Paradigmas, teorías comprehensivas y visiones del mundo Ama María Tomeo (*) Cuando algunos de nosotros éramos jóvenes soñábamos con un gran cambio del que surgiría el Hombre Nuevo: personas solidarias, más justas, no competitivas, un hombre humanitario, compasivo, etc., etc. ¡Parece que no conseguimos ese cambio! Y ¿por qué? Una respuesta rápida es que la mayoría de los seres humanos tiende a buscar el poder y trata de dejar muchos caídos en su ascenso desesperado. Ya en los años 70 empezamos a preocuparnos por el ambiente, por nuestras relaciones y cuidado de la naturaleza a la cual tanto hemos depredado –con la ayuda de algunas tecnologías- en nombre de la modernidad y el progreso. Nos dimos cuenta de cuánto dependemos de la madre naturaleza y de que por mucho dinero que haya en los bancos, si matamos al último ser vivo, animal o vegetal, ese dinero no servirá para nada y hasta el más rico morirá de hambre y quizá de asfixia frente a su computadora o a algún otro aparato supermoderno. Esta nueva preocupación tuvo más seguidores aparentemente, pero no los suficientes; tampoco alcanzaron a mostrarnos la necesidad de cambiar nuestras vidas y nuestras formas de mirar o de ver al mundo. Muy pocos entraron y se compenetraron con una nueva visión del mundo. Hombre nuevo y relación respetuosa con la madre naturaleza: creo que ambos conceptos los podrían definir, por lo menos en parte la bioética ¿o no? No soy cultora de la coherencia filosófica. Creo que debemos pensar todos los días, como hace mucha gente y más los filósofos. Algunas veces podríamos usar las teorías como útiles –aunque estén encarnadas en nosotros y sean más que eso-. Pienso que hoy les daré un susto a quienes conocen mi pensamiento y mi trabajo filosóficos. No se preocupen, sigo creyendo que las palabras usadas fuera de su contexto son peligrosas. Hoy quiero descarriarme un poco: quizás logramos algún provecho y nos acercamos a los viejos sueños o a los descubrimientos de hace treinta o cuarenta años. ¡Ojala! El título de este trabajo es Paradigmas, Teorías comprehensivas y visiones del mundo, lo que normalmente refiere a Kuhn y a Feyerabend. No podemos olvidar que ambos eran físicos y que su obra se basa en la historia de las ciencias duras. Aunque Kuhn introduce conceptos sociológicos –como el de comunidad científica-, él mismo dice que no puede explicar las ciencias que no han alcanzado un paradigma (las ciencias inmaduras). No quiero abrumarlos con largos discursos sobre autores que ustedes conocen. Kuhn dice que cada Paradigma es un mundo. Ahí está su recurso a la Ontología ¿Qué vemos, qué estudian los científicos que adhieren aun Paradigma? – Lo que es, lo que existe para ese Paradigma: en ese único mundo, lo que él les sugiere. (Carga teórica de la investigación, compartida por Feyerabend) Feyerabend hablaba de teorías comprehensivas, también surgidas de una revolución científica; cada una de ellas será exponente de una visión de Página 1 mundo. La diferencia es que Feyerabend ve en la historia y cree que el pluralismo teórico sirve a las ciencias: puede haber varias teorías que disputan la primacía en un campo científico; él no ve una única teoría para cada ciencia. Sí cree, como Kuhn, que una nueva teoría comprehensiva nace muy débil y necesita bases teóricas nuevas, ciencias auxiliares, nuevos lenguajes y cambia la forma de percibir los fenómenos. Así fue como Galileo logró imponer la teoría copernicana, por medio de trucos (el argumento, y no el experimento, de la torre) y recurriendo a estrategias políticas y sociales, usando propaganda (escribiendo en la lengua de su pueblo, no en lelatín de los académicos), etc. Aceptando que cada paradigma es un mundo, Kuhn reconoce que el cambio de paradigma lleva una generación; que una nueva teoría comprehensiva implica e impone una nueva visión del mundo. Si queremos realizar nuestro sueño del hombre nuevo y de un reencuentro respetuoso con la naturaleza, podemos pensar que necesitamos una nueva teoría comprehensiva o un nuevo paradigma para nuestro mundo, no ya para las ciencias duras. Debemos dejar de lado las causalidades, las comprobaciones científicas y las estadísticas, como lo hicieron los autores a los que me reitero. Hemos de abandonar las ideas desarrollistas, la necesidad de progreso, en fin, las prédicas positivistas y las certezas absolutas. Kuhn solo admite la existencia del progreso dentro de un paradigma, no entre uno y el que lo sucede: son mundos diferentes, inconmensurables, que usan distintos lenguajes, teorías, métodos, etc. Las palabras adquieren significados distintos. En fin. Debemos aprender a seleccionar las tecnologías que sean buenas para la humanidad toda y para el mundo en el que viviremos, nosotros o los que están por venir. Pero: ¿qué es lo que se entiende por progreso y por desarrollo? Se supone que un país como el Uruguay debe desarrollar formas de trabajo que le den de comer a la gente y que acaben con la miseria en que aún vive una parte de nuestros compatriotas. Que todos podamos tener una vida digna y saludable. Eso sería un buen tipo de progreso, ¿no es así? Hablamos del Uruguay Natural y estoy convencida de que estamos acabando con él o que ya no existe. ¿Por qué permitimos que vengan extranjeros y compren nuestro mayor tesoro, los campos; peor aún, que planten transgénicos? La famosa soya les da mucho dinero, pero agota los suelos con sus dos o tres cosechas anuales. Más grave todavía es el famoso paquete de los grupos transnacionales que venden híbridos, herbicidas, insecticidas, en fin, todos subproductos altamente contaminantes y nocivos para la salud y la vida humana y animal –hace dos y tres añas fue noticia la mortandad de peces en dos arroyos cercanos a la ciudad de Paysandú-. ¡Esto es lo mismo que la famosa y perniciosa revolución verde? ¿Y los monocultivos extensivos de montes foráneos? Solo diré que están chupándose nuestra parte del acuífero guaraní, que terminan con nuestras ricas praderas en las que por ahora, pasta el ganado del Uruguay Natural, el que aún produce la mejor carne del mundo… Pero la nueva visión de mundo –con la que aún seguimos soñando muchos- la tenemos que hacer nosotros, no debe sernos impuesta. No debemos dejarnos dominar por el afán de lucro de quienes vienen a terminar con ese Uruguay Página 2 natura. La gente de La Coronilla no es muy progresista y cuando quisieron ir a poner una antena para los teléfonos móviles se opuso, como poco antes se había opuesto a la explotación de las arenas negras de sus playas; logró hacer parar el despilfarro de agua dulce y el deterioro de sus hermosísimas playas, que significaba el canal Andreoni. Aún así Feyerabend nos previene que la historia está llena de accidentes… y nos demuestra la complejidad del cambio humano, y el carácter impredecible de las últimas consecuencias de cualquier acto o decisión humanos. Pienso que estas palabras o estos temores no pueden frenar ningún esfuerzo bien pensado para preservar nuestro mundo: el único que tenemos. (*) Licenciada en Filosofía en la Universidad de Lovaina, Flamenca (Bélgica) con una tesina sobre Feyerabend. Se dedica especialmente a la Filosofía de la Ciencia. Página 3