por aquí ha de ser,
que es prima y es bachillera (2.3.175-186).
Las pocas características que de un tirano, basados en la obra de Juan de Mariana, podrían
atribuirse al Comendador de Ocaña, Lope las destruye al dar a su personaje ese sentimiento de
constante remordimiento sobre sus acciones y al evitar que los sirvientes que le ayudan a tratar
60
de conseguir el amor de Casilda lleven a cabo acciones viles y que no caigan en vicios bajos e
irreversibles. El Fénix termina por presentar a un dirigente, que por su condición humana toma
una mala decisión, pero que en ningún momento puede considerársele como un tirano, al
momento de la muerte del Comendador, él mismo menciona estar arrepentido de sus acciones y
evita que más sangre se derrame por después de su fallecimiento:
No quiero
vozes ni venganças ya.
Mi vida en peligro está,
sola la del alma espero.
No busques, ni hagas extremos,
pues me han muerto con razón.
Llévame a dar confesión
y las venganças dexemos.
A Peribáñez perdono (3.18.783-791).
De acuerdo con el padre Mariana, un autócrata lo único que pretende es derribar a todas las
personas y vengarse de quienes atentan contra él (60) o contra el cumplimiento de sus objetivos,
pero por el contrario un buen monarca procura la paz y el bienestar de sus vasallos y el que se
haga justicia cuando alguien comete un crimen (55). El remordimiento que siente el Comendador
lo llevan a decir que el atentado que Peribáñez ha llevado a cabo en contra de su persona es algo
que él merecía, mostrando nuevamente que para él, como para todo buen gobernante, la justicia
es lo importante. Como menciona Marín, durante el transcurso de la obra, Lope muestra en
diversas ocasion es la “catadura m oral” del C om en dador y pone “especial cuidado en pintarlo
como un hombre esencialmente bondadoso y con las virtudes caballerescas” (187). E l S eñor d e
Ocaña es un buen gobernante que ha cometido errores al enajenarse con la belleza de Casilda,
pero que en todo momento ha reconocido que lo que hace es incorrecto, sintiéndose culpable y
m uriendo “tras hab er p ed ido perdón al m arido ultrajado y dem and ando con fesión” (M arín 187).
Los opresores no piden perdón, pues lo único que les importa es la satisfacción de sus vicios y no
creen estar equivocados en ningún momento (Mariana 59). D e esta m an era “[e]l propio
Comendador demuestra su dimensión humana valiosa, en términos relativos, cuando muere a
manos de P eribáñez” (A raya 102). Tanto por estas razones, como por las mencionadas
anteriormente, no se puede considerar, de acuerdo a las ideas del padre Mariana, al Comendador
de Ocaña como un tirano.
61
Lope no sólo presenta la figura del monarca perfecto en el personaje del Comendador de
Ocaña, sino que también expone estas características en el del rey. Como se menciona en el
análisis de El mejor alcalde, el rey, de acuerdo con la obra de Mariana, un buen soberano, para
ser considerado como tal, debe poseer ciertas cualidades. De acuerdo con este pensador español,
“el rey ejerce con sin gular tem planza el poder” (55 ), por lo que sólo es grav oso y m olesto con
“esos infam es m alv ados que conspiran tem erariam ente contra las fortunas y la vida d e sus
sem ejantes” (55 ), siendo riguroso con todos los que pongan en riesgo la seguridad de su reino.
De esta manera, un buen príncipe “no ex clu ye de su palacio ni aun de su cám ara al pobre ni al
desam parado” (M ariana 55), prestando atento oído a todas las quejas de su s vasallos, p ues “no
consiente que en nin gun a parte del im perio se p roceda con crueldad ni aun con aspereza”
(Mariana 55). Estas características del buen monarca se encuentran al final de la obra del Fénix.
El rey Enrique es una autoridad de que preocupa por impartir justicia, quien al enterarse de la
muerte del Comendador de Ocaña a manos de uno de un labrador, ordena que se castigue a los
culpables, pues sabe que don Fabrique es un hombre honorable y que por lo tanto no puede
perdonar un acto criminal en su reino:
Dad un pregón a la ciudad, os ruego,
Madrid, Segovia, Talavera, Ocaña,
que a quien los diere presos, o sea
[muertos,
tendrán de renta mil escudos ciertos.
Id [luego] y que ninguno [los] encubra
ni puede dar sustento ni otra cosa,
so pena de la vida (3.23.883-888).
Estas palabras del rey, muestran que es un hombre justiciero, que es gravoso y molesto con
aquellos que atentan o privan de la vida a otras personas. Asimismo, Lope presenta al soberano
Enrique como un buen monarca, cuando este personaje recibe en su cámara a los labradores
Peribáñez y Casilda, escuchándolos y prestando atención a sus palabras, sin importar la
condición económica ni social de los vasallos: “R E Y . B ien d ecís; no m e acordaba / que las p artes
se han de oír, / y más cuando son tan flacas” (3.27.944-946). Al presentar el labrador su discurso
y afirmar que don Fabrique era un tirano que abusaba de sus vasallos, y al no tener el mandatario
pruebas que desmientan la versión de Perbáñez, éste no castiga el homicidio de Fabrique debido
a que su vasallo lo presenta como un tiranicidio. El rey escucha y cree en la palabra de uno de
sus súbditos, rechazando el actuar repudiable del Comendador:
62
REY. [… ]
Esto justicia se llama.
Y a un hombre deste valor
le quiero en esta jornada
por capitán de la gente
misma que sacó de Ocaña.
Den a su mujer la renta,
y cúmplase mi palabra;
y después desta ocasión,
para la defensa y guarda
de su persona, le doy
licencia de traer armas
defensivas y ofensivas (3.27.1026-1037)
Con estas palabras, el lector puede apreciar el caso de un monarca justiciero, quien escucha a un
súbdito que supuestamente ha sido violentado en sus derechos por un tirano y que lo que ha
hecho ha sido defender su persona y la de su mujer. La justicia del soberano es tal, que no sólo
decide no castigar al labrador, pues lo que ha hecho, a los ojos del rey, es un tiranicidio legal,
sino que también ordena la reparación del daño que Peribáñez y Casilda han sufrido. Enrique
hace justicia basado en las declaraciones y evidencia que él recibe, escuchando hasta el más
humilde de sus ciudadanos, con lo que Lope presenta, por segunda ocasión en esta obra, el
personaje de un buen dirigente, cuyas características que llevan al lector a considerarlo como tal,
están basadas en la obra del padre Mariana.
Pasando a la cuestión de que si Lope presenta o no en tiranicidio en Peribáñez y el
comendador de Ocaña, lo primero que se debe discutir es si existe este como tal, antes de pasar
al tema de la legalidad del mismo. Como se menciona en párrafos anteriores, una vez llevado a
cabo un contraste de las características de un tirano de acuerdo al padre Mariana y las acciones,
pensamientos y sentimientos del Comendador de Ocaña, se llega a la conclusión de que este
personaje no puede ser considerado como un autócrata. Lope presenta a Don Fabrique como un
buen monarca que se ve seducido por sus debilidades humanas, llevándolo a cometer algunos
errores que lo atormentan durante el transcurso de la obra. Debido a la falta de existencia de un
opresor no se puede hablar de la presencia de un tirano en la obra y, por lo tanto, tampoco se
puede hacer mención a la existencia de un tiranicidio. El caso de Peribáñez y el comendador de
Ocaña, es un caso de homicidio, en el cual el homicida disfraza los hechos y manipula las
63
circunstancias para que su crimen sea considerado un acto legal, como se demostrará en los
párrafos siguientes.
El plan de Peribáñez de manipular la ley para poderse vengar de don Fabrique por los
celos que siente comienza cuando en Toledo ve la pintura que el Comendador ha mandado hacer
de Casilda su mujer: “P IN T O R . L a labradora está aquí. / P E R IB Á ÑEZ [… ] / (Y m i deshonra
también)” (2.15.633-634). En este momento Peribáñez descubre la atracción que el Comendador
siente por Casilda, sintiéndose ofendido y temiendo por su honra, planeando desde este momento
la muerte de don Fabrique, sin pensar en seguir los pasos que, de acuerdo con Mariana, hacen un
tiranicidio legal. El labrador, no planea ir a ver al rey para pedir ayuda, ni piensa en hablar con el
Comendador para hacerlo entrar en razón, tampoco menciona que la muerte de don Fabrique sea
para salvar a la gente de Ocaña, sino que menciona que su motivación es personal:
Basta que el Comendador
a mi mujer solicita;
basta que el honor me quita,
debiéndome dar honor.
Soy vassallo, es mi señor,
vivo en su amparo y defensa;
si en quitarme el honor piensa
quitaréle yo la vida:
que la ofensa acometida
ya tiene fuerça de ofensa (2.16.696-706).
E n este m om ento de la o bra, el C om endador no h a “deshonrado” a P eribáñ ez ni a C asilda, pero
el labrador ya habla de ofensa y de venganza por la misma, con lo que se aprecia una reacción
irracional, que aunque se tratara de un acto contra un verdadero tirano, no se podría considerar
como tiranicidio por estar revestida de odio, venganza y resentimientos personales. Esto debido a
que el padre Mariana menciona que quien prive de la vida a un déspota debe hacerlo sin ser
guiado por motivaciones y venganzas personales (70-71), lo cual no es el caso de Peribáñez. El
labrador juzga y sentencia a don Fabrique motivado por su deseo de venganza.
Peribáñez, para comenzar con su plan de resarcimiento en contra del Comendador de
Ocaña, decide hacer que éste le ciña la espada para poder justificar su decisión de quitarle la vida
a su señor frente a las demás personas de la villa. El villano manipula la ley para que las personas
sin conocimiento de este tipo de ceremonias entiendan este acto como el ascenso del labrador en
64
la escala so cial, dándole “honor”, lo grando así justificar su homicidio frente a los ojos de los
otros vasallos:
PERIBÁÑEZ.
COMENDADOR.
PERIBÁÑEZ.
COMENDADOR.
BELARDO.
COMENDADOR.
Que la espada
me ciña su señoría,
para que ansí vaya honrando.
Mostrad, haréos caballero;
que de essos bríos espero,
Pedro, un valiente soldado.
¡Pardiez, señor, hela aquí!
Cíñamela su mercé.
Esperad, os la pondré,
porque la llevéis por mí (3.2.159-160).
Yo de mi burra manchada,
de su albarda y aparejo
entiendo más que de armar
caballeros de Castilla (3.2.167-170).
Jurar
que a Dios, Supremo Señor,
y al Rey serviréis con ella (3.2.172-174).
Hasta este momento Peribáñez ha logrado su cometido, manipula a don Fabrique para que lo ciña
caballero frente a los demás hombres de la villa, con lo que logra que éstos piensen que en
verdad ha sido elevado en la escala social. La falsa creencia se puede ver en las palabras de
Belardo, quien declara no saber nada de ceremonias de caballeros, creyendo él y los demás
villanos que lo que sucede es real. El Comendador ha caído en la primera parte de la trampa de
Peribáñez al dejarse cegar por sus deseos carnales. A sim ism o, “P eribáñez ha provocado la
cerem onia p ara tener la o portunidad de decirle inequívocam ente al C om end ador [… ] qué es lo
que puede o currirle si insiste en poseer a C asilda” (A raya 108):
PERIBÁÑEZ. Esso juro, y de traella
en defensa de mi honor,
del cual, pues voy a la guerra,
adonde vos me mandáis,
ya por defensa quedáis,
como señor desta tierra.
Mi casa y mujer, que dexo,
por vos, rezién desposado,
remito a vuestro cuidado
cuando de los dos me alejo (3.2.175-184).
Vos me ceñiste espada,
con que ya entiendo de honor;
que antes yo pienso, señor,
65
que entendiera poco o nada.
Y pues iguales los dos
con este honor me dexáis,
mirad cómo le guardáis,
o quexaréme de vos (3.2.197-204).
Peribáñez utiliza este momento para advertir al Comendador que respete a su mujer y su honor o
que de lo contrario él mismo le reclamará. Este comentario podría verse por algunas personas
como el requisito que pide Mariana de que se debe hacer entrar en razón al tirano antes de llevar
a cabo un tiranicidio, pero, como se ha mencionado anteriormente, no se trata de un opresor,
además de que el labrador en ningún momento le dice a don Fabrique que está actuando de una
manera errónea y que debe pensar que el dejarse llevar por un vicio carnal es impropio. Según
Mariana se debe amonestar al déspota de una forma directa. En general, con la ceremonia de la
ceñidura de la esp ada “P eribáñez pretende ven garse de su señor, y evitar q ue su acción sea
considerada por sus convecinos un acto de rebeldía contra el orden social del estado” (R uano d e
la Haza 22).
Las palabras de Peribáñez hacen que surja la duda en el Comendador sobre las
intenciones de Peribáñez, además de que nuevamente reconoce que sus acciones no son
correctas, mencionando el sentimiento de culpabilidad que lo embarga, lo que nuevamente lo
aleja de ser considerado como un tirano:
Algo confuso me dexa,
el estilo con el que habla,
porque parece que entraba
o la vengança o la quexa.
Pero es que, como he tenido
el pensamiento culpado,
con mi malicia he juzgado
lo que su inocencia ha sido.
Y cuando pudiera ser
malicia lo que entendí,
¿dónde ha de haber contra mí
en un villano poder? (3.3.209-220).
Asimismo, con estas palabras, se aprecia que el Comendador de Ocaña no ve a Peribáñez como
su igual, y por lo tanto no considera serio el ceñimiento de la espada, como lo menciona Ruano
de la H aza, “[l]a investidura de Peribáñez es ambigua, ya que los mismos protagonistas la
interpretan d e m anera tan contradictoria” (22). Esta ceremonia, sólo fue, como se comenta
66
anteriormente, un recurso que el labrador utiliza para poder justificar sus actos ante los otros
villanos. C on esta cerem onia “el C om endador sólo consigu e enredarse en la tram pa que le ha
tendido P eribáñez” (R uano de la H aza 24), quien tiene como objetivo privarlo de la vida. El
propio labrador comenta a Casilda que el ceñimiento de la espada es dudoso, pero que le servirá
para conseguir sus objetivos. “P eribáñez sabe qu e la cerem onia de investid ura fue m enos de lo
que debía ser para tener validez y es, por consiguiente, nula [… ] N o obstante, esta investidura
am en guada [… ] será, según él, más que suficiente para conseguir lo que se ha propuesto cuando
llegue la ocasión” (R uan o de la H aza 25):
Pues sabed que soy hidalgo,
y que decir y hazer puedo,
que el Comendador, Casilda,
me la ciñó, cuando menos.
Pero este menos, si el cuando
viene a ser cuando sospecho,
por ventura será más;
pero yo no menos bueno (3.5.323-330).
En estas palabras de Peribáñez se refleja el hecho de que él reconoce que su nombramiento
carece de formalidad, pero que es suficiente para lograr su represalia en el momento que él
encuentre conveniente.
Al regresar Peribáñez de Toledo después de haber dejado a su compañía, con el objetivo
de vengarse, llega a su casa, donde encuentra al Comendador tratando de convencer a Casilda de
que corresponda su amor. Peribáñez se detiene a pensar en que tal vez deba hablar con don
Fabrique, pero este pensamiento desaparece en cuestión de segundos decidiendo matar a su
señor. Esta acción es determinante para que sus acciones puedan ser consideradas por el lector
como un homicidio premeditado, pues “[l]o s fines que persigue [Peribáñez] son dos: matar al
Comendador sin que su acción sea considerada por sus paisanos como una acto de
insubordinación civil, y justificar esta acción legalm ente ante los tribunales del R ey” (R uano de
la Haza 26):
¡Ay honra! ¿Qué aguardo aquí?
M as so y pobre labrado r…
bien será llegar y hablalle…
pero mejor es matalle.
[Adelantándose con la espada desenvainada.]
Perdonad, Comendador;
67
que la honra es encomienda
de mayor autoridad.
[Hiere al Comendador.] (3.17.758-764).
Además de reconocer nuevamente Peribáñez la falsedad de su nombramiento como caballero,
diciendo que es un simple labrador, opta por asesinar a don Fabrique sin intentar hablar con él.
Mariana, señala que un tiranicidio no es legal, si es cometido por un particular movido por una
venganza personal, lo cual sería el caso de Peribáñez, quien, a pesar de haber pensado por un
segundo en hablar con el Comendador para evitar que abuse de su mujer, decide matarlo sin
haber acudido a ningún recurso legal previo y, sin que el delito se hubiese consumado. Lo
anterior, hace que el villano sea un homicida y no un tiranicida. En oposición a la actitud de
Peribáñez, Lope muestra nuevamente al Comendador de Ocaña como un hombre bueno que ha
com etido un error y quien “dem uestra su dimensión humana valiosa, en términos relativos,
cuando muere a manos de Peribáñez” (A raya 102).
Asimismo, la venganza del labrador y su bajeza moral se muestra nuevamente al privar
de la vida a Inés y a Luján, pues “it is ex trem ely d ifficult to justify the murder of Luján and Inés,
a supererogatory act of vengeance” (B riñas 124):
PERIBÁÑEZ. Aquí moriréis los dos.
INÉS.
Ya estoy, sin heridas, muerta.
[Salen huyendo LUXÁN e INÉS.]
LUXÁN.
Desventurado Luxán,
¿dónde podrás esconderte?
PERIBÁÑEZ. Ya no se excusa tu muerte.
LUXÁN.
¿Por qué señor capitán?
PERIBÁÑEZ. Por fingido segador.
INÉS.
Y a mí, ¿por qué?
PERIBÁÑEZ.
Por traidora (3.19.801-808).
El labrador decide juzgar y condenar a Inés y a Luxán por él mismo, sin llevarlos ante el rey y la
reina, además de que no menciona a los monarcas el haber asesinado a estas dos personas.
Nuevamente se puede apreciar la manipulación de Peribáñez. Asimismo, comparándose con el
error que comete don Fabrique, las acciones del labrador son frías y calculadas, lo que lo alejan
de la figura de víctima y lo muestran como el victimario.
Es a partir del momento en que el labrador donde llega a ver a los reyes, cuando se
presenta la manipulación de éste en su etapa máxima. Peribáñez al presentarse ante los reyes
68
como una víctima y lograr que su mujer declare haber sido victimada por el Comendador,
consigue ponerlo como un opresor ante los ojos de los monarcas, representando así un peligro
para la seguridad del reino:
El comendador Fabrique (3.27.959).
Con esto intentó una noche,
que ausente de Ocaña estaba,
forçar mi mujer; mas fuesse
con la esperanza burlada (3.27.971-974).
Hallé mis puertas rompidas
y mi mujer destocada,
como corderilla simple
que está del lobo en las garras.
Dio vozes, llegué, saqué
la misma daga y espada
que ceñí para servirte,
no para tan triste hazaña (3.27.997-1004).
El labrador cambia la historia, nunca hace mención sobre su plan ni sobre el ceñimiento de la
espada. Con todo esto, al final, Peribáñez queda como un héroe que ha salvado a un pueblo de
los crímenes de un tirano y no como un homicida a sangre fría, pero aún así el lector sabe que
todo es el resultado de sus maquinaciones y no de las acciones de un mal gobernante.
Como lo mencionamos durante el análisis de la obra, el Comendador no es un tirano,
pues no cumple con los requisitos que el padre Mariana menciona para ser considerado como tal.
En Peribáñez y el comendador de Ocaña, más que el reflejo de la legalidad del tiranicidio, se
puede apreciar la manipulación de reglamentos e ideologías para dar la apariencia de la
existencia de algo legal y que no sea considerado como homicidio. En esta obra, Lope presenta a
un gobernante humano que no puede ser considerado como un autócrata, así como a un rey
justiciero a quien importa proteger a sus súbditos. Los vasallos deben tener en cuenta varias
acciones de sus mandatarios y evitar la influencia de sus sentimientos y resentimientos
personales, para poder decidir si se encuentran ante la figura de un monarca indigno de la corona
y si es necesario que éste sea derribado. Nuevamente, para poder juzgar a estos soberanos como
buenos o malos, el Fénix sigue las ideas del pensador al que tanto admiraba, el padre Mariana.
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Conclusión
El tema del monarca ideal, del tirano y del tiranicidio, es tratado Fuente Ovejuna,
Peribáñez y el comendador de Ocaña, y El mejor alcalde, el rey, de Lope. Este autor español
utiliza, como se ha mencionado en el transcurso del trabajo, las ideas de un contemporáneo suyo
a quien admiraba al momento de escribir sus Comedias, refiriéndonos por supuesto al padre
Mariana. El Fénix, en las tres obras que fueron analizadas en el presente trabajo, presenta las
ideas de Mariana sobre las características que debe reunir un soberano para ser considerado
digno o como opresor, así como los pasos a seguir para que se pueda privar legalmente de la vida
a un gobernante déspota.
En el caso del buen mandatario Lope hace uso, en las tres obras, de las ideas de justicia,
amor al pueblo y equidad hacia todo aquél que necesite de la ayuda del rey. En Fuente Ovejuna,
al final, el Fénix presenta a un monarca que recibe en su cám ara “h asta al m ás hum ilde” de sus
vasallos, que los escucha, que reprueba sus acciones, pero que debido a falta de pruebas decide
no sentenciar a muerte a personas que podrían ser inocentes al no tener al verdadero culpable. En
esta obra se muestra a un soberano justiciero y estricto que quiere dar a su pueblo un reino
seguro. En El mejor alcalde, el rey, el Fénix presenta también a un dirigente que pretende hacer
justicia, pero que por su calidad de ser humano se deja llevar en su decisión por su orgullo.
Asimismo, muestra cómo un buen mandatario puede convertirse en un tirano al caer en vicios
carnales, por lo que el pueblo puede intervenir y quejarse de su monarca para evitar problemas
más fuertes. Por último, en Peribáñez y el comendador de Ocaña, Lope presenta nuevamente la
idea del buen gobernante que comete errores, pero en este caso que nunca se convierte en
opresor. En esta obra, el Fénix muestra la idea de Mariana de la necesidad de que un soberano se
haga rodear de buenos consejeros para evitar con ello que su lado carnal lo haga cometer actos
impropios de su investidura. Nuevamente se puede apreciar la presencia de la justicia como una
cualidad principal del dirigente. Tanto en la creación de los buenos gobernantes, como de los
autócratas, Lope utiliza las características mencionadas por el padre Mariana en su obra para
darles vida a sus reyes y comendadores.
De esta manera, Lope presenta los requisitos que, según el padre Mariana, deben seguir
los súbditos para que un tiranicidio deba ser considerado como legal. En Fuente Ovejuna, a pesar
de tratarse de un tirano, el Fénix hace ver a los espectadores de la Comedia, que un tiranicidio no
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puede ser motivado por odios y resentimientos personales y que debe evitarse hacerlo en
muchedumbre para así también prevenir una masacre. Lo anterior lo pueden ver las personas al
final de la obra con la descripción del sangriento evento y el rechazo de los reyes hacia el mismo.
Para poder derrocar a un opresor se deben de seguir ciertos pasos, de hacerlo así el resultado no
será el reproche. En El mejor alcalde, el rey, nuevamente Lope presenta el hecho de que no
deben de involucrarse sentimientos personales en la muerte del déspota, porque esto le
disminuye el heroísmo y la celebración al acto. En Peribáñez y el comendador de Ocaña, Lope
muestra que la manipulación de la ley no hace que el que se hace llamar tiranicida pueda gozar
de gloria, sino que por el contrario lo puede hacer un ser vil. Además, no todo error que se
comete por parte de un gobernante lo hace tirano, por lo que los vasallos deben pensar antes de
actuar. En caso de no suceder lo anterior, los supuestos tiranicidios no son más que simples
homicidios a sangre fría.
Estas obras del Fénix pudieron haber tenido como propósito el difundir entre los
españoles de la época las ideas del padre Mariana a quien tanto admiraba, sin que esto le quite la
teatralidad a sus Comedias. Las obras de Lope dejaban ver al público el hecho de que, en caso de
vivir bajo el mando de un mandatario abusador, tienen el derecho de derrocarlo y hasta de
privarle de la vida, pero que para poder lograrlo es necesario seguir una serie de pasos, como es
el tratar de llamar al monarca hacia el buen camino, para evitar que el tiranicidio se convierta en
un homicidio. Asimismo, es importante que los súbditos reconozcan la diferencia entre un
soberano que ha cometido un error y aquél que se ha convertido en un gobernante abusivo, con
lo que se evita el privar de la vida a una buena persona. Las obras del Fénix pudieron haber sido
una representación teatral de los ideales de comportamiento político con el objetivo de lograr un
gobierno ideal, ya que, como él mismo lo manifiesta a Mariana, estaba muy interesado en
conocer y, tal vez, transmitir los ideales para lograr gobernantes buenos y que vieran por su
pueblo.
Lope en su obra difunde las ideas del “tito livio cristiano, luz de la historia de E spaña”
(Triunfo de la fe en los reinos del Japón 159) a quien tanto admiraba. El Fénix quería el consejo
del padre Mariana de cómo gobernar mejor. También Lope deseaba que el padre Juan de
Mariana le considerara como uno de sus más grandes admiradores. Con lo anterior, tal vez el
Fénix pensó que como él, otros deseaban conocer las ideas de Mariana con respecto al buen
gobierno, por lo que decide incluirlas en sus Comedias. La gran admiración que aquél sentía por
71
este pensador español, es lo que nos ha llevado a pensar que sus ideas fueron una fuente de
inspiración en la creación tanto de los personajes como de las obras en sí de Lope. Asimismo, la
razón que motiva al Fénix a incluir las ideas de Mariana en su obra, puede ser la búsqueda de
autoridad en las mismas, ya que, como se ha mencionado anteriormente, éste religioso era un
pensador admirado y respetado en España, lo que otorga a su obra autoridad y con ello a la de
Lope.
Al final, el lector se puede preguntar si fueron los intereses personales de Lope lo que lo
llevó a usar a Mariana en sus obras. Puede quedarle al lector la creencia de que el Fénix utiliza
las ideas del religioso para difundirlas entre los españoles de la época, dándoles a conocer sus
derechos y obligaciones, según Mariana, ante un gobierno monárquico. Con relación a lo anterior,
puede pensarse que Lope difunde las ideas del padre Mariana porque cree que son beneficiosas
para los habitantes de la España del siglo XVII, y con ello para generar el logro de un mejor
gobierno monárquico. Asimismo, la motivación del Fénix pudo haber sido simplemente para dar
realismo a estas Comedias. Tal vez Lope sabía que el utilizar la obra de un pensador tan
importante le proporcionaba a su obra seriedad académica y autoridad, y con ello más prestigio.
De esta manera, quizá este escritor tenía el deseo de parecer más culto, más serio, más moralista
ante sus contemporáneos, cubriendo así algunas ambiciones personales. Pueden haber sido, así,
varios factores los que influyeron en el Fénix al decidir utilizar las ideas del padre Mariana, lo
cual podría dar paso a la escritura de otras tesis para tener una respuesta más concreta. Una cosa
sí se puede apreciar en la obra de Lope, el reflejo de las ideas políticas del religioso y la gran
admiración que sentía el Fénix por Mariana.
72
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